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Rostros del Varona

BITÁCORA CON MEDIO SIGLO DE RECUERDOS

BITÁCORA CON MEDIO SIGLO DE RECUERDOS

La profesora Juana Betancourt relata los pasajes de su vida como educadora desde los doce años de edad.

Texto y foto:
ALEX PÉREZ POZO,
estudiante de segundo año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

“Lo que han de llevar los maestros por los campos, no son solo explicaciones agrícolas e instrumentos mecánicos; sino la ternura, que hace tanta falta y tanto bien a los hombres”, así inmortalizó nuestro Apóstol al referirse a la labor más humana de todas: enseñar, a la cual muchos como Juana Betancourt Torres, se consagraron y a la vez han sido madres y padres de familia, y han sido reciprocados con hijas e hijos de la de vida.

Esta mujer, quien conoce la importancia de una niñez plena, no encontró más amor y felicidad que en la sonrisa de los infantes con dificultades especiales, que por ser discapacitados no son distintos al resto de los niños, “todo lo contrario, son muy especiales”.

Nacida en la famosa ciudad de los parques, Holguín, proviene de una familia dichosa y formadora de valores como la responsabilidad, honradez y honestidad; con un padre que conocía los campos de caña y una madre que dedicó la vida a sus cinco hijos.

“La profe es especial”, me comentó uno de sus alumnos en el pasillo. Y la verdad…, no se equivocó. Es realmente conmovedor ver a esta mujer hablar de su historia y de cómo fue creciendo en la vida. Juana recuerda entre sus primeras experiencias, la cita el primero de mayo de 1959, un hecho trascendental en su vida, como ella lo llama: “Una vivencia muy exclusiva. Mi papá, motivado, nos vistió a todos los hermanos y nos llevó a la Plaza de la Revolución”. 

Desde pequeña nació en ella la vocación por enseñar y creció viendo a sus padres luchar por el progreso del país. Tal vez, por eso, con apenas once años se incorporó a las primeras patrullas juveniles dirigidas, en aquel entonces, por el teniente Antonio Gil, en Luyanó: “Éramos un grupo de niños que luego formamos parte de los Jóvenes Rebeldes y en ese momento comenzó el reto”.

En los tempranos meses de 1960, el país daba sus primeros pasos dentro del proceso revolucionario y uno de los desafíos que superó fue la alfabetización del pueblo: “A pesar de que no pude viajar a través de la nación por cuestiones de salud para realizar esa tarea, estuve dispuesta y alfabeticé en las Alturas de Luyanó, en la barriada de Martín Pérez, aquí, en la capital.

“Incluso desde tan pequeños teníamos que formar a personas adultas, estoy hablando de cuando tenía doce años de edad y durante la campaña cumplí los trece. Esa fue una de las tareas más difíciles, porque apenas con la cartilla, el manual y algunas orientaciones metodológicas básicas que nos dio la profesora Ponce, hicimos historia”.

Los recuerdos son casi vividos otra vez  en sus pupilas y la emoción en su voz es evidente. Sus manos, que disimula bien entrecruzadas, ahora se mueven inquietas como si quisieran agarrar la tiza y ponerse a enseñar en la pizarra.

“Recuerdo que no sabíamos dar lecciones, solo tenía una noción de ese trabajo y tuvimos que empezar silabeando las palabras graficadas delante de personas de diversas edades. Éramos un grupo de ocho profesores, de los cuales cinco eran mis hermanos y yo”.

“Con el pueblo cubano libre de analfabetismo y una victoria que marcaría la diferencia en América Latina, la barriada de Luyanó también estuvo de fiesta. Mi papá hizo un libro de madera gigante que colocamos en la cuadra enganchado por una soga para festejar el final de la campaña”.

Pero este es solo uno de los pasos que dio Juana antes de consagrarse a ser maestra, porque en 1962 comenzó en el proceso de integración a la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y años más tarde ingresó en la Universidad para estudiar Psicología: “A la misma vez impartí clases de Matemática, trabajé en un círculo infantil y comencé la investigación acerca de la preferencia de los niños por la lectura”.

Y el reto se volvió aún mayor, “ese período fue otro de los más difíciles y a la vez gratificantes. Trabajaba, estudiaba y, además, tuve a mis dos primeros hijos, quienes me acompañaban a todas partes. Incluso a las reuniones de la “Juventud”, a las asambleas de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) e, increíblemente, las disfrutaban. Tú los podías ver correteando por los pasillos, y agrégale a eso, que les encantaba participar en las actividades programadas por  las organizaciones para el desarrollo de la cultura de nuestros estudiantes”.

Juana es un ejemplo típico de la mujer cubana, que conoce del valor del trabajo y de sacrificios, necesidades y satisfacciones y por sobre todo, consciente de que su obra es para el mejoramiento de las personas como miembros de la sociedad.

El Varona llega a su vida

Ya para la década de los años 80 Juana había empezado a trabajar en el Departamento de Psicología del Instituto Enrique José Varona. “Fue cuando me acerqué por primera vez a la educación de los niños especiales, la más bella de todas, en la llamada Facultad de Defectolgía en aquel momento”.

Luego asumió cargos como Jefa del Departamento de Formación de maestros para trastornos de la conducta, y a la vez impartía clases de Psicología.  Más tarde se convirtió en la Vicedecana de la Facultad, para un total de 17 años entre las dos tareas.

Pero su labor no concluiría ahí: “En 1992 escribí junto a un colectivo de autores un libro acerca de la Psicología Especial y otro sobre La educación de los trastornos en Cuba, auspiciado por la UNICEF. Después de estar graduada de Doctora, dirigí el Modelo Teórico Metodológico para la prevención y atención de trastornos de la conducta. 

“Desde entonces, dentro de este proyecto se han editado diversos libros acerca de la comunicación educativa y los niños con necesidades docentes especiales. Uno en particular, La prevención de los trastornos de la conducta,  obtuvo el Premio de la Academia del MINED, en 2007. También contribuí a la formación de másteres en la educación especial en países como México, Venezuela, Brasil y Bolivia. Además, cerca de nueve doctores se han graduado bajo mi tutela”.

-¿Qué diferencia marca la educación

especial en Cuba con respecto

a la de otros países?

Ante todo, que es una educación gratuita y en otros países es muy cara, porque se necesitan cerca de un maestro cada cinco o siete alumnos y, en el caso de los niños autistas es casi un educador por cada infante. El desarrollo de esta especialidad en América Latina ha tenido un auge, solo en los últimos tiempos.

Por ejemplo, cuando visité el estado de Sucre, en Bolivia, en 1998, había un solo psiquiatra infantil y una sola escuela de enseñanza especial que no incluía otros tipos de peculiaridades. Era un lugar muy pobre, los niños que requerían este tipo de aprendizaje estaban en las calles, o “guardados” en la casa. Allí la educación pública no era capaz de atenderlos.

No fue hasta finales de los 90 que recuerdo un despunte de la educación general y masiva promulgada por la UNESCO y entonces,  los maestros de esos países asimilan la incursión de los alumnos especiales a las aulas de instrucción regular.

En cambio, Cuba ya tenía un sistema muy bien estructurado desde los años 70. Incluso, desde ese aspecto fuimos un país referente, cardinal para el resto del continente. Cuba hoy cuenta con muchísimos graduados de la universidad que son ciegos, con debilidades auditivas, otros con dificultades físicomotriz. Aquí no hay prohibiciones o limitaciones para ninguno. Tampoco se apartan o aíslan a los niños, todo lo contrario, se trata de acercarlos a un ambiente sano.

Nosotros buscamos que ellos se sientan útiles para la sociedad y no reservarlos de ninguna actividad social y mucho menos que se sientan diferentes. Por eso considero que un profesor decidido a educarlos debe ser una persona sensible, que sepa quererlos y no discriminarlos. Por otra parte, debe saber lograr la motivación individual por aprender en sus alumnos y debe estudiar los métodos de trabajo para con ellos. Debe ser una persona modesta, colaborativa y desinteresada.

-¿Alguna recomendación

para los futuros maestros?

Que estudien y aprendan métodos de enseñanza que les permitan a los niños acceder a la cultura. Que sean hombres y mujeres de bien y logren inculcar valores a cualquiera que les rodee. Que sepan enseñar la importancia de las personas dentro de una sociedad y que sean útiles, muy útiles.

A esta apasionada de los libros sobre policíacos y amante de la música clásica, sin duda alguna todavía le falta mucho por hacer. Descubrir algún misterio como su escritora favorita, Agatha Christie o aventurarse al reto de atrapar sueños y convertirlos en realidad.

-¿Se imagina la vida sin el magisterio?

Más bien no me la imagino sin ser psicóloga. Enseñar fue lo que aprendí y aún aprendo a hacer durante mi vida y es muy gratificante, es lo segundo que más me causa estímulo y me motiva, ¡porque lo primero, ahora, es mi nieto, por supuesto!

Su espíritu aún es jovial y no encuentra espacios para momentos tristes. Ella acierta con la felicidad del mundo cuando ve a sus alumnos con deseos de estudiar y aprender, esforzándose por ser mejores. O cuando toman un libro y les ve motivados, o en esos momentos en que trabajan con los niños especiales.

La magia de Juana Betancourt empezó a los doce años cuando descubrió que podía llevar la luz de la enseñanza a la gente y hoy, sigue disfrutando ver en los ojos de los que ilustra esa mirada de descubridor de un mundo nuevo, interesante. Y cómo una bitácora en el barco de la vida, guía en el mar de los saberes porque no conoce de fronteras o límites para conceder un poco de su experiencia. Ella ve en cada persona un potencial a desarrollar. Sabe la importancia de ser maestro, de formar hombres para la vida, y tiene la certeza de que todos somos necesarios.

“EL MAGISTERIO ES TODO EN MI VIDA”

“EL MAGISTERIO ES TODO EN MI VIDA”

Cultivarse para poder cultivar, es la máxima del Doctor en Ciencias Pedagógicas Alexis Carrasco Trujillo, a quien nada satisface más que ver a sus alumnos convertirse en profesores.

Texto y foto:
LEYDA MACHADO ORAMAS,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana. 

Fomentar la esencia, el intelecto y los modales de los seres humanos es el propósito del arte de educar. Bella faena que, en terreno virgen o lleno de malezas, requiere diariamente de mucho amor y  entrega.

El Doctor en Ciencias Pedagógicas Alexis Carrasco Trujillo escogió esa profesión desde temprano, y la viene ejerciendo a lo largo de los años, dentro y fuera de las aulas del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, donde se encarga de la preparación de los Profesores Generales Integrales(PGI), a pesar de obstáculos, privaciones y sobrecargos.

Este hombre de mediana estatura y sonrisa amplia inculca diariamente a sus estudiantes la afinidad por la Matemática, y por muy difícil que sea el contenido, siempre lo logra, pues es de las personas a las que les basta con solo una  palabra para cautivar a quien lo escucha.

Muchas tierras del mundo conocen de su amor por esta profesión a la que ha dedicado su vida. Ni las condiciones más difíciles pueden amilanar su férrea voluntad de llevar la educación a todos los rincones que le sea posible, cumpliendo así el precepto martiano que rige desde el comienzo su carrera como maestro: “Todo hombre al venir a la vida tiene derecho a que se le eduque y luego, en pago, contribuir a la educación de los demás”.

