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Isla al Sur

¿CASARSE? ¿PARA QUÉ?

¿CASARSE? ¿PARA QUÉ?

El 30 por ciento de los matrimonios registrados el pasado año proviene de uniones consensuales, las cuales continúan ganando espacio en nuestro país.

 

JULIO BATISTA RODRIGUEZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

 

 

Increíble, pero cierto. Liecer, el mismo que dijo: “El matrimonio no es para mí”, se estaba casando. La noticia nos impactó a todos. Nunca estuvo entre los planes verlo el primero en dar el temido paso. ¡Tanto que nos habíamos reído de quienes vestían de traje para la ocasión!

Pero, mi amigo, estaba convencido de su decisión: “Encontré a la mujer con quien quiero pasar el resto de mi vida y tengo la intención de ponerme viejo a su lado”. ¿Y la playa en las vacaciones, y las parrandas los días de cumpleaños?: “Nada de eso va a cambiar, pero ahora el grupo va a tener una nueva integrante.”

 

¿Quién será el próximo? Todas las miradas recayeron en Osmedy. Pero fue tan categórico como antes lo había sido Liecer: “¿Casarme? Mira, mi hermano, cuando firmas el papel, ella pasa a ser la dueña de la mitad de tus bienes y tiene poder legal sobre ti.” Y ante semejante ocurrencia, hasta su novia se echó a reír.

Unos dicen que sí, y otros dicen que no…

 

A contrapelo de obstáculos y privaciones existentes en el país para efectuar una boda, la historia de Liecer corrobora que el ideal de unirse legalmente prevalece ante todo y demuestra que la vida en pareja continúa entre  los planes de la población.

Por otro lado, la posición asumida por Osmedy es reflejo de la actitud de muchos jóvenes e, incluso, personas adultas que encuentran sentido a la relación de pareja sin llegar a contraer matrimonio.

Gran parte de la población se debate en esta contradicción, pues aunque en Cuba existe una amplia tradición en lo concerniente a la boda, tampoco se está exento de estereotipos y factores de orden económico que inciden en la adopción de nuevas alternativas en relación con el matrimonio.

Según las cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), desde el año 2000 la tasa de nupcialidad fluctúa entre 4,5 y 5,1 por cada mil habitantes y, aunque es bastante  estable, se evidencia una ligera tendencia al aumento.

Sin embargo, datos del Anuario Demográfico del año 2007 muestran que las  uniones consensuales, es decir, no formalizadas legalmente, han ganado espacio en la sociedad, pues en ese año, de 56 781 matrimonios realizados, 17 191 provenían de uniones consensuales.

Yo no te pido que me firmes/

diez papeles grises para amar....

 

Actualmente se percibe una marcada tendencia de las parejas a no contraer matrimonio, se escudan en el argumento de que no hace falta estar casados para quererse y un papel no es indicativo del amor.

Si a esto se suma que el reconocimiento legal brindado a las uniones por el Código de Familia de 1975,  les proporciona una serie de beneficios, anteriormente exclusivos de las uniones legalizadas, tales como pensión de seguridad social, derechos hereditarios y liquidación de la comunidad matrimonial de bienes, las diferencias entre los dos tipos de vínculo cada vez son menos.

Otros no piensan así, algunos sectores de la población, sobre todo los más conservadores, tienen una visión más comprometida del matrimonio, transmitida de generación en generación. Entre ellos está el padre Juan Bendito, párroco de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, en el Vedado, quien opina: “La Iglesia concibe el matrimonio como el sostén de la sociedad, pues en él se sientan las bases para la construcción de la familia. Es la unión ante Dios de un hombre y una mujer que se aman, la cual nadie podrá romper.”

Sin embargo, la mayoría de los jóvenes son más flexibles en cuanto al matrimonio y consideran que el mismo ha cambiado mucho: “Es bueno que las parejas se tomen su tiempo, convivan y cuando se sientan listos, den el paso. Conocerse es mejor, así no saltan conejos del sombrero a última hora”, opinó José Rafael Delgado, estudiante de Economía de la Universidad de La Habana.

En buena medida estas posiciones tienen su fundamento en una situación económica que complejiza formalizar el enlace. Sonia Catasús, economista y demógrafa del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana, explica: “Tanto para las parejas jóvenes como para las más maduras, problemas como la vivienda, el costo de la fiesta y otro tipo de gastos relacionados con este acontecimiento, frenan su decisión de legalizar la relación”.

