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Isla al Sur

CARROS, ¿SOLO PARA HOMBRES?

CARROS, ¿SOLO PARA HOMBRES?

María Constancia Caraza Valdés, la Macorina, fue la primera mujer con licencia para conducir en nuestro país, cuando apenas se introducía el automóvil en Cuba.

DACHELYS ALFONSO LEAL,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Cuando apenas comenzaba la introducción del automóvil en Cuba, alrededor de los años 20 del siglo pasado, y era un lujo de la alta sociedad, María Constancia Caraza Valdés, la Macorina, fue la primera mujer de nuestro país con licencia para conducir. Pocos conocen que es hija de Guanajay, municipio artemiseño.

El libro Estampas folclóricas cubanas, escrito por la Doctora Lilia Bustamante, la considera "una verdadera reina en el reinado de las mujeres de vida alegre de La Habana nocturna", con influencias en las altas esferas del gobierno y la gente de bien.

“Posiblemente, fue ayudada por este círculo social para alcanzar la licencia de conducción”, comentó la Máster Rebeca Figueredo Valdés, historiadora de Guanajay.

Afirmó que el documento que certifica a María Constancia como chofer no se conserva en ningún museo, sin embargo, la historia se sigue difundiendo por medio de la tradición oral.

La ruta preferida para exhibirse en La Habana era el Paseo del Prado y el Malecón. En Guanajay, acostumbraba a dar varias vueltas al Parque Central en su auto y luego iba a beber al restaurante Niágara, principal centro comercial de aquellos tiempos en dicha localidad, expuso José Luis Guía Suárez, corresponsal de Radio Rebelde en la provincia de Artemisa.

Testimonios de aquel período la recuerdan como una mujer bondadosa. “En la iglesia San Hilarión, donde recibió su bautizo, regalaba juguetes a los niños pobres. Asimismo, en el altar principal de la capilla se muestran dos jarrones del material fino mayolita, donados por ella luego de uno de sus viajes a Europa”, reveló Ismael Puigvert Valdés, secretario de la parroquia.

En tanto, Guía Suárez retomó el hecho de que La Macorina recibió muchas críticas por su atrevimiento al llevar el pelo corto, usar pantalones, manejar y practicar el “negocio del amor”, sin embargo, trascendió como precursora de los derechos de la mujer en el siglo pasado.

La “reina de las prostitutas”, como la describió el investigador y crítico de teatro cubano, Rine Leal, nació en Guanajay, pero, a los 15 años huyó hacia la capital, impulsada por una relación amorosa que no perduró por penurias económicas. La joven guanajayense negó volver a su casa y se quedó en La Habana, donde dejó de ser María Constancia Caraza Valdés para convertirse en María Calvo Nodarse, luego de cambiarse oficialmente el nombre.

En cierta ocasión, un hombre ebrio la vio caminar por la acera del Louvre, espacio habanero de gente adinerada y, confundiéndola con la Fornarina, artista española famosa en Cuba y relacionada también con la prostitución, le dijo: “Ahí va la Macorina”. A partir de entonces se le comenzó a conocer por ese apodo.

“Al acercarse el 14 de marzo, fecha de su natalicio, el espacio social Guanajay de antaño evoca a este personaje, pero es una actividad del museo municipal Carlos Baliño que consiste en charlas en la Casa de Abuelos municipal; el recuerdo de esta mujer no trasciende a públicos más amplios”, comentó Olga Lidia Pérez, técnica del centro.

Pie de foto: La Macorina también hizo historia porque trascendió como precursora de los derechos de la mujer en el siglo pasado.

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