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Isla al Sur

PLÁCIDO, EL BARDO CONSPIRADOR

PLÁCIDO, EL BARDO CONSPIRADOR

Diego Gabriel de la Concepción Valdés, el poeta mestizo cubano, en el siglo XIX sufrió los prejuicios de la sociedad esclavista y en el XXI los olvidos de la desmemoria.

RACHEL MORALES HERNÁNDEZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

"Plácido tiene las virtudes del aire de la Isla: giro abierto, ingravidez, equivalencia de sus criaturas en lo efímero y luciente", así describió el intelectual, Cintio Vitier, a quien emergió como una de las figuras que hicieron del siglo XIX cubano un momento trascendente en nuestra evolución cultural.

Nacido el 18 de marzo de 1809, en La Habana, fue uno de los grandes románticos, junto a otros de la talla de José María Heredia y Gertrudis Gómez de Avellaneda, sin embargo, la imagen del poeta es cada vez más borrosa entre la juventud, debido a la insuficiente profundización de la misma en las escuelas y a la desidia por cultivarse desde lo personal.

Poco saben las nuevas generaciones acerca de la obra del mestizo que hace más de dos centurias abrió las puertas a las temáticas sociales, al dimensionar la patria y fustigar a la metrópoli, el régimen esclavista y los prejuicios sociales, en sonetos, odas y romancillos.

Lucía Orozco Mateo, profesora de Español-Literatura en la secundaria básica Julio Antonio Mella, de Marianao, reconoció que en el plan de la asignatura no aparece el lírico. No obstante, afirmó: “En octavo grado sí estudiamos el poema épico Jicotencal dentro de la Unidad 4, pero no se ahonda en la vida y obra del autor; en noveno existe una pequeña biografía en los libros, mas, solo profundizamos en personajes como Heredia, Julián del Casal, y Luisa Pérez de Zambrana, en la Unidad 2”.

A tono con el planteamiento anterior, dos botones de muestra son pruebas de tal desconocimiento. Amelí Quintero Hernández, estudiante de octavo grado en la secundaria básica 26 de Julio, de Alamar, a pesar de reconocer el estudio de Jicotencal -donde recrea la historia del emperador mexicano Moctezuma-, no pudo decir el nombre del autor del mismo. Por orto lado, Mara Díaz Menéndez, alumna de doce grado en el preuniversitario Manolito Aguiar, de Marianao, ni siquiera recuerda haberlo tratado. Un dato interesante ante la ignorancia: la versificación de este romance ha sido comparada con la de autores clásicos como el español Luis de Góngora y Argote.

Al respecto, la Doctora Ana Cairo, profesora de Literatura Cubana en la Facultad de Artes y Letras (FAYL) de la Universidad de La Habana, dijo que ningún escritor puede abordarse completamente porque no daría tiempo en el programa de estudios: “Solo damos una panorámica general de la época y nos detenemos en los más destacados”.

Para la reconocida docente, suele ocurrir que los alumnos en los trabajos de diploma rescatan figuras poco estudiadas durante la carrera, lo cual les permite hacer aportes a la investigación.

De peinetero a poeta

El trágico escritor sufrió desde la niñez, al ser abandonado por la madre -la bailarina española Concepción Vázquez- en la Casa de Beneficencia y Maternidad de La Habana, y bautizado después por el sacerdote Antonio Eusebio Ramos, como Diego Gabriel de la Concepción Valdés. Se cree que uno de los nombres es coincidente con el del padre –el peluquero de teatro Diego Ferrer-, pero queda a nivel especulativo.

Tras pocos meses, el niño pasó a vivir con la familia paterna. “Desde la más temprana infancia conoció la pobreza, agravada por ser mulato en medio de una sociedad donde la esclavitud constituía la base de producción y los prejuicios eran muy marcados”, opinó José Antonio Baujín, director de la editorial Publicaciones Universitarias y profesor de la FAYL.

De 1821 data su primer poema, Una hermosa, pero es en 1823 cuando verdaderamente desató la pasión por la palabra versificada. En torno al poeta, críticos e historiadores coinciden en el evidente sentido de fabulación en cuanto su vida, pues muchas anécdotas carecen de sustentación histórica, como pueden ser la entrevista con Heredia en 1836, la fecha y el lugar donde compuso El Juramento -en el cual dice que dedicará la vida a luchar contra la esclavitud- o el origen del seudónimo Plácido, que lo catapultó a la historia nacional.

Tras pasar por varios oficios, finalmente eligió dedicarse a las peinetas de carey, una actividad mejor remunerada. “Hay una tendencia a relacionarlo con la peinetería casi de forma exclusiva, aun cuando el bardo tuvo gran desempeño en otros trabajos como la tipografía y la carpintería, pese a esto, dichas facetas fueron eclipsadas por la trascendencia de sus composiciones”, comentó Carmen María Torres, profesora de Literatura en la Facultad de Artes y Letras.

