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Isla al Sur

Premios Nacionales de Periodismo

UN HOMBRE QUE NACIÓ PARA ESCRIBIR

UN HOMBRE QUE NACIÓ PARA ESCRIBIR

Acercamiento a la vida y obra de Baldomero Álvarez Ríos, Premio Nacional de Periodismo José Martí en 1999.

KARLA VALERO TIELES,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

“Baldomero es uno de los periodistas cubanos más significativos, tan grande como su modestia, su sencillez y su humildad”, así fueron las primeras palabras de Ernesto Vera, Presidente de Honor de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), cuando le pedí que habláramos sobre este hombre.

A sus 84 años de edad, la salud de Baldomero no es la mejor, ello impidió que pudiera entrevistarlo. Pero la vida de este hombre no está dormida entre quienes fueron sus compañeros de trabajo durante una larga y productiva carrera profesional. ¿Quiénes mejor que ellos para contar su historia?

“Desde sus inicios, Baldomero Álvarez fue un periodista creativo, dedicado, que con cada trabajo logró demostrar una gran eficiencia. Siempre fue un hombre enamorado de su profesión”, continúa Vera.

“Comenzó en el noticiero Tribuna Libre. Fue redactor de deportes, además de trabajar para diarios como Resumen, Acción, La Nación, La Discusión y Finanzas”.

“En la década de 1950 escribió para las emisoras Radio Reloj y Unión Radio. En esta última colaboró, con otros compañeros como Roberto Agudo, en la búsqueda de información sobre lo que realmente sucedía en la Sierra Maestra, para luego publicar en el exterior, en especial en los Estados Unidos. El día 1 de enero de 1959, junto a un grupo de periodistas, tomó la emisora para transmitir los primeros partes revolucionarios y hacer el llamado a la huelga general.

“También se destacó no solo por ser un buen periodista, sino que demostró ser un gran revolucionario, comprometido con la verdad. La osadía fue una característica de Baldomero desde siempre. Quizá por eso ha llegado tan lejos, porque para esta profesión es necesario amar la verdad más que a nada y tener, igual que él, plena convicción en los ideales, al punto de defenderlos por encima de todo, aún cuando esto pueda costar caro.”

Mucho supo de esto Baldomero, quien se salvó de la muerte por un “pelito”. Fue en los tiempos en que trabajaba como corresponsal en La Habana para Visión, una revista editada en Nueva York, pero que tenía gran difusión en los países de América Latina.

En 1955, por la situación en la que se encontraba Cuba, Baldomero consideró oportuno aceptar la invitación que le ofrecían para trabajar en dicha publicación, sobre esto comentó en una ocasión: “En mi criterio, la situación cubana resultaba propicia para aceptar tal oferta. Habían transcurrido los sucesos del asalto al cuartel Moncada, había nacido un líder revolucionario indiscutible, Fidel Castro, y el régimen anticonstitucional de Batista, resultado de un golpe militar, en fin, una situación que podría atraer el interés de aquellos editores de Visión. Pensé y estaba convencido de que lograríamos divulgar en las páginas de esa revista muchos sucesos y anécdotas favorables al empeño revolucionario.”

Así lo hizo, pero esa actividad pronto comenzó a incomodar a la tiranía y no tardaron en dar muestra de ello. Álvarez Ríos fue llevado al cuartel militar de Columbia por agentes del Servicio de Inteligencia Militar y fichado por el Buró de Represiones de Actividades Anticomunistas. Esto sucedió, según le informaron,  por sus vínculos con la Juventud Socialista.

A pesar de ello continuó su actividad profesional. Años más tarde, Batista concedió una entrevista al director de Visión, y mostrándose muy interesado preguntó por el nombre del corresponsal de la revista en Cuba. Fue una gran indiscreción que éste revelara la identidad de Baldomero.

Al triunfo de la revolución se descubrió su nombre en un listado de opositores que la tiranía se proponía asesinar el día 6 de enero. En relación con esto, Juan Marrero, vicepresidente de la Unión de Periodistas de Cuba, recuerda: “El Día de los Reyes. Ese era el regalo que le tenía preparado Batista.” Y Vera concluye: “Si no llega a triunfar la revolución, lo hubiesen matado.”

Entre las tantas responsabilidades que tuvo a lo largo de su carrera están las desempeñadas al frente del Colegio Provincial de Periodistas, del cual fue Vicedecano en 1957 y Decano dos años más tarde. Su desempeño en esta institución fue de suma importancia y quedará por siempre en la historia del periodismo cubano, ya que al mando del Colegio, Álvarez Ríos tuvo un rol clave en todo el proceso de depuración que se realizó debido a la gran cantidad de periodistas que se corrompieron y faltaron a la ética durante el período de la dictadura de  Batista.

Su participación fue muy activa y de gran participación en la creación de lo que se denominó Frente Revolucionario de Periodistas, en la conformación de las Milicias Periodísticas Félix Elmuza, de las comisiones de libertad de prensa y en la implantación de la coletilla.

La coletilla surgió como método de enfrentamiento a la campaña contra la revolución que se llevaba a cabo en los medios. Los periodistas, los locutores y los trabajadores gráficos, crearon un movimiento y constituyeron comisiones de libertad de prensa en los periódicos donde esto sucedía.

Cada artículo en el que se difamaba a la revolución cubana era publicado, pero al final del mismo salía una coletilla que declaraba que la anterior información era divulgada en nombre de la libertad de prensa existente en el país, y por decisión del director del periódico; pero que los periodistas y trabajadores gráficos de la publicación la consideraban falsa y, por tanto, no estaban de acuerdo con la misma. Este método fue puesto en práctica también en la radio, y fue Baldomero su principal impulsor.

Sobre este tema recordó Vera: “Él fue el primero en denunciar a la prensa reaccionaria y en sumarse a las luchas del periodismo revolucionario. Después lo hicieron centenares, pero él fue el primero y eso es importante.”

En 1959 participó en la organización para la fundación de la Agencia Prensa Latina, que se creaba por la necesidad de América Latina, hasta el momento sin voz propia, de defenderse y darse a conocer dignamente ante el mundo.

“Precisamente Baldomero es el que habla conmigo para ver si yo quería ir a trabajar a Prensa Latina, en el proyecto que se estaba organizando a principios de la Revolución”, recuerda Marrero.

A estas alturas de más indagación, pienso que Baldomero tiene la receta para lograr que una sola vida alcance para hacer mucho. Los que lo conocen bien, aseguran que tras su rostro de aparente pasividad, se esconde ese impulso incontrolable que lo ubicó siempre a la vanguardia. 

En 1961 fundó Radio Habana Cuba, emisora de la cual fue director. Participó en la creación de la Unión de Periodistas de Cuba y formó parte de su presidencia en varias ocasiones: en 1974, en el III Congreso de la organización fue electo Secretario de Relaciones Exteriores, y en 1980, en el IV Congreso, Vicesecretario General, cargo que ocupó hasta 1986.

Con la satisfacción que produce el recuerdo de los buenos tiempos, Ernesto Vera evocó la maravillosa experiencia que resultó trabajar junto a Baldomero cuando él ocupó la presidencia de la UPEC.

“En ese tiempo, jamás entró a la oficina sin pedir permiso por más que le insistía que aunque estuviera atendiendo a quien fuera, él tenía el derecho de entrar en mi despacho libremente; pero Baldomero jamás lo hizo, es un hombre sumamente respetuoso.”

Álvarez Ríos fue Secretario General de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP) con sede en México. Durante varios años ocupó ese puesto en representación de la UPEC.

En 1971 participó en un viaje a Chile, Lima y Guayaquil  junto a una delegación de periodistas que acompañaba al Comandante en Jefe Fidel Castro. Para Baldomero la oportunidad fue única y constituyó un privilegio. Las memorias quedaron registradas en su libro Chile, el viaje de Fidel de Iquique a Tierra del Fuego.

Otros títulos como La revolución de Martí, o Serás cubano, lo consecuente y lo imprescindible en Pablo de la Torriente Brau, revelan una de sus grandes pasiones: la historia. Baldomero fue un profundo investigador que dedicó mucho tiempo al estudio de los anales del periodismo y de la Revolución cubana.

No son pocas las distinciones que por sus méritos profesionales recibió Baldomero: los premios Enrique José Varona, Álvaro Reynoso y 26 de Julio. El más reciente, la Medalla Conmemorativa del 30 Aniversario de la Federación Latinoamericana de Periodistas, le fue entregado en el 2007.

Álvarez Ríos tuvo el honor de ser el primero en recibir esta condecoración, entregada a varios de los fundadores de la institución. El reconocimiento le fue entregado de manos de Ernesto Vera. Al contar sobre ese día, Vera recuerda Álvarez Ríos se sintió muy feliz y emocionado.

Pero quizá uno de los más especiales de tantos reconocimientos que ha recibido, sea el Premio Nacional de Periodismo José Martí, el cual tiene gran significación en la prensa cubana: el más alto galardón que concede la Unión de Periodistas de Cuba. En 1999, en ocasión del VII Congreso de la UPEC, se hizo entrega Por la obra de la vida, a 15 de los más sobresalientes profesionales del gremio, entre los que se encontró Baldomero, y lo recibió de manos del Comandante en Jefe Fidel Castro.

En la legión de profesionales dignos de seguir, está en la prensa cubana por derecho propio Baldomero Álvarez Ríos. A él también  debemos, en gran medida, mucho de lo que es hoy el periodismo cubano.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

Ficha Técnica:

Objetivo central: Conocer  aspectos sobre la vida profesional y personal del entrevistado.

