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Isla al Sur

CON PLÁCIDO EN SU BICENTENARIO

CON PLÁCIDO EN SU BICENTENARIO

 

 

 

En el contexto de la XXV Feria Internacional del Libro es presentado, por vez primera, el volumen que reúne la serie de coloquios impartidos por la Academia Cubana de la Lengua, en conmemoración del natalicio de Plácido.

 

Texto y foto:

NAIMY HERRERA PEREIRA,

estudiante de primer año de Periodismo,

Facultad de Comunicación,

Universidad de La Habana.

Plácido en su bicentenario es una compilación de seis conferencias impartidas por miembros de la Academia Cubana de la Lengua, en 2009, para conmemorar el bicentenario del natalicio del poeta Diego Gabriel de la Concepción Valdés.

La impresión consta de mil ejemplares e inaugura la Colección Centenario, bajo el sello de Ediciones Boloña, encargado de representar el quehacer investigativo y docente de la Academia.

El seudónimo con el que Gabriel de la Concepción firmaba sus obras era Plácido. Nació en la capital cubana en 1809 y con días de vida fue abandonado por su madre en la Real Casa de Beneficencia y Maternidad de La Habana, donde lo bautizaron con el apellido Valdés, como todos los niños de la Casa Cuna. Sus poemas fueron máximos exponentes del Romanticismo de la Isla.

Con la firma de Luisa Campuzano, Roberto Méndez, Enrique Saínz, Elina Miranda, Mons, Carlos Manuel de Céspedes y Ambrosio Fornet, encontramos temas referentes a Plácido y sus vivencias en Matanzas; comparaciones entre la obra placidiana y la de Heredia; vemos el pensamiento crítico de Lezama, sobre el poeta; Plácido y las anacreónticas; la aproximación religiosa de su personalidad y la visión de sus editores y críticos.

Quien inicia el libro es la doctora en Filología Luisa Campuzano. Parte importante a la que dedica el coloquio es a resaltar la vida del poeta en Matanzas, ciudad que le ofrendó múltiples homenajes y lo acogió como hijo y sus hijos como hermano.

El poeta y ensayista Roberto Méndez pone en duda el escrito de Pedro José Guiteras sobre un encuentro, en Matanzas, entre Plácido y Heredia. Más allá de esa cita que “parece soñada”, Roberto Méndez compara la obra de ambos poetas y resalta de manera discreta y limpia la lírica de Plácido: “José María Heredia y Gabriel de la Concepción Valdés (…) llevaron existencias disímiles y en sus respectivas obras las divergencias son mayores que las afinidades (…)”.

Enrique Saínz,  destacado ensayista, asume como tema principal la visión de Lezama Lima sobre la obra de Plácido. Por tanto, se abstiene de dar sus propias opiniones como lector y conocedor de la obra placidiana.

La doctora en Ciencias Filológicas, Elina Miranda Cancela, se remite a nueve poemas de Valdés  que tienen ciertos contactos con la cultura grecolatina y un uso preciso de anacronismos.

Monseñor Carlos Manuel de Céspedes García-Menocal desarrolla en su conferencia un asunto poco abordado por los biógrafos y críticos: la dimensión religiosa y el tono espiritual de su vida y obra. En todo el conversatorio abundan los datos biográficos y los hechos más o menos significativos que permiten comprender y apreciar los valores de la poesía de este autor.

El crítico literario Ambrosio Fornet concluye el ciclo de conferencias. Su trabajo está enfocado a derrumbar la imagen equívoca que por más de medio siglo ha llegado al público de que Plácido “era un coplero, sin nada de talento”.

Gabriel de la Concepción necesita críticas renovadas, porque su personalidad y poesía se revelan ante el menor intento de explorarlas debido a su inquietante y misteriosa vida.

Desde miradas transparentes y visiones frescas, Plácido en su bicentenario propone nuevas lecturas a quien fuera víctima del racismo y fusilado en 1844 por acusaciones de ser integrante de la Conspiración de la Escalera.

Pie de foto: Para Cintio Vitier, Plácido era “un testigo sin hiel y un cronista instantáneo”.

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