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Isla al Sur

Premios Nacionales de Periodismo

PROFESIONAL SIEMPRE

PROFESIONAL SIEMPRE

Premio Nacional de Periodismo en 2006, el ejemplo de Roberto Agudo trasciende su muerte y se vuelve paradigma del Sistema Informativo de la Televisión Cubana y del gremio.


INDIRA IGLESIAS ALARCÓN,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Roberto Agudo García fue el primer periodista cubano que realizó una transmisión vía satélite. Eso me cuenta ahora Marilis Suárez, periodista ella también y su compañera en la vida, sentadas las dos en la redacción de la revista Mujeres donde ha trabajado la mayor parte de su vida profesional.

Durante la conversación transita desde la emoción por el recuerdo de ese excepcional ser humano presente en cada proyecto del Sistema Informativo de la Televisión Cubana, medio de comunicación donde dejó una huella humana y profesional que trasciende a su desaparición física. Su profundo conocimiento de cada tema a tratar, carisma, deferencia al receptor, hicieron de Agudo un comentarista respetado en los espacios del gremio y fuera de éstos.

-¿En qué año se vinculó Agudo al periodismo?

En 1954, cuando comenzó a trabajar en Unión Radio con el compañero Baldomero Álvarez Ríos. Recopilaban información para sacarla del país con la intención de publicarla en el exterior, particularmente en Estados Unidos, con la verdad acerca de las actividades revolucionarias y la realidad imperante en la sociedad cubana. Desde esa época él estuvo muy relacionado con la causa de la Revolución, pues sus padres le inculcaron desde pequeño sentimientos de amor a la patria y un gran sentido de pertenencia hacia ella.

El estudió en la escuela de periodismo Manuel Márquez Sterling por una dispensa que le consiguió su padre y cuando triunfó la Revolución se le abrieron las puertas del periodismo. Lo primero que realizó fue la intervención de Unión Radio, medio donde divulgó los  partes revolucionarios. En aquel tiempo inicial también trabajó en Radio Reloj.

-Jorge Ricardo Massetti lo llamó para fundar Prensa Latina (PL)…

Eso fue en junio de 1959. Colaboró como reportero, jefe de redacción y enviado especial, pero por esos días a causa de necesidades políticas, participó en la intervención del vespertino Prensa Libre y en este ocupó la jefatura de la plana internacional. DE todas maneras, siguió vinculado a PL.

También con Massetti y Luis Báez cubrió como periodista el ataque mercenario a Playa Girón y participó militarmente como encargado de los equipos de radio, y le fue otorgada una medalla por su participación en la primera derrota del imperialismo yanqui en América Latina. Su vinculación con estos hechos fue a petición del entonces presidente cubano Osvaldo Dorticós, mediante una carta que siempre guardó como recuerdo.

Participó, además, en la limpia del Escambray, la lucha contra bandidos, Crisis de Octubre y en coberturas especiales dentro y fuera del país.

-Agudo transitó por todos los medios de prensa, ¿qué trabajos realizó dentro de la prensa impresa?

Fue enviado al periódico Hoy después de su trabajo en PL, allí su jefe era Blas Roca. Comenzó como redactor de informaciones especiales y luego se convirtió en jefe de planas. Por su conducta obtuvo la condición de joven ejemplar y le otorgaron la militancia de la Unión de Jóvenes Comunistas.

Más adelante formó parte del colectivo del periódico Trabajadores como jefe de redacción y encargado de la sección 2009, que atendía las inquietudes de los trabajadores, se vinculó con el periódico La Calle y colaboró con la revista Verde Olivo.

Y retomo un dato: mientras estaba en Hoy lo remitieron al entonces Instituto Cubano de Radiodifusión para ocupar la dirección del Noticiero Radio Liberación.

-¿Entonces fue cuando comenzó su labor en la radio y la televisión?

Sí, después de eso fue designado director del Noticiero Nacional de Radio y dentro del ya Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) creó el primer centro de documentación para archivar los trabajos de sus colegas y de la prensa en general; luego ocupó la           vicedirección general del Instituto.

Agudo fue fundador de Revista de la Mañana; guionista, director y conductor de los programas Ventana al Mundo y Telecierre, los que tuvieron altos niveles de audiencia por sus contenidos y análisis profundos de temas internacionales.

En la década de los 90 le encargaron las emisiones del Noticiero para el fin de semana y cuando la llamada Crisis de los Balseros lo nombraron director de la Emisión Estelar, cargo que desempeñó  hasta el año 2003 cuando por problemas de salud los médicos determinaron su liberación. A pesar de encontrarse en un delicado estado, siguió trabajando como comentarista internacional.

-Su impronta no solo quedó en los trabajos periodísticos, sino que  hizo historia en el desarrollo de la televisión.

Cierto. Él se convirtió en el primer periodista cubano en realizar una transmisión directa vía satélite, lo cual significó un gran logro para la televisión en Cuba. Esta transmisión fue hecha desde la sesión de uno de los congresos del partido de la Unión Soviética. A partir de ese momento se encargó de la sección Vía Satélite con que contaba la televisión.

-Como periodista cumplió varias misiones de carácter internacionalista. ¿Puede comentar acerca de las que más importancia tuvieron para él?

Cumplió varias misiones, pero hay algunas de las que siempre hablaba. Por ejemplo, en 1985 fue enviado a Nicaragua hasta julio de 1986. En ese tiempo vivió la lucha de “los contra”, contra el gobierno sandinista y regresó muy impresionado. Recuerdo que en medio de la noche se despertaba muy sudoroso, pues en su mente quedó toda la tensión de esos difíciles momentos.

Durante esa misma misión visitó Costa Rica, Panamá y Guatemala, en este último país estuvo preso en el aeropuerto por casi 16 horas y cuando fue liberado, pudo alojarse cerca de la embajada cubana gracias a la ayuda de algunos colegas guatemaltecos. Siempre contaba sobre el miedo que sintió ante un posible secuestro por los yanquis.

Fue corresponsal en el Medio Oriente cuando la Guerra de los Siete Días, viajó a Chile con el Comandante en Jefe Fidel Castro para la toma de posesión del presidente Salvador Allende e integró el grupo de reporteros que estuvo junto a Raúl Roa en Punta del Este, donde Cuba fue expulsada de la Organización de Estados Americanos, en la cual nuevamente fue detenido y más tarde deportado.

Él recordaba también con mucho cariño su labor como corresponsal en Venezuela a inicios de la Revolución, de donde lo expulsaron por falsas acusaciones de realizar actividades ajenas al periodismo. Hizo otros viajes de trabajo, pero esos fueron los más significativos para él.

-¿Cómo era fuera del ámbito profesional?

Es muy difícil hablar de él sin mencionar su profesión. Fue un periodista completo, así como una gran persona. Como compartíamos el mismo oficio, estudiábamos juntos y nos revisábamos los trabajos. Era un excelente amigo, padre, revolucionario, un hombre dispuesto a brindar su ayuda a todos los que se iniciaban, sin reparos de ningún tipo.

Algunos de sus colegas se consideraban sus eternos alumnos, pues con él todos los días se aprendía algo nuevo. Era inteligente y capaz, luchaba hasta lograr lo que se proponía y defendía su criterio al punto necesario, siempre que estuviera plenamente seguro detener la razón, por eso Ernesto López, actual presidente del ICRT, lo llamaba El Bolchevique.

Compartía de vez en vez con sus amigos a quienes le era fiel en cualquier circunstancia, al igual que ellos a él. Para todo se caracterizó por su gran sentido de la ética y la responsabilidad. 

Entre las tantas tareas que realizó también fue fundador del programa televisivo Mesa Redonda y estuvo colaborando para su realización hasta el fin de sus días. Fue un profesional que lo mismo estudiaba acuciosamente los procesos políticos norteamericanos, que se entretenía con las Series Nacionales de Béisbol, pues era Industrialista y siempre defendía a su equipo.

-En el año 2006, por la obra de toda la vida, le fue conferido el Premio Nacional de Periodismo José Martí. ¿Qué recuerdos tiene de su actitud ante tal acontecimiento?

Agudo se puso contentísimo, ya estaba un poco enfermo, pero lo recibió con mucho agrado, se lo dieron por sus más de 50 años ejerciendo la profesión. Ya él había recibido otros premios y distinciones como son los de Proeza Laboral en 1996 y 2002, Premio Anual de Periodismo Juan Gualberto Gómez, la Réplica del Machete de Máximo Gómez, La Giraldilla de San Cristóbal de La Habana, Huésped Ilustre de la ciudad de Camagüey, entre otras distinciones y medallas por su activa participación en las misiones encomendadas por la Revolución, especialmente por su colaboración internacionalista y la participación militar en algunas tareas.

En general, a quienes se les pregunte sobre él siempre responderán con mucho cariño, pues era así como trataba a todo el que le pedía ayuda, tanto en el ámbito profesional como en el personal. Agudo fue un periodista que vivía su trabajo, pero sobre todo, fue un gran revolucionario cubano.

(Por su colaboración para la realización de esta entrevista, agradecimientos también a Freddy Moros, Juan Marrero, Armando Morales y Ariel Larramendi)

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

Ficha técnica:

Objetivo central: Conocer a través de la esposa de Roberto Agudo García aspectos relacionados con la vida y profesión de este Premio Nacional de Periodismo José Martí, otorgado en el 2006.

Objetivos colaterales: Indagar sobre su trabajo en los diferentes medios de comunicación. Su participación como profesional en las diferentes etapas de la Revolución. Conocer rasgos de su personalidad.

Tipo de entrevista:
Por sus participantes: Individual.
Por su forma: Clásica.
Por su contenido: Biográfica.
Por el canal que se obtuvo: Encuentro directo.

Tipo de título: Genérico.
Tipo de entrada: Directa (o de presentación).
Tipo de cuerpo: De preguntas y respuestas.
Tipos de preguntas: Abiertas.
Tipo de conclusiones: De comentario del entrevistado.

Fuentes consultadas y tipo:
Juan Marrero, vicepresidente de la UPEC. Directa.
Freddy Moros, director de Televisión Latina SA. Directa.
Autobiografía inédita de Roberto Agudo García. Documental.
Sitio Web de la UPEC, www.cubaperiodistas.cu. Consultado el
día18 de noviembre de 2008. Documental.                                     

Pie de foto: Roberto Agudo García en el acto de entrega del Premio Nacional de Periodismo José Martí, año 2006.

UNA HISTORIA QUE CONTAR EN CADA ROSTRO

UNA HISTORIA QUE CONTAR EN CADA ROSTRO

El periodista, caricaturista y pintor matancero Manuel Hernández Valdés, dedica su vida a destacar la cubanía en disímiles géneros artísticos y a convertir lo sencillo en trascendental.

ALEXANDER ÁLVAREZ RICARDO,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Todos tenemos un don, el de Manuel es la mirada. Una mirada asiática y penetrante que se adentra en las raíces de esta tierra. De lo más puro de la cubanía se va nutriendo, sube a lo alto de una palma real y desde allí observa los problemas cotidianos del hombre. Los mira, los vive y los transforma en trazos agridulces, lirismo, expresión armónica. 

-¿Cómo fueron sus inicios en la caricatura?

En realidad lo que estudiaba era pintura, uno cuando empieza a dar los primeros pasos en la pintura, lleva la caricatura como algo marginal, es considerada un arte menor, como la llaman en las escuelas de Arte. Yo me ponía durante los 12 años que viví en el campo a dibujar sin saber lo que hacía. Fundamentalmente fue el Servicio Militar el que me acercó a la caricatura, pues como  pintaba muchos de los trabajos que tenía que realizar, los hacía en forma de dibujo y humor.

-¿Qué representó para usted el periódico Al Combate del Ejército Rebelde?

¡Ah, Al Combate!, en ese periódico fue donde me publicaron mi primer dibujo, era una ilustración. Cuando la vi me sentí maravillado. Ya a partir de ahí es como una fiebre, ver los trabajos impresos es como una enfermedad. Después trabajé mucho tiempo como reservista de este diario en Matanzas, aquí trataba el tema de la caricatura militar.