Objetivos colaterales: Conocer su desempeño periodístico antes y después del triunfo de la revolución. Indagar sobre su labor al frente del Colegio de Periodistas y conocer algunos de sus más importantes premios y publicaciones.

Tipo de entrevista:
Por los participantes: Colectiva.
Por su forma: De citas.
Por su contenido: De personalidad o biográfica.
Por el canal que se obtuvo: Encuentro directo con Ernesto Vera, Presidente de Honor de la Organización Internacional de Periodistas y de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), y con Juan Marrero, vicepresidente de la Unión de Periodistas de Cuba.

Tipo de título: De referencia al entrevistado.
Tipo de entrada: De cita directa.
Tipo de cuerpo: De citas.
Tipo de conclusión: De opinión o comentario del entrevistador.

Fuentes Consultadas: 

Documentales:
Ficha Técnica proporcionada por la UPEC.
Artículo Lo iban a asesinar el Día de los Reyes de 1959, por Juan Marrero, espacio Cronistas de su tiempo de la web: www.cubarte.cult.cu

No documentales:
Juan Marrero, vicepresidente de la Unión de Periodistas de Cuba, y Ernesto Vera, Presidente de Honor de la Organización Internacional de Periodistas y de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP).

JUAN DEL PUEBLO

JUAN DEL PUEBLO

Esta es una de las profesiones más nobles que hay y cuando uno siente la vocación de verdad, no piensa nunca en el retiro, afirma Juan Sánchez, periodista laureado por la obra de toda la vida.

HALIA RAMOS HERNÁNDEZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.         

Juan Sánchez Sánchez nació en la ciudad de Cienfuegos el 16 de mayo de 1929. Graduado de la Escuela Profesional de Periodismo Manuel Márquez Sterling y de Derecho en la Universidad de La Habana, comenzó a trabajar en 1955 como reportero del periódico La Calle e integró también las redacciones de Alerta, CNC-Reloj de Cuba y Radio Mambí.

En 1960 ingresó en la Agencia Prensa Latina y posteriormente colaboró con Verde Olivo, Radio Reloj y Bohemia. Director y profesor de pintura de la Academia San Alejandro, merecedor del Premio Nacional de Periodismo José Martí en 1999, el Premio Nacional de la Crítica y de Periodismo Cultural, este hombre de extrema sensibilidad confiesa su pasión por dos amores: el periodismo y la pintura.

-¿Qué era La Calle y por qué

el seudónimo Juan del Pueblo?

La Calle fue el único periódico de oposición que hubo durante la dictadura de Batista. Lo dirigía Luis Orlando Rodríguez y era de corte ortodoxo. Le llamaban así porque ese nombre recogía su propósito de residir entre el pueblo. Otros títulos de periódicos también daban similar idea: Alerta, Pueblo; pero La Calle estaba más íntimamente ligado a las preocupaciones de la gente. El seudónimo Juan del Pueblo era la combinación de mi nombre con el pueblo. Ese era su objetivo, no hay otro trasfondo ni explicación.

En los primeros años de la Revolución continuó haciendo periodismo, y se unió a lo que ésta trajo nuevo que fue, por ejemplo, la redacción cablegráfica en Prensa Latina, agencia creada en 1959. Para esa fecha, la pirámide invertida como estructura estándar de los relatos periodísticos estaba más que asentada en el mundo.

En Cuba, como en todos los países de América Latina y muchos de Europa, el estilo informativo y la pirámide llegaron con la influencia de los cables de las agencias internacionales: “Aquí no había un medio de esa magnitud. Vino un argentino, Jorge Ricardo Masetti, y lo designaron para fundar la agencia”. Juan estuvo entre los iniciadores, como periodista de fila.

Masetti fue quien los enseñó a redactar cables, cuestión que resultó muy difícil por las características de ese estilo: “La información cablegráfica respondía a determinados elementos: el qué, quién, cómo, dónde, cuándo y por qué, o sea, el lead. Nada de eso se tenía en cuenta en el periodismo cubano. Aquí solo se hacían los trabajos en forma de versiones de noticias y reportajes”.

-Si en nuestro país no se hacía el

lead informativo, ¿fue entonces

Masetti quien lo introdujo?

Exactamente, aquí usábamos despachos de la Reuters, la AP, y otras más que eran las agencias que nutrían los periódicos. Todo era sin una raíz nacional. El Che, como coterráneo de Masetti, apoyó mucho la fundación de una agencia internacional con casa matriz en Cuba.

-Formó parte del grupo de periodistas

que acompañó a Fidel a Naciones Unidas

en 1979, ¿cómo recuerda aquel discurso?

Fidel fue una sensación en Naciones Unidas, el discurso fue impresionante. En los pasillos se comentaba la capacidad de oratoria del líder de la revolución cubana. Los periodistas estábamos en la tribuna y vimos todo. Al llegar a Cuba tuve la dicha de publicar una versión en la revista Bohemia.

-Usted fue enviado a Santiago de Chile

a una reunión de la Organización de Estados

Americanos y no lo dejaron entrar,  ¿por qué?

En Santiago se iba a desarrollar una reunión de cancilleres. A los periodistas nos apartaron ubicándonos en un hotel de la ciudad, y no pudimos ejercer nuestro trabajo. Todos imaginamos por qué… (y deja inconclusa la respuesta)

-Si evocara algún momento de su

paso por Bohemia, ¿qué diría?

Estoy muy orgulloso de la revista y de sus cien años. Tal parece que fue ayer cuando la crearon por la juventud que aún respira. Aunque hice mis estudios profesionales en la Márquez Sterling, Bohemia fue mi gran escuela.

Al mencionar a Bohemia, el inagotable Juan Sánchez no contiene tanta nostalgia y orgullo y una ligera lágrima se desliza por su mejilla. Entonces vuelven a tomar fuerza las palabras de sus amigos y compañeros de trabajo Carlos Piñeiro, Sahily Tabares, Mercedes Alonso y Pedro García: ellos coinciden en que Juan Sánchez ha sido un periodista de gran importancia, tanto en la trayectoria de Bohemia como en el periodismo cubano.

En los primeros años de la Revolución estuvo al frente del departamento de Cultura en Bohemia. Sus inclinaciones artísticas, principalmente por la plástica, y su amplio conocimiento sobre los grandes pintores de nuestro país como Zayda del Río, Amelia Peláez, Ponce y Víctor Manuel, lo motivaron a escribir varias páginas dedicadas a la pictórica cubana.

“Es un periodista con chispa. Sus dotes: carácter, paciencia, sosiego, maestría profesional, perspicacia al criticar y luego alentar lo hacen convertirse en una especie de Eliseo Diego”, afirma Carlos Piñeiro.

“Sabía cómo sacar el mayor partido a cada uno de sus compañeros. Su vasto conocimiento le permitió platicar con los más conocedores de historia, poesía, teatro y medios audiovisuales, dándole sugerencias, ya sea en la forma, como en el contenido. Le gustaba que al reportaje histórico se le insertara un matiz literario”, asevera Pedro García, mientras que Sahily Tabares enfatiza en que “es todo un caballero, un hombre de inmensa cultura y una brújula y eminencia del periodismo cultural, elocuente, reflexivo, justo, una persona intachable; Juan para mí es un padre”.

“Tuve la oportunidad de poder trabajar con el gran Juan Sánchez. Y si digo gran, es porque grande es su pecho, su sabiduría, su amor al periodismo que ejerció con dignidad y ética imitables. Muchas veces me he preguntado en el ejercicio de este oficio cuáles debían ser mis paradigmas, mis maestros, mis pautas… Juan está entre los primeros ejemplos”, comentó Mercedes Alonso.

-De sus reconocimientos, ¿cuál

ha sido el más significativo?

El Premio Nacional de Periodismo. El cubano mayor, Martí, fue periodista, y su obra influyó mucho en mi carrera. Yo tenía vocación antes de conocer en profundidad sus textos, porque siempre me gustó escribir, pero sus ideas determinaron quien soy como periodista. Es un orgullo para los que amamos esta profesión, que el premio que se otorga por la obra de toda la vida, lleve el nombre del Apóstol.

-¿Cómo un periodista llega a ser profesor

y director de la Academia San Alejandro?

En la primaria adoraba dibujar y tuve la suerte de vivir cerca de la calle Dragones, que era donde estaba la antigua Academia de San Alejandro. Estudié allí y como me gustaba tanto, llegué a destacarme un poco.

Recuerdo que en aquel momento se dividía en dos: un nivel elemental y San Alejandro propiamente, la escuela profesional. Yo empecé, lógicamente, por el primero, pero tuve un buen entrenamiento y no fue muy difícil aprobar los dos años.

De allí tenía que dar el salto a la escuela superior de Dragones, y el profesor de dibujo, Gurmencindo Verea, me dijo: “Mira, chico, tú has sacado las asignaturas, pero te voy a retener aquí porque te vas a perder entre tantas personas mayores”.

Cuando paso a la superior, gané una cátedra en Dibujo y me quedé como profesor de nivel básico. Me mantuve impartiendo clases y, por los años 70, fui nombrado Director de la Academia.

-¿Todo ese tiempo sin abandonar el periodismo?

Sin abandonarlo.

