UN HOMBRE CON CORAZÓN DE PAPEL
AURA CRISTINA VILLAMIL SABOGAL.
estudiante de quinto semestre de Comunicación Social,
Universidad Cooperativa de Colombia, sede Bogotá.
“Ricardo Corazón de Papel”, ubicado en el centro de la ciudad, dedica un espacio a reconstruir el arte y dar inspiración a los escritores por medio de sus creaciones.
Ricardo Aguirre, fundador del establecimiento, lleva alrededor de 27 años dedicado a restaurar libros y a la encuadernación. Pero no trabaja solo, son cuatro personas más, de entera confianza y a su lado por más de tres años.
El nombre del lugar, ubicado en la Macarena, en la calle 20 #3-29, corresponde a una dedicatoria enviada desde México, por medio del maestro Guillermo Angulo, en su obra “Cien años de soledad” por Gabriel García Márquez. El escrito dice, “Para Ricardo corazón de papel, este libro que él no encuadernó, (como es evidente) y con todo el cariño del que lo escribió”. Fue este mensaje la razón por la cual se denominó “Ricardo Corazón de Papel”.
Este lugar fue creado, en especial, para personas con contacto directo con los libros y su relación hacia ellos sea más allá de un aprecio. Es un punto turístico y cultural, pues como asegura su fundador, “reserva la memoria empastando, recuperando libros, y al mismo tiempo, motivando a expresar por medio de sus cuadernos en blanco.”
Alejandra García, estudiante de la Universidad Nacional, asegura que es un lugar único, pues ama los libros y los trata con extremo cuidado, pero algunos requieren ser reconstruidos porque por sus contenidos son difíciles de encontrar y se encuentran en mal estado.
Es un lugar inconfundible, ya que por ser una encuadernación manual, producir calidades, formatos y tamaños de papeles, los productos son no convencionales, y lo más importante, no se encuentran en el mercado común.
Los diseños de las libretas en blanco se inspiran en fuentes de la ciudad, por sucesos del momento y algunas ediciones urbanas elaboradas por artistas de la calle. Además, todas las producciones son fabricados con materiales ecológicos, provenientes del bagazo de la caña.
Marco Antonio Rojas, encuadernador desde hace cinco años, explica su elaboración como un arte, pues desde la selección del material, el corte de las hojas, hasta la obtención del producto final, se debe contar con experiencia y pasión por el trabajo.
Además, cuenta con un pequeño museo de la encuadernación, todavía en proceso de trasformación, pero con firmes deseos que con el tiempo se expanda y sea reconocido, no solo por la reconstrucción de los libros, sino también por sus creaciones ecológicas y elaboradas manualmente.
Pie de foto: Dedicatoria de Gabriel García Márquez en el libro “Cien Años de Soledad”, a Ricardo Aguirre.
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