-Por qué eligió la caricatura como modo de expresión?

La caricatura la elijo como oficio. Una vez me pregunté: ¿A qué me dedico cuando termine el Servicio Militar? Primero trabajaba con los títeres de Matanzas haciendo  escenografías para niños, hasta que un buen día me ofrecieron una plaza de caricaturista en La Habana y comencé a introducirme en el mundo del dibujo.

-¿La cubanía es una constante en sus obras?

¡Yo soy guajiro! La mayoría de los artistas tienen mucha influencia europea y de otras culturas universales, pero para mi fue más fácil y me sentí mejor, creando esos personajes que forman parte de mi vida. Pienso que uno debe hacer lo que le haga sentir bien y a mi me satisface pintar esos guajiros, los campos y el entorno cubano.

¡Yo soy de la tierra, no del cemento! Casi siempre nos interesamos más en las producciones intelectuales y no le damos importancia a esos seres sagrados que trabajan la tierra, que siembran los alimentos, o sencillamente enyuntan un buey. Recuerdo que una vez un turista se me acercó y me dijo que mis pinturas tenían mucho de la Revolución porque los campesinos siempre estaban felices, y le dije que eran guajiros, no milicianos, y los campesinos son gente alegre, que viven enamorados; pinto las raíces de mi país.    
                                                  
-¿Qué lo ha llevado a distanciarse un poco de la caricatura?

Los espacios dedicados a las caricaturas en los periódicos han ido desapareciendo y, por supuesto, también me he ido alejando. He dibujado en casi todas las publicaciones. Trabajé en Granma desde el año 1991 hasta el 93, dedicándome a la caricatura política; tengo trabajos como en 11 publicaciones, entre ellas, Bohemia, El Habanero y Juventud Rebelde. Luego desapareció el Dedeté y Palante siempre fue un poco más conservador, no se dedicaba al humor que hace pensar, que hace reflexionar.

Actualmente  realizo una caricatura semanal para el periódico provincial de Matanzas. Ante esta problemática busqué una alternativa, volví a mi viejo oficio de la pintura. Me inserté en el mundo de la decoración de la cerámica y cree también mi propio estilo. Hoy las personas me dicen que soy más conocido en el mundo como pintor que como caricaturista.

-¿Cómo vislumbra el horizonte de la caricatura cubana?

La caricatura cubana necesita espacio, generalmente le dedican segmentos muy limitados por lo que no permiten su desarrollo, creando un vacío. Pienso que como toda expresión cultural necesita un desarrollo constante, es como un boxeador cuando pierde la distancia, o sea, al no tener esa dinámica es difícil que surja un punto identificativo. Desaparece el hábito de trabajar diariamente, haciendo una caricatura hoy, otra mañana, una por aquí y otra por allá.

-Se dedica  a la pintura, el decorado de la cerámica y al dibujo. ¿En cuál de estas manifestaciones artísticas se siente más identificado?

Hacer caricatura es estresante, es buscar dónde está el chiste, es un medio difícil, mediante la caricatura expresamos una idea o transmitimos un mensaje, por lo que hay que ser muy preciso, estar bien informado y tener bastante experiencia para lograr nuestro propósito de hacer reflexionar al público mediante el humor. Yo  la considero la más intelectual de todas.

La cerámica es como un juego, yo me siento, tomo una vasija y voy dibujándola hasta que logro darle vida. La pintura lleva mucha magia, es armonía, felicidad. Mi pintura no es agresiva, va en busca de la alegría, el placer. La pintura nos ilustra la inagotabilidad de nuestra imaginación. El humor es como un triángulo, está quien lo hace, quien lo disfruta y la víctima. Yo siempre he tratado de hacer un humor educativo, no burlarme de las personas.

Uno es lo que es para los demás

-¿Qué recuerda de su experiencia como colaborador de la guerra en Angola?

Conocer un país africano es como conocer toda el África, es ver la miseria en su máxima expresión. Recuerdo a un caricaturista villaclareño llamado Polo, quien trabajaba para el semanario El Melaito. Un buen día le digo: Polo, vamos a hacer una exposición aquí, ¿tú me ayudas? Y me respondió: Yo tuve una experiencia aquí que me ha marcado tanto que más nunca haré un chiste en mi vida. Angola influyó mucho en mi formación como persona, allí pude percatarme cómo el mundo es tan desigual, esto te hace más humano.

-¿Cuál es la cualidad que más admira en el ser humano?

La honestidad, pienso que las personas deben ser cada día más honestas. Cuando alguien es honesto vive sin cargos de conciencia. De ahí se derivan otras cualidades tan importantes como la sencillez; uno no debe crearse personajes, como diría Samuel Feijó: artistas que se disfrazan de artistas. Nunca debemos perder nuestra identidad. Al prepotente no vale la pena ni conocerlo.

-De 1980 a 1990 estuvo incluido entre los 100 caricaturistas más importantes del mundo, ha obtenido numerosos galardones como el Premio Esopo de Oro en Gabrovo, Bulgaria, la más alta distinción internacional del humor gráfico, y la Réplica del Machete de Máximo Gómez. ¿Qué pensó cuando recibió el Premio Nacional de Periodismo José Martí en marzo de 2001?

Me dije por dentro: Gracias por la confianza depositada en mí. Es muy difícil expresar lo que se siente en ese momento. ¿Te imaginas cuántos brillantes periodistas han dedicado su vida a esta difícil profesión? Uno nunca espera cosas así, jamás creí merecerlo.

-¿A qué figura o personaje de la historia le hubiese gustado realizar una caricatura?

Me hubiera gustado dibujar a Martí. Yo he dibujado a Fidel, a Newton, pero el haber podido dibujar a Martí en vida hubiese sido una experiencia inolvidable.

Mi humor es educativo

-¿Cuánto de compromiso tiene un caricaturista ante la sociedad?

El caricaturista es como un andamiaje que va construyendo la sociedad. Una vez escuché a un periodista norteamericano decir que nuestra función era demostrarle a la gente que no eran felices, y yo me dije: eso será en su sociedad, porque en esta es todo lo contrario. En Cuba la caricatura es para ayudar a la gente a ser mejores, educados, hacerlos pensar, no agredirlos. El dibujo es un vehículo de enseñanza, transmite conocimientos, modos de ser y ayuda mucho a las personas a recrearse y aprender.

-El caricaturista utiliza el humor, la sátira y el doble sentido. ¿Se le ha presentado alguna dificultad con la interpretación de una de sus obras?

¡Sí, cómo no! Una vez hice un chiste de un hombre que iba con su mujer montado en un carro y antes de entrar a un taller le dijo que se bajara, no fuera a ser que le quitaran una pieza; aquello fue un escándalo en La Habana, comenzaron a cerrar talleres y a tomar medidas con el problema del robo de piezas.

Un grupo de caricaturistas ganamos un premio en Italia como la mejor publicación política del mundo, pero antes de eso, algunas personas decían que ese trabajo parecía que lo habían hecho en Miami, porque era muy crítico; entonces, a los seis meses, cuando recibimos el premio, comenzaron a halagar la obra. No obstante, nunca tuvimos problemas con la dirección central en cuanto a nuestra labor.

-Un periodista ha de ser un espejo para la sociedad. ¿Qué condiciones deben acompañar a un periodista en formación?

Si uno va a dedicarse a una profesión debe poner el corazón en ella. A los nuevos periodistas les aconsejo que estudien y lean a los grandes escritores como Martí, Heminguay, García Márquez y Galeano. Deben evitar las mediocridades, ser lo más cultos posible, enriquecer su lenguaje, ser profundos.

El lenguaje periodístico de nuestros días es tan pobre, que en muchas ocasiones no da deseos leer. Yo siempre digo: ¿Por qué el periodismo del socialismo es tan malo, si la noticia no es una mercancía como en el capitalismo, si no existen los medios privados que limiten? El límite lo pone uno mismo, todo se debe hacer con profesionalidad. El periodismo es una labor intelectual. El periodismo es un compromiso ante la sociedad, es sacrificio y trabajo cotidiano ligado con intelectualidad y experiencia.           

Como un jugo de cítricos, mitad ácido y mitad dulce, nos deleita Manuel con su humor; un hombre que analiza y siente la realidad de todos.   

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

FICHA TÉCNICA:

Objetivo central: Dar a conocer la labor periodística y artística de Manuel Hernández Valdés, así como mostrar aspectos significativos de su personalidad.

Objetivos colaterales: Enfatizar en el tema de la caricatura. Resaltar la presencia de la cubanía en sus obras. Su vínculo actual con el periodismo

Tipo de entrevista:

Por los participantes: Individual
Por su forma: Clásica
Por su contenido: De personalidad
Por el canal que se obtuvo: Conversaciones cara a cara

Tipo de título: Genérico
Tipo de entrada: De retrato
Tipo de cuerpo: Clásico
Preguntas declaradas (Clasificación de la pregunta): 1-Informativa; 2-Abierta; 3-Directa; 4-Informativa; 5-Directa; 6-Abierta; 7-Alternativa; 8-Directa; 9-Abierta; 10-Directa; 11-Directa; 12-Abierta; 13-Informativa; 14-Abierta.
Tipo de conclusión: De opinión del entrevistador

Fuentes consultadas (Tipo de fuente)

Conversación mantenida con Manuel Hernández Valdés. (No documental, directa, primaria)

Biografía de Manuel Hernández Valdés consultada en http://paginet.net/manuel/pintu.html (documental, indirecta)

Investigación personal (No tradicional)

 

PERIODISMO Y DIPLOMACIA

PERIODISMO Y DIPLOMACIA

Esta es la última entrevista que se le hiciera a Carlos Lechuga, fallecido ayer. La reproducimos tal y como fue concebida.

Merecedor del Premio de la Dignidad de la UPEC y la Distinción por la Cultura Nacional, Carlos Lechuga asegura: “La verdad rige mi vida y mi trabajo”. Con más de medio siglo de compromiso, la idea de abandonar la profesión no ha cruzado por la mente de este Premio Nacional de Periodismo José Martí.

JULIO BATISTA RODRÍGUEZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Tal parece que entrara en un museo: fotos junto a Ho Chi Minh y Fidel Castro, diplomas que muestran su amplia trayectoria y, en un lugar muy especial, el que lo acredita como Patrón Deportivo de Primera Clase, o lo que es lo mismo, Capitán de Barco, permitiéndole realizar su más antiguo sueño, navegar. Varios estantes de libros permanecen en su despacho; según él, son lo único que no podría faltar para quien ha convertido la lectura en su “deporte preferido”.

Premio Nacional de Periodismo José Martí en el 2007 y Doctor Honoris Causa en Relaciones Internacionales de la Universidad de La Habana 2008, es autor de libros como Itinerario de una Farsa, En el ojo de la Tormenta y Barco de Papel. De espaldas a la amplia ventana que ilumina la habitación y sentado en la butaca de trabajo se encuentra este pedazo de historia viva, y frente a él, yo, que todavía no creo estar en presencia de Carlos Lechuga Hevia, un hombre que a los 90 años  de edad no se arrepiente de nada.

-¿Cómo se inicia en el periodismo? 

En realidad, lo que quería ser era marinero. En eso influyeron mucho las lecturas que realizaba de niño, uno de mis héroes predilectos era Sandokán. Había estado preparándome con el novio de una vecina, que era teniente de la Marina, y me presenté a las pruebas que se hicieron en La Punta, para ingresar a la Academia Naval del Mariel, pero sólo dieron 35 plazas y no alcancé ninguna.

A raíz de eso, mi padre, a quien no le hacía ninguna gracia que yo fuera marinero, me vinculó con el periódico El Mundo, por medio de un amigo, y comencé a trabajar en 1937. Estuve alrededor de un año sin ganar sueldo; allí hice prácticamente de todo: fui redactor de mesa, traductor de cables, cronista parlamentario y de las Sociedades Españolas. Colaboré con varias publicaciones en los años siguientes, incluso con algunas que no eran cubanas, como la revista mexicana Siempre y el diario La Prensa, de New York.

