SANTIAGO: UNA VOZ QUE YA NO ESTÁ
GABRIEL GARCÍA GALANO,
estudiante de cuarto año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
Conocí a Santiago Feliú gracias a mi hermano, un estudiante de Medicina y pichón de trovador, quien un día me dijo que debía escuchar a “un tipo genial”, a sabiendas de que yo detestaba la música en español y mucho más la trova…, a no ser que fuese Silvio Rodríguez.
Fui adentrándome en el universo de aquel hombre, del que mis padres no sé porque no tenían una buena opinión, quizás por su porte hippie. Pero bien sabemos que la imagen no hace al hombre y una primera impresión, por mucho que defina, no lo es todo. Así que decidí ponerme a escuchar algunas de sus melodías a ver si de veras era tan conocido como decía la gente, como me insistía mi hermano.
Entonces descubrí que era él quien me despertaba todos los días a las seis y treinta, al inicio de la programación, al compás de Esta mañana y con el sonido de su armónica acompañado del fantástico bostezo de café. Constaté que era verdad: mientras la gente se arremolinaba por todos lados en sus rutinas y odiaba madrugar, despertaba en la mañana con ganas de seguir.
Me salvó de paso cuando creí que todo estaba perdido o me encontré atolondrado en el vaivén de la Vida y hasta me lo encontré ambientando la decepción de Lázaro Vargas y otros en un documental de Ian Padrón, dedicado al equipo Industriales. Siempre me había gustado aquel Bolero, pero no sabía quien era el autor. Un amor que ya no está…, nunca mejor dicho en aquel momento del deporte capitalino. Quien me lo diría…, seguro que era industrialista.
Con él quise transformarme para ser su Amigo dibujo, solo por intentar experimentar lo que sería ser un caracol y degenerar al mismo tiempo en garabatos o qué se yo. También pedí Alto al fuego tratando de llegarle a los talones a su voz en una tribuna allá en la Lenin en mis tiempos de estudiante preuniversitario. Y todo aquello, confieso, sin tener la más mínima idea de quien era él.
Definitivamente Santiago Feliú había estado a mi vista más de lo que yo pensaba. Tal vez, con su Noticiero, descubrí mi vocación por la carrera de Periodismo, a pesar de que mi trabajo se iba a limitar a hacer que el mundo entrara en casa y despertara a los demás sin una noticia buena, o con todas excelentes. Al final yo sería el único cuerdo, buscándome la paz por dentro.
Entonces regreso a Esta mañana y me entero de que Santi, ¡ay!, La vida te ha abandonado a tus cuarenta y once años. Me dejaste, como a cientos, con las ganas de disfrutar de ti el sábado 15 en la Fábrica de Arte Cubano. Pero no te preocupes, de tu voz continuará floreciendo la canción. Donde quiera que estés me acompañaras como a miles de cubanos, que responderemos a ese pedido que le hiciste a Bárbara de “no me dejes ir”.
Santiago Feliú, sé libre dondequiera que estés y descansa en paz convencido de que tu música no morirá contigo. Ahora es que está empezando tu leyenda. Nos veremos algún día por ahí, al doblar la esquina.
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