Existe una inclinación a la vida en pareja, ya sea con matrimonio o sin él, hasta el punto de que en el último Censo de Población y Vivienda, el 26 por ciento de los ciudadanos cubanos mayores de 15 años, vivía dentro de uniones consensuales: “La mayoría de las personas las asume como una apertura y libertad de elección, una alternativa a la unión sin atarse al casamiento”, comenta Yoanka Valdés Jiménez, psicóloga  y especialista del grupo de Familia del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS).

La especialista Mareelén Díaz, Máster en Psicología Social del CIPS, sostiene que, aunque es evidente el aumento de la preferencia entre la población por las uniones consensuales, el matrimonio no está llamado a desaparecer: “No resulta preocupante, pues en un por ciento considerable de los casos, este tipo de relación termina en la legalización de la unión”.

Datos recogidos por la ONE muestran un aumento de las uniones de hecho. Así, desde el 2000, entre el 25 y el 30 por ciento de los matrimonios provienen de uniones consensuales anteriores.

Papeles son papeles…

 

“¿Para qué tantos formalismos si lo importante son los sentimientos y no los documentos?”, le dice Raimel Rivero a su novia, haciendo eco a las palabras de muchos jóvenes de su edad.

Sucede que, a partir del año 1959, en la sociedad cubana han ocurrido cambios en todos los órdenes, desde la forma de pensar, hasta la manera de vivir en familia. De ello no escapa tampoco la visión sobre nuevos tipos de relaciones de pareja.

El fenómeno se daba con más fuerza en la zona oriental, específicamente en la rural: “Debido a costumbres y tradiciones, en esa región siempre existió una tendencia al  ‛emparejamiento’, algo que caracterizaba a los sectores sociales de más bajo nivel escolar, sin ser exclusivo de los mismos”, señala Mareelén Díaz.

Investigaciones realizadas por el CIPS demuestran que las uniones consensuales, como alternativa de relación, aumentan tanto en parejas jóvenes como en las de mediana edad. En ello influye no solo el aspecto económico, sino también variables psicosociales, “la falta de preparación de la juventud para enfrentar los conflictos, la ausencia de una comunicación eficaz y el aumento de la incorporación de la mujer al trabajo son algunas”, agrega la especialista.

A pesar de ello, el matrimonio continúa siendo una opción para quienes deciden vivir juntos, y lo confirman los datos de la ONE, pues en el pasado año se celebraron 62 333 matrimonios,  de los cuales el occidente del país concentraba el 48 por ciento, registrándose así como la zona de mayor número de casamientos.

En propuestas tan formales /

siempre hay que aflojar el codo…

 

En torno al tradicional día de la boda existen un grupo de costumbres que, por su arraigo en la sociedad, constituyen tradiciones. Entre ellas, las más comunes son el intercambio de alianzas entre los novios, el vistoso traje blanco y los accesorios que luce la novia, o el paseo en carro, con claxon incluido.

Refiriéndose a este fenómeno, la psicóloga Yoanka Valdés Jiménez, dice: “Hoy día para no pocas personas lo simbólico no es la boda como tal, sino una serie de cuestiones materiales que la ‛adornan’ y acompañan, sin las cuales el acto no tendría valor. Es inconcebible cómo, en nuestra sociedad, con tantas carencias económicas y dificultades de toda índole, ocurre ese tipo de cosas”.

Dachel Rodríguez, quien ultima los detalles para la boda, comenta: “Cuando llegué a la casa donde rentan los trajes, no podía creerlo: alquilar el mío y el de mi novia costaba 175 CUC, eso es más de lo que ganamos los dos en siete meses de trabajo”.

Al referirse a los aros de compromiso, el joven considera parecida la situación: “El juego más barato valía 75 CUC. Esos precios son de joyeros particulares que hacen su oferta, incluso, a la entrada de los palacios de matrimonio y, ¡ni se te ocurra buscarlos en las joyerías de las tiendas! porque, probablemente, sufras un infarto cuando veas el costo”. Las dificultades con las alianzas, por el momento, no parecen  tener solución.

En el Palacio de Matrimonios de Galiano se ofrecen todos los servicios para bodas, desde el alquiler de los trajes hasta el transporte, a precios módicos y asequibles a la población. Aunque Margot Pupo, directora de dicho centro, refiere: “El proyecto se concibió con el fin de ofrecer el paquete completo de la boda, pero aún no se ha podido llevar a cabo la gestión necesaria para incluir servicio de joyería dentro de la instalación.

Y agrega: “Muchas personas contratan, por desconocimiento, servicios particulares para casarse. Eso implica un costo mayor, aquí todo está previsto, y en buena parte de los casos, esos productos son de peor calidad que los ofrecidos aquí”.