En la revista Bohemia fundé, junto a Enrique de la Osa, la sección En Cuba, que se publicó desde 1943. Elaboraba el resumen gráfico anual, que consistía en escoger las fotos de los acontecimientos más relevantes del año y ponerles el pie de grabado. Allí hice una mesa redonda, algo sin precedentes, y la primera vez que salió tratamos el tema del gangsterismo en la Universidad de La Habana, con la participación de un grupo de alumnos y profesores de la institución.

Permanecí en Bohemia alrededor de cinco años. Luego fui el jefe de la página política de El Mundo y comencé en la televisión, en el Canal 2. Simultáneamente mantuve el contacto con la sección En Cuba, a la que enviaba noticias e informaciones.

-¿En qué circunstancias surge la sección En Cuba?  

En la revista se publicaba La Marcha del Tiempo, que no era más que la traducción de una sección de la revista norteamericana Times. A Miguel Ángel Quevedo, el director de Bohemia en aquel momento, se le ocurrió poner junto a esa sección otra con cuestiones cubanas solamente y nos llamó a Enrique de la Osa y a mí para que la redactáramos.    

En sus inicios, En Cuba era anónima; se conoció nuestra identidad cuando publicamos una nota titulada Esta es de la casa. En ella se trató el tema de la fiesta de cumpleaños del Presidente de la República, Carlos Prío Socarrás. Parece que no fue bien recibida por Prío, porque envió a sus agentes a investigar, y se supo quiénes escribíamos la sección.

Al final nos favoreció, pues, al identificar el espacio con alguien y a medida que este fue ganando respeto, los mismos políticos nos contaban sobre entrevistas que habían tenido u otros sucesos. Sin lugar a dudas, la sección tuvo un carácter político muy progresista en la etapa, denunció todos los robos y los crímenes de la época. Gozó del valor de llamar las cosas por su nombre.

-¿Qué caracterizaba al periodismo que se hacía antes de 1959? 

En esa etapa había algunos periódicos de oposición como La Calle, de Luis Orlando Rodríguez. Se hacía un periodismo de calidad, independientemente de la posición política de quienes escribieran. Las empresas periodísticas defendían sus intereses, y los de sus directivos. La censura era tan fuerte por parte del gobierno como por la dirección de la misma publicación.

A modo de ejemplo, el periódico El Mundo lo compró un italiano de apellido Barletta, quien era representante de la General Motors en Cuba y cuyo hijo había peleado en el ejército norteamericano durante la Segunda Guerra Mundial. Conclusión: era más fácil agredir a Batista, que criticar a Einsenhower. En ese momento, todos los diarios atacaban al comunismo, excepto Hoy, del Partido Socialista Popular.

Te podían retar a duelo, como me sucedió cuando hice un artículo acusando a un representante a la Cámara de desfalcar los fondos de esa  institución. Por suerte, el duelo no se efectuó, pero comencé a ir al campo de tiro de la playa de Miramar, para practicar.
 
Con Batista la censura se agudizó para los artículos de crítica. Mi alternativa en ese momento fue publicar una receta de espaguetis del padre Spiralli, párroco de la iglesia Jesús, de Miramar. Imagínate, yo, que escribía sobre política. El pueblo comprendió que hablaba de aquello porque no permitían hacer otra cosa.

-¿Cómo recuerda su paso por El Mundo en TV?  

El Mundo en TV me llenó como profesional. Me dio la posibilidad de compartir con personas de las que guardo gratísimos recuerdos como Eva Rodríguez. Hacía también los programas Claridades y Telemundo pregunta. La televisión me ofreció la oportunidad de ser el primero en anunciar la huida de Batista y de entrevistar a Fidel cuando bajó de la Sierra Maestra.

-¿En qué medida influyó en usted el golpe de estado del 10 de marzo?

Ese golpe de Estado se dio meses antes de una elección presidencial. Constituyó una ruptura con la vida institucional del país por parte de Batista, un aventurero entregado completamente a los Estados Unidos, aún más que otros presidentes. Desde el primer momento critiqué al régimen cuando me daban la oportunidad de pasar algo por el periódico.

Aparte del robo, que era algo común en los gobiernos de la época, comenzaron los asesinatos y las torturas. En esa etapa luché en la clandestinidad e ingresé a la Resistencia Cívica del 26 de Julio. Allí colaboré con la entrega del piloto argentino de automovilismo, Juan Manuel Fangio, a los miembros de su embajada, después de su secuestro por miembros del Movimiento en 1958.

-¿En qué momento y cómo llega la diplomacia a su vida? 

En febrero de 1959 entré a la diplomacia por la vía del periodismo. Me inicié como Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario para poder entrar a los Estados Unidos con la garantía de la inmunidad diplomática.

Eso fue hasta agosto de 1959, cuando me nombraron embajador en Chile, porque se iba a realizar allí una conferencia de Ministros de Relaciones Exteriores de la Organización de Estados Americanos (OEA). En nuestra embajada en ese país el personal que estaba era  de la época de Batista y no defendía los intereses revolucionarios.

-En 1962 usted era el representante cubano en la ONU. ¿Qué impresiones guarda de  los días de la Crisis de Octubre?  

Fueron momentos de  extrema tensión. El mundo entero tenía los ojos puestos en las discusiones que se llevaban a cabo en la Asamblea General. Fue el período más desagradable de mi carrera. Hay que pensar que estuvimos al borde de una guerra termonuclear. Además, la posición asumida por la URSS, al dejar a nuestro país fuera de las negociaciones, fue un choque para nosotros.

-Declaró que la política de acercamiento del presidente Kennedy con Cuba había influido en su asesinato. ¿En qué se basa para afirmarlo?

En 1963, William Atwood, asesor de la delegación norteamericana en la ONU, quiso hablar conmigo, porque Kennedy quería negociar con Cuba, para eliminar el bloqueo. La conexión con él fue mediante una periodista norteamericana que había viajado a Cuba y entrevistado a Fidel. Ella hizo un cóctel en su casa y, entre los invitados, estábamos nosotros dos. Allí conversamos por primera vez.

Me explicó que estaba autorizado a hablar conmigo, pues el Presidente deseaba un acercamiento con nuestro país, aunque dentro del gobierno existían sectores contrarios a un acuerdo con Cuba. Kennedy había apoyado la invasión de Playa Girón y respaldado a los terroristas, pero llegó un momento en que decidió cambiar de política.

Me pareció muy extraño, pues nos atacaba muy seguido. Por aquellos días, hizo un discurso bastante neutral en la American University, pero después fue a Berlín y pronunció uno muy agresivo mencionando a nuestro país.

En la segunda entrevista, me dijo que Robert (hermano del Presidente) estaba de acuerdo también y quedamos en confeccionar una agenda de trabajo. Eso fue en noviembre de 1963, el mes en que asesinaron a Kennedy. Después, se publicó un libro, en el cual se asegura que había dejado  escrito en su mesa de trabajo que, cuando regresara de Dallas conversaría con Atwood sobre el desarrollo de las entrevistas conmigo.

Arthur Schlezingerun ayudante de Kennedy que ha venido a Cuba en varias ocasiones, para reuniones sobre la Crisis de Octubre dice en uno de sus libros: “… las conversaciones de Atwood con Lechuga eran vigiladas por la CIA, pues los veían hablar a los dos en Naciones Unidas y, seguramente, no hablaban de bebidas”.

-La OEA resultó ser un campo de batalla para Cuba después de 1959. ¿Cómo recuerda la expulsión de nuestro país de esa organización?

Fue terrible, en aquella etapa casi todos los gobiernos de América Latina estaban contra nosotros. Presidentes como Trujillo, Somoza, Stroessner y la presión que ejercía Estados Unidos, marcaban una pauta a seguir en la OEA. Para lograr la mayoría de votos tuvieron que comprar al representante y al gobierno de Haití: les dieron dinero para construir un aeropuerto. Así lograron expulsarnos.

La posición de México de no romper relaciones con Cuba en ese momento fue muy buena, sobre todo, si se tiene en cuenta que constituyó el único país latinoamericano que no lo hizo.

-¿Recibió propuestas para abandonar el país? 

Precisamente en la OEA me visitó el periodista cubano Carlos Castañeda, para ofrecerme dinero a nombre del gobierno americano. Incluso, me dio a entender que podía ser director del New Herald, de Miami. En otra ocasión, cuando era embajador en México, otra persona se acercó a hacerme una proposición parecida a nombre del Departamento de Estado. Lo boté y le dije que era una ofensa lo que me hacía.

-¿Qué significó para un diplomático autodidacta recibir la distinción de Doctor Honoris Causa en Relaciones Internacionales de la Universidad de La Habana?  

Fue una satisfacción inmensa. Nunca esperé que por mi labor me dieran este reconocimiento en el Aula Magna de la Universidad de La Habana. Medallas y reconocimientos tengo muchos, pero ese y el del Premio Nacional de Periodismo José Martí tienen un lugar especial en mi vida. Ellos me llenan de orgullo.

-60 años repartidos entre el periodismo y la diplomacia, ¿cuánto ha influido la familia en su labor? 

Siempre he contado con su respaldo en los dos trabajos, tanto en Cuba como en el extranjero. Ha sido mi refugio, el sitio donde encuentro paz y la fuerza necesaria para seguir adelante. He trabajado, realmente, con dos metas en mi vida: una, mi familia; la otra, mi país.

-¿Cómo simultaneó el trabajo diplomático con el periodismo?

Nunca he dejado de ser periodista, eso es lo que soy. Incluso, después de estar en la diplomacia, he colaborado con publicaciones, tanto nacionales como extranjeras. El sentimiento de pertenencia a esta profesión es algo que no se puede negar, se lleva en el alma y es imposible desterrarlo u olvidarlo.

Enero de 2009.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

FICHA TÉCNICA:

Objetivo central: Dar a conocer la labor periodística desarrollada por Carlos Lechuga, que lo hace merecedor del Premio Nacional de Periodismo José Martí. Abordar el trabajo diplomático llevado a cabo por él en 60 años de ejercicio de la profesión.

Objetivos colaterales: Investigar sobre las características del periodismo que se hacía en nuestro país antes de 1959, la influencia de su familia en su vida profesional. Abordar el trabajo diplomático llevado a cabo por él.
 
Tipo de entrevista:

Por los participantes: Individual.
Por su forma: Clásica
Por su contenido: De personalidad.
Por el canal que se obtuvo: Directa

Tipo de título: Genérico
Tipo de entrada: De ambiente.
Tipo de cuerpo: Clásico
Tipo de preguntas: 1- Abierta-Informativa. 2- Directa. 3- Informativa-Directa. 4- Directa. 5- Abierta. 6- Informativa. 7- Análisis. 8- Polémica. 9- Informativa. 10- Informativa-Abierta. 11- Abierta. 12- Directa-Abierta. 13- Abierta.
Tipo de conclusión: De comentario del entrevistado

Fuentes consultadas:

Carlos Lechuga Hevia. 12/ 10/ 2002. En: http://www.news.bbc.co.uk . 28/ 11/ 2008

Entrevista con el Embajador Lechuga. 14/ 4/ 2004. En: http://www.cubaminrex.cu . 29/ 11/2008

Distinguen a Carlos Lechuga como Doctor Honoris Causa. 13/2/2008. En: http://www.granma.cubaweb.cu . 30/11/2008

Lima Sarmiento, Edel. En periódico: Tribuna. Ciudad de la Habana. Cuba. 9/3/2008. p.5

PERIODISTA Y MAESTRO

PERIODISTA Y MAESTRO

“Parece un caballero antiguo de tan recto. Recto en lo que piensa y dice. Escribe aún y se promete escribir”, comentó Heriberto Rosabal de Evelio Tellería Toca, Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de la vida.
                                                        
NEISY MARTÍNEZ MIRANDA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.                                    