Su primer servicio a la solidaridad cubana fue en el año 1978, cuando integró el Contingente Internacionalista Che Guevara para cumplir misión en Angola. En él tuvo la función de dirigir a un grupo de jóvenes maestros, tarea realizada con una dosis de responsabilidad muy elevada, pues en aquel momento respondía por lo que le sucediera a esos muchachos. También trabajó en la superación de los profesores de dos escuelas en la ciudad de Namibe y, además, colaboró con la Dirección Provincial de Educación.

-¿Cuánto le aportó desde el

punto de vista pedagógico

esta experiencia?

Representó una superación total en mi carrera, pues era la primera vez que  ejercía el magisterio fuera de Cuba. Fue un reto impartir clases en otro idioma, pero al mismo tiempo, me permitió elevar la cultura y crecer como profesional.

-¿Recuerda de manera

especial alguna vivencia

de aquella etapa?

En una ocasión, Agostinho Neto visitó la provincia en la que estaba designado. Nos organizaron en el batallón de seguridad del Presidente, y para mí fue muy especial que me ubicaran cerca de él.

Además de la  misión en Angola, prestó su ayuda en Cabo Verde, donde realizó funciones como metodólogo nacional: “Allí trabajé en el Instituto Superior Pedagógico impartiendo la asignatura de Geometría en cursos de postgrado y en el Ministerio de Educación, específicamente en el desarrollo curricular; es decir, pude orientar acerca de los planes de estudio y la formación de la enseñanza del país.”

Su labor internacionalista no concluyó en esas naciones. Otras lugares conocieron de sus empeños y así, en el período de 1991 a 1992, colaboró  con la Universidad Autónoma de Guerrero, en México: “Atendí a un grupo de profesores que realizaban su maestría y era tutor de cursos de postgrado. Fue una gran oportunidad para confrontar dos culturas diferentes e intercambiar experiencias. Me sentí realmente útil en el desempeño de esa tarea, pues no solo enseñé, también aprendí mucho”.

Posteriormente, trabajó en el Ministerio de Educación de Sudáfrica, en el proyecto Dinaledi que se ejecuta con la colaboración de países como China, Japón y Cuba: “Esa actividad  me dio la oportunidad de asesorar el trabajo realizado en las escuelas que atendí e impartir clases de superación a docentes en el Teacher Center, un centro de enseñanza posgraduada del país”.

-El internacionalismo es uno de los

principios que sobresale en su

trayectoria profesional. ¿Cuánto

ha significado para usted?

Es indescifrable. Algo no soñado. Nunca pensé que tendría la oportunidad de instruir en diferentes idiomas, ni de compartir con personas de otras nacionalidades. Contribuyó a elevar mi nivel cultural y llevar el pan de la enseñanza a otras tierras.

A pesar de las disímiles tareas desarrolladas en el terreno de la educación, el sueño del profesor Carrasco no era convertirse en maestro. Los primeros pasos hacia esa profesión, en la que lleva casi 44 años, comenzaron en 1961, cuando muy joven colaboró con la Campaña de Alfabetización.

“Semanalmente nos llevaban por grupos a distintas regiones como Bejucal, Quivicán, Alquízar y otros municipios de provincia La Habana, para contribuir con esa labor.

“Era muy joven y para mí fue sorprendente ver el afán que tenían las personas por aprender a leer y escribir. Recuerdo como si fuera hoy la impaciencia de la población por adquirir conocimientos”.

A la par de la Campaña, Alexis Carrasco cursó la carrera de Ingeniería Eléctrica en el Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría. Sin embargo, ante la necesidad de profesores, decidió abandonar esos estudios e integrar un contingente de maestros populares.

“Siempre me gustó la ingeniería, pero era necesario enseñar Matemática. Fui a prepararme al Instituto Superior Pedagógico Vladimir Ilich Lenin, en la Unión Soviética (URSS). Allí obtuve el título de Máster en Ciencias Pedagógicas en esa especialidad.”

-En 1977 comenzó a impartir clases

en el Varona. ¿Qué significó para

usted integrarse a este centro?

Mucho, por su prestigio y porque prácticamente el destino de la preparación de los docentes del país, desde entonces, estuvo bajo su responsabilidad. Fue muy emocionante conocer que estaba asignado para trabajar en él, cuando regresé de la Unión Soviética.

-Años más tarde, en 1980, volvió a

la URSS para realizar el doctorado.

¿Cuál considera que sea el

mayor aporte de su trabajo?

El tema escogido para la  tesis fue Los Elementos de Análisis Matemático en la Enseñanza Cubana, y poder hacer el doctorado resultó bastante difícil, porque el sistema educativo de la Unión Soviética establecía realizar los estudios y  en determinado período llevar a la práctica los resultados, lo que conllevó a impartir clases en lengua rusa. Realicé un gran esfuerzo, pero  gracias a ello mi investigación se aplicó en la enseñanza soviética. Ese, en mi opinión, fue uno de los aportes del trabajo: sirvió para  aplicarse tanto en Cuba, como en otro país.”

Este docente no cesa en el afán de  continuar enseñando. Es de esas  personas para quienes el  hecho de  terminar una obra no significa más que el reto de comenzar una nueva. Desde el año 2000 el país transita por una Tercera Revolución Educacional, la cual ha estado sujeta a transformaciones como el surgimiento de los Profesores Generales Integrales (PGI). Con el empeño de preparar a estos jóvenes y compartir con ellos los momentos trascendentales que afronta nuestro sistema de enseñanza, actúa como forjador de las nuevas generaciones de  maestros cubanos.

-¿Bajo qué circunstancias se

produce la formación de los PGI?

A la luz de la Batalla de Ideas, Cuba se enfrentó al desarrollo de un nuevo modelo educacional en secundaria básica. Como resultado del mismo surgió la necesidad de preparar profesores en las distintas áreas del  conocimiento.

Se creó, entonces, la Yuri Gagarin, que formó a Los 100 Valientes. Esta experiencia demostró que se podía preparar una cantidad mayor de maestros con las mismas condiciones. En el 2002 comenzó entonces la formación de los PGI, en la escuela Salvador Allende, respondiendo a un llamado del Comandante en Jefe.

-¿Considera efectiva la labor

de estos nuevos educadores?

Realmente constituye un gran desafío el hecho de impartir todas las asignaturas. La preparación integral requerida implica sacrificio y esfuerzo. Hay muchas dificultades, pero debemos reconocer a esos jóvenes que han dado el paso al frente en el momento necesario. A pesar de ser una tarea difícil, la práctica demuestra su efectividad.

-En el transcurso de su vida laboral

ha tenido la oportunidad de confrontar

nuestro sistema de enseñanza con el

de otros países, ¿dista mucho el modelo

educacional cubano de los del resto?

La escuela cubana es muy científica. En ella prevalece lo metodológico, lo didáctico, a diferencia de otros centros en los cuales he trabajado, que van más a otros aspectos y conducen, incluso, a formalismos. Nosotros enseñamos a enseñar, fundamentalmente en el área pedagógica.  Contamos con una educación atendida por un personal muy preparado  en el campo metodológico. Cuando nos comparamos con otros países notamos la diferencia  y comprendemos, entonces, que somos poderosos.

Dentro de sus investigaciones ha trascendido por la gran aplicación que tiene, la realizada sobre el aprendizaje en la enseñanza de la Matemática, en Ciudad Escolar Libertad: “Constituyó un proyecto muy importante, pues abarcó varios profesores del Instituto. Sus resultados fueron muy satisfactorios y actualmente se aplican en la impartición de esta asignatura”.

-Del fruto de sus estudios deriva un grupo

de artículos y programas publicados.

¿Cuáles de esos trabajos se han

generalizado en la educación cubana?

En 1985 realicé los programas de Análisis Matemático I, II, III y IV que se utilizaron en aquella época. También tengo publicaciones en Sudáfrica, entre las que se encuentra un artículo sobre cómo desarrollar el pensamiento lógico,  así como un manual de didáctica y un sistema de hojas de trabajo para alumnos y profesores. Soy autor del programa de Matemática y su metodología, puesto en vigor en la Facultad de PGI en el primer año de la carrera.

Recientemente terminé un libro sobre Heurística titulado Aprender matemática resolviendo problemas. Aunque no se ha publicado todavía, goza de gran aceptación entre los que han accedido a él.

Su destacada labor lo ha hecho merecedor de las medallas de la Alfabetización, Rafael María de Mendive y José Tey, y otras que, aunque significan mucho para él, no se comparan con la satisfacción de ver a sus alumnos convertirse en profesores.

Actualmente es el Presidente del Consejo Científico del Departamento de Ciencias Exactas, y a pesar de tantos reconocimientos y responsabilidades de diversas índole, desea pasar inadvertido, pues la humildad es otra de las lecciones que proporciona a diario en su desempeño profesional.

-El Instituto Superior Pedagógico

Enrique José Varona arriba a su

aniversario 45. ¿Qué opina acerca

del rol desempeñado como rector

de la pedagogía en Cuba?

Nuestro centro ha aportado un enorme caudal de conocimientos a la pedagogía cubana. Sus experiencias han servido de fuente para el desarrollo de los diferentes institutos del país. El principio del Varona está dado por la capacidad de superación  de su personal y  de profesores de otros países, pues en él se han preparado docentes de distintas partes del mundo.

-¿Cuánto representa

el Instituto en su vida?

Todo. No puede haber otra definición. A él le debo mi completa formación como educador e investigador.

-Después de 44 años dedicados a la

formación de diversas generaciones

de profesores,  ¿qué significa el

magisterio en la vida de Alexis Carrasco?

Mi vida. Una dedicación desde la juventud hasta ahora, cuando ya estoy en edad de jubilación y sigo trabajando. Más que con palabras, esta pregunta se responde con mi trabajo. Yo soy maestro y lo que me gusta es enseñar. El día que deje de hacerlo, dejaré de existir.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Rostros del Varona, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario 45 de la casa de altos estudios pedagógicos.

FICHA TÉCNICA:

Objetivo central: Destacar la labor desarrollada por el Doctor en Ciencias Pedagógicas  Alexis Carrasco Trujillo a lo largo de 44 años en el magisterio.

Objetivos colaterales: Conocer su opinión en torno a las nuevas transformaciones en la enseñanza. Abordar su participación en las distintas misiones internacionalistas. Reflejar su labor en el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona.

Tipo de entrevista:
Por los participantes: Individual.
Por su forma: Mixta.
Por su contenido: De personalidad.
Por el canal que se obtuvo: Directa.

Tipo de título: De cita del entrevistado.
Tipo de entrada: De presentación
Tipo de cuerpo: Mixto.
Tipo de preguntas: 1-directa, 2-abierta, 3-abierta, 4-abierta, 5-directa, 6-informativa, 7-cerrada, 8-abierta, 9-directa, 10-opinión, 11-cerrada, 12-abierta.
Tipo de conclusión: De opinión del entrevistado.

Fuentes consultadas:
Fuente directa. Entrevista realizada al profesor del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, Alexis Carrasco Trujillo.

ESFUERZO, HUMILDAD, AMOR = PROFESOR

ESFUERZO, HUMILDAD, AMOR = PROFESOR

El maestro Juan Tomás Fonseca Milián practicó deportes desde su niñez, pero las medallas olímpicas nunca fueron su vocación, sino el magisterio. A él se deben los Fisminutos.

