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Isla al Sur

JULIO

JULIO

IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ

Ha muerto Julio. Creo que no hay otra palabra que describa más el preciso sentimiento que siento: estoy consternada. No puedo creer que un hombre tan vital nos deje para siempre, que su presencia en la Facultad de Comunicación, en el Departamento de Periodismo, no inunde con su bondad los espacios de los pasillos y las aulas.

Julio García Luis es el paradigma de ser humano, profesional, teórico y maestro que todos deseamos alcanzar. Una buena y larga amistad me hacía decirle con desenfado que cuando yo fuera grande, quería ser como él. Nunca tomó en serio su gran sabiduría, su monumental cultura, su incalculable sapiencia. Era de esos seres que deslumbran no porque dijera lo que sabía, sino porque lo hacía sentir con modestia, como en un segundo plano, siempre dejando el primer puesto a otros, quizás más locuaces, mientras él, desde el reposo de su voz, de su dominio de lo humano y lo divino, abría los caminos de la comprensión y el conocimiento a todos.

Pensaba dedicarse a escribir mucho ahora en la jubilación aparente. Pero no iba con él el retiro del periodismo y de la docencia. Seguía igual de repartidor de síes a todos: lo mismo era tutor de una tesis de grado, de maestría, de doctorado, que daba una entrevista con la mayor seriedad a un alumno de primer año y sus balbuceos de incipiente reportero. Es que no supo decir nunca No a un pedido. Quizás por esa capacidad de ser flexible, comprensivo ante cualquier situación, buscador de soluciones rápidas cuando el mundo parecía caer, es que lo admirábamos tanto.

Estoy muy distante de La Habana, mi espacio natural, mi aire imprescindible. Pero me han llegado muchos correos de amigos y estudiantes. Todos con la misma tristeza ante este golpe de la vida, tan fuerte, como una vez escribió Vallejo. Y yo me quedo pensando, como Cortés, cuando un amigo se va…

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