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Isla al Sur

Premios Nacionales de Periodismo

SER PERIODISTA NACE DEL ALMA

SER PERIODISTA NACE DEL ALMA

MANUEL ALEJANDRO HERNÁNDEZ BARRIOS,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

“El periodista ha de saber,
desde la nube hasta el microbio”.
José Martí

Son los periodistas los que con entrega total a la profesión y una amplia responsabilidad expresan a través de su pluma la noticia, participan como reporteros de guerra o hacen la crítica mediante un comentario, pero no todos logran obtener el Premio Nacional José Martí (1999), aunque su labor periodística sea meritoria y tengan elevado prestigio.

Orlando Contreras Castro, excelente comunicador, se enorgullece de haberlo merecido en 1999. También, ostenta la Distinción Félix Elmuza y fue invitado de honor al Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), en 2008.

En su casa, rodeado de libros, revistas, la prensa en general, me recibe con familiaridad e intuyo una conversación amena con este chileno que nació el 25 de enero de 1937 y llegó a Cuba en 1959. Por demás, se graduó de la carrera de Letras de la Universidad de La Habana.

-Desde muy joven ejerció el Periodismo.

¿Cómo se inició en los medios?

Tenía unos 14 años cuando comencé, fue en Chile, mi país natal. Las radioemisoras no eran muy buenas, pero uno se pagaba el espacio y le permitían realizar un programita. Duró poco, la economía no daba para mucho, entonces decidí marcharme, fui a Perú. Viajé en un barco italiano llamado Antoniotto zo di mare. Con 16 ó 17 años, por casualidad y por percibir cómo introducirme en los espacios comunicativos, me hice periodista.

-¿Cómo lo logró?

Llevaba un estilo de vida bohemio y trabajaba en una librería, eso me permitió el vínculo con mucha gente, conversaba con uruguayos, argentinos, peruanos, disfrutaba mucho hablar con las personas; ganaba en experiencia y conocía mejor la vida, lo sentía una necesidad.

Un amigo periodista me dijo que la gaceta La Tribuna se volvería a editar. Él ofrecía sus servicios a un diario de la Alianza Popular Revolucionaria Americana.

La Tribuna tuvo durante un tiempo un arraigo popular bastante grande y a mi amigo le reofrecieron ser jefe de la página hípica, sección dedicada a todo lo relacionado con caballos, y me dice: “Tú eres un muchacho inteligente, necesitas dinero, podrías perfectamente trabajar conmigo”. Decidido, acepté la propuesta.

-¿Cuál fue su labor periodística en la redacción? 

Al inicio sentía temor. Cuando llegué me hicieron una entrevista, preguntaron si conocía a alguien vinculado con los medios informativos. Dije sí rápidamente. En ese momento recordé a Solano, excelente reportero, muy escuchado por aquel tiempo en Chile, pero en realidad, no había cruzado ni una palabra con él. Me preguntaron dónde se encontraba, respondí que debía estar en Chile, lo suponía porque conocía de su labor por allá.

Me comentaron que estaba allí en ese momento y me invitaron a saludarlo. Tembloroso llegué hasta él, y le dije: -“¡Señor Solano, qué bueno verlo nuevamente!”, y le di un fuerte abrazo. Inmediatamente, me respondió: “Fíjate huevón que eres patudo”. Sólo yo conocía el significado de ese comentario, él se dio cuenta de mi estratagema para meter fuerza y apoyó mi apretón. Desde ese día se convirtió en mi padrino y una verdadera fuente de enseñanza constante.

Cuando me inicié en el mundo laboral lo hice con una pasión muy grande. Estaba aprendiendo de todo. Un día, el editor de las noticias internacionales faltó y me pusieron a cubrir la sección para comprobar si podía hacerlo. Parecía fácil, leía los titulares y seleccionaba los cables, pero me percaté que no podía jugar con la información, la elección debía ser la correcta. Allí aprendí tipografía y diagramación también.

-¿Qué motivo le hizo venir a Cuba?

Cuando tenía 15 años y estando en Chile, recuerdo que Salvador Allende se presentó por primera vez a la presidencia. A veces, después de clases, me pasaba hasta las tres de la madrugada pegando propagandas a favor de él.

Desde que salí de Chile, e inspirado en mi tío Mario Contreras, neurocirujano de profesión, miembro del Partido Conservador, y torturado con 69 años, aprendí a no ser dogmático ni sectario.

Realicé muchísimas acciones revolucionarias; éstas me fueron motivando hasta decidir incorporarme al Movimiento 26 de julio        (M-26-7). Estando en Perú, específicamente en Lima, me vinculé a este grupo con entrega total. Una vez llegado el glorioso triunfo de la Revolución Cubana, tan esperado por nosotros, los de izquierda, nos mandarpn a buscar en un avión C-46. Así llegué a Cuba.

-¿Comienza a estudiar inmediatamente o a trabajar?

Primero empecé a trabajar en la revista Verde Olivo, en el año 1960, pero rápidamente decidí estudiar una carrera universitaria; dirigía aproximadamente a unos 40 redactores y no tenía ningún título en ese momento.

También pertenecí al equipo del programa televisivo Hoy Mismo y he dado cobertura a importantes acontecimientos fuera de Cuba, incluyendo viajes del Comandante Fidel Castro.

Actualmente laboro en la sección Hablando Claro, del programa Haciendo Radio, emisora Radio Rebelde, dedicándome al comentario. Lo recreo con un lenguaje coloquial y el público lo espera cotidianamente; analizo en ellos los equilibrios dentro de la sociedad.

-¿Por qué escogió graduarse de Filología y no Periodismo,

profesión que ejercía desde su adolescencia?

Es cierto, decidí estudiar Filología en la Facultad de Letras. Existían profesores brillantes, de vasta experiencia, lo que los validaba como auténticos maestros, pero la escuela de Periodismo necesitaba de programas teóricos más sólidos. No existía la actual Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), no es hasta julio de 1963 que surge. El cambio en los medios se avecinaba, un nuevo periodismo nacía y era necesario  adquirir otros conocimientos.

Estaba convencido que debía estudiar Letras. La calidad del claustro, el alto nivel de contenido y el peso teórico de la carrera hicieron posible el desarrollo posterior de  mi profesión como reportero. 

-¿Recuerda a algunos de los profesores

que le impartieron clases?

Por la Universidad de La Habana han pasado varias generaciones de profesores y tuve la suerte de tener algunos como Camila Henríquez Ureña, familia de grandes intelectuales dominicanos, era una mujer excepcional. Julio Cortázar, escritor argentino, nos impartía algunas  conferencias. También impresionaban los temas abordados por la poetisa Mirta Aguirre. 

-¿Considera el periodismo una profesión o un arte?

La combinación de ambas. En esta profesión se debe ser lo más creativo e imaginativo posible, eso forma parte de la maestría con que la pluma corre. Hay viejas técnicas del periodismo que aprendí hace tiempo, por ejemplo, esa cuestión de los yanquis del qué, cuándo, dónde, quién, cómo y por qué, funciona. Hoy existen variedades de estilo.

El corresponsal es un trabajador intelectual, un profesional que requiere de oficio y de preparación constante, aunque a veces se cometen errores. El periodismo es síntesis y presencia.

Napoleón, artífice de la guerra, consideraba la prensa como algo  importante. Dondequiera que llegaba implantaba una publicación. Ese genio militar realizaba periódicos en todas partes; para él, en primer lugar, tenían la misión de informar, por supuesto, desde su punto de vista.

-¿Qué cualidades cree que debe tener un periodista?

Debe ser intrépido, ágil, una persona de reflejos rápidos, con un buen sistema nervioso capaz de permitirle captar la información vertiginosamente y dar seguimiento a la noticia. Debe escribir de una manera amena, no como un ladrillo en la nuca. Aprender a dar matices, no ser plano.

El conocimiento insaciable es otra de sus características para poder discutir y convencer, de manera que su participación como reportero sea responsable y creíble; un detective diario, observar siempre lo que ocurre a su alrededor.

Además, estudiar las biografías de los personajes, saber de historia. La lectura es fundamental, por ejemplo, entre mis escritores preferidos está César Vallejo.

En esta profesión se corren riesgos, pero la clave es no destruirse moralmente. Conocer a la gente, sacarle información, saber recoger lo esencial, tener independencia en los trabajos planeados. No se debe esperar a que le digan ve para allá; hay que adelantarse y decir ya fui, ese un mérito. Es una persona proveedora de información, un cuestionador. Darse a conocer y lograr el respeto de la gente son otras de sus cualidades, los compromisos éticos los maximizan. Nace del alma esta labor, para ella hay que tener madera y espíritu. 

-¿Considera la crítica sana y necesaria?

La crítica, si se hace con responsabilidad, es necesaria. Debemos contribuir con ella a mejorar la sociedad. Un periodismo sin crítica no sirve. Reprochar dificultades no significa que ahora digamos: vamos a acabar con esto o aquello.

La prensa ayuda a la reflexión, orientación y educación de una nación. Uno puede equivocarse en su opinión, a los ángeles y arcángeles que están en el cielo no les ocurre.

-En los últimos años se realiza un

periodismo diferente en Cuba.

¿Cuál es su opinión en relación con ello? 

Es cierto, hemos observado cambios sustanciales en este sentido. El comentarista nacional e internacional ha transformado el estilo a la hora de dar la noticia, el lenguaje utilizado es más abierto y se ha comenzado a profundizar en los temas más interesantes para la población cubana, aunque no todo lo deseado, la gente siempre espera más.

Hoy se ponen en manos de los informadores los recursos  tecnológicos de última generación para no dejar escapar la novedad. En las distintas provincias del país hay déficit de corresponsales, el incremento de ellos ayudará al desarrollo del nuevo periodismo cubano diseñado para llegar a ser local. Creo que la asunción de lo local lo hará más universal.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

Ficha técnica:

Objetivo central: Conocer al Premio Nacional de Periodismo José Martí, Orlando Contreras Castro.
 
Objetivos colaterales: Indagar en su vida profesional, por qué siendo chileno está en Cuba y por qué ejerce el Periodismo.

Tipo de entrevista:

Por sus participantes: Individual
Por su forma: Preguntas y respuestas
Por su contenido: De personalidad
Por el canal en que se obtuvo: Cara a cara

Tipo de título: De Cita textual
Tipo de entrada: Comentada
Tipo de cuerpo: Preguntas y Respuestas
Tipo de preguntas declaradas: 1-informativa, 2-abierta, 3-abierta, 4.-directa, 5-abierta y directa, 6-abierta, 7-abierta, 8-de criterios divididos, 9-de opinión, 10-de opinión, 11-de opinión
Tipo de cierre: De opinión del entrevistado
 
Fuentes consultadas:

Documentales:

Página web oficial de Radio Rebelde
Programa Hablando Claro
Artículos en Internet de Orlando Contreras Castro

 

REVELACIONES DE UN PERIODISTA CLANDESTINO

REVELACIONES DE UN PERIODISTA CLANDESTINO

Conversación con Ernesto Vera Méndez, acreedor del Premio Nacional de Periodismo José Martí, por la obra de toda  la vida.

