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Isla al Sur

¿SOMOS OBJETIVOS?

¿SOMOS OBJETIVOS?

LIEM SORIS BAÑOS, HEIDY HERNÁNDEZ PIÑERA, JESSICA CASTRO Y ROSA FERNÁNDEZ,
estudiantes de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Un trabajo periodístico lleva consigo juicios, opiniones, concepciones que pueden estar o no a favor, según la percepción de la heterogeneidad de los receptores. Los que coinciden con un planteamiento lo defienden porque lo protegen y luchan contra los que lo atacan o simplemente emiten un criterio equívoco, lo avalan porque le dan la garantía que requiere, lo sustentan porque lo mantiene como máxima convicción y lo justifican porque exponen pruebas que lo vuelven valido.

Por  el contrario, los que no estén de acuerdo con su juicio tratarán de poner en duda su validez, censurándole desfavorablemente, es aquí donde  radica la verdadera dimensión del trabajo periodístico: saber, con ojo crítico, valorar, excavar y encontrar la realidad, siendo siempre justo y equitativo a la hora de emitir un juicio o dar opinión sobre algo o alguien.

Victoria Camps en su reflexión sobre el asunto puntualiza: “Lo que el buen informador debe proponerse, no es tanto ser objetivo cuanto creíble. Habida cuenta que la credibilidad supone un esfuerzo sostenido: no se consigue confianza ni el prestigio, de un día para otro”. Esa construcción de la credibilidad resulta más exigente que el viejo imperativo de la objetividad porque demanda un esfuerzo sin pausa y obtener la verdad de los hechos al mismo tiempo que un control de las intencionalidades.

Para Gaye Tuchman la objetividad es una virtud que protege al periodista contra  juicios por libelo, porque trata por igual a todas las personas y opiniones. Algunos le agregan otra ventaja a la objetividad: “Exige solamente que los reporteros se hagan responsables de cómo informar, no de lo que están informando y que la tarea periodística debe limitarse a la trascripción rigurosa y exacta de los hechos y de las opiniones, tal y como se dieron en la realidad”. Son percepciones que a veces se contradicen y dejan intacta la pregunta: ¿Qué es la objetividad? 

“Cuando la información parte de un conocimiento exacto y cierto de una reflexión consciente y de una rectitud intachable de intenciones, en esto consiste la imparcialidad, o absoluta objetividad”, sentencia Luka Brajnovic, entonces, ¿es posible la objetividad?

Según investigaciones de Javier Darío Restrepo para la Revista Latinoamericana de Comunicación-Chasqui: “Los que tienen presentes sus estudios de filosofía, generalmente, invocan en su favor a Heráclito y a los filósofos escépticos. El conocidísimo texto de Heráclito sobre el hombre que no puede bañarse dos veces en el mismo río, porque sus aguas de movimiento constante hacen distintos ríos cada instante, es una comparación feliz para describir la tarea  del periodista. Los hechos de la historia diaria, que son la materia prima de la información periodística, son tan cambiantes como las aguas de un río. Pretender la objetividad es tanto como creer capturar y congelar el instante que huye. El mismo hecho, observado por distintos periodistas, recibe tratamientos y versiones diferentes y, además, ediciones de un periódico o en las emisiones de un noticiero, tiene que ser completado, corregido, aclarado o rectificado, hasta el punto que el periodista llega a contemplar las suyas como verdaderas provisionales”.

Victoria Camps formula reflexiones que seguramente han pasado ya por la cabeza de los periodistas sometidos a esa dualidad de sentirse obligados a ser objetivos y de decidir en cada uno de los  pasos de la elaboración de la noticia, entre su subjetividad y el mandato de la objetividad. Dice la teórica española: “Informar no es tan distinto de opinar, o por lo menos, interpretar. Decidir la forma -la extensión, la imagen- que debe tener la información, es manipular la realidad...no se informa solo por informar. El informador elige una información y elige, a su vez, el público al que la dirige. Nadie habla en el vacío.

El periodista actúa como un guía que, mediante la información, le permite a la sociedad identificar sus propósitos. Sus noticias cumplen una función, con todo lo que ello significa en términos de poder, de interacción de la sociedad o. como escribiera Martí: “No es el oficio de la prensa periódica informar ligera y frívolamente sobre los hechos que acaecen, o censurarlos con mayor suma de afecto o de adhesión. Toca a la prensa encaminar, explicar, enseñar, guiar, dirigir, tócale examinar los conflictos, no irritarlos con un juicio apasionado, no encarnizarlos con un alarde de adhesión tal vez extemporánea, tócale proponer soluciones, madurarlas y hacerlas fáciles, someterlas a consulta y reformarlas según ellas, tócale, en fin, establecer y fundamentar enseñanzas, si pretende que el país la respete, y que conforme a sus servicios y merecimientos, la proteja y la honre.¨

O, como afirma el periodista José Alejandro Rodríguez, de Juventud Rebelde: “Las sociedades también necesitan espejos para mirarse y detectar sus arrugas, las cuales a diferencia de las  que marcan los rostros humanos, sí  son reversibles…”

BIBLIOGRAFIA:

Restrepo, Javier Darío. La objetividad periodística: utopía o realidad. En: jrestrep@latino.net.co Consultado: 11 de septiembre de 2009.

 

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