ÉTICA, UNA CONSTANTE EN LA ENTREVISTA PERIODÍSTICA
Tema: Para Jorge Halperín, en la entrevista: “El periodista se convierte en el empalme entre lo público y lo privado para lo cual debe prevenir todos los cortocircuitos”.
KATHERINNE DÍAZ PÉREZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
Cualquier diccionario define la palabra ética como la parte de la filosofía que trata de la moral y las obligaciones del hombre. Este concepto, llevado al ejercicio del periodismo, y a la entrevista en particular, se refiere a las conductas de quienes ejercen la profesión.
La ética se encuentra en todas las fases de la entrevista que, según el periodista argentino Jorge Halperín, es “la más pública de las conversaciones”. Por eso, el profesional debe crear un ambiente acogedor, de seguridad y confianza para luego, “obtener información”, expresa el entrevistador cubano Luis Báez Hernández.
En el diálogo todo influye desde la forma de vestir hasta cómo conducir la entrevista. El teórico Sigfried Mendel recomienda no olvidarse del sentido de humor. A veces, un halago o un gesto de cortesía abren las puertas de la conversación.
Cuando el periodista logra la confianza del sujeto, suele escucharse “esto queda entre nosotros” y el interlocutor debe respetar su decisión porque hay un pacto de confianza. El argentino Halperín pregunta: “¿El callar nos convierte en cómplices? No, si estamos en la dirección correcta: buscar la verdad. Si hay una razón atendible para callar, es mejor hacerlo”.
La decisión a tomar es mejor compartirla con los decisores, en dependencia de la persona entrevistada. Supongamos una conversación con un joven ingenuo que confundió el momento con una charla personal. Si habla de un tema muy polémico y delicado, sin tener ninguna preocupación, es conveniente recordarle que se encuentra en una entrevista periodística donde todo se convierte en declaraciones y no en una conversación personal.
Ahora, los papeles cambian. El personaje es conocidísimo y le han realizado millones de entrevistas. Rechazará con más frecuencia las preguntas y contestará poco. La solución de ese caso dependerá de la inteligencia y habilidad del periodista.
Sigfried Mendel recuerda que “las entrevistas son tan variadas como las personas que las conceden”. La selección adecuada de los personajes “será clave para el producto final”, según el profesor chileno Raúl Pizarro Rivera, de la Universidad Andrés Bello.
Entrevistar a un cardiólogo para que hable de los riñones es un desatino. El periodista debe estar consciente de las razones por las que ha sido elegido su personaje, y de lo que espera lograr con esa conversación, así afirma Halperín.
Hacer preguntas con inteligencia son votos a favor. Varias personas se quejan del fracaso de los diálogos porque las interrogaciones son las de siempre, asegura el escritor colombiano Gabriel García Márquez.
“Lo menos ético que le puede suceder a un colega es preguntar tonterías”, asevera Héctor Miranda, redactor y jefe de la sección Deportes de la agencia Prensa Latina (PL). Se pierde tiempo, y el entrevistador demuestra poca profesionalidad. Esto no quiere decir que los periodistas actuemos con la agresividad de Oriana Fallaci a la hora de buscar informaciones. “Las respuestas pertenecen al campo de lo incierto, y en consecuencia es comprensible que puedan desatar cortocircuitos”, dice Halperín.
Contradicciones, problemas hasta la suspensión de una conversación puede conllevar un tono inapropiado. El entrevistador no debe discutir. “He aquí una regla casi absoluta”, expresa Miriam Rodríguez, en su libro Acerca de la entrevista periodística. Esto no significa que no se pueda debatir. A veces es necesario: por ejemplo, cuando debemos juzgar la moral de un sujeto u obtener mayor información.
