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Isla al Sur

CEMENTERIO ESPADA

CEMENTERIO ESPADA

Fundado hace 209 años en la villa de San Cristóbal de La Habana, constituye la primera necrópolis fuera de una iglesia en Cuba y Latinoamérica.

DANIELA OLIVA VALDÉS,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

El Camposanto General de La Habana, más conocido como Cementerio Espada, fue la primera necrópolis fuera de una iglesia en nuestro país y en Latinoamérica. Dicho camposanto, abierto en 1806, funcionó durante 72 años y estuvo ubicado entre las capitalinas calles de San Lázaro, Vapor, Espada y Aramburu.

Como recoge el libro Los primeros en La Habana, del periodista Rolando Aniceto, la necrópolis obtuvo su nombre en honor al obispo titular en el momento de su construcción, Juan José Díaz de Espada y Landa, quien luchó por prohibir los enterramientos en las iglesias, insalubre costumbre de la época.

“Este cementerio fue todo un suceso en su tiempo, ya que antiguamente se creía que la persona al morir estaba más cerca de Dios si lo enterraban en una iglesia, y la inhumación en ellas constituía privilegio de los más ricos”, apuntó Teresa Aloy, historiadora de la Necrópolis Cristóbal Colón.

En una carta pastoral sobre el tema, atesorada por el Museo del cementerio de Colón, el prelado Espada expresó que “el imaginar que los cementerios solo están destinados para los pobres y gente infeliz es un error”. Posteriormente, el 2 de febrero de 1806 fue inaugurado en la villa de San Cristóbal de La Habana, el primer Camposanto General de Cuba, obra del arquitecto Etienne-Sulpice Hallet.

Los primeros restos mortales llevados al Cementerio de Espada fueron los del ex Capitán General Don Diego Manrique, exhumados de la iglesia de San Francisco de Asís, destacó Rolando Aniceto en su texto.

Según el libro 500 años de arquitectura en Cuba, de Juan de las Cuevas Toraya, la obra costó cerca de 46 870 pesos, y consistió en un área rectangular cerrada por muros, con espacio para 4 600 sepulturas, y una capilla anexa.

La entrada principal de piedra miraba al sur, y tenía una inscripción en bronce que decía: “A la Religión. A la Salud Pública”. Los enterramientos se realizaban mediante nichos emparedados cubiertos por lápidas, que algunas aún se conservan en el cementerio de Colón, apuntó Zeni Pereira, museóloga de dicho centro.

El Cementerio Espada fue clausurado el 3 de noviembre de 1878, ya que a pesar de habilitarse mayor cantidad de nichos y panteones, el espacio resultó insuficiente dado el crecimiento poblacional y una epidemia de cólera que azotó La Habana en esa época. Entonces, los cadáveres se trasladaron a la Necrópolis Cristóbal Colón que recientemente había abierto sus puertas.

Entre las personalidades enterradas en el primer camposanto cubano estaban el propio Obispo de Espada, José de la Luz y Caballero, Francisco de Arango y Parreño, el pintor español Juan Bautista Vernay, el doctor Tomás Romay, y el Conde de Santa Cruz de Mopox, padre de la famosa Condesa de Merlín.

Pie de foto: Grabados de la época muestran la entrada y el interior del Cementerio Espada (Archivo de la Necrópolis de Colón).

Ficha técnica:

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