Texto y foto:
GABRIELA MENÉNDEZ FORMELL,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

En la sala hay una gran mesa rodeada de sillas. Tomé asiento, y preparé los medios para mi trabajo. Pasados unos minutos, llegó mi entrevistado, un hombre de estatura baja, piel mestiza y ojos oscuros, vestido con short, pulóver y tenis. Con una amable sonrisa se sentó frente a mí y, después de presentarse formalmente, dimos inicio a la conversación.

Juan Tomás Fonseca Milián, Máster en Ciencias de la Educación, ejerce desde 1998 como Profesor Asistente del Departamento de Cultura Física y Superación de Atletas de la Facultad de Educación Física, radicada en el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona. Su vida como estudiante empezó en 1967, en la Escuela Superior de Educación Física Comandante Manuel Fajardo. Aún joven se incorporó a la práctica docente y, en 1978, concluyó su licenciatura. A partir de ese momento, trabajó en escuelas de las distintas enseñanzas y, además, en el Instituto de Perfeccionamiento Educacional (IPE).

“En 1986, en la Isla de la Juventud, colaboré en la preparación de jóvenes de Zimbabwe y Angola como futuros profesionales del magisterio. Más tarde, me dediqué a la maestría, la cual proponía  incrementar los cursos de postgrado en mi especialidad, pero el Varona no disponía del claustro necesario para ofrecerla; por lo tanto, se creó el Diplomado en Educación Física. Esto se aplicó en el Pedagógico sólo por dos cursos, hasta el año 2000. La tesis como producto llegó hasta ahí, pero los conocimientos adquiridos me permitieron cursar diferentes diplomados en el Instituto Superior de Cultura Física (ISCF).”

A pesar de gustarle desde pequeño la actividad física, nunca consideró la posibilidad de ser atleta: “Siempre me gustó practicar deportes: en la primaria empecé con boxeo, y rápidamente desistí, pues no soportaba el entrenamiento que se hacía en aquella época. Después, en sexto grado, natación, y desde la secundaria hasta el primer año del preuniversitario, gimnástica. En esa disciplina resulté campeón en 1967 y luego entré al Fajardo pensando en ser profesor de Educación Física, no entrenador.”

Entre los años 1986-1987, Juan Tomás Fonseca concibió el Programa Manual de Fisminutos Escolares INDER: “El proyecto surgió a partir de mi inclinación por estudiar el comportamiento de los niños de primaria frente a la carga docente que recibían durante el día. En otros países, además de la Educación Física, se realiza una gimnasia matutina y algunos ejercicios intermedios, los cuales se establecieron también en los programas educacionales de las escuelas internas y el nivel preescolar en Cuba.”

-¿Qué ventajas ofrecía

el Manual de Fisminutos?

Recoge una serie de ejercicios de cuello, brazos, tronco y pies que deben hacer los estudiantes cuando reflejen síntomas de cansancio intelectual.

El profesor Fonseca también incursionó en el uso de la computación en favor de su asignatura, mediante la aplicación de softwares. En 1987 desarrolló un trabajo investigativo relacionado con un sistema automatizado para el procesamiento de los resultados de las pruebas de eficiencia física (SAEF, por sus siglas).

“El maestro aplica las pruebas a los muchachos y los resultados, rápidamente procesados por el programa, muestran el nivel de desarrollo de las capacidades físicas de cada uno. Mediante una comprobación se verificó que el profesor de forma manual demora aproximadamente media hora para completar el proceso y si, como promedio eran 30 estudiantes, la tarea requería una semana. Con la aplicación del software, todo se reduce a unos 10 ó 15 minutos.

“Existe otro programa llamado SAFO (Sistema Automatizado para la Formulación de los Objetivos), que emplea los niveles de asimilación, reproducción, sistematicidad y las habilidades para elaborar el objetivo principal de cada clase. Aunque esto lo hace en un lenguaje mecánico –por llamarlo de alguna forma-, es bastante preciso.”

-¿Qué le ha aportado su

vinculación laboral al Pedagógico?

Considero que al estudiar se alcanza un determinado grado de profesionalidad que sólo se completa con la práctica. Trabajar en el Instituto ha sido la mejor escuela porque, obligatoriamente, he tenido que investigar y proyectarme en otras ramas del conocimiento de diferentes especialidades.

Al preguntarle sobre su participación en la tercera revolución educacional cubana vinculada a la Batalla de Ideas, específicamente en la preparación de los Profesores Generales Integrales (PGI), sonríe y me cuenta: “El equipo de investigadores de 1999 estaba formado por un profesor de cada especialidad. El proyecto se denominó el Plan de Los Cien Valientes, cuya concepción inicial era formar 100 jóvenes de forma experimental. Se acordó, entonces, que debíamos ser los tutores de esos futuros maestros; por lo tanto, tuve que auto prepararme en todas las asignaturas y observar las clases que aquellos impartían.

“Se seleccionaron nueve escuelas en Ciudad Habana, y en la que me asignaron, tenía seis estudiantes PGI insertados con grupos de alumnos y dos de reserva. Todos participábamos en la conformación de la clase y en caso de que alguno se ausentara, el profesor de reserva lo sustituía. Sin embargo, hubo momentos que incluso yo tuve que asumir la tarea. Por ello, debía estar tan calificado como los profesores integrales, lo cual significó un esfuerzo y sacrificio que me sirvió de mucho.”

-¿Cree que es suficiente la preparación

que reciben los PGI antes de

vincularse a la práctica docente?

Considero que para licenciarse en la enseñanza general integral se debe estudiar cinco años. Durante un tiempo existió un sistema de prácticas de familiarización donde los estudiantes de primer y segundo año visitaban las escuelas y observaban cómo el profesor graduado impartía las clases.

Luego venían las prácticas docentes de especialización, en las que en un determinado período daban una parte de la clase en coordinación con los maestros de la escuela y, por último, la docente general. Es decir, existían diferentes niveles en la integración de esa persona a la práctica laboral.

Actualmente no es así, sino que el educando pasa un primer año intensivo y a partir del segundo ya se vincula a la escuela. A mi juicio, la falta de preparación para el desempeño como profesional es la única dificultad que afecta a los PGI, ya que todavía no tienen las herramientas necesarias para enfrentar un proceso pedagógico.

Entre otros reconocimientos, al profesor Fonseca le otorgaron la Distinción por la Educación Cubana, la Medalla Hazaña Laboral y el Premio del Rector, aunque, cuando le pregunté a qué factores se debían estos logros, me respondió con humildad: “Fundamentalmente me ayudaron personas como mi compañero Antonio López Cubilla, un hombre dedicado a la constante superación, a tal extremo, que se hizo metodólogo del municipio de Marianao, y yo me convertí en su colaborador.

“A su vez, en el Pedagógico muchos educadores de mi especialidad tenían una gran cultura, lo cual conllevó a que estudiara todavía más. Actualmente, la mayoría son doctores y no están en el Varona, sino en el ISCF.

“Quisiera señalar, además, a Ariel Ruiz Aguilera, investigador Titular del Instituto Central de Ciencias Pedagógicas, con quien participé en el trabajo para el continuo perfeccionamiento del sistema educacional.

“Otra personalidad que influyó en mi formación fue Carlos Rojas, con quien realicé la investigación para el cambio educativo en la secundaria básica. En el año 2000, con la concepción del nuevo currículum, la idea del compañero Fidel hizo que surgiera el PGI. Nuestro equipo reorientó, entonces, los estudios hacia la formación de dichos profesores y éste, sin duda, fue otro momento de mucho rigor para mí.”

-¿Qué aspectos de la

docencia disfruta más?

Impartir la clase de Gimnasia Básica es lo que más me gusta. La materia se orienta esencialmente al desarrollo de las capacidades físicas de los estudiantes, ya sea la fuerza, la rapidez, resistencia, coordinación y movilidad.

Además de esta asignatura, Juan Tomás Fonseca en sus años de magisterio ha dado clases de Voleibol, Gimnástica, Atletismo, Baloncesto, Teoría y Metodología de Entrenamiento Deportivo, entre otras.

En los diferentes niveles de enseñanza, afirma que la relación maestro-alumno no siempre es igual: “En la primaria el intercambio es mayor, pues para ellos la clase es como un juego y se establece una estrecha comunicación. En la secundaria esto varía, porque los muchachos ven en la asignatura una obligación o castigo. Y en la enseñanza superior, cuando trabajo con la especialidad no hay dificultad.”

Sin embargo, admite que la mayoría de los estudiantes no participan en deportes, incluso, algunos presentan certificados médicos que les imposibilitan hacer muchas actividades.

-¿Cuán importante resulta la práctica

sistemática de ejercicios físicos en el

desarrollo fisiológico y

mental del individuo?

El deporte aumenta la capacidad de trabajo físico-mental del organismo, retarda el envejecimiento y crea un estado psíquico favorable para el desarrollo de cualquier actividad. A su vez, desde el punto de vista sociológico, permite la comunicación e interrelación de las personas. Por eso resulta de gran beneficio la práctica de los juegos en edades tempranas.

-Usted, con gran experiencia en

el magisterio, ¿cómo califica la

evolución de la educación

cubana hasta hoy día?

La educación como tal es buena y la evolución ha sido muy favorable. Sin embargo, a partir del año 1980, muchas personas dejaron de ejercer la profesión. En el 2000, con la implementación del Profesor General Integral, esto mejoró. Se comenzó en la secundaria básica, precisamente por tener el mayor conflicto y ser el período donde el alumno pasa de niño a adolescente, etapa difícil en la vida. Con la introducción del PGI, éste mantiene una atención directa y se convierte en el tutor o padrino de los jóvenes.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Rostros del Varona, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario 45 de la casa de altos estudios pedagógicos.

Ficha técnica:

Objetivo central: Dar a conocer la labor del profesor Juan Tomás Fonseca Milián como docente del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona.

Objetivos colaterales: Reflejar sus contribuciones al desarrollo de la enseñanza cubana. Recopilar valoraciones sobre la educación en Cuba hoy día.

Tipo de entrevista:
Por los participantes: Individual.
Por su forma: Mixta.
Por su contenido: De personalidad-Opinática.
Por el canal que se obtuvo: Conversación cara a cara.

Tipo de título: Genérico.
Tipo de entrada: De presentación con elementos de retrato.
Tipo de cuerpo: Mixto.
Tipo de preguntas: 1-Informativa; 2-Directa; 3-Directa. De opinión; 4-Informativa; 5-Directa; 6-Directa.
Tipo de conclusión: De opinión del entrevistado.

Fuentes consultadas: Currículo del entrevistado. Documental.

DE LOS ASTROS A LA GEOGRAFÍA

DE LOS ASTROS A LA GEOGRAFÍA

Juan Alberto Gutiérrez Román, profesor del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, confiesa que aunque es defensor de las nuevas tecnologías, considera que se deben perfeccionar los programas de estudio que las utilizan. 