El viejo Evelio Tellería Toca despierta temprano, enciende la radio y se sienta a escribir. Este no es uno de esos días en que con su fina maleta, carpeta y un lápiz very black salía a cazar la noticia para el periódico Granma. Ahora permanece quieto tras el tan repudiado buró y las rápidas y objetivas anotaciones en un block doblado  pasan a ser frases elaboradas. Ante la inminente falta de vista solicita  a su esposa como secretaria particular.

Amén de la edad, la figura esbelta se niega a ceder ante el peso de los años. El amor por la familia y al trabajo, así como la honestidad y ética profesional se mantienen intactos. Aún necesita de la lectura como oxígeno y disfruta del danzón, el punto guajiro y las décimas como antes.

Tellería, tan inquieto y vivaz como siempre, escribe su imperecedera obra pensando en las generaciones de periodistas más jóvenes. Así, sin rebuscamientos y haciendo gala del mejor humor cubano, relata una parte importante de su vida estrechamente ligada al periodismo.

"Antes de ser periodista me hice maestro, porque era la carrera más asequible para la gente pobre. Fui educador por 13 años, hasta 1947, en una escuela pública de Cabañas, Pinar del Río. En 1943 matriculé en la escuela profesional de periodismo Manuel Márquez Sterling. Allí nos enseñaban a escribir de manera grata para las empresas, y a no meternos con los americanos y sus negocios”.

Formador incansable de las nuevas generaciones de cubanos, confiesa como secreto público la alianza de sus dos profesiones: ‘’Hay mucho en común, el maestro cuando quiere trabajar y rendir tiene que prepararse, buscar datos para transmitirlos a una pequeña masa: el alumnado.

“El periodista tiene cierta afinidad porque es también un buscador de datos, ideas y conocimientos que luego difunde a un público más amplio. Es el profesional que en una u otra forma contribuye a las funciones fundamentales de informar y/u orientar. (…) Los revolucionarios lo vemos como un trabajador vinculado a su pueblo.

“Pero ambos son trabajadores ideológicos y artífices de síntesis, que después en un lenguaje sencillo, claro y ameno transmitirán todo lo que han recogido”.

Educador

‘’Fue un profesor para nada almidonado. Trataba a los alumnos como si fueran sus colegas, el aula era una redacción de periódico y siempre combinaba el rigor académico y el ejercicio instrumental con la vivencia personal, con el dato chispeante que nos hacía soltar a todos la carcajada’’, afirma Roger Ricardo Luis, director de Investigaciones del Instituto Internacional de Periodismo José Martí.

Y más adelante evoca: ‘’Fue mi profesor de Nota Informativa y quizás por eso siempre le di la estatura de maestro. Excelente docente que desde su dominio teórico de la pirámide invertida sabía vestir de lujo al principal género del periodismo a partir de su experiencia y sabiduría en el ejercicio de la profesión.

“Él decía que cada periodista debía conformar su propio archivo y no desdeñar ningún elemento informativo, pues en algún momento podía servir. Creo que esa fue la razón por la cual se convirtió en el cubano más conocedor de la historia del movimiento obrero de nuestro país durante el  pasado siglo,  y lo hizo desde las filas del reporterismo”.

De su faceta como docente universitario, Iraida Calzadilla, profesora de la carrera de Periodismo, recuerda como uno de sus mejores momentos en la Universidad las conferencias de Tellería: “En ellas demostraba el respeto que sentía por el reporterismo, por la información como género imprescindible en cualquier medio de prensa. Era un hombre modesto. Ponía sus conocimientos y biblioteca personal a la disposición de quienes los necesitaran. Después de graduarme lo entrevisté dos veces. La medida de su sencillez me permitió conocer el sentido de su grandeza”.

Periodista

Basado en su larga experiencia, Evelio Tellería Toca reflexiona: “En nuestra profesión existe algo llamado periodismo especializado y yo creo en él, pero siempre que trabaje sobre la base de un buen archivo. Tiene la ventaja de complementar una noticia y favorecer su comprensión con los elementos que pueden aportarles por el conocimiento del tema.

“La crítica, por su parte, también puede ser un género periodístico si nos referimos a una forma de escribir por parte de una persona conocedora  o perita en una materia; que enjuicia, evalúa, analiza, opina y lo hace más o menos regularmente, a veces en una sección fija. Muchos de los llamados comentaristas son periodistas más o menos especializados en un campo o sector, que formulan críticas”.

Como un sacerdocio asume el periodismo y su amplio conocimiento acerca de la historia del movimiento obrero cubano así lo confirma. Una muestra fehaciente de ese saber es el libro Los Congresos Obreros Cuba, del que acota: “Ofrecemos este bosquejo histórico de los congresos obreros celebrados en Cuba como modesto aporte a la historia del movimiento obrero cubano. Era necesario resaltar algunas cuestiones esenciales como que en los primeros tiempos se aprecia en nuestro proletariado el deseo y la necesidad de una organización unificadora. Al fin se logró este empeño y su fruto está vigente en nuestros días, me refiero a  la Central de Trabajadores de Cuba,  creada en 1961”.

Cronista de su tiempo, conoció a muchos líderes obreros como Ñico López, Jesús Menéndez, Armando Mestre y a uno muy especial, su gran amigo Lázaro Peña, a quien define como “el dirigente obrero más honesto y también el más conocido y prestigioso. Estas cualidades y el hecho de poseer la confianza de las masas trabajadoras, así como su experiencia sindical, su historial de lucha social, su prestigio dentro y fuera de Cuba y, sobre todo, su moral comunista, lo hacían el compañero más apropiado para ayudar a encaminar a nuestro movimiento obrero hacia la construcción de la sociedad socialista. Por ello se ganó el honor y la responsabilidad de actuar como la principal figura rectora o asesora del alto mando sindical”.

Basado en su conocimiento enciclopédico acerca del tema, Tellería reconoce el protagonismo de los trabajadores en la construcción de nuestra sociedad: ‘’Durante el XII Congreso Obrero Fidel manifestó que la Revolución encontró una enorme comprensión e inmensa cooperación en los trabajadores, aún en aquellas cosas que implicaban para muchos la renuncia a ventajas que bajo el capitalismo eran triunfos y bajo el socialismo, privilegios.

‘’Desde el triunfo revolucionario, la clase obrera  es considerada como uno de los pilares básicos del proceso. Los trabajadores mostraron su respaldo a la Revolución y en consecuencia condenaban y combatían a la contrarrevolución y a su máximo impulsor: el Imperialismo Norteamericano. Una nueva y significativa conciencia iba prendiendo en nuestro proletariado”.

Padre ejemplar

Ante mi está su hijo, Evelio Tellería Alfaro, continuador de la profesión de su padre desde las páginas del semanario Trabajadores: “Mi padre influyó de forma directa en mi vocación. Desde muy joven me llevaba a coberturas, reuniones. Siempre lo veía trabajar en la máquina de escribir, siempre estaba ‘a pie de obra’.
 
“También me ayudó muchísimo durante la carrera, recuerdo que en una ocasión tuve que cubrir un juego de béisbol por televisión, y se realizaba en Sancti Spíritus. Al comienzo del evento no estaba presente en el centro de trabajo  y mi padre me dijo: ‘Vete, que yo voy a cogerlo. Llama y di que vas’.

“Muchos dicen que mi papá en el periódico Granma, así como para todo, era muy inquieto, puro nervio y de temperamento fuerte. A la hora de trabajar era muy recto, tanto así, que en una ocasión en que él y Liborio Noval, su fotógrafo, fueron a Varadero a cubrir unos encuentros de homenaje a los vanguardias del sector azucarero, mi viejo se puso verde, pues Liborio, que en ese entonces era un hombre joven -como un muchacho grande-  a veces se le perdía de vista y no lo encontraba.

“Mi padre le echaba una descarga horrible porque en el trabajo no permitía entretenimientos, sin embargo, existía gran familiaridad entre ambos. Liborio –como muchos otros- le llamaba cariñosamente El viejo Telle; le tenía gran respeto, estimación  y mucho cariño. Al final, todo quedaba en una broma criolla”.

“Cuando le entregaron el Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de toda la vida (1999), él se sorprendió mucho, quizás porque era tan modesto que nunca creyó poseer las cualidades necesarias para merecerlo”.

Evelio se emociona al recordar aquella vieja foto donde aparece su padre con Fidel: “Lo conoció cuando trabajaba en la emisora capitalina Unión Radio. Fidel llegaba y casi lo levantaba en peso de su silla después de pedirle la máquina de escribir durante solo un momento, el cual se convertía en horas. Pero siempre le admiró su facilidad para improvisar las denuncias sobre los atropellos contra los campesinos, mujeres y obreros.

“La foto se tomó durante una recepción en el hotel Habana Libre. Fidel lo reconoció y le dijo: ‘Tellería, tú no te pones viejo’. Mi padre se puso tan nervioso que al abrazarlo le colocó la mano en la espalda, cosa que no fue bien vista por el cuerpo de seguridad del Comandante, pero solo era una muestra del afecto que existió entre ambos”.

Recuerdos de la amada labor

El rostro del viejo Tellería se ilumina y sus inquietas manos complementan con pausados gestos las palabras de este maestro en asuntos de la vida: “En realidad he gozado y sufrido al periodismo porque te da más prestigio que siendo un Juan Pérez cualquiera, pero se sufre cuando se lleva un material bueno y los directores me lo cerraban o cuando me equivocaba, como me pasó con Lázaro Peña y una vez que Raúl Castro me mandó a buscar a mi casa a las tres a.m. Iba tan nervioso que me puse la corbata virada  y él mismo me la arregló.

“Queriendo ser lo más preciso posible di la noticia de que Fidel, en su primer viaje a la ONU, había invitado a venir a Cuba a los principales líderes de los NO ALINEADOS y los cité por sus nombres. En realidad Fidel no había sido tan específico, solo había  hablado de invitar a los jefes de misiones especiales de esos países. Raúl me dijo que tuviera mucho cuidado, porque cosas así podían hacer mucho daño a la Revolución. En lo adelante lo tuve muy en cuenta”. 
 

Colega inolvidable

“Evelio Tellería Toca es de esas personas que basta conocerlos para saber que serán inolvidables. Hombre delgado, más bien flaco, educado y sencillo, le gustaba pasar inadvertido y, sin embargo, su vitalidad y alegría contagiosa lo convertían en el centro de cualquier colectivo donde llegaba”, comenta  Roger Ricardo, quien además de ser su alumno tuvo el privilegio de trabajar con él en la redacción de Granma.
 
“Cuando el Telle -como así le decíamos sus compañeros- llegaba, la redacción se convertía en una fiesta y si traía una información para la primera plana, antes de redactarla la contaba a viva voz a todo el mundo con pelos y señales. Él decía que colocar una noticia como cabeza del diario, como titular de primera plana, era como ponerle una medalla olímpica a un reportero.

“Cuando se hizo más viejo, siempre en la redacción boncheábamos con su segundo apellido, Toca. Le decíamos: ’Evelio Tellería tocaba’, y como un relámpago hacía unas cuclillas en medio del salón y con una sonrisa espléndida exclamaba con malicia: ‘¡toca todavía!’, para de inmediato rematar: ’Si no lo creen, pregúntenselo a María’. María, su gran compañera de toda la vida, por la que el Telle sentía un amor infinito y un respeto extraordinario.

“En sus últimos tiempos como reportero, aquejado de la falta de visión, lo vi trabajar con una lupa. El periodismo era su pasión y su vida. Nunca olvidaré que cuando él veía a un compañero preocupado, le tiraba el brazo por encima y le decía: ’¿Qué, mucho embullo para el Primero de Mayo?’ Y eso era suficiente para uno echarse a reír y desconectarse del problema”.  
    
A pesar del tiempo, el olvido jamás podrá alcanzar al viejo Tellería, merecedor de las distinciones Por la Cultura Nacional, Raúl Gómez García, Alfredo López, así como las órdenes Félix Varela y 28 de Septiembre y el Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de toda la vida.

Heriberto Rosabal, quien tuvo el enorme placer de entrevistarlo, declaró: ’’Parece un caballero antiguo de tan recto. Figura alta que se niega a ceder con encorvamientos bajo el peso de sus 87. Recto en lo que piensa y dice, escribe aún y se promete escribir. Habla sin rebuscamientos, en la que puede aparecer justificadamente una mala palabra”.

