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Isla al Sur

EL AHORRO DE QUINCE AÑOS

EL AHORRO DE QUINCE AÑOS

LUAR LÓPEZ DE LA OSA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

¿Hembra o macho? ¡Hembra! Entonces, hay que empezar a reunir para los quince. Vamos a abrir una cuenta en el banco porque el dinero de la fiesta es sagrado, no se toca. Escoge bien a los padrinos, porque ellos nos ayudarán. Después no quiero que se desaparezcan y olviden a su ahijada.

La conversación es recurrente en muchas familias, el cumpleaños número quince de una hija constituye una preocupación desde el nacimiento de la niña. Generalmente, la familia cubana ve a la fiesta como uno de los eventos sociales más importantes.

No importa el dinero que cueste, el objetivo es dar un espectáculo con todas las de la ley. Además de cumplir con los deseos de la homenajeada: el vestido alquilado, fotos como supermodelo, la fiesta en un salón y un baile con los compañeros del aula. Más allá de la celebración, este suceso presupone un conflicto cuando es más importante aparentar una imagen o una mejor posición económica, pues el festejo debe apreciarse como el tránsito de una adolescente a la madurez, a nuevas responsabilidades.  

Según la tesis de Licenciatura en Sociología de Yaineris Pérez Dueñas, citada en un reportaje de Juventud Rebelde (JR), los orígenes de estos eventos sociales en Latinoamérica se encuentran en la cultura azteca, que celebraba ritos de paso a la madurez. Estos poseían un valor simbólico, pues marcaban un cambio de responsabilidades y el tránsito a un nuevo rol como guerrero o esposa. Durante la colonización, los rituales se mezclaron con las costumbres de los misioneros católicos.

Con el tiempo, la festividad se consolidó en México y continuó sumando seguidores en Latinoamérica, España y algunas comunidades hispanas de Estados Unidos. En Cuba, Argentina, Puerto Rico y República Dominicana es una importante tradición.

La revista eHow manifiesta que en la década de 1930 estos elaborados ritos de transición se comenzaron a aceptar como práctica social en las sociedades hispanas de los Estados Unidos. Se realizaban con el objetivo de conectar a los descendientes españoles con su patrimonio cultural y fijar los lazos de la comunidad con el país de adopción.

Los primeros casos registrados en la prensa cubana datan de la década de 1950 y es a partir de estos años que la celebración se manifiesta como un ritual muy parecido al que tiene lugar hoy día, comenta en el reportaje de JR la máster en Psicología Lisset María Gutiérrez, del Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello.

Mis abuelas recuerdan que en la etapa posterior al triunfo revolucionario existía un cupón en la libreta de productos industriales para que las quinceañeras compraran sus zapatos. El gobierno cubano trataba de mantener una igualdad social, incluso los trajes se alquilaban en tiendas estatales.

Actualmente no es así, y las Fiestas de Quince ponen de manifiesto las diferencias económicas entre los diferentes estratos de nuestra sociedad, pues muchas familias no tienen los recursos económicos para realizar una celebración de este tipo. La ostentación presente en la mayoría de tales festividades puede provocar un sentimiento de inferioridad en los jóvenes de bajo capital. 

Lo curioso de la tradición reside en que últimamente hay un estándar establecido por la mayoría de las quinceañeras. Las fotos se realizan con semejantes características y entre más grande sea su formato, mejor. ¡Ah!, bendito sea el photoshop que hace a las retratadas más bellas y menos reconocibles.

Es usual ver que antes de la fiesta, catorce parejas, además de la cumpleañera y su galán, deban recorrer el barrio en cocotaxis para exhibir los trajes o, mejor dicho, el dinero gastado en gasolina durante el desfile de los invitados. Promover estas conductas no favorece el desarrollo cultural de una sociedad.

Estos requerimientos, más allá de frivolizar el cumpleaños, fomentan la presunción, el culto a lo material y la especulación en los jóvenes. La fecha debe constituir un momento para festejar, compartir y no una excusa para hacer gala de opulencia en el barrio.

La adolescencia es una etapa importante en la formación de un ser humano por los cambios que experimenta, tanto físicos como psicológicos, por lo que requiere del apoyo y educación de los mayores. ¿Quién mejor que ellos para inculcar en la juventud valores como la sencillez y modestia?

Entre las causas de este fenómeno puede que se encuentre la influencia en nuestra nación de la imagen del consumismo, procedente de los países desarrollados. También, el carácter fastuoso de “los quince” se ha consolidado porque son el sustento para muchos negocios particulares que ofrecen servicios de fotografía, video, alquiler de trajes y montaje de decoración.

Por mucho que uno quiera transformar el acontecimiento, hay una eterna regla. Cuando este tipo de fiesta acaba, los invitados se llevan buena parte del buffet, los padres se sienten recompensados al ver a su hija feliz y siempre hay alguien que le dice a otro: ¡te salvaste que a ti te tocó macho! 

 

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