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¿LO MÁS IMPORTANTE?: CREER EN QUIEN EDUCO

¿LO MÁS IMPORTANTE?: CREER EN QUIEN EDUCO

“Todo ser humano es susceptible a mejorar, siempre y cuando haya alguien que se esfuerce por lograrlo”, afirma Carlos Rojas, quien ha dedicado 40 años de su vida a formar nuevas generaciones.

JULIO BATISTA RODRIGUEZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

El Doctor en Ciencias Pedagógicas Carlos Rojas Arce es muchas veces blanco de críticas, mas no ceja en el empeño que inició hace ya 16 años: mejorar el sistema educacional en secundaria básica desde la perspectiva académica del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, centro al que unió su vida en 1964.

Ha ocupado en su carrera diversas responsabilidades. Graduado de Química en 1968, fue Decano de esa Facultad, y Vicerrector de Investigación y Posgrado del Varona. Por su trabajo ha merecido las medallas Rafael María de Mendive, de la Alfabetización y la Distinción Por la Educación Cubana.

Pero lo más relevante es quizás su participación en las transformaciones que se llevan a cabo en la enseñanza media, en cuya creación participó como jefe del equipo de investigaciones del proyecto.

-Usted fue el Jefe del Equipo de Investigación

que inició las transformaciones en Secundaria

Básica. ¿Cuáles eran los objetivos de las mismas?

La Master en Ciencias Maricela Rodríguez Peñate fue la designada para dirigir el proceso desde el punto de vista académico. A mí me correspondió estar al frente de la investigación, de conducir el llamado experimento de Los 100 Valientes.

Cuando Fidel Castro le planteó al Ministerio de Educación hacer el experimento, escogieron al Varona, pues contaba con un equipo de investigación que hacía una propuesta muy parecida a lo pedido. Para mí el cambio en la secundaria básica era inevitable, pero Fidel le planteó niveles más rigurosos. Inicialmente se pensó en un maestro por área de conocimiento; pero el Comandante nos pidió una prueba más difícil, preparar uno para todas las asignaturas, ahí es donde surgieron los Profesores Generales Integrales (PGI).

Se probó y fue factible; se podía hacer, siempre y cuando se resolvieran algunos problemas, el más grave de todos es la atomización del currículum escolar, demasiadas asignaturas. Para un solo maestro resulta muy difícil dirigir un proceso tan amplio, y más uno en formación como es el PGI.

No todo es como lo  soñé, lo digo responsablemente. En mi opinión, hoy el mayor énfasis se está poniendo en las asignaturas; cuando más que centrarse en ellas, la motivación esencial, el cambio que Fidel proponía (sin olvidar el aprendizaje), se dirigía al trabajo educativo que se espera sea capaz de realizar el profesor con sus 15 alumnos. Ahí se halla, en este instante, la desviación más sensible del proyecto original.

El objetivo central del mismo era lograr una relación estrecha entre el maestro y el estudiante, la labor de preceptor y amigo. Pretendíamos que se viera al profesor como al compañero en quien confiar en los momentos difíciles, no solo como el responsable de formar a los adolescentes en las materias escolares. 

Se han dicho palabras muy duras respecto a estos jóvenes, que no son falsas, pero son verdades a medias. La otra mitad de la verdad es que si no tuviéramos PGI, las secundarias básicas estarían cerradas en nuestro país, esa es la dura realidad.

He tratado de explicarlo en varias ocasiones. No se les puede pedir a personas en formación tener la preparación de  licenciados, y los están juzgando como si lo fueran. Ese muchacho que se enfrenta en segundo año de la carrera a un aula, lo hace porque no hay maestros, me pregunto si es tan difícil de comprender. Resulta preferible tener a alguien inexperto cubriendo, que el aula cerrada.

Constituye una disyuntiva fuerte para la Revolución, relacionada con la situación económica y social que vivimos. Hemos tenido que enfrentarla con medidas revolucionarias y el PGI es un ejemplo de ello. Medida contradictoria para muchos, pero inevitable.

-Además de un profesor impartiendo las clases,

el estudiante tiene ahora un televisor que pasa,

en muchos casos, de elemento auxiliar a centro

del proceso. ¿No ha sido un cambio brusco?

