CAMBIO CLIMÁTICO EN CUBA
La mayor de las Antillas aboga por un ambiente sostenible.
YOHANA LEZCANO LAVANDERA,
estudiante de tercer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
La Habana.- El aumento del nivel del mar puede causar los impactos más importantes del cambio climático en Cuba, debido a su condición de archipiélago. La afectación de los ecosistemas de la costa, la reducción de la cantidad y calidad de agua potable y la variabilidad en las precipitaciones, pondrán en peligro al millón y medio de personas que viven en las zonas costeras del país.
Especialistas del Instituto Cubano de Oceanología consideran que las consecuencias más graves se harán sentir en la variación de la morfología del litoral y la desembocadura de los ríos. La erosión será el principal generador de retroceso de la línea de costa, donde se concentran cerca de 245 asentamientos poblacionales.
El mayor riesgo por inundaciones costeras está localizado en el sur de las provincias de La Habana y Pinar del Río, ubicada a 176 kilómetros de la capital. Estudios realizados por especialistas cubanos aseguran que en las tres últimas décadas del pasado siglo el nivel del agua oceánica registró ascensos de 2,9 milímetros anuales como promedio.
Los regímenes cambiantes de precipitación provocarán que mientras en algunas zonas occidentales ocurran grandes penetraciones del mar; en la región oriental, donde vive más del 25 por ciento de la población cubana, resultará alarmante la agudización y expansión de la sequía.
La agricultura se verá también perjudicada, pues ya casi el 15 por ciento de las áreas productivas está afectado por la salinidad, y otra cifra similar reporta bajo contenido de materia orgánica, lo que demanda el uso de medios biológicos, de productos “verdes”, en vez de fertilizantes y pesticidas químicos, aspecto en el que ya se avanza en el país.
Gisela Alonso Domínguez, presidenta de la Agencia de Medio Ambiente del CITMA, expresó que Cuba desarrolla un programa de estudio y enfrentamiento a esa situación climatológica, el cual abarca el reordenamiento productivo de la agricultura, el ahorro de agua, el cuidado del manto freático, la rehabilitación de playas y la preservación de manglares con el propósito de implementar las medidas que cada lugar requiera.
La estrategia cubana contra el calentamiento global aboga por un desarrollo sostenible como práctica fundamental en la adaptación al desafío ambiental. Entre esos planes figuran la voluntad hidráulica, para contrarrestar la sequía y aprovechar mejor el agua; y la Revolución Energética, con el propósito de dar un mejor uso a los recursos naturales y así disminuir la contaminación atmosférica.
La directora regional de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza en la oficina de Mesoamérica y el Caribe, Grethel Aguilar, consideró que a pesar de que ningún territorio puede escapar de los efectos de la crisis climatológica, Cuba es un ejemplo para enfrentar el cambio climático.
Aguilar expresó que la Isla, con su capacidad y visión de futuro, puede hacer grandes aportes al mundo, “por disponer de una gran fuerza movilizativa, personal calificado y experiencia para reducir la vulnerabilidad ante el calentamiento global, que le posibilita además, discutir en cualquier escenario internacional sobre cuidado y conservación de la naturaleza y sus recursos más preciados”.
Pero el ejemplo cubano solo constituye una ínfima parte, y no la peor, del fenómeno mundial del cambio climático, identificado como el problema ambiental más agudo del presente siglo por presentar amplias dimensiones que abarcan la economía, la salud y la sanidad, la producción de alimentos y la seguridad de la vida en el planeta.
El aumento del volumen de gases de efecto invernadero en la atmósfera y su consecuencia, el incremento de temperaturas artificialmente elevadas, constituirán para la Tierra la expansión drástica del océano, la pérdida irreversible de especies de la flora y la fauna, el agotamiento de los nutrientes y la proliferación de plagas que pondrán en peligro la existencia humana.
El Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) prevé el incremento de la temperatura terrestre entre 1,4 y 5,8 grados para el año 2100, cifra equivalente a volver a la última glaciación, pero en sentido inverso, y que sería la variación climática más rápida en los últimos cien mil años.
Según este organismo internacional, el nivel del mar subió por término medio entre 10 y 20 centímetros durante el siglo XX, y para el año 2100 se prevé un aumento adicional de 9 a 88 cm, lo que provocará la erosión y salinización del suelo, una mayor frecuencia de incendios forestales, sequías, inundaciones y la contaminación de las reservas de agua dulce de miles de millones de personas en todo el mundo.
“Con actividades como la quema de combustibles fósiles (sobre todo carbón y petróleo) y con la tala de árboles, hemos pasado de emitir a la atmósfera unos dos mil millones de toneladas en 1850 a unos 35 mil millones en la actualidad”, resume un informe reciente del IPCC
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, un pequeño aumento de temperatura puede causar un ascenso dramático de muertes, el esparcimiento de enfermedades tales como la malaria, el dengue, el cólera y el paludismo, y la falta de agua y de comida, fundamentalmente para los países subdesarrollados.
Pero lo peor de toda esta situación es que aunque se logren contener los daños realizados al medio ambiente, la mayoría de esos efectos serán irreversibles, por ejemplo, si el clima se estabilizara, el nivel del mar seguirá aumentando durante miles de años.
La existencia de la vida en la Tierra corre un grave peligro, o los países del mundo se ponen de acuerdo para mitigar la crisis climatológica, o todo el planeta estará gravemente amenazado con su desaparición.
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