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Isla al Sur

EL CAIMÁN POR DENTRO

EL CAIMÁN POR DENTRO

La revista cultural de la juventud cubana pugna por retomar los niveles de preferencia del público de antaño.

Texto y foto:

RAFAEL ALEJANDRO GONZÁLEZ ESCALONA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

No se puede hablar de El Caimán Barbudo sin mencionar a Bladimir Zamora Céspedes. Este eterno joven lleva más de 30 años vinculado a la publicación y a él hay que acudir si se desea conocer sobre el quehacer de la revista. Refugiados entre libros, el sitio escogido para dialogar fue La Gaveta, singular nombre con que denomina su apartamento de Monserrate 405, de tan pequeño que es.

“El Caimán Barbudo apareció en 1966 como un suplemento del periódico Juventud Rebelde, con una frecuencia quincenal, aunque esa etapa no duró mucho. Rápidamente comenzó a tomar cuerpo de manera independiente. Alrededor de la publicación se concentraron un grupo de escritores, fundamentalmente jóvenes poetas. También había narradores como Luis Rogelio Nogueras, Víctor Casaus, Guillermo Rodríguez Rivera y otros como el trovador Silvio Rodríguez.

“El concierto realizado el pasado 22 de noviembre en el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau se llamó Silvio y nosotros, porque de alguna manera era una parábola de lo que había pasado en 1968, cuando los fundadores de El Caimán le cantaron y recitaron poemas a Teresita Fernández.”

Las ironías del destino hicieron que El Caimán se localice en el mismo sitio donde comenzó a editarse, después de rodar por diversos espacios por toda la capital. Además de su actual ubicación en la sede de la Casa Editora Abril, la revista ha radicado en la Casa de la Cultura de Plaza, en Calzada y 8 y en una casona en Paseo, entre 25 y 27.

Bladimir en El Caimán

“Leí el primer número de la revista cuando tenía 12 años y vivía en Bayamo. Publiqué mi primer poema en ella en el año 1972, mientras estaba en la Universidad de La Habana. A partir de entonces realicé varias colaboraciones. Incorporarme a El Caimán Barbudo fue un elemento fundamental en mi desarrollo intelectual. Cuando terminé mis estudios en 1976, ya era natural para mí la relación de trabajo con la revista.”

Interrogado acerca del comportamiento histórico de la tirada, Bladimir expresó: “La revista llegó a contar con una impresión mensual de casi 80 000 ejemplares. Durante el Período Especial la frecuencia de impresión, así como la tirada, sufrieron transformaciones, y es entonces que aparece el formato actual: bimensual y con una edición de 20 000 ejemplares.”

─¿Satisface la demanda ese volumen de impresiones? 

Es insuficiente, pues la juventud tiene hoy mayores apetencias culturales, favorecidas en gran medida por la creación de programas como las Escuelas de Instructores de Arte.

Los años 90

“En el año 1990 la revista desapareció físicamente, en cambio sucedieron cosas hermosísimas. Exactamente en agosto dejó de publicarse. En ese tiempo yo era vicepresidente de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y estaba en un recorrido por toda Cuba junto a la presidenta, que en aquel momento era Eloísa Carrera.

“En las reuniones con los asociados nos preguntaban por la revista y cuando les explicaba lo que había pasado, en varios lugares –recuerdo especialmente a Ciego de Ávila-, varias personas dijeron que estaban dispuestas a recolectar papel para imprimir la publicación al menos en el formato más rústico posible, y así evitar que desapareciera.

“En un momento, Fernando Rojas, entonces director de la Editora Abril, y los pocos que quedábamos del colectivo, comenzamos a pensar, aquí mismo en La Gaveta, qué podíamos hacer para que no perder la relación que la revista siempre tuvo con el público.

“Entonces Fernando y yo decidimos organizar unos encuentros que denominamos Caimanes Orales. La idea original venía de la tertulia que yo organizaba en la casona de Paseo. Así que dije, vamos a aprovechar eso y le damos un poco más de organicidad. Llegamos a hacer unas peñas con todas las secciones de la revista en la antigua Casa del Joven Creador, actual Museo del Ron.

“Hubo momentos de lujo. Recuerdo que realizamos uno justamente un diciembre, en medio del Festival de Cine. Alguien entrevistó al cineasta Fernando Pino Solanas, otros leyeron cuentos y poemas; se hizo, además, una crítica a una obra de Abelardo Estorino, quien también estaba allí. Conversamos con Pablo Milanés, y él cantó junto al entonces muy joven Polito Ibáñez.

“El Caimán se resiste a ser solo una revista; hemos demostrado que funciona como una institución social con diversas maneras de comunicarse con el público. En los tiempos más duros siempre logramos una forma de que apareciera.”

─¿Cuáles han sido las relaciones de la revista con el rock?

La sección de rock de El Caimán se llama actualmente La cuerda floja, y la escribe el periodista Humberto Manduley. En sus inicios se llamó Entre cuerdas y la hacía el Guille Vilar. Era un espacio mucho más breve que el actual y las informaciones que brindaba podrían parecer hoy muy elementales. Sin embargo, se publicaban en un período en que a una gran cantidad de personas, sobre todo funcionarios de instituciones culturales y no culturales, les parecía que esa tendencia musical era parte del enemigo.