YARISLEIDYS DOMINGUEZ GONZALEZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Ernesto Vera tuvo total conciencia del proceso revolucionario estudiando en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de La Habana. Fue en los años 1955-1956 cuando varios compañeros decidieron integrarse al Movimiento 26 de Julio (M-26-7), y él estaba entre ellos. Es allí donde se les da la tarea de trabajar en la prensa clandestina revolucionaria en la edición y distribución de los periódicos Aldabonazo,  Revolución y Vanguardia Obrera.

En su hacer en la prensa, después del triunfo de la Revolución fue director de las publicaciones  La Calle y La Tarde. Así comenzó en el oficio quien nunca pensó ser periodista, y con el paso del tiempo la convirtió en su profesión.

Vera acota en su trayectoria la de haber sido fundador y subdirector del diario Granma, Presidente de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) de 1966 a 1986, y vicepresidente de la Organización Internacional de Periodistas (OIP), y es presidente de Honor de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP). En el año 1999 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de toda la vida y en la década del 80 fue galardonado con el Premio Internacional de Periodismo de la OIP

-¿Cuál es el primer trabajo que realizó

en su labor periodística clandestina?

El primer periódico clandestino en el cual trabajé fue Aldabonazo, ese era el órgano del M-26-7. Cuando  desembarcó el yate Granma en 1956 se le llamó Revolución, porque los expedicionarios del Granma, encabezados por Fidel, habían llegado. Solo se le cambió el nombre, este siguió representando la misma organización y trabajando en él las mismas personas.

-Debido a las acciones realizadas en el

periodismo clandestino  fue arrestado

en una ocasión. ¿Cómo sucedió?

Al descubrirse la imprenta en que se publicaba clandestinamente Revolución, me arrestaron de marzo a julio de 1957, en el Vivac. Allí tenían a los pendientes de sanción que pasarían a la cárcel luego de recibir su sentencia. Mi libertad condicional vino al quinto día de estar integrando la primera huelga de hambre en el Castillo del Príncipe. Cuando salí, me incorporé a la lucha revolucionaria en la esfera de la prensa, que era donde me habían asignado.

-Una vez incorporado a la lucha revolucionaria

como periodista,  ¿qué  otras acciones realizó?

Era virtualmente vicedirector del periódico Revolución, trabajando en esa publicación hasta enero 1960, cuando asumo el cargo de director de La Calle, fundado en 1955 por Luis Orlando Rodríguez, quien le brindó sus páginas al compañero Fidel para que escribiera artículos políticos. 

En junio de 1955 la tiranía  lo clausuró mediante  un asalto donde la policía rompió todas las máquinas. Esta publicación se reanudó en julio de 1959 por su  gran importancia histórica  y en 1962 se fusionó  con Prensa Libre y Combate, todos órganos de la Revolución.

De esta fusión  surgió La Tarde, del cual fui también director. Este era el único vespertino y se editó desde 1962 hasta 1965 cuando se fusionó con el semanario Mella y así surgió Juventud Rebelde.

-¿Qué representó para usted trabajar

en la prensa clandestina cubana?

La satisfacción de saber que he estado ayudando al proceso revolucionario cubano. Contribuíamos con el trabajo de la prensa clandestina a la creación y organización del M-26-7, dirigido por Fidel Castro. Aunque no lo sabíamos, hicimos lo que Lenin había querido al fundar Iskra en Rusia para organizar el Partido Bolchevique, y Martí cuando con el periódico Patria, contribuyó de manera destacada en la fundación del Partido Revolucionario Cubano.

-¿Qué figura del periodismo admira y por qué?

Simpatizo mucho con el ejemplo de Mario Kuchilán por la posición que asumió al oponerse a la dictadura desde su columna en Prensa Libre y por  la golpeadura que recibió de la policía de Batista. También admiro a Guido García Inclán, Luis Orlando Rodríguez y Enrique de la Osa, este último por su sección En Cuba, en la revista Bohemia. El principal es Fidel Castro. No solo era un ejemplo de aptitudes políticas, sino también de periodismo investigativo. Ya desde entonces estaba abriendo un nuevo camino en el periodismo, el que exige hoy la Revolución.

-En su quehacer periodístico ha pertenecido

a instituciones nacionales e internacionales

como la UPEC, donde fue presidente, y la

Federación Latinoamericana de

Periodistas (FELAP), como vicepresidente.

¿Cómo fueron  esas etapas de su vida profesional?  

Cuando se fundó  la Unión de Periodistas de Cuba ocupé el cargo de vicepresidente. En el año 1965 asumí la presidencia de la Comisión Organizadora  del  II Congreso de dicha organización celebrado en 1966 donde  fui electo presidente hasta el V congreso en 1986.

También fui vicepresidente de la OIP durante 25 años. Además, desempeñé el cargo de director de la Oficina Regional de esa organización para América Latina con sede en México, por lo que trabajé en ese país más de 10 años.

-¿Qué lo motivó a escribir el libro

Periodismo, lucha ideológica,

junto al periodista Elio Constantin Alfonso?

Lógicamente, conversamos sobre la profesión, sus características y durante mucho tiempo fuimos adquiriendo la conciencia de que nuestras experiencias se complementaban. En mi caso, por el vínculo con la prensa clandestina antes del triunfo de la Revolución, y en  el caso de Elio porque había sido un periodista destacado en los medios cubanos, por lo que él se encargó de la caracterización de los que existían entonces y el libro cierra con todas mis vivencias en la etapa posterior a 1959, especialmente en  la fundación de  la UPEC y la FELAP, donde fui miembro de ambas comisiones organizadoras.

En dicho texto incluyo una serie de crónicas que había escrito, y sintetizo todo  el pensamiento que tuve hasta la fecha y ratifico hoy; lo titulé ¿Qué periodismo queremos? El libro se editó en el año 1986 para los delegados al V Congreso de la UPEC. Todo mi razonamiento se resume en cómo los periodistas cubanos y de otros países latinoamericanos somos capaces de contribuir a la integración, la unidad y la concreción de la patria grande; ideas presentes en mis libros, como es el caso de Periodismo ético y patria grande, escrito en México, mientras estaba al frente de la Oficina de la OIP.  

-En su labor como  diarista de la prensa impresa,

medio al que ha dedicado toda su vida,

¿cuál es el trabajo que más lo enorgullece?

Junto al fotógrafo Panchito, el poeta Roberto Branly y el dibujante y pintor José Luís Posada, estuve una quincena de Girón –eran trabajos voluntarios que se realizaron durante muchos años en el país– visitando los campamentos, las brigadas que estaban albergadas. En ese periodo llegamos hasta Camagüey y escribí las menos “incorrectas” crónicas de mi vida profesional, publicadas en el periódico La Tarde. Muchas de ellas llevaban breves poemas, dibujos y fotografías, si alguno de los artistas se inspiraba. De esa manera considero que demostré lo falso que encerraba el pensamiento de que el tema de la zafra estaba agotado.

-¿Se siente satisfecho con todo lo que ha hecho? 

No, porque aspiro a más y todavía estoy en esa búsqueda. Porque no miro hacia el pasado, miro siempre al presente. Porque hay que cuidarse de creer que hemos realizado mucho y que debemos ser reconocidos, porque nadie está exento del ego. Creo que me falta casi todo por hacer. ¿Con qué se puede uno sentir totalmente satisfecho? La satisfacción total está en saber la deuda que se  tiene con la vida y ser capaz de pagarla cada día. Sé que he hecho muchas cosas, pero hoy tengo la conciencia de que pudo haber sido mucho más.  Aún tengo ideas sobre cosas…

-En 1999, en ocasión del VII Congreso de

la UPEC, le otorgaron el Premio Nacional de

Periodismo José Martí por la obra de toda

la vida, el más alto galardón que recibe

un periodista. ¿Cuán importante

es para usted ser así reconocido?

En ese momento sentí el honor de estar acompañado de catorce colegas que también lo recibieron de manos del Comandante en Jefe Fidel Castro. Quizás porque fui de aquellos jóvenes que soñaban con haber sido soldado de José Martí y tuve la posibilidad de ser un combatiente clandestino de la Revolución dirigida y encabezada por Fidel: fue de esa manera que realicé  el sueño, y el premio es parte de esa realidad.      

-Existen personas que no valoran el Periodismo

e, incluso, dudan de su efectividad como carrera

universitaria. ¿Qué opina usted al respecto?

Al hablar de Periodismo se da el caso de que en no pocos países capitalistas se desconoce como una profesión y se le admite como oficio. Para mí, es una labor abnegada, de mucho sacrificio, de mucho honor. En Cuba se constata el trabajo de años con resultados como los de contar con la UPEC, la FELAP, el Instituto Internacional de Periodismo José Martí, la Facultad de Comunicación donde se estudia como carrera universitaria. Es una profesión compleja, útil, inteligente, hermosa, comprometida y exigente. El periodista en nuestra sociedad es el intelectual de nuevo tipo, porque su pensamiento está precedido por la acción pública, arriesgada a favor de toda causa justa en Cuba o cualquier parte del mundo.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

Ficha Técnica:

Objetivo central: Conocer sobre los hechos relevantes de la obra periodística de Ernesto Vera Méndez, que le permitieron ser reconocido con el más alto galardón que recibe un periodista, el Premio Nacional de Periodismo José Martí.

Objetivos colaterales: Saber cómo llegó al periodismo. Conocer las acciones más relevantes de su carrera profesional. Indagar sobre la causa por la que fue arrestado en una ocasión. Resaltar los cargos que ocupó dentro y fuera del país, durante gran parte de su vida. Descubrir qué lo motivó a escribir el libro Periodismo, lucha ideológica. Conocer qué significó para él ser merecedor de Premio Nacional de Periodismo José Martí.

Tipo de entrevista:
Por sus participantes: Individual.
Por su forma: Clásica.
Por su contenido: De personalidad. 
Por el canal que se obtuvo: Encuentro directo.

Tipo de título: De referencia al entrevistado.
Tipo de entrada: Retrospectiva-biográfica. 
Tipo de cuerpo: Clásico.
Tipo de preguntas declaradas: 1-directa, 2-abierta, 3-abierta, 4-abierta, 5-de opinión, 6-directa, 7- abierta, 8-abierta, 9-abierta, 10-de opinión, 11-de opinión
Tipo de cierre: De opinión del entrevistado.

Fuentes consultadas:
Biografía de Ernesto Vera Méndez. (Documental)
Vera Méndez, Ernesto: La prensa clandestina y su aporte a la Revolución cubana. En: Revista Enfoque (publicación trimestral editada por la Unión de Periodistas de Cuba .Año1-Número 1), julio- agosto–septiembre, año 2008. (Documental)

LA UTILIDAD DE LA VIRTUD PERSONIFICADA

LA UTILIDAD DE LA VIRTUD PERSONIFICADA

“El hombre crece con el trabajo que sale de sus manos”, frase martiana que hace suya Julio Batista Delgado, Premio Nacional de Periodismo y hombre enamorado de la radio y de la obra del más universal de los cubanos.

Texto y foto:
LUIS ALFONSO PEÑATE,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

“En la radio empecé hace más de 50 años, fue como si me hubiera tocado una varita mágica, fue un encanto entrar”, dice Julio Alberto Batista Delgado, Premio Nacional de Periodismo José Martí en 1994,  en su modesta vivienda que hace evocar la descripción de la oficina del Apóstol en 120 Front Street, de Nueva York.