La novela costumbrista La peineta calada, de Cirilo Villaverde, está fundamentada en ese episodio de la vida del escritor, donde Andrés, personaje principal y supuestamente Plácido, escoge tal labor para salir adelante en medio de angosturas económicas, como publicó Daisy Cué Fernández en el libro Plácido, el poeta conspirador.

En 1826 partió hacia Matanzas, donde desarrolló gran parte de su obra literaria. Los cientos de versos que escribió durante la estancia en la ciudad y la presencia del ambiente local en ellos, lo transformaron en “el indiscutible cronista del acontecer matancero, el que reseña en sus versos lo cotidiano”, según aparece en el libro Los puentes abiertos, del cubano Urbano Martínez Carmenate.

Como poeta debutó en 1834 en el encuentro homenaje al lírico español, Francisco Martínez de la Rosa. La siempreviva, oda con la que triunfó en la celebración, significó el inicio del éxito. La Aurora y El Pasatiempo, de Matanzas; El Eco, de Villa Clara; y El Correo, de Trinidad, fueron varias de las publicaciones que dieron a conocer el talento y dotes para la poesía del cantor de Yumurí. En esas páginas no solo aparecieron composiciones suyas, sino anuncios sobre sus libros como Poesías (1838), El veguero (1842) y El Hijo de la Maldición (1843).

Estas importantes publicaciones no están íntegras, algunos ejemplares se localizan en el Instituto de Literatura y Lingüística, la Biblioteca Nacional de Cuba “José Martí” y la Biblioteca Provincial “Gener y del Monte”, de Matanzas, donde permanece la colección más completa.

La represión de La Escalera

Según Daisy Cué Fernández, profesora de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de Oriente, la cubanidad y americanismo en la poesía placidiana tiene gran importancia, pues los mayores valores radican en la integración con los factores culturales. “Desde el punto de vista étnico Gabriel de la Concepción Valdés representa la fusión que da origen a la cubanidad; y esta aparece de una u otra forma en los versos, el origen, medio donde vivió y desarrolló su talento poético”, señaló en su libro.

Muchos poemas, como los escritos a las reinas María Cristina e Isabel II de Borbón, le sirvieron de excusa para exponer ideas difícilmente aceptadas por la censura de la época, aunque en otros como La sombra de Padilla muestra más abiertamente el rechazo a la tiranía. “En su obra no aparece la profundidad reflexiva de Heredia ante Las cataratas del Niágara, pero sí la nostalgia íntima, dolorosa, del americano colonizado”, acotó Cué.

Defensor de los pobres, plasmó en no pocos textos el sentimiento anticolonial y amor por la libertad, situación que lo condujo en diversas ocasiones a sufrir prisión. Después de un viaje a Villa Clara, en 1843, lo detuvieron por seis meses en la cárcel de Trinidad, acusado de conspiración, pero al no ser probados estos cargos, fue puesto en libertad.

La poesía lo salvó y condenó, el 28 de junio de 1844 murió fusilado junto a otros 11 hombres, acusado sin argumentos contundentes, de ser uno de los cabecillas de la conocida Represión de la Escalera. Además de esas sospechas, la masacre fue consecuencia del odio por parte de las autoridades españolas hacia aquellos mulatos y negros que habían obtenido prestigio en la sociedad; esta sirvió para dar un escarmiento masivo ante el peligro de una sublevación.

Lourdes Bisozo, profesora de Historia de Cuba, en la Universidad Pedagógica Enrique José Varona, manifestó que este episodio deja como incidencia la lucha a favor de la abolición de la esclavitud en un país dividido: “Fue uno de los tantos ejemplos de rebeldía que por esos años se dieron, donde esclavos, mulatos, negros libres, y blancos, juntaron fuerzas para pelear en contra de la opresión colonial”.

Al morir, muchos versos quedaron diseminados en diferentes publicaciones periódicas o en poder de amigos, por lo que sufrieron retoques e incluso mutaciones que impiden determinar con exactitud cómo eran las lecciones primitivas y los errores más recurrentes. Sin embargo, existen 474 poemas que permiten construir una idea de cuáles fueron las preferencias y características generales de su lírica, aunque los estudiosos afirman que no es la cifra definitiva.

Plácido fue el poeta más publicado del primer romanticismo cubano del siglo XIX -al menos once ediciones de poesías -. Pese a la polémica que lo envuelve, fueron muchas las estrofas que recibieron halagos de grandes poetas. José Martí, Héroe Nacional de Cuba, dejó evidencias en algunos apuntes sobre la intención de escribir un libro acerca del bardo, y Bonifacio Byrne, nuestro primer Poeta Nacional, lo consideró “el cóndor de la poesía americana”, en virtud de sus innegables dotes líricas.

Sin duda, es un deber para la cultura rescatar y enaltecer al infortunado poeta que arrastró durante 35 años el doble estigma de hijo ilegítimo y mestizo, y en quien el destacado escritor, José Lezama Lima, reconoció “la gracia juglaresca que aportó a las letras en los orígenes decimonónicos la construcción de lo cubano”.

