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Isla al Sur

“MIENTRAS HAYA ESTUDIANTES ME QUEDAN COSAS POR HACER”

“MIENTRAS HAYA ESTUDIANTES ME QUEDAN COSAS POR HACER”

Juan Triana Cordoví ofrece sus opiniones acerca de la Universidad actual y la situación de la economía cubana.

MICHEL ORTEGA DE ARMAS,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Después de una mañana esperando en el Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC), apareció por fin el profesor Juan Triana Cordoví. Su forma de ser sencilla no revela al profesional con tantos títulos, licenciado en Economía, doctor en Ciencias Económicas, master en Estudios Cubanos y Latinoamericanos, graduado de un curso de Políticas de planificación y desarrollo agrícola de las Naciones Unidas y Profesor Titular de la institución en la que labora.

-¿Le ha reportado beneficios haberse convertido en profesor universitario?

Sobre todo me ha reportado mucha satisfacción personal el estar en contacto con la juventud, aprender de ella, formar personas, compartir el conocimiento que he adquirido; yo creo que esa es la mayor satisfacción que puede aportar el convertirse en profesor.

-Con los cambios que han ocurrido en la enseñanza, ¿cómo percibe la Universidad cubana en la actualidad?

En realidad, los últimos cambios ocurridos en la enseñanza universitaria, a mi juicio, son trascendentales, porque permiten expandir y masificar aún más la enseñanza superior y a la vez difundir un grupo de carreras importantes. Cuba ya antes de esa masificación tenía una alta tasa de graduados universitarios por habitante, la generalización de los estudios cumple, además, un propósito social que no debe desconocerse.
 
Sin embargo, Cuba debe cuidar la calidad de su enseñanza superior, también tiene que resolver problemas que son realmente contradictorios y tienen que ver con las diferentes vías de acceso a ella. Estudiantes que son muy buenos en el preuniversitario pueden quedar prácticamente privados de acceder a los cursos diurnos de la Universidad, mientras otros, con menor desempeño por muy diversas causas personales y sociales, se ven favorecidos en su entrada por disímiles vías.

Esa es una contradicción que existe hoy, que en cierta medida es lógica, pero es real y de alguna manera tenemos que resolver; en mi opinión, el otro problema grave que tiene la educación superior es que no recibe todos los recursos que debe para mantener altos niveles de calidad. Estamos celebrando el aniversario 280  de la Universidad de La Habana y, sin embargo, tres facultades no están en sus sedes originales por problemas constructivos en los edificios, eso es lamentable.

-¿Cuál considera usted que es el mayor logro de la Educación Superior cubana?

Yo creo que el mérito más grande que tiene la Educación Superior es haber resistido un período de crisis tan fuerte como el de los años 90 del siglo pasado, fundamentalmente por el esfuerzo de sus profesores y de sus trabajadores.

Fue una verdadera heroicidad haber mantenido el servicio de la docencia y la investigación y conservar la Universidad no solo abierta, sino con niveles muy dignos, lo cual solo se puede explicar por la capacidad, el esfuerzo, la voluntad y la dedicación de todos los que la integran.

-¿Y el desarrollo de su especialidad?

La especialidad de Economía ha sufrido diversas etapas en su desarrollo, de hecho, hubo un momento en que en Cuba se cerraron los estudios económicos; después se abrieron y comenzó a impartirse un programa bastante común de Economía, el cual posteriormente se fue identificando más con los contenidos que se impartían en las universidades soviéticas.

A mediados de los años 80 el programa cambió para dar respuesta a las necesidades del país de insertarse a una economía de mercado que prevalece en el mundo.

Hoy yo pienso que nuestros graduados tienen una formación bastante buena, con un programa que hay que mejorar sin lugar a dudas, pero que cumple con una serie de requisitos promedio para cualquier universidad en el mundo, y que, lógicamente hay necesidades de transformar y de perfeccionar.

Creo que es una virtud de hoy el que tengamos un programa que al menos ofrece un grupo de herramientas, tanto ideológicas, políticas como técnicas y teóricas a nuestros estudiantes; y también, es un logro el no haber abandonado la enseñanza de la economía política marxista, el enfoque marxista de la economía en los tiempos en que prácticamente nadie creía en él.

-¿Cuál es su opinión acerca del comportamiento de la Economía Cubana en estos momentos?

Pienso que es un comportamiento un poco dicotómico; por una parte, a escala macroeconómica la economía muestra comportamientos muy buenos, con tasas de crecimiento altas, de más del 6,5% promedio anual en los últimos siete años, pero a la vez, lamentablemente, ese crecimiento no se traduce en una mejoría sustancial de los niveles de vida de la población, por lo tanto, eso hace que la percepción que tiene la mayoría de las personas acerca del desempeño de la economía nacional no sea la mejor posible.

Si a eso añadimos que estamos sometidos a un fuerte ajuste debido a la crisis y a presiones externas, fundamentalmente el bloqueo, pues obviamente, yo diría que cualquier apreciación debe hacerse desde diferentes ángulos. La economía nacional tiene que mejorar mucho, sin lugar a dudas hay todavía grandes espacios de ineficiencia, tenemos grandes desequilibrios.

-¿Trabaja en proyectos inmediatos?

Estoy trabajando en varios; uno de investigación sobre economía del conocimiento en Cuba, otro sobre coyuntura de la economía cubana. También, un trabajo sobre desarrollo local en la Isla de la Juventud, y sobre una maestría en la Facultad de Economía, entre varios propósitos.

-¿Cuál considera que es su mayor logro profesional?

El que a mis alumnos les gusten mis clases, que puedan aprender conmigo y pensar por sí mismos.

-¿Impartir clases limita el tiempo con su familia? 

Bueno, en general hay períodos de la vida en los que hay que decidir dedicar más tiempo a una cosa o a otra. Los inicios en realidad fueron los momentos más difíciles, pues coincidió con la expansión de la Educación Superior a los cursos para trabajadores. En esas circunstancias los jóvenes teníamos que trabajar entre 30 y 36 horas de docencia a la semana, de lunes a domingo, porque una parte de los cursos se impartían sábados y domingos, había que dedicar mucho tiempo a superarse, a estudiar, esta carrera exige sacrificio y tiempo.

-¿Se arrepiente de algo?

En mi vida profesional creo que no, siempre hay algo que uno hizo mal, que quisiera hacer mejor, pero ahora si me pides que lo identifique te diría que no sé, quizás son tantas cosas que no sabría decirte.

-¿Qué le queda por hacer?

Mientras haya estudiantes me quedan cosas por hacer; mientras haya temas económicos y la economía cubana exista, pues me quedan cosas por hacer. En el campo de la docencia y de la investigación siempre hay mucho por aprender.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.

 

 

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