Blogia
Isla al Sur

LIDIA TURNER, PEDAGOGA DE LA TERNURA

LIDIA TURNER, PEDAGOGA DE LA TERNURA

Mi vida está y estará siempre ligada al Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, aseveró la Doctora en Ciencias Pedagógicas.  

Texto y foto:
INDIRA IGLESIAS ALARCÓN,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Dedicada al magisterio por más de 50 años, Lidia Turner Martí cuando conversa da la impresión de estar impartiendo una clase sobre historia de la pedagogía cubana. Sus palabras denotan incontables horas de lectura y estudio, y la sencillez de esta Profesora de Mérito del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona y Presidenta de Honor de la Sociedad de Pedagogos de Cuba, inunda el pequeño espacio de la terraza donde dialógamos.

-¿En qué momento nace su inclinación hacia la pedagogía?

Provengo de una humilde familia santiaguera, hija de una costurera y un pesador de caña que me enseño a leer desde los cuatro años. Para hacer el bachillerato ingresé al Instituto de Segunda Enseñanza de Santiago de Cuba en el cual, a pesar de ser público, se debían pagar la matrícula y los libros de texto. Por mi situación económica lo abandoné en el tercer año y comencé a trabajar. Fue así como después pude estudiar en la sesión nocturna.

En esa época, Frank País me propuso trabajo como docente en el Instituto Martí, fundado por su padre. Allí trabajé como profesora de primero y segundo grados, a pesar de no tener la experiencia requerida, pero él estudiaba en la Escuela Normal para Maestros y pude contar con su ayuda. La actividad en el  Instituto despertó mi inclinación hacia la pedagogía, por eso le agradeceré eternamente su apoyo en tan difíciles momentos.

-En el cuarto año del bachillerato usted se trasladó hacia la capital, ¿cómo influyó el cambio en su vida?

Nos mudamos porque mi padre necesitaba trabajo para mantener a la familia en el “tiempo muerto”, que era el período entre zafras. Aquí en La Habana terminé el quinto año en el Instituto de La Víbora y  a la vez conseguí trabajo como profesora particular de Matemática y Física, aunque mi aspiración después de graduada era estudiar Medicina, esa carrera necesitaba de mucha dedicación y tiempo que yo no tenía; entonces, en 1952, matriculé Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana.

Viví la etapa del cierre de la casa de altos estudios y  la efervescencia revolucionaria en el estudiantado por los males del gobierno batistiano, lo cual me vinculó estrechamente a la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y al Directorio Revolucionario. Fue una etapa muy difícil para quienes la vivieron y por eso nos sentimos privilegiados de haber luchado desde donde  correspondió.

-Como miembro de estas organizaciones, ¿cuáles fueron sus actividades más significativas?

Realicé muchas, pero fundamentalmente hice varios viajes al exterior  con encomiendas del directorio, guardé armas, presté mi casa para  reuniones y siempre traté de fomentar el espíritu revolucionario entre los jóvenes vinculados a nuestras organizaciones.

-¿Qué tareas cumplió como revolucionaria en 1959?

Comencé a trabajar junto a Haydée Santamaría como interventora de la Casa Continental, pues era una institución con un marcado carácter  pro norteamericano y se necesitaba leer y revisar todos los archivos. Al año siguiente fundamos allí la Casa de las Américas y dentro de ella la biblioteca José Antonio Echeverría, la cual todavía existe. De esta tarea tengo recuerdos muy bonitos, porque éramos pocos, había mucho por hacer y trabajábamos como en familia, incluso participé en una de las comisiones para el otorgamiento del primer premio que auspició la institución. Tuve, además, algo que ver con la nacionalización de las escuelas privadas.

-¿Dónde se vincula a la Campaña de Alfabetización promovida por el gobierno revolucionario en 1961?

En La Habana, con algunas limitantes, pues tenía un niño pequeño y esperaba otro; pero sin duda  esa fue una de las mejores experiencias vividas junto al pueblo cubano, por su gran contenido humano y trascendencia social.

Al declararse Cuba Territorio Libre de Analfabetismo, hubo un llamado a todos los profesores y graduados universitarios en carreras afines a la Educación para integrar las becas donde sería formado el nuevo modelo de profesionales que el país necesitaba.

