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Isla al Sur

EL HOMBRE METÁLICO

EL HOMBRE METÁLICO

Andrés, el primero de su tipo en Cuba, ha demostrado que el teatro no solo consiste en un telón y aplausos. Su escenario es la calle, la música la pone con su flauta y lo mejor de su guión es que no existe.

Texto y foto:
JAVIER TAMAYO RAMÍREZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

La calle Obispo, en la Habana Vieja, parece mundo fantasioso: adoquines, construcciones coloniales a ambos lados y sus ingeniosos personajes que parecen sacados de algún cuento. Por su color plateado o por la ilusión de que las estatuas también tienen vida, uno de ellos me cautivó. Al hablar con Andrés pude escuchar sus anécdotas y darme cuenta de cuánto le gusta trabajar para ese espectador  tan especial y tan heterogéneo que es el transeúnte.      

-Pero, ¿quién es en realidad tu personaje?

Lo veo como una estatua que fue puesta en la Habana Vieja, como esperando el día en que yo llegara para darle vida. Él sentía necesidad de gesticular, de llamar la atención de las personas que lo observaban y poder expresarse.

-Debe ser difícil la interacción con el público…

La calle es muy fuerte, la gente se manifiesta como es. Estoy ante un transeúnte al que brindo lo que hago. Cuando muestro mi trabajo las personas se expresan libremente, porque no tienen compromiso conmigo. De momento uno pasa como un mendigo o un loco que se paró en la esquina. Algunos tienen expresiones muy lindas, con respecto por lo que hago, pero otros no.

Los niños a veces son muy agresivos. Por ejemplo, hace tiempo una pequeña se paró delante de mí y me repetía “oye feo, quítate”. Entonces me salió un canto, de tanto ella decirme cosas fuertes: “Plánchate la vida para que me ames, no me trates mal”, le decía. Así ella se fue retirando y se sentó frente al hotel Ambos Mundos, como aturdida por la respuesta.

En ocasiones vienen con los padres y veo la actitud inocente del niño con uno, pero los mayores, predispuestos, empiezan a obstaculizar esa relación que voy a tener con su hijo, a veces porque el niño le dice que me dé un medio. El pequeño quiere interactuar con uno mientras que a ellos no les importa eso, lo que les interesa es la fotico.

-¿Alguna otra experiencia?

Hace un tiempo una pequeña estaba observándome y la madre le decía: ¡Vírate para acá!, y le respondí con un poema: Tu hijo no es tuyo, es el hijo del anhelo de la vida por sí misma, no viene de ti, viene a través de ti y aunque esté a tu lado no te pertenece. Tú puedes darle tu amor, pero no imponerle tus ideas porque él tiene sus propios pensamientos. Puedes abrir su puerta, pero no su alma porque en su alma habita el corazón del mañana que tú no puedes visitar, ni aún en sueños”.

-¿Qué creen sus familiares y

amigos del Hombre Metálico?  

Les gusta. Aunque mi mujer me pelea porque siempre llego a la casa lleno de polvo plateado.

-¿Qué hacía Andrés antes de

convertirse en este personaje?

Hice teatro aficionado en los años 90. Después tuve la suerte de estar con el grupo de Vicente Revuelta, quien introdujo muchas novedades en la escena a principios de la Revolución. Él me ayudó a unirme al teatro, pero después enfermó y se terminó el proyecto  y la mayoría nos quedamos en el aire, pues no estábamos graduados. La intención de Vicente era formar una comunidad de jóvenes artistas, pero nadie siguió adelante con el proyecto. 

Es entonces cuando se creó un grupo de zancos con autorización de Eusebio Leal y se le permitió permanecer trabajando en las calles. El colectivo recibió el nombre de Gigantería y fue ahí donde comencé a trabajar hace 12 años, en el Centro Histórico. Fue como una tabla de salvación que encontramos, porque Gigantería es un espacio donde se empieza a interactuar con el público, donde comenzamos a ganar dinero y donde empezamos a tirar ideas.

-¿Y desde entonces estás en la calle?

A los dos años me fui del grupo y comencé a hacer teatro de sala. Pero me sentía mal por haberme ido de mi sitio. Con el teatro de sala me daba cuenta de que por mi experiencia, no encajaba; prefería la calle. Entonces me vino la idea de la estatua.

-¿En qué piensas cundo estás inmóvil?  

Andrés –solo Andrés- prefirió responderme con el silencio que caracteriza su labor. No se movió más y ni siquiera me volvió a mirar. Me fui alejando hasta dejarlo solo. 

Ficha Técnica:

Objetivo central: Conocer acerca de un oficio poco divulgado en nuestro país.

Objetivos colaterales: Indagar sobre la trayectoria de Andrés en este oficio.   

Tipo de entrevista:
Por los participantes: Individual.
Por su forma: Clásica.
Por su contenido: De retrato o personalidad.
Por el canal que se obtuvo: Directa.

Tipo de título: De referencia al tema o entrevistado.
Tipo de entrada: Narrativa.
Tipo de cuerpo: Clásico.
Tipo de preguntas: 1-Directa; 2-Abierta; 3-Directa; 4-Directa.
Tipo de conclusión: De opinión o comentario del  entrevistador.
Tipo de fuentes: Activa.

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