Nota: Las palabras de Evelio Tellería fueron tomadas de múltiples textos suyos.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

Ficha Técnica:

Objetivo Central: Destacar a Evelio Tellería Toca, Premio Nacional de Periodismo José Martí.

Objetivos Secundarios: Mostrar la forma en que es recordado por aquellos que lo conocieron. Retomar sus apreciaciones sobre algunos temas de suma importancia para la carrera.

Tipo de entrevista:
 
Por los participantes: Colectiva.                
Por su forma: De citas. 
Por su contenido: De personalidad.
Por el canal por el que se obtuvo:

Directa: A su hijo Evelio Tellería Alfaro, periodista del semanario Trabajadores, y a su exalumna Iraida Calzadilla Rodríguez, profesora de la carrera de Periodismo.

Por correo electrónico: A Roger Ricardo Luis, director de Investigaciones del Instituto Internacional de Periodismo José Martí.

Documentales: Declaraciones de Evelio Tellería Toca en entrevistas realizadas por Heriberto Rosabal, Toni Piñera e Iraida Calzadilla. Además, citas de libros del propio entrevistado: Los Congresos Obreros en Cuba y Diccionario Periodístico.

Tipo de título: De referencia al entrevistado.
Tipo de entrada: De retrato. 
Tipo de cuerpo: De citas.
Tipo de conclusiones: De opinión de un entrevistado.

Fuentes de consultas:

Documentales:

Diccionario Periodístico, de Evelio Tellería Toca, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 1986.

Entrevista ‘’El viejo Tellería”, de Heriberto Rosabal, Trabajadores, 11 de diciembre de 2000.

Entrevista “Evelio Tellería, ¿Periodista?, ¿Maestro?”, de Toni Piñera, Granma, 12 de marzo de 1999.

Entrevista “Testigo de Media Centuria’’, de Iraida Calzadilla, Revista Mujeres, 1988. 

Los Congresos Obreros en Cuba, de Evelio Tellería Toca, Editorial  Arte y Literatura, La Habana, 1973.

Directas:

Evelio Tellería Alfaro, periodista del semanario Trabajadores.

Iraida Calzadilla Rodríguez, profesora de la carrera de Periodismo, Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana.

Roger Ricardo Luis, director de Investigaciones del Instituto Internacional de Periodismo José Martí.


 

UN MAESTRO DEL PERIODISMO CUBANO

UN MAESTRO DEL PERIODISMO CUBANO

José Antonio Benítez Cabrera, hombre con trayectoria profesional inigualable, pero sobre todo, con valores como la sencillez y el comedimiento, demostrativos de su grandeza.
   
LEYDA MACHADO ORAMAS,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
 
Benítez impartía su clase cuando, de repente, un desmayo lo desplomó. Había estado un día completo sin comer ni beber agua, trabajando incansablemente. Sus alumnos lo recogieron y llevaron al hospital, donde poco a poco se recuperó. Sin dudas, ese día, más que enseñarles teoría, les dio ejemplo de consagración total a la profesión.

Otro valor que les inculcaba era a no ser absolutos, a ver las cosas en constante cambio, a tener opinión de los hechos, a estar del lado de lo correcto, pero sobre todo, a defender con propiedad sus ideas. Como bien decía: “La verdad no se abre camino por sí sola, hay que saber abrirle el camino”.

Quienes lo conocieron destacan en él su sencillez y bondad, y reconocen que la modestia era el rasgo más hermoso de su personalidad. Esa quizás sea la razón por la que hoy, su nombre resulte desconocido para muchos de quienes integramos las nuevas generaciones de reporteros. Sin embargo, sus contemporáneos lo recuerdan como uno de los mejores periodistas cubanos del siglo XX, y coinciden en que su obra no ha sido suficientemente valorada.

Benítez inició los estudios de Periodismo en la Universidad de Columbia, Estados Unidos. Trabajó durante muchos años en la revista Norte, de Nueva Cork, y en el Departamento Latinoamericano de la United Press Internacional (UPI), hasta que a mediados de 1959 regresó a Cuba.

Sobre esa etapa, Ernesto Vera, presidente de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) de 1966 a 1986, y con quien mantuvo una relación muy estrecha, comenta que “tenía como nadie la experiencia personal de haber vivido en Estados Unidos y de haber conocido esa sociedad más a fondo, como una especie de ejercicio parecido al que desarrolló José Martí.

“Tomó la rapidez y la dinámica de la prensa norteamericana. Aprendió a vivir allí con lo que lo rodeaba, a luchar primero en un mundo ajeno al deseado para poder llegar al que soñaba. Sin embargo, no lo deslumbró aquel país y lo demostró en 1960 cuando regresó  definitivamente a la patria. Se incorporó a la redacción del periódico Revolución para construir una labor nueva, diferente, de utilidad social, al servicio de su pueblo  y de una causa justa”.

-¿Cuánto influyó en José Antonio Benítez el triunfo de la Revolución Cubana?

Tanto, que sin haber participado en la lucha del pueblo cubano, decidió abandonar el cargo de jefe de redacción de una agencia de noticias y regresar a su patria a realizar en una sociedad justa la labor que coincidía con sus ideas.

Benítez desde que llegó a Cuba se convirtió en un insurrecto dentro de su especialidad, en un defensor de las causas correctas; demostrando algo muy lindo: que en todas las épocas se puede ser revolucionario, digno y valioso.

Él fue un abanderado del periodismo cubano porque lo hizo con excelencia. No son frases, no son opiniones, no es el afecto que, sin dudas, le tuve; es la dimensión de su obra la que habla por sí sola.

La experiencia de haber vivido durante varios años en Estados Unidos le permitió plasmar en un libro las maniobras del sistema capitalista de ese país, así como las peripecias y sinsabores que allí se sufren. Para escribirlo, recopiló toda la obra martiana sobre el imperialismo y comentó los textos escogidos, fue por eso que lo tituló Martí y Estados Unidos.

Como escribió Roberto Fernández Retamar en el prólogo de dicho libro: “Benítez se encuentra particularmente propicio para desarrollar esta labor, porque al igual que Martí, vivió en las entrañas del monstruo (…) En toda ocasión habla desde dentro, no escribe de oídas, ni por referencia libresca. También él, décadas después del Maestro, tuvo las visiones, las angustias y las esperanzas  que refleja en este libro.”

Sobre su estancia en el periódico Granma, Julio García Luis, decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, evoca: “Lo recuerdo trabajando con su máquina de escribir Robotron, su biblioteca personal y recortes encarpetados, sin que siquiera el sueño de una red digital se dibujara todavía en el horizonte y viniera a perturbar su talento apacible de hombre ya vivido, dueño de su oficio y seguro de sí.

“Cuando lo conocí en Granma, yo era jefe de plana y de equipo, y él colaboraba asiduamente conmigo en temas políticos, históricos y culturales.

-¿Cómo era  Benítez en su quehacer profesional?

Era un hombre muy dispuesto. Se le podía pedir cualquier cosa en cualquier momento. Si había algún suceso inesperado en el país, bastaba con decirle que “para la edición de mañana” hacía falta un comentario sobre el secuestro de un grupo de pescadores; y allí estaba, temprano al día siguiente, con un par de cuartillas pulcras, si acaso con alguna tachadura, las que no eran, por cierto, “un pase en limpio” de borradores crucificados sin piedad por el lápiz corrector, sino el par de cuartillas de papel gaceta que había colocado en el rodillo de su maquinita cuando se sentó a cumplir el pedido. Eso no lo podía hacer todo el mundo, pero para él era algo natural.  Iba directo a la obra y no se equivocaba.

Tampoco yo tenía que invertir en él mi tiempo y mi lápiz. Los trabajos de Benítez eran una bendición para la dura e ingrata labor del editor. Pasaban por mi mesa con solo una marca de puntaje y medida para los linotipistas.

Esa labor investigativa también tuvo cauce en libros de infinito valor, como África, biografía del colonialismo, David y Goliat Siglo XX, El Apartheid, y uno de sus más importantes, Técnica Periodística, escrito a petición de la Unión de  Periodistas de Cuba (UPEC), pues no existía ninguno adecuado a la prensa revolucionaria cubana. Sin dudas, cumplió el compromiso al entregar uno de los mejores textos concebidos en esta materia.

La doctora Miriam Rodríguez Betancourt, profesora Titular de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, lo ha utilizado como referencia para algunos de sus trabajos y destaca  como  valores principales “su utilidad como manual, aunque no se haya concebido así, y su pretensión abarcadora en el tratamiento de géneros y medios. En aquella orfandad bibliográfica la aparición de un libro como este fue un acontecimiento para la enseñanza en el país”.

Años más tarde, en 1989,  conformó otro libro que se convirtió en uno de sus mayores aportes al periodismo cubano y universal, La Noticia Integral. En este explica que “información integral es aquella que destaca lo verdaderamente significativo de los hechos, aclara la visión correcta de las cosas que ocurren, proyecta los acontecimientos claves de la historia y  trasmite a los trabajadores elementos de cultura”.

Sobre ese texto, la profesora Miriam Rodríguez abunda en que “resultó una apreciable contribución, encaminada a llamar la atención sobre la necesidad de dotar a la información, especialmente la noticiosa, de un mayor nivel de elaboración y profundidad en cuanto a datos, antecedentes, intencionalidad y, sobre todo, inserción de la noticia en su contexto.”

Pero Benítez no fue solo un gran periodista, sino también un  brillante profesor. Impartió clases durante muchos años en la  Universidad de La Habana.

Víctor Joaquín Ortega, jefe de Información del periódico Tribuna de La Habana, quien fue su alumno hace más de 40 años, rememora las enseñanzas adquiridas con este profesor entrañable.

“Como maestro, lo primero que quiero destacar en él es su generosidad, su entrega total a los que comenzábamos en la profesión. Estaba con nosotros mañana, tarde y noche, y no solo  impartiendo clases. Era un profesor que no se quedaba únicamente  en los libros, nos llevaba los conocimientos a la práctica. Se preocupaba por impartir la teoría, pero también por  dar clases de honestidad, de ética, con su palabra y con su ejemplo.

“Nos enseñó a ser mejores personas. Como bien decía: ‘La ética profesional pasa primero por la ética del ser humano’. Inculcaba cosas así, que lo llevan a uno a tomar un camino en la vida a favor de lo bueno, de lo justo.”

Ortega comenta también que aprendieron con él cuál era la principal tarea de un periodista, que no es “informar”, a pesar de la importancia que esto tiene. Lo fundamental en su labor es formar, forjar seres humanos.

“Otra de las cosas que enseñaba era a no decir que todo estuviera bien, porque eso es falta de profesionalidad; pero tampoco a ser un crítico acervo, destructor, sino desde la posición de revolucionario.”

Su colega de profesión, Juan Marrero, vicepresidente de la UPEC, recuerda con admiración a este hombre: “Fue una persona con muchas cualidades, junto a su modestia y sencillez cabalgaron siempre talento, sabiduría, inteligencia, abnegación y una ética profesional intachable. Actuaba con naturalidad, casi en silencio. Aunque jamás estuve como discípulo en un aula con él, siempre lo llamé  ‘profe’, porque en su quehacer profesional era un señor profesor. Cada día transmitía a los que lo rodeábamos una enseñanza práctica”.

A lo largo de su vida profesional fue merecedor de premios y condecoraciones por los valores ideológicos, técnicos y literarios de sus trabajos, entre ellos, el Premio Casa de las Américas, en 1976, la Orden Félix Varela, 1982, y el Premio Nacional de Periodismo José Martí, 1999.

Después de dos años de ausencia, José Antonio Benítez Cabrera permanece en la memoria de estudiantes, amigos y compañeros de trabajo. Todos coinciden en que a pesar de los múltiples reconocimientos a su labor, no tuvo tanto como merecía.