Con este último propósito hay que tener cuidado, varios esconden sus verdaderos intereses detrás de la frase "No hay preguntas impertinentes, sólo respuestas impertinentes", para así intervenir en temas personales que traen disgustos o penosos daños. La princesa Diana, de Inglaterra, murió porque los llamados paparaxis se inmiscuyeron despiadadamente en su vida privada. Y una acotación que pudiera dar para otro trabajo de investigación: ¿son los paparaxis periodistas en el sentido ético de la profesión?
La relación entre entrevistado y entrevistador no puede sobrepasar los límites del diálogo profesional. Este se realiza con la compañía de dos seres ocultos, pero inseparables: el público y el medio de comunicación al que pertenece el periodista.
El primero es “un fantasma poderoso porque desde la ausencia determina muchas más cosas de las sospechables; sin él, la entrevista sería algo así como un acto de insania. O de gratuidad", como define la crítica literaria Ana Inés Larre Borges, de Uruguay.
Al público le gusta que hablen con claridad, sin un lenguaje rebuscado. Necesita la información que se brinda, y es capaz de confiar en lo dicho. En conclusión, la crítica uruguaya agrega: “El lector o espectador de entrevistas es un buen tipo. Lo único que no perdona es que lo humillen. Por eso es que no tolerará que se use un código que él no domina. No le falta razón”.
Si publicamos una entrevista de un físico nuclear que se ha expresado en un lenguaje teórico, de seguro el público leerá las primeras líneas del trabajo y saltará la página; si es para la televisión, cambiará con agrado el canal o apagará el televisor.
La forma de una entrevista depende del medio de comunicación. No es igual la radio a la prensa escrita. Una tiene la agilidad de una ardilla; la otra, la rapidez de una oruga. Cada cual posee sus propias características y modos de hacer. Roberto Gili Colom, editor y jefe de las Redacciones Especializadas de PL, confiesa que “la ética consiste en dominar el perfil editorial del centro de trabajo, y se mide en la forma en que el periodista escribe”.
Durante el encuentro, es decisivo tomar notas o utilizar la grabadora. Al respecto, García Márquez manifiesta: “El casette oye pero no escucha, repite - como un loro digital - pero no piensa, es fiel pero no tiene corazón, y a fin de cuentas su versión literal no será tan confiable como la de quien pone atención a las palabras vivas del interlocutor, las valora con su inteligencia y las califica con su moral”. Sin dudas, el escritor colombiano tiene razón, pero como bien expresa Luis Báez, “la conveniencia de tomar notas o usar la grabadora depende de las características del personaje”.
La importancia de su uso radica en que reproduce exactamente las palabras del entrevistado. Jamás un periodista debe cambiar lo que dijo el sujeto, ni el modo en que lo hizo porque “cada persona tiene su propia forma de manifestarse, su personalidad oral, su sintaxis, y un determinado vocabulario de acuerdo con su nivel cultural y formación”, según la profesora cubana Miriam Rodríguez.
En la elaboración de la entrevista siempre hay una intencionalidad porque ningún periodismo es imparcial. Ello está implícito a la hora de jerarquizar las ideas, usar adjetivos, verbos… y “escribir una coma o comillas donde van”, manifiesta el periodista Gili Colom.
Puede que la entrevista tenga una perfecta sintaxis, pero en prensa escrita, ¿cómo el público reconoce que es veraz? “No hay mejor respaldo que una fotografía junto al sujeto o la cinta para demostrar que se hizo. Si ninguna de estas pruebas fuese posible, describir corporalmente a la persona y su entorno es la solución”, aconseja Raúl Pizarro.
Para conseguir un resultado positivo en la charla, esta debe pasar por un “colador”, es decir, por un proceso de edición. El profesor Pizarro dice que todo encuentro “debe ser obligatoriamente editado”. Quitar los errores de vocabulario del interrogado, adecuar sus expresiones al buen uso del idioma y eliminar ideas repetidas son algunos pasos a seguir.
Sobre la cuestión, Jorge Halperín indica: “Cuando hay mucha edición, ¿se puede afirmar que la entrevista publicada es la realidad? La respuesta última la tiene el periodista”. Los excesos nunca son buenos.
