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Isla al Sur

CANELO

CANELO

LUIS ANTONIO GÓMEZ PÉREZ,
estudiante de tercer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

La Habana.- Nadie recuerda con certeza cuándo fue que llegó al barrio: unos dicen que desde hace cinco años, otros, que en marzo de 2003 cuando aún estaba sin cerrar el bache de la esquina.

En cualquiera de los casos, desde hace bastante tiempo Canelo, uno de los más de 20 mil perros que vagabundean por La Habana, convive con los vecinos de las calles Santo Domingo y Soledad en el capitalino municipio de Guanabacoa.

Según Alejandro González, por el vecindario han pasado varios callejeros, pero este es especial, “todos han tenido algún tipo de cuidado con él”.

A pesar de no haber sido adoptado, Canelo recibe alimentos, atención médica y cobijo ocasional por parte de los vecinos, a cambio, a unos les hace compañía hasta la bodega o el agromercado y a otros los saluda corriendo y agitando la cola cuando regresan a casa luego de una jornada de trabajo.

“No me imagino cómo era la vida de Canelo antes de aparecerse por aquí, seguro se pasaba el día hurgando en la basura y tomando agua de los charcos, o escapándosele al tirapiedras de algún muchacho. Por suerte para él, las canas en el hocico y el lomo le han salido en paz y tranquilidad”, comenta Magalys Noda.

Quizás por causas fortuitas muchos perros, como el del mencionado barrio guanabacoense, han encontrado amparo en hogares o vecindarios, pero, como indica la Sociedad Mundial para la Protección Animal, en el planeta existen 480 millones de canes abandonados a causa de la vejez y la enfermedad, principalmente.

En contraste, cada año los vecinos de Santo Domingo acogen a cuanto callejero se pasee por el barrio, algunos ya se han marchado, otros, como Negra y Vagabundo, hoy comparten atenciones con Canelo; tal vez en agradecimiento estos animales hacen un poco más segura la noche a sus benefactores.


 

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