VOCABULARIO SOLO PARA CUBANOS
IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ
Difícil es para un extranjero -y hasta para nosotros mismos- comprender a plenitud cualquier diálogo sobre asuntos cotidianos en Cuba. Si habla español, la comprensión puede ser más viable porque todavía "recordamos" algunos sinónimos de nuestro bellísimo y vasto idioma y, también, porque siempre nos queda el recurso de la mímica, lenguaje universal.
Pero, se han puesto a pensar en un británico, un francés o un asiático al que se le traduzca:
Se venden corrales para niños cuadrados;
La aspirina no hace cola;
O que en un lugar determinado se construye el médico de la familia, aludiendo a las casas de los galenos.
En cierta calle habanera, una trabajadora por cuenta propia puso un escueto cartel a la entrada de su apartamento: Peluquera Virgen; nada, que a veces los nombres juegan un chiste a las personas.
Los cubanos a la hora de comunicarnos inventamos en un dos por tres y el poder de síntesis le está ganando terreno a nuestra otrora elocuente manera de expresión, quizás sea, aunque parezca contradictorio, porque somos pródigos en modismos e ingenio criollos. Ello no es necesariamente un mal, pues del lenguaje popular se han nutrido los idiomas. En particular para los cubanos, el aporte de la picaresca española y las locuciones africanas, forman parte de nuestra manera de decir, reforzada por la propia idiosincrasia "innovadora".
Pero no siempre nos va bien. Veamos algunos ejemplos.
En un cine, en la ventanilla para comprar las entradas se leía: Hay aire para los usuarios.
Julio es un barbero que vive en la primera planta de un edificio de microbrigada, y Sonia una peluquera radicada en la segunda. La solución para ahorrar anuncios les pareció fácil: Se pela arriba y abajo.
En materia de productos alimenticios las anécdotas no tienen fin. ¿Quién, al no ser nosotros, podría entender que el pollo piloto vence el viernes o que llegó la carne de población o la carne de niños? ¡Qué decir del... Fricandel! Hay otros: perro de pollo o perro sin tripa. ¡Le zumba!, los pobres canes convertidos en aves o transitando por las calles sin tan elemental parte del cuerpo. Baste ya con el tradicional perro caliente.
En cuanto a las frutas, pareciera que hemos adelantado muchísimo científicamente en buscar variedades exóticas cuando hablamos de barras de dulce guayaba de naranja.
Este trabajo no es una tesis, sino asomo sencillo a una arista del problema. Habría, en otros, que profundizar en el uso de extranjerismos o en la brevedad cada vez más frecuente con que muchos logran entenderse:
-"¿Qué hay?"
-"Ahí".
-"¿Estás bien?"
-"Más o menos".
Y se cierra el diálogo.
Otras son las expresiones gastadas por el uso y las más de las veces descontextualizadas: “problemas puntuales”, “directivos de empresas”, “esto sirve de referente a”, “es un asunto despejado”, “las piezas de tractores no tienen respuestas”, entre otras que todos, en algún momento, hemos compartido.
Recordando frases sueltas asimiladas por el cubano como léxico natural -en lo cual debemos reflexionar por el empobrecimiento del lenguaje de forma acelerada-, hay una que, para mí, continúa como la decana y queda de leyenda. Por demás, mi preferida por su recurrencia clásica: “A bailar y a gozar con la Sinfónica Nacional”.
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