IBIS ISABEL FRADE BRITO,
estudiante de segundo año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Pocos son los hombres que desde niños saben lo que quieren.  Juan Alberto Gutiérrez Román es uno de ellos. Tenía tan solo unos cortos años cuando se subía a la azotea de su casa para mirar las estrellas y adivinar la Vía Láctea. Le fascinaba ese mundo desconocido: el movimiento de los planetas, la formación del universo… Después, muchos de sus sueños infantiles pasaron a ser simples recuerdos, pero su pasión no cesó, se transformó en el deseo de convertirse en maestro. 

“Tal vez sin saber lo que ponía en mis manos, un amigo de la familia me regaló un libro de Geografía de Cuba escrito por Antonio Núñez Jiménez. Esos ejemplares tenían posiciones políticas contrarias a la dictadura, y Batista los prohibió. A mí me abrieron las puertas de mi futura profesión.”

Su familia perteneció a la clandestinidad en Ciudad de La Habana, sus hermanos eran del Movimiento 26 de julio y su casa se utilizaba para esconder armas, explosivos y personas perseguidas por la tiranía. Dicen que su familia estaba en la lista de nombres que el gobierno batistiano pretendía asesinar el 6 de enero de 1959, como “regalo” sangriento por el Día de Reyes. Al triunfar la Revolución, Juan apenas llegaba a los dieciséis años. 

“Aplacé un poco mis sueños, y me integré a las Asociación Jóvenes Rebeldes. La vida en las milicias me gustaba, pero sobre todas las cosas, yo quería ser maestro, así que en 1964 comencé a estudiar la carrera de Profesor Secundario en Geografía e Historia, en el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, que en esa fecha formaba parte de la Universidad de La Habana.

“Yo pertenecía al movimiento de alumnos ayudantes y al graduarme, fui seleccionado, junto a un grupo de estudiantes, para ejercer como profesores en el Instituto.”

Comenzó entonces a trabajar en la escuela anexa Felipe Poey, un centro de enseñanza secundaria. “Todos mis estudiantes eran adolescentes, que es una edad bastante difícil; pero al ganarme su respeto, ellos dejaron de ver en mi a un muchacho casi tan joven como ellos, para apreciar al maestro.

“En mi primera práctica docente aprendí el valor que tiene estar preparado cuando debes enfrentar un aula. Fue en el preuniversitario militar Héroes de Yagüajay, ubicado en Ciudad de La Habana. El primer día que llegamos, nos dijeron que debíamos guiar un debate sobre la economía de cualquier país latinoamericano. En el Varona habíamos hecho trabajos parecidos; el tema que abordé en uno de ellos fue sobre el petróleo en Venezuela y, verdaderamente, más allá de lo relacionado con el crudo, sabía bastante poco.

“Así que entré al aula y comencé a hablar a grandes rasgos de la economía de aquel país. Al referirme a los yacimientos petroleros, un estudiante que, al parecer, me había visto medio inseguro preguntó: ‘Profesor, ¿qué es el petróleo, cómo se forma, qué productos se derivan de él?’. Y sin saberlo, aquel muchacho me salvó la campana, porque esa era el aspecto que más conocía. No sé que hubiera pasado si hubiese indagado por otro asunto. Desde entonces,  siempre digo que la preparación es fundamental.”

Durante ocho años, Juan impartió clases en la escuela anexa Felipe Poey. Cuando se constituyó el Destacamento Pedagógico Manuel Ascunce Domenech, se sumó a la tarea de formar profesores: “Era un trabajo interesante y necesario, aunque no era fácil. Significó una experiencia doble, porque daba clases y a la vez enseñaba cómo impartirlas.”

En 1979, viajó a Angola como asesor nacional de Geografía del Centro de Investigaciones Pedagógicas (CIP). Aunque el idioma no le era totalmente desconocido, algunos incidentes hicieron abrupto el camino porque la presencia de los cubanos a veces promovía muchas tensiones y temores: la contra-propaganda bombardeaba a los angolanos diciendo que  Cuba sería su nuevo colonizador.

“Nuestra comisión no era la única, la UNESCO (Organización para la Educación, la Ciencia y la Cultura de las Naciones Unidas)  también tenía la suya y nos invitó a trabajar en conjunto. Se formaron tres grupos para evaluar la situación educacional y se les asignó a tres miembros de la delegación cubana la responsabilidad de estar al frente de cada una.

“Nosotros rechazamos la propuesta, porque a quienes les correspondía dirigir el cambio y tomar las decisiones era a los angolanos. Esa era su batalla, no la nuestra. Estábamos allí para apoyar y colaborar, pero los que podían decidir lo mejor para su país eran ellos mismos.

“Así logramos romper el esquema de que los cubanos eran los nuevos colonizadores, y nos ganamos su respeto y consideración. Nuestras sugerencias se tomaban en cuenta, y jamás interferimos en el trabajo de la UNESCO.”

A su regreso a Cuba en el año 1980, lo esperaba una nueva sorpresa: recibió una carta donde le informaban sobre su nombramiento como Decano de la Facultad de Geografía del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona.

“Las alegrías y los sin sabores fueron muchos. Yo sentía que una de mis responsabilidades era estar pendiente de todo lo que sucediera con los estudiantes de mi asignatura.

“Un profesor, ante todo, debe ganarse el respeto de sus alumnos, porque aparejado a él, vienen la amistad y el cariño; no se limita solo a dar clases, también, de alguna forma, es parte de de la vida personal de sus estudiantes, conoce sus problemas y trata de ayudarlos en lo que pueda.”

“Cuando los alumnos avanzan siento gran satisfacción, pero aparejado a la felicidad hay también mucha tristeza: que algunos dejen la carrera lo considero una derrota. Nada se compara con el orgullo de verlos graduarse después de vivir con ellos su etapa de aprendizaje.

“Es también muy gratificante encontrarlos luego de varios años y descubrir que son investigadores o grandes profesores, y compartir con ellos, esta vez como colegas o compañeros de cátedra.”

Desde 1991, Juan Gutiérrez imparte clases de Geografía en la Facultad Media Superior del ISPEJV y actualmente, también lo hace en las  sedes universitarias municipales.

“Formar profesores no es una tarea fácil, no basta solo con la buena voluntad que tenga el maestro, es necesario que la otra parte ponga interés y ganas de aprender. Yo debo propiciar su educación, pero si mis alumnos no hacen suyo lo que les enseño, entonces mi trabajo es en vano.

“Las nuevas coyunturas determinaron que se abrieran más plazas para las carreras profesorales, y junto a los que tiene vocación, están entrando muchachos que no manifiestan  ningún interés en el magisterio. Es una situación bastante compleja y contradictoria, hay imperativos que nos obligan a formar un alto número de maestros, pero a la vez se está descuidando un elemento esencial: la vocación. Creo que debemos revisar ciertas concepciones.

“A lo que se añade otro factor: la juventud de los maestros. La experiencia no se logra de un día para otro, y aunque los recién graduados estén bien preparados, necesitarán de instrumentos indispensables que se adquieren en la práctica cotidiana. Podría parecer que trato de justificar algunos aspectos flojos y esa no es mi intención. Sinceramente, no estoy satisfecho con los profesores que estamos formando.”

Juan asesora los cursos de Geografía que se transmiten en el espacio televisivo Universidad para Todos. Impartió el primer curso de Geografía Universal, y luego filmó Cuba, sus regiones y paisajes y  Geografía de las Américas. “Enfrentarse a una cámara es difícil, intento creer que estoy en el aula y las ideas fluyen mejor.”

“Yo aplaudo el uso de las nuevas tecnologías, pero desde la antigüedad el maestro es y será insustituible, es condición que no se podrá cambiar jamás. ¡Ni la televisión, ni la computadora los van a suplantar!

“La falta de profesores, la necesidad de cubrir una educación masiva… condicionaron el uso de los medios de comunicación para desarrollar planes de enseñanza cada vez más ambiciosos. Algunos programas se diseñaron para solucionar de forma emergente problemas acuciantes, y están todavía sujetos a cambios. Aún no se ha  logrado articular de la mejor manera al binomio que deberían formar el video y el profesor. Tratando de resolver ciertas carencias, surgieron nuevos problemas. 

“Por ejemplo, los turnos de los preuniversitarios se concibieron para en un primer momento visualizar las teleclases, todas de media hora de duración, y luego, en los quince minutos restantes, aclarar dudas con el profesor general integral que esté frente al aula. Si el educando no está bien preparado, la estructura se derrumba y el proceso de aprendizaje se compromete.”

Además de impartir los cursos televisivos, colaboró en la elaboración de los tabloides, y considera bastante provechosa esta forma de instruir a la población, debido a que el amplio alcance de la televisión permite difundir conocimientos de forma masiva.

“Universidad para Todos es una contribución a la educación de nuestra población. La cultura no se impone, pero se puede ir formando poco a poco, hay que fomentarla y promoverla más allá del espacio institucional de las escuelas.”

Además de ser un destacado profesor, Juan Gutiérrez pertenece a la Sociedad Cubana de Geografía. En ella se desempeñó como Vicepresidente del Comité Nacional desde 1989 hasta 1993.

“Esta labor me dio una oportunidad única: pude conocer a Antonio Núñez Jiménez e intercambiar con él.  Al tratarlo personalmente, mi admiración creció mucho. Era un ser excepcional.

“El trabajo en esta sociedad me permitió hacer muchas trabajos de investigación, otra de mis grandes pasiones. La búsqueda de información puede ser agotadora, pero después es muy gratificante el resultado final que se obtiene.”

Su destreza como compilador se refleja en sus publicaciones. Integró el equipo que elaboró el Nuevo Atlas Nacional de Cuba, distinguido por la Academia de Ciencias como Obra Científica Relevante, al igual que sus libros: Geografía Económica y Social (2005) y Geografía de Cuba tomo II (2006). Además, es autor de  Cultura Geográfica en Ciencias Naturales, y coautor de Apuntes para una didáctica de las Ciencias Naturales.

“La confección de un libro de texto es un ejercicio de exhaustividad. Se deben tratar de abarcar buena parte de las diversas visiones que se manejan a nivel global, y hasta abordar aquellas que no se corresponden con  nuestro pensamiento científico: no podemos desecharlas todas porque ellas también aportan conocimientos y  permiten desarrollar perspectivas críticas. Es cuestión de enfocarlas con la forma adecuada.”

“Mi gran compromiso personal lo tengo con la geografía económica, política y social. Esta rama es la más dinámica, está siempre pendiente de los cambios mundiales. Las situaciones internacionales nunca son las mismas. Hoy la humanidad atraviesa una crisis; pero hace 20 años atrás, hubo periodos muy duros que pueden hacernos comprender lo que estamos viviendo ahora. Además, me gusta porque incluye a la geografía física y está muy relacionada con la Historia.”

Sus relevantes resultados laborales y en el área de las investigaciones podrían satisfacer a cualquier profesional de la rama, pero él no se da por satisfecho. A pesar de ser Master en Ciencias de la Educación, considera que aún le falta mucho conocimiento por descubrir.

“Un maestro no puede permitirse dejar de prepararse y superarse, no debe quedarse atrás porque el mundo sigue su curso y todos los días se realizan nuevos descubrimientos. Hay que ‘actualizarse’ constantemente. Una vez que te conformas con lo que tienes, te acomodas y terminas por estancarte. “

Este profesor de 64 años, lleva más de 40 trabajando el Instituto Superior Pedagógico y tuvo el privilegio de participar en su fundación desde los pupitres de sus aulas: “Mi vida  de estudiante transcurrió en el centro, aquí conocí a mi esposa y crié a mis hijos. Sin miedo a exageraciones, el Varona lo es todo para mí.”