“Todo comenzó cuando estudiaba en la Escuela de Arte Dramático, ubicada entonces en la calle 23, entre 4 y 6. Los sábados y domingos se le ocurrió a la dirección de la escuela hacer obras en las que todos pudiéramos trabajar como asistentes de dirección, tramoyistas y actores, así se empezaron a montar las obras en un salón pequeño.

“Yo estaba de asistente cuando me dijo un compañero: «¿Te gustaría trabajar en la radio esta noche en un cuadro de comedias?» y acepté. Participar en un cuadro de comedias grabando las obras con un viejo equipo en la extinta Radio Capital, fue lo más artesanal.

“En 1956 trabajé en Los Tres Villalobos. La CMQ tenía un espacio llamado El príncipe leopardo, una especie de traslado del Tamakún, el programa de Cadena Azul.  Por esos tiempos grabábamos en el estudio Tres de la hoy Radio Arte”.

-¿Cómo se inicia entonces en el mundo de la narración?

Un día falta el narrador Enrique de la Torre y el director me dio los libretos y dice: «Julio, tú vas a narrar hoy el espectáculo». Cinco minutos después estoy diciendo: «Ace, qué sé yo, que da la casa de no sé qué cuánto, presenta El príncipe leopardo».

A partir de ese momento el actor Santiago García Ortega me recomendó en el Circuito Nacional Cubano. Allí comencé a narrar una novela de Sara Pascual. Adquiero alguna fama como buen narrador y me contratan en Radio Progreso.

-¿Era difícil el trabajo en ese tiempo?

Sí, por supuesto. Además, me relacioné con excelentes actores, lo cual me obligaba a dar lo mejor. También existía algo que ya se ha perdido: la disciplina, la formalidad. No importaba quién fueras, si tenías un programa en vivo, había que estar a tiempo, no minutos tarde.

Yo soy por esa parte muy estricto. Viví en China, allá tenías una cita para las diez de la mañana, llegabas a las menos cuarto no había nadie esperándote, a las y cinco tampoco, pero si ibas a las diez en punto te recibía todo un comité de bienvenida.

-¿Radio o Televisión?

Nunca me atrajo mucho la televisión. En el año 1959 escribí algunos libretos. Yo quería hacerlos como en el cine -cuando aquello la pantalla chica tenía como seis años de fundada-. Ante la imposibilidad de hacer cambios, me disgusté. Sentía que me destruían los libretos y dije: «No hago más televisión».

Sin embargo, recuerdo con mucho cariño la serie «En silencio ha tenido que ser». Mi voz entra en todos los hogares en 1979. Con ese espacio sucedió muy parecido a cuando se transmitió «El derecho de nacer», en 1948: en los cines detenían las películas para pasar el audio del radio con la obra. Creo que con En silencio… pasó similar, salías el sábado por la noche y no encontrabas a nadie en la calle.

-¿Periodista o Actor?

Preferí ser periodista y no actor. Para mí representa mucho. Es parte de la sangre de mi cuerpo. Siempre digo que fue una derivación porque en el año 1959, un amigo, Justo Santos, me dejó el programa Cuba nuestra de cada día, en Radio Progreso, donde hacía comentarios de abogado.

Yo también trabajaba en Radio Rebelde, allí hacía todos los días un comentario para un espacio llamado La Reforma Agraria en Marcha, propicio para enfrentar las campañas opuestas al proceso que comenzaba. Fue donde empecé a incursionar en el periodismo.

Tuve el honor, un año más tarde, que Violeta Casal me propusiera escribir los editoriales de un programa de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Empecé entonces a redactar, a narrar y a hacer los trabajos especiales, conocido ahora como radio-documentales. Y así fui poco a poco retirándome, pasando de actor a periodista.

-Al igual que Martí, usted fue corresponsal en el extranjero.

Mi experiencia como corresponsal de guerra no fue todo lo que quise. No vi muchas de las cosas reportadas;  al  igual a Martí, tenía la mesa llena de papeles, concebía la corresponsalía apoyándome con periódicos de muchos países.

En Angola hacía un programa diario y no corría peligro realmente, pero en Nicaragua sí viví en zona de guerra, donde la Central de Inteligencia Americana había sembrado la zona de gente muy mala, asesinos incluso de maestros. Fue un período inolvidable, donde era visible la  conciencia solidaria de los cubanos.

-¿Qué representó en Julio Batista

el triunfo revolucionario de 1959?

El triunfo de la Revolución significó para mí una felicidad increíble. Yo no fui un combatiente, aunque debía y quería serlo, pero fui antibatistiano. Cooperaba con lo que me pedían. Recuerdo que tenía guardada una camisa roja y negra para el día que triunfara la Revolución y me la puse enseguida el 1 de enero de 1959 para ir  a saludar a los rebeldes.

-Fue la primera voz del Noticiero del Instituto Cubano

de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC),

¿cómo se vinculó con Santiago Álvarez?

En marzo del 59, cuando se funda el ICAIC, conocí a Santiago Álvarez en la CMQ Radio. Se unió al grupo de Alfredo Guevara y me comunicó su intención de ser yo quien narrara el noticiero del Instituto. ¡Fue fantástico! Fueron más de doscientos programas.

-Nunca estuvo conforme con la realización final

de un producto radial porque siempre

buscaba una concepción más documental.

Antes de morir, Santiago me dijo: «Tú aprendiste del cine esas estructuras que utilizas en la radio». Y es verdad, el cine influyó en mí de una manera tremenda.

-¿De qué manera recuerda al

maestro Santiago Álvarez?

Santiago era un hombre capaz de pasarse madrugadas enteras haciendo un único montaje. Tenía una tenacidad increíble. Él me aportó mucho.  A veces, donde estaban los estudios de cine, allá en Cubanacán, cuando terminábamos de grabar mi parte, él decía: «Vete a descansar, después yo te voy a buscar», y se aparecía en mi casa a las tres de la mañana, generalmente preguntando: «¿No hay una tacita de café por ahí?».

-¿Cuál fue la experiencia adquirida

en el trabajo con Santiago?

Que la radio en aquella época era muy melodramática y yo aprendí en el cine a luchar contra eso. Empecé a utilizar cortes directos, diálogos y narraciones más sugerentes. Me di cuenta de que la imagen junto a la palabra exigía reducir el texto, que cada mil metros de película, sólo es necesario un término y no hay por qué llenar todos los espacios. Comencé a insinuar, pero con la imagen visual.

-¿Cómo se interesó por la obra martiana?

Una vez se abrió un concurso entre el alumnado del bachillerato para ver quién hacía la mejor ponencia sobre la vida y obra de Martí, y me senté a estudiarlo, hasta que llegó la hora de escribir. Imagínate la sorpresa cuando el 28 de enero de 1953 logré la medalla de oro… así mi primer premio se relaciona con Martí.

Debo decir que soy nieto de mambí. Mi  abuelo materno, Alberto Delgado, siempre hablaba de Martí y me transmitió el amor a la Patria.  Además, mis maestros eran muy patriotas, interesados en llevar a sus alumnos la enseñanza y el amor por la historia del país.

En Chaparra –donde nací, en Las Tunas- tuve un maestro de primaria, Juan Andrés Cué y Bada, quien también era un apasionado del Héroe Nacional.

-¿Por qué demoró en crear un

programa sobre José Martí?

Es asombroso, mágico, todo el quehacer de este cubano. En 1962 tuve la idea del proyecto Habla José Martí, con el objetivo de difundir su ideario. Pero en esa época no me sentía totalmente preparado. Años más tarde, el 26 de marzo de 1990 nació el programa Nuestro José Martí, en la Revista informativa “A Primera Hora”, de la emisora Radio Progreso.

Me propuse consagrar en la programación de la planta cinco minutos diarios a la vida de ese gran cubano. Hoy no siento temor de tratar cada día un pasaje diferente del quehacer y pensar del Héroe cubano. Admiro mucho de él su humildad, el no negar nunca que estaba enfermo.

-¿Cree suficiente la presencia

martiana en la radio actual?

La radio ahora habla mucho de Martí, hay muchas promociones, antes nunca se hacían, solo en el año de su centenario se hicieron trabajos con dignidad. Con la Revolución se han ido incrementando los espacios que hablan de su vida y de lo que hizo. Esto me enorgullece.

-La palabra no es para encubrir la verdad,

sino para decirla. Usted conduce el espacio

Punto de Vista en Radio Progreso,

donde se reflexiona acerca de temas sociales.

Mi trabajo es mi vida, es una felicidad. Desde 1985 “Punto de Vista” está en el aire. Lo considero un gran reto porque tengo que estar muy atento a la vida de la gente y a todos sus problemas. El pueblo lo agradece mucho, se ven reflejados, lo dicen las cartas recibidas.

Es un programa donde todo no se ve color de rosas. No es dar la noticia, ni repetir la información, se trata de esclarecer el problema. El buen periodista, como dijo Martí, no agita, ni exacerba los problemas.

Generalmente creo al remitente contándome sus problemas. Hay riesgos, pero nunca he afrontado un desencuentro. Una vez, recibí carta de un viejito desde su asilo y el director me dijo: «¿Pero tú vas a leer eso así al aire?» Esa carta es un anónimo.

La misiva denunciaba irregularidades que se daban en el lugar con la comida a los ancianos y el trato que recibían por parte de los trabajadores. Ante la duda, fui para allá, a ver al hombre. Y quién te dice que el anciano me dijo: «Yo existo, le escribí y le ratifico todo lo que puse en la carta».

Fui con el director del programa al asilo y nos llevamos de allí, no una, sino como catorce entrevistas más.

-Es una radio sin comparación. Pienso

que no va a desaparecer nunca.

Dije un día que esperaba que la radio sirviera para hacer cultura y algunos se rieron de mí. Antes era puramente comercial. Hoy, nuestra radio es una escuela con infinito caudal de realización y creación.

La radio, como medio de comunicación, posee el maravilloso don de despertar la imaginación de los oyentes. La gente escucha y crea su propio escenario. La radio nunca va a desaparecer, ni con la Televisión,  ni con la Internet.

-¿Piensa en la jubilación?

No quisiera jubilarme, ¡digo!, mientras esté lúcido. Hasta ahora no me siento ningún síntoma. Hay que estar activo, saber escribir. Martí escribió, incluso, de la vida en otros planetas… Estoy dispuesto a  enseñar a los nuevos realizadores,  y ¿por qué no?, a retroalimentarme de esa sangre joven. Como hombre de la radio aspiro a continuar poniendo un granito de arena en la construcción del futuro del país.

Porque “Honrar, Honra”, a este maestro del periodismo cubano se le han otorgado numerosas e importantes distinciones.

“El recibimiento del Título de Héroe del Trabajo de la República de Cuba en 1999, fue la sorpresa más agradable de mi vida. Estaba muy nervioso al saber que lo entregaría Fidel. Las manos me temblaban y comencé a sudar. Cuando lo fui a saludar me dijo: «Un abrazo». Martí decía que todo hombre muere bien si muere en el trabajo, y yo quiero morir trabajando.