Ha sido realmente fuerte. El tiempo de permanencia del adolescente frente al televisor es demasiado. Originalmente se pensó en estos medios como apoyo al maestro, no para sustituirlo, y el uso que se les da hoy resulta excesivo. La mayor carga de protagonismo la debe tener el profesor, el grueso de la comunicación debe estar en sus manos; todo el proceso educativo descansa en ello, en la relación que logre fomentar el maestro  con su discípulo.

Además, la televisión tiene una desventaja: universaliza el contenido. Las teleclases son iguales para todo el país, y no puede ser así, las características de los estudiantes son diferentes, y debemos trabajar con las individualidades de cada alumno con el fin de alcanzar una correcta formación de los educandos.

Es muy complicado mantener como simple espectador a un adolescente. Debemos continuar estudiando este tema por su complejidad e importancia.

-¿Considera que las transformaciones

influyeron en la decisión de profesores

experimentados de abandonar el

sector por sentirse incapacitados

para la nueva tarea? 

No te lo puedo responder, pues sería especulativo. Inevitablemente tuvo un impacto, y negarlo sería absurdo. Hubo un nivel de respuesta positiva por gran parte de la masa de profesores, se dieron cuenta de que era una solución al problema real que teníamos en la secundaria básica. Otro grupo no se sintió en condiciones de asumir el reto, pero a ninguno se les abandonó, fue una orientación directa del Comandante.

El  término “éxodo” es más fuerte,  siempre ha tenido otras causas en nuestro sector y no se le puede achacar únicamente al proceso. Recuerdo que antes de surgir el PGI, en el año 1993 durante el periodo especial en las escuelas casi no había maestros. Después se fueron gradualmente hacia las áreas donde podían mejorar su situación económica y de vida. Este es un tema complejo en Educación y no es correcto endilgarle al PGI toda la responsabilidad.

-¿De las investigaciones realizadas,

cuál lo ha marcado más?

La relacionada con la enseñanza secundaria. El impacto que tuvo y que tiene aún es algo impresionante. Lamentablemente muchas cosas que pasan se salen de la supervisión de los investigadores. No todo puede estar bajo nuestro control.

Me tocó dirigir el grupo y creo que no lo hice mal. Ese es el único mérito que quizás puedo tener, el de lograr que un equipo de 24 personas trabajara unido para llevar adelante el proyecto. Sin su colaboración hubiera sido imposible la realización del mismo. Puede ser que la historia algún día nos reclame, pero todas las cartas están sobre la mesa.

Tengo mucha tranquilidad. Fue sin dudas un producto científico, no una improvisación; nos acogimos a una condición, se nos pidió lo más difícil. Se hizo primero con temor, nos parecía demasiado. Después nos dimos cuenta de que era posible, siempre dejando claro que había problemas por resolver.

La escuela que hoy tenemos no es la deseada, hay muchas cosas  por lograr. La principal es dar más atención al PGI, hay que ayudarlo. No lo podemos abandonar, ni creer que estamos en presencia de un profesor graduado ya, todo lo contrario, tenemos un joven en formación con miles de dificultades, y escandalizarse por ellas es no entender la realidad de este país.

Para Rojas, el proyecto de la secundaria básica significa la mayor expresión de su trabajo. Sin embargo, también ha desarrollado una amplia labor en el campo docente, ejemplos de esto lo constituyen las colaboraciones con la revista Química en la escuela y con la elaboración del Tomo III del Libro de la Metodología de la Enseñanza de la Química, en 1979 y 1987, respectivamente. Además, llevó acabo su investigación de doctorado en la URSS, teniendo como centro el trabajo individual en la enseñanza de la Química en la secundaria básica y en el preuniversitario.

El profesor Carlos Rojas dice que nada sustituye al aula. Incluso, cuando se conversa con él, es posible notar cuanto amor siente por su profesión, la cual, confiesa, no aparecía entre las que lo atraían en la niñez. Llegó a ella por la necesidad de profesores que tenía el país, “inicialmente fueron motivos políticos, después abracé esta tarea con mucha dedicación, pues descubrí el maestro que llevaba dentro”.

-¿Qué siente al estar con un grupo

de jóvenes y tener la responsabilidad

de formarlos para la vida?