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Rostros del Varona, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario 45 de la casa de altos estudios pedagógicos.

Ficha técnica:

Objetivo central: Reconocer la labor pedagógica de Juan Alberto  Gutiérrez Román, profesor de Geografía de la Facultad Media-Superior del Instituto Superior Pedagógico Enrique José varona.

Objetivos colaterales: Dar a conocer cómo fueron sus inicios en el magisterio. Contar algunas de las experiencias más relevantes en su vida laboral. Saber su opinión sobre las actuales transformaciones en la educación y sobre el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona.

Tipo de entrevista:
Por sus participantes: individual.
Por su forma: de citas.
Por su contenido: de personalidad.
Canal por el que se obtuvo: contacto directo (cara a cara).

Tipo de Título: llamativo.
Tipo de entrada: retrospectiva.
Tipo de cuerpo: de citas.
Tipo de conclusión: de opinión del entrevistado.

Fuentes consultadas: currículo de Juan Alberto  Gutiérrez Román. Testimonio del entrevistado.

"EL MAGISTERIO ES TODA MI VIDA"

"EL MAGISTERIO ES TODA MI VIDA"

 

El enfoque principal al impartir las clases de computación es vincularlas con la vida cotidiana, afirma el Doctor en Ciencias Exactas Carlos Expósito Ricardo.

 

 

Texto y foto:
SUSANA TESTÉ RODRÍGUEZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Una sencilla oficina en el Ministerio de Educación es cómplice de muchos años dedicados por este hombre al perfeccionamiento de los métodos educativos cubanos.

El Doctor en Ciencias Exactas Carlos Expósito es de mediana estatura, pelo canoso y frente ancha. Tiene apariencia de hombre inteligente y perspicaz. Sus ojos parece que hablan. La mirada siempre fija. La voz, a veces alta y enérgica cuando habla de lo que es necesario hacer para lograr un magisterio más culto. A veces baja, con un toque de nostalgia cuando acepta que los jóvenes de hoy prefieren estudiar otras carreras y no magisterio. “Para promover la formación  de maestros es por lo que trabajo a diario. ¡El magisterio es toda mi vida!, dice el  profesor.

-¿Cuál es su labor como metodólogo

del Ministerio de Educación?

Asesorar los métodos de enseñanza de la informática en los distintos niveles escolares, es decir, que se cumplan lo planes de estudio ya sea de los software educativos, como los de informática como asignatura.  Los estudiantes de la enseñanza primaria comprueban sus conocimientos mediante la colección Multisaber, los de secundaria básica ejercitan las asignaturas con Navegante, y los del preuniversitario con la colección Futuro; estos últimos dedican 70 horas a la computación.

-¿Qué métodos emplea el MINED

para la aplicación de la

enseñanza informática?

Hacer práctica la enseñanza de la misma. El enfoque principal al impartir las clases de computación es vincularlas con la vida cotidiana, mediante  problemas relacionados con el diario quehacer de la sociedad, de esta manera, no solo se prepara a los alumnos para resolver ejercicios de informática, sino también para la vida.

-¿Cuáles han sido los logros

del MINED en la enseñanza

de la computación?

De 20 000 computadoras con las que se empezó el programa de enseñanza de computación, hoy tenemos unas 84 000 para satisfacer las necesidades de los usuarios, todas estas preparadas con los software educativos que se han perfeccionado hasta alcanzar gran calidad.

-Antes de ser metodólogo usted

fue profesor de matemática y

computación. ¿Qué sintió

al impartir su primera clase?

Todo el que se enfrenta por primera vez a un aula siente mucho nerviosismo y preocupación. Mi experiencia no fue distinta. La primera palabra resultó muy difícil, luego comencé a hablar y lo difícil fue detener esa placentera conversación entre alumnos-profesor, como si toda la ternura del mundo se concentrara en el aula repleta de muchachos de diferentes edades, pero con aspiraciones similares. Esos rostros ansiosos de conocimiento y optimismo hicieron de mí un eterno enamorado de la profesión.

-El Instituto Superior Pedagógico

Enrique José Varona fue el centro

que lo formó como profesor y donde

dio sus primeros pasos en el magisterio.

¿Qué siente por ser fundador  de la 

casa de los maestros  cubanos?

Me  siento muy honrado por ser fundador del instituto. Tengo tanto por agradecer al Enrique José Varona y a todo su colectivo que solo lograré retribuirle siendo mejor profesor cada día. En ese centro me formé no solo como maestro. Allí comprendí mi compromiso con la patria. Los años vividos en ese centro los tendré en mi corazón eternamente. Fue mi punto de partida, el comienzo de mi vida. Allí éramos una familia, un todo inseparable, nos cuidábamos unos a otros y juntos resolvíamos cualquier problema.

-¿Cómo son las relaciones

con sus alumnos?

Magníficas. Siempre con las bases bien sentadas en el respeto y la mutua comprensión. Incluso, cuando los alumnos se ofuscan y desesperan  porque reprobaron algún examen o no están conformes con su nota, siempre les doy esperanzas y no en vano. Los exhorto a esforzarse  más  y, por ende, trabajo de manera estricta  con ellos. Eso no significa que cuando imparto clases lo haga de manera diferenciada, solo siento preocupación por reconocer quién requiere más atención en el aula para  ofrecerle el  trato preciso.

De esta manera, logro un balance entre todos los estudiantes para desenvolvernos  en un ambiente  lleno  de optimismo. Pienso que si les ofrezco la familiaridad  necesaria  logro  formar no solo  maestros sino los jóvenes que necesita nuestra revolución. Así he logrado verme reflejado en ellos. Eso  me ha impulsado a trabajar duro para superarme y dar  mejores clases. 

-Usted también impartió clases a

alumnos de México, Venezuela y España.

¿Qué diferencia  existe entre impartir

clase a  los alumnos cubanos

y a estos otros?

He conocido muchachos de otros países y me he encariñado con ellos.  Son muy buenos, tienen muchas ganas de aprender y siento mucho gusto cuando les imparto clases y percibo que están satisfechos. Pero por los estudiantes de Cuba llego a tener un gran afecto y tiendo a ser paternalista, por la solidaridad y la naturalidad característica de casi todos. No hay mayor satisfacción que impartir clases a un aula de alumnos cubanos en la cual el aprendizaje será recíproco.

-Doctor, usted dirigió un grupo de

jóvenes maestros que impartieron clases

en  Angola. ¿Cómo fue esa experiencia?

Gratificante. Yo era guía del primer Contingente Che Guevara que cumplió misión como  profesores en ese país africano. Fue sorprendente supervisar a aquellos muchachos. Ellos se sobreponían a las   dificultades  con  una  grandeza  increíble. Constituyó un gran reto,  pues  los apoyé en la  preparación de  clases de Matemática  y Física, también de Historia y Español y estas no tenían nada que ver con el perfil de las disciplinas estudiadas por mí.  Me preparé  muy bien para ayudarlos a cumplir su encomienda. Fue un trabajo difícil del que todos aprendimos mucho. Nunca olvidaré esos días de  forzado “portuñol” (mezcla de idioma portugués y el español) bajo las altas temperaturas de Angola, donde un grupo de cubanos prestó su servicio siguiendo las doctrinas de la solidaridad y amistad hacia todos los pueblos del mundo.

-¿Qué deben tener en cuenta

los maestros en el desempeño

de su profesión?

Hay dos cualidades que deben ser inherentes a los educadores: la consagración y el desenfado. La primera, porque no se concibe un  maestro que despierte  y no piense  en las clases a  impartir, se lleve un bocado a la boca y no sienta preocupación por el alumno ausente a clases ese día, se vaya a la cama sin antes revisar los exámenes aplicados  esa tarde, sabiendo que sus alumnos desean saber la nota.

No se concibe un maestro que no sufra con las penas que agobian a cualquier alumno, no estalle de alegría cuando los estudiantes se gradúen, y no luche con todas las fuerzas posibles por hacer sus clases más amenas.

Y debe ser desenfadado, porque en el momento exacto deberá olvidar su posición de profesor para convertirse en el amigo, el padre, el hermano, incluso el confidente. Solo así lograra ser respetado, admirado  e imitado.

En las manos de los educadores está el futuro de sus alumnos. Ellos harán lo que el maestro le trasmita en el quehacer diario. El maestro es el espejo donde se miran los estudiantes y, por tanto, debe permanecer limpio y transparente, solo  así  la educación cumplirá con la labor que le corresponde: la formación de las nuevas generaciones.


 
-¿Cómo califica la labor de los

Profesores Generales

Integrales en formación?

Digna de admiración, aunque reconozco que deben prepararse mucho más para alcanzar sus metas y sentirse retribuidos cuando sus alumnos cumplan las de ellos.

La labor de esos muchachos necesita dedicación, consagración y mucho esfuerzo, pues enseñar es un trabajo complejo. Los Profesores Generales Integrales (PGI) son jóvenes y  están lejos de sus  casas.

La  diferencia de edad profesor-alumno es casi nula. Todo esto hace muy difícil su desenvolvimiento. Aun así, pienso que lo más complicado es el intercambio de asignaturas a mitad de curso: quien  imparte clases de Ciencias Exactas desde septiembre hasta febrero pasa a  ofrecerlas  en el campo de las Humanidades el resto del curso. He ahí lo verdaderamente difícil, pues generalmente quien es afín con las ciencias  le cuesta bastante desarrollarse en las asignaturas de humanidades. Lograr que nuestros profesores sean integrales es un gran desafío en el cual trabajamos sin descanso.

Todos tenemos mucha confianza en los muchachos del curso en formación, sus tutores, los padres de los estudiantes y los educandos mismos. Nadie les dijo que el camino a recorrer sería fácil, todo lo contrario. Confiamos en nuestros profesores emergentes. Sabemos que ellos ponen todo su empeño en ser mejores y cumplir las expectativas de quienes tan fervientemente depositamos fe en su labor.

-¿A qué cree se deba el déficit de

profesores existente en Cuba?

La carencia de pedagogos no se puede analizar como un problema existente  en nuestro país únicamente, sino de forma universal. Nuestro fallo está en la falta de estimulación, sobre todo económica, que se les ofrece a los maestros. Esta labor es determinante en la vida y a quienes la ejercen se les debe reconocer inmensamente.

El  reconocimiento a los educadores debería ser prioridad en todo el mundo porque sobre las manos del profesor reposa la tarea de formar jóvenes consientes y comprometidos con el momento  histórico en el que viven.

-Durante 40 años usted fue profesor

de futuros profesores en el Instituto

Varona. ¿Se siente satisfecho

con la labor desempeñada?

Me siento muy orgulloso porque he visto el fruto de mi esfuerzo florecer. Soy testigo de que mis alumnos se han convertido en magníficos maestros y sus alumnos los respetan y admiran  mucho. Eso significa que el trabajo de toda mi  vida no ha sido en vano. Además, he sido, soy, y seré fiel a mis motivaciones, y el magisterio es una de ellas. Después de tantos años dedicados a la enseñanza y a la metodología, considero que hay mucho por hacer todavía. Mientras me sienta útil en mi trabajo, mi entrega será ilimitada.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Rostros del Varona, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario 45 de la casa de altos estudios pedagógicos.