La calidad de una conversación depende en gran parte de su preparación. Si no conoces los datos elementales, sobre el trabajo profesional y el entorno que rodea al sujeto, sería “una falta de respeto para el interlocutor”, según Pizarro Rivera, o “ir a la guerra sin entrenamiento militar”, como compara Miriam Rodríguez Betancourt.
Es importante tener un bagaje de la personalidad; pero, también, saber su nacionalidad, religión, ideología, cultura… Manuel Vázquez de la Torre, periodista de PL, pone un ejemplo: “Si estableces una conversación con cualquier musulmán, no responderán temas relacionados con la virginidad de las mujeres. En cambio, ese asunto en nuestra cultura occidental se trata sin tabú”.
Sin embargo, en ocasiones estudiar al personaje es un lujo porque no hay tiempo. El jefe de redacción dice: “La entrevista es para ya”, y no queda otro camino. Por ello, es imprescindible que el enviado posea una amplia cultura y esté actualizado sobre el acontecer. Esa retaguardia es como un salvavidas.
El entrevistador concibe su trabajo de acuerdo con las normas del medio de comunicación. Ellas responden al tipo de periodismo realizado en la nación. Por ejemplo, un profesional de cualquier periódico sensacionalista debe aceptar falsedades que se publican porque lo importante no es la veracidad, sino la cantidad de diarios vendidos. Y volviendo a la ética: ¿esos son periodistas dignos?
Diversas organizaciones del mundo han intentado realizar códigos de ética para varias regiones o para todos los países. Pero, muchos profesionales y responsables de la comunicación afirman que, en un mundo que tiene concepciones tan diferentes de la función del periodista, es imposible formular un código internacional.
Los códigos deontológicos -que reglamentan, de manera estricta o bien a modo de orientación, las cuestiones relativas al “deber”, de los miembros de una determinada profesión- se vienen proponiendo desde 1920. El primero se cree que es el Código de Ética Periodística aprobada en 1926, por la Conferencia Panamericana de Prensa en Washington, y luego por la Conferencia Interamericana en New York, en la cual se adoptó la regla como dogma de la Sociedad Internacional de Prensa.
Los investigadores Alanen y Nordestreng estudiaron 50 reglas y registraron que de ellas hay siete categorías de principios internacionales: promoción de la paz y la seguridad mundial; prohibición de la propaganda belicista; amistad y entendimiento mutuo entre pueblos; objetividad y veracidad; igualdad racial; defensa del libre flujo informativo y otros deberes varios. Su cumplimiento depende de los dirigentes en los países.
Son disímiles las situaciones con que se encuentra un periodista, y los cortocircuitos siempre están presentes. Lo importante es saber separar esas dos cuestiones que no pueden estar unidas. La única forma de conseguirlo está en tener la compañía constante de la ética.
Bibliografía:
Gargurevich, Juan. Géneros Periodísticos.
Halperín, Jorge, Introducción, Capítulos 1 y 2 de La entrevista periodística.
http://dialnet.uniroja.es (15 de julio de 2009)
http://html.rincondelvago.com (15 de julio de 2009)
http://www.bdp.org (14 de julio de 2009)
http://www.fepalc.org (14 de julio de 2009)
http://wwwciudadseva.com (15 de julio de 2009)
Morales, Leonidas, El género de la entrevista y la crítica literaria periodística en Chile 1988-1995 (Artículo publicado en la Revista chilena de literatura)
Rodríguez Betancourt, Miriam. Acerca de la entrevista periodística
Periodistas entrevistados:
Héctor Miranda, redactor y jefe de la sección Deportes de la agencia Prensa Latina (PL).
Luis Báez Hernández, periodista colaborador de varios órganos de prensa cubanos.
Manuel Vázquez de la Torre, periodista de PL.
Roberto Gili Colom, editor y jefe de las Redacciones Especializadas de PL.
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