En 1966 se graduó de Derecho en la Universidad de La Habana. Estudió abogacía, a pesar de que su madre anhelaba tener un hijo doctor. A Juan no le gustaba la tradición familiar de dentista, sino las letras. Solo ejerció la profesión en una ocasión. Recién graduado, a un compañero suyo, periodista de Bohemia, lo acusaron de haber hecho una crítica muy fuerte y le pidió que lo defendiera. No se pudo negar y fue la primera vez que se puso una toga negra. Afortunadamente ganó el caso.

-Entre sus recuerdos,

¿qué lugar ocupa Angola?

En el año 1983 fui enviado a Angola como corresponsal de guerra, lo cual significó una experiencia nueva, y el descubrimiento de un mundo y ambiente diferentes. Era el África negra, pero a pesar de esto y del portugués, ellos mantenían una estrecha relación con los cubanos. Íbamos por la selva, los matojos nos cubrían, había que tener mucho cuidado con las minas porque cuando pasaba el jeep, explotaban.

-Su familia…

Excepcional, han tenido la paciencia de atenderme. Cuando en Barcelona me dio una hemiplejia, dejándome paralizado el lado izquierdo, ellos se ocuparon de mí. Llevo seis años discapacitado y mi familia, con amor siempre, ha sabido apoyarme, constituye un pilar infalible en mi vida. 

-Si tuviera la oportunidad de

comenzar una nueva vida, ¿qué sería?

Indiscutiblemente, lo mismo. Recorrería exactamente el mismo camino, sin apartarme ni una pulgada. Sería periodista y pintor, dos vocaciones que me cautivaron desde niño. Esos son mis grandes amores y a veces cuando uno tiene dos grandes amores, que vienen desde el fondo del corazón, tiene que compartirse entre los dos.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.
  
Ficha técnica:

Objetivo central: Conocer acerca de la vida y obra de uno de los premios nacionales de Periodismo y sus experiencias en más de 50 años de trabajo.

Objetivos colaterales: Reflejar la labor de Juan antes del triunfo de la Revolución y posterior a 1959. Abordar la faceta como director de la Academia de San Alejandro. Conocer sobre anécdotas y experiencias del entrevistado. Su labor al frente de la página de Cultura de la revista Bohemia.

Tipo de entrevista:
Por los participantes: Colectiva.
Por su forma: Mixta.
Por su contenido: De personalidad, biográfica.
Por el canal que se obtuvo: Vía directa.

Fuentes consultadas: No documentales, directas:

Sahily Tabares, Mercedes Alonso, Pedro García y Carlos Piñeiro, periodistas de Bohemia.

 


 

EL PRIVILEGIO DE UN PROTAGONISTA

EL PRIVILEGIO DE UN PROTAGONISTA

Por más de 50 años de consagración a su profesión, Joaquín Oramas, Premio Nacional de Periodismo José Martí 2004, permanece en el recuerdo de quienes lo conocieron. 

GLENDA ARCIA SOCORRO,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

“El 26 de julio de 1989, en el acto por el aniversario del asalto al Cuartel Moncada, Fidel se refirió a los acontecimientos que se vislumbraban sobre el campo socialista. En aquella ocasión  expresó que si la Unión Soviética se disolvía, seguiríamos solos defendiendo las banderas del socialismo. Como movidos por un resorte todos los presentes nos pusimos en pie. Con el puño en alto manifestamos nuestro apoyo a las palabras del Comandante. Esa prueba de confianza y amor a la Revolución se convirtió en la más  alta expresión de lo que ha sido mi vida como profesional de la prensa y como cubano”.

Así finalizó Joaquín Oramas Roque su discurso el 10 de marzo de 2004. Ese día había recibido el Premio Nacional de Periodismo José Martí, máximo galardón que otorga la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) por la obra de toda la vida. Dos años después, el 27 de abril, falleció el fecundo periodista debido a un accidente cardiovascular.

Oramas contaba al morir 74 años y se desempeñaba como jefe de Información del semanario Granma Internacional, después de una larga trayectoria como reportero del periódico Granma. Había dedicado a su profesión más de medio siglo de existencia.

El Viejo, como lo llamaban cariñosamente, se inició en el periodismo en 1950. En ese año matriculó en la escuela Manuel Márquez Sterling. Gabriel Molina, su compañero de estudio y más  adelante director de Granma Internacional, evoca los momentos en la Academia.

“En aquella época éramos muy jóvenes, pero ya sentíamos deseos de trabajar. Joaquín siempre hablaba de la necesidad de vincular la teoría aprendida en las clases con la práctica. Con ese propósito comenzamos a escribir para la revista Semanario de Actualidad a la cual pertenecía un amigo nuestro. Era una publicación pequeña. No  pagaban, pero nos permitían desarrollar lo que nos enseñaban en la escuela”.

-¿Qué significó para usted ser jefe de Oramas

en Granma Internacional después de haber

compartido con él los tiempos de estudiante?

Como directivo mantuve una relación respetuosa con todos los periodistas. En el caso de Joaquín, la comunicación resultaba más fluida porque habíamos estudiado juntos. Nos conocíamos muy bien. Sabíamos nuestras debilidades y fortalezas. Podía confiar en él.

Siempre admiré su facilidad y su gusto por buscar información. Le encantaba ser reportero, estar en contacto con la gente. Ante cualquier tarea respondía con todo lo que tenía en el corazón y la mente.

Oramas es considerado fundador del diario Granma, donde trabajó como reportero de temas económicos. Juan Varela, quien tuvo la oportunidad de compartir con él durante su estancia en este periódico, rememora: “Llegué a Granma a finales de la década de los años 60. Ya él tenía cierto prestigio. Dentro del periodismo dominaba varios sectores, pero se destacaba en las ramas de la economía, sobre todo, en la esfera de la industria básica”.

-¿Qué aportes hizo a este sector?

Demostró que se puede hacer un periodismo económico ligero, ágil, sin dejar de ser profundo. Él aplicó un estilo diferente: hizo un periodismo entendible sin ser superficial. Joaquín dedicó gran parte de su vida a escribir sobre la minería y la energética. De esa consagración surgió Piedras hirvientes, libro en el cual recogió los principales hechos, procesos y circunstancias que conforman la historia de la minería en Cuba.

Maestro de periodistas

“Maestro por vocación”, así definió Juan Varela a Joaquín Oramas y agregó: “Impartía cursos en el periódico a los reporteros de otras provincias. Era un profesional de gran experiencia y ayudaba mucho a los jóvenes que comenzábamos en Granma. Yo me iniciaba en el periodismo económico. Me enseñó cómo enfocar los temas vinculados con la zafra azucarera de manera que resultasen entendibles a todo tipo de público”.

Fueron muchos los que, como Varela, contaron con el apoyo de Joaquín cuando daban sus primeros pasos en la prensa escrita. Entre ellos, Roger Ricardo Luis, director de Investigaciones del Instituto Internacional de Periodismo José Martí.

"Recién graduado de Periodismo en el año 1975, me ubicaron en Granma y me asignaron a Oramas como tutor. Aprendí mucho durante el tiempo que compartí con él. Siempre me hablaba de la importancia de tener información recopilada para usarla cuando hiciera falta y de la necesidad de ser muy cuidadoso con las fuentes. Poseía una amplia cultura. Maestros como él deberían multiplicarse".


 
-¿Qué le legó a la nueva generación de periodistas?

Nos legó el paradigma del gran reportero de temas nacionales. Podía escribir sobre cualquier asunto y buscarle el lado humano a la información. Si no se es buena persona no se es buen periodista. Él era buen periodista.

Joaquín fue también maestro de su propio hijo. Orlando, “Oramitas”, hoy subdirector de Granma: “Papá era mi amigo, mi compañero, la persona que me aconsejaba como nadie podía hacerlo. Todavía lo busco para consultarle alguna duda y me entristece no encontrarlo.

“Yo crecí entre periódicos y libros. Fue su ejemplo el que me impulsó a ser periodista. Era un gran cronista y reportero, uno de los mejores que he leído en el periodismo cubano. Me enseñó que la humildad es imprescindible en un medio que se presta mucho al egoísmo”.

-¿Lamenta la prensa cubana la

muerte de Joaquín Oramas?

Se hacen eco las palabras de Juan Varela: “Los hombres como él no aparecen todos los días. Fueron más de 50 años de sistematicidad en la calidad profesional. No se destacó un mes, sino toda la vida. Fue uno de los grandes periodistas de la prensa escrita que tuvo Cuba”.

El Viejo dejó en aquellos que lo conocieron una huella imborrable. Su carácter jovial  lo hizo merecedor de un profundo afecto. Raúl López, fotorreportero y su amigo durante varios años, lo reafirma: “Él era querido por todos, pues mantenía con los demás un trato exquisito. Lo vi bravo pocas veces. Casi siempre se mostraba agradable y jaranero. Le gustaba divertirse con el softball. Cuando se fundó Granma en 1965, hicimos seis equipos en el periódico y él jugaba en uno de ellos. Yo le agradezco su ayuda y amistad. Siempre lo consideré admirable tanto como ser humano que como profesional”.

Para Astrid Barnet, con quien Oramas compartió una buena parte de la vida y su profesión, este hombre puede resumirse en una palabra: sencillez.

“Era  la persona más desinteresada por las cosas materiales que he conocido. Si hacía un favor, no esperaba compensación alguna. Nunca pretendió sobresalir y mucho menos imponer su criterio. La noche antes de recibir el Premio Nacional de Periodismo José Martí, me pidió que le revisara el discurso que iba a pronunciar. Él sabía que estaba bien escrito, pero no se atrevía a reconocerlo. Redactores como él, sinceramente, hay pocos”.