Me uní a este programa en la parte de orden y clasificación de las clases. Después trabajé en un instituto politécnico donde se formarían maestros en materias de taller como Educación Laboral y algunos oficios; este radicaba en Ciudad Escolar Libertad y está un poco perdido en la historia de los centros pedagógicos, a pesar de existir primero que el Varona.

Desde ese momento fui profesora, jefa de cátedra y asesora de la asignatura Español-Literatura en el territorio que hoy comprende las provincias habaneras y la Isla de la Juventud.

-¿En qué especialidad se desempeñó cuando comenzó a trabajar en el Pedagógico Enrique José Varona?                                             

Impartí materias del ciclo pedagógico. Recuerdo a los alumnos de aquella época y en ocasiones nos encontramos, algunos son decanos, rectores o dirigentes de la Educación en el país y les pido “disculpas” por mis clases con un mínimo de experiencia, en cambio ellos siempre me devuelven una sonrisa.

Aunque era muy joven fui  jefa de diferentes departamentos y directora de la Sección Pedagógica, encargada de asesorar a los profesores. Durante ese tiempo el Pedagógico era una facultad de la Universidad de La Habana y radicaba en el edificio Varona de la Colina. En Ciudad Libertad, entonces pasé a ser Vicedecana de Investigación y luego Vicedecana Docente.

-En 1972 Fidel hizo la convocatoria para la creación del Destacamento Manuel Ascunce Domenech. ¿Cuál fue su aporte a dicho programa?

Años antes me dieron la encomienda de hacer el pilotaje de lo que sería el Destacamento, básicamente en cuanto a la preparación de los alumnos para impartir clases desde el primer año de estudios. Mi aporte fue revisar, controlar y supervisar el cumplimiento, al pie de la letra, de las tareas del programa.

En 1977 convertimos los pedagógicos del país en institutos superiores, es decir, se independizaron de las universidades. Algo muy significativo fue la matrícula del ya Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona (ISPEJV), pues llegamos a tener tantos estudiantes como hoy tiene la Universidad de La Habana. En ese tiempo me nombraron Vicerrectora Primera, pero nunca dejé la docencia ni el vínculo con la FEU, el cual fue muy fructífero en cuanto a la promoción del deporte, la cultura y la investigación.

-A partir de 1981, por su experiencia pedagógica el Ministerio de Educación le asigna nuevas tareas, ¿qué significado tuvieron para usted?

Algo importante fue que me nombraran directora del Instituto Central de Investigación de las Ciencias Pedagógicas, miembro de la Comisión Nacional de Grado Científico y que recayera en mí la fundación de la Asociación de Pedagogos de Cuba, de la cual fui presidenta hasta el 2004 y hoy soy Presidenta de Honor. El mayor significado de esas tareas radica en su grandeza, pues todas fueron como una escuela en la que tuve la oportunidad de poner esfuerzo y dedicación en la noble tarea de educar.

Inmersa en esas actividades obtuve el título de Doctora en Ciencias Pedagógicas y me nombraron Profesora de Mérito del Varona lo que siempre recordaré como un extraordinario reconocimiento. Estoy comprometida con la docencia y nunca he dejado ni dejaré esta noble actividad. Es un consejo para las futuras generaciones.

-A lo largo de su carrera ha publicado libros, folletos, artículos e investigaciones. ¿Para usted cuáles son los más importantes?

Toda la vida he sido estudiosa de la obra y la teoría martianas, por ello publiqué un libro sobre la experiencia de introducirlas en el contexto actual de las escuelas latinoamericanas. Pedagogía de la ternura se titula el volumen, y quizás es el más publicado de todos los que he escrito, incluso hay traducciones al inglés y se piensa editar en portugués y en italiano. Eso sería maravilloso, pues se hace necesario e importante trasladar el pensamiento del Apóstol  a Europa.

Además de escribir sobre Martí realicé trabajos acerca de la figura del Che, como son los libros Del pensamiento pedagógico de Ernesto Che Guevara y Ernesto Che Guevara y las universidades, este último a petición del MES.

