NO SOMOS IMPRESCINDIBLES PARA LAS DEMÁS ESPECIES
El derecho ambiental, surgido en 1972 a raíz de la Conferencia de Estocolmo de la ONU, es la rama jurídica encargada de velar por el equilibrio entre el desarrollo de la humanidad y la protección de los recursos naturales.
Texto y foto:
JAVIER ROQUE MARTÍNEZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
Prometió que me atendería a las diez de la mañana. Llegué veinte minutos antes y preferí esperar, sabedor de su respeto por la puntualidad. Mientras, repasé en mi mente las preguntas, chequeé la grabadora y el bolígrafo, me dije que todo saldría bien. Consulté el reloj; había llegado el momento.
El Doctor en Ciencias Leonel Caraballo Maqueira me esperaba en su oficina sentado frente a la computadora. El también Especialista Principal de la Dirección Jurídica del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) y Profesor Titular de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, hojeaba uno de los tantos documentos sobre su escritorio cuando me invitó a pasar y tomar asiento.
Profundo conocedor y estudioso de las leyes, a las cuales ha dedicado más de dos décadas, es autor de diversas publicaciones sobre el tema, entre ellas, el Curso de Universidad para Todos Derecho y Medio Ambiente, de 2006, escrito en conjunto con otros especialistas en la materia.
-¿Cuál es, para usted, el principio
fundamental del derecho ambiental?
La conservación de la vida. Si yo digo que el punto focal es el desarrollo sostenible corro el riesgo de ser demasiado utilitario, porque me voy a concentrar en el avance económico y social, por lo que puedo poner en peligro alguna forma de vida o ecosistema. Pero si me centro en lo primero, entonces le presto más atención a los sustratos, como el suelo, el agua y la atmósfera y, por tanto, a todos los componentes que coexisten en el planeta. Hay un hecho práctico: la vida comenzó sin los seres humanos, por lo tanto no somos imprescindibles para las demás especies, somos un elemento más dentro de la trama de la vida. Lo que no está demostrado es que el hombre exista sin el resto de la diversidad biológica de la cual forma parte, porque además, es imposible.
-¿En su opinión, cómo ha evolucionado
el pensamiento ambiental
cubano desde 1959?
Ha evolucionado positivamente, pero lo mejor es que lo ha hecho a la par del resto del mundo, aunque en algunos momentos fuimos pioneros. El concepto de desarrollo sostenible que se definió en 1987 en el Informe Brundtland, ya había sido esbozado por el naturalista villaclareño José Álvarez Conde entre 1958 y 1959. Nosotros hemos aumentado la superficie boscosa y cumplido con todos los convenios internacionales, ya sean de diversidad biológica o cambio climático. Además, tenemos una legislación ambiental bastante completa que ahora va a entrar en periodo de perfeccionamiento.
-En cuanto a su área de trabajo,
¿hay diferencias entre cómo se ejerce
en nuestro país y en otras latitudes?
Todo tiene una carga política; no puede verse de otra forma. Las normas son expresión de una voluntad y pensamiento políticos, por eso el derecho ambiental es una ciencia, además de una doctrina y un principio. La manera en que aquí se plantea no tiene por qué ser exactamente igual a como se refleja en otras naciones. Aún cuando se hagan estudios comparativos no se puede perder de vista nuestra situación. Decía Martí: “Injértese en América el mundo, pero el tronco ha de ser nuestra república”, y bajo esa realidad es que se debe trabajar. Ahora la legislación nacional debe ser adaptada o acondicionada de acuerdo con lo que plantean nuestros lineamientos; no es de acuerdo a nada extranjero, sino a cómo el Partido y el pueblo han concebido el desarrollo hacia el futuro, eso sí, tomando siempre lo mejor del pensamiento internacional.
-¿Piensa que es suficiente el nivel de
identificación de la población con los
problemas medioambientales?
No, todavía. No se explica de otra manera la forma en que enfrentamos la cuestión. Si hubiera una verdadera comprensión no tuviéramos tantos problemas desde el punto de vista de la ciudadanía, no hablo desde el de las organizaciones estatales o no estatales.
-¿Cómo cree que se podría aumentar
la concientización de personas e
instituciones respecto a este tema?
Educando. No se puede basar únicamente en la represión, también tiene que educarse; no es solo dar información por darla, sino ser capaces de diferenciar los sectores a los cuales va dirigida y hacerla atractiva. A veces vemos programas que son muy instructivos, pero que no llegan porque la persona que está trasmitiendo no se identifica lo suficiente con el tema. Además, hay que utilizar las nuevas tecnologías en la medida de lo posible. Hay que educar sensibilizando a las personas, no únicamente diciendo que no se puede, sino dando razones y tratando de que entiendan los perjuicios que les pueden traer los daños al medio ambiente.
-Para terminar, ¿cuánta importancia
tiene su campo profesional en la
política de desarrollo sostenible
que impulsa el CITMA?
Muchísima. Toda la labor del ministerio está sostenida sobre las normas y principios del derecho ambiental. No hay una sola acción que no tenga reflejo en un instrumento jurídico. A 40 años de nacida la legislación medioambiental, en la cuidad europea de Estocolmo, en 1972, aún queda mucho por hacer, a pesar del interés que muestra el gobierno cubano en cumplir con todos los tratados y convenios internacionales.
Pie de foto: Según el Doctor en Ciencias Leonel Caraballo Maqueira, la creación del CITMA fue un factor decisivo para el impulso del derecho ambiental en Cuba.
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