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Isla al Sur

EL PRODIGIO DE UNA DÉCADA

EL PRODIGIO DE UNA DÉCADA

Los años sesenta: cuando se sembraron los sueños del porvenir y comenzó una nueva época.

MARIO LUIS REYES BETANCOURT,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

El Primero de Enero de 1959 triunfó la Revolución Cubana. Ello significó la toma del poder político que de inmediato fue acompañado de las más radicales medidas en todos los ámbitos: económico, social, cultural, espacio este último en el que se sentaron las bases del desarrollo posterior de la cultura en el país.

La Campaña de Alfabetización, la fundación del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), la creación de la Imprenta Nacional de Cuba, de la Casa de las Américas, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba,  la apertura de escuelas de arte, con el Instituto Superior de Arte (ISA)  a la cabeza, son solo algunos de los hitos fundacionales que se registraron en esa década.

Sobre el ambiente que se vivió en aquellos años recordaba el escritor  Humberto Arenal: “Entonces los días no tenían veinticuatro horas (…) hablábamos mucho, planificamos el futuro, que parecía infinito. Todo era posible porque esta gran utopía que siempre ha sido la revolución todo lo propiciaba”.

El poeta holguinero Delfín Prats describía su encuentro con la Habana de entonces: “Se leía de todo. Se publicaba a los grandes decadentes: Proust, Kafka, todo eso. En las revistas campeaban los nombres de grandes revisionistas: Fischer, Garaudí, della Volpe… Se veía de todo, en cine, en pintura. La música no terminaba en Shostakovich.”

Fuertes contradicciones, grandes polémicas

Pero no todo se desarrollaba idílicamente. Los sesenta también fueron años de fuertes contradicciones y grandes polémicas, como era de suponer en una revolución que se proponía llegar hasta el final. La primera, y quizás la más definitoria, se produjo con la proyección del documental PM, que suscitó enconadas controversias entre algunos de los más representativos intelectuales del momento, unos defendiendo la libertad creativa y otros abogando por el  arte comprometido.

El diferendo en cuestión desembocó en una serie de reuniones entre los escritores y artistas y la máxima dirección de la Revolución, que tuvo como epílogo un definitorio discurso de Fidel Castro conocido como “Palabras a los intelectuales”, en el que zanjaba la antagónica discusión con una fórmula que en aquel momento resultó salvadora: “Dentro de la revolución, todo; contra la Revolución, nada.”

Al respecto, el profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de la Habana, Enrique Román, expresó en un reciente panel efectuado en esa institución, que esta frase, lejos de ser un llamado a la censura, se convirtió en un freno tanto  de los peligros del dogmatismo como de  los provocados por la tolerancia excesiva, en el contexto de una pugna existente entre grupos que, al interior de la Revolución, luchaban por alcanzar el poder cultural.

Otra polémica importante fue la que sostuvieron a finales de 1963, Alfredo Guevara, presidente del ICAIC, y Blas Roca, director del entonces periódico Hoy en torno a las películas  Acatone y Rocco y sus hermanos, que en opinión de Roca no estaban de acuerdo con el momento histórico que se estaba viviendo y atentaban contra la política cultural de la Revolución.

Como apunta Carlos Velazco, jefe de redacción de la revista Unión y estudioso de la década de los sesenta, en el debate se reflejaba una contradicción permanente en la historia de la cultura cubana, la del “dogma vs. libertad creativa”. 

Órbita internacional. Espacio nacional

La dinámica de esos años en Cuba no puede separarse del contexto internacional en el que se vivieron probablemente los tiempos de mayor oposición a la hegemonía imperialista en el siglo XX, “un período histórico que, por la hondura y universalización de sus problemas, aún sigue suscitando reflexiones”, apunta Velazco.

Fueron los años de las multitudinarias protestas contra la guerra de Vietnam, y las de los sectores marginados, entre ellos los negros norteamericanos encabezados por Martin Luther King, Jr. y Malcom X; la rebelión de los estudiantes que culminaron en el llamado Mayo francés y en la matanza de Tlatelolco en México; la delirante euforia juvenil por los Beatles y los Rolling Stones, el boom de la literatura latinoamericana, y tantos otros acontecimientos.

De los sesenta cubanos, la destacada escritora Mirta Yáñez cree que  “lo más importante  (a pesar de las represiones de diverso tipo como a la música de los Beatles, la persecución de los homosexuales y la llamada “parametración” en el teatro), fue el espíritu de excepción que se generó entre los jóvenes. Sencillamente parecía que nos podíamos “comer el mundo” y ese modo de ver el futuro propició el estudio, la investigación, la creación”.

Así la recuerda también Minerva Salado, periodista cubana    radicada en México, quien al calificarla de inolvidable, dice: “Pudimos conocer a intelectuales que admirábamos. Me acuerdo de Nicanor Parra, de pie en el salón universitario donde cursábamos el segundo año de la carrera, y de Cortázar en la Casa de las Américas, y de García Márquez y David Viñas y Juan Gelman. Fue memorable la presencia de Pablo Neruda, leyendo Canción de gesta, en la tribuna de la Plaza de la Revolución”.

“Son tiempos a los que hay que agradecer el habernos puesto al alcance de la mano la obra y las personas de estos intelectuales. Empecé a acercarme a Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir, luego de su visita a La Habana y de la publicación de la crónica de Sartre sobre esa visita, Huracán sobre el azúcar. Es cierto que se extrañaban ausencias como las de Jorge Luis Borges, Octavio Paz  y, luego de la ruptura con Cuba, la de Mario Vargas Llosa, pero hasta hoy se agradece lo que tuvimos”, agregó la escritora, vía correo electrónico.