Ficha Técnica:

Objetivo central: Explicar la importancia de la  labor de los metodólogos de Educación a partir de las vivencias del profesor Carlos Expósito.
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Objetivo colateral: Dar a conocer los métodos educativos puestos en práctica para la aplicación de la informática en Cuba.

Tipo de entrevista:
Por los participantes: individual.
Por su forma: clásica.
Por su contenido: de personalidad.
Por el canal que se obtuvo: vía directa.

Tipo de título: de referencia al tema.
Tipo de entrada: retrato.
Tipo de cuerpo: clásico.
Tipo de conclusión: de comentario del entrevistado.

 

“A LOS ALUMNOS, COMO A LOS HIJOS, NO SE LES PUEDE DAR TODO”

“A LOS ALUMNOS, COMO A LOS HIJOS, NO SE LES PUEDE DAR TODO”

Confesiones de Wildo Baró, vicerrector de Investigación y Postgrado del Varona, maestro que comenzó alfabetizando y hoy forma valientes.

Texto y foto:
LAURA PRADA ARIAS,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Cumplía doce años el mismo día que debía partir hacia Baracoa a alfabetizar. Como su madre lo veía pequeño para una aventura tan grande, no le quiso firmar la autorización. En el momento oportuno apareció el padre y dio el consentimiento, así fue como Wildo Baró dejó de ser un niño y se convirtió en adulto.

“En Baracoa estaba en un lugar llamado Las Guabas. Tenía la misión de alfabetizar a dos mujeres, la dueña de la casa donde me debía quedar y a una vecina, ambas amas de casa.

“La familia era humilde y cuando se enteraron que iba otro muchacho para allá, dijeron que no me podían atender, pues tenían cinco hijos, unos contemporáneos conmigo y otros más pequeños.”

Por suerte para el joven brigadista, no todo estuvo perdido. Cerca de la casa donde alfabetizaba había una batería de morteros del Ejército Rebelde y, gracias a ellos, no le faltó comida y compañía durante ese tiempo y, además, aprendió a utilizar las armas.

“Todo lo que hablaba entonces era sobre la Revolución, de Fidel. Hice guardia voluntaria junto a los demás combatientes, que eran jóvenes también, y por eso tuvieron una influencia decisiva en mí.

“Estando en Baracoa, fue asesinado Manuel Ascunce, en el Escambray. Se tomaron medidas de seguridad con nosotros, pues no se sabía lo que podía pasar. De todo esto me doy cuenta ahora cuando lo miro desde la distancia, porque en ese momento lo tomábamos bastante a la ligera.”

La Revolución estaba preparando un plan de becas para que aquellos jóvenes continuaran sus estudios: “Veníamos en un tren cañero desde Guantánamo. Fueron cuatro días casi sin dormir. Por todos los pueblos que pasábamos había orquestas tocando, la gente venía a saludarnos. Cuando llegamos a La Habana el recibimiento fue apoteósico. En las calles se veían las caras de alegría provocadas por el reencuentro, después de tantos meses.”

El 22 de diciembre de 1961, en la Plaza de la Revolución, Cuba fue proclamada Territorio Libre de Analfabetismo. Desde entonces, esa fecha ha sido considerada como el Día del Educador cubano.

“Ese día se utilizó por primera vez la frase...’Fidel, Fidel, dinos qué otra cosa tenemos que hacer’… A lo que Fidel nos respondió: ‘Ahora lo que tienen que hacer es estudiar’, ese momento fue inolvidable.”

Comenzó sus estudios preuniversitarios en la escuela Karl Marx, porque quería ser aviador. Pero el 3 de julio de 1964, recién inaugurado el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona (ISPEJV), envió una convocatoria para todos los jóvenes del país.

“Entré con 16 años. Solo existía la Sección Básica para la Formación de Profesores de Secundaria Básica y Superior. Aunque era una Universidad, nuestro título fue de Técnico Medio y Profesor de Secundaria Básica en distintas especialidades, en mi caso seleccioné Matemática y Enseñanza Politécnica. Esta última, pasó a llamarse después Educación Laboral.”

Baró ha estado toda su vida vinculado al Varona, desde su fundación. Aquí se hizo doctor en Ciencias Pedagógicas, presentando un Modelo para Mejorar el Pensar Técnico, además de impartir clases en casi todos los niveles de enseñanza de pregrado y postgrado.

Hoy se desempeña como vicerrector de investigación y postgrado, atendiendo principalmente a maestrantes y doctorantes: “El Pedagógico, es todo para mí. He tenido la oportunidad de vivir junto a él sus modificaciones y ajustes, además de ser uno de los bastiones en la defensa de la Revolución. Aquí me enseñaron a ser maestro y a fortalecer mi educación.

“La disciplina y la exigencia siempre han sido muy rigurosas. Cuando comencé a estudiar teníamos muchas asignaturas, los planes de estudio eran extensos y las clases por semestres como hoy, pero con la diferencia de que no existía el examen extraordinario.”

La educación en Cuba ha vivido momentos gratificantes a lo largo de la historia. Unos de ellos fue cuando, en 1978, se fundó el Destacamento Pedagógico Ernesto Che Guevara, con el propósito de llevar a Angola maestros para restablecer la enseñanza.

“En el Instituto fueron seleccionados varios profesores y a uno de esos compañeros se le presentó un problema y no pudo ir, entonces fui en su lugar.  Tenía 29 años, allá cumplí los 30, acababa de ingresar a las filas del Partido.

“Al principio era solo temporal, pero a medida que pasó el tiempo, comenzaron a darme responsabilidades y cuando llegó la hora de retornar dijeron que no, porque era uno de los Profesores Guías  del grupo que estaba en Kwanza Norte y, además, conocía bien a los alumnos.”

En Angola las condiciones de trabajo eran difíciles, la guerra recién terminaba y todavía quedaban lugares donde la tensión era grande. Hubo momentos en los que Wildo tuvo que mantenerse muy firme y no dejar escapar sus emociones, porque los alumnos lo necesitaban para desahogarse.

En la misión había 732 estudiantes de  entre 17 y 19 años, de todos los pedagógicos del país y la mayoría mujeres. En esa etapa salió a relucir una frase que hoy no es agradable, y tampoco lo era entonces: “el raja’o”.

“Esa fue una de las cosas más significativas del Destacamento Pedagógico, nadie se “rajó”, aunque se llorara, sintiera nostalgia o no se pudiera salir por restricciones de seguridad.”

Entre el año 2000 y el 2001, por solicitud del Ministerio de Educación, Baró trabajó junto a otros 24 profesores en la preparación del programa de clases del primer grupo de Profesores Generales Integrales (PGI), los llamados Valientes, sin saber que la persona que en realidad estaba dirigiendo el proyecto era el Comandante Fidel.

“Hace unos años el país sufre un déficit de maestros, principalmente en las escuelas secundarias. Pienso que se debe a la falta de vocación en los jóvenes, pero es algo que también se forma. No puede gustarte algo que nunca has hecho y no lo conoces hasta estar dentro de ello.

“Esos muchachos vinieron a resolver un gran problema, nos habíamos quedado sin profesores para la enseñanza secundaria, pero no fue solo en Cuba, también a nivel mundial.

“Hoy las aulas que están abiertas se debe a la presencia de ellos. El problema de la falta de maestros ha afectado sobre todo aquí en la capital. Hemos tenido que traer PGI de otras provincias para poder cubrir la falta. Entonces eso crea otro conflicto, es que hay que estarlos relevando cada cierto tiempo.

“También aquí nos enfrentamos a una contradicción muy grande, las familias quieren que sus hijos tengan buenos profesores, pero no quieren que sus hijos lo sean. Otro de los problemas es que existen carreras ‘más interesantes’ para los jóvenes, no existe una conciencia a nivel de población a la hora de estudiar para PGI.”

Ha realizado numerosas publicaciones de artículos en revistas como el que publicó Juventud Técnica, llamado Banqueta Escalera, y un libro sobre La Educación Laboral en Cuba. Fundamentos y alternativas.

Ostenta la Medalla de la Alfabetización, de Fundador del ISPEJV, la Distinción por la Educación Cubana y la Medalla 30 Aniversario del Varona.

-¿Cómo se imagina dentro de unos años?

Con el tiempo se va adquiriendo conciencia de lo que uno sabe y lo que falta por hacer. Cuando uno es joven pretende saber mucho, pero al pasar el tiempo notas que han ido quedando lagunas.

Ya cumplí 60 años y legalmente puedo jubilarme, pero ni remotamente he pensado hacer eso, porque mientas esté en posibilidades físicas y, sobre todo mentales, seguiré trabajando en la docencia.

Pienso que sería dañino alejarme de pronto de la educación. Porque si me jubilo ahora, ¿qué hago?, sentarme en la esquina a ver pasar el día; no me siento tan viejo para eso. No me concibo buscando el periódico por las mañanas.

El instituto ha dejado huellas en la vida de Wildo. Aquí conoció a su esposa, en la época de estudiantes, ella comparte su amor por el magisterio, aunque no lo ejerce en la actualidad.

“Para un maestro el reto es constante, la vida coloca a las personas en situaciones siempre diferentes. Creo, desde la experiencia de la docencia, que para formar bien, a los alumnos, como a los hijos, no se les puede dar todo.

“Como educador, nunca he dado una clases igual a la otra, aunque esté cinco años impartiendo la misma asignatura, siempre tiene que ser distinta. El trabajo del maestro requiere fe en el futuro y paciencia. Es más que un modo de vida. En los años más duros del país hubo profesores que se acobardaron y decidieron abandonar su profesión. Yo no me concibo fuera de este Instituto, es parte de mi vida, aquí está mi fe.”

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Rostros del Varona, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario 45 de la casa de altos estudios pedagógicos.

FICHA TÉCNICA:

Objetivo central: Entrevistar a Wildo Baró, fudador del Pedagógico. Actualmente trabaja en la vicerrectoria de investigación y postgrado.

Objetivos colaterales: Conocer su vinculación con los tres grandes momentos de la educación cubana y cómo participó en ellos.

Tipo de entrevista:
Por los participantes: Individual.
Por su forma: Mixta.
Por su contenido: De personalidad.
Por el canal por el que se obtuvo: Vía directa.

Tipo de titulo: De referencia al tema.
Tipo de entrada: De anécdota.
Tipo de cuerpo: Mixto.
Tipo de conclusión: De opinión o cometario del entrevistado.

Fuentes consultadas: Currículo del profesor.

¡MAESTRA DE TODOS!

¡MAESTRA DE TODOS!

María Dolores Ortiz, Doctora en Ciencias Filológicas, lleva casi medio siglo dedicada a la enseñanza. En ese largo camino en el magisterio, también se desempeñó como jefa del Departamento de Español de la Sección Básica del Varona: “El tiempo en el Pedagógico es la etapa de creación más importante de mi existencia”.

LORENA SÁNCHEZ GARCÍA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Personaje célebre de nuestra era, posterior a la Edad Media y a la Revolución Francesa. De los siglos XX y XXI cubanos. Una mujer consagrada a su profesión. Fundadora y Profesora de Mérito del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona. Por los tantos años de incesante labor es hoy, Heroína Nacional del Trabajo de la República de Cuba.

