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Isla al Sur

EL REY DEL CONDUMIO

EL REY DEL CONDUMIO

Arístides Guerra es uno de esos héroes anónimos que dejan huellas en su paso por la vida; de su amistad con el Che y la lucha insurreccional guarda muchas experiencias. Creó la primera escuela rural en la Sierra Maestra.

LAURENT GUEVARA SANTANA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

En la calle San Ignacio, cerca del Centro Histórico de Ciudad de La Habana, vive Arístides Guerra. Tiene 82 años de edad y lleva siempre la camisa llena de medallas, la boina de guerrillero y la Revolución en el corazón. Este hombre fue bautizado por Ernesto Guevara como El Rey del Condumio.

El 4 de junio de 1957 tuvo el honor de conocer al Che. Ese día conversaron por primera vez y gracias a una anécdota Arístides ganó su confianza: “Mi padre le dio alojo y comida a un hombre que se hacía pasar por americano. Al día siguiente, el farsante  pidió un guía para llevarlo hasta el pueblo más cercano. Como siempre andaba por las lomas, me ofrecí para acompañarlo. La mula lo tumbó a mitad del viaje. Al señor se le olvidó ser extranjero y dijo cuantos insultos sabía en perfecto español. Allí mismo lo dejé, tirado en el medio del camino, porque desde niño detesto la mentira”.

En el libro Pasajes de la Guerra Revolucionaria, el Guerrillero Heroico calificó a Arístides como un inestimable valor, porque durante el combate de Mar Verde, abasteció a la columna de 17 951 balas. Así, según Ernesto Guevara, el Condumio salvó al primer territorio libre que hubo, por eso, no tenía precio.

Recuerda haberse asustado la primera vez que el Che lo llamó comunista. En aquel tiempo, ser calificado así significaba algo escandaloso, pero el Comandante le explicó que implicaba tener principios, ser honrado y mantener ideales puros: “Desde entonces soy comunista.”

Una crítica diplomática

“¡Las cosas del Che no tenían precio! Cierto día me pidió hacerle una décima. Al poco rato se dio tremendo golpe en la cabeza y maldijo. Entonces, escribí la siguiente estrofa: No hay lengua que no maldiga ni corazón que no ame. Cuando se la leí, le dije: Usted habla así porque es médico y comandante, y todos se ríen, pero si yo blasfemo, me castigan de guardia hasta mañana. Él sonrió y me explicó que eso era una crítica diplomática. Como no sabía qué significaba esa palabra, le pregunté si él era espiritista.”

-¿Por qué el Che lo apodó

El Rey del Condumio?

Yo siempre regresaba de las misiones preguntando por el condumio, es decir la comida. Al Che le llamó la atención esa palabra y por eso nació el apodo. Tiempo después, me envió a un cuartel militar para buscar municiones. Como era peligroso tenía de plazo 15 días para realizar la acción. Lo hice en menos de tres jornadas. Cuando llegué a la Sierra, me dijo: ¡Usted es El Rey del Condumio! y se me quedó el nombrecito.

El 22 de mayo de 1960, en lucha frente a contrarrevolucionarios, Arístides recibió una herida de bala en el brazo derecho. Estuvo a punto de perderlo. Enseguida mandó a llamar al Che y le dijo que si le amputaban el brazo perdería el apodo. En vez de El Rey del Condumio iba a ser El Rey Manco, a lo cual, Guevara respondió: “¡Qué va!, ese brazo hay que salvarlo”.

“Y aquí está”, exclama con orgullo, mientras muestra la herida cicatrizada: “Gracias a los cuidados que me brindó ese magnífico hombre hoy puedo escribir.”

-¿Cómo recuerda al Che?

Era un hombre sencillo, honrado, valiente. Traía lo bueno y lo nuevo. Llevaba en su corazón el palpitar del mundo. Tenía toda mi confianza. Estimé mucho la amistad de ese valeroso argentino, también hijo de Cuba, porque su patria era el universo. Che es lo que más quería y quiero en mi vida.

La primera escuela rural de la Sierra

Nonito, como le dicen desde niño, tiene una prodigiosa memoria y el don de la poesía, lo cual hace que un monólogo suyo sea una experiencia única.
Nació en la finca Macanacú, próxima a la provincia de Bayamo. En aquellos tiempos, la propiedad le pertenecía a unos terratenientes norteamericanos y la vida de los campesinos era muy dura.

Cuando los latifundistas cerraron sus negocios en Cuba, decidieron venderles la hacienda a los colonos. Arístides, aunque no sabía leer, le pidió a su padre un pedazo de terreno para construir una escuelita  y erradicar el analfabetismo reinante en la zona: “Fui esclavo de mis ideas. No era instruido, pero sabía que los campesinos vivían explotados por causa de la ingenuidad y la ignorancia.”

Los políticos del pueblo quisieron llegar a un trato con Arístides para ganar votos en las elecciones: “Dijeron que sembrar escuelas era una idea martiana y ellos la apoyarían con recursos. Me ofrecieron una botellita, cobrar un salario sin haber trabajado, pero yo despreciaba a esa gente corrupta. Cogí un machete y los saqué de mi casa, por esa razón, luego divulgaron que era loco y comunista.

“Eso me convino, porque en varias ocasiones, cuando era mensajero de los rebeldes, los casquitos paraban a los campesinos para revisarlos. Yo pasaba con mi yegüita y el morral lleno de cartas y me dejaban ir. Decían: ¡Vete, que tú estás loco!  

“Trabajé en la zafra, en arroceras y después de 15 años fundé la escuela La Olla, la primera creada en la Sierra. Luego hicimos otras más junto a los rebeldes: “Casi no teníamos profesores, cuando llegó un grupo de maestros y estudiantes para combatir en las lomas. Le expliqué el problema al Che y su respuesta inmediata fue: Quédate con ellos.”

Las memorias del poeta

Siempre le gustó hacer décimas y era famoso en el pueblo por sus creaciones. Lo invitaban para recitar en bodas y fiestas. Los guardias batistianos quisieron presionarlo por las ideas pregonadas en sus rimas: “Huí a tiempo. Como en esa época no existía el carné de identidad, fui de un lugar a otro y utilicé varios nombres para poder trabajar.

“Aprendí a leer y a escribir en el año 1949 y compuse una décima llamada El sueño de un guajiro en pro de la cultura campesina, así logré la unión y el apoyo de la gente y demostré que no estaba loco.”

-¿Qué piensa hacer para

que estas historias

perduren en el tiempo?

Mi religión son los niños, a ellos quiero dejarles mis experiencias. Deseo transmitirles los hechos de los que fui testigo. Para lograr ese sueño, trabajo actualmente en mi autobiografía. Quisiera poder retribuir de esta forma todo el amor que he recibido.

FICHA TÉCNICA:

Objetivo central: Mostrar la vida de Arístides Guerra, quien a pesar de su historia, se mantiene en el anonimato.

Objetivo colateral: Demostrar la amistad que existió entre Arístides Guerra y Ernesto Guevara. Revelar anécdotas del entrevistado vinculadas con la lucha en la Sierra.

Tipo de entrevista:
Por los participantes: individual.
Por su forma: mixta.
Por el contenido: de personalidad.
Por el canal por el que se obtuvo: directa.

Tipo de título: de referencia al entrevistado.
Tipo de entrada: de presentación.
Tipo de cuerpo: mixto.
Tipo de conclusiones: de opinión o comentario del entrevistado.
Fuentes consultadas: Carlos Manuel Alonso, combatiente de la Revolución y amigo personal del entrevistado. No documental.


 

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