Blogia
Isla al Sur

PREESCOLAR EN LIMONES CANTERO

PREESCOLAR EN LIMONES CANTERO

IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ

Apenas despunta el día, viste el pantalón verde y calza las botas de cuero negras que sempiternamente la acompañan en estas serranías del Escambray espirituano, donde en tiempos de sequía el polvo es blanquecino y se incrusta hasta los tuétanos, y en la lluvia el fango casi llega al pecho. Va hacia la carretera que la acerca en el camino diario desde el politécnico de montaña Enrique Villegas, en la localidad de El Algarrobo, unos siete kilómetros loma arriba hasta la escuela primaria Manuel Ascunce, en la comunidad de Limones Cantero, allí donde asesinaran al joven maestro durante la Campaña de Alfabetización, y espera que pase cualquier cosa por la vía serpenteante.

Idania de la Vega Hernández anda de la mano de los estrenos, ahora que recién ha concluido la carrera universitaria, inauguró un aula para ocho niños y se ha convertido en la primera maestra de preescolar en la historia de Limones Cantero, una comunidad de solo cinco edificios y algunas casitas aisladas, en la que las gentes la quieren y respetan, y asienten con un "va" cuando todo marcha bien, o con un "e y sí", cuando están de acuerdo.

La habanera no imaginó la realidad de las serranías ni la dimensión de impartir clases en ella cuando integró el Plan Montaña por sus resultados académicos e integralidad. Marianao, el Vedado y el Cerro, lugares donde normalmente transcurre su vida en la capital, nada tienen que ver con este entorno marcado por la naturaleza, el silencio y la bondad de los moradores.

"En la escuela hay tres aulas: la mía, la multigrados y la de Computación, y somos dos maestras y dos profesores para 16 niños; aunque también se benefician con las nuevas tecnologías los vecinos del lugar los sábados y domingos, personas que trabajan rudo en la cosecha del café o en las fincas, y a las que les sobra solidaridad, afecto y humildad", dice con todo respeto.

Pudiera hablar mucho de la obra de la Revolución para que todos los niños, aun los que viven en zonas más apartadas, tengan iguales posibilidades en su desarrollo educacional. Pero Idania prefiere los hechos, y para ella son el televisor, el video y la computadora, las aulas con menos de 20 niños, y los programas educativos que los muchachos esperan con el alborozo del gusto, "porque para ellos la media hora del viernes con la clase para preescolar, es tiempo de alegría, no hay que mandar a hacer silencio ni decir que se porten bien, porque ni chistan; es impresionante".

Me cuenta que se llaman Ada Iris, Yudisleydis, Yanaivy, Yoanka, Junior, Yumaisquy, Heisy y Dainel, casi todos nombres salidos de los inventos familiares y a los que se ha adaptado a fuerza de repetirlos bien una y otra vez: "Son pequeños extremadamente cariñosos, pero solo cuando uno se los gana con afecto, porque al principio eran tímidos y apegados a las madres, de quienes tengo la mejor opinión, porque para ellas mis mandatos son sagrados, aun cuando me ven muy joven y algunas me quieren como a hija propia. Incluso, la familia acepta de buen grado que yo les oriente en cómo ayudar a los estudiantes en las tareas que mando, y es que todos desean que se destaquen en la escuela".

Cuando termine este curso habrá concluido su etapa del Plan Montaña, y la vuelta a La Habana será inminente, pero "siempre tendré presente esta etapa de mi vida en la que he aprendido a enfrentar dificultades materiales y espirituales. Limones Cantero andará conmigo siempre". 

 

 

0 comentarios