La novia de Holguín, así conocen en todo el país a la Doctora María Dolores Ortiz, quien cada lunes, por más de tres décadas, entra sin permiso a nuestros hogares, siempre dándonos un consejo: Escriba y lea. Con este programa habitual de la Televisión Cubana, no solo es maestra en el restringido espacio del aula, sino para todo el pueblo.

Actualmente es asesora del Ministerio de Educación Superior (MES),  donde se dedica, en especial, al aspecto docente y a la extensión universitaria. Ahora, la Doctora Ortiz me recibe en su oficina para conversar sobre el sector al cual ha dedicado casi medio siglo.

-¿Por qué la pedagogía?

En realidad, yo estudié Filosofía y Letras, pero siempre con la decisión de dedicarme a la docencia. Además, en aquellos tiempos la pedagogía era, prácticamente, el único perfil ocupacional existente para los graduados en  mi especialidad.

-Son casi cinco décadas. En todo

este tiempo, ¿cuál ha sido su mayor

satisfacción? ¿Qué anécdota

le resulta inolvidable?

El mismo hecho en sí de haber escogido esta profesión se convierte en una enorme satisfacción. Realmente no me puedo concebir apartada de las tareas de la educación. Soy profesora, siento un orgullo inmenso por eso.

Anécdotas tengo muchísimas, no resulta fácil escoger alguna. Tal vez la más gratificante ocurrió en el Varona. Recuerdo que una de mis alumnas dio a luz pocos días antes del examen final y yo cuidé a su bebito por todos los pasillos, para que ella realizara su prueba tranquilamente. Siempre tuve excelentes relaciones con los estudiantes. Logré una buena comunicación, un respeto total, que  se mantiene.

-Ya en la jubilación,

¿conserva vínculos con el aula?

Ahora no puedo dar clases por problemas en las cuerdas vocales. En ocasiones, imparto alguna conferencia, participo en los tribunales de doctorado con sede en la Universidad de La Habana o soy tutora de tesis. No quiero quedarme en casa sin realizar algo productivo, pues detesto el ocio. Prefiero ser útil hasta el último momento.

-No necesitó de una tesis

para abrazar el doctorado

en Ciencias Filológicas…

Hacía un estudio sobre problemas pedagógicos de la Educación Superior en la antigua República Democrática Alemana, cuando se decidió que a un grupo de personas, con méritos suficientes por su trabajo docente e investigativo, se les concediera el reconocimiento directo del doctorado. No tuvimos obligación de defender una tesis, pues se hizo el otorgamiento por nuestros expedientes.

No solo fue para destacar la labor de los profesores, sino también por el interés en comenzar a formar doctores en el país, por lo que necesitábamos personal suficiente y capacitado para crear los tribunales.

En el año 1961 comenzó la Campaña de Alfabetización, se conformaron las Brigadas Conrado Benítez y el pueblo cubano se vio inmerso en una Revolución Educacional. La profesora María Dolores Ortiz fue una de las tantas mujeres que sacrificaron su hogar y dieron el paso al frente para cumplir con la difícil misión. Emocionada, comenta sobre su experiencia.

“Ese es uno de mis grandes orgullos. Naturalmente, en aquellos primeros años de Revolución los padres estaban renuentes a separarse de sus hijos, sobre todo, de las muchachitas y, por esta razón, algunos profesores nos comprometimos a ir con nuestros estudiantes adonde se asignara. Así me enrolé en las Brigadas Conrado Benítez.

“Pasamos primero una semana en Varadero, allí existía un campamento para los alfabetizadores donde nos entrenaron en el uso de la cartilla y el manual. Aprendimos a armar el farol y a prepararnos psicológicamente para la tarea que emprenderíamos. Ya muchos maestros como yo conocíamos cómo era la vida en el interior del país, pero los muchachos de la capital nunca habían salido de ella. Para algunos fue un impacto enorme presenciar la realidad de nuestros campos, así supieron por qué era necesario una Revolución, una Reforma Agraria y una Campaña de Alfabetización.”

-Hacia el año 1972 surge el

Destacamento Pedagógico Manuel

Ascunce Domenech, ¿cuál fue

su aporte en el mismo?

Se formaron cinco contingentes en 1972. Tuve la dicha y la responsabilidad de organizarlos. Yo trabajaba a medio tiempo en el Varona y el otro lo pasaba como cuadro semiprofesional del Partido en la Universidad de La Habana. Después, cuando el Pedagógico se separó de la misma, colaboré directamente con el Destacamento impartiendo clase en el Instituto Preuniversitario de Ciencias Exactas Vladimir Ilich Lenin, donde radicaba. Ahí estuve dos cursos hasta que el Ministerio de Educación me solicitó y el compañero Fernández, quien para entonces era el Ministro, autorizó el traslado para el MES, pues este se formó con profesores de distintas facultades.

-¿Cómo fue su tránsito por

el Pedagógico Varona?

Durante la época en que trabajé en el Instituto, se organizó un curso de formación para profesores de secundaria. El alumnado del mismo fue seleccionado por las direcciones municipales como los mejores de sexto grado. Esa era la promoción. Con la experiencia de una docencia exitosa, ellos pasaban un año en la Universidad y al siguiente daban clases en las escuelas recién creadas. Fue una idea muy buena.

La Decana del Varona, la Doctora Dulce María Escalona, me nombró Jefa del Departamento de Español de la Sección Básica. Tuve que organizar los programas, buscar los profesores, las bibliografías…, en fin, todo lo necesario al iniciar un proyecto.

El claustro reunido era excelente. Muchos provenían de la antigua Escuela Normal para Maestros, otros trabajaban directamente con la Decana, pero a causa de las elevadas matrículas, tuvimos que seleccionar a los mejores alumnos de ese curso y completar las plantillas. 

-En su Departamento de Español,

¿cómo se  efectuó la selección?

No sé los demás, pero en el que yo dirigía para llegar a ser maestro debían enfrentarse a un examen de oposición organizado por nosotros. Quien aspiraba a trabajar en la cátedra se presentaba a una entrevista y, luego, impartía una conferencia de acuerdo con el programa de estudio. Así se determinaba si poseía o no condiciones para ser profesor del Instituto.

-Para la Educación Cubana, ¿qué

significa el Pedagógico Varona?

En general, todos los pedagógicos son importantes y necesarios. Del momento en que estamos hablando, ellos hicieron frente, por primera vez en la historia educacional de la nación, a la formación profesional de los maestros de secundaria básica. Eso no se había hecho nunca. Es propiamente una obra de la Revolución.

-Como todos los maestros cubanos,

conoce la importancia del aprendizaje

para el desarrollo intelectual de las

personas, ¿qué cree de los programas

internacionalistas Yo sí puedo

y Yo sí puedo seguir?

Eso sí es extraordinariamente valioso, pues el mundo necesita quitarse las cadenas de la ignorancia. Esto solo se puede alcanzar por medio de la cooperación, y la máxima expresión de la misma la constituyen los métodos educacionales en otras regiones del planeta.

La importancia de la alfabetización radica en poder actuar de manera independiente y responsable, sin ser engañado, pues te guías por los conocimientos adquiridos y realizas un análisis profundo de las cosas. Pero, sobre todo, reside en la conciencia alcanzada de que no basta con aprender, sino continuar, porque está comprobado: quien no sistematiza los estudios, al poco tiempo regresa a su antigua condición, se le olvida todo lo aprendido.

-La educación cubana, con el triunfo

revolucionario en 1959, pasa a ser

gratuita para todos los ciudadanos.

Actualmente, ¿cuáles son las diferencias

existentes entre nuestro sistema

educacional y el de otras naciones?

No conozco el sistema educacional de ningún país, excepto el nuestro. Por esto me resulta complejo realizar una comparación, pero Cuba es el único con toda su población en edad escolar, es decir, entre los cinco y 16 años en un primer nivel, y en un segundo hasta un poco más de los 20. A cada uno los tenemos en instituciones. Ahí radica nuestro mayor logro. Oras regiones, no solo del Tercer Mundo sino también las desarrolladas, no poseen dichas características.

La Doctora, además de ser una reconocida educadora, incursiona en la radio y en la televisión. Es autora de libros como La Educación Superior en Cuba, En mitad de cien caminos y Testimonios de la Colección Obras y Apuntes de Camila Henríquez Ureña. Todos aportan enormes valores a la sociedad y al sector educacional. Hoy confiesa sus planes para el nuevo año, en materia de publicaciones venideras.

“Estoy inmersa en  una investigación sobre textos poco conocidos de la vida y obra de Dulce María Loynaz. Dicha indagación no la he concluido porque el local donde funciona la Academia Cubana de la Lengua está en restauración y no puedo consultar los archivos ni las actas antiguas. Esto será publicado o, al menos eso espero, durante el 2009.”

En su vida, la lectura ocupa un lugar cimero y entre su literatura preferida se encuentra la poesía y la narrativa. De los libros de cabecera cita los del Apóstol José Martí, los de Alejo Carpentier y los del colombiano Gabriel García Márquez. Con el propósito de concretar esa pasión, desde 1990, preside el Movimiento Amigos del Libro.

“En la lectura radica la base fundamental de la sabiduría. No se puede ser culto sin antes leer bastante. Lo he dicho en diversas ocasiones, la vida entera no alcanza para leer y aprender todo lo necesario. Es decisiva en aras de  alcanzar un alto nivel profesional en la especialidad ejercida y esto queda validado en la preparación del personal docente, el médico, el ingeniero, arquitecto…de todos. Se debe leer para  formar un lector común.

“Para ese lector asiduo que lo hace por entretenimiento, placer y disfrute de sus horas libres, la literatura constituye una de las tantas maneras de conocer el mundo y al ser humano. Como todos trabajamos en grupos, en especial, los educadores, necesitamos conocer al hombre en su sentido genérico, pues estamos en constante interacción con él. Nosotros somos quienes lo formamos, pero debemos saber sus características, lo cual solo se alcanza mediante la lectura.”

-El próximo 3 de julio (2009) el

Pedagógico Enrique José Varona

cumple 45 años de creado. Después

de tantos años alejada de los pasillos

y las aulas del Instituto, ¿qué

importancia le concede en su vida?

Considero que el tiempo en el Pedagógico es la etapa de creación más importante de mi existencia. Allí me convertí en maestra de futuros educadores. Realmente son inolvidables los años transcurridos en el Varona. Me fui no por gusto propio, sino por necesidad de la educación del país. No dudo en decirlo ni un solo segundo: hoy todavía estuviera impartiendo clases en él y lo haría con muchísimo placer.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Rostros del Varona, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario 45 de la casa de altos estudios pedagógicos.

FICHA TÉCNICA:

Objetivo central: Conocer  las experiencias de la Doctora María Dolores Ortiz durante el medio siglo de trabajo frente a las aulas, como fundadora y Profesora de Mérito del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona.

Objetivos colaterales: Indagar el por qué de su elección por la pedagogía.   Conocer la importancia que tiene para ella el Pedagógico Varona, al ser una de sus fundadoras y Profesora de Mérito. Saber su opinión sobre la evolución del proceso educacional cubano.