-Con el comienzo de la Batalla de Ideas librada por el pueblo cubano, el sector educacional presentó diversas transformaciones. ¿Cómo participó en ellas?

Me vi involucrada desde el inicio, pues la Batalla de Ideas comenzó con la lucha por el regreso del niño Elián González y fui de los ocho compañeros participantes en las mesas redondas relacionadas con el tema. Nos preparamos mucho porque el pueblo estuvo identificado con aquella causa y era necesario informarlo con claridad.  Además, el Comandante en Jefe Fidel Castro se reunía con nosotros después de cada  emisión, fueron momentos de mucho trabajo, pero siempre los recordaré como el mejor curso de postgrado de mi vida. Fidel es imponente, con él no dejas de aprender ni un segundo, no pierdes ni el más mínimo detalle.

A raíz de esa lucha, se realizaron investigaciones sobre las condiciones existentes en las escuelas cubanas, las cuales confluyeron en la necesidad de hacer transformaciones, todas encaminadas a evitar la desigualdad, la inasistencia de algunos adolescentes a clases y la cantidad excesiva de alumnos por aulas. Así surgieron los teleprofesores, las clases apoyadas por los medios audiovisuales, y los Profesores Generales Integrales (PGI).

Estos cambios son, en ocasiones, criticados, pero el problema no radica en el método, si no en su aplicación, la cual no ha sido siempre la mejor.

Los jóvenes maestros necesitan apoyo de tutores con experiencia y al fallar este factor estuvieron un poco desvalidos. Por ello el Ministerio de Educación trazó una nueva estrategia para corregir el problema, así como para mejorar y perfeccionar los planes educacionales. Yo solo tengo un consejo para los iniciados en el magisterio: mientras más se preparen, mejor podrán aprovechar la televisión.

-¿Cuál es su opinión acerca de la ayuda prestada por Cuba a los pueblos mediante el programa de alfabetización Yo sí puedo?

Cuba ha tenido un gran acierto después de tantos años de haber erradicado el analfabetismo, al lograr un método de tan alta calidad cuya trascendencia rompe las barreras de idioma, raza y religión. Este programa tiene la virtud de utilizar menos personas para su aplicación y cuenta con excelentes materiales audiovisuales, acordes con las características de cada uno de los pueblos a los que va dirigido. Por eso pienso que es uno de los grandes logros del sistema educacional cubano.

-¿Qué recuerdos y satisfacciones guarda de su trayectoria como profesora?

Recuerdo la etapa cuando se desarrolló el hábito de investigación de los profesores, en la década del 70; trabajé mucho, pero me siento satisfecha, pues todo aquello caló profundamente y se consideraba como una necesidad, una parte de cada maestro. No olvido las actividades de artistas aficionados, fuente de  muchos profesionales, ni la oportunidad de estar vinculada a los destacamentos Che Guevara y Manuel Ascunce Domenech. En realidad, tengo muchas satisfacciones, pero sobre todas, el nivel educacional alcanzado por nuestro país a escala mundial y la confianza depositada en mí por su dirección, para el cumplimiento de misiones de gran impacto social.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Rostros del Varona, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario 45 de la casa de altos estudios pedagógicos.

Ficha técnica:


Objetivo central: Conocer acerca de la vida profesional de la Doctora en Ciencias Pedagógicas, Lidia Turner Martí, e indagar sobre su trabajo en el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona.

Objetivos colaterales: Conocer sobre su participación en la Campaña de Alfabetización, el Destacamento Manuel Ascunce Domenech y las diferentes revoluciones educacionales en el país.

Tipo de entrevista:

Por sus participantes: individual.

Por su forma: clásica.

Por su contenido: relato de personalidad biográfica.

Por el canal que se obtuvo: encuentro directo.

Tipo de título: con el nombre del entrevistado.

Tipo de entrada: directa (o de presentación).

Tipo de cuerpo: de preguntas y respuestas.

Tipos de preguntas:

1, 3, 5, 7, 8, 9, 11: abiertas.

2, 4, 6, 10, 12: directas.

Tipo de conclusiones: de opinión o comentario del entrevistado.

Fuentes consultadas y tipo:

Currículo de Lidia Turner. Fuente documental.

0 comentarios