Periodismo y Revolución

Cuando se escriba sobre los periodistas que figuran en la historia de la Revolución Cubana, no puede faltar el nombre de Joaquín. Por su labor como reportero de Radio Reloj en la Universidad de La Habana, se vinculó desde muy joven al Directorio Revolucionario.

“Denunciaba los crímenes que se cometían contra los integrantes de la FEU y el Directorio. Cada vez que alguno era apresado, él daba la noticia. Así evitaba que las represalias contra los jóvenes revolucionarios fueran más violentas”, cuenta Gabriel Molina al recordar aquella época.

Las publicaciones de Oramas originaron que en dos ocasiones el régimen de Batista suspendiera por tres días las transmisiones de la emisora: la primera, cuando emitió la noticia de las más de 100 bombas que estallaron una noche en La Habana; la otra, cuando,  no obstante la censura, informó sobre el asesinato de un grupo de estudiantes en la calle  Humboldt No.7.

Sobre esta faceta de la vida de su padre, “Oramitas” comenta: “Fue, prácticamente, el primer periodista revolucionario dentro del Palacio Presidencial, hoy Palacio de la Revolución. Dos de sus hermanos murieron en la lucha. Por eso, le costaba bastante hablar de esa etapa.

“En una ocasión me describió el entierro de Eduardo Chibás, en el que él había participado. Centraba su relato en la figura de Fidel Castro: ‘Desde aquel momento supe que ese hombre sería grande’, decía”.

Astrid afirma: “El 1ro. de enero de 1959 fue para Joaquín un hecho emocionante, desde es momento se sintió más comprometido con su país”.  

-¿Cómo definir a Joaquín Oramas?

Bastan sus propias palabras en ocasión de recibir el Premio Nacional de Periodismo José Martí y en entrevista concedida a la periodista Silvia Barthelemey: “Tuve el privilegio de ser cronista o sencillamente modesto protagonista, como parte de los millones de cubanos que desde el primer momento manifestaron su apoyo irrestricto a la Revolución. Martí sentenció que todo hombre debe escribir un libro, tener un hijo y plantar un árbol, y esas tres cosas yo las he hecho”.

Agradecimientos por la realización de este trabajo a: Andrea Hernández, de la Unión de Periodistas de Cuba; Oscar Sánchez, subdirector del periódico Granma; Migdalia Hardy, jefa de producción; Deila Rojas, secretaria; Alberto Borrego, fotorreportero; Gustavo Becerra, jefe de edición; y Miguel Comellas, subdirector, todos del semanario Granma Internacional.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

FICHA TÉCNICA:

Objetivo central: Resaltar los valores y méritos del periodista que fue Joaquín Oramas, a quien se le otorgó en el año 2004 el Premio Nacional de Periodismo José Martí.

Objetivos colaterales: Dar a conocer: los aportes hechos por Joaquín Oramas al periodismo cubano, fundamentalmente en el sector económico; las opiniones de quienes lo conocieron acerca de sus cualidades como profesional y ser humano; la labor revolucionaria de Oramas; su papel como formador de la nueva generación de periodistas.

Tipo de entrevista:
Por los participantes: Colectiva.
Por su forma: Mixta.
Por su contenido: De personalidad o biográfica.
Por el canal que se obtuvo: Directa en las conversaciones con la esposa, el hijo y los compañeros de trabajo; documental, en el caso de las declaraciones del propio Joaquín Oramas.

Tipo de título: Genérico.
Tipo de entrada: De cita directa.
Tipo de cuerpo: Mixto.
Tipo de preguntas declaradas: 1-abierta; 2-abierta; 3-abierta; 4-cerrada; 5-abierta.
Tipo de conclusión: De comentario del entrevistado.

Fuentes consultadas:

Entrevistados. Fuentes directas. No documentales. Primarias.

Astrid Barnet: esposa. Periodista y profesora de la Universidad de La Habana.

Orlando Oramas: hijo. Periodista y subdirector del Periódico Granma.

Gabriel Molina: amigo y compañero de trabajo. Periodista. Director de Granma Internacional desde 1980 hasta el 2008.

Juan Varela: amigo y compañero de trabajo. Periodista de Granma.

Roger Ricardo: periodista. Director de Investigaciones del Instituto Internacional de Periodismo José Martí.

Raúl López: amigo y compañero de trabajo. Fotorreportero del periódico Granma.

Fuentes indirectas, documentales, secundarias. 

Palabras pronunciadas por Joaquín Oramas en el acto de entrega del Premio Nacional de Periodismo José Martí, efectuado el 10 de marzo de 2004 en el Memorial José Martí.

Entrevista realizada a Joaquín Oramas por la periodista Silvia Barthelemy, publicada en el periódico Granma el 17 de febrero de 2004.

DE CUBA PARA EL MUNDO, CON MARTÍNEZ PÍREZ

DE CUBA PARA EL MUNDO, CON MARTÍNEZ PÍREZ

El Premio Nacional de Periodismo José Martí 2005, sustenta que la radio no ha pasado de moda, y sigue siendo un medio muy importante.

ZENIA BLANCO Mc LEARY,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Un periodista de "larga, larga" historia es Pedro Martínez Pírez, quien se inició en el oficio antes del triunfo revolucionario, desde muy joven, y durante sus estudios en la Escuela de Comercio de Santa Clara, su ciudad natal. Allí editaba un boletín de contenido político que rebasaba el marco estudiantil y se proyectaba contra la dictadura de Batista.

Tiempo después, a mediados de la década de los 60, ejerció la diplomacia en dos países de América Latina: Ecuador y Chile. También hizo periodismo en la revista OCLAE, 1966, su primera escuela, desde entonces optó definitivamente por esta apasionante profesión.

De esa fecha hasta hoy, ha trabajado en la página internacional del otrora vespertino Juventud Rebelde y en la Agencia Prensa Latina. Realizador de numerosos comentarios, artículos, y entrevistas publicadas en las revistas Cuba, Bohemia, Verde Olivo, Romances, y otras. Esa vasta trayectoria le ha hecho merecedor de la Réplica del Machete de Máximo Gómez, del Premio Nacional de Periodismo José Martí (2005), Premio Nacional de la Radio por la obra de la vida y diputado al Parlamento cubano por su municipio Plaza de la Revolución. Actualmente trabaja en la emisora Radio Habana Cuba (RHC). En ella ha permanecido por más de 35 años y hoy es su subdirector.  

Posee un inmenso tesoro: una bella voz. Pero agrega al físico unos ojos azulísimos que increíblemente conservan el brillo de la juventud. Adivino que debió ser rubio. También es alto. Una vez fue detenido en el aeropuerto de Miami, pues las autoridades de Inmigración decían que era un espía ruso que pretendía infiltrarse en América Latina con pasaporte cubano. “Increíble, pero cierto”, dice.

-Tiene muchas fotos del Che aquí…

El Che es uno de mis paradigmas, y por supuesto, Pedro Albizu Campos, Simón Bolívar, José Martí, el poeta Roque Dalton, que trabajó aquí, en RHC. A él le dedicó Silvio la canción del Unicornio, a él, y a su hijo “Loquito”, muerto en la guerrilla del Salvador. Esto otro es una carta de uno de nuestros cinco héroes, de Gerardo, me escribió.

-Si, tiene fecha de mayo 11 del 2006. ¿Puedo leerla?

Adelante.

“Desde hace algún tiempo le debía estas líneas, aunque le haya enviado en varias oportunidades mis saludos de agradecimiento a través de Adriana. Como sabrá, a diferencia de mis hermanos, cuyas prisiones están geográficamente más cercanas a Cuba,  aquí no llegan las ondas de nuestra radio, por lo que sus intervenciones los sábados en el noticiero de Radio Pacífico se han convertido para mí, en un importante bálsamo. Te espero deseoso semana tras semana.”(…)  

-¡¿Un importante “bálsamo”?!

Que cosa más linda, ¿eh? ¿Tú te imaginas que ese hombre diga eso? Esperaba mis crónicas, me oía.

-¿Se imaginó alguna vez que lo escuchara?

No… nunca. Para escuchar RHC hace falta un radio de onda corta  o buscarla en Internet. A ellos no les permiten eso en la prisión. Entonces me contactaba por Radio Pacífico.

-¿Y a partir de ese momento?

Bueno, a partir de ese momento hice un énfasis muy especial, trabajé cosas especiales para él, mensajes, por ejemplo, de Adriana…

-Formó parte del Directorio Revolucionario.

¿Quién influyó en su formación como revolucionario?

Mi formación elemental se la debo a mi padre. Me puso al tanto con artículos, libros, hombres de letras como Onelio Jorge Cardoso,  comunistas.

-¿Comunistas?

Si, él siempre fue muy rebelde. En una sociedad racista como era aquella, jamás se sentó del lado de los blancos. Claro, todo eso por culpa de los yanquis, antes no era así, los españoles se mezclaban con las indias, con las negras, de ahí salieron ustedes, las mulatas, uno de los mejores productos de Cuba.

-¿Qué pasa hoy con la radio?

Después del golpe de los medios

televisivos ¿ha pasado de moda?

No ha pasado de moda, y sigue siendo un medio muy importante. Claro, la televisión es un medio muy poderoso, de mucho impacto, tanto, que te ven hoy por el televisor y después todo el mundo te conoce. Es, como dijo Raúl, el alma atómica de los medios.