El momento más sublime, aunque suene melancólico, es el de estar frente a un grupo de muchachos, y en ocasiones hasta de adultos. Ese instante de dar todo lo que sepas, mucho o poco,  es mágico; sólo quien lo vive es capaz de valorarlo completamente.

Siempre se ven los sacrificios, el esfuerzo; pero la comunicación que se establece con los estudiantes hace maravillosa esta tarea. No busco reconocimiento, pero cuando te encuentras a uno de esos jóvenes por la calle, y te recuerdan como su maestro, es una sensación indescriptible. Cuando me ha tocado educar, lo he asumido con total seriedad, me he convertido en el amigo, el hermano, el padre y, sobre todo, en maestro.

En este aspecto guardo muy buenas experiencias con Los Valientes. Allí recibimos estudiantes de diferentes características, desde los brillantes hasta los que tenían serios problemas de conducta. Con el trabajo diario los vi transformarse en excelentes seres humanos y en profesores de gran calidad.

Para mi, lo fundamental siempre ha sido creer en quien voy a formar, partir de la concepción de que es una obra inacabada, que puede pulirse. Todo ser humano es perfectible, siempre y cuando exista quien se encargue de hacerlo, se esmere por lograrlo.

-Ha dedicado 44 años al Varona.

¿Cuánto ha significado esta

institución en su vida?

Es mi casa, mi segunda casa en el sentido estricto de la palabra. Entré con 14 años y aquí me formé como adolescente, joven y adulto. Eso es algo de lo que uno no siempre se da cuenta, pero te marca, el Varona tiene su propia identidad y se le reconoce así. La doctora Dulce María Escalona Almeida, fundadora de la institución, tiene una gran importancia en esto. Ella nos recibió cuando éramos niños, inculcó en nosotros una forma de ser, comportarnos y actuar. A punto de arribar al aniversario 45 de fundado, el ejemplo de la Doctora sigue siendo guía para nuestros egresados.

-¿Cómo percibe la situación actual

y el futuro de la educación en Cuba?

Creo en el futuro, éste tiene que ser y será mejor. He tenido la posibilidad de viajar a Colombia, Venezuela, Bolivia, y pude constatar que tenemos todas las condiciones para ser de los mejores del mundo en la educación.

Debemos tener claro que estamos en una Tercera Revolución Educacional, y decirlo no es una mera expresión, es saber que se renuevan conceptos para variar prácticas. Nuestra educación se haya inmersa en un proceso de cambio profundo, cuyos resultados no pueden ser evaluados con inmediatez.

¿Que se ha visto frenado por los problemas económicos del país y por problemas subjetivos?, no es desconocido para nadie. Esto origina una crisis, y se buscan respuestas para la diversidad de contratiempos que la misma crea. Algunos de ellos son clarísimos, es el caso del déficit de maestros que afecta la calidad de la educación. Pero para hablar de “calidad”, primero hace falta un maestro en el aula, y lamentablemente por condiciones reales del país, hoy no tenemos el profesor que necesitamos.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Rostros del Varona, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario 45 de la casa de altos estudios pedagógicos.

FICHA TÉCNICA:

Objetivo central: Conocer la opinión del Doctor en Ciencias Pedagógicas Carlos Rojas Arce sobre la aplicación de las transformaciones en la enseñanza media, en especial en la secundaria básica.

Objetivos colaterales: Saber la significación que ha tenido en su vida el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona y su opinión acerca del desarrollo educacional en nuestro país.

Tipo de entrevista:
Por los participantes: Individual.
Por su forma: Mixta.
Por su contenido: De Opinión.
Por el canal que se obtuvo: Directa.

Tipo de título: De cita indirecta.
Tipo de entrada: Presentación del entrevistado.
Tipo de cuerpo: Mixto.
Tipo de preguntas: 1-Directa- Informativa. 2-Polémica- Opinión. 3-Polémica. 4-Directa-Informativa. 5-De Opinión. 6-Abierta. 7-Opinión.
Tipo de conclusión: De opinión del entrevistado.

Fuentes consultadas: Entrevista con el Doctor Carlos Rojas Arce (directa) y currículo laboral del entrevistado (documental).

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