DIEGO GONZÁLEZ SERRA, MAESTRO NATURAL
Acerca de la Universidad de La Habana, este profesor asevera que la considera su escuela, hogar, centro de trabajo: “En ella dejé parte de mi juventud y de mi adultez. En ella me formé. En ella pude alcanzar mi madurez científica y mi realización personal. Los momentos más felices de mi existencia los he experimentado, sin duda, en sus aulas”.
JORGE GONZÁLEZ VÁZQUEZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
Desde que me abrió la puerta de su apartamento en la céntrica Avenida 26, y después de haber intercambiado algunas pocas palabras vía telefónica, pude distinguir la inmensidad de su espíritu. Es un hombre de 69 años. Habla de sus padres con los ojos llenos de nostalgia. Con modestia me mostró los libros que ha escrito. Siempre tiene respuestas certeras, coherentes. Todo ello me hizo descubrir al psicólogo y al filósofo que, como afirma, lleva dentro.
No se equivocó la alumna ayudante que lo calificó como “el bienamado”, porque Diego González Serra, profesor de Psicología en la Sede Universitaria de Plaza, es una de esas personas que van sembrando cariño por el mundo sin detenerse en aguardar los beneficios de la cosecha.
-Usted ha sido profesor en varios niveles de enseñanza. ¿Qué diferencia la universitaria de las demás?
Mis primeros pasos como profesor fueron en la enseñanza secundaria, impartiendo la asignatura de Ciencias Sociales en la escuela “Mártires del 13 de Marzo”, del municipio La Lisa. Allí había que desarrollar una pedagogía totalmente orientada a solucionar los problemas fundamentales de ese nivel: la educación formal y la disciplina. Si no controlabas estos dos factores, los muchachos no se interesaban por los conocimientos que venías a ofrecerle y la clase se volvía terrible. Esto sucede porque la adolescencia es un período de autonomía, que muchas veces se expresa en un carácter agresivo, en ir contra las normas.
Al final tuve descubrí que en la enseñanza universitaria todo era bien distinto: la dificultad no es la disciplina sino el contenido, hacer pensar a los estudiantes para lograr un ambiente intelectual que los motive a superarse. ¡Aquí sí que me sentí bien, en casa! Es que yo prefiero las ideas y los pensamientos sólidos, la discusión y el debate en torno a cuestiones científicas.
-A pesar de haber ocupado cargos relevantes en la Academia de Ciencias y la Sociedad de Psicólogos de Cuba, nunca abandonó su labor pedagógica, incluso después de jubilado. ¿A qué se debe esto?
Creo que es porque comparto algo con el fallecido cantante Polo Montañés. Él era un guajiro, yo soy un maestro natural. Parece que tengo ciertas características en la personalidad que me hacen pedagogo. Después de mi jubilación, me dije: “Voy a dedicarme a escribir”; pero por un lado resultaba demasiado complicado publicar lo que redactaba y, por otro, comencé a sentir un vacío, una frialdad interna. Así que regresé.
No te niego que la situación económica influyó también en mi retorno, porque eran momentos críticos del Período Especial; pero si ahora, por ejemplo, me dicen en la Sede Universitaria de Plaza, donde me encuentro trabajando, me van a dejar de pagar, mantendría mis grupos predilectos. El vínculo con los estudiantes me aporta una especie de energía, vital e imprescindible para que el corazón siga latiendo.
-¿Cómo valora la actual educación universitaria en Cuba?
Pienso que la educación universitaria en Cuba, después de la Campaña de Alfabetización y mucho más con los cambios que experimenta hoy, constituye uno de los mayores aportes de la Revolución al país. Ha sido la manera de llevar los estudios superiores a los pobres, a los obreros, a los campesinos, a la gente corriente, intentando formar profesionales de calidad. Gracias a esto se ha logrado elevar tremendamente el nivel cultural de la población y desarrollar campos como las ciencias biotecnológicas, la medicina, la pedagogía, etc.
Ahora, con la municipalización, se ha convertido en una vía de sacar a la juventud de sus limitaciones, de ofrecerle otra perspectiva y de transformar su ámbito social. Es una medida de tremendo valor humano aunque, como todo, posee deficiencias: aquí los estudiantes no siempre le dedican el esfuerzo, las exigencias o el tiempo que supone una carrera.
-Si tuviera la posibilidad de cambiar algunas de estas deficiencias, ¿cuáles priorizaría?
Les daría más autonomía a los profesores a medida que vayan adquiriendo mayor nivel: permitiéndoles diseñar sus exámenes mientras no abandonen el programa que dicte la Universidad de La Habana, haciéndolos partícipes en la elaboración del Plan de Estudios para dotarlos de autodeterminación y, ¿por qué no?, de algo de jerarquía.
Buscaría la manera de que los estudiantes, al graduarse, pudieran adquirir todos los libros de texto que han utilizado, para que se auxiliaran de esa especie de cerebro perpetuo ante cualquier duda, o para fijar mejor la inmensa cantidad de conocimientos que a veces se reciben de forma fugaz.
Promovería el incremento de la superación en los profesores jóvenes, para que sigan cultivándose de acuerdo con la altura del nuevo estudiantado.
-¿De qué forma ha influido la Universidad de La Habana en su vida?
