UN MAR DE CAPITALINOS
SANDRA MADIEDO RUÍZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
En la década del noventa ella era una de las bahías más contaminadas del mundo. La cristalización del agua se tornasolaba con los hidrocarburos y aceites. La situación medioambiental era extrema: los peces emigraban y las aves no visitaban al Castillo de los Tres Reyes Magos del Morro. Sentarse antes en el gran sofá de La Habana, el Malecón, era un castigo producto de olores desagradables provenientes de una de las radas más hermosas del orbe.
Hoy, en la primera década y tres menos de la segunda del nuevo milenio, la bolsa capitalina refleja el cielo y numerosos peces ayudan a los obreros del mar, los pescadores, a llevar el fruto de su trabajo a la cena. Si preguntaran cómo y cuándo se transformó, la respuesta será sencilla: la creación en el año 1998 del GTE-Bahía de La Habana (Grupo de Trabajo Estatal para el desarrollo, cuidado y preservación de la Bahía de La Habana), el cual ha laborado arduamente con el propósito de identificar todas las fuentes contaminantes que a ella vierten y buscar las soluciones.
Los ríos Luyanó y Martín Pérez, el arroyo Tadeo, la refinería Ñico López y el alcantarillado de las zonas aledañas a la rada son las causantes de la todavía desfavorable situación que se aprecia. Sin embargo, desde el año 1998 se ha reducido la contaminación en un 70,9 por ciento, dato que demuestra el afán por reducir a cero el problema.
Para erradicar los males, el GTE diseñó el Departamento de Educación Ambiental Empresarial, el cual ha capacitado desde el 2005 a un total de 775 personas, tanto directivos como obreros de empresas, fábricas y refinerías. Además, 80 escuelas y alrededor de 1 000 estudiantes han participado en los dos festivales “Amigos de la Bahía” que ha realizado el grupo con el propósito de concientizar y alertar a las masas de los problemas presentes en la bahía, pues la Educación Ambiental es otra rama presente en el programa del equipo.
No obstante, la voluntad de los especialistas y el empeño del gobierno no hacen que la rada esté descontaminada, pues de todas las fuentes que impactan es el río Luyanó el que muestra los índices de contaminación más elevados y una prueba es la negación de la vida en sus aguas. Respecto a esta arista, se trabaja en la construcción de una planta de tratamiento para el 2014–2015 y la compra de tres más, lo cual contribuirá “a sanear al río y recuperar el ecosistema para bien del medio ambiente y de la bahía”.
A pesar de los embates de la economía, en el 2012 se redujo la contaminación en un 30,13 por ciento y ello se evidencia en los comentarios de los habaneros, quienes notan el cambio de la novia que espera paciente al buque que entre en su puerto. Sin embargo, aún hay muchísimo que hacer y la disposición no es problema, pero la Bahía de La Habana para su recuperación dependerá del saneamiento de las fuentes que la contaminan, de las soluciones eficaces que se hallen y ejecuten y de la dedicación no solo de un pequeño grupo sino de un mar de capitalinos.
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