Se multiplican entonces las palabras de Julio García Luis: “El conjunto de su trabajo periodístico está entre lo más depurado y de calidad del último medio siglo de la prensa cubana. Sus penetraciones en el pensamiento martiano y bolivariano, en la unidad raigal de nuestra América, que no solo prodigó en innumerables artículos, sino en libros macizos y logrados, debieron haberle ganado un lugar más elevado en el recuento del periodismo y de la creación intelectual nacional.

“Aunque, quizás, en ese relativo olvido haya un poco de su propia elección.  Él nunca se sustrajo del taller de la redacción, donde todo es efímero, para recluirse en un espacio más selecto de la intelectualidad, que habría podido promoverlo a primeros planos. 

“Escogió el día a día, el escribir de todo un poco, la respuesta a los apremios de un país en conflicto, que no deben esperar la gratitud de la posteridad. Como buen periodista, mandó la posteridad a pasear. Finalmente, el tiempo hizo su obra, pero llegó tarde: ya Benítez era un hombre cumplido.”

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

FICHA TÉCNICA:
 
Objetivo central: Dar una visión integral acerca de la vida y obra del periodista José Antonio Benítez Cabrera.

Objetivos colaterales: Abordar su estancia en Estados Unidos. Conocer los aportes de sus trabajos periodísticos. Indagar sobre su labor como profesor. Destacar la opinión de quienes lo conocieron.
 
Tipo de entrevista:

Por los participantes: Colectiva
Por su forma: Mixta
Por su contenido: De personalidad a partir de opiniones
Por el canal que se obtuvo: Directo y Documental

Tipo de título: De alusión al entrevistado y el tema
Tipo de entrada: Anecdótica
Tipo de cuerpo: Mixto
Preguntas Declaradas: 1- directa, 2- abierta
Tipo de conclusión: De opinión del entrevistado

Fuentes consultadas:

Documentales:

José Antonio Benítez Cabrera. En: http://www.quienesquien.cip.cu Consultado:     25/11/2008. 
Benítez,  José Antonio: Martí y Estados Unidos. Editora Política. La Habana, Cuba. 1983
-------------.Técnica Periodística. Editado por la UPEC. La Habana. Cuba. 1971
-------------. La Noticia Integral. Editorial Pablo de la Torriente. La Habana, Cuba. 1989

Directas:

Ernesto Vera (Presidente de la UPEC 1966-1986)
Juan Marrero (Vicepresidente de la UPEC)
Julio García Luis (Decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana)
Miriam Rodríguez Betancourt (Profesora Titular de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana)
Víctor Joaquín Ortega (Jefe de Información del periódico Tribuna de La Habana.)

UN CAFÉ CON ANTONIO MOLTÓ

UN CAFÉ CON ANTONIO MOLTÓ

Hombre que cumple con el legado martiano de buscar con la palabra, no aprobación bondadosa ni ira insultante, sino examen, consejo, es el Director del Instituto Internacional de Periodismo José Martí.

LINET PERERA NEGRIN,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Una taza de café acompaña la conversación. A simple vista podríamos suponer que Antonio Moltó Martorell es una persona común. Sin embargo, descubro al hombre flexible, de gran capacidad, con oído presto a escuchar y, sobre todo, con una inmensa fábrica donde forja esperanzas: el corazón.

Tiene un talento especial: la palabra. Ha dedicado 41 años de su vida a crear un periodismo crítico, responsable de detectar problemas y de abordar la realidad, para defender lo que la Revolución ha hecho en Cuba.   

Un espacio pequeño, convertido en oficina, lleno de innumerables tesoros y recuerdos acumulados en el devenir del tiempo, es el lugar donde nos acercamos al oficio del Periodismo.
 
-Un santiaguero que añoraba descubrir los misterios del cielo, piloteando aviones. ¿Por qué renunció a ese sueño para convertirse en periodista?

Mira, en realidad nunca me propuse ser periodista. Vino como llegan algunas cosas en la vida, de imprevisto. Yo había sido seleccionado para cumplir una nueva tarea de la Revolución, prepararme para piloto. A punto de partir, recibí una noticia sobrecogedora: mi padre había muerto, eso cambió completamente el camino escogido, abandoné la aviación.   

Quien me acercó al periodismo fueron los Comités de Defensa de la Revolución, desde su dirección empecé a comunicarme con las masas, esa etapa la recuerdo como una increíble escuela para comprender el alcance de la palabra.

-Como periodista y constructor de la realidad, ¿dónde fueron sus inicios?

Mis primeros pasos fueron en las emisoras CMCK y Radio Revolución, en Ciudad de la Habana. En esa etapa creé un grupo de corresponsales y un noticiero móvil, íbamos por todos los pueblos captando y transmitiendo las noticias más importantes. Siempre el trabajo en la radio debe tener cierto espíritu de renovación, si no pecaremos de aburridos. En relación con esto tengo un principio: diversificar estilos para no perder interés.

-En Radio Rebelde dirigió Haciendo Radio y actualmente tiene un programa de opinión.  ¿Por qué Hablando Claro?

Mientras trabajaba en el semanario Tribuna de La Habana, la radio captó mi atención nuevamente, entonces es cuando nació, hace ya 14 años, este espacio, cuyo nombre muestra claramente su objetivo: decir lo justo sin regaños. El pueblo puede expresar sus problemas, reconocer errores tanto propios como los que no le pertenecen y tiene confianza en la utilidad del programa, que busca soluciones, aunque de manera indirecta.

-¿Qué hace diferente a la prensa radial?

Para mí el encanto de la radio está en la inmediatez y en la incorporación de elementos de novedad.

-Su permanente labor en la radio y su entusiasmo por este medio, ¿indica alguna preferencia?

No, todos para mí son iguales, cada uno tiene características propias, cuyas posibilidades se comprueban cuando se hace buen periodismo.

-¿Cómo asume, desde su posición de Vicepresidente de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), la representación de los profesionales de la prensa?

Es el más grande compromiso, dedico mucho tiempo a servirles, aunque no siempre con un discurso complaciente, aporto mi experiencia de trabajo, trato de descubrir las causas de nuestros fenómenos y estimulo los espacios de superación. Promuevo un periodismo “incómodo”, de ese que molesta a la burocracia, los encoleriza, sin confundir, como diría Alfredo Guevara, burocracia con los funcionarios que son funcionales.
 
-¿Cómo define usted a la UPEC?

Es una organización de periodistas revolucionarios, solo comprometidos con la verdad y con el pueblo del que forman parte. Tiene entre sus objetivos generales y obligaciones defender a sus afiliados en el ejercicio legal y ético de la profesión, así como el acceso a las fuentes de información.

Nosotros sabemos qué lugar nos corresponde en la Revolución donde, aparte del apoyo político del Estado y del Partido, hace falta virtudes humanas como el valor, la honradez y la decencia, y capacidades profesionales para defender la verdad.    

La creación es un reto esencial para los que trabajan en el Periodismo. La Unión de Periodistas de Cuba  es una organización noble y útil, edificante y hermosa que se ha constituido para dar el apoyo necesario a los periodistas. Cuando puedo ayudar a mis compañeros siento que he cumplido con mi deber como miembro del Comité Nacional  y Vicepresidente  de esta.

-¿Cuál es su apreciación de la prensa cubana en el contexto mundial?
 
Tiene las particularidades de un país distinto, el único bloqueado por el imperio durante décadas y que apuesta todo en defensa de su soberanía, soportando las penurias más grandes. Esto condiciona un periodismo diferente, en el cual ocurren cosas buenas y otras no tanto. Lo bueno: nosotros decidimos lo que publicamos; y lo muy malo: el síndrome de plaza sitiada que a veces hace se fragmenten o dañen determinados procesos de comunicación por el control demasiado riguroso.

La prensa en Cuba es propiedad social, su política informativa y contenido se rige por esta característica y principios vinculados con la formación y el entretenimiento.

-¿Considera completa su obra en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí?

Quiero despedirme con el regocijo de hacer algo digno en el lugar donde consagro actualmente mi esfuerzo. El Instituto absorbe todo mi tiempo, disímiles son las cuestiones que a diario debo atender, muchas de índole administrativo, que me distraen de mi objetivo principal, a pesar de estar alerta. Desde aquí espero lograr muchas cosas buenas, pero no podría hacerlo sin ayuda. El periodista debe apreciar el valor del trabajo en colectivo, nosotros no trabajamos solos.

-¿Qué son para usted las escuelas de Periodismo y sus estudiantes?

Nuestros estudiantes para mí son sagrados. Dotarlos del caudal de conocimientos y experiencias acumuladas por lo mejor de nuestra profesión y de habilidades y medios técnicos para enfrentar el periodismo del siglo XXI es imprescindible. Todo lo que pueda hacer por ellos es como si lo hiciera por un hijo. Fundar las escuelas en Santiago de Cuba, Holguín y Las Villas significó una batalla ganada para los jóvenes, ellas son el instrumento perfecto para alcanzar una formación académica adecuada.

En la actualidad, el objetivo es ampliar las matrículas, obtener la literatura necesaria y el sueño de un laboratorio para prácticas radiales y televisivas.

-El Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de toda la vida es otorgado anualmente a un profesional de reconocido prestigio, usted lo recibió en el 2008. ¿Cómo lo valora?

Honor altísimo que me compromete con el futuro. Sin embargo, creo que muchos compañeros debieron recibirlo antes que yo.

-Además de este premio, máximo reconocimiento a su quehacer periodístico, ¿qué otros ha recibido?

El Juan Gualberto Gómez (2001), que distingue el trabajo excepcional de un año en la prensa escrita, radial y televisiva, y el de Periodismo Económico (2002) por una serie de artículos acerca de desviaciones de carácter económico que se veían venir. Todo momento donde se premie el trabajo se convierte en un instante maravilloso.

-Del futuro y el periodismo cubano…

Nuestros ciudadanos tienen alto nivel de instrucción y reciben la influencia y el impacto de una apreciable cantidad de medios de comunicación; algunos, incluso, orientados a dañar el proceso revolucionario, y otros con contenidos que difieren de nuestras prioridades sociales, culturales y éticas. Es creciente el número de personas que acceden a productos comunicativos colocados en el ciberespacio con  diversidad de opciones, que provienen de todo tipo de tendencias, algunos de gran utilidad y otros distantes de la realidad en Cuba.

Las nuevas tecnologías reclamarán de nosotros mejoras en cuanto al desarrollo del mensaje. Para mí, la prensa cubana estará  obligada a un crecimiento en profundidad y en extensión, porque se vislumbran avances en los nuevos medios de comunicación, de máxima utilidad para su público. Esto exigirá una mejor preparación de los profesionales en formación, asunto donde se pondrá todo interés.

-Moltó, en el plano personal, ¿qué noticias le han causado mayor impacto?

Sin dudas, las condiciones de la muerte del Che fue uno de los acontecimientos más dolorosos e impactantes, tanto para mí como para todos los revolucionarios. El fracaso de la Zafra de los Diez Millones, porque tuve una gran confianza en ese plan y falló a pesar del esfuerzo y sacrificio del  pueblo. En el plano de la reflexión, el discurso de Fidel Castro en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, evento de magnitud trascendental, donde con sus expresiones nos aclaró  por qué “somos nosotros los que podemos destruir la Revolución”.

 -Si le pidiera una palabra para definir al periodismo, ¿cuál utilizaría?

Mi misión. Vale la pena entregarle todo lo que uno posee, si se asume el periodismo desde la sinceridad, el deber, el compromiso, la honestidad y la capacidad para recomponerse, porque a veces la vida nos pone trances y debemos imponernos, sin dejar atrás estos valores. No considero el periodismo sin el permanente diálogo, es la relación natural, no fingida, entre los seres humanos, hasta llegar a amarse.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

FICHA TÉCNICA:

Objetivo Central: Valorar la obra periodista de Antonio Moltó Martorell, director del Instituto Internacional de Periodismo José Martí y Premio Nacional de Periodismo 2008.

Objetivo Colateral: Buscar sus opiniones acerca del periodismo cubano. Valorar su trabajo periodístico.