Recuadro:

PLÁCIDO JAMÁS SE RETRATÓ

Determinar a más de dos siglos el rostro real es imposible, pues no existe una imagen fidedigna del lírico, solo bocetos de algunos pintores que lo conocieron, lo que desata cierta polémica en cuanto a cuáles son las verdaderas características fisionómicas del poeta.

El autor de Plegaria a Dios era pobre y no podía darse el lujo de pagar por pruebas de daguerrotipo. En el libro, Plácido, el poeta conspirador, aparece que solo accedió a retratarse una vez, en 1836, impresión que no llegó a realizarse por desacuerdos entre Valdés y José Severino Boloña, su antiguo maestro en el arte de la poesía.

De los distintos testimonios existentes, desprenden dos consideraciones importantes: hay suficientes coincidencias en las descripciones para conformar una imagen física bastante aproximada al original, y demasiadas divergencias y contradicciones para aceptar un retrato como único y verdadero. El rostro que más posibilidades tiene de acertar es la de Pío Alejandro Dubrocq, pero hay una desproporción en los rasgos con respecto al modelo que produce una distorsión del dibujo.

Pie de foto: Plácido fue el poeta más publicado del primer romanticismo cubano del siglo XIX; por rechazar abiertamente a la tiranía de la metrópoli española, murió fusilado en el suceso conocido como Represión de la Escalera.

Ficha técnica:

Tipo de título: Genérico.
Tipo de entrada: De Cita.
Tipo de cuerpo: Bloque temático.
Tipo de transiciones: Uso de epígrafes para separar los bloques temáticos, repetición de palabras, conectores.
Tipo de cierre: De instancia a la acción.
Tipo de Reportaje: Retrospectivo interpretativo explicativo.

Tema: Gabriel de la Concepción Valdés, Plácido, poeta mestizo cubano del siglo XIX.

Propósito: Rescatar desde la retrospección a uno de los poetas románticos más importantes del siglo XIX.

Objetivos colaterales: Demostrar que poco se conoce sobre la vida y obra del poeta entre la juventud y conducir a la reflexión sobre el por qué se debe rescatar su figura.

Estrategia de fuentes:

Documentales:

Plácido, el poeta conspirador, de Daisy Cué Fernández. Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2007.

Los puentes abiertos, de Urbano Martínez Carmenate. Editorial Letras Cubanas, Matanzas, 2008.

Directas:

Lucía Orozco Mateo, profesora de Español-Literatura en la secundaria básica Julio Antonio Mella de Marianao. (Implicada, testigo).

Amelí Quintero Hernández, estudiante de octavo grado en la secundaria básica 26 de Julio de Alamar. (Implicada, testigo).

Mara Díaz Menéndez, alumna de doce grado en el preuniversitario Manolito Aguiar de Marianao. (Implicada, testigo).

Doctora Ana Cairo, profesora de Literatura Cubana en la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana. (Especialista).

José Antonio Baujín, director de la editorial Publicaciones Universitarias  y profesor de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana. (Especialista).

Carmen María Torres, profesora de Literatura en la Facultad de Artes y Letras de La Universidad de La Habana. (Especialista).

Lourdes Bisozo, profesora de Historia de Cuba, en la Universidad Pedagógica Enrique José Varona. (Especialista, implicada).

Tipo de juicios:

Analíticos: En todo el trabajo.

Sintéticos:

Opinión de la Doctora Ana Cairo, profesora de de Literatura Cubana en la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, al explicar el por qué es difícil abordar a todos los escritores cubanos a lo largo de la carrera.

Lucía Orozco Mateo, profesora de Español-Literatura en la secundaria básica Julio Antonio Mella de Marianao, al explicar el plan de estudios de la asignatura.

Carmen María Torres, profesora de Literatura en la Facultad de Artes y Letras de La Universidad de La Habana, al darnos detalles de la vida del poeta.

Lourdes Bisozo, profesora de Historia de Cuba, en la Universidad Pedagógica Enrique José Varona, al explicar que incidencia dejó para la posteridad el episodio conocido como la Represión de la Escalera.

Valor: El de José Antonio Baujín, director de la editorial Publicaciones Universitarias y profesor de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, al explicar las circunstancias en la que se desarrolló la vida del poeta.

Hecho: No existe conocimiento suficiente acerca de Plácido entre las nuevas generaciones.

Contexto: A pesar, de que se estudia un poema del poeta en la secundaria, no se aborda en la vida y obra del autor del mismo, por lo que los alumnos desconocen su existencia. Además, de la poca preparación desde lo personal a la que los jóvenes se someten.

Proyecciones: El rescate de figuras importantes dentro de la cultura cubana depende en gran medida de cuanto se haga por todos los medios para salvarlas, ya sea a través de las escuelas, o de la investigación individual. 

 

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