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Isla al Sur

TODO INSTANTE ES EL NACIMIENTO DE UN NUEVO MUNDO

TODO INSTANTE ES EL NACIMIENTO DE UN NUEVO MUNDO

Graduado de la Academia de San Alejandro y del Instituto Superior de Arte, José Luis Fariñas se reconoce a sí mismo como un artífice de la creación.

EILEEN SOSIN MARTÍNEZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Jose,  para los  vecinos, y Fariñas, en el mundo intelectual. Este muchacho es como un duende que, con timidez, intenta esconder su magia tras un par de espejuelos y unos rizos medievales.

Los viejos muros de su casa, santuario ideal para el arte, apenas se divisan a causa del pedacito de selva que tiene como jardín.

Al verlo o conversar con él, nadie imagina que es cómplice del silencio de El Diablo Ilustrado o que cuadros suyos se encuentran en galerías de Colorado y Pamplona o, incluso, en las colecciones personales de Silvio Rodríguez y Steven Spielberg.

Comenzó con la música. Y también, varios relatos y poemas suyos han sido editados en diferentes antologías, pero es su trabajo como pintor, dibujante e ilustrador el que más se conoce entre el público cubano.  

-¿Cuándo descubre su

vocación por la pintura?

Desde niño el mundo visual me impresionaba. Me deslumbraban las formas y las luces, más que los colores o los sonidos; pero, al mismo tiempo, la realidad sonora creaba en mí un espejo de revelaciones, que, a su vez, completaba el ámbito de lo visible. Fue poco después de abandonar mis estudios musicales (piano), cuando la urgencia de decir o rehacer el mundo desde mis propios reflejos se hizo más clara. Así concebí una serie de estudios y de imágenes que gradualmente fueron trasmutándose hasta obtener cierta singularidad, pero siempre desde la perspectiva inagotable del aprendizaje.

-¿Qué artistas fueron imprescindibles

en su formación?
 

Las enseñanzas más directas desde el inicio fueron las de mi madre, Juana García Abás, escritora y poetisa, quien me mostró las posibilidades primordiales del camino de la plástica. Mediante ella también llegó la obra de pintores cubanos como Fabelo, Pedro Pablo Oliva, Abela, Wifredo Lam, Carlos Enríquez y Servando Cabrera. Luego, la enseñanza adquirida de mi análisis apasionado de ciertos artistas europeos, iría completando este sendero de relecturas y hallazgos. Durero, Peter Bruegal, El Bosco, Goya, Rembrandt, Paul Klee, Doré, Miró, Hiroshigue, y otros como Leonardo da Vinci y el genial cineasta ruso Andrei Tarkovsky, me mostraron que el arte es una actitud y una visión totalizadora del ser y no el estéril abrevadero de un determinado oficio sin profundidad espiritual.
 

-¿Cuánto le ha ayudado ser

hijo de Juana García Abás? 

Muchos horizontes se volvieron próximos y reales de manos de mi madre, tanto en lo artístico como en lo personal. Ella es una poetisa del pensamiento y de la acción, y no ha pasado un solo día sin recibir de su voz alguna nueva lección o enseñanza esencial. Con humildad concibo mi obra en gran medida, como una ofrenda sencilla que le entrego sin fatiga.

-Usted ha dicho en otras entrevistas

que la obra de Fabelo lo marcó mucho...

Fabelo está para mí entre los artistas cubanos que marcaron una parte esencial de mi manera de aproximarme al dibujo y al arte de las transparencias, como también lo fueron Servando Cabrera o Carlos Enríquez.

-Muchos dicen que la figura masculina

de El Diablo Ilustrado es un reflejo suyo,

o de El Quijote, de Jesucristo,

o incluso del autor del libro.

¿Cuánto hay de cierto de en eso?

La figura de El diablo Ilustrado es el otro yo del autor, es esa visión interior del que asume la existencia como una travesía de iniciación, por eso la apariencia insiste en un personaje o en una máscara de viajero-guerrero que se balancea, como una entidad necesaria y común al sueño y a la poesía, entre los que labramos para el Diablo. En esa imagen hay tanto del autor del libro como de El Quijote, del Pequeño Príncipe o del Rey Arturo y del Ulises de Homero, más un pequeño por ciento del afán renacentista por el autorretrato, visto como una anatomía de la voluntad.

-Cuénteme de la experiencia de

dibujar las paredes del G Café.

Los dibujos del G Café se deben a la gentil invitación del presidente del Instituto Cubano del Libro, Iroel Sánchez, para que realizara libremente algunas alegorías, concediéndome de manera generosa todo aquel espacio que hoy se ha convertido en centro de reunión y de descanso para muchos estudiantes, jóvenes y pueblo en general, sin olvidar la oferta del club de lectura y el café, que completan el encanto y al voz del lugar.

-Algunos de los productos de la colección

de ARTEX que se ofertan en Arte en la

Rampa llevan obras suyas impresas.

Hay quien piensa que esto contribuye

a una mayor difusión y conocimiento

del trabajo de los artistas.

¿Cuál es su opinión al respecto?

Las ideas de ARTEX sobre la divulgación de la plástica son de interés  y no deben abandonarse, pues es cierto que para muchas familias puede constituir la única vía de tener en el hogar reproducciones del arte nacional de primer nivel. Creo también que con el tiempo el acceso a ellas sea cada vez más cotidiano y más fácil. Sería muy útil la incorporación a estas ofertas de reproducciones del arte universal que permitan una percepción más completa y sedimentada del fenómeno plástico a gran escala, de modo que entonces, por contraste, el arte nacional adquiera más claramente su brillo y su color inconfundibles en medio del espectro visual mundial.

-¿Qué sueño le queda por

hacer realidad como artista?

Todo instante es el nacimiento de un nuevo mundo. Todo está siempre por hacerse y por soñarse también. El artista debe sentirse cada día en el mismo momento previo a la creación del Universo. 

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