Mientras tanto, los anillos con los nombres grabados de quienes contraen matrimonio son para un número importante de parejas solo una utopía: “Es lindo todo lo que simbolizan, pero dime,  ¿cómo voy a comprarle uno a mi novia si yo soy un recién graduado y mi sueldo es de 265 pesos?”, comenta Yosbel Leal, técnico medio en Informática.

Que los abogados saben poco de amor /

y el amor se cohíbe en los juzgados

 

Existe la creencia de que luego de su formalización ante la justicia, la relación se torna una atadura, una cárcel en la cual el amor cae en la implacable rutina y termina por morir. Es una de las excusas esgrimidas por algunos de los renuentes a contraer nupcias.

Acerca de este tema, Mareelén Díaz comenta: “Es solo un tabú, incluido entre los muchos arraigados en la sociedad: no cambia absolutamente nada haber firmado un papel; más bien deberíamos analizar cuál es la concepción que tiene esa pareja de la relación establecida entre ellos”.

Por otra parte, Yaima Rodríguez Fernández, especialista del Ministerio de Justicia de Ciudad de La Habana, tiene su visión particular del asunto: “En mi criterio, el matrimonio es el único contrato donde lo primero son los sentimientos, es una especie de seguro y una gran muestra de confianza en al pareja”.

Sin embargo, un número importante de jóvenes cubanos se aferra a la idea de que lo más importante es el amor entre los miembros de la pareja, para ellos, lo demás, es puro formalismo. También, según su opinión, si entre estas uniones legalmente no hay mucha diferencia, la boda es un procedimiento y gasto extra.

“¡Cómo si por estar casados se amaran más! Eso sería reducirlo a una hoja de papel con cuños y firmas. En ocasiones, quienes no hemos oficializado el vínculo, mantenemos una relación más satisfactoria que muchos parejas casadas”, dice Marilín Díaz, quien convive con su pareja desde hace cuatro años.

Yo voy a casarme vestida de blanco...

 

“Casarse vestida de blanco, con el hombre a quien ama, es la ilusión de toda mujer. Yo sé que resulta fuera de tono con el calor que hay en Cuba, un traje con cola y velo, ¡pero luce tan bonito y da una elegancia a la ceremonia!”, dice María del Carmen Pérez, mientras hojea con delicadeza el álbum de fotos de la boda de su prima.

Y, aunque algunas jóvenes piensan de esa manera, existen otras como Yanetsis Bárcenas, que tienen otra visión: “No critico a quien desee hacer su boda con toda esa fanfarria, pero en la mayoría de las ocasiones los novios son los que menos disfrutan de la celebración, atendiendo al ‛regimiento’ de invitados. Por eso, cuando me case, será algo muy privado, con mis amigos más cercanos, quizás en la playa, viendo caer el atardecer”.

Mientras, la elección de cómo realizar su boda queda en manos de las parejas. La especialista Sonia Catasús, comparte el criterio de que lo fundamental es celebrar o no esta fecha, de acuerdo con  el carácter y forma de pensar de cada quien.

Si todo el que se casa/

una casa tuviera...

 

A pesar de no ser el único, el factor económico tiene un peso importantísimo a la hora de celebrar la boda. “Si la pareja no posee una residencia particular, no pueden celebrar la boda como quisiera y no tiene la oportunidad de ir de luna de miel, muchas veces, pierden el incentivo”, comenta Mareelén Díaz.

Entre los aspectos que inciden en la posición de la consensualidad se encuentra el no tener una casa propia donde vivir después de casados. En una parte importante de los casos, la nueva pareja tiene que mudarse con los padres de uno de los dos, y esto, según la especialista Sonia Catasús, “conspira contra el buen desarrollo de la relación”.

“Siempre he pensado así, en una casa, una mujeŕ. Si esto no se cumple, los problemas vendrán, no importa si vives con tus suegros o tus padres, las diferencias de criterio siempre existirán. Cada una tiene su librito de cómo llevar una casa, más o menos acertado, pero suyo al fin, y nunca he visto que dentro de un solo país existan dos presidentes”, comentó Andrés Dueñas, ejecutivo de la Agencia de Representación ACTUAR.

Sonia Catasús agrega: “La pareja necesita su espacio para comenzar una familia y fundar un hogar, sin estar bajo la mirada vigilante de los padres. Es imprescindible la intimidad. La joven pareja requiere de tiempo y espacio para disfrutar la vida iniciada juntos”.

La falta de un lugar donde construir un hogar, un espacio para la intimidad y el desarrollo de la relación, es una realidad que enfrentan quienes optan por casarse. A pesar de ello, el matrimonio no está amenazado de desaparición, su concepción como núcleo de la familia y base fundamental de la sociedad, se mantiene de una forma u otra vigente en el pensamiento de los cubanos.

Y, aunque en muchos casos, la decisión de mantener una relación consensual es causada por problemas de índole económico, tampoco podemos olvidar la inclinación por las nuevas maneras de formar vínculos, fenómeno generalizado en la mayoría de las naciones occidentales.

Por supuesto, ahora hay una amplia gama de opciones para  desarrollar una relación donde se sientan a gusto ambas partes, al final, lo cierto es que la durabilidad de la relación no radica en su fortaleza legal, o en su reconocimiento social, sino en las bases del vínculo: en si logra una realización desde el punto de vista profesional o de superación espiritual y personal.

FICHA TÉCNICA:


Tema: Las uniones consensuales como alternativa al matrimonio.

Propósito: Demostrar que a pesar de que las uniones consensuales han ido ganando espacio en la sociedad cubana, y que existen dificultades económicas y estereotipos sociales, los matrimonios continúan formando parte de la vida del cubano.

Objetivos colaterales: Explicar las causas que influyen en el aumento de la consensualidad. Conocer el criterio de la población acerca del matrimonio y las uniones consensuales. Analizar los índices de nupcialidad y consensualidad en Cuba. Explicar qué repercusiones tienen las dificultades económicas en la decisión de casarse.

Estrategia de fuentes:

Documentales:

Censo de Población y Viviendas del 2002

Anuario Demográfico de Cuba, 2008

Díaz Tenorio, Marleene. Análisis preliminar de las uniones consensuales en Cuba. CIPS-ACC. La Habana, 1992.

Directas:

Entrevistas realizadas a:

Marleene Díaz Tenorio, Máster en Psicología Social e Investigadora del CIPS.

Yaima Rodríguez Fernández, especialista del Ministerio de Justicia de Ciudad  de La Habana.

Margot Pupo Sandoval, directora del Palacio de Matrimonios de Galiano, Centro Habana.

Yoanka Valdés Jiménez, psicóloga y especialista del Departamento de Familia del CIPS.

Sonia Catasús, economista y demógrafa del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana.

Juan Bendito, párroco de la iglesia Sagrado Corazón de Jesús, del Vedado.

Jóvenes estudiantes y recién graduados.

Entrevistas a personas recién casadas y otras que viven en uniones consensuales.

Soportes a emplear:

Hecho: Incremento del número de uniones consensuales en la sociedad cubana, así como dificultades económicas y estereotipos sociales para contraer matrimonio.

Contexto: Los datos más recientes de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) indican que el 30 por ciento de los matrimonios registrados en el país, al cierre del 2008, provienen de uniones consensuales.

Antecedentes: El Censo de Población y Vivienda del 2002 indicó que el 26 por ciento de la población cubana mayor de 15 años vive en uniones consensuales.

Proyecciones: Lograr validar las uniones consensuales y que a pesar de ellas y de las dificultades económicas, se mantenga el acto del matrimonio.

Fuentes: Las enunciadas en la estrategia de fuentes.

Tipos de juicios:

Analíticos: Están presentes en todo el trabajo, por la opinión de las personas recién casadas, de otras que viven en uniones consensuales y especialistas en el tema como trabajadores del Ministerio de Justicia, psicólogos, sociólogos.

Hipotéticos: Están dados por los resultados de las uniones consensuales en el país, registradas en el Censo de Población y Vivienda del 2002, pues de ellas no se puede tener un numero exacto.

De valor: Están presentes en todo el trabajo. Son las opiniones  de personas autorizadas, especializada en el tema, como por ejemplo las de Yaima Rodríguez, especialista del Ministerio de Justicia de Ciudad de La Habana y Marleene Díaz, Máster en Psicología Social e Investigadora del CIPS.

Disyuntivos: Se evidencian en las distintas posiciones que asume la población ante el fenómeno del matrimonio, ese el caso de los emitidos por María del Carmen Pérez y Yatnetsis Bárcenas.

Tipo de título: De interrogante.
Tipo de entrada: Anecdótica.
Tipo de cuerpo: Por bloques temáticos.
Tipo de transiciones: Las transiciones utilizadas fueron en primer lugar los subtítulos que separan cada bloque temático, los cuales relacionan  cada nuevo bloque temático con el párrafo que lo inicia. También utilicé frases que ejemplifican el contenido de dichos bloques. Los párrafos fueron separados en algunos casos por muletillas como: sin embargo, a pesar, además.
Tipo de cierre: De cierre o conclusión.

 

 

 

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