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Isla al Sur

EL DEBER EN EL GENERALÍSIMO

EL DEBER EN EL GENERALÍSIMO

Máximo Gómez. Utopía y realidad de una República, del investigador Yoel Cordoví, fue Premio de Monografía Histórica del Concurso Julio 2001.

IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ 

Quizás Yoel Cordoví no tuvo dimensión exacta del texto que preparaba cuando escribía su tesis de maestría en la Facultad de Historia de la Universidad de La Habana. Pero hela aquí, con ampliaciones, en Máximo Gómez. Utopía y realidad de una República, ya libro de la Editora Política que se muestra como un fresco del devenir del primer guerrillero de América.

Son 258 páginas que nos acercan a un hombre entre dos mundos, su personalidad, influencias que le perfilaron, posición ante los Estados Unidos y frente a los partidos políticos. Tal puede ser el resumen brevísimo de este texto de valor inapreciable para los estudiosos de Gómez, de ese cubano-dominicano que al morir solo llevaba como insignias el escudo y la estrella de la Bandera cubana.

En toda la obra, Cordoví enfatiza más de una vez en los principios éticos y el humanismo del Generalísimo, cautivado por desentrañar las claves que integraron al jefe militar austero, ríspido, capaz de castigar por igual a oficiales y a soldados, y a sí mismo, ante un error. Junto a esa recia personalidad, el padre amantísimo, el consejero de la más pura moral, el hombre que se unió a Manana, el que escribió bellas misivas. Y también, el que vivió en la mayor humildad, vio morir a los hijos enfermos de "parásitos" y, aún así, no permitió dineros que no fueran dados por la rectitud del trabajo.

Máximo Gómez, nos dice desde esas páginas el investigador del Instituto de Historia de Cuba, parte de sí mismo, de su concepción del deber que lo nutre para entregarse a lo que él considera las razones de su existencia: "La familia, la sociedad y mis hermanos los hombres".

En ese singular ser humano "no hay nada más allá que no sea desprendimiento total, un afán de luchar por la libertad y el progreso de los pueblos y por la satisfacción de los intereses de los grupos y sectores preteridos de la sociedad". La esencia de sus postulados éticos radica, entonces, en su humanismo, y en ese contexto define sus proyecciones.

El deber es palabra sagrada para el Generalísimo y no escatima consejos para que se propague tal actitud ante la vida. Hay una cita reveladora: "...Sé tu dueño de ti mismo. Cumple, como debes cumplir. Haz todo el esfuerzo necesario... aun más que el necesario. Olvídate de ti, sobre todo olvídate de ese miserable pedazo de carne y hueso que es tu ser físico, y luego que vengan las responsabilidades". A los hijos les enseñó que "la mejor de todas las religiones es la del deber".

Es más, la visión de la muerte queda establecida en este militar a partir de su propio concepto de la vida, en el que ineludiblemente está presente el sentido del deber que lo acompaña siempre: "La muerte de un hombre, en realidad, no es nada sorprendente ni poco ni mucho sensible a no ser por la falta que hace a la sociedad, a quien se debe, y por el recuerdo amado de sus virtudes y hombría de bien que deja entre los suyos con su eterna ausencia".

En cada palabra de Cordoví hay una recreación de la personalidad de Gómez. No es el historiador de apuntes fríos, de hechos. Es un hombre que habla sobre otro hombre admirado, sin que le cieguen posturas románticas, sin que las contradicciones de Gómez no las analice desde muchas aristas que le permiten respetar el tiempo del guerrero y las circunstancias en las que se desarrolló. Y lo más importante, con tino deja que sea el propio Gómez el protagonista que se devela a sí mismo una y otra vez.

Léase esta cita: "Jamás aunque ande como ando, con los fondillos remendados tomaré parte en evoluciones ni en política de partidos, sino en Revoluciones de principios e ideas que cambien cosas y hombres viejos y malas por cosas y hombres buenos y nuevas"(sic).

Yoel Cordoví, merecedor de la Distinción Por la Cultura Nacional, ha expresado: "En Máximo Gómez hay un conjunto de valores morales y de principios éticos que están en la base de su pensamiento político iniciado en los campos banilejos (de Baní, República Dominicana) y del que no se puede desconocer la influencia que en él ejercieron sus padres, Andrés Gómez y Clemencia Báez. Indudablemente, ahí podemos hallar pautas formativas de su personalidad, de su desinterés material y desprendimiento total".

La edición de Máximo Gómez. Utopía y realidad de una República, Premio de Monografía Histórica del Concurso Julio 2001, ha estado dirigida básicamente a estudiantes, profesores e investigadores. Pero de este libro de abundante referencia sobre un hombre paradigmático y su relación con la sociedad, el espacio y el tiempo, quisiéramos muchos ser dueños.

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