Prefiero la radio; sin embargo, la gente me conoce más por mi participación en programas de TV: Ángulo Ancho, Raíces de Nuestra Historia, las Cuatro Misas del Papa cuando vino a Cuba en 1998, y otros, y no tanto por mi labor radial. Aunque a veces me he encontrado en una cola  o algún otro lugar y cuando hablo la gente me dice: usted es Martínez Pírez, o Pírez, como casi siempre me nombran; reconocen mi voz.

-Su colaboración no fue sólo en estos programas…

No, hice además coberturas en Ginebra, para la Comisión de Derechos Humanos; en Quito, cuando fue Fidel Castro a la toma de posesión de Rodrigo Borja en 1988. Trabajé, además, en el programa Hoy Mismo, este comenzó en 1991 y estuvo ocho años en el aire. Lo mismo hacía de moderador que entrevistas y comentarios; tuvimos diálogos con Fidel, entrevistamos a Ricardo Alarcón, llevé al pintor Guayasamín; a personalidades como Mauro Casagrande.

-Cubrió también eventos deportivos,

¿le gusta el deporte?

El deporte me gusta mucho, principalmente como manifestación de cubanía. He entrevistado a Álvarez Cambras, ese médico maravilloso, merecedor de la más alta distinción: el collar olímpico. También a Javier Soto Mayor, a Stevenson y otras figuras. Estuve, además, en Santa Marta, Cartagena, Montería, Barranquilla, 1976, en el Campeonato Mundial de Béisbol Amateur; luego en Medellín, Colombia, en los Juegos Centroamericanos del Caribe. En 1979 fui a San Juan, Puerto Rico, a los Panamericanos y a Barquisimeto con los Juegos Mundiales de Béisbol Juvenil, esa es la ciudad musical de Venezuela, la ciudad de los crepúsculos, capital del departamento Lara.

-¿Por qué la radio y no la televisión?

Es más íntima, y puedes escucharla mientras estás haciendo otra cosa. Radio Habana Cuba es la voz de Cuba para el mundo, y eso es lo que yo me siento, lo que quiero ser. Estar, participar en esta batalla de ideas.

-Ya lleva usted  35 años, ¿ o más?

No, llevo mucho más; comencé bajo la dirección  de Violeta Casals en Radio Rebelde, donde hice mis primeras labores como comentarista. Después, cuando fui diplomático, grabábamos los discursos de Fidel  transmitidos por RHC y los divulgábamos por la emisora Cosmopolita de Quito, propiedad de un admirador de la Revolución Cubana.

-¿Cómo calificaría su periodismo?

Mi periodismo es otro, ligado profundamente a la política, a la cultura, a la batalla por la identidad. A los nuevos graduados les aconseja ser periodistas las 24 horas y no perder jamás la ética.

-Ese tema tan polémico,

¿cuál es su punto de vista?

Mira, te puedo hacer una anécdota de algo que me ocurrió en el Palacio de las Convenciones: yo tenía una grabadora, Fidel estaba hablando con unos compañeros y entonces alguien me dijo: “Oye, grábale a Fidel”, y le contesté: “No, porque Fidel en estos momentos está conversando, no está dándome una entrevista”. ¿Ves?, es un problema ético, lo otro sería un acto de espionaje, y no es el caso, ¿cierto?

-Después de tantos años de trabajo,

¿se siente satisfecho?

No me siento satisfecho. Además, como Subdirector General debo dar el ejemplo, y aún envío trabajos a concursos, sometiéndome al juicio y a la crítica de los demás.

-Numerosos artículos y entrevistas,

pero nunca un libro, ¿por qué?

Mi primer libro quiero que sea sobre mi padre, con ese objetivo he recopilado mucha información y entrevistado a personas que lo conocieron. Te hablo de Onelio Jorge Cardoso, Luis Carbonell, incluso él recita un poema de mi padre, “La carta  negra”. Todavía no he podido escribirlo, cada vez que lo intento me ataca lo emotivo y entonces… ¿comprendes? Mi padre era una persona maravillosa, “El Chaplin Cubano”, como le decía el cuentero. Pero el cuentero, era mi padre.

-Por último, ¿vale la pena hacer periodismo?

Es una buena pregunta, ¿sabes?

Queda pensativo y luego me contesta: “El periodismo hay que amarlo y yo no encuentro otra forma de ser más útil”.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

Ficha técnica:

Objetivo central: Conocer la labor periodística de Pedro Martínez Pírez más a fondo.

Objetivos colaterales: Sus paradigmas; diversas opiniones del entrevistado.

Tipo de entrevista:
Por los participantes: Individual.
Por su forma: Clásica.
Por su contenido: De personalidad.
Por el canal que se obtuvo: Directa.

Tipo de título: De referencia al entrevistado.
Tipo de cuerpo: De preguntas y respuestas.
Tipo de conclusión: De opinión del entrevistado.

Fuentes consultadas:

Periódico Juventud Rebelde del 11 de marzo del 2005.
Periódico Granma del 11 de marzo del 2005.
Entrevista de Waldo González a Martínez Pírez, para la Revista CubArte.
Currículo de Pedro Martínez Pírez, UPEC.

¿JULITA VERNE O MARTA ROJAS?

¿JULITA VERNE O MARTA ROJAS?

“Un premio es un impulso para ser mejor y contribuir al desarrollo de la profesión propia y de uno mismo como ser humano”, destaca la periodista del diario Granma.

MARÍA ELENA MARCELO TORRES,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Cuando se estrenó Lo que el viento se llevó en Santiago de Cuba, una joven fue al estreno y quedó poco complacida con el final. Al día siguiente, como muchas otras veces, le contó a su madre la película que había visto, pero con un desenlace “ligeramente” distinto. Cuando la madre vio la película, dijo: “A partir de ahora, te voy a poner Julita Verne”. Esa Julita es hoy Marta Rojas, Premio Nacional de Periodismo José Martí del año 1997 y uno de los paradigmas del periodismo cubano.

-¿Cuál es su definición de periodista?

Alguien que asuma un compromiso, ya sea político, moral o de cualquier otra índole, y que tenga además una percepción bien clara de la realidad.

Marta Rojas es la autora de El juicio del Moncada, testimonio personal antológico prologado por Alejo Carpentier, Premio Miguel de Cervantes. Ha publicado también los libros Vietnam del Sur; Escenas de Vietnam; Tania, la guerrillera inolvidable; Testimonios sobre el Che; El que debe vivir (Premio Casa de las Américas en 1978); El aula verde, y El médico de la familia en la Sierra Maestra. Hoy continúa en la primera fila del diario Granma.

-Usted se graduó de la Escuela Profesional

de Periodismo Manuel Márquez Sterling

hace más de 50 años. ¿Qué diferencias

existen entre aquel periodismo y el actual?

La diferencia es total. Aquel era un periodismo privado y ahora los órganos de prensa son del estado revolucionario, no los dirige un anunciante. Antes, había periódicos en los que, si un anunciante veía que una información podía ser negativa a sus negocios, retiraba el anuncio y el director del periódico tenia la potestad de despedir a quien no le conviniera.

Además, cuando el alumno de Periodismo terminaba, no sabía como ahora que iba a trabajar en un centro de prensa determinado. Eso había que ganárselo, que demostrar, que hacer colaboración o tener una influencia o una amistad muy grande.

Cuando yo estudié, en la década de los años 50, uno hacía prácticas, por lo general, en una estación de radio o de televisión porque los periódicos casi nunca aceptaban alumnos.
Otra diferencia es el desarrollo y la evolución impositiva de la tecnología, la era digital en
aquel momento aún no existía. En fin, todo era más rudimentario.

Marta se siente satisfecha de la preparación que recibió en la escuela Márquez Sterling: “Agradezco mucho que en la Escuela de Periodismo la mayoría de los profesores, yo diría que el 98 por ciento, eran periodistas en plena faena profesional. Eran periodistas en función y eso era bueno porque nos enseñaban las cosas cotidianas que suceden cuando se trabaja. Ahora es más técnico, quizás tengan un nivel cultural más amplio, no lo dudo, pero en la práctica, aquello era muy útil.”

-¿Cuáles son las características que

no le pueden faltar a un periodista?

En primer lugar, el periodista tiene que leer porque si no lee, no podrá escribir correctamente y decir verdaderamente lo que quiere. Esto se ha perdido, antes se hacía, no por obligación, sino porque si no tenía un determinado nivel, no se pasaba de ser reportero simple, de esos que dan la noticia por teléfono y el redactor se las escribe. Además, un periodista debe vivir constantemente al tanto de lo que está sucediendo en el país.

Me he encontrado con colegas a quienes he preguntado si han leído una información que salió y han dicho que no tienen tiempo. Es vital tener avidez por saber, un mínimo de cultura general. No se trata de ser erudito, pero sí de saber de qué se está hablando, sobre todo los antecedentes históricos, no restringidos al país propio, sino del mundo.

Otra cuestión: no casarse nunca con una sola fuente. Si se tiene una fuente muy importante, sopesarla. No afiliarse al ciento por ciento a lo que dice Internet porque es un negocio hecho por los seres humanos. Pero no se puede tampoco negar la tecnología, y lo digo por experiencia propia.

Es opinión de esta destacada periodista que “el periodismo es una profesión y a la vez una vocación que puede hacerse de manera autodidacta, pero es primordial un conocimiento básico de la teoría.”

-Usted es una de las dos mujeres que ha

recibido el Premio Nacional de Periodismo

José Martí. ¿Qué siente al respecto?

