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Isla al Sur

LA MECÁNICA DEL OFICIO

LA MECÁNICA DEL OFICIO

La formación empírica de Nemesio García Pérez fue premiada con más de 40 condecoraciones, entre las que destacan: Vanguardia Nacional del Trabajo por 24 años y de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (ANIR) por seis años.

ELIN DRIGGS LUZARDO,

estudiante de primer año de Periodismo,

Facultad de Comunicación,

Universidad de La Habana.

Fotos: Autora y cortesía del entrevistado.

“La recuerdo vestida de blanco, con un pelón negro que le llegaba a la cintura.Era la primera vez que la veía, dejé mi trabajo y fui a meterme con ella. Qué va, más terca imposible, reviró los ojos y no quiso saber nada de mí. A los poco días me la tropecé de nuevo, la monté en mi camión y aproveché que se viró de lado y le di una buena nalgada. ¡Esa trigueña me traía loco! Con mayor intensidad me dio un señor trompón que me picó toda la tarde.

“Cuando aquello trabajaba en la zafra del 70, en la construcción de los caminos por donde iban a transportar la caña. La brigada acampó en el poblado de Campio, enCiego de Ávila, y allí vivía ella. Un día pasé con mi camión por el frente de su casa y el jardín estaba llenito de flores, bien cuidado, pero demasiado pegado a la carretera; yo no iba a quedarme con el golpe, viré el timón y arrasé con todas las matas. Muchacha, qué candela me busqué, hasta su padre salió a ver qué sucedía, pero claro, él no sabía que andaba enamorado de su hija. Después de ese día ella me vigilaba por la ventana, y cada vez que pasaba, yo le tocaba el claxon.

“De ahí, fui a su casa a arreglar la planta eléctrica, nos hicimos novios y nos casamos el 7 de mayo de 1971; pero ella todavía me recuerda aquel suceso del trompón, dice que yo siempre fui atrevido”, me cuenta con la nostalgia de quien quisiera virar el tiempo atrás. Nemesio Antonio García Pérez se llama, y su duro bregar por la vida no disminuyó el amor por aquella trigueña de pelo negro, ni melló su ánimo de trabajador y revolucionario.

Oriundo del poblado de Jamaica, muy próximo a San José de Las Lajas, actual provincia de Mayabeque, nació el 20 de febrero de 1943. Enfrentó la vida laboral con solo seis años de edad como peón en la Finca Villa María, donde repartía 60 pomos de leche a diario por seis pesos al mes.

Regla, la madre, por un peso tenía que lavar, planchar y almidonar enormes bultos de ropa de un miembro de las Fuerzas Armadas de la Marina que vivía cerca de la familia. Antonio, el padre, era jornalero. Trabajaba, por dos pesos mensuales, para una empresa americana como especialista en canteras; por eso fue Nemesio, con el salario que ganaba, quien compró la dentadura postiza de su madre.

“Nuestra primera casa estaba en el Callejón Real; de tabla de palma, guano y piso de tierra. Dormíamos en hamacas y por la mañana teníamos que enrollarlas, si no papá nos caía a palo. Yo quise mucho a Pipo, cuando crecí me di cuenta del trabajo que pasó para cuidar de nosotros”, no oculta su emoción al hablar del padre y le resulta difícil dialogar cuando recuerda la familia.

Así de “sencilla” transcurrió la vida de aquel niño que abandonó las viejas alpargatas, que hasta ese momento lo habían acompañado, para usar zapatos por primera vez a los 14 años. Y se los puso para llevar grampas a casa del médico Bebo y pinchar la llanta de los carros de los secuaces del dictador Batista; porque a esa edad, Nemesio formaba parte de una célula de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio.

Es en la adolescencia cuando empieza a dar los primeros pasos como ayudante de mecánico en el taller de Diego Febles; oficio que más tarde, y por el resto de su vida, lo consagraría y llenaría de éxitos personales.

Un buen profesional en cualquier esfera requiere, para su formación, de varios años de aprendizaje académico, tanto teórico como práctico. Para Nemesio Antonio no sucedió de esa manera: no hubo escuela técnica, ni universidad; sí empeño, sacrificio y mucho talento natural.

En 1967, por un llamado de la Revolución, se incorporó a la Brigada Invasora Ernesto Che Guevara como mecánico principal de los equipos de construcción y transporte que se emplearon en la realización del mayor proyecto vial del país: la Autopista Nacional.

La obra fue varias veces visitadas por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, quien pidió conversar directamente con Nemesio Antonio sobre el estado técnico y reparación de las maquinarias pesadas.La dedicación y calidad del trabajo del mecánico conmovieron al Comandante, que le hizo entrega, para su uso personal, de un taller móvil moderno, del cual fue el único responsable.

“Al llegar a la Loma de la Campana, en Villa Clara, dejó la construcción de la carretera.Todos sufrimos su ausencia. También tuvo la posibilidad de llevarse el regalo del Comandante, pero prefirió dejarlo en la brigada para que la faena fuera terminada. Nunca conoceré a otra persona más humilde y sencilla que Nemesio”, comentó Cecilio Castro García, actual obrero en el Ministerio del Transporte.

A principio de los años 70, el Gobierno Cubano decidió comprar nuevas máquinas e inició negociaciones con la firma italiana Fiat para reemplazar los antiguos Richard.