Coincide el escritor Leonardo Padura  respecto a  la animación  que en el ámbito literario se experimentó en esos momentos: “El ambiente en que se crea la literatura en la Cuba socialista a lo largo de la década de 1960 fue, en líneas generales, armónico y ascendente“,  y  a renglón seguido testimonia el ¨(…) mayoritario entusiasmo de escritores que abrazaban el proyecto social en el cual, por primera vez, se veían reconocidos como tales en un país donde apenas se les había reciprocado no ya su grandeza, sino ni siquiera su labor”.

La explosión creativa promovida por la Revolución desde entonces, totalmente inédita en la historia del país, se expresó igualmente en el acceso de la población a las manifestaciones artísticas del máximo nivel, dígase teatro, danza, cine, música, literatura, artes plásticas, con la participación regular, incluso, de afamados creadores extranjeros.

Mercedes Chacón, quien iniciaba sus estudios de Medicina en 1964, evoca con ilusión momentos que no vacila en considerar como de los más importantes de su vida: “Por primera vez vi bailar a Alicia Alonso, recuerdo las actuaciones de Raquel Revuelta en el teatro, los Noticieros ICAIC, las primeras películas cubanas, los conciertos de la Nueva Trova, oír a Silvio, a Pablo, casi todo gratuito; fue una época gloriosa, la verdad, y que sembró en nosotros los jóvenes, para siempre, el gusto por las expresiones culturales de calidad”.

Para la Doctora Isabel Moya, directora de la Editorial de la Mujer, los cambios que entonces comenzaron a gestarse en la situación de las cubanas, relegadas e invisibilizadas históricamente, se insertaron en  las transformaciones culturales registradas en los sesenta. Surge la Federación de Mujeres Cubanas, acceden en masa las féminas a las universidades, son protagonistas referenciales en grandes películas del cine cubano como  Lucia y Manuela, entre otros muchos sucesos que definirán, posteriormente, el papel decisivo de la mujer en la construcción del socialismo en Cuba.

Considera la experta en género, sin embargo, que en la literatura siguió predominando la obra de los escritores, evidencia de la secular discriminación que sufrieron las literatas, salvo honrosas excepciones.

Según  apreciación del periodista y escritor Luis Sexto, el cine fue la manifestación artística más influyente de la época, porque” posibilitó que el cubano, masivamente, se aficionara más a él y aprehendiera una imagen del país y la sociedad en que vivía”.

Más de 50 años después, cuando se debate en congresos y asambleas el futuro de la cultura cubana, es imprescindible recordar aquella etapa en que todo comenzó, acerca de la cual  el destacado  cineasta Julio García Espinosa, afirmó: “Fueron esos años sesenta, años en que nos transformamos transformando la vida. Yo, que nunca he tenido buena memoria, los recuerdo como los años en que empezamos a ser adultos”.

Pie de foto: Protagonistas de una década histórica, entre ellos, de izquierda a derecha Alfredo Guevara, Tomás Gutiérrez Alea y Fausto Canel.

Ficha técnica:

Tipo de título: Llamativo.
Tipo de entrada: Sumario.
Tipo de cuerpo: Cronológico.
Tipo de cierre: Conclusivo.
Tipo de reportaje: Retrospectivo.

Tema: Transformaciones operadas en la cultura cubana en la década del sesenta y su trascendencia en la actualidad

Objetivo principal: Resaltar la obra fundacional de la Revolución en la cultura.

Objetivos colaterales: Destacar la evocación de muchos intelectuales sobre esos años. Apreciar todo lo que se ha logrado y también los retrocesos que ha habido en algunas esferas.

Fuentes consultadas:

Documentales:

Colectivo de Autores: Cultura Cubana Siglo XX. Ediciones Félix Varela. La habana, 2006.

Otero, Lisandro: “Trazado”. Ediciones Unión. La Habana, 1976.

Padura, Leonardo: Un hombre en una isla. Ediciones Sed de Belleza, 2013.

Pogolloti, Graziela: “Dinosauria soy”. Ediciones Unión. La Habana, 2011.

No documentales:

Enrique Román. Profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de la Habana y Ensayista). Experto. 

Minerva Salado. Escritora y periodista cubana radicada en México. Testigo.

Mirta Yañez. Escritora. Especialista y testigo.

Carlos Velazco. Periodista y editor de la revista Unión. Especialista.

Luis Sexto. Periodista y poeta. Testigo.

Mercedes Chacón. Médico. Testigo.

Isabel Moya. Periodista y directora de la Editorial de la Mujer. Experta.

Tipos de juicios:

Lógico: Minerva Salado, Mercedes Chacón.

Sintético: Carlos Velazco.

Analítico: Enrique Román, Isabel Moya.

De valor: Mirta Yañez, Luis Sexto.

Soportes:

Hecho: Por su importancia fundacional dentro de la cultura cubana repercute aún (Remitirse al Congreso de la UNEAC).

Antecedentes: Se han realizado numerosos estudios sobre el tema y actualmente se está desarrollando un ciclo de conferencias en varios espacios llamado “Pensar Cuba” en el que se profundiza la década de los sesenta.

Contexto: Debates culturales en el Congreso de la UNEAC, se cumple 50 años de esta década, promoción de conferencias sobre estos años en diversos espacios.

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