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LA LÓGICA MATEMÁTICA DE LA PROFESORA LETICIA

LA LÓGICA MATEMÁTICA DE LA PROFESORA LETICIA

Los valores humanos deben ser la locomotora que conduzca los conocimientos en los jóvenes maestros, afirma la Máster Peñalver Cruz.

Texto y foto:
LAUREN CLETO HERRERA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

“Yo vivo convencida y enamorada de mi profesión”, asegura Leticia Peñalver Cruz, profesora por 22 años de la Facultad de Matemática y Computación del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona (ISPEJV), casa de altos estudios que conmemora este 2009 su aniversario 45 de fundada.

“De pequeña, la constante era ser maestra. También quería ser bailarina, pero no me duraba mucho el embullo y regresaba a mi sueño de educadora”, rememora la mulata de figura bonita, como suelen decirle sus compañeros del Varona. Desde hace tres años funge como Decana de la Facultad de Enseñanza Media Superior del ISP Rubén Martínez Villena, de La Habana.

Cruza las piernas y observa el patio de su casa sembrado con orquídeas y rosas. A su mente regresan los días de adolescente, cuando era una joven amante de la práctica deportiva y le encantaba el baloncesto: “Lo disfrutaba mucho, pero era malísima. Pasaba más tiempo en el banco que en el tabloncillo”, cuenta ahora entre risas, mientras busca comodidad en la silla.

-¿Cómo llegó al Varona?

A finales de 1971 ya se esperaba una explosión de matrícula en las secundarias básicas y una apertura masiva de las escuelas en el campo. La noticia la hizo pública Fidel Castro, el 4 de abril de 1972, en el discurso de clausura del II Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas.

Allí exhortó a la juventud a convertirse en profesores de esta enseñanza. Luego, comenzaron las captaciones, y en septiembre era miembro del primer contingente del Destacamento Pedagógico Manuel Ascunce Domenech y matrícula del Pedagógico.

-¿Por qué siendo tan joven asumió ese reto?

Tenía 15 años, pero para ser sincera, entré por el compromiso con Fidel y la Revolución, más que por convencimiento propio. Nunca dudé de cuánto anhelaba ser maestra; sin embargo, no fui de las primeras en dar el paso al frente. Me di tiempo para meditar. En ocasiones, uno hace resistencia a lo desconocido.

-¿Cómo fueron esos primeros tiempos?

De muchas horas de estudio y gran esfuerzo. Por vivir en Bauta, trabajé durante dos años en la secundaria básica Ceiba 7, hoy Instituto Preuniversitario en el Campo Jorge Dimitrov.

En la mañana daba clases de Matemática y por las tardes estudiaba mis asignaturas en la filial de Ceiba del Agua, en Caimito, perteneciente al Varona. Al tercer año, me seleccionaron como alumna ayudante del Departamento de Análisis Matemático, y empecé a residir a tiempo completo en el Pedagógico.

-¿Qué recuerda de su bautismo frente a un aula?

Sentí gran emoción, pero lo que marcó mi vida fue la primera reunión de padres. Tenía casi la misma edad e igual tamaño de los alumnos y no olvido las miradas de incertidumbre de esos familiares. Por suerte, les causé buena impresión. El tiempo me lo demostró.

Cuando habla, desliza sus manos por el borde de la mesa. Ahora, lejos del aula, percibo que se expresa como si me impartiera una de sus clases.

En sus ratos libres prefería leer, sobre todo, libros de relatos históricos: “Ese amor nació gracias a mi profesora Piedad Acosta. Ella, con mucho apego y devoción, explicaba la Historia de Cuba. En la actualidad algunos desdeñan la historia de su nación, pero esta nos dice quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde tenemos que ir”, responde categórica y comienza a nombrar a cada uno de sus maestros, desde el preescolar hasta sus últimos años de estudiante al hacerse Máster en Educación Avanzada.

-De esos profesores, ¿quiénes

dejaron huellas en su formación?

Todos. A cada uno debo lo que soy y les estoy inmensamente agradecida. Fui afortunada, porque desde la primera maestra hasta el último educador que me formó, fueron excelentes. Tuve extraordinarios modelos y eso me enseñó mucho. Eran muy entregados, exigían gran disciplina, pero ofrecían afecto y buenos tratos.

-¿Muchos amigos y amores en

ese período de estudiante?

