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Isla al Sur

LO QUE NOS QUEDA DE LA ROSA…

LO QUE NOS QUEDA DE LA ROSA…

CYNTHIA ÁLVAREZ,

estudiante de segundo año de Periodismo,

Facultad de Comunicación,

Universidad de La Habana.

Contradictoriamente a la frase con que termina la novela El nombre de la Rosa, escrita por Umberto Eco y llevada al cine por Jean-Jacques Annaud en 1986,  pudiéramos decir los que con ella nos hemos deleitado, que de la rosa nos queda mucho más que el nombre.

Recordamos la fascinante historia en la que se reconstruye con detalle la vida cotidiana en una abadía famosa por su impresionante biblioteca con estrictas normas de acceso y donde sus protagonistas, Adso de Melk  y Guillermo de Baskerville, investigan una serie de asesinatos que siguen la pauta de un pasaje del Apocalipsis.

Esta obra  desarrollada en la Baja Edad Media es un fiel reflejo de cómo todo tipo de actividad estaba mediatizada por el predominio de la fe sobre la razón, contribuyendo a la existencia de cierta parálisis intelectual.

La Iglesia como protagonista de acciones y mecanismos para la persuasión, regía la vida social y política de la época. Era sin duda un fuerte monopolio de la comunicación que usaba un estilo simple, de fácil comprensión y reproducción, para llegar a las masas analfabetas. La difusión de mensajes a las clases populares se basaba en la transmisión oral y la representación gráfica, fundamentalmente.

Esta es una época, tal y como se muestra en la novela, donde el pensamiento de las clases laicas se basaba en cánones implantados por la Iglesia; estas no tenían libertad de comunicar. Cualquier idea contraria a la del templo podía considerarse herejía. Para castigar estas ideas contrarias a las establecidas la Iglesia creó la Inquisición que se alzaba contra la imposición de ideas propias y se dedicó supuestamente, al saneamiento de la cultura. Además, quien defendiese a los herejes también lo condenaban como tal.

En el pasado, Guillermo de Baskerville había tenido problemas por haber absuelto a un hombre cuyo único delito había sido traducir un libro del griego, lo cual contradecía las sagradas escrituras.

Esta censura del conocimiento que emprendió la Iglesia se mostró en el ocultamiento de libros supuestamente prohibidos que iban en contra del dogma establecido. En la obra toda la trama se desenvuelve alrededor del libro de Aristóteles en el cual este defiende la risa. Probablemente una de las frases más impresionantes sea la que el benedictino Jorge plantea que las personas no pueden conocer de los beneficios de la risa, porque con esta "no hay temor y sin temor no hay fe; sin temor al diablo no  se necesita a Dios". Para la Iglesia era inconcebible aprobar que las personas pensaran diferente y permitir que otras ideas pusieran en peligro su hegemonía.

En El Nombre de la Rosa se muestra cómo las causas de las muertes, el envenenamiento provocado por los polvos que estaban en  las páginas del libro de Aristóteles, es otro de los mensajes de cómo los conocimientos que ponían en duda a la Iglesia podían representar la muerte para algunos.

Según explica el teórico de la comunicación Manuel Vázquez Montalbán, esta es una época donde existía una "precariedad instrumental para enfrentarse al conocimiento". Los sacerdotes, actores importantes de la comunicación, dominaban los soportes y el conocimiento de la escritura, la persuasión, la posibilidad y capacidad de informar y conformar, así como el conocimiento cultural. No obstante, solo accedían a temas que no contradijesen las doctrinas eclesiásticas. Además, eran los religiosos los que acumulaban y adaptaban la sabiduría antigua, siendo los responsables del subdesarrollo cultural de las clases populares.

Los monjes también copiaban y traducían libros. Los copistas monásticos realizaban su tarea en una habitación llamada scriptórium (escritorio). Seguramente, los soportes fundamentales empleados por los copistas de la película para plasmar sus textos fueron la vitela y el pergamino, materiales usados exclusivamente por los monjes.

La novela muestra entre los religiosos a los benedictinos, como quienes debían cumplir compromisos esenciales como la obediencia, la pobreza y el trabajo. Su labor intelectual fue bastante destacada, por cuanto diariamente consagraban dos horas a leer y escribir, siendo la base del saber medieval. Mientras, presenta a los franciscanos como predicadores  del ideal de pobreza y humildad.

Otro aspecto relevante de la obra es su funcionamiento a través de símbolos, tal como se evidencia en el personaje de Jorge, el benedictino más viejo de la abadía (dicen que Umberto Eco se inspiró en Jorge Luis Borges para su creación), que era ciego, conservador y cerrado a nuevas ideas, reflejo de la decadente Iglesia. Su ceguera trasmite el mensaje de cuán aislada se encontraba la iglesia de la situación del pueblo, y simboliza el apego irracional a la farsa en la escena final, por parte de esa institución, en la que la locura lo lleva a comerse las hojas de los libros. La Iglesia rechazaba todo uso de la razón, la búsqueda del conocimiento con el fin de mantener su poderío en la época.

Otro de los símbolos es la biblioteca-laberinto como forma de inaccesibilidad al saber.

También la muerte se ve simbolizada a lo largo de la historia.  Sobresale en la ambientación, los cuervos, la arquitectura, los silencios, las torturas, con lo que se busca infundir sufrimiento y miedo.

Pero probablemente el símbolo más enigmático sea el del propio título de la novela. La rosa está cargada de significados míticos, poéticos, estéticos, políticos, económicos y religiosos. Algunos son partidarios de que la rosa se asemeja a un laberinto por lo curvo de sus pétalos, otros y el que más interesante me parece, es el de interpretar la frase final del libro: De la rosa no nos queda sino el nombre, siendo la "rosa" una alusión a todo el acervo cultural y riqueza espiritual contenida en la biblioteca de la abadía que pereció para siempre en el incendio, quedando solo su recuerdo.  No obstante, la rosa aparece constantemente generando confusión y manteniéndonos en la búsqueda de su verdadero significado.

Otro tema que trata la obra es el trato de la mujer en la Edad Media. Las féminas eran reprimidas y desmeritadas. Dos extremos diferentes sobresalen; el de la Virgen María, símbolo de pureza, y en oposición el de la campesina, acusada de hereje, incitadora al pecado. En la época, la mujer era vista cómo mero animal reproductor que permitía el mantenimiento de la especie. En el filme se culpa a la joven de las muertes a partir de la escasa evidencia de haberla encontrado robando gatos negros y gallinas muertas (símbolo de brujería) para alimentarse.

En una ocasión el propio Baskerville, indudablemente alejado de los prejuicios de la Iglesia, confiesa no conocer el amor de una mujer, y solo el culto al conocimiento, e interpreta que el chico ha confundido el amor que decía profesar por la campesina, con lujuria.

Además, de todas las características anteriores la novela contiene también valor histórico, puesto que refleja las características económicas, políticas y sociales del Medioevo, época en la que la Iglesia tenía el poder y los campesinos vivían en extrema pobreza, estos últimos eran explotados mediante el diezmo.

Pero quizás lo más apasionante de El nombre de la Rosa sea que durante el transcurso de la película el espectador descubre al mismo tiempo que Guillermo y Adso los misterios que se esconden tras las paredes de la abadía. En todo momento el público se sorprende pendiente de una historia que lo cautiva, llenándolo de preguntas y a partir de una ilación de hechos sorpresivos que le proporcionan entretenimiento, conmoción, y lo más importante, conocimientos.

La adaptación cinematográfica estuvo bien lograda a mi parecer, teniendo en cuenta lo complejo de llevar al séptimo arte una novela con tantas referencias filosóficas y literarias y en la que originalmente Umberto Eco reproducía muchas frases al latín.

Además, se percibe una excepcional verosimilitud con la época, lograda a partir de la ambientación, vestuario y escenografía, todas en fiel correspondencia con la novela. El director logra también la ambientación adecuada a partir del uso de citas en latín y la reconstrucción de la vida en el monasterio.

Y por si fuera poco, la originalidad de la novela no termina ahí. Sus personajes Adso de Melk y Guillermo de Baskerville son comparados con Watson y Sherlock Colmes, respectivamente, demostrando lo acertado de una historia hasta cierto punto detectivesca.

Bibliografía:                                 

Portal, Raysa: "Comunicación y sociedad. Selección de lecturas". Signos y símbolos. Félix Varela. Cuba, La Habana, 2003.

Vázquez Montalbán, Manuel: "Historia y comunicación social". Felix Varela, Cuba, 2002.

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