EL FROZEN NUESTRO DE CADA DÍA
Salidos de verdaderas «máquinas del tiempo», estos helados se han convertido en una opción económicamente asequible aunque, al decir de muchos, no siempre «digerible».
Texto y foto:
LÁZARO JORGE CARRASCO,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
En lo que va de 2009, la cifra de venta de helados frozen en la capital ascendió aproximadamente a 147 000 raciones, según notificó Rodolfo Alonso, especialista en servicios gastronómicos de la Unión de Empresas de Comercio y Gastronomía de Ciudad de La Habana.
En la actualidad existen 62 equipos de frozen brindando servicios en los 15 municipios de la capital y venden más de mil raciones diarias, lo cual reporta al país una ganancia anual de cerca de un millón de pesos.
Lisandra Chaveco, una de las personas que degusta el sabor del frozen en la céntrica cafetería de G y 23, opina que “al menos para nosotros los estudiantes, este helado es una opción bastante buena por lo asequible del precio.
“Pero solo a veces vale la pena comprarlo, pues en algunas ocasiones se asemeja al sabor de algún producto farmacéutico”, agrega la joven, mientras una gota viscosa corre por su brazo derecho.
En el punto de venta situado en Territorial y General Suárez, Plaza de la Revolución, muchos de los usuarios aseguran que la calidad es bastante aceptable. Antonio Álvarez, obrero del combinado poligráfico del periódico Granma, comenta que “el frozen aquí es uno de los mejores que he tomado.”
Faustina Queralta, elaboradora de ese punto, asegura que el «secreto» para que los helados tengan una calidad aceptable es la medida: “Cuando yo preparo 100 helados le echo a la máquina 2,5 kilogramos de polvo. Si agrego una cantidad incorrecta, entonces sucede lo que en otras unidades: queda aguado o con poco sabor.”
Ramón Delgado, un señor cincuentón, recuerda las variedades que hubo en Coppelia en los años 80: “Más de 30 sabores, además de bizcochos, siropes. Lamentablemente, esos tiempos pasaron. Después que el país entró en el período especial, el helado escasea.
“Además, pagar cinco o siete pesos por las pequeñas bolas que ofrecen en Coppelia me parece una locura. Pienso que es por esa razón, en primera instancia, que ha proliferado la venta del frozen. Aunque no es de óptima calidad y está un poco más «malito» que el de Coppelia, al menos es una forma de tomar algo frío con solo un peso.”
Por su parte, la periodista Alina Perera afirma que la razón fundamental que la motiva a comprarlo es su frescura. Sin embargo, “la mayoría de las veces tiene un sabor tan ligero que apenas se percibe. Ahí radica su deficiencia mayor, es lamentable.” El especialista Alonso sostiene que “esta situación se escapa de nuestras manos, pues el polvo a partir del cual se prepara el helado es importado, y llega al país en bolsas selladas.”
Algunos de los encuestados piensan que lo más reprochable del frozen es lo «aguadito» que está la mayoría de las veces. Muchos no comprenden por qué no tiene la misma calidad siempre: unas veces está muy bueno y otras no hay quien lo pruebe.
En la unidad gastronómica situada en Belascoaín, entre Concordia y Virtudes, en Centro Habana, Antonio Luis Caraballo, estudiante de la enseñanza politécnica, comenta que los frozen en esta entidad son de pésima calidad. Otros de los encuestados poseen opiniones muy similares. Sin embargo, Sonia Martiatu, elaboradora y vendedora, afirma que la cantidad de polvo para la preparación del helado es correcta.
Alonso alega que “a todos los helados es necesario añadirles un poco de agua. No hay un solo tipo que no la necesite”. Asimismo, Raidel Gutiérrez Leiva, administrador de la cafetería situada en G y 25, en el Vedado, afirma: “La calidad no es la misma siempre, pues el polvo con el que se elabora el producto no es igual en todas las ocasiones. Por ejemplo, la harina que ahora estamos usando como espesante es de pan. La ideal para el frozen es una que está solamente destinada a otros tipos de helado. Por eso, algunas veces queda mejor y otras peor.”
