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Isla al Sur

EL OTRO ESPECTÁCULO

EL OTRO ESPECTÁCULO

La visita de Caruso a La Habana tuvo connotaciones más allá de sus interpretaciones de óperas.

DARÍO ALEJANDRO ALEMÁN, 
estudiante de primer año de Periodismo
de la Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

El famoso cantante de ópera, Enrico Caruso, tuvo su primer altercado con la policía en Cuba. El suceso aconteció en el año 1920 cuando, como parte de una gira internacional, el artista se ofreció a cantar en La Habana.

Tras haberse presentado en prestigiosos lugares como La Scala de Milán y ser el primer tenor en el Metropolitan Opera de New York, el intérprete napolitano decidió cantar en el antiguo Teatro Nacional, hoy Gran Teatro de la Habana. Según crónicas del Diario de la Marina, publicadas en la edición especial de 1958, por el 125 aniversario de su fundación, se dieron un total de 10 actuaciones.

El gran tenor fue aclamado por la alta sociedad cubana que le pidió un último espectáculo. “Caruso tenía más de 500 obras en su repertorio, y decidió finalizar su estancia en Cuba con el Aída, de Giuseppe Verdi, haciendo del personaje del egipcio Radamés”, declaró el doctor Fernando Cañizares, destacado abogado y coleccionista de interpretaciones del italiano.

Los opositores del entonces presidente, Mario García Menocal, sabotearon el último espectáculo en La Habana de este hombre del bello canto. Al respecto, el Diario de la Marina señaló: “Es un mito todavía si fue una bomba o un petardo. Lo cierto es que Caruso se asustó de tal manera que salió corriendo por todo San Rafael a las tres de la tarde”.

Este hecho fue recreado por el intelectual cubano Alejo Carpentier, quien afirmó que “el cantante de ópera era muy miedoso y solo atinó a huir”. El creador de lo real-maravilloso en la literatura hispanoamericana, relató que un policía, de quien nunca se supo el nombre, detuvo al artista por escándalo público fuera de tiempos de carnaval y por estar vestido de mujer.

Según Carpentier, Caruso intentó defenderse en italiano, pero el militar no conocía el idioma y pensó que era una burla. “El escándalo fue tremendo, dado que el pobre estuvo casi 24 horas en la estación de Monserrate detenido”, afirmó el doctor Cañizares.

El personaje de Radamés debe vestir de túnicas doradas y otras multicolores. Porta varios collares y pulsos propios de la cultura del antiguo Egipto, junto a una cimitarra colgada de la cintura. Este disfraz contrastaba mucho con la moda de inicios del siglo XX.

“Fueron las ágiles tramitaciones del embajador italiano en La Habana las que libraron al tenor de los barrotes de la estación”, contó el Diario de la Marina. Una vez salido del problema, Caruso se marchó de Cuba y juró no volver jamás.

El cantante de ópera recibió por sus 10 presentaciones un pago de 10 000 dólares, una cifra que no fue superada por ningún otro músico hasta la década de los 70.  

Pie de foto: La vestimenta del famoso Caruso en el rol de Radamés, fue todo un escándalo en las calles de la capital cubana.

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