Tipo de entrevista:

Por los participantes: Individual
Por su forma: Clásica de preguntas y respuestas
Por su contenido: Personalidad
Por el canal que se obtuvo: Directa

Tipo de título: Llamativo
Tipo de entrada: De Presentación
Tipo de cuerpo: Clásico de preguntas y respuestas
Tipo de conclusión: de opinión del entrevistado.

Preguntas Declaradas: 1-Abierta, 2-Directa, 3-Directa, 4-Directa, 5-Abierta, 6-Directa, 7-Abierta, 8-Abierta, 9-Abierta, 10-Abierta, 11-Abierta.

Fuentes consultadas:

No documentales: entrevista a Antonio Moltó

Documentales: http//:quien es quien en la prensa cubana 

“EL HOMBRE NUEVO NO SE DA SILVESTRE”

“EL HOMBRE NUEVO NO SE DA SILVESTRE”

Rolando Pérez Betancourt, uno de los cronistas de cine de más larga trayectoria en nuestro país, se declara fiel y eterno inconforme.

LIDIA HERNÁNDEZ TAPIA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Al periodismo llegó por el camino de la imprenta y es hoy uno de los cronistas de cine de más larga trayectoria en nuestro país. En el 2008 recibió el Premio Nacional de Periodismo José Martí. Detrás de los laureles y los premios, se muestra un hombre elocuente y sensible, incluso misterioso, de una prosa culta, pero no molesta, que encuentra en la crítica un rol creativo; no la disfruta, pero la ve necesaria: es el periodista cubano que se declara un fiel y eterno inconforme.

Su premisa en 45 años de labor ha sido: “Nadie, fuera del periódico, me revisa lo que escribo y nadie, incluso dentro del periódico, me puede ordenar escribir algo acerca de un filme con el que no esté de acuerdo”. 

Rolando Pérez Betancourt, el muchacho religioso, el reportero submarino compañero del legendario fotógrafo Alberto Korda, el temprano exponente cubano del Nuevo periodismo o Periodismo literario, el testigo privilegiado del éxodo del Mariel,  el romántico de la máquina de escribir resignado a las imposiciones de las tecnologías, el conductor que cada viernes abre “la séptima puerta” para hablar de lo humano y de lo divino, está ahora delante de mí…

-Se le conoce como una persona que expresa lo que piensa y defiende su criterio, aunque éste no concuerde con el de los demás. ¿Ello le ha ocasionado conflictos en su profesión?

Muchos, y aunque no me considero un tipo problemático, me encanta  no coincidir con los demás. Sería muy aburrido si todos pensáramos igual. A mí me gusta trabajar en un estado de conciliación en todos los aspectos de mi vida, pero a veces  te encuentras tanta falta de sentido común, una cosa tan simple como esa, y chocas necesariamente.

-¿Defiende usted la teoría de que sólo es periodismo aquello que molesta?

No. Esa es una vieja tesis del escritor peruano Mario Vargas Llosa. Según él, tanto en el periodismo como en la literatura, quien escribe debe ser como un aura tiñosa, que levanta el vuelo y sólo se alimenta de carroña. Sí lo veo más efectivo, porque siempre hay contradicciones. Ese es uno de los problemas de nosotros: hablamos de crear un hombre nuevo y después sales a la calle y te das cuenta de la doble moral, de las dos caras… El hombre nuevo no se da silvestre. Además, cuando tú no haces el periodismo como quieres, creas una autocensura y eso es fatal.

-En un momento de su vida prefirió hacer reportajes submarinos  en lugar de  dedicarse  al mundo terrenal,  ¿por qué?

Ah… ¿tú has buceado alguna vez? Te lo recomiendo. Cuando descubres las maravillas del fondo del mar… es tremendo. Yo estuve buceando con Korda, el fotógrafo, gran amigo mío, aportó mucho a mi vida, no solamente en el aspecto profesional. Nosotros nos enrolamos más de dos años buscando tesoros en las costas de Cuba, viviendo como Robinson Crusoe. Para mí fue fascinante, hasta el punto de  pensar estudiar Biología marina.

-Desde niño siente pasión por el cine, incluso se disfrazaba para poder ver las películas prohibidas para su edad. Una vez en el periodismo, ¿qué lo conduce a la crítica cinematográfica?

Cuando  descubrí que en el periodismo nacional no podía hacer todas las cosas como hubiese querido, en el aspecto crítico, me decidí por un viejo sueño: la crítica cinematográfica. Escribo también sobre otros temas, pero lo que yo quiera. Ese periodismo triunfalista, que siempre aplaude, por nada en la vida sería capaz de volverlo a hacer.

En el último congreso de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba publiqué un documento, como una especie de testamento, Fieles y eternos inconformes. Soy fiel a la Revolución,  pero a la vez soy un eterno inconforme: no estoy conforme con el periodismo que se hace en Cuba.

-¿Cómo dibujaría  al periodista cubano perfecto?

Alguien que nunca esté de acuerdo con lo que pensó el día anterior y  trate de encontrar lo mejor a partir de ese continuo cuestionarse, sobre todo, con capacidad de riesgo. Debe poseer una buena preparación, saber el terreno donde pisa, para no convertirse en el clásico elefante dentro de  la cristalería.

-¿Cuál es el filme cubano que más ha disfrutado criticar? ¿Le parece ahora más fácil o asequible hacer una crítica al cine cubano revolucionario?

No, yo no disfruto criticar, a mí me molesta. Ojalá todas las películas cubanas fueran un Ciudadano Kane o un Memorias del subdesarrollo. Un cineasta cubano pasa mucho trabajo: el dinero, los actores… Después llega un crítico y en media hora se la destroza. Es doloroso. Te lo digo porque soy un creador también. Fernando Pérez es mi gran amigo; vi Suite Habana varias veces  y lloré como un bobo, pero La vida es silbar  no me gustó y se lo dije. Me parece que su carga de simbología y metáforas no cuaja ni al paso del tiempo.

Ahora cualquiera hace una crítica; en otra época, no. A mí me rompieron un cristal del carro por una. El Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos,  no te pone las trabas de antes. Yo estuve un tiempo desvinculado por eso. Cuando volví, puse las reglas del juego: escribía lo que quería y nadie me lo arreglaba. Desde entonces han pasado 20 años y si un día no es así, no lo hago más.

-En opinión de muchos, si el artista no existiera, el crítico se moriría de hambre… ¿Por qué critica cine y no lo hace?

Nunca me ha interesado realmente. Me di cuenta de que en Cuba era un trabajo muy colectivo y eso no me gusta. También por ciertas discrepancias con la dirección del cine, de tratar de imponerte las cosas. Siempre ha habido el concepto del crítico como especie de parásito. Yo lo considero  un creador. Woody Allen (el escritor, actor y director de cine estadounidense), existe, sobre todo en Europa, gracias a los críticos. Grandes directores han dicho no leer crítica y, al morirse, se revisan sus papeles y vemos las colecciones.

Con los años la crítica se prostituye cada vez más. A veces muy bien hechas, pero detrás hay tendencias. Por ejemplo, montan a alguien en un avión, está tres días en un hotel cinco estrellas, tiene la posibilidad de entrevistar a Brad Pitt y a Julia Roberts; cuando vuelve, ¿qué crees que va a escribir?

En un programa de televisión no puedo hacer la crítica que quisiera, no estoy loco para hacerla. La televisión como medio nunca me ha gustado. Allí se trata de popularizar un gusto, de decir algunas cosas, pero debes “llegar” al lechero, al chofer, al universitario, a todo el mundo. Con el periodismo pasa igual.

-¿Qué cree del conductor de un programa de cine que cuenta la película?

Ah, no, eso es terrible. Quizás yo lo haga una u otra vez, el reto está en disfrazarlo. Si  lo cuentas todo, te odian.

-En los años setenta se ve envuelto en una polémica profesional: lo citaban como exponente del llamado Nuevo periodismo, atribuido en exclusivo a los norteamericanos y en especial a Tom Wolfe. ¿Cómo define su estilo?

La tendencia de ligar ficción y realidad, dentro de lo verosímil, existe. Yo hice una sección en Granma, Sucedió hace veinte años, después se hizo el libro, donde reconstruí día a día el año 1956, a base de imaginación. Estaba haciendo Nuevo periodismo, pero sin darme cuenta. Fue el trabajo más bárbaro de mi vida. Me enseñó la disciplina, y que si todos los días escribes una cuartilla, al año tienes 365.

-Hábleme acerca de las experiencias a las que se refiere en La última mascarada de la cumbancha, su más reciente novela publicada. ¿Tiene algún proyecto después de ella?

Ese libro se agotó aquí muy rápido y no se ha vuelto a editar. Te cuento: en 1980 me iba a infiltrar en la Embajada de Perú como periodista, pero se descubrió que dos antiguos amigos míos, quienes me conocían perfectamente, formaban parte del grupo dirigente; no obstante, estuve todo el tiempo rondando la cerca, recibí los primeros barcos en el Mariel, en fin...

Dejé pasar diez años y en 1990 me senté a escribir La última mascarada de la cumbancha. Después de eso, tengo una novela terminada, caliente también. Es sobre religión. Yo fui un muchacho muy religioso. Tuve lo que se cree vocación, pensar que estás iluminado…Estuve en un Seminario haciendo una prueba vocacional, después llegó la Revolución y el país se transformó. Viví intensamente esos primeros años, cuando la Iglesia estuvo en su contra. Todo ese mundo trato de reflejarlo en la nueva novela.

-Después de 45 años de labor, recibe el Premio Nacional de Periodismo José Martí, ¿siente que ha cambiado algo dentro de aquel muchachito que escribió por primera vez un artículo periodístico?

Yo tengo un gran problema: me siento un muchachito todavía; me parece que me quedan cien años por vivir. Tengo la misma inquietud de cuando era un niño.

-¿Algún consejo a los estudiantes?

No dejar de estudiar nunca. A veces sufro porque no tengo el tiempo necesario para seguir estudiando. Por ejemplo, yo negué la computación, era un romántico de la máquina de escribir; pero hay que estar abierto a todo lo nuevo. Les aconsejo ver muchas películas y leer. No convertirse en un Abelardito, porque hay que vivir.

-Si pudiera vivir  un día dentro de una película, ¿cuál escogería? Si pudiera invitar a la vida real a un personaje, ¿a quién traería y qué haría con él?

La versión original de El último tango en París. La vi en  1973, allá mismo. Estaba prohibida en Italia, a Bertolucci, su director, lo habían excomulgado; en España estaba Franco en el poder y no se podía ver… Me impresionó mucho. Le revela tantas cosas a un hombre que se hace adulto… “Una novela son sus personajes”, decía el escritor argentino Jorge Luis Borges; un filme es igual. Traería a la actriz francesa Brigitte Bardot con 25 años, para hablar nada más… En los años cincuenta los adolescentes estábamos locos por ella. Era muy sensual.

-¿Quisiera decirme la pregunta que nunca le han hecho y le gustaría contestar?

Te iba a decir “los años que tengo”, pero supongo los sepas. Algunas preguntas nunca me las han hecho, mas cada ser humano debe tener su complejidad y te doy un consejo: guarda siempre un poco de misterio. Goethe decía: “qué aburrida es, lo dice todo”.

-¿Cuál considera el papel de los medios de comunicación hoy en Cuba?

Un papel que juegan a medias. La responsabilidad de los periodistas, y no solamente de ellos,  es  acabar de abrir las puertas, sin necesidad de que el periodista siempre tenga la visión certera. El periodismo es parte de riesgo. Su misión no es solamente repetir lo dicho por los políticos, sino también “darles luces”. Es un proceso complicado, pero debemos ir hacia él.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

Ficha técnica:

Objetivo central: Conocer sobre la vida y obra de Rolando Pérez Betancourt, Premio Nacional de Periodismo 2008.

Objetivos colaterales: Conocer sus opiniones y/o valoraciones sobre el periodismo de hoy en Cuba, y cuestiones de actualidad relacionadas con los medios de comunicación.