El presidente Fidel Castro lo mandó a buscar para pedir su opinión sobre cuál de los dos equipos eran mejores para la productividad. Luego de un intercambio de criterios llegaron a la decisión final: los buldóceres y camiones de volteo italianos eran superiores.

La revisión de la técnica en prueba estuvo a cargo de Nemesio. Muchos fueron los defectos encontrados como la ubicación de los radiadores de los camiones Fiat, los cuales renovó con una innovación, copiada después por los fabricantes que la incorporaron a la producción futura y nunca le pagaron la patente por el invento.

El representante de la firma le ofreció dinero, el precio que fuera con tal de que no descubriera más defectos: “Ni por todo el oro del mundo traicionaré mis principios y la confianza de mi Comandante”, esa fue su respuesta. Por indemnización, la Fiat tuvo que entregar a Cuba más de 70 000 dólares.

Al terminar sus responsabilidades en la autopista, pasó a trabajar en la Empresa de Construcciones de Obras de Ingeniería No. 5 (ECOING 5), donde ocupó cargos administrativos, sindicales y políticos, hasta su retiro en el año 2004.

“Ante las dificultades del taller, en las plantas de asfalto o con las maquinaras ubicadas en obras de importancia lo hemos llamado y ha dado el paso al frente para repararlos. Siempre necesitaremos de los conocimientos que posee”, manifestó Carlos Acosta Cordoví, director de la ECOING 5.

La empresa le orientó la tarea de viajar a Italia para especializarse en equipos de construcción de la marca Writen y le encomendaron la misión de comprar la primera máquina fresadora de asfalto en la vía y la posterior capacitación en Cuba del personal que la manipulara y arreglara en casos de roturas.

“Como Nemesio no hay dos. Era el jefe del taller y siempre estaba lleno de grasa. Si necesitabas algo de él tenías que buscarlo debajo de un camión, un buldócer, un cilindro o una pavimentadora. Era difícil verlo en la oficina”, aseguró Pedro Argota González, ex jefe de mecanización de la ECOING 5, ahora jubilado.

En Etiopía, cumplió misión internacionalista durante la guerra, en el área de transporte; primero como mecánico y después como conductor de tanques y jefe de pelotón y compañía; lo que le valió un certificado de reconocimiento por su participación, dado por el Ministerio de la Fuerzas Armadas Revolucionarias y firmado por el Comandante en Jefe. “Es uno de mis más grandes tesoros, después de mi mujer, claro”, exclamó Nemesio hinchado por el orgullo.

“Vamos para 45 años de casados y mejor esposo imposible. Somos uno solo para todo, solo nos hemos separado por el cumplimiento continuo de su trabajo, en el país o fuera de él, aunque una vez me llevó a la desaparecida Unión Soviética porque ganó un estímulo laboral”, expresó su esposa, Tomasa Sosa Medina.

Después de Etiopía, se fue a Nicaragua como mecánico de los equipos de la brigada cubana de construcción, y más recientemente, ya retirado, asistió a Angola contratado por la firma Antex.S.A.

“Ahora tiene sus problemas de salud: ya no es un muchacho, por eso tengo algunas peleas con él, descuida sus dolencias, con fiebre quiere irse a trabajar. Aún no ha aprendido a decir no a las personas que piden su ayuda. El día que no lo veo con algo de mecánica entre manos, sí me preocupo de verdad. No pudimos tener hijos y el cariño de la familia nos reconforta, pero soy feliz a su lado”, continuó su trigueña adorada.

La formación empírica del mecánico fue premiada con más de 40 condecoraciones, entre las que destacan Vanguardia Nacional del Trabajo por 24 años y de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (ANIR) por seis años; recibió en dos ocasiones las de Hazaña Laboral y Jesús Menéndez; Combatiente Internacionalista de Primer Orden.También fue reconocido por sus más de 25 donaciones de sangre y con la distinción Lázaro Peña de Segundo Grado.

“Todos esperábamos que le dieran el título más codiciado, pero al final no sucedió”, expresó Calixto Galeano Ramírez, director del departamento de asfalto del Ministerio de Construcción. Nemesio fue propuesto para ser merecedor de la distinción de Héroe del Trabajo de la República de Cuba, trámite que demoró para finalmente no consumarse.

“Al solicitar la jubilación perdió el vínculo laboral necesario para que una condecoración tan importante como Héroe del Trabajo le fuera otorgada”, aclaró Pedro Díaz Rocha, jefe de cuadro y secretario de base del Partido Comunista en la ECOING 5.

“Nunca estuve de acuerdo con esa decisión. Su larga hoja de servicio tenía que ser recompensada”, afirmó Osvaldo Fernández Páez, ex chofer de grúas de la ECOING 5.

¿Y la opinión de Nemesio? “Agua pasada. No quiero hablar de eso. Solo sé que la mecánica es mi vida.”

Pie de fotos: 1-En la actualidad, dedica su tiempo a atender a la esposa, aunque sigue vinculado con la mecánica; 2-El honor de condecorarlo con su segunda medalla Jesús Menéndez lo obtuvo su adorada trigueña; 3-En su tiempo como mecánico activo, era difícil verlo en la oficina, siempre estaba debajo de alguna maquinaria arreglándola.

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