“A los nuevos periodistas los invito a que «cuadriculen» su tiempo y estudien la vida y obra de Martí, por lo universal y  asombrosamente actual de su pensamiento. Por su capacidad para escribir sobre los más difíciles asuntos y, además, hacerlo excelentemente. Él será siempre un paradigma para nosotros”.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

FICHA TÉCNICA:

Objetivo central: Dar a conocer la vida y obra de Julio Batista Delgado.

Objetivos colaterales: Demostrar la necesidad de mantener vigente el pensamiento martiano.

Tipo de entrevista:

Por los participantes: Personal
Por su forma: Clásica (de preguntas y respuestas)
Por su contenido: De personalidad
Por el canal que se obtuvo: Directa

Tipo de título: Genérico
Tipo de entrada: De cita textual
Tipo de cuerpo: Clásico (de preguntas y respuestas)
Tipo de conclusión: Cita del entrevistado

Fuentes consultadas: Otras voces que se escuchan, de Josefa Bracero.

MADERA DE PERIODISTA

MADERA DE PERIODISTA

La labor del reportero exige sacrificio, altruismo, entrega total. Consciente de estos valores, Eddy Martín dedicó sesenta años a ella.

CYNTHIA DE LA CANTERA TORANZO,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

De entre las figuras que conquistaron la cima de la prensa cubana, brilló una en las crónicas deportivas: el titán de la locución, Antonio Eddy Martín Sánchez, quien alcanzó el Premio Nacional de Periodismo José Martí en 1998.

Del ya fallecido comentarista de la radio y la televisión cubanas, su esposa, María de los Ángeles González, cuenta que al recibir la noticia del otorgamiento del Premio se sorprendió. Jamás imaginó tan alto reconocimiento, convencido de la superioridad de otros compañeros.

En su batallar durante seis décadas, Eddy asistió a la fundación del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER) y la emisora Habana Radio. Asimismo, fue el primer locutor del actual Noticiero Nacional de Televisión, integrante del Tribunal Nacional de Evaluación de Narradores Deportivos, y Jurado del Festival Nacional de la Radio desde sus inicios

Su destacada labor fue reconocida con la Réplica del Machete de Máximo Gómez, el Trofeo del Comité Olímpico Internacional y recibió del propio Comandante en Jefe Fidel Castro, el título de Héroe Nacional del Trabajo de la República de Cuba.

De Eddy no se puede hablar sin aludir al deporte, pues con su voz Cuba siguió siete Olimpiadas, 17 Campeonatos Mundiales de Béisbol, 10 Juegos Centroamericanos y del Caribe, 11 Panamericanos, cinco Mundiales de Boxeo, entre otros muchos eventos.

En la  emisora avileña de su natal Tamarindo, CMJH La Voz de la RCA Víctor, tuvo su primer acercamiento al micrófono. El noticiero deportivo, donde divulgaba los titulares, lo inspiró a seguir adelante en lo que había descubierto como su vocación.

Así, “emigra a La Habana con un aval bastante desafortunado, pues sumaba dos suspensos en el Colegio de Locutores de Camagüey, sin embargo, Eddy era una persona que no se dejaba amilanar por nada. Se presentó a los exámenes de aquí y aprobó,” recuerda María de los Ángeles.

Comenzó como suplente de comerciales entre innings en las estaciones de la época, la CMBZ Radio Salas, la CMBQ Radio Continental y otras. “Él siempre quiso narrar pelota. Cuando se inició como locutor en la capital, procuró acercarse al deporte, sobre todo al béisbol”, dice Héctor Rodríguez, quien fuera su colega durante 35 años.

Eddy Martin fue el nexo entre el antes y el después de la Revolución triunfante. “Tuvo la oportunidad de ocupar un puesto junto a los magníficos comentaristas anteriores a 1959. Igualmente, compartió con las figuras que surgieron en el decenio de los años 70, Héctor Rodríguez, René Navarro y Bobby Salamanca”, comenta Carlos Alberto González, reportero de la Redacción Deportiva del  Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT).

Pródigo en conocimientos, Eddy selló sus narraciones con las pinceladas históricas y los detalles interesantes que incluía. “Junto a Bobby Salamanca y Héctor Rodríguez, formó dos grandes parejas. A pesar de ello, las huellas que dejó con ambos en la radio y la televisión, respectivamente, no tienen comparación. El dúo de Héctor y Eddy fue más intenso, marcó todo un hito,” manifiesta Julia Osendi,  periodista de la Redacción Deportiva del ICRT.

Para quienes compartieron con Eddy en eventos internacionales, “fue una fortuna tenerlo cerca. Cada día se aprendían técnicas y herramientas de trabajo diferentes y más óptimas con él,” explica Sergio Ortega, también periodista de la Redacción Deportiva del ICRT.

Juan Marrero, vicepresidente de la Unión de Periodistas de Cuba, recuerda con nitidez los X Juegos Centroamericanos de San Juan, Puerto Rico, en 1966: “Después de la travesía marítima, amenazada por aviones norteamericanos que intentaron impedir la entrada del barco Cerro Pelado, llegamos a tierra y logramos desfilar en la ceremonia de inauguración.

“Eddy transmitía para la radio y priorizó siempre lo partidos de béisbol, nuestro deporte nacional. Con él trabajaba Gustavo Romeu, jefe de prensa INDER. Luego Romeu enfermó, entonces cubrí con él dos partidos de pelota y lo ayudé con los comentarios entre innings. Aunque mi función era informar de los resultados de los atletas cubanos en otras competiciones.”

Alfonso Nacianceno, redactor del periódico Granma, comparte sus experiencias en el Torneo Norte, Centroamericano y del Caribe de Voleibol en agosto de 1975, que tuvo como ciudad sede Los Ángeles, California: “La delegación deportiva cubana se caracterizó por ser la primera que arribaba en tierra estadounidense a 16 años del simbólico primero de enero. Eddy y Salamanca transmitían para la radio a través del teléfono, a lo que ellos le llamaban la técnica de los cuatro hilos.”

En 1991, en el umbral mismo del período especial, a Cuba le otorgaron la sede de los XI Juegos Panamericanos. Para Eddy representó “el gran reconocimiento que exigía a su vez un compromiso mayor. Decía: Tenemos que jugar, y jugar bien. La ocasión merecía el primer puesto en el medallero. Y así fue”, relata María de los Ángeles.

Pero Eddy no se ceñía solamente al ambiente deportivo. Con un gran sentido de pertenencia por la profesión, reportó cuatro conferencias de cancilleres de la Organización de Estados Americanos (OEA) y dos Asambleas Generales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

El Martin Dihigo del periodismo cubano, como bien lo nombró su compañero Juan Marrero, “jugaba cualquier posición en el terreno periodístico y la desarrollaba con una calidad excelente.” Gracias a esa condición pudo detallar para la Isla, desde Baikonur, el Vuelo Espacial de Cuba y la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), en 1980.

“Eddy hizo la cobertura informativa para la televisión. Nosotros integramos la delegación que, junto a Raúl, despidió a Arnaldo Tamayo minutos antes del lanzamiento. Luego, en el circuito cerrado observamos el despegue. El cohete arrancó con aquel impresionante fuego y se perdió en la oscuridad hasta alcanzar la órbita. Y mientras el personal instruido narraba el hecho, Eddy describía para nuestro pueblo cómo Arnaldo Tamayo y Yuri Romanenko se aventuraban al espacio”, recuerda Marrero.

Un alto en el recuento y prosigue: “Fue todo un reto, pues se trataba de un tema desconocido: la cosmonáutica. No obstante, Eddy se preparó y aprovechó la estancia en la Ciudad Estelar para nutrirse  de los conocimientos de los expertos.”

Eddy fue un profesional autodidacta. Su formación política e ideológica hacía de él “la fuente más confiable a consultar para la docencia. Podía hablar de acontecimientos históricos, de referencias geográficas, de temas muy diversos que enriquecían su amplia cultura general.  Esa fue una virtud que siempre aprecié en él”, expresa Carlos Alberto González.

Y aún desprovisto de título universitario, fue maestro de varias generaciones, de periodistas y narradores. Seducido por su labor, dedicó dos décadas de su vida a la enseñanza. Siempre de forma voluntaria, impartió cursos y conferencias en las universidades de La Habana y Santiago de Cuba. Y no solo en las nuestras, también en Las Palmas de Gran Canaria, en España, y la Universidad Autónoma de Barranquilla, en Colombia, donde se escuchó su manera de hacer buen periodismo.

Sus alumnos reconocieron en él a toda una institución, la muestra sencilla del profesional absoluto. “Su lección mayor fue el respeto a nuestro trabajo, al público y a nosotros mismos”, afirma Sergio Ortega.

Así, estudiantes y compañeros se nutrieron de él y de sus consejos.  “Tenía siempre esa disposición de ayudar, especialmente a los jóvenes. Nunca vi en él el temor de ser superado por los principiantes, él estaba muy seguro de sí mismo. Compartía informaciones sin miedo a que le hicieran sombra. Ese es el verdadero compañero dentro del ámbito de  la prensa”, comenta Nacianceno.

Héctor Rodríguez asegura que de su colega aprendió “el rigor necesario de una transmisión, el manejo de la responsabilidad y el sentido común. Es necesario ser adecuado y razonable. Hay quienes exteriorizan sus opiniones ignorando el daño que pueden causar o su propia equivocación, pero Eddy omitía esos criterios. Era un profesional en todo el sentido de la palabra”.

Sin embargo, no fue solo el micrófono lo que conquistó a Eddy. La prensa escrita ocupó también un lugar en el decano de nuestros  comentaristas. Fue fundador de las revistas LPV y El Deporte Derecho del Pueblo, y colaboró en los periódicos Hoy, Granma y Juventud Rebelde.

Jesús Hernández, quien fuera su compañero en el diario de la juventud cubana, expresa que “él fue quien le dio otra tónica a nuestro periodismo. En su columna Antena hacía análisis, reflexiones e incluía anécdotas. Su vigencia quizá no permanece porque son muchas las personas y los años que han transitado desde entonces por la redacción, pero sí queda esa forma que él instauró cuando asumió el cargo de jefe de la página deportiva. Con su poca experiencia en la prensa impresa desempeñó un excelente papel en la dirección.”

Si de preferencias hablara, “la oratoria siempre fue su pasión. Se sentía más identificado con la radio, pues en ella interpretaba cada juego de béisbol. Decía que su función era  transmitir con su voz la emoción del partido, describir cuanto veía, para lograr que el receptor se sintiera presente”, expresa María de los Ángeles.

Beijing 2008 fue siempre la ilusión de Eddy Martin. El gigante asiático lo esperaba ansioso, mas no pudo llegar. Como bien dijo su colega Héctor Rodríguez, él murió en una escaramuza de la vida. Su pérdida, por un accidente de tránsito, provocó un vacío profundo en nuestra locución y un lugar insustituible en la historia del periodismo.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

Ficha técnica:

Objetivo central: Conocer el recorrido de Eddy Martin por la historia del periodismo.

Objetivos colaterales: Conocer su labor docente y las enseñanzas que transmitió a sus alumnos y a quienes trabajaron con él. Los principales eventos deportivos en los que participó. El viaje espacial Cuba-URSS del que fue testigo. Conocer su paso por la prensa plana.

Tipo de entrevista:

Por sus participantes: colectiva
Por su forma: de citas.
Por su contenido: de personalidad.
Por su canal: vía directa (cara a cara) con los entrevistados.