Bueno -responde con una sonrisa pícara-, que yo supiera, tenía uno o dos enamorados. A pesar de ser muy sociable y tener tantos amigos, no fueron muchas las pasiones. Siempre me caractericé por ser demasiado recta conmigo misma y un poquito exigente con los demás.

No paraba en aquellos tiempos. La Universidad es increíble y deja una huella eterna en los que pasamos por ella, dispuestos a estar siempre en la primera línea.

-Después de trabajar tantos años

en el Varona, ¿por qué labora

hoy en el ISP Rubén Martínez

Villena, de La Habana?

Al crearse, el 2 de septiembre de 1999, me solicitaron para impartir clases junto a otros compañeros. Durante los primeros meses pensé que estaría en prestación de servicios por uno o dos años, y después retornaría; pero aún estoy allí.

Acabada de llegar me nombraron Jefa del Departamento de Ciencias, donde estuve por dos cursos, luego fui Vicerrectora de Pregrado casi cinco años, y ahora soy la Decana de la Facultad de Enseñanza Media Superior. Un cargo que demanda cierta dosis de entrega y sacrificio, si se lucha por ser mejores cada día.

-Desde su posición, ¿qué le preocupa

en la actual formación de maestros?

La capacidad que tengan para formar valores en las nuevas generaciones, no a partir del discurso, sino del ejemplo y la entrega. El respeto, la responsabilidad, entre muchos más, deben ser la locomotora que conduzca los conocimientos de los jóvenes educadores.

También me llama la atención el cuidado de su imagen física. Yo trabajo con muchachos y siempre les digo que no podemos seguir el compás de la moda. No todas las prendas de vestir caben en ese contexto y cuando uno se para delante de un aula debe irradiar sabiduría y respeto.

-Este año el Varona cumple su

aniversario 45 de creado, ¿cuánto

representa dicha institución en su vida?

Una escuela determinante en mi formación. No lo puedo ver de otra manera. El Varona simboliza el compromiso con Fidel y la Revolución. Allí terminé de moldear mi personalidad y me convertí en una profesional en el año 1979.

-¿Le gustaría volver a trabajar en el ISPEJV?

A veces tengo esa añoranza. Extraño mucho al colectivo de compañeros, aunque nos comunicamos a menudo. Nunca me he desprendido y tampoco quiero hacerlo.

Hace silencio y dirige sus inquietos ojos negros a los límites del patio. Parece viajar en el tiempo. A su memoria regresan los días de cuando colaboró en el interior del país, como representante del Varona, institución en la que laboró como profesora de Matemática e Informática.

También las dos misiones en Bolivia: “Mi segundo viaje, en 1998, fue inolvidable. Presencié las marchas de los indígenas y los cierres de calles durante la primera campaña electoral de Evo Morales, sucesos que dificultaban nuestra llegada a la Universidad del Alto, en La Paz, donde impartíamos las clases. En esa ocasión editamos un libro sobre varias temáticas, como Diseño Curricular y Fundamentos Sociológicos de la Educación”.

-¿Le gustó trabajar allí?

Sí. La ciudad es impresionante y me adapté bien. Nuestros estudiantes eran profesores de otras universidades y el trato fue con mucho respeto. Los pedagogos cubanos tenemos una valiosa experiencia práctica, como consecuencia de las revoluciones educacionales emprendidas en el país desde 1961.

Bolivia me resultó interesante. En ese lugar se producen cambios radicales de una región a otra. Lo mismo en el clima que en las comidas típicas, la manera de vestir, el baile, la vegetación y hasta en la fisonomía de las personas.

-¿En qué difiere nuestra enseñanza

a las vistas en sus dos

misiones internacionalistas?

Se diferencia en principios. En Cuba es total prioridad como política de Estado. El nivel de aseguramiento, ocupación, tiempo y recursos dedicados por el país no se puede comparar a la de ellos. Además, allí no siempre el compromiso del maestro es trabajar por el bienestar de su nación, sino con el fin de solucionar los problemas económicos.

-¿Cuánto le aportaron esas colaboraciones?

Mucho. Son otras experiencias, diferentes bibliografías, disímiles modos de actuación y nuevos puntos de vista para reflexionar sobre la práctica educativa y hacer valoraciones en cuanto a la teoría.