A pesar de las constantes críticas a los helados, Mijail Pascual, elaborador y vendedor de la misma entidad, dice que se venden diariamente más de 400 raciones.
Pero no todo es negativo respecto al popular frozen. Para Karlienys Calzadilla, estudiante de Periodismo, “la calidad depende del punto de venta. Por ejemplo, yo los he tomado en G y 23, G y 25, 23 y 12, y no son del todo buenos. Sin embargo, cada vez que voy a las afueras del cine Payret compro más de uno. Allí son sabrosísimos. Y lo más importante: saben igual en todas las ocasiones.”
Pero, al parecer, los frozen tienen ante ellos otro peligro, además de la falta de calidad. Las máquinas que producen este tipo de helado emulsionado, es decir, batido, fresco, fueron importadas desde Alemania e Italia hace más de 20 años y, por tanto, sufren de frecuentes roturas.
Las piezas para su reparación son bastante caras. Y los artefactos, que parecen salidos de alguna copia de la máquina del tiempo, solo son salvados por la pericia innovadora de los técnicos, quienes tratan de solucionar cada problema. El especialista Alonso comenta que hace algunos años existían 77 máquinas, pero 15 de estas ya son historia debido a la falta de piezas y personal calificado para su reparación.
FICHA TÉCNICA:
Tema: La venta de helados frozen en la capital.
Propósito: Indagar en la calidad de los helados frozen en Ciudad de La Habana.
Objetivos colaterales: Investigar las ganancias que este producto reporta al país y ahondar en las principales causas por las cuales, en la capital, la venta del producto es tan elevada.
Fuentes consultadas: Casi todas las fuentes consultadas para la realización de esta investigación fueron fuentes activas, directas y no documentales. Así, la Unión de Empresas de Comercio y Gastronomía de Ciudad de La Habana, la administración de los puntos de venta situados en G y 25, G y 23, Territorial y General Suárez y Belascoaín, entre Concordia y Virtudes, colaboraron con la facilitación de la información para conformar este producto comunicativo. Igualmente, fueron abordadas cerca de 40 personas mientras compraban helados. Solo se utilizó la siguiente fuente pasiva: Salas, Daniel. “La discutible dignidad del frozen”. En http://ultimoswing.worldpress.com. Consultado: 19 de marzo de 2009.
Tipos de juicios:
Todos los juicios emitidos por las personas encuestadas en la calle son juicios analíticos, pues ofrecen valoraciones personales sobre la calidad del producto. Los expresados por Rodolfo Alonso, especialista en servicios gastronómicos, Raidel Gutiérrez Leiva, administrador, Mijail Pascual, Faustina Queralta y Sonia Martiatu, elaboradores y vendedores, son juicios de valor, pues las fuentes son portadoras de opiniones, al ser profesionales pertenecientes a diferentes entidades estatales.
Soportes a emplear:
Hecho: La deficiente calidad de los helados frozen en Ciudad de La Habana.
Antecedentes: Para considerar este hecho como un problema latente se toma como antecedente la situación que existía en la heladería cubana antes del período especial. Esta situación era totalmente diferente, pues existían diversas opciones en Coppelia, 23 y 12, Línea y Paseo y muchos otros lugares. Estas propuestas eran mucho más económicas.
Contexto: El problema se desarrolla en un contexto en el que no existen muchas opciones económicamente asequibles en la heladería. El producto que ofrecen en Coppelia y otras heladerías es escaso y, según algunos de los encuestados, no merece el precio que el estado pide por él. Además, existen indiscutibles muestras de adulteración al frozen por parte de sus elaboradores, aunque ninguno de ellos lo admite en las entrevistas realizadas.
Proyecciones: La solución a este conflicto no es visible en las declaraciones de las fuentes, pues estas intentaron dar una salida fácil al problema. Sin embargo, se divisa una importante proyección en el hecho de que continuemos disfrutando del helado frozen, pues los equipos usados en su elaboración son de difícil reparación y las piezas son de un elevado costo.
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