A VECES SE SIENTE CANDELA
Onelio Jorge Cardoso, “el cuentero mayor”, habla de su vida. Manifiesta la importancia del arte y de su trabajo como labor social.
MELISSA RAMÍREZ HERNÁNDEZ,
estudiante de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
Caminé por pasillos de una estancia desconocida, un lugar que olía a nube, a rayo de sol, a cielo. Iba pensando en un gran cuentista de la literatura cubana, en el entregado periodista de Bohemia, en el autor de “Hierro viejo” y “El caballo de coral”.
Llegué ante una puerta grande, sentí que podía pasar. Onelio Jorge Cardoso estaba ya esperándome, de pie junto a dos butacas mullidas, llevaba en la mano un jazmín recién cortado y recordé de un golpe datos de su vida.
Nació en 1914, en Calabazar de Sagua, Villa Clara: “¡Ah…, aquel pueblo que nunca olvido! Lo recuerdo como si no hubiese pasado el tiempo. Siempre lo dibujo en mis cuentos: es el mismo que aparece en “El solar de Juanito Contino”, o el de “El Güije”. Una vez convertí a Calabazar, en “La rueda de la fortuna”, en un pueblo del lejano oeste americano con el estilo de las películas de cow boy”.
-¿Cuál fue su primera experiencia
como narrador de cuentos?
Tenía doce años cuando envié mi primera historia a una revista infantil habanera. La respuesta fue: “Al niño Fulano que vaya a la escuela y aprenda ortografía”. No escribí más hasta los dieciocho.
-¿Cómo fue su adolescencia?
Me tocó vivir la época de Machado, una etapa de dificultades económicas. A veces tenía que vestirme con ropa hecha con sacos de harina, usar los zapatos sin medias, vender tabacos de a centavo. No pude cursar un bachillerato decente, sino por cursillos en el Instituto de Santa Clara. ¡Y de la Universidad ni se hable!
-¿A qué se dedicó entonces?
En tiempos de Batista me hice maestro cívico-rural, actividad de la que me expulsaron por trasladar una escuela hacia otro lugar donde era más necesaria. Después me casé con Francisca Viera Torromé, mi compañera del bachillerato. Cuando nació mi primera hija, atravesé por otra mala racha económica, tuve que salir a buscar trabajo donde pudiera. Entonces decidí irme a La Habana para convertirme en escritor radial.
-¿Lo consiguió?
Sí, me aceptó Amado Trinidad, el magnate de radio de la época. Lo impresioné con un título efectista para una radionovela que busqué con bastante esfuerzo: “Montejíbaro”. Estuve un tiempo escribiendo novelas radiales, hasta que un día fui zarandeado: me dijeron que debía ser una mujer quien escribiera novelas para las mujeres. Es curioso que por aquellos días me hubiera negado a responder un interrogatorio acerca de mi opinión sobre Blas Roca y Chibás.
-¿Qué le gusta reflejar en su obra?
La vida humana, la existencia dramática de los explotados en las sociedades injustas, el mundo de gente sencilla, como los campesinos o los pescadores. Me gusta hablar de la igualdad, porque todos somos hormigas de la misma raza y fatiga.
-¿Con qué personaje de sus
cuentos se identifica más?
Con Juan Candela, el cuentero que maravilla con sus narraciones inventadas, a veces verdaderas; ese que ejerce una fascinación casi mágica en los que lo escuchan. Es “algo que tiene que ver con las estrellas, una cosa fuera del tiempo, del barracón y del mundo”.
-¿En qué piensa cuando va a escribir?
En todo lo que he vivido. Los paisajes que describo, la tierra que los sostiene y hasta el cielo que los cobija, pertenecen a un lugar de mi memoria, sujetos en el recuerdo con toda claridad.
-¿Cuál es su clave para
hacer un buen cuento?
Creer en algo bonito, aunque no lo sea. El hombre debe tener siempre algo hermoso en qué pensar, como la poesía.
-¿Ha escrito versos?
No, y no pienso hacerlo. Se me hace imposible llevar la poesía a la poesía, aunque dicen algunos que la he llevado al cuento.
-Comentan quienes lo conocen bien,
que tiene usted muchas reglas
de conducta. Dígame una.
Creo, por ejemplo, que la envidia es como una oscura semillita que si no se saca pronto del corazón, crece hasta que lo hace malvado.
-¿Y qué piensa del hombre que alimenta
solo las necesidades materiales?
El hombre siempre tiene dos hambres, si no las satisface acaba en la derrota física y espiritual.
-Hablando de espiritualidad, ¿cree
usted en el arte comprometido?
Si no está comprometido, lo está con la nada. El arte tiene el deber de expresarse por lo bello y por lo justo.
-Cuando escribe, ¿qué siente?
Una gran satisfacción. En la Revolución me di cuenta de la utilidad social de mi trabajo. Me siento dichoso de influir en el corazón del pueblo, pues mi tremendo interés es el hombre vivo, no la acera por donde camina.
Onelio Jorge Cardoso comenzó a difuminarse poco a poco. Desperté. Me senté despacio a la orilla de la cama, insegura de la realidad. Froté mis ojos, bajé la mirada y sonreí: allí, a mi lado, como cómplice de mi fantasía, un jazmín recién cortado me daba los buenos días.
Nota: Las respuestas de la entrevista pertenecen a textos versionados del libro El autor y su obra. Onelio Jorge Cardoso.
Pie de foto: Onelio Jorge Cardoso, destacado periodista y escritor cubano.
Ficha Técnica:
Objetivo central: Homenaje a Onelio Jorge Cardoso.
Objetivo colateral: Mostrar a Onelio Jorge Cardoso como un hombre de alta sensibilidad; presentarlo como un ser sencillo de grandes valores morales, comprometido con la justicia social.
Tipo de entrevista:
Por los participantes: Individual.
Por la forma: Mixta.
Por el contenido: Imaginaria.
Por el canal que se obtuvo: Vía documental.
Tipo de título: De juego de palabras.
Tipo de entrada: Descriptiva.
Tipo de cuerpo: Mixto.
Tipo de Conclusión: Inesperada.
Tipo de fuentes consultadas: Documental: Ministerio de Educación, “Onelio Jorge Cardoso”, Literatura cubana. El autor y su obra. La Habana: Pueblo y Educación, 1983, pp 413-423.
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