Tipo de entrevista:
Por los participantes: Individual.
Por su forma: Mixta.
Por su contenido: De personalidad.
Por el canal que se obtuvo: Vía directa.

Tipo de título: Genérico.
Tipo de entrada: Original.
Tipo de cuerpo: Mixto.
Tipo de preguntas: 1-De exploración; 2-Informativa; 3-Informativa; 4-De exploración; 5-Informativa; 6-Directa; 7-Informativa; 8-De opinión; 9-De opinión; 10-De opinión; 11-De exploración.
Tipo de conclusión: De opinión o comentario del entrevistado.

Fuentes consultadas: Doctora María Dolores Ortiz, entrevistada; Doctora Ivón Blanco, amiga y colega de la misma (fuentes directas).

UN MAPA HACIA LA FELICIDAD

UN MAPA HACIA LA FELICIDAD

El profesor Manuel Pérez Capote es un apasionado de la Geografía. Fundador del Pedagógico Varona, siente una gran responsabilidad por la formación de docentes.

Texto y foto:
JESÚS EUGENIO MUÑOZ MACHÍN,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana. 

“Los hombres crecen de manera
visible cuando enseñan,
cuando han hecho algún bien”.
José Martí       

El pasado 22 de diciembre le otorgaron al Doctor en Ciencias Pedagógicas Manuel Pérez Capote la categoría de Profesor Consultante, un premio a la constancia y la dedicación para quien ha consagrado 45 años de su vida a la docencia.

Fundador del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona (ISPEJV), merecedor de múltiples reconocimientos dentro de los que sobresale la Orden Félix Varela de Segundo Grado otorgada por el Consejo de Estado, autor de decenas de libros y cuadernos, este hombre pausado y modesto abre las puertas del corazón para referirse a su profesión.

A los 62 años no olvida cuál fue la raíz de su pasión por la Geografía: "Siempre me gustó la asignatura. Cuando era muchacho y se repartían tarjeticas en la escuela, tenía la tarea de dibujar todos los mapas".

-¿Y el magisterio cómo llega a su vida?

No pensaba dedicarme a la docencia, quería ser arquitecto. En 1963,  cuando cursaba el noveno grado en la secundaria básica Héroes del Corintia, en Wajay, realizaron un llamado debido a la necesidad de profesores y acepté.

Comencé el 5 de enero de 1964 en la Escuela de Educación de la Universidad de La Habana. Fue todo un reto, e incluso, las demás carreras nos veían como niños. En septiembre de ese propio año abrió las puertas el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona y nos trasladaron para allá.

-¿Qué representa para

usted ser fundador de

tan emblemático centro?

Dos cosas. Primero, una gran responsabilidad, y por otra parte crecer como persona. Me ha dado oportunidad de convertirme en un profesional en todo el sentido de la palabra.

Al referirse al papel del Instituto como rector de la educación pedagógica en Cuba, pone como ejemplo su especialidad: “Algunas maestrías en Geografía se extienden a toda la nación, y en la elaboración de software educativos, libros, mapas y otros materiales docentes, nuestro centro es el de mayores aportes. El resto de las sedes  ven al Varona como modelo”.

Dirigió diferentes programas docentes en función de investigaciones científicas en los planes de estudio B y C, estuvo en la comisión nacional de carreras universitarias y con el inicio en el año 2000 de la Tercera Revolución Educacional se multiplicaron sus aportes.

“Participé en varios cursos de Universidad para Todos, claros ejemplos de la cultura general integral que se ofrece al pueblo. También trabajamos en el programa de estudio, el software y el libro de texto del curso premédico.

“En la actualidad, de conjunto con la empresa Geocuba, encargada de los estudios cartográficos en el país, estamos confeccionando los mapas murales para las escuelas. Mi labor es un poco más científica y académica, una posición diferente a la de la época cuando empecé”.

-Algunas transformaciones a la

enseñanza durante la Tercera

Revolución Educacional han

tenido defensores y detractores.

A ocho años de su inicio,

¿cómo valora los resultados?

Nosotros hemos vivido un proceso de transformación constante en la educación. Esta última etapa ha dado sus frutos, aunque quizás no todo lo esperado.

Hay que tener en cuenta el difícil contexto histórico y social en que se ha llevado a cabo, principalmente en lo referido a la calidad de los estudiantes que ingresan a los Pedagógicos. Pero los que comenzamos jóvenes en esta labor y hoy peinamos canas tenemos mucha fe en el futuro y las nuevas generaciones.

Confesiones

A pesar de haber participado en la elaboración de libros de texto, tabloides para los cursos Universidad para Todos, cuadernos de actividades y artículos científicos, Manuel Pérez Capote revela: "Cuando comencé a escribir pensaba que lo más difícil sería hacer un libro; no obstante, lo más complejo fue terminar el primer artículo. Miraba como ejemplo los trabajos del resto de los compañeros y buscaba que los míos tuvieran cierto parecido. Luego comprendí que cada quien tiene su técnica al redactar y a partir de ese momento seguí una línea diferente".

La Medalla Pepito Tey es uno de los reconocimientos que avala su destacada labor, sin embargo, él encuentra la felicidad de forma más sencilla: "Mi mayor satisfacción es cuando muchachitos de secundaria dicen: 'Profe, vi su libro'. Quizás sean ellos quienes más los valoren. Los textos para el Pedagógico tienen mucho más valor científico, pero a veces pasan inadvertidos, como algo cotidiano. Me siento feliz desde el punto de vista espiritual”.

-Un estudiante lee un libro de aventuras

y conoce el autor, pero trabaja

sistemáticamente con textos

especializados y no sabe quien

los redactó. ¿Cómo afronta el hecho

de que su labor sea un tanto anónima?

Es muy difícil. Muchas personas no se imaginan cuánto cuesta hacer un libro, las horas de trabajo y de esfuerzo. En mi caso siempre estoy buscando lo nuevo, la actualización permanente. Siento que a veces no se le da un uso eficiente a los materiales que redacto.

El conocimiento nos pertenece

-Alcanzó el grado de Doctor en Ciencias

Pedagógicas con apenas 34 años y

recientemente lo reconocieron como

Profesor Consultante. ¿Cuánta

importancia concede a la superación?

Pienso que es permanente. Siempre le aconsejo a mi hijo y a los estudiantes no perder una oportunidad de aumentar su conocimiento porque es lo único que no te pueden quitar. Ese es el camino que he tratado de seguir, incluso antes de hacer el doctorado. Tengo el mérito de ser de los primeros en alcanzar ese grado académico en el Pedagógico, pero considero que después aprendí más.

En la mayoría de los casos uno valora todo esto cuando es más viejo y piensa en las cosas que dejó de hacer. Nunca creo que lo terminé todo y para mí siempre hay una vía hacia la superación, ya sea en pedagogía, historia, psicología o la propia geografía.

Entre 1995 y 2005 dirigió ocho programas de maestría didáctica y actualmente forma parte del comité académico de otras tres: Ciencias Naturales, Didáctica de las Humanidades y  Ciencias de la Educación, esta última se hizo extensiva a todos los municipios y Pérez Capote trabaja como profesor y miembro del tribunal en el municipio de Boyeros.

“Es de las tareas que más disfruto, me gusta mucho trabajar con la educación posgraduada porque los conocimientos impartidos tienen continuidad.

"En mi especialidad, hemos logrado que todos los profesores alcancen el título de Máster. La superación es un elemento básico de nuestro trabajo, así como la ayuda a los jóvenes al insertarlos en programas novedosos, darles la oportunidad de escribir artículos para libros y brindarles la posibilidad de lograr el grado académico. No creo que otra carrera lo haya alcanzado de esa manera".

-No solo aporta a la

educación en Cuba.

Tuve la oportunidad de participar en la misión Sucre. Fue una experiencia única. Mis colaboraciones en Brasil, Bolivia y Colombia fueron en universidades y este fue un trabajo permanente con personas que no tuvieron la posibilidad de terminar el bachillerato, ni acceder a la universidad.

Fue reconfortante contribuir a su superación. Algunos perdieron hasta diez años de estudio y teníamos que darles una formación para su posterior ingreso al nivel superior. Fue lindo cuando reconocían el papel de la asesoría cubana.

Cuando voy al extranjero trato de llevar la solidaridad, el humanismo y la sencillez del cubano. Incluso no pertenecía a la Misión Robinson e iba con mis compañeros a los lugares más intrincados a observar cómo vivían y pensaban los pobladores, porque como geógrafo al fin, me gusta la exploración no solo de la naturaleza, sino también del  mundo interior de los hombres.

Sembrar el futuro

-Maestro de maestros…

Considero que 45 años enseñando han servido para convertirme en Maestro de maestros. Son muchas las generaciones formadas y que me han hecho sentir su agradecimiento.

-Sin duda, usted deja una huella

en la educación cubana.

¿Se siente realizado?

Martí decía que un hombre se hace cuando tiene un hijo, escribe un libro y siembra un árbol, y en mi vida he logrado las tres aspiraciones. Además, estoy orgulloso de trabajar en el Instituto Varona y me siento en capacidad de seguir aportando un granito de arena para que la pedagogía y la educación en Cuba mejoren cada día. Hay quien me ataca y dice que no se puede vivir mucho con el espíritu, pero así soy y no creo que pueda cambiar”.

La sencillez de un hombre

No fue fácil lograr que hablara de su vida personal, porque la cualidad que más admira en los seres humanos, la modestia, es precisamente su mayor virtud.

Agradece a la Revolución por haberle dado la oportunidad de ser útil a la sociedad y a sus padres, “personas humildes, pobres, pero con buenos sentimientos” por educarlo con valores éticos y morales de los cuales hoy se enorgullece.

No le reprocha nada a la vida. Cada vez que el destino puso un obstáculo en su camino supo imponerse. Es de las personas que encuentra en el trabajo la mejor forma de alcanzar los sueños.

Su trayectoria sirve de guía y ejemplo a los jóvenes que comienzan a ejercer el magisterio, porque no hay duda de que constituye un mapa hacia la felicidad y la realización.

Las aulas del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona seguirán contando con la presencia del profesor Pérez Capote, y él continuará entregándose en cuerpo y alma a la profesión que tanto ama.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Rostros del Varona, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario 45 de la casa de altos estudios pedagógicos.

FICHA TÉCNICA:

Objetivo central: Conocer aspectos importantes de la vida del Doctor en Ciencias Pedagógicas Manuel Pérez Capote y cuán importante para él ha sido el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona. 

Objetivos colaterales: Conocer cómo llega al Instituto Varona, sus valoraciones sobre la Tercera Revolución Educacional, por qué escogió la Geografía, indagar acerca de su obra en estos 45 años. 

Tipo de entrevista:
Por los participantes: Individual.
Por su forma: Mixta.
Por su contenido: De personalidad.
Por el canal que se obtuvo: Encuentro directo.

Tipo de título: Llamativo.
Tipo de entrada: Directa o de presentación.
Tipo de cuerpo: Mixto.
Tipo de preguntas: Cerradas: 1, 2, 5, 6; De opinión: 3; Directa: 4.
Tipo de conclusión: De comentario del entrevistador.

Fuentes consultadas:
Directa: Entrevista con Manuel Pérez Capote.
Complementarias: Currículo del entrevistado.