¿Solamente lo han recibido dos mujeres? No lo sabía. Recibí el premio con gusto, como cualquier profesional, pero nunca he trabajado con la intención de recibir premios. Si significa algo, es un poco más de responsabilidad. Que la gente no diga: “Mira, esa es la que recibió el premio y tiene faltas de ortografía”. Un premio es un impulso para ser mejor y contribuir al desarrollo de la profesión propia y de uno mismo como ser humano.

-De todos los reconocimientos que ha

recibido, ¿cuál tiene mayor valor personal?

El Premio José Martí es un reconocimiento muy importante desde el punto de vista profesional, es significativo en la vida de un periodista. Pero en el aspecto sentimental tengo dos valiosos: uno es el de Heroína del Trabajo, significa mucho para mí porque tiene la firma de Fidel. El otro no es un premio, sino un prólogo escrito por Alejo Carpentier para mi libro La Generación del Centenario; en él dice cosas que, por venir de esa persona, tienen una valía grande y constituyen un compromiso. Yo le decía a su viuda cuando me reconocían algún trabajo: “No hice quedar mal a Alejo”.

Acerca del periodismo que se hace en Cuba, ha declarado con anterioridad: “Pienso que se está haciendo el periodismo que se puede. En primer lugar, refiriéndome a la prensa escrita, el período especial y las dificultades de papel hicieron que los espacios se redujeran, y eso ha limitado el desarrollo de los periodistas que han ingresado a la profesión en los últimos tiempos.”

-Usted hizo cobertura periodística

durante los conflictos en Vietnam.

¿Qué significa ser un corresponsal de guerra?

Es una de las experiencias más grandes que he tenido. Los momentos más difíciles, más complejos, fueron en las estancias en el Sur de Vietnam porque estaba ocupado por los norteamericanos y vivíamos en la selva, en el frente. Fue una enseñanza muy grande desde el punto de vista profesional.

Fui preparada con grabadora y cámara, pero los vietnamitas, que son muy sabios, me dijeron que se me iban a echar a perder. Al final, lo hice todo a mano. Aquella época  del año era muy húmeda y las libretas las envolvíamos en nylon, pero creo que de diez que llevé, sobrevivió una. La tinta se iba diluyendo de un día para otro. No se trata de no utilizar la tecnología. En condiciones normales, uno se apoya en todos los medios que tenga, pero el periodista tiene que estar preparado para trabajar bajo cualquier condición.

Como periodista, cree que la ejercitación de la memoria es un recurso fundamental. Durante sus años de profesora pedía a sus alumnos, a manera de ejercicio, que describieran con minuciosos detalles, una habitación en que hubieran estado; además, considera esencial que un periodista tenga la capacidad de adaptarse, sin importar lo adversas que sean las condiciones.

-Profesional y personalmente,

¿qué ha sido para usted entrevistar a

personalidades como Fidel Castro y Ho Chi Min?

Un privilegio haber tenido esa oportunidad, pero eso no se logra si uno no se avala con un esfuerzo en los planos profesional y personal. Hay que trabajar mucho. Una de las cosas que me caracterizan es la laboriosidad. Yo no sé vivir sin trabajar.

-¿Cuál es su opinión acera de la privatización

de los medios de comunicación?

La situación existente en el mundo es peor que la de antes, ahora ya no hay un dueño del periódico, sino empresas que tienen hasta treinta periódicos, consorcios. Hoy, con la globalización de la información, esta se ha vuelto más dependiente de la política o concepto noticioso de un consorcio.

-¿Qué cree acerca de las relaciones entre los círculos

de poder y los medios de prensa en la actualidad?

En el mundo globalizado donde vivimos es sumamente difícil que exista una independencia entre el poder y la prensa, es casi imposible, casi una ilusión.

Esta periodista ha admitido en entrevistas anteriores que las letras la tuvieron atrapada desde el inicio. Siendo adolescente, redactaba cartas de amor por encargo de sus amigas. A los trece años escribió su primera novela. Dentro de sus obras del género ficción se encuentran El columpio de Rey Spencer, Santa lujuria, La cueva del muerto, El harén de Oviedo, e Inglesa por un año, esta última Premio Nacional de Literatura en el Concurso Alejo Carpentier. Recibió, además, la Réplica del Machete de Máximo Gómez y es  Premio de Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro. Nunca ha cesado de escribir.

-Por último, una revelación…

Hay un componente de la cultura cubana que no he abarcado en mis libros anteriores: el chino. Hice una novela cuyos elementos principales son cómo se introdujeron en Cuba, están relacionados todos los componentes chinos en la cultura cubana, desde la comida hasta cualquier otra cosa. La entregué hace unos meses al Instituto Cubano del Libro y espero que la publiquen próximamente. El título provisional es El equipaje amarillo.

En una entrevista que dio a Rogelio Nogueras, Marta Rojas declaró: “Si existe la suerte de lo que dicen los americanos ‘estar en el lugar adecuado, en el momento adecuado’, pero no tienes el ímpetu y la persistencia para alcanzar algo, no lo logras”. No cabe duda que esta mujer predica tanto con la palabra como con el ejemplo, porque ímpetu y persistencia no le han faltado. Durante sus años de labor periodística ella ha demostrado que se pueden lograr los retos más altos en cualquier frente de batalla.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

Ficha técnica:

Objetivo central: Resaltar la personalidad de la periodista cubana Marta Rojas.

Objetivos colaterales: Indagar acerca de su experiencia como periodista y conocer su opinión sobre temas de esta profesión.

Tipo de entrevista:
Por sus participantes: Individual
Por su forma: Mixta
Por su contenido: De personalidad
Por el canal en el que se obtuvo: De encuentro directo

Tipo de título: Interrogativo
Tipo de entrada: Retrospectiva
Tipo de cuerpo: Mixto
Tipo de preguntas: Abiertas, de análisis, informativas.
Tipo de cierre: De información o noticia.

Fuentes consultadas:
Base de datos de la UPEC.
Entrevista a Marta Rojas realizada por Luis Serrano.
Entrevista a Marta Rojas realizada por Rogelio Nogueras,
www.prensared.com.ar  
Entrevista a Marta Rojas realizada por Michel Hernández para Granma.
Entrevista a Marta Rojas realizada por Rosa Miriam Elizalde, tomado del periódico Juventud Rebelde, 9/3/97.
Entrevista a Marta Rojas realizada por Luis Suardíaz, tomado del periódico Granma, 22/2/1997.

APASIONADO POR LA REALIDAD

APASIONADO POR LA REALIDAD

Un encuentro con el más universal de los documentalistas cubanos: Santiago Álvarez, Premio Nacional de Periodismo José Martí.

NELSON GONZÁLEZ BREIJO,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Al otro lado del buró, esperando que me acomodara, estaba el documentalista Santiago Álvarez Román, director de unos 96 filmes y más de mil 500 ediciones del Noticiero ICAIC Latinoamericano. Por la obra de la vida, Premio Nacional de Periodismo José Martí, el primero, en 1991. Quedé sorprendido cuando él mismo abrió la puerta de la oficina, en las tantas ocasiones que había imaginado aquella entrevista  siempre hubo una secretaria para recibirme y anunciarle mi llegada. Sin embargo, reconozco que fue mucho mejor así, cuando me invitó a pasar y tomar asiento, toda la tensión, propia de esos encuentros con grandes personalidades, desapareció.

Hablamos unos minutos sobre la vida en la Facultad de Comunicación  de la Universidad de La Habana y luego, de las películas que se exhibirán este año en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, ese tiempo me permitió descubrir en él un ser humano sencillo, en ocasiones ocurrente, pero siempre amante de la polémica y el debate, así que no esperé más para hacerle la primera pregunta.

-Comenzó su carrera como documentalista a los 40 años,

antes solo se había relacionado con el cine como espectador.

¿Cómo transcurrió  esa etapa de su vida?

“Nací en la calle Espada de la Habana Vieja en el 1919 y ya a los 17 años trabajaba como aprendiz de cajista y linotipista en una imprenta, este fue mi primer oficio.

“En esa época yo asistía a clases nocturnas de bachillerato. Después, comencé a estudiar medicina en la universidad, pero mi familia no tenía recursos económicos suficientes, entonces cursar esta carrera era un verdadero sacrificio. Luego hubo una manifestación por problemas del reglamento de la pre-médica que suspendió indefinidamente las clases.

“La huelga duró un año, no se arreglaba la situación. Yo había dejado el trabajo, es decir, ni estudiaba, ni trabajaba, y me preocupaba que no hiciera ni una cosa ni la otra. Así que me cansé de estar en Cuba sin hacer nada y en 1939 me fui a los Estados Unidos a probar «fortuna».

“Al iniciarse la II Guerra Mundial, ese mismo año, inscriben a todos en el servicio militar, le daban a escoger a uno entre retornar a su tierra o pertenecer al  ejército norteamericano… pensé que si había que ir a la guerra iría con los cubanos, entonces regresé a Cuba.”

-¿Cómo se vincula a la realización cinematográfica?

“Yo no sabía nada de cine en 1959. Conocía lo que puede saber cualquier espectador que disfrute este arte. Fue importante mi participación en Nuestro Tiempo, grupo que aglutinó a algunos compañeros entusiastas entre ellos Alfredo Guevara, Julio García Espinosa, Tomás Gutiérrez  Alea y otros.