Tipo de entrevista:

Por los participantes: Individual
Por su forma: clásica (de preguntas y respuestas)
Por su contenido: de personalidad o biográfica
Por el canal por el que se obtuvo: vía directa

Tipo de título: de cita textual
Tipo de entrada: de retarto
Tipo de cuerpo: de preguntas y respuestas
Tipo de preguntas: 1-directa. 2-abierta. 3-directa. 4-abierta. 5-abierta. 6-polémica. 7-agresiva. 8-directa. 9-abierta. 10-directa. 11-abierta. 12-directa. 13-abierta. 14-abierta. 15-directa.
Tipo de conclusión: de opinión del entrevistado.

EL PERIODISTA MÁS LONGEVO DE CUBA

EL PERIODISTA MÁS LONGEVO DE CUBA

“Si volviera a nacer sería igual, la radio es la pasión de mi vida”, afirma Manolo García desde su medio siglo en el dial matancero.

ARIADNA ANDREA PÉREZ VALDÉS,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

En el interior de la amplia sala y sin más preámbulo que el de los saludos, dice como una ráfaga: “¿Cuál es la primera pregunta?”. Habla seguro y calmado, como si ningún detalle del mundo pudiera escapársele. En ocasiones, rebusca en el baúl de la memoria hechos o personas medio olvidadas por sus 89 años.

Manuel de Jesús García García, el Decano de los periodistas matanceros, dedicó setenta años de su fructífera vida al medio que más amó: la radio. Todavía se escuchan materiales con su voz en la emisora Radio 26 donde trabajó hasta su jubilación en el 2007.

Después del triunfo revolucionario ocupó el cargo de Director del Consejo Provincial de Cultura en Matanzas y fue fundador de la Unión de Periodistas de Cuba.

-Radio Rialto marcó su debut como locutor. ¿Qué le aportó como periodista?

Comencé en la radio como locutor de  la emisora Radio Rialto en 1937 y desde entonces me vinculé a la redacción del noticiero La Palabra. En 1942 obtuve el título de periodista en la Escuela Profesional de Periodismo Manuel Márquez Sterling, de La Habana.

La radio en esos años era un proyecto y los que íbamos a él éramos como mariposas a la luz, no sabíamos qué era, pero sí que sería importante. Este medio tiene un gran poder de penetración y más públicos que otros. Uno siente la noticia como si estuviera viviéndola. Es maravilloso apreciar que la gente en la calle te ha escuchado.

¡Con la radio no se podía ni tener novia! Recuerdo que con mi primer cobro adquirí un traje gris, una corbata, una lata de leche condensada y un pomo de mermelada. ¡Esa fue mi primera compra independiente!

Los salarios eran muy bajos, por eso pedí un puesto en la Fábrica de Jarcia (de sogas y cordeles). Allí estuve algunos años en la oficina del intendente como auxiliar, participando como dirigente sindical en todos los movimientos huelguísticos ocurridos en ese centro, sin dejar de trabajar en la radio. Ese era mi sustento de vida, hasta que decidí dedicarme por completo al periodismo, pues ya se consideraba una profesión y tenía un salario estipulado por la ley. Aunque en esa época tenía un uso utilitario, porque manifestar ideas progresistas era un pecado.

Parece petulante decirlo, pero fui el único que combatió a Batista. Mantuve un programa de crítica llamado Radio Suplemento, suspendido temporalmente cuando el entierro de René Fraga Moreno, un maestro asesinado por un esbirro. Sabía que el pueblo me respaldaba. Esa era mi defensa. Si volviera a nacer sería igual, la radio es la pasión de mi vida.

-¿En qué consistió su labor en los periódicos El Imparcial y Adelante, que es el actual Girón?

En 1954 me cedieron una columna en el periódico El Imparcial y podía escribir sobre lo que quería, pero el redactor me quitaba las noticias poco convenientes, por eso me fui de allí y comencé en el Adelante. Al principio me dejaron libremente, tenían ciertas concesiones conmigo porque era el locutor de los actos públicos, pero en la segunda semana empezaron a eliminarme noticias, hasta que sólo apareció mi nombre; el director, Antonio Pimentel, me pidió que aflojara la crítica contra Batista y no lo hice. El periodismo no existía, era mentira, el dueño del periódico mandaba. Era un periodismo “rastacuero”.

-¿Qué actividades realizó a favor del Movimiento 26 de Julio?

Me sumé entre los primeros, fui el único periodista matancero que tenía el Movimiento y trabajé con Armando González, el coordinador provincial. Cuando me separaron del periódico Adelante y de la fábrica  Jarcia por mis actividades revolucionarias, partí hacia Costa Rica.

Allí trabajé en Radio Monumental y hacía cosas no oficiales para el periódico costarricense La República, dirigido por Carlos Andrés Pérez, amigo aparente de la Revolución Cubana.  Después trabajé en XEW, de Ciudad México, poco tiempo, porque al Movimiento 26 de Julio le convino que fuera a Monterrey con el objetivo de conseguir un mayor apoyo en esa ciudad, recaudando fondos para comprar armamento y enviarlo a la Sierra Maestra. .

En este país  hice, en compañía de Osmany Cienfuegos, el boletín del 26 de Julio donde apareció el primer reportaje escrito sobre la odisea del yate Granma, con las fotografías de los que participaron en esa epopeya. Además, durante mi exilio colaboré en las revistas Humanismo de los intelectuales venezolanos y en Repertorio Americano, del profesor Joaquín García.

Lo que más me impactó durante mi exilio fue el interés con que América Latina seguía los problemas cubanos, no sólo en aquel momento, sino  también después del triunfo revolucionario. Nuestro país es una guía para los revolucionarios del continente.

-¿Cómo surgió la emisora Radio 26?

Radio 26 nació como consecuencia de una polémica -que se hizo todo lo posible para que no trascendiera- entre el Partido Socialista Popular y el Movimiento 26 de Julio. Ambos querían controlar la propaganda revolucionaria, comprando la emisora Radio Tiempo. Esto ocasionó una pugna interna levemente expresada entre las dos organizaciones. El dueño de la emisora estaba comprometido conmigo porque trabajé muchos años para él, incluso gratis, y cuando tuvo que decidir a quién dársela lo hizo a favor del M-26-7.

-Usted fue uno de los primeros corresponsales en llegar a Playa Girón cuando el ataque mercenario. ¿De qué medios se valió para enviar las noticias a tiempo?

En Matanzas era el Jefe de Corresponsalía de los periódicos Revolución y Granma y fui enviado a la Ciénaga de Zapata con el camarógrafo Guillermo Miró, porque nos avisaron de una invasión mercenaria. Enviábamos las informaciones por vía telefónica a Radio 26 y de ahí la difundían para el resto del país.

Al frente del territorio de  Jagüey Grande estaba el Gallego Fernández y le preguntamos: ¿Hasta dónde podemos llegar? A lo que él nos contestó: ¡Hasta donde les alcance el valor! Nos mantuvimos en Girón todo el tiempo que duró la invasión. Actualmente, cada vez que coincidimos en algún lugar recordamos la anécdota.

Fuimos los primeros en llegar a Playa Girón, fue una bella experiencia. Había que ver la cantidad de hombres presentándose para marchar al interior de la Ciénaga y combatir de tal manera que no llegó a 72 horas el ataque mercenario. Nosotros teníamos dos revólveres, pero no fue necesario usar las armas, aunque estábamos dispuestos, siempre nos mantuvimos avanzando junto a los batallones.

En esa ocasión pude constatar que el pueblo era mayoritariamente revolucionario. Se demostró su disposición de hacer lo que fuera necesario. Las cosas tienen que llegarle como una espuela al espíritu, esa es una característica de los cubanos, que frente a las situaciones difíciles nos levantamos  más airados que nunca.

Algo simpático que nos sucedió en esos duros días de batalla: a raíz de un bombardeo tuvimos que escondernos debajo de una vaca muerta. Lo curioso del hecho es que no lo sabíamos y cuando nos percatamos ya era muy tarde para refugiarnos en otro sitio.

-¿Quiénes han sido sus modelos en el periodismo?

Mis modelos, algunos perdurables y otros que no merecen ser recordados, pero el primero fue Sergio Carbó, director del periódico  Prensa Libre, quien parecía combativo, pero engañó al pueblo. Después no tuve modelo y me plantee mi propio bastión de defensa sumándome a la Revolución desde el golpe batistiano y nunca le he fallado. Aquí estoy hasta que muera.

-El Premio Nacional de Periodismo José Martí es el principal reconocimiento que se entrega a los profesionales de la palabra. ¿Qué sintió Manolo al recibirlo?

La entrega del Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de toda la vida fue uno de los momentos más emocionante que he tenido. Nunca me niego a cumplir una tarea. He trabajado mucho, dediqué 70 años de vida a la radio, era el primero en llegar a la emisora y el último en irme. Si volviera a nacer sería de nuevo periodista. Yo amo mi profesión.

-¿Está Manolo satisfecho con su trabajo?

Bueno, en realidad no hice tanto, las posibilidades de un periodista en provincia no son muchas, la parte que me correspondía la desempeñé con mucho sacrificio. Considero que mi trabajo no fue sobresaliente, pues en él no recibí ninguna lastimadura, o no le importé a los enemigos o no realicé nada que mereciera la vida. Aunque de algún modo fui reconocido por  mi desempeño como  director de Cultura en Matanzas y los asesoramientos en las corresponsalías  de  los periódicos Granma y Revolución.

-¿Cuál es su mayor sueño?

Constatar la derrota del imperialismo yanqui, a mi edad eso será imposible, si tuviera 80 años quizás lo viera. También albergaba la esperanza de morir trabajando en la radio, pero ya me jubilé, y sigo en Cuba. Digo esto porque al principio era un periodista de procedencia pequeño burguesa  y pensaban que me iría a otro país, pero muchos de los que lo hicieron ya están en otras regiones del mundo. Yo me quedaré aquí siempre. Esta Revolución es bella y tiene líderes notables, incluso los nuevos. Debemos cuidarla con inteligencia y valor.

-Su esposa Mirta dijo en una ocasión que usted era como el río San Juan que atraviesa a la ciudad de Matanzas y ya no hay quien lo desvíe. ¿Qué opina?

Soy matancero, matancero inquebrantable. Antes era un poco regionalista porque ponía mi provincia por encima del país, pero ahora soy primero cubano y como tal, matancero de los buenos que ama esta ciudad.

La última vez que salí de esta Isla fui a México. Allí la gente me hablaba con admiración de ella. No comprendían cómo era posible que un país tan pequeño se pudiera enfrentar con tanta hidalguía a los Estados Unidos. Me enorgullecía escuchar a los extranjeros referirse a Cuba como una potencia, así que me siento honrado de ser cubano, de vivir aquí, de trabajar aquí y de morirme aquí.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

FICHA TÉCNICA:

Objetivo central: Profundizar sobre la vida y obra de Manolo García, Premio Nacional de Periodismo José Martí.

Objetivos colaterales: Dar a conocer la trayectoria de Manolo García en la radio matancera. Reasaltar su papel en la cobertura periodística de la invasión mercenaria por Playa Girón. Mostrar sus cualidades como trabajador. Develar la labor desarrollada para el Movimiento 26 de julio.

Tipo de entrevista:

Por los participantes: Individual.
Por su forma: Clásica.
Por su contenido. De personalidad.
Por el canal que se obtuvo. Encuentro directo.

Tipo de título: De referencia al tema o al entrevistado.
Tipo de entrada: Directa o de presentación.
Tipo de cuerpo: Preguntas y respuestas.
Tipos de preguntas: 1) Información, abierta directa. 2) Información, abierta directa. 3) Información, abierta directa. 4) Información, abierta directa. 5) Información, abierta directa. 6) Análisis. 7) Análisis. 8) Análisis. 9) Análisis. 10) Análisis.
Tipo de conclusión: De opinión o comentario del entrevistado.

Fuentes consultadas:

Bibliografía brindada por Manolo García. (Bibliográfica)
Artículo: ”Como un río de agua mansa”, del periodista Ventura de Jesús (documental)