Tipo de título: genérico
Tipo de entrada: de presentación.
Tipo de cuerpo: de citas.
Tipo de conclusiones: de opinión del entrevistador.

Fuentes consultadas:

No documentales: María de los Ángeles González, Héctor Rodríguez, Julia Osendi, Sergio Ortega, Carlos Alberto, Juan Marrero, Jesús Hernández y Alfonso Nacianceno.

ENRIQUE DE TODOS

ENRIQUE DE TODOS

Premio Nacional de Periodismo José Martí, desde las páginas En Cuba, de la revista Bohemia, de la Osa sembró un paradigma de prensa cubana.

MAYVELI PARES MENÉNDEZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

“Cerebro y corazón de aquel bastión

de la prensa cubana”. Lisandro Otero

Un hombre alegre y un periodista consagrado. Le gustaba acompañarse de amigos y compartir con ellos un trago. Fue cariñoso y sensible. Se llevó muy bien con la madre de sus dos hijos. Era un patriota, un verdadero revolucionario, hasta en su temperamento. Así recuerdan quienes le conocieron, a Enrique de la Osa Perdomo, uno de los periodistas más grandes del siglo XX cubano y merecedor del Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de la vida (1992), la Medalla Alejo Carpentier, y la Orden Félix Varela. 

Exponente singular del periodismo investigativo y literario, sus artículos en la sección En Cuba, de la revista Bohemia, renovaron la prensa cubana. Escribía para denunciar las administraciones corruptas y comunicar al pueblo aquello que nadie se atrevía a decir. Sufrió exilio por apoyar las acciones contra los gobiernos corruptos de antes de 1959.
  
Se refugió en la clandestinidad por un breve tiempo, pero sus letras no dejaron de impactar. Autor de varios libros, entre ellos se encuentran Los días y los años, Visión y pasión de Raúl Roa, y Sangre y pillaje. En este último reflejó la historia de 30 años de la revista cubana Bohemia, en la etapa capitalista.

Un excelente periodista

Carlos Piñeiros, subdirector actual de la revista Bohemia, mantuvo una estrecha relación con Enrique de la Osa y reconoce que su compañero y amigo dejó una huella imborrable en el periodismo cubano: “Fue uno de los fundadores de la sección En Cuba, la cual era prácticamente rescrita y reeditada a su estilo, pues era un brillante redactor. Esta se dedicó a profundizar en la política cubana. Lo mismo habló de los negocios sucios de los políticos, como de los chismes que los involucraban. Algunos se molestaban si no salían en la columna. A finales de los años 40, se convirtió en el espacio central de la publicación, aunque en ocasiones la censura la prohibió.

“Según me contó Marta Rojas, él  era muy exigente en el uso del idioma y colocaba los adjetivos pensadamente. Su sección era extraordinaria, realizada con gran sencillez, pero no tiene comparación con la de hoy, pues son muy distintas. En esos años se hizo para castigar lo mal hecho, la de estos tiempos es de apoyo y afirmación. El objetivo de la actual es profundizar en los problemas y logros del país.

“Nuestra revista, desde el año 2008, comenzó a otorgar el Premio de Periodismo Investigativo Enrique de la Osa, en su honor. Como todo ser humano, pudo cometer fallas, pero su obra fue brillante y ahí quedó.”

Carlos Piñeiro aún se siente su discípulo: "Nos conocíamos antes de yo comenzar en Bohemia, y hasta su muerte mantuvimos una relación muy estrecha. Sus hijos se criaron prácticamente con nosotros en la revista. Fue como un profesor, sus consejos me ayudaron y abrieron los ojos. Por lo que conversamos y lo  aprendido, por lo que hizo en Bohemia, me siento su discípulo."

En el año 1960, cuando el director de la  revista Bohemia se asiló en la embajada de Venezuela, de la Osa asumió la dirección, y dos años después tomó la jefatura del periódico Revolución hasta el año 1965. Fue también asesor del periódico Juventud Rebelde.

El hijo de la Osa, también llamado Enrique, comenta sobre la labor de su padre: “No se graduó de periodista, era una persona autodidacta, pero con él se podía hablar sobre cualquier tema.”

Un amigo especial

Luis Sexto, periodista de Juventud Rebelde, colega de profesión y amigo de Enrique de la Osa, recuerda: ”Él conocía muy bien su trabajo, defendía lo justo. Buscaba siempre lo que nadie podía informar. Mediante su sección En Cuba cultivó un periodismo investigativo y a la vez literario, donde usó el lenguaje narrativo para detallar la noticia.

"Lo conocí en 1983, luego de haber escrito un comentario sobre su libro Los días y los años, publicado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). El, un periodista de su estatura, fue a agradecerme al periódico Trabajadores, mi órgano laboral en aquel momento. Así iniciamos una relación amistosa que recuerdo con mucho cariño, también las horas de conversación en que le oía contar historias. Yo era discípulo suyo, aún sigo aprendiendo de él. Mi tesis de licenciatura fue sobre su obra, la preparé en su casa. Supe aprovechar su amistad y todo lo que valía.

"La edición de mi libro Grandes Periodistas, en el cual me refiero a su obra, es un acercamiento a su persona como periodista, su papel en Bohemia, revista que fue todo para él. En esas breves líneas no me referí a su labor en la política."

Una de sus grandes admiradoras es Ruth de la Torriente Brau, hermana de un paradigma de nuestra historia, sencillamente Pablo. Ella, que compartía las tardes de domingo con  Enriquito, como le llamaba cariñosamente, evoca hoy: "Me gusta todavía leer sus escritos, pues en su sección plasmaba lo que ocurría realmente en el país."

Esta señora de 95 años recuerda los gratos momentos que compartió con el periodista: "Lo vine a conocer siendo él una persona mayor. En los últimos años venía con frecuencia a almorzar acompañado de su hija Virginia. Ya tendría cerca de 70 años. Hablábamos de varios temas, sobre todo de política. Al finalizar la tarde, mi hermana Zoe, quien lo conocía de mucho antes, se quedaba charlando. "

Padre peculiar

Enrique de la Osa, hijo, recuerda sobre las amistades de su padre: "Sostuvo una entrañable relación tanto con Raúl como con Fidel. Compartió una gran amistad con Raúl Roa, el Canciller de la Dignidad, de quien escribió un libro titulado Visión y pasión de Raúl Roa, dedicado a su memoria. La única vez que lo vi llorar fue cuando murió ese tremendo revolucionario."

La dedicación al trabajo no le impidió a Enrique compartir tiempo con sus seres queridos: "Teníamos una relación muy abierta, de amigos. Desde pequeño iba con él a todas sus actividades. Como soy su único hijo varón me mimaba mucho y hacía mis tareas de Historia. Se inquietaba cuando llegaba tarde a casa y, en ocasiones, me narraba las vivencias compartidas con personalidades cubanas importantes.

“Me regalaba muchos libros que hablaban de guerras y hechos históricos. Conversábamos de temas polémicos como política, historia... Sabía narrar cuentos graciosos y me complacía en todo. No le gustaba llamarnos la atención. Con mi hermana Virginia la relación era diferente, la llevaba a exposiciones, obras de teatro y eventos vinculados con el arte. Ella era más tranquila.”

Preferencias y singularidades

“Como casi todo cubano, a mi papá le agradaba tomar de vez en vez. Los amigos se reunían en su estudio y lo acompañaban bebiéndose, al menos, un vaso de ron. Era muy jocoso, inteligente, directo y un gran mujeriego. Su entretenimiento especial era beber, leer y escribir. Se pasaba las madrugadas escribiendo con su vaso de whisky al lado. Según me contó, se había casado cerca de nueve veces. Decía que era ortodoxo, no comunista; y se consideraba un antiimperialista.

“Siempre le gustó estar rodeado de jóvenes. Sabía dar clases de Historia muy bien y todos lo llamaban para hacer alguna consulta, o simplemente escucharle. Desde pequeño le gustó leer, esa afición por la lectura contribuyó en la formación de su cultura. Le agradaba la pelota, pero sobre todo el boxeo; a veces jugaba ajedrez con Ernesto Guevara en casa de Haydée Santamaría.

“Era también muy besucón, y siempre, al llegar un amigo a casa, se saludaban con un beso en la frente o en el rostro. No sabía manejar, siempre tuvo chofer; y cuando tomaba le decía que se fuese, luego iba caminando.”

Su amiga Ruth lo considera un hombre alegre, cariñoso, revolucionario desde su modo de pensar hasta su temperamento: "Era un hombre muy preparado y conocía a todos los personajes importantes de Cuba muy bien. En su época, y aún hoy, es muy apreciado”.

Enrique de la Osa Perdomo transita en este 2009 por el centenario de su nacimiento y merece sobrevivir –murió en 1997- más de un siglo, no solo por desarrollar un periodismo capaz de cautivar al lector por su realismo y brillantez, sino también por ser un hombre que defendió las ideas en las que creía al punto de arriesgar su vida. Por ser un periodista para todos los tiempos.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

FICHA TÉCNICA:

Objetivo central: Develar la opinión de amigos, familiares y personas que conocieron a Enrique de la Osa, sobre su personalidad y su obra.

Tipo de entrevista:

Por los participantes: Colectiva
Por su forma: De citas
Por su contenido: De personalidad
Por el canal que se obtuvo: Vía directa y documental

Tipo de título: De referencia al entrevistado
Tipo de entrada: De retrato
Tipo de cuerpo: De citas 
Tipo de conclusión: Opinión del entrevistador

Fuentes consultadas:

Documentales: Sexto, Luis: Grandes Periodistas. Enrique de la Osa. Editorial Pablo de la Torriente Brau. La Habana. Cuba. 2008.

¿Quién es quién? en la prensa cubana. En: http://www.Cuba Periodista.cu. Consultado el 20 de noviembre del 2008.

“MEDALLAS QUE LLEVO EN EL CORAZÓN”

“MEDALLAS QUE LLEVO EN EL CORAZÓN”

Liborio Noval es un hombre que cuenta la historia cubana en imágenes. La inseparable cámara es su gran pasión.

YOSVANI GAINZA ALVAREZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

foto: YAINIER SÁNCHEZ GONZÁLEZ

Conversé con Liborio en la biblioteca de su casa. El cenicero y su inseparable tabaco lo escoltaban: “Yo tengo 2 000 gigas de memoria RAM”, me dijo, y ante la desventaja le confesé que no sabía por cuál pregunta comenzar. “Por la que quieras, toda mi historia está relacionada.”

Su labor comenzó en la década del 50 en una agencia de publicidad para investigaciones de mercado: “Tenía solo 17 años de edad cuando entré en la publicitaria Siboney, revista que llegó a ser una de las mejores del país”.

Ser fotógrafo…

“En ese período me pusieron a trabajar en el Departamento de Fotografía, allí había un solo trabajador y necesitaba de personas que lo apoyaran. Entonces existían en La Habana 17 periódicos y mi trabajo consistía en fotocopiar los gráficos que los dibujantes enviaban a la redacción. Luego tuve otros encargos para anuncios y trabajos televisivos. Esta fue la primera vez que entré en contacto con la profesión. Nunca pensé ser fotógrafo”.