“Allí teníamos actividades de tipo cineclub que nos ayudaron a comprender el lenguaje cinematográfico y a organizar algunas ideas teóricas sobre lo que era el cine. Con el triunfo de la Revolución, y después de que Fidel firmó su primer decreto cultural creando el Instituto Cubano de Cine, empecé a trabajar allí a solicitud de Alfredo, que había sido designado presidente del organismo. En 1960 comenzamos a realizar el Noticiero ICAIC a la hechura de los noticieros convencionales de la época.”

-¿Qué piensa ahora de aquellos primeros

noticieros hechos con tanta inexperiencia?

“Creo que se cumplió con el objetivo de informar sobre lo que acontecía tanto nacional como internacionalmente, a pesar del desconocimiento total de lo que era el trabajo efectivo en el cine. Si se proyectaran hoy tendrías en imagen y sonido directo la historia de la Revolución. Si alguna validez tiene el trabajo realizado, es la de crear un archivo gráfico de los momentos más difíciles y más felices del proceso revolucionario, con sus personajes y rostros. Hay un sonido histórico donde los gritos y las consignas de la muchedumbre se revitalizan cada vez que se vuelven a ver esas películas. Y si solamente ellas sirvieran para que las nuevas generaciones aprendieran lo que fueron esos años de Revolución, sería suficiente para sentirnos satisfechos con nuestro trabajo.”

-¿Qué aportó el Noticiero ICAIC Latinoamericano

a la documentalística de Santiago Álvarez?

“Yo me hice en el noticiero. Eran 52 semanas al año manoseando películas, confrontando la realidad de mi país y la de otros pueblos; era el contacto directo, la vivencia de hechos, ésa ha sido mi mejor escuela.

“El noticiero era un producto esencialmente informativo, pero no únicamente informativo. Siempre me preocupé por no independizar las noticias, sino ensamblarlas de manera que transcurrieran ante el espectador como un todo, con una sola línea discursiva.

“Casi todos los documentales que he hecho tienen sus raíces en el noticiero. Los genes fundamentales que me ayudaron a desarrollar las estructuras del documental nacieron allí. NOW!, por ejemplo nació en el noticiero y así muchos otros documentales.”

-NOW!  es una denuncia a la discriminación

racial en los Estados Unidos.

¿Lo motivó alguna experiencia personal?

“Durante mi estancia allí me golpeó profundamente la discriminación racial, la explotación del hombre americano, cómo vivían los negros, los chicanos, los portorriqueños. Fue algo que padecí.

“En una ocasión tomé un ómnibus de la Grey Hound, línea que hacía el recorrido de Miami a New York, era un local, esos que se detienen en todos los pueblos. A lo largo del trayecto iban subiendo negros del sur. En un momento dado sube una negra con un niño en los brazos. Como es lógico, cuando la vi entrar, traté de ofrecerle mi asiento. De inmediato las personas que estaban en el ómnibus comenzaron a decirme horrores en inglés. La negra se puso nerviosa. El inglés que yo conocía no era muy bueno. Tomé al niño y las personas del autobús continuaron gritándome. Contesté que tendrían que matarme para quitarme a aquel negrito de los brazos. La madre desesperada y aterrorizada me pedía que no hiciera eso, luego, presa del pánico, tomó al niño y se fue hacia atrás. Aquella experiencia se grabó fuertemente en mí.

“Todo esto me vino a la cabeza cuando escuché una canción con el nombre de Now, cantada por Lena Horne. Enseguida supe que allí estaba el documental.”

-Su lente también captó la realidad del

sudeste asiático en los años sesenta.

¿Cómo llegó a Vietnam?

“Recibimos una invitación de ese país y la aceptamos. En los primeros días de estar en Vietnam se produjeron los bombardeos alrededor de Hanoi, la capital del país, los cuales se hicieron más fieros en el perímetro de la ciudad. Los días 13 y 14 la urbe recibió los impactos dentro de la propia cabecera. En el ataque participaron más de 200 aviones. Fue nuestro bautizo de fuego. Este bombardeo a la ciudad vietnamita me dio pie para el documental que pensaba realizar y allí mismo brotó el nombre: “Hanói, martes 13.”

-Durante ese viaje tuvo la oportunidad de entrevistarse

con Ho Chi Min, personalidad que luego

reflejó en su documental 79 Primaveras.

¿Cómo recuerda aquel encuentro con

el líder de la revolución vietnamita?

“Lo visitamos en una pequeña casita en los jardines del palacio presidencial. Cuando lo conocí me dio la impresión de estar frente a un hombre con las cualidades visionarias de Martí y de Fidel. Era una personalidad apasionante, poseedor de una indescriptible modestia, de una mente ágil y lúcida. Era el gigante ideológico de Asia. Habría que preguntarse de dónde sacaba fuerza aquel pequeño hombre para luchar contra tantos enemigos poderosos. Cuando yo veía a los ojos de Ho Chi Minh me parecía estar mirando a los de Martí y cuando me habló y oí su palabra llena de calor humano me pareció estar escuchando a Fidel. Fue entonces cuando descubrí que Vietnam era una prolongación de mi patria.”

-Usted ha realizado varios documentales en torno a

la figura del  líder histórico de la Revolución Cubana. 

Mi hermano Fidel, por ejemplo, exalta en pocos minutos

las cualidades de este dirigente. ¿Influyó su estrecha

relación con el Comandante en la visión que

se ofrece acerca de él en el documental?

“Sí…creo que Fidel es alguien que ha hecho tanto por Cuba, por América Latina y por el mundo, que hay que admirarlo. Representa a todos los cubanos. Cuando hacemos una película sobre él, estamos haciendo una película sobre Cuba. Una vez le dije, esto es una anécdota, que si hubiera nacido mujer me habría enamorado.”

-¿Nunca temió que sus documentales

fueran clasificados como cine panfletario?

“El panfleto bien entendido y artísticamente presentado es necesario para la Revolución. Rechazo el «otro panfleto», el de los panfletarios y los didácticos. Nuestro cine documental es la declaración de principios de un artista comprometido con la Revolución.”

-¿Utiliza algún método en particular para realizar su trabajo?

“Yo no tengo fórmulas, ni creo en fórmulas para realizar algo. Simplemente soy un angustiado y un desesperado al pensar que las injusticias que hay en el mundo, sean demoradas o pospuestas en su solución por conformismos e inercias.

“Todos mis trabajos están hechos con un sentido de contemporaneidad, de actualidad, de informar a mis conciudadanos de lo que está sucediendo o ha sucedido. Soy un periodista.”

-Pero es conocido el carácter militante de su obra.

¿No debe ser la objetividad característica

esencial de un periodista?

“Yo informo de acontecimientos a partir de las ideas que tengo de ese acontecimiento. No creo en la objetividad de nadie, por lo tanto no soy un periodista objetivo.

“Yo no puedo hablar artificiosamente. Recreo la realidad. No soy una cámara, no fotografío simplemente un escenario. Pienso que uno debe meterse dentro de las cosas. Yo soy siempre muy subjetivo, muy parcial.

“Hay que rescatar conceptos de posiciones ante la realidad y el arte que han salido mal parados por deformaciones burocráticas. El temor de caer en apologético, a ver el compromiso del creador, de su obra, como arma de combate en oposición al espíritu crítico consustancial a la naturaleza del artista, es solo un temor irreal y en ocasiones pernicioso.”

-¿De ahí su preferencia por el documental

y no por el cine de ficción?

“La ficción demora mucho. Si tuviera que hacer algo que durara dos o tres años, creo que me moriría.

“Como aventurero nato y neto que soy, sin prejuicios de concepciones sobre lo que esto pueda significar para algunos teóricos, la ficción que hay dentro de toda realidad me atrae más que la ficción que pueda haber dentro de la propia ficción. Descubrir lo desconocido y compartir ese descubrimiento; registrar lo conocido, enriquecerlo, combinarlo y transformarlo en una nueva realidad, me atrae apasionadamente.

“Sin demeritar los valores indiscutibles de la creación imaginativa que tiene en sí mismo el cine de argumento o de ficción, hasta ahora me ha seducido más el trabajo creador del «documentalista» o del «periodista» porque en ello va también la posibilidad de no solo ser testimoniante sino también protagonista.” 

Con cada respuesta suya surgían nuevas interrogantes. Para Santiago Álvarez nunca hubo una última pregunta, es posible que aún estuviésemos conversando, de no ser por aquella señora que insistentemente llamaba mi atención.

Cuando giré en el asiento para ver quién tocaba mi hombro con tanta agitación descubrí su rostro impaciente, estaba parada justamente detrás de mí como esperando a que reaccionara. Quedé perplejo, nunca antes la había visto. Pensé que solo Santiago podía aclarar aquella inesperada situación surgida en la mejor parte de la entrevista, pero  fue entonces cuando descubrí que ya no estaba el cineasta, ni el buró, ni los libros que antes llenaban todos los espacios de una oficina que también había desaparecido. Solo se extendía ante mí la inmensidad de una sala de cine completamente vacía y la tenue iluminación de cuando acaban las películas. 