Entre cuerdas fue una ventanita dentro de aquella restricción en la prensa escrita. Considero que la revista puso alguna piedrecita en el muro que contuvo la intolerancia a ese género y posibilitó que ahora no sea nada raro hablar de rock y la propia publicación cuente con un espacio más amplio para tratar el tema.

─¿La publicación es fiel a sus orígenes?

Desde su comienzo la revista ha tenido un perfil editorial que en esencia se mantiene. Se preocupa por reflejar lo más valioso de la literatura emergente del país, en todos los géneros. Por supuesto, sobresalen la narrativa breve y la poesía, aunque incluimos obras de teatro y ensayo. Además, se trata de mostrar un espectro del resto de las creaciones hechas por jóvenes, especialmente entre las artes plásticas, que han sido siempre la resonancia visual de la revista.

Otra de sus propensiones es -quizá porque Silvio está en la génesis de El Caimán- una no disimulada cercanía con la Nueva Canción Cubana y con el movimiento de la canción latinoamericana. Al mismo tiempo, tiene la preocupación de revelarle a la juventud algunos testimonios de personalidades de la cultura cubana de generaciones anteriores que tengan especial importancia para el joven creador. Otra característica es la promoción de libros de excelentes autores que son poco conocidos en nuestro país.

─¿Es El Caimán una revista juvenil?

Consideramos que sí. La publicación se nutre fundamentalmente de todas las acciones culturales que hacemos fuera de la redacción, del intercambio intenso con los jóvenes. Por tal motivo aparecen en la revista pintores y narradores noveles. Tengo la vanidad de que existe una sección inventada por mí que se llama Por primera vez, para personas que escriben poesía y nunca han publicado sus textos. A partir de los concursos nos llegan muchos trabajos de gente joven. Cada vez que encontramos en algún sitio del país creadores con posibilidades y resultados promisorios, hacemos artículos para destacarlos.

─¿Cómo ha logrado El Caimán esa libertad de realización de la que hace gala?

El Caimán Barbudo pertenece al sistema de publicaciones que, agrupados en la Casa Editora Abril, tiene la Unión de Jóvenes Comunistas. Lo que sucede es que El Caimán, comparado con otras revistas, parece que va “por la libre”. Esencialmente, nos regimos por las mismas bases editoriales pautadas para las demás.

Desde el principio, la revista tuvo una clara definición de compromiso, palabra a la que no renunciamos. Pienso que cuando hay que decir una palabra no es necesario buscar otra. Eso es una manera de ser valiente.

─¿Perspectivas del Caimán?

Queremos aumentar la tirada de la revista y que su frecuencia sea mensual. Sobre el contenido, otra aspiración es permanecer en el borde, no acomodarnos, no creer que tenemos la palabra absoluta. Buscamos quienes nos puedan nutrir para que mantenga su impronta juvenil, no como una pose o estilo, sino con ideas verdaderamente novedosas.

─¿Deficiencias en la publicación?

Pienso que los redactores deben trasladarse más por las provincias, aunque esto es un problema básicamente de recursos. Queremos sistematizar la contribución de las personas con capacidades artístico literarias que viven en cualquier parte del país. Debemos trabajar para reflejar de manera regular el acontecer cultural de los jóvenes más allá de la capital.

─¿Cómo valora  Bladimir sus 22 años junto a El  Caimán?

Me han traído enormes satisfacciones. Sin El Caimán no me hubiera podido relacionar con varias generaciones de artistas jóvenes que son parte de mi formación, de mi círculo de amigos. También ha significado grandes tristezas: que en el año 1990 dejara de salir la revista, independientemente de que me explicaran las razones, me provocó incluso un pre infarto. Fue un inmenso placer estar entre los vivos cuando se reanudó la circulación. Yo no puedo explicarme a  mí mismo sin El Caimán Barbudo.

FICHA TÉCNICA:

Objetivo central: Informar sobre el quehacer del Caimán Barbudo, revista cultural de la juventud cubana que arriba a sus 42 años de creada.

Objetivos colaterales: Dar a conocer aspectos atrayentes de la publicación; conocer las opiniones de Bladimir Zamora, el más antiguo redactor de la publicación, divulgar aspectos importantes de la historia de la revista.

Tipo de entrevista:

Por los participantes: Individual
Por su forma: Mixta
Por su contenido: De opinión autorizada
Por el canal que se obtuvo: Conversación cara a cara

Tipo de título: De referencia al tema
Tipo de entrada: De resumen o típica
Tipo de cuerpo: Mixta
Tipo de preguntas: 1) Cerrada. 2) Abierta. 3) Cerrada. 4) Cerrada. 5) De exploración. 6) Abierta. 7) Abierta. 8) Abierta
Tipo de conclusión: De opinión o comentario del entrevistado

Fuentes consultadas: Fidel Díaz, director del Caimán Barbudo (no documental)

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