En 1996 discutió su tesis de maestría sobre Educación Avanzada, una propuesta del Sistema de Superación para los profesores de la Facultad de Matemática y Computación del Varona y, según ella, un paso determinante en su vida: “Eso me abrió el horizonte. Llevaba 19 años de graduada y comencé a relacionar la teoría de las ciencias pedagógicas, con lo que hacía en el aula de manera práctica”.

-¿El doctorado ha quedado como

una asignatura pendiente?

Por tiempo y edad ya debería haberlo hecho, pero cuesta trabajo. Estudios de ese tipo requieren mucha dedicación. Esa es una deuda a saldar en este 2009 con mis alumnos y un compromiso conmigo misma.

Leticia Peñalver es coautora del libro Metodología de la Enseñanza de la Informática Educativa, que se utiliza en los ISP del país, y de numerosos artículos sobre esta rama.

Hoy, con 52 años, el número de galardones por su intensa labor en el campo pedagógico es relevante. Sin embargo, la Medalla 30 Aniversario del Varona resulta la más valiosa: “A lo mejor cuando me la dieron, no repararon en lo que significaría para mí. Es el reconocimiento a tantos años de trabajo, en los que algunas tareas no salieron bien. La vida no va constantemente en ascenso y una puede errar.

“Todo lo relacionado al Varona me interesa. El pasado 26 de noviembre, cuando se abanderó al 36 contingente del Destacamento Pedagógico Manuel Ascunce Domenech, deseé mucho haber estado allí”, dice emocionada.

La “profesora Leticia”, como gusta que la llamen porque lo considera sinónimo de respeto y admiración, vive con su mamá, quien fue también profesora de Matemática. En ocasiones, disfruta de la compañía de sus sobrinos y dos hermanas, de quienes habla con orgullo a cada instante.

-¿Aún imparte clases de Matemática?

Muy pocas, y es lo que más siento. Mi docencia en estos últimos años ha sido a nivel de postgrados y maestrías; pero añoro dar una clase de límite de funciones, derivadas e integrales. Demostrar un teorema, y ver cómo los alumnos son capaces de hacerlo solos.

-¿En qué se parecen las Matemáticas a Leticia?

¡Uh!, soy muy organizada e igual de puntillosa. Las ciencias exactas en parte son eso: exactitud y orden. Se supone que desarrollé el razonamiento lógico, pero no lo sé realmente. Mi mamá siempre dice, y me río mucho: “Hija, contigo la lógica de la Matemática falló en los quehaceres del hogar, porque tú todo lo haces al revés”.

-¿Qué lecciones no dejaría

de dar a sus estudiantes?

La del amor y defensa de la profesión. No dejar nunca de estudiar, porque los conocimientos ni pesan, ni ocupan lugar, y mientras más preparados estén, podrán enfrentar con valentía cualquier meta en el transcurso de sus vidas.

-¿Piensa jubilarse cuando cumpla los 60 años?

No lo he pensado todavía, ni siquiera a los 55. Siempre estaré en el aula hasta que la salud me acompañe.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Rostros del Varona, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario 45 de la casa de altos estudios pedagógicos.

FICHA TÉCNICA:

Objetivo central: Conocer cuánto representa el Varona en la vida de Leticia Peñalver y algunas valoraciones sobre la enseñanza cubana desde su posición de Decana de la Facultad de Enseñanza Media Superior.

Objetivos colaterales: Resaltar  sus valores como maestra y formadora de numerosas hornadas de profesores. Divulgar la vida y obra de esta excelente profesora. Dar a conocer cómo es ella tanto en el ámbito profesional como en el hogar.

Tipo de entrevista:
Por los participantes: Individual.
Por su forma: Mixta.
Por su contenido: de Personalidad.
Por el canal que se obtuvo: Directo.

Tipo de título: Llamativo.
Tipo de entrada: De cita directa.
Tipo de cuerpo: Mixto.
Tipo de preguntas: 1-Directa. 2-Directa. 3-Abierta. 4-Directa. 5-Directa. 6-Directa. 7-Directa. 8-Abierta. 9-Directa. 10-Directa. 11-Abierta. 12-Directa. 13-Directa. 14-Abierta. 15-Directa. 16-Directa. 17-Directa. 18-Abierta. 19-Directa.
Tipo de conclusión: De comentario del entrevistado.
 
Fuentes consultadas: No documentales.
Amistades de la entrevistada (Carolina Rodríguez), y alumnos que luego fueron sus compañeros de trabajo (Isabel Iznaga y Onelio Blanco).


 

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