(Santiago Álvarez falleció el 20 de mayo de 1998. Las respuestas del cineasta fueron tomadas de las entrevistas Hanoi, martes 13, de Nicolas Cossio; Panfleto Vs Panfleto, de Susana Lee, Cara a cara con Santiago Álvarez, de Eliseo Alberto; Santiago Álvarez, de Igor Molina; Los ojos de Martí y la Palabra de Fidel, de Romualdo Santos; y los artículos: Álvarez cine y Revolución, publicado en GUARDIÁN, agosto 24, 1968; La realidad y el recuerdo de Santiago Álvarez; Esta es la historia que contome un día… y Arte y compromiso, estos tres últimos de Santiago Álvarez. Todos los documentos citados anteriormente forman parte de la colección de artículos y entrevistas Santiago Álvarez cronista del tercer mundo, de Edmundo Aray (Cinemateca central de Caracas), Imprenta de la Universidad Central de Venezuela, 1983.  Además se utilizó la entrevista El ojo de la Revolución, el cine urgente de Santiago Álvarez, de Amir Labaki, Iluminarias, 1994.)

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

Ficha técnica:

Objetivo central: Conocer algunos elementos de la personalidad de Santiago Álvarez y resaltar la armonía entre su pensamiento y su obra.

Objetivos colaterales: Mostrar cómo llega Santiago Álvarez a la realización cinematográfica.  Caracterizar la estrecha relación entre Santiago Álvarez y el Noticiero ICAIC Latinoamericano. Conocer la impresión que se llevó el entrevistado de su encuentro con el líder de la Revolución Vietnamita. Evidenciar la posición de Santiago Álvarez ante algunos tópicos que marcaron su obra.

Tipo de entrevista:                .
Por sus participantes: Individual.
Por su forma: De preguntas y respuestas.
Por su contenido: Imaginativa.
Por el canal que se obtuvo: De revisión documental

Tipo de título: Llamativo
Tipo de entrada: Narrativa.
Tipo de cuerpo: De preguntas y respuestas.
Tipo de preguntas: Pregunta #1: Informativa; Pregunta #2: Informativa; Pregunta #3: De opinión; Pregunta #4: Informativa; Pregunta #5: Directa: Pregunta #6: Informativa; Pregunta #7: De opinión; Pregunta #8: Informativa; Pregunta #9: Directa; Pregunta #10: Informativa; Pregunta #11: De opinión; Pregunta #12: De exploración; Pregunta #13: De opinión.
Tipo de conclusión: De impacto.

Fuentes consultadas:
No documentales: Víctor Álvarez, nieto del entrevistado.
Documentales:
Santiago Álvarez, cronista del tercer mundo, de Edmundo Aray (Cinemateca central de Caracas), Imprenta de la Universidad Central de Venezuela, 1983.
El ojo de la Revolución, de Amir Labaki, Iluminarias, 1994.)

 

CONFESIONES DE LUIS BÁEZ

CONFESIONES DE LUIS BÁEZ

El Premio Nacional de Periodismo José Martí olvidó por unos minutos su oficio de entrevistador y habló de la profesión y de sus profundos sentimientos revolucionarios.

KATHERINNE DÍAZ PÉREZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

En el despacho se escuchaba el ruido de las olas al chocar contra el malecón habanero. A las cuatro de la tarde de este invierno tropical, el sol tocaba el mar y Luis Francisco Báez Hernández, el prestigioso periodista cubano, estaba dispuesto a cambiar su tradicional rol de entrevistador por el de entrevistado.

La habitación anda llena de fotos con Fidel, Hugo Chávez y el Papa Juan Pablo II, entre otros. También adorna  un enorme escritorio con el revoltijo de papeles en que viven algunos escritores.

Luis  Báez es un hombre profundo y a la vez sencillo, que impone e inspira respeto, lector insaciable y amante de los libros de Hemingway y Enrique de la Osa. Cumplió hace poco 72 años.

Autor de 22 libros, todos de entrevistas, y poseedor de numerosas distinciones, entre ellas el Premio Nacional de Periodismo José Martí otorgado en 2003, la Réplica del Machete del General Máximo Gómez, la Félix Elmuza y la Medalla Combatiente de Playa Girón, Luis Báez vive apegado a sus recuerdos, sobre todo, a los que guardan relación con la figura de Fidel.

Justo al lado de la computadora donde ha dado vida a sus más importantes obras, rodeado de caramelos que le entretienen en sus largas noches de trabajo, confesó que escribirá hasta el fin de su vida. Raúl Roa no lo pudo calificar mejor: “Pluma afilada y vista de águila”.

-¿Qué lo hizo inclinarse por el periodismo?

Me gustaban los deportes. Iba a ver la pelota y así me fui introduciendo en ese mundo. Para poder entrar en la Escuela Profesional de Periodismo Manuel Márquez Sterling, había que tener mucha influencia. En las visitas al  Estadio Latinoamericano, antes Estadio del Cerro, conocí a los jefes de los equipos y fueron ellos quienes me ayudaron a ingresar. Desde el primer año tuve una columna de Deportes que se llamaba Entre Ining, en el Diario El Crisol, y luego en Avance. Siempre me interesó la búsqueda de información.

-¿Cómo era el periodismo

antes del  triunfo de la Revolución?

Distinto al actual. Tú  trabajabas para vivir. Se ganaba muy poco, el sueldo era de 22 pesos a la semana. La mayoría de los corresponsales tenían que buscar puestos en los organismos, en los ministerios, las llamadas “botellas”, para poder subsistir. Ahora el periodismo representa una ideología revolucionaria y socialista.

-Antes de 1959, ¿tenía inclinaciones

por las ideas de Fidel?

En esos momentos no me atraía la política. Me hice revolucionario con Fidel. Celia Sánchez fue una extraordinaria mujer, que junto a Haydeé Santamaría, me ayudaron a seguir el camino de la ideología.

-¿Cómo conoció al Comandante?

Cuando triunfó la revolución, Jorge Zayas era mi director. Me  dijo: “Tú eres el periodista del futuro, cubre a Fidel”. Fui a Las Villas y lo conocí. Después viajé con él a Venezuela, Estados Unidos, Uruguay, Brasil y Argentina. Hasta ahora he dado más de 40 viajes en su compañía.

-Fue el primer corresponsal que llegó a Playa Girón.

¿Podría  contar algunas anécdotas?

Tres semanas antes del ataque estuve con Fidel en Girón. A eso de la una de la mañana, miró al cielo y al ver las estrellas, me dijo: “Chico, va y estos h.p. se lanzan por aquí, vamos a instalar una ametralladora 50 en el tanque de agua que está alto y otra frente a la pista de aterrizaje”. Los hechos ocurrieron tan rápido que no se llegaron a colocar las armas y cuando los mercenarios desembarcaron no estaban ahí. Esto demuestra la visión futura que siempre ha tenido el Comandante.

Cuando alcanzamos el triunfo de Girón, los ánimos estaban muy caldeados. Algunos milicianos empezaron a insultar a los prisioneros y Fidel se encaramó arriba de una caja y dijo: “No los insulten, que no se puede demeritar la victoria”.

Estos son recuerdos que no se olvidan. Tenía 24 años. Fue muy emocionante, nunca antes había estado en una guerra. Reporté los acontecimientos para el periódico Revolución y la revista Bohemia.

-¿Por qué no ha escrito sus memorias?

¿No cree que puede contribuir al

Periodismo de estos tiempos?

Eso me han dicho varios amigos, compañeros, incluso estudiantes. Lo he pensado, pero no me he decidido. Estoy para escribir de los demás, de Fidel, no de mí.
 
-¿Se siente satisfecho con sus libros?

Creo que sí, están en dependencia de la etapa que los hice. Secretos de Generales es un ejemplar muy bueno, al igual que Absuelto por la Historia. Además, pienso constantemente en escribir. Termino uno y empiezo otro.

-¿Cuándo se publicará en Cuba

el libro Evo, espuma de plata?

Lo escribimos Pedro de la Hoz y yo; se presentó en Bolivia y no pude asistir porque estaba enfermo. El libro nos quedó bien en general; seguro saldrá en la próxima feria.

-¿Por qué ese título?

Cuentan los mineros potosinos que en la extracción de la plata, la mayor pureza del mineral se logra al someter la materia virgen extraída de la veta, a muy altas temperaturas para decantar sus valores. Del proceso de fundición emerge una masa espumosa, brillante, en la que se concentra plata de la más alta calidad. Esa espuma de plata, al enfriarse, forma una masa compacta, limpia, incólume, adecuada para la elaboración de las piezas más refinadas que el ser humano puede imaginar. Ahí está el por qué.

-Usted se especializó en entrevistas de personalidad.

¿Qué es lo que más disfruta de

la conversación profesional?

Cuando logro obtener la información, es decir, cuando consigo que el entrevistado hable. Por ejemplo, en la entrevista a Alicia Alonso la llevé muy fuerte, le hice preguntas que normalmente ella no responde. Igual pasó con la de Omar Torrijos. En esos momentos no había relaciones con Panamá; viajé con él en un avión, se me dio la oportunidad y lo entrevisté.

-¿Cómo logra cumplir los objetivos de su entrevista?

Estudio al entrevistado, su personalidad. Todos tenemos nuestro ego. Luego voy poco a poco entrando en la persona; es necesario lograr confianza, que piense que soy un periodista bueno y noble. Después hago las preguntas duras y difíciles y extraigo la información.

Hay que lograr respeto mutuo aunque sea mi amigo. La ética es fundamental. Pregunto de todo. No hay preguntas entrometidas y las indiscretas son las respuestas.

En una entrevista el principio puede ser el final y viceversa. No se puede ser esquemático, hay que manejar todas las posibilidades. A la hora de escribir busco un gancho para atraer al lector y otro para terminar. Ahí está el secreto de la entrevista.

-¿Qué aconseja a un periodista:

tomar notas o utilizar la grabadora?

Uso mucho la grabadora para tener constancia y fