Blogia
Isla al Sur

DE CONTADOR DE CUENTAS A CONTADOR DE CUENTOS

DE CONTADOR DE CUENTAS A CONTADOR DE CUENTOS

Dialogar con el profesor Eduardo Cairo Valcárcel, de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, es como hacerlo con un amigo de toda la vida.

DAINERYS MACHADO VENTO,

estudiante de cuarto año de Periodismo,

Facultad de Comunicación,

Universidad de La Habana.

Foto: REYNIER DEL CALVO MATO

"Nací en Ciudad de La Habana, 1941, en el reparto Villa Elena, Guanabacoa, y lo que más recuerdo de mi niñez es la escuela primaria. Se llamaba Lancha, y estaba en la calle Rafael de Cárdenas, entre Amenidad y Desamparados.

"El día en que triunfó la Revolución estaba en mi casa, con la familia, y escuchamos el anuncio de que se había ido el presidente, el tirano Batista, y la noticia conmovió al barrio...y a toda Cuba. Fue un motivo de enorme satisfacción, y surgió la esperanza de que venía la transformación, de que venía la paz, la tranquilidad. Realmente guardo en la memoria ese día con una alegría enorme: todo el mundo salió para la calle, todo el mundo se felicitaba; la agitación que se había producido en aquel momento causaba alegría.

"En esos primeros años para la inmensa mayoría del pueblo no hubo ningún momento de incertidumbre, al contrario: creció la utopía de la libertad, del desarrollo, de la equidad. Fueron años de ensoñaciones  que todavía muchos conservamos, sobre todo por la fe que tenemos en el proyecto social".

Dialogar con el profesor Eduardo Cairo Valcárcel es como hacerlo con un amigo de toda la vida. Diáfano de palabras, su conversación recorre anécdotas pasadas, leyendas, cuentos simpáticos e historias presentes con la naturalidad de la que se apropian los que ejercen a diario el arte de la comunicación.

"Cuando terminé mis primeros estudios empecé Contabilidad en la Escuela de Comercio de Guanabacoa, y después seguí en la de la Víbora. Entré en la Facultad de Economía de la Universidad en el año 1963, ó 64, no recuerdo exactamente.

"Para entonces hubo un cambio en la política económica del país y se transformaron las organizaciones de las estructuras económicas: la Facultad de Economía se redujo enormemente. Muchos tuvimos que cambiarnos para otras carreras. Elegí Psicología para continuar estudios porque siempre me ha gustado investigar sobre el comportamiento del hombre, bueno, del hombre o de la mujer...de las personas; aunque también me gustan mucho las Matemáticas, por eso imparto Metodología de la Investigación, aunque practico la psicología, y dentro de ella la neuropsicología.

"A esa especialización llegué porque al graduarme en Cuba, en la orientación de psicología clínica, trabajé unos años en la Facultad y después fui a estudiar a la antigua Unión Soviética. En Moscú obtuve el título de Doctor en Ciencias Psicológicas, en la especialidad de Neuropsicología, eso fue en el año 1979".

Apoya sus palabras con el golpe continuo de su mano derecha sobre la mesa alrededor de la cual estamos sentados. Cuando el profesor Cairo habla, se desborda, a través de sus ojos, una inefable admiración por la profesión que practica.  

"Creo que la principal diferencia entre la Universidad de los años de la década del 60 del pasado siglo, en la que estudié, y la del presente es que, en aquel entonces, éramos muchas gente, y hoy es el pueblo entero. ¿Por qué el pueblo entero?, porque antes, cuando se hablaba en la Universidad, se decía que en ella estudiaban muchas personas, sobre todo muchos jóvenes, quienes pudieron hacer estudios superiores gracias al triunfo de la Revolución; pero hoy es un pueblo, porque hay una Universidad en cada uno de los 169 municipios.

"Yo participo directamente en los trabajos de esas sedes, y siento mucho regocijo por la labor que en ellas se realiza. Realmente estoy muy esperanzado, estoy convencido de que la de hoy es la Universidad que nos corresponde desarrollar, y es la que deberían desarrollar la inmensa mayoría de los pueblos. Es la alternativa, la única  factible para dar a la gente lo que requiere y vivir una vida más plena.

"Entre los jóvenes la diferencia que veo es que la amplitud y profundidad de los conocimientos que tienen en el presente no son los que, al menos yo, tenía cuando ingresé en la Universidad. ¡Ah!, ¿que algunas veces los profesores nos quejamos de que tienen deficiencias o insuficiencias?, es cierto. Yo digo: "¡qué bueno!", porque lo que nosotros queremos es alcanzar cada vez un mayor nivel. Los  que fueron alumnos míos el año pasado vienen y me preguntan: "Bueno, profesor, ¿qué le está pidiendo a los muchachos este curso?", y yo les digo: "Ni se lo imaginan: muchísimo más". Ahora les puede parecer mucho, pero cada año trato de darles más información, mejor información y con más experiencia, sacada de la propia y de la misma que me ofrecen los muchachos".

Preguntar por el profesor Cairo en la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana es tener la certeza de hallar rápido su paradero: no hay estudiante de pregrado, maestrante, docente o trabajador administrativo que no lo conozca. Y acaso en la admiración que le profesan por la excelencia de su trabajo, no encuentren ni la más mínima pista de que un día su camino parecía bien diferente al que vive hace más de 35 años.

"Siempre ha existido la opción de cambiar de una carrera universitaria a otra, siempre hubiera sido posible un cambio, y aunque tal vez no hubiese abandonado la Facultad de Economía, creo que mi interés por el comportamiento de las personas lo he materializado mucho más en esta carrera; pero mis amistades más cercanas, sobre todo mi familia, saben que sigo siendo contador...me encanta la economía, y para suerte mía, mi esposa, Miriam, es contadora-con ella estudié en la Escuela de Comercio hace más de 40 años-; uno de mis dos hijos también es contador. A veces les digo, en broma, que antes era contador de cuentas y ahora, como soy psicólogo, soy contador de cuentos. Entonces mi hijo me dice: "¿Cómo dices eso, papá?", y le digo: "Porque las personas dicen que los psicólogos siempre estamos dando consejos, conversando, pues yo parafraseo eso".

"Pero me sigo sintiendo contador en cualquier lugar que vaya, y también porque me honra mucho haber tenido la experiencia de participar en el trabajo de las primeras empresas revolucionarias, de los años iniciales del proceso.

"Aunque siempre tuve una aspiración: el trabajo de la docencia. Pero la docencia como la practicamos en Cuba, porque se da la posibilidad al profesor, y además se le exige, que imparta clases como parte obligatoria de su trabajo, y también debe investigar y prepararse para brindar servicios acordes con su especialidad. Eso me fascina, y gracias a ello me sigo sintiendo estudiante.

"Desearía tener más energía para estudiar más, es imprescindible. No es una valoración subjetiva aquella que dice que el desarrollo de la ciencia avanza vertiginosamente: se pueden solucionar algunos problemas con los conocimientos adquiridos, pero cada vez son más los problemas nuevos que surgen para los cuales no se está totalmente preparado. El peligro del analfabetismo funcional existe, no es que surja un completo analfabeto, pero sí un discapacitado para enfrentar las nuevas tareas, y el ejemplo más claro está en la constante actualización de las nuevas tecnologías.

"Que exista una gran cantidad de conocimientos sobre diversos temas, impide que un hombre solo pueda hacerlo todo, el trabajo en equipo determina el progreso. ¡Ah!, y, por supuesto, la persistencia y la insistencia que cada persona debe tener, como cuenta la historia en la que le preguntan a un destacadísimo inventor: "¿Usted va a insistir en resolver ese problema, si ya ha hecho mil intentos y no lo ha logrado?", y él contestó: "Pero ya sé mil formas distintas de cómo no se hace".

"Por la necesidad de mantener esa dialéctica soy de los que piensan que es imprescindible que nuestra profesión sea constantemente renovada por nuevas graduaciones. Solo el conocimiento no es suficiente para llevar a cabo cualquier obra, hace falta también la emoción. Estoy a favor de que cada vez sean más los jóvenes que se incorporen al claustro, para que se vaya produciendo un cambio paulatino, para que se combinen la experiencia, de los mayores, y la energía propia de la juventud. Esa es otra de las razones por la que me siento tan contento con la educación a distancia, porque creo que desempeña un papel trascendental en la formación de la juventud.

"Como la creación de sedes universitarias no había visto una transformación tan grande en el campo de la educación desde la primera y más importante, que fue el proceso de alfabetización.

"A veces escuchas que alguien dice: "Pero es que hay profesores que son demasiado jóvenes para enfrentar la tarea universitaria", y tenemos que contestarle: "¿Y cuando tenías 14 años y te fuiste a alfabetizar?". O cuando alguno de nosotros fuimos miembros de la dirección de la escuela y no éramos egresados todavía: yo fui subdirector de beca de esta institución, y era estudiante. Entonces, cuál es la dificultad, si hoy el nivel cultural es mucho más alto, ¡¿qué hay insuficiencias?!, ¡qué bueno!, son las que avalan la necesidad imperiosa de seguir trabajando por alcanzar nuevos estadíos.

Cuando necesita "hacer cosas" se "esconde" en el Laboratorio de Neuropsicología, donde el silencio es absoluto y una inmensa puerta cerrada frena el paso de las visitas ante la posibilidad de que un toque indiscreto interrumpa un trabajo importante. Un pequeño cerebro, en un gran frasco de formol, delata la materia prima de su especialidad; mientras las paredes y meseta, recubiertas de losas blancas, no muy viejas, ni muy nuevas, narran en silencio la historia del hombre que las vive. 

"En la familia el cariño es muy importante, tanto como el apoyo que se den sus miembro: no tuve unos padres lo suficientemente letrados como para que me dieran la ayuda, digamos profesional, que pudiera haber requerido, pero mi mamá me decía: "Vamos a hacer la tarea, ¿cuál es el problema?...revísala bien", había una disposición de compartir ese momento conmigo y eso me causó una grata experiencia.

"Es lo que trato también de continuar, sobre todo ahora con los nietos, que soy más maduro. A veces traen planteamientos con los que me deslumbro, sobre todo con uno de los nietos que viene y me dice: "Abuelo, pero tengo que entregar la tarea, tienes que ver esto y aquello", y yo le pregunto: "¿Pero quién tiene la tarea, yo o tú?", y después le digo: "Bueno, vamos a hacerla, vamos a trabajar en eso". Así se fortalece la relación, el afecto, los sentimientos mutuos.

"Hasta ahora soy el único psicólogo de la familia, y me dicen en broma que conmigo es suficiente.

"¿Qué cuál ha sido hasta ahora el mayor reconocimiento profesional que he recibido? Realmente me sorprendió muchísimo que me otorgaran, en diciembre de 2007, el Premio "280 Aniversario de La Universidad de La Habana". A mi juicio, en esta Facultad hay muchísimos profesores que tienen más méritos que yo en la labor que realizan. He aprendido de muchos de ellos y he tomado ejemplos de algunos que son contemporáneos; sin embargo, siento que he sido depositario de un premio importantísimo: de todos los reconocimientos que he recibido, es el que más trascendencia tiene para mi, porque me fue otorgado solamente según el criterio de los estudiantes de la Facultad.

"Creo que el más enriquecedor de todos los trabajos es el que se hace con los estudiantes, aunque nunca he estado desligado del ejercicio profesional. En la Facultad de Psicología llevo casi 40 años...40 años viniendo al mismo lugar, haciendo todos los días lo mismo; pero siempre con una emoción distinta, porque las cosas cambian. Porque cuando los alumnos cambian todo se renueva.

"En el trabajo, como profesor, la distancia y el respeto no son incongruentes, porque el respeto se gana con el actuar y no con la distancia que se imponga al estudiante. La relación es importante cuando se quieren lograr avances en cualquier sentido, y tiene que ser congruente con el contexto donde se encuentren las personas".

Se percibe el fin de la entrevista. Solo entonces toma con una mano la agenda negra, repleta de papeles, en la que el uso diario ha impreso el desgaste que impide leer el año al que pertenece. "Gracias, profe". Stop. La conversación continúa más allá de lo que recoge la cinta del microcasete de la grabadora. En espera: una reunión con los maestrantes, un almuerzo, una actividad en el Aula Magna. "Gracias a ustedes". La última anécdota provoca sonrisas.

"Nunca he ido al psicólogo, adonde sí me llevaron muchas veces fue a la Dirección cuando estudiaba en la Primaria, ¡era intranquilooooo!, menos mal que en sexto grado me apacigüé un poco".

En sus ojos se perciben otras mil historias por contar.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.

0 comentarios