Los años 50 se caracterizaron por el fervor revolucionario, era la Nueva Estrategia Revolucionaria (NER) de Fidel la que conducía aquella lucha clandestina y guerrillera. Liborio también contribuyó con  esa labor: “Vivían las pequeñas células del Movimiento 26 de Julio, y varios de sus integrantes nos encargábamos de hacer trabajos para un periódico clandestino donde publicábamos fotos de los rebeldes y noticias sobre la Sierra Maestra.”

En 1960 se acabaron las publicitarias, y Liborio Noval pasó a trabajar en el recién nacido periódico Revolución: “Allí  empecé  a hacer fotografía de prensa en la calle. A la mayoría de nosotros, Korda, Salas, y otros, nos faltaba la experiencia, y aprendimos fotografía de forma autodidacta.

“Sólo Corrales nos llevaba buena ventaja, en su casa tenía un estudio y conocía mucho de laboratorio, desde la preparación de la química, el revelado de negativos -al tacto- en el cuarto oscuro, hasta los secretos del encuadre y el tiempo de exposición para la impresión en papel, que era el A-B-C de la profesión.”

Con la nueva etapa en la revista INRA, la cual comenzó también en 1960, los fotógrafos tuvieron un papel protagónico como colaboradores. Pero Revolución fue el medio de prensa más importante. Mediante él se abrieron oportunidades para el dominio de la técnica fotográfica, y los acontecimientos de la época eran tan apasionantes, que nuestro entrevistado casi dormía junto a la cámara para no dejar escapar las instantáneas de aquellos momentos irrepetibles: “La población debía conocer por qué y para qué había nacido una Cuba diferente”.

-¿Conformaron un grupo de trabajo Corrales, Korda y usted?

No, pero siempre fuimos muy buenos compañeros. Coincidíamos en eventos, reuniones, y como acostumbrábamos a estar juntos en el mismo lugar, muchos pensaron que éramos un grupo. Después que terminábamos de fotografiar, nos reuníamos en el periódico y dejábamos el ego a un lado para escoger las mejores instantáneas, sin fijarnos en quién las firmara.

“Los logros de uno, enorgullecían a todos como colectivo de profesionales. La explosión del barco La Coubre fue un acontecimiento en el cual estuvimos la mayoría de los periodistas; y otro ejemplo es el de Korda, quien pudo enfocar al Che en varios momentos y realizó el más famoso retrato de Guevara, de gran contenido y expresión, y que ha dado la vuelta al mundo.

“También, los tres estuvimos juntos cuando la proclamación del carácter socialista de la Revolución, y aunque perteneció a Corrales la foto histórica de Fidel, la sentimos como nuestra.”

Convertirse en uno de los fotógrafos que más ha retratado al Comandante en Jefe es el mayor orgullo de este hombre, quien durante  44 años llevó la imagen del líder cubano a la cámara: “Era mi trabajo; yo siempre le puse el mismo interés a un campesino que a Fidel, lo importante era reflejar cómo era la persona realmente”.

-En 1999 publicó el libro Instantáneas, con 76 imágenes de Fidel. ¿Cómo fue el proceso de selección?

Nada difícil, sí trabajoso. Acoplé todos los negativos que tenía de él y comencé un largo proceso. Fueron cuatro meses ocupándome de la elección hasta de madrugada, en el comedor de mi casa, con una lupa. Seleccioné alrededor de 500 fotos. Luego me senté con el editor del libro y escogimos 76; de esas, 28 son inéditas.

-¿Qué propósito tuvo con esa recopilación?

Ver a Fidel como siempre ha sido, un ser humano. Destacarlo como persona y hombre de sentimientos.

Una anécdota inolvidable

Liborio Noval es de quienes piensan que las fotos “se chiflan”, no se preparan: “Nuestra labor es a tiempo corrido, sin dilapidar el instante.

“En 1994, en Cartagena de Indias, retraté al Comandante con una guayabera. Era una imagen curiosa porque él siempre vestía su uniforme verde olivo. Hicimos una exposición en el Palacio de los Capitanes Generales, a la que él asistió. Yo llevaba la foto de Cartagena y le pedí que la firmara. Al mirarla, sonrió y escribió: ‘Para Liborio, fraternalmente, Fidel.’

“Acto seguido preguntó: ‘¿Qué día es hoy?’. Le respondí: 12 de agosto y me dijo con alegría: ‘Entonces te voy a poner 13 de agosto, porque mañana es mi cumpleaños. ¡Te la ganaste!’

“Así es nuestro líder, sencillo como el primer día. Son pequeñas medallas que llevo en el corazón”.

-Después de más de cinco décadas detrás del lente, ¿cree haber hecho su mejor fotografía?

No voy a copiar al viejo Salas que dice: “La mejor fotografía es la que voy hacer mañana”, pero sí trato de hacerlas excelentes. Todas tienen un sentido, una anécdota, una historia para reflejar. Pero desde luego, pienso que mi mejor foto fue el primer retrato hecho a Fidel, en diciembre de 1961.

Liborio Noval ha obtenido premios en más de 30 concursos internacionales y tres nacionales. Con 74 “abriles”, todavía siente deseos de trabajar: “Estoy retirado, pero sigo enamorado de mi profesión”.

Tuvo magníficos maestros en el transcurso de su carrera: “Conocí a Corrales en 1957, trabajé junto a él en Siboney. Me enseñó mucho, más de lo esperado, aprendí lo esencial para ser un buen fotógrafo. Trabajar con Osvaldo Salas fue algo especial, logramos una empatía como de padre e hijo, por eso lo admiro tanto; y Roberto, su hijo, es como mi hermano”.

Sentir amor por cuanto haces

“Mi mayor satisfacción es realizar el trabajo bien. Hay que poner dedicación, enamorarse de la labor, y esforzarse porque lleva tu nombre y empeño. Así me enseñaron y lo trato de inculcar a las nuevas generaciones”.

Este destacado de la fotografía se entrega a su trabajo sin descanso: “Me gusta lo que hago, no puedo estar tranquilo y no quiero oxidar este aparato (mueve el dedo índice). Mi mayor virtud es sentirme con la misma edad de la Revolución”.

Para ser un buen profesional de la prensa no basta con asistir a la Academia, se necesita de un don natural: “Como yo, los hay; todo es cuestión de tiempo. Cuando mis inicios hacía todo lo posible por estar presente en cuanto el periódico saliera de la imprenta; para todos era un regocijo. Mi regalo diario consistía ser el primero en ver el trabajo. Fui joven al igual que los de tu generación y por eso les aconsejo que para ser buenos periodistas escriban con empeño, dominen el idioma español, ante todo aprendan a  hacer buenos títulos y a mantener un estilo propio. Leer historia, política, novelas, crónicas, críticas, también forja al profesional.”

-Después de un día intenso de trabajo, ¿qué prefiere hacer? 

Leer  hasta enamorarme del libro. Tengo la costumbre de acostarme tarde y levantarme temprano.

Los trabajos voluntarios con el Che

-¿Cuáles son los mejores recuerdos de su vida?

Rememoro mucho al Che. El Comandante Guevara fue una especie de maestro, de aquellos que dan el ejemplo haciendo las tareas bien. De él aprendí mucho.

También los trabajos voluntarios fueron pequeñas escuelas para todo aquel que lo viera como paradigma, siempre se caracterizó por la sencillez y la ejemplaridad. Nunca voy a renegar de las raíces de donde provengo, mi maestro fue el Che y el colegio la Revolución.

Liborio es fundador de la Unión Nacional de Periodistas de Cuba (UPEC) y miembro de la Organización Internacional de Periodistas (OIP). También integra la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), desde sus inicios.

Por su destacada labor, el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR) le otorgó, en 1986, la Réplica del machete de Máximo Gómez: “Me lo entregó personalmente Raúl, fueron minutos hablando conmigo. El machete es algo que guardo en la casa, pero la distinción la llevo en el alma”.

En el 2002 tuvo el honor de recibir la Medalla Alejo Carpentier, del Ministerio de Cultura, y el Premio Nacional de Periodismo José Martí, que otorga la UPEC por la obra de toda la vida: “Fue uno de los momentos más impactantes de mi existencia. Mi mayor satisfacción es ganar conocimiento intelectual, gracias al esfuerzo y firmeza en el trabajo. ‘El mérito es estar vivo’, como dijo Luis Báez”.

-¿Qué significa para usted ser periodista?

Es la profesión de la cual me he enamorado hasta hoy, la llevo en la sangre. La fotografía: un amor a primera vista.

Un hombre capaz de sobrevivir ante dificultades, ya tiene heredero en su profesión: “Mi testimonio fotográfico se lo dejo a la Revolución cubana, pues no podrá ser ilustrada sin nuestra fotografía. Todo lo agradezco a ella y a Fidel.”

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

FICHA TÉCNICA:

Objetivo Central: Destacar la labor del periodista como fotorreportero desde antes del triunfo de la revolución hasta la actualidad.

Objetivos colaterales: Conocer cómo inicia su vocación por la fotografía. Dar a conocer la importancia de haber trabajado con personalidades como Che y Fidel. Hacer extensivo el por qué de sus imágenes seleccionadas para el libro Instantáneas de Fidel.

Tipo de entrevista:

Por los participantes: Individual
Por su forma: Mixta
Por su contenido: De personalidad
Por el canal que se obtuvo: Encuentro directo

Tipo de título: De cita textual
Tipo de entrada: Anecdótica
Tipo de cuerpo: Mixto
Tipo de preguntas: 1-cerrada; 2-directa; 3-cerrada; 4-directa; 5-directa; 6-directa.
Tipo de conclusión: De comentario del entrevistado

Fuentes consultadas:

Antonio Moltó, director del Instituto Internacional de Periodismo José Martí; Freddy Moro, periodista de Prensa Latina; Juan Marrero vicepresidente de la UPEC; e Iraida Calzadilla, profesora de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. (Todas directas)

 

EL PATRIARCA

EL PATRIARCA

Dicen que Roberto González Quesada, jefe de Redacción del periódico villaclareño Vanguardia, “comía”  trabajos. Premio Nacional de Periodismo José Martí, fue ejemplo de exigencia, sagacidad e inteligencia. 

CLEISBEL FONSECA GARCÍA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
  
“Fue uno de los jefes de redacción más completo en Cuba. Para él la profesión era lo primero. Modesto, profesional y consecuente, muy riguroso con la calidad que se requería, estaba constantemente involucrado en discusiones acerca de la  profesión porque él, al mismo tiempo, aprendía  y enseñaba”, así evoca Mercedes Rodríguez García, reportera del periódico villaclareño Vanguardia, a Roberto González Quesada, Premio Nacional de Periodismo José Martí en 1999.

Ejemplo de sagacidad, inteligencia innata y exigencia fue este hombre que incursionó en todos los géneros periodísticos, desde las informaciones más sencillas hasta los comentarios más polémicos, y marcó pautas en el quehacer informativo de Villa Clara y del país por el alto nivel con que concebía sus trabajos.

Bob, como lo llamaban los amigos más cercanos, se dedicó totalmente a la profesión que amaba y hasta que su salud lo permitió estuvo en la redacción y en las calles, tras las noticias.

