LAS SECUELAS DE UN BOCADO
DAYANA LITZ,
desde Ecuador,
cortesía para Isla al Sur.
Aún cuando la mordedura de la manzana en la génesis bíblica de la vida hizo que Eva y Adán trascendieran históricamente en la humanidad, actualmente el deseo por devorarla si hoy existiera una fruta semejante con esos poderes y el camino hacia un cierto "desliz" por parte de las mujeres, continúa asociándose con la marcada subordinación e invisibilización de la mujer en los espacios públicos y/o privados.
La historia da cuenta de los hechos pero aún persiste en la sociedad una determinada representación social, cuyo núcleo figurativo está expenso a cambios provechosos para el sexo femenino teniendo en cuenta que la sociedad en su conjunto es resistente a los cambios pero ya existen ocupaciones y preocupaciones entorno a lograr una cierta equidad dentro de la real diferencia.
Los discursos estereotipados manejados en los más disímiles ámbitos varían con el curso de los años pero desde la propia creación de la humanidad vista por la mira histórica y religiosa, la mujer se ha visto dependiente a las consideraciones de los hombres.
En los años ’70 el concepto de género resultó revolucionario puesto que ayudó a ver que la situación de discriminación de las mujeres no era "natural", sino una construcción cultural y que los roles asignados a mujeres y hombres así como las valoraciones sociales que se hacen varían en el tiempo.
Actualmente los seres humanos se encuentran ante un nuevo paradigma cultural sustentado en la alternativa de lograr la complementariedad real y social de las categorías de género, lo cual surge de dos principios filosóficos cuya materia es a la vez histórica y simbólica: la diversidad humana y la paridad de diferentes.
Durante siglos la sociedad ha estructurado el poder en virtud de la diferencia de sexos, y este concepto encubierto o no con marcado prejuicio discriminatorio en las asignaciones de roles, se refuerza desde el mismo nacimiento, en la familia, en la escuela primaria, en los juegos infantiles y luego en la sociedad.
Establecer roles entre ambos géneros masculino/femenino es determinar un conjunto coherente de actividades realizadas por los sujetos en la sociedad que están estructurados por normas jurídicas, sociales, éticas y tradicionales. Forman entonces una unidad de comportamiento en todos los roles a los cuales organizan actividades ajustadas de acuerdo con el espacio donde establecen tareas claramente diferenciadas como las laborales, domésticas, familiares y de moralidad.
El género se ha convertido en una categoría de análisis definida por estudiosos del tema desde las más diversas disciplinas; aunque todos tienen como elemento común la diferenciación entre el término de sexo biológico del género propiamente dicho que se puede calificar como un "sexo social" y afirman que es el resultado de una construcción claramente social.
Estos son términos manejados también por Tim O´Sullivan, quien añade que es también un producto de la cultura para establecer qué es lo propio del varón y de la mujer, y que se aprende mediante el proceso de socialización. (O´Sullivan, Tim, 1996)
Por su parte, Scott posee unos aportes significativos por su visión de trascender el concepto de género como constitutivo de todas las relaciones sociales introduciendo la corporeidad en la acción social. De ahí que lo establece como una construcción social compleja, considerándolo como relación social conflictiva. Abre también la posibilidad de comprender el dinamismo de su analogía social, capaz de cambiar y generar transformaciones en todos los ámbitos de la sociedad.
Scott descifra la definición de género como una categoría analítica, pero aún más es un vocablo que no nombra a un bando determinado. ¿Qué puede suceder entonces? Existen quienes asocian género con "mujer" pero es que desde el punto de vista analítico han sido ellas las que iniciaron una redefinición de los patrones existentes en la sociedad a partir de sus luchas por ocupar los espacios que le corresponden por naturaleza.
Por tanto género no es una terminología inventada o defendida por las feministas para ocupar espacios.
Género se emplea para designar las relaciones sociales entre la mujer y el hombre pero también da cuenta de una construcción cultural que va más allá de discernir entre las características sexuales de cada individuo pues su esencia radica en la subjetividad de concebir una cierta identidad para cada uno.
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