EL OTRO EXISTE
No me atraen demasiado las apologías post mortem. Quiero solo reproducir aquí uno de esos diálogos, siempre pequeños, que tuve con Guillermo en medio de nuestros respectivos ajetreos. Debo haber ido a verle para pedirle alguna ayuda, cosa frecuente, quizás el préstamo de un aula, y él me lanzó un piropo sobre las "Pesadillas", que en aquel momento estaba escribiendo para una columna de Trabajadores. Yo se lo devolví en el aire, más o menos en estos términos: "No vamos a caer en el autobombo mutuo de ciertos presentadores de la televisión, pero tú sí la estás haciendo bien; no sé si se darán cuenta, pero La Tecla nos está recordando a todos, a los periodistas y a los que no lo son, que el otro existe". No nos dijimos más. Pero a mi modo de ver ahí está tal vez lo más perdurable que nos deja el Guille. En tiempos de mensajes unidireccionales, él se empeñó en tocar al no-yo con sus ojos, sus manos y sus oídos. En tiempo de hablantes únicos, él le abrió un espacio de calidez humana a la voz de los demás. En tiempo de metadiscursos, él pensó en el mínimo discurso de la cotidianeidad y le hizo un pequeño nido a la individualidad, la angustia y la ternura. La moraleja está ahí para quien la quiera ver: eso, precisamente, era lo más revolucionario.
Julio García Luis
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