Nació en 1916 en Abreu, Las Villas. De procedencia humilde, se suponía que sería carpintero al igual que el padre y los hermanos, pero él no estaba predestinado para el oficio de moldear las maderas.     Pedro de la Hoz, sobrino y discípulo, en ocasión de su fallecimiento escribió: “Siempre sintió inclinación por las letras. Con la familia instalada en Cienfuegos se las arregló para aprovechar su desempeño como aprendiz de carpintero y otros menesteres, para salir adelante en los estudios, devorar libros y periódicos, y comenzar desde abajo en la redacción de uno de los periódicos de la ciudad, El Comercio.

“Su sed de conocimientos, unido a un indiscutible talento para adentrarse en todos y cada uno de los procesos de la información y la edición, hicieron que el dueño del periódico, al romper la década de los 50, le confiara la jefatura de la redacción que en aquel momento  equivalía a ser una especie de hombre orquesta”.

Roberto González sobresalió por su registro en multiplicidad de géneros periodísticos. Al escribir artículos, corregir originales y editar cables puso de manifiesto las habilidades multifaséticas que poseía para informar e ilustrar al lector. Además, fue corresponsal de los periódicos habaneros El Crisol y El Mundo, e incursionó en varias emisoras radiales de su provincia.

Antes del triunfo de la Revolución, para armar la crónica roja convertía en noticia el parte que por teléfono  le daba el reportero apostado en la estación de policía, y  en todo momento reflejó la verdad, a pesar de la opresión que ejerció sobre el país la dictadura de Batista.

En esa etapa supo mantener firmes sus principios y no cedió ante los sobornos de los políticos locales. Ningún censor que le impusieron en el tiempo de la dictadura pudo contra su valentía. Era un hombre que tenía una sólida concepción marxista y desde el inicio siguió de cerca el proceso revolucionario.

Por eso, cuando se produjeron los sucesos del 5 de septiembre de 1957, estuvo entre los que publicaron, en el periódico El Comercio, el levantamiento popular de Cienfuegos y la represión que le sucedió.

Poco tiempo después, “el espíritu progresista y de justicia, característicos en él, lo llevó a ponerse al frente del diario, y  junto a otros colegas, fundó el periódico villaclareño El Comercio Libre”, rememoró Mercedes Rodríguez.

Muchos años pasaron antes de que El Patriarca, como lo nombró Pedro de la Hoz, escribiera el libro Y Cuba era una fiesta, testimonio de todas sus peripecias al iniciarse como reportero. Sin embargo, al principio, Roberto González rehusó escribir sobre sí mismo: ”Me pidieron escribiera mis memorias dada mi larga vida periodística. ¿Memorias para qué? Eso cuadra a las grandes personalidades de cualquier esfera. No a otras. Y preferí, por tanto, recoger algunos pasajes testimoniales plenos de interés correspondientes a las décadas de los años 40 y 50.”

Después de 1959 contribuyó con su colaboración en los diarios cienfuegueros Escambray y 5 de Septiembre y fue fundador, en 1962, del periódico Vanguardia, órgano del Comité Provincial del Partido en Villa Clara, en el cual fungió como jefe de Redacción por casi cuatro décadas.

Pedro de la Hoz también rememoró en ocasión de su deceso: “Aunque la mayor parte del tiempo lo pasaba en la redacción, le gustaba mucho el trabajo de campo sobre los temas poco abordados o aquellos a los que podía explotar de forma novedosa. Para él no había temas menores, de cada uno se apasionaba y lo analizaba a fondo”.

Redactaba las secciones fijas Contrafilo y Tirando a fondo, en las que desarrollaba los géneros  de opinión. La polémica siempre fue de su preferencia, pues en ella podía abordar desde los problemas trascendentales hasta los más sencillos que preocupaban al pueblo.

Profesor Adjunto de la Universidad de La Habana y de planta en la antigua Escuela de Periodismo de Las Villas, ejerció siempre el magisterio cotidiano en la redacción. Por su entrega de tantos años  recibió, en 1984, el título de Maestro de Periodistas de las nuevas generaciones, otorgado por la Unión Nacional de Periodistas de Cuba.

Mercedes Rodríguez, al preguntarle por la importancia que tenía la enseñanza en la vida de Roberto, respondió: “Varias fueron las generaciones que se nutrieron con sus conocimientos, porque era un hombre que al mismo tiempo aprendía  y enseñaba. No fueron pocos a los que en más de una  ocasión, Roberto les “comió” el trabajo porque carecía de profundidad, o que lo enriqueció  con sugerencias al cambiar el enfoque.

“Y cuando me refiero a “comérselos” lo digo de forma literal, aunque parezca sorprendente. Bob tenía la manía de coger una cuartilla, estrujarla, meterse el papel en la boca y masticarlo. Pero también aprendía. Por ejemplo, cuando le dieron la computadora logró ser tan hábil en la búsqueda de información como cualquier joven. El dominio de la técnica de periodismo digital le permitió transmitir sus ideas revolucionarias en defensa de la Revolución Cubana”.

Ramón Borrero Ferrán, periodista del periódico villaclareño, expresó: “Vanguardia siempre fue una escuela. Con un profesor sin método pedagógico alguno, pero todo un amigo sabio: Roberto González Quesada, quien lo mismo estrujaba las cuartillas de un reportaje recién escrito y lo echaba el cesto de la basura, “porque esto no sirve”, así, sin muchos reparos, y te invitaba enseguida a un trago doble en el bar de la esquina de la calle Maceo para explicarte, licor por medio, cómo había que escribirlo para que fuera bueno”.

Rolando Verdece Borrego, también periodista del semanario, afirmó que González Quesada sabía si sus trabajos eran aceptados por el público, porque “el Robert, como le decíamos sus pupilos, era un apasionado; se metía en el tema, los disfrutaba, los seguía hasta chocar en la calle con los lectores, que le ofrecían el veredicto, y entonces, emitía una frase lacónica entre dientes: ¡Bueno, bueno, bueno!”

El Patriarca era capaz de deshacer en minutos el material que le entregaban para publicar, pero explicaba cada error. Lo que solía ponerlo serio era cuando alguien incurría con frecuencia en el mismo desliz. Lo asumía como falta de interés. Era muy exigente con la calidad.

Otro colega de Vanguardia, Benito Cuadrado, trae a la memoria que “Roberto me enviaba a rehacer el trabajo, si no tenía solución lo echaba a la basura. Su mesa siempre estaba llena de papeles: informaciones, reportajes, crónicas... Esa vorágine era tremenda. A veces eliminaba escritos que debían salir publicados al día siguiente. Pero de él siempre recuerdo la constancia.

“A pesar de la edad, era el último que se iba, a veces a altas horas de la madrugada, cuando se comenzaba la tirada del próximo día, porque alargaba invariablemente el cierre del periódico en espera de la última información, incluso, en  ocasiones hubo que rehacer la primera plana, y después de descansar unas pocas horas volvía en la mañana a la redacción. Y uno se pregunta, cómo fue posible que una persona se mantuviera tan lúcida e incansable durante tanto tiempo. A él lo caracterizaba la  laboriosidad.

“En los últimos años, ya en su octava década, padecía de una pierna enferma, y le habían puesto un fijador externo. Por eso dejó de ser jefe de Redacción, aliviando su contenido laboral, pero Roberto no se conformó y tomó la decisión de terminar su vida siendo reportero. Las limitaciones físicas las superó, e iba a los organismos e instituciones a buscar la noticia. Así se mantuvo hasta unas semanas antes de su muerte”.

Por su entrega al trabajo y eficiencia fue electo 11 veces Vanguardia Nacional del Sindicato de la Cultura, y desde que ingresó al Partido Comunista de Cuba, en 1969, demostró ser un militante activo y consecuente.

Mercedes, su amiga personal, y a quien Roberto González introdujo y adiestró en el quehacer periodístico, confesó que “él era capaz de defender su posición ante un tema, por trivial que fuera, con mucha fuerza en las palabras. Discutía acaloradamente. Aunque un poquito peleón, pocas veces se equivocaba. A pesar de las discusiones profesionales, siempre mantuvo la ética y la profesionalidad”.

Manuel de Feria García, fotoreportero gráfico del periódico, en muchas ocasiones realizó trabajos periodísticos junto a Roberto. Ahora, recuerda: ”Lo admiraba por su sagacidad, destreza, porque era muy observador y serio. Además de receptivo, tenía una inteligencia enorme, fue uno de  los pocos periodistas que no utilizaba agenda, no anotaba y, sin embargo, hacía excelentes escritos.

“En ocasiones no hablaba mucho, solo lo necesario. Le daba tanta importancia al trabajo que el 90 por ciento de su pensamiento estaba concentrado en este y el restante para todo lo demás. Por eso se exasperaba ante el primer indicio de superficialidad".

Entre los múltiples reconocimientos que recibió están las distinciones por la Cultura Nacional y Félix Elmuza, esta última otorgada por la Unión de Periodistas de Cuba, así como la de Hazaña Laboral de Tercer Grado.

Raima Elena Hernández, periodista-redactora de la página web del periódico, dijo: “El último trabajo de Roberto me lo dio cuando lo montaban en el carro para llevarlo al hospital. Yo hice la segunda parte del mismo y tuve que ir a enseñárselo, porque no me atrevía a publicarlo sin que él lo revisara”.

El Patriarca falleció el 4 de octubre de 2004 en Cienfuegos, dejando una huella en todos los que lo conocieron. Mercedes Rodríguez  siempre lo tendrá en la memoria, porque ella fue una de las personas que él moldeó. Ella espera que “en nuestra Isla sigan surgiendo ROBERTOS, porque él dejó en la redacción de Vanguardia un bullicio silencioso”.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

Ficha técnica:

En esta entrevista se tomaron citas de:

Un patriarca de la prensa cubana, escrito por Pedro de la Hoz el 5 de octubre de 2004, periódico Vanguardia.

Sitio www.cenit.cult.cu

Sitio www.vanguardia.co.cu/articulo

Objetivo central: Dar a conocer los aspectos profesionales y personales de la vida de Roberto González Quesada.

Objetivos colaterales: Recoger opiniones de sus colegas acerca de cómo era su trabajo en el periodismo y su personalidad.

Tipo de entrevista:

Por sus participantes: Colectiva.
Por su forma: De citas.
Por su contenido: De personalidad.
Por el canal que se obtuvo: Vía telefónica, documental e Internet.

Tipo de título: De referencia al entrevistado.
Tipo de entrada: De cita textual.
Tipo de cuerpo: De citas.
Tipo de conclusión: Frase de impacto o que evidencia el final.

Fuentes consultadas y clasificación:

Tipos de fuentes:

Mercedes Rodríguez García, reportera del periódico Vanguardia (directa).

Benito Cuadrado, periodista de Vanguardia (directa).

Manuel de Feria García, fotoreportero gráfico del periódico Vanguardia (directa).

Rolando Verdece Borrego, periodista (directa).

Raima Elena Hernández, periodista-redactora de la página web de Vanguardia (directa).

Un patriarca de la prensa cubana, de Pedro de la Hoz (documental).

A Roberto González Quesada, El  Patriarca, de sus colegas de Vanguardia (documental).

¿Quién es quién?, Internet (Documental).

Sitio www.cenit.cult.cu

Sitio www.vanguardia.co.cu/articulo

 

CON EL PERIODISMO DE LA MANO

CON EL PERIODISMO DE LA MANO

Juan Marrero González, vicepresidente de la Unión de Periodistas de Cuba y Premio Nacional, ofrece valoraciones acerca de la profesión que ha ejercido durante medio siglo.

ALIET ARZOLA LIMA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Marrero González deja todos los quehaceres y me atiende. Se muestra cordial como, según sus compañeros, es usual en él. La abarrotada mesa de trabajo indica que, aunque no está vinculado directamente a un medio de prensa, aún labora día a día en este oficio que llena su vida: el periodismo.

Junto a él se acumulan varios ejemplares de periódicos antiguos, tal vez con decenas de años de viajes de un lado a otro, los cuales, me contó, utiliza para escribir sobre el aniversario 50 de la Revolución.

Al comenzar el intercambio se quejó por tener que hablar de sí mismo, pero luego, apenas sin transición, confesó su eterna pasión por el béisbol, deporte que practicó en su etapa de estudiante: “Me gustaba mucho la pelota, era fanático del Habana y jugaba las posiciones del cuadro en el equipo  de la Universidad que participó en el Campeonato Junior Amateur, dirigido por Ramón Carneado”. Años más tarde, Carneado dirigió el equipo Industriales de la Serie Nacional de Béisbol.

Con asombrosa precisión recuerda anécdotas de hace más de medio siglo, cuando ya se evidenciaba su sentir revolucionario: “Al empezar a estudiar periodismo en la Escuela Márquez Sterling quería ser cronista deportivo por mi afición hacia la pelota, y a diferencia de muchos, no deseaba estar en la prensa para tener una botella o para ganar publicidad, mis ideales eran muy distintos”.

Al conversar sobre sus primeras experiencias prácticas habla sin prisa acerca de los inicios en la radio y de los colegas que le aportaron conocimientos para abrirse paso en el turbulento mundo de las publicaciones antes de la Revolución: “Tras graduarme de Periodismo empecé a trabajar en Radio Voz como redactor auxiliar con dos destacados poetas, periodistas y escritores cubanos, Ángel Augier y Rafael Enrique Marrero, de quienes aprendí mucho”.

Tras la victoria de los barbudos estuvo en los días fundacionales de la Agencia Prensa Latina en la que encontró a unos de sus más grandes maestros: Jorge Ricardo Masetti.

-¿Qué representó Masetti en su carrera?

Me enseñó cómo debía comportarse un periodista revolucionario, siempre comprometido con un ideal, y ser objetivo aunque no imparcial, porque entre el bien y el mal, entre lo justo y lo injusto, entre el oprimido y el explotador no se puede ser imparcial.

Estas ideas lo impulsaron a separarse del camino deportivo para dedicarse a las problemáticas internacionales, en las que después se convirtió en un verdadero experto: “Cuando empecé en Prensa Latina me olvidé del deporte, allí me dediqué más al trabajo de temas extranjeros como los relacionados con Colombia y otros países latinoamericanos”. Agradece, por tanto, parte de su formación a la agencia.

En 1965 se abrió su página más fructífera como periodista al crearse el diario Granma, en el cual ocupó diversos cargos de dirección y trabajó incansablemente ganándose el respeto de sus compañeros: “Yo integré el equipo fundador y años después fui jefe de la sección de Internacionales. Era muy exigente con la calidad, sobre todo, porque me pedía mucho a mí mismo. Trataba que las cosas salieran siempre bien, aunque nunca corregí ningún trabajo sin consultar primero con los periodistas”.

Incontables fueron las coberturas que realizó para Granma, “su más querido diario”, y recuerda particularmente los sucesos del barco Cerro Pelado en 1966, cuando nuestros deportistas fueron a participar en los Centroamericanos de Puerto Rico y el gobierno de Estados Unidos quiso impedirlo.

“Esos días fueron de mucha intensidad. Pensábamos que el viaje no se realizaría ya que los norteamericanos no nos querían en San Juan. E ignorábamos que iríamos a Puerto Rico atravesando las aguas del Caribe.  Estuvimos en peligro todo el tiempo desde que salimos de Santiago de Cuba a bordo del Cerro Pelado. Aviones norteamericanos sobrevolaban el barco y lanzaban mensajes amenazadores. José Llanusa, jefe de la delegación, leyó la declaración ante todos los atletas reunidos en la cubierta del barco en la que decidimos afrontar todo riesgo. Al final, el objetivo se cumplió y algunos logramos desfilar en la inauguración de los juegos”.

De Puerto Rico no olvida el apoyo de los boricuas a la delegación nacional, sobre todo el de un joven que anduvo todo el tiempo detrás del equipo de béisbol de Cuba en señal de solidaridad y apoyo contra las agresiones de grupos contrarrevolucionarios. “La gente nos apoyó mucho, por ejemplo, un muchacho pasadito de peso siempre estaba con la bandera cubana alentándonos. Nosotros lo llamamos el Gordo de Caguas, al que vimos por última vez dando gritos y saltos en una playa cuando retornábamos al barco Cerro Pelado, al pairo a tres millas de San Juan. Sobre esto escribí una crónica con el título El Gordo de Caguas”.

Considera que las coberturas de las cumbres del Movimiento de Países No Alineados de Argel, Sri Lanka, Nueva Delhi y Harare, fueron complicadas. Se refiere a que acompañó al Comandante en Jefe en  tres de ellas y, además, en visitas que efectuó a varios países de África, Asia, Europa y América Latina.   “Trabajar con Fidel era complicado, había que tener mucha responsabilidad. También estábamos obligados a buscar por dónde transmitir y en todos los lugares no existían las mismas condiciones. Recuerdo que en la gira africana había mucho riesgo por la situación de guerra del continente y las comunicaciones eran muy complicadas”.

Este hombre que arriesgó su vida en destinos vietnamitas cubriendo la guerra de aquel país evoca, además, las marcadas limitaciones que los periodistas enfrentaban en sus labores para poder brindar una información precisa y pormenorizada a los lectores.

-¿Cómo podía un reportero en esos años trabajar

con tantas restricciones, por ejemplo, sin Internet?

En aquellos tiempos debías tener tus propios archivos para documentarte porque no había Internet ni ninguna otra facilidad tecnológica que permitiera acceder a todos los detalles que hoy obtenemos sin levantarnos de la silla. Además, estábamos bloqueados por los norteamericanos y eso representaba una restricción aún mayor. Aquí había medios y periodistas que pacientemente habían ido formando sus propios archivos con documentos de un inmenso valor, y, además, usábamos como fuentes a los funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores, del Partido y los centros de estudios que nos brindaban datos imprescindibles.

Tampoco vacila a la hora de destacar las marcadas diferencias entre el periodismo de la Cuba revolucionaria y el puesto en práctica bajo el mandato sumiso y capitalista de los gobiernos neocoloniales: “En el periodismo revolucionario se da una especial atención al análisis y no al desarrollo del sensacionalismo, las frivolidades o la prensa amarilla. Para nosotros el periodismo no es negocio, está totalmente apartado del mercantilismo y representa pensamiento, instrucción y educación”.

A pesar de haber influido notablemente en varias generaciones, no se considera un superdotado en la docencia: “Enseñar nunca ha sido mi fuerte, no obstante, mis alumnos hoy me aprecian y reconocen, aunque yo solo les transmití mis experiencias para que se formaran como buenos periodistas y seres humanos”.

Se ve emocionado cuando el tema de la familia viene a la conversación. Una inmensa pasión por hijos y nietos es evidente, aunque habla, sobre todo, de su compañera en el camino de la vida: Ángela.

“Llevo 35 años casado y ella ha logrado comprenderme porque también es periodista. Nosotros nos hemos ayudado uno a otro, cuando ella necesita que le revise algún trabajo yo lo leo y le doy mi opinión, y lo mismo sucede cuando reclamo sus criterios.”

Esa es la filosofía de un hombre que ha escrito tanto como le ha sido posible, nunca se ha detenido y hoy no se atreve a seleccionar sus mejores trabajos, pues acumula miles en su haber: “Cada libro, cada reportaje ha tenido su valor, aunque algunos han sido más útiles que otros. Durante años escribí casi diariamente para las páginas de Granma sobre temas internacionales y nacionales. Fueron miles de escritos, cada uno con un significado diferente, de ellos seleccioné, según mi criterio, los mejores para conformar el libro Apremiado por el cierre.

Señala, además, que considera como maestros de periodistas a José Martí y Fidel Castro, ya que han demostrado todo lo bueno que se puede hacer en esta profesión: “Martí siempre me atrajo, él marcó pautas, es increíble cómo contaba acontecimientos que no había vivido; desde el punto de vista periodístico era un genio. Fidel, por su parte, siguió su ejemplo siendo muy claro en tiempos diferentes”.

En 2003 Marrero mereció el Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de toda la vida y es considerado una voz muy autorizada para comentar sobre las principales deficiencias que aparecen en los medios nacionales: “El gran déficit está en la información. Aquí no existe la conciencia de que toda noticia útil e interesante debe ser publicada. Faltan muchos datos que el pueblo no conoce. La prensa debe informar más que comentar, ya que en muchos casos estos comentarios están llenos de lenguaje administrativo, retórica y carecen de los detalles que el público necesita escuchar. Falta mucho para tener un buen periodismo, pero tenemos que lograrlo y espero estar vivo”.

-¿Cómo valora el papel de las nuevas generaciones

en la construcción de un periodismo diferente?

Los jóvenes se están formando muy bien, sólo deben poner en práctica lo que se les enseña y comprender el país en que viven y al que representan, para cumplir con el reto de eliminar el periodismo gris y poco atrayente. Nuestro objetivo debe ser lograr que la gente se sienta satisfecha con la labor que realizamos.

Al preguntar sobre lo que puede quedarle sin hacer, este hombre con más de siete décadas vividas no tiene límites en su carrera: “Yo he hecho de todo y hoy por hoy siempre estoy escribiendo. Mientras tenga lucidez lo seguiré haciendo, porque es lo que más me gusta”.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

Ficha Técnica:

Objetivo central: Indagar en la personalidad de Juan Marrero, tanto en su vida profesional como personal. Conocer aspectos destacados de su trayectoria como periodista. 

Objetivos colaterales: Conocer sus inicios en el periodismo. Recopilar información acerca de su papel como fundador de Prensa Latina y Granma. Indagar en las coberturas de eventos que realizó durante su carrera. Obtener criterios autorizados acerca de la situación actual de la prensa cubana. Obtener valoraciones sobre la formación de los nuevos periodistas.

Tipo de entrevista

Por los participantes: Individual
Por su forma: Mixta
Por su contenido: De Personalidad
Por el canal que se obtuvo: Encuentro directo

Tipo de Título: De alusión al tema y al entrevistado
Tipo de entrada: De presentación
Tipo de cuerpo: Mixto
Tipo de conclusión: Opinión del entrevistado

Fuentes consultadas:

Entrevista “Apremiado por el cierre”. Autor: Iraida Calzadilla (http:/ islalsur.blogia.com)
Biografía de Juan Marrero González (http:/ quienesquien.cip.cu)
Artículo “El periodismo en la Revolución Cubana”. Autores: Ernesto Vera, Roberto Pavón y Juan Marrero (http:/ cubaperiodistas.cu)