MUCHA ROÑA, MUCHA BRONCA
Queridos amigos, hubiera querido escribirles por separado a cada uno, como acostumbro a hacer, y porque no me gusta escribir correos masivos. Si lo hago ahora, es por las circunstancias por las que atraviesa mi país en estos momentos, después de los duros ciclones que lo azotaron casi a un mismo tiempo los dos y por las noticias que he leído al respecto, y la angustia y preocupación que todo ello nos ha generado a Irina y a mí. Todo lo que sabemos es por lo que nos hemos enterado a través de los reportes de agencia y periódicos: Granma, Juventud Rebelde, El Nuevo Herald, etc. Ha sido duro. Es duro. Es durísimo. Es muy jodido para un país como el nuestro que en apenas una semana, lluvias y vientos destrozan siembras, barren pueblos, dejan sin viviendas a miles de personas. Es triste además. Y da mucha roña, mucha bronca. Genera una frustración ante la cual nada se puede hacer salvo confiar en ese optimismo que nos caracteriza a los cubanos -chovinismos aparte- para enfrentar estos duros momentos, como lo hemos hecho con otros. Por cada cubano que ha perdido sus propiedades, por muy exiguas que estas hayan sido, es un dolor que se nos clava en el pecho. Desde hace muchos, muchos años, los cubanos hemos vivido con pocos bienes materiales. Entrar a razonar ahora por qué, analizar causas, sería innecesario, hasta absurdo. NI siquiera pudiera salvarse de lo que, entre nosotros, muy acertadamente, hemos denominado muela, o teque. El haber carecido de "esos bienes materiales" que otros en otros países han "disfrutado", nos ha convertido en especimenes raros en un mundo regido por el consumo desenfrenado, el consumo por el consumo. ¿Hemos sido así mejores o peores? No lo sé. Hemos sido lo que somos. No les miento si les digo que Cuba, los cubanos, nosotros los cubanos, despertamos fuera de nuestro país más simpatías que muchos otros pueblos. Incluso entre muchos que, ni por asomo, comparten la ideología socialista. Simpatía por "el cubano": El cubano de a pie, socialista o no, Revolucionario o no. Hemos sufrido, pero no hemos hecho del sufrimiento un modus vivendus, todo lo contrario: hemos sido a toda costa felices. O alegres. O contentos. Sé que nos sobrepondremos de esta mala racha, de este enseñamiento de la naturaleza. Y seguiremos echando palante. Otra no nos queda. Ustedes, como yo, saben que no tenemos vocación de suicidas. Irina y yo les enviamos nuestro abrazo desde nuestros corazones.
Tomás Barceló,
cortesía para Isla al Sur.
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