EL GALLO QUE VIVE EN EL CIELO
YILIAN L. AZCUY IBÁÑEZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana
Foto: Kalo
Ficha técnica:
Tipo de título: Llamativo
Tipo de entrevista por contenido: De personalidad
Tipo de Cuerpo: Clásico
Tipo de entrada: De retrato
Tipo de conclusión: De opinión o comentario del entrevistado
Gallo, ¿tú vives en el cielo?, pregunta un niño ante la curiosa imagen del anciano. Este hombre de barba blanca y larga melena, que usa collares y pulsos y anda en compañía de un bastón decorado con diversas piezas, se ha convertido en un mago: transforma objetos inservibles en ingeniosas obras de arte. Con materiales y equipos hogareños obsequiados por sus vecinos y amistades o cualquier chatarra encontrada, convierte sartenes en sombreros, manubrios de bicicletas en extremidades de muñecos, y diversas e inverosímiles son las creaciones exhibidas en su jardín, en las paredes y parte del techo de su pequeño apartamento ubicado en Micro X, un barrio de la localidad de Alamar, al este de la Ciudad de la Habana.
El Jardín de los afectos, como denomina a este espacio, atesora más de 200 refranes o Gallificaciones; o sea, sus ocurrencias escritas a partir de refranes y proverbios ya existentes que motivan la cultura y el conocimiento. El soporte para escribir no es una dificultad: lo mismo en pedazos de latón que en pantallas de televisión.
A los 82 años de edad, Héctor Pascual Gallo Portieles se considera triunfador en la vida porque tiene una familia, la compañía de su esposa Emilia por más de 60 años y la obra, que está recogida en el libro Radiografía de Gallo, presentado en España en mayo del 2006.
¿Qué lo motivó a realizar sus invenciones?
Nací en Campo Florido cuando este pertenecía al municipio capitalino Guanabacoa donde aprendí a los 12 años el oficio de mecánico automotriz, el cual abandoné porque solamente existían allí tres vehículos automotores y mi necesidad económica era inmediata. Después aprendí tres oficios más: fui barbero, carpintero y panadero.
En noviembre de 1970 me vinculé al servicio exterior y en los primeros meses de 1977 realicé los exámenes de ingreso a la carrera de Periodismo. Con el primer semestre aprobado viajé a Argelia y a diversos países, graduándome en 1982 con 58 años. He visitado los cuatro continentes junto a Emilia, que para ese entonces era ya mi esposa, y guardo disímiles recuerdos que son imborrables. A su lado fui el primer funcionario cubano que llegó a Bolivia. A finales de los años 80 del siglo pasado me llegó el retiro laboral y me mudé para Alamar.
Yo amaba y amo mi trabajo, y quedé muy afectado con la jubilación, pero sin rendirme jamás. Comprendí que nunca es tarde para comenzar una vida nueva y decidí materializar mis ganas de vivir en esta obra que llamo El mundo de Gallo. La he hecho con pasión de enamorado, con todas las fuerzas de mi ser, adonde quiera que vaya, ella irá conmigo porque es mi interior que brota con una fuerza telúrica. Siempre he amado lo que hago y en mis sentimientos está la raíz de mi mundo. El amor a la vida y al arte fue lo que me permitió volver a empezar.
Soy barbero de oficio, periodista de profesión, soñador por naturaleza y optimista por convicción.
El por qué de su apariencia es una interrogante diaria en el barrio. ¿Se puede afirmar que la adquirió producto de la génesis de su obra?
No tiene nada que ver. Mi imagen yo no la busqué. Siempre he creído que quien busca una imagen termina disfrazado, quien la encuentra sin buscarla termina siendo un personaje. Yo, sin proponérmelo, me estaba convirtiendo en una pieza de mi obra, siento una identidad tan grande con el medio que me rodea como si fuera la extensión de mi ser, y con esta imagen me identifico más siendo parte de la obra que como el autor de las piezas que hay aquí.
La decoración de mi bastón es producto de la Biblia. Leyendo una vez un pasaje, en el que Cristo dota al bastón de un emisario de la capacidad de florecer, quise venerar a este noble auxilio del ser humano, colocándole tímidamente algunos adornos. Así llené otro y otro hasta hoy que tengo 44 bastones, adornados con castañuelas, campanillas, cascabeles, semillas de diferentes partes del mundo, amuletos y 711 espuelas de gallos cortesía de un vecino. El bastón original tiene colgado diversos colmillos de jabalí, cocodrilos, caimanes, así como los collares y pulsos que llevo, decorados además con pezuñas de animales.
La barba me la dejé crecer un día que Emilia me dijo: "Si no fuera porque me caen 10 años, no me pintaba más el pelo." Le dije: "¿Cuántos años me caen a mi si no me afeito más?" "10 también" -contestó. Ella no se pintó más el pelo, yo no me afeité más.
Me preguntaban una vez: Gallo ¿por qué eres así? Contesté como solía hacerlo el Caballero de París: "Soy así porque si no fuese de este modo, fuera un loco más."
¿La cubanía está presente en todo lo que hace?
La llevo en la sangre. Mi padre era personalmente amigo de Martí en Tampa, en Estados Unidos, y mi madre, víctima de la reconcentración de Weyler, fue la abanderada de la tropa mambisa que entró en Campo Florido. Ellos me enseñaron a cumplir y así lo he hecho durante 65 años de militancia ininterrumpida en el Partido Comunista. Tengo tantas condecoraciones que no he podido contarlas, pero las que más valoro son las de Girón, la Distinción por la Cultura Nacional y las de Donante Voluntario de Sangre. He merecido además el premio Artista del Barrio otorgado por la Coordinación Nacional de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), el premio Tierra y Libertad Pablo Naranjo Porras en la categoría internacional, y fui hermanado por el Consejo de Extremadura, España. Nunca he querido ser como las grandes figuras porque sé que no llego a esa talla, pero siempre he tratado de merecerlas. Cuba está en las Gallificaciones, en mis invenciones, en todo lo que hago. Mi obra es un ejemplo vivo de cubanía.
Usted es todo un acontecimiento para las personas que pasan por el jardín. ¿Nunca ha pensado convertirlo en una especie de museo donde se pueda entrar y apreciar mejor su obra?
Por supuesto, e incluso lo ofrecí al Ministerio del Turismo sin pedir nada a cambio, pero no he obtenido respuesta. Estaría satisfecho por el placer de contribuir humildemente a la economía del país.
En mayo de este año usted publicó el libro Radiografía de Gallo. ¿Qué recoge en él?
Hago un repaso a mi vida. Con este trabajo debuto como "dictador", porque no puedo hacer dos cosas a la vez, o pienso o escribo; decidí pensar y luego dictar. Posiblemente regresaré en abril a España para la publicación de una segunda edición. Además, estoy gestionando para que sea mostrado en la próxima Feria Internacional cubana del libro.
¿Qué ha representado Emilia en su vida?
A Emilia le debo mi obra. Ella es mi inspiración, mi musa, mi compañera por muchos e infinitos años. Ella es simplemente la vida misma.
¿Algún consejo para la generación actual?
Cuando tengan la razón guíense por ella, porque si no la pierden y así nace la locura. Las personas buenas son infinitamente superiores en volumen, en peso, en todo a quienes no lo son. Ellas son las que valen. Y sobre todas las cosas el consejo es: cumplir.
Incansable amante de la vida, fiel amigo y compañero, Gallo vive el presente minuto a minuto con una divisa: "No defraudar a los que en mi confían, reciprocar la mano extendida a pecho abierto, honrar los años vividos y merecer los que me faltan por vivir."
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