En casi todo: ella es escuela, hogar, centro de trabajo. En ella dejé parte de mi juventud y de mi adultez. En ella me formé. En ella pude alcanzar mi madurez científica y mi realización personal. Los momentos más felices de mi existencia los he experimentado, sin duda, en sus aulas.
-¿Se considera un profesor feliz?
Uno de los poemas que he escrito dice: “La vida vale / sólo con vivirla en un instante. / Ya lo demás no importa, / porque el instante / ha quedado para la eternidad.”
Con eso quiero decir que la felicidad es un vino que se bebe a sorbos. Me siento un pedagogo feliz cuando imparto la clase y a los alumnos les gusta, cuando investigo un tema que, al final, beneficia a alguien o cuando voy por las calles y me saludan con un efusivo “¡profe!”
-Dentro de los principales resultados científicos que se le atribuyen está el de una
nueva faceta del ideario martiano. ¿Qué le ha aportado la investigación?
Ha influido y, ¿por qué no?, modificado mi concepción teórica de la Psicología, sobre todo en el sentido de ver la importancia de la moral, de lo ético y lo valorativo. En Martí descubrí una psicología orientada a formar un hombre altruista, valiente, creador, independiente y culto. Este modelo de hombre ideal, electivo y acorde con el nivel de su época ha enriquecido sobremanera toda mi obra. De hecho, ahora me considero un seguidor del materialismo dialéctico-histórico que reside en Marx, y del pensamiento martiano.
-¿Está conforme con los resultados?
No estoy conforme en el sentido de que presiento que me falta mucho por descubrir en la psicología del Apóstol. Por desgracia, los años han transcurrido y no he podido avanzar más. Si quiero mantener mi salud es precisamente para demostrarle a la gente que Martí no sólo responde a una tarea ideológica y para intentar elevar el valor metodológico que tienen sus ideas. Quien ve a Martí sólo desde el aspecto político es porque no ha sido capaz de integrar una auténtica escala de valores, una creencia en la virtud superior: el perfeccionamiento humano.
-La medalla 250 Aniversario de la Universidad de La Habana es una de las múltiples distinciones que ha recibido. ¿Qué siente en el 280 cumpleaños de la casa de altos estudios?
Participar en estas celebraciones es una tremendísima gloria, porque estos 280 cumpleaños me van a sorprender imbuido en lo mismo que 30 años atrás, cuando me otorgaron la Medalla: contribuyendo en la formación del relevo cubano.
-¿Alguna anécdota especial de tantos años de profesión?
Sucede que cuando regresé de estudiar Motivación Humana, en Bélgica, me detectaron un cáncer. Al enterarme de la enfermedad y de la perspectiva de un final cercano me dediqué a autorrealizarme: escribí tres libros en esa década, investigué hasta el cansancio, alcancé la categoría de Profesor Titular, perfeccioné una técnica psicológica creada por el eminente profesor Joseph Nuttin, etc. Todo esto bajo el respectivo tratamiento médico.
Fueron tiempos de una ansiedad horrorosa, alimentada por la idea de tener que darles el último adiós a mis hijos. Parece que la muerte se apiadó de mis ganas de dejar un legado porque, increíble e inexplicablemente, aquí estoy.
-¿Algo que recomendar a los jóvenes universitarios?
Primero: que estudien. El estudio tiene momentos duros, pero también otros de gran satisfacción cimentados en el sacrificio. Es la manera de ser valioso a la humanidad, de aportar, de darle un sentido constructivo a la vida. No estudiar con el objetivo de sacar una nota, sino con un fin noble: ser útil a la sociedad.
Segundo: Que dejen de otorgarle tanta importancia a la tenencia de bienes materiales: comida, ropa, vivienda, equipos y aparatos de última tecnología; que son importantes, pero no conceden la verdadera felicidad. Los jóvenes de este país deben sobreponerse a las carencias materiales actuales y comprender que lo fundamental no es la posesión, sino la libertad de optar por el bien.
Recuadro:
Libros publicados por el entrevistado:
La Teoría de J. Nuttin sobre la Personalidad y la Motivación; Criterios y Métodos para el Estudio de la Motivación; Lecciones de Motivación; Prácticas de Motivación: el Registro de la Actividad y Método Directo e Indirecto; La Motivación: una Orientación para su Estudio; Problemas Filosóficos de la Psicología; Teoría de la Motivación y Práctica Profesional; Martí y la Ciencia del Espíritu; La Calidad en la Educación; Martí y la Psicología; La Psicología del Reflejo Creador.
Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.
Ficha técnica:
Objetivo central: Destacar el valor de la labor pedagógica del entrevistado dentro de la Universidad de La Habana.
Objetivo colateral: Conocer su criterio sobre algunos temas que considero de interés, vinculados también con la educación.
Tipo de entrevista:
Por su forma: Clásica.
Por su contenido: De personalidad.
Tipo de título: De referencia al entrevistado.
Tipo de entrada: De retrato.
Tipo de cuerpo: Clásico, de preguntas y respuestas.
Tipo de conclusión: De opinión o comentario del entrevistado.
Fuentes consultadas:
Pasivas:
Currículo del entrevistado.
Libros y artículos del entrevistado.
Páginas de Internet sobre el entrevistado.
Activas:
Director de la Sede Universitaria de Plaza.
Alumnos del entrevistado.
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