¡LLEGO LA ENANA!
MARCELA VÁSQUEZ CORTES,
estudiante de quinto semestre de Comunicación Social,
Universidad Cooperativa de Colombia, Sede Bogotá.
El 14 de julio del 2004, después de las 2 de la tarde, nace la que por ocho meses esperé. Sin pensarlo, ese día mí vida tuvo un cambio “del cielo a la tierra”: nació mi hermana Sofi, “la enana”.
Para mí ese miércoles fue un día común y corriente, salí para el colegio, pero todo comenzó a ser extraño desde que llegué, no estaba la que siempre me espera con tanto amor, mi abuela, lo cual se me hizo demasiado extraño. Yo no sabía nada, me sentí perdida en ese instante puesto que nadie me daba razón de lo que estaba sucediendo, ya que el nacimiento de “la enana” no estaba programado para tan pronto.
Minutos después, quedé sorprendida, pues me enteré de lo que estaba sucediendo: nació “la enana” y me di en llanto, el día más y al tiempo menos esperado llegó, mis sentimientos eran confusos, pensar en dejar de ser la niña mimada de toda la familia a ser la hermana mayor con ciertas responsabilidades, era algo demasiado inquietante.
Dos días después conocí a mi hermana, mi actitud no fue la mejor, los celos me carcomieron, no quería conocer a esa bebé que me quitaría “el puesto”; y sí fue así, pero no tan malo, “la enana” me trajo mucha alegría.
Sofía es el motor de mi vida, por quien lucho día a día sin pensarlo, esta niña saca lo mejor de mí, me hace feliz; por otro lado, su llegada hizo de mi alguien responsable, a los 11 años la muñeca con la que jugaba quedó reemplazada por una bebé de verdad, y cosas como hacer teteros, cambiar pañales, bañarla, vestirla, dejaron de ser juegos y se convirtieron en algo cotidiano.
Hoy, después de nueve años, siento que “la enana” ha sido el mejor regalo que Dios mandó a mi vida, esta niña es, según muchos, una fotocopia mía: hace, dice, actúa, se peina, viste como yo, lo cual hace que cada paso que doy sea el mejor porque sé que detrás de estos viene una personita determinada a seguirlos y a tomarlos como experiencia.
Pero esto no quiere decir que ella no tenga su personalidad, por el contrario, ya se ven sus destrezas: le encanta cocinar, quiere ser chef, le gusta la ópera, es demasiado aplicada, cosas que no aprendió de mí. Sigue mis pasos, pero no es igual a la hermana.
Actualmente está cursando tercero de primaria y es toda una señorita a la cual admiro y me siento muy orgullosa. Le doy gracias a Dios por entregarme tanta felicidad en una persona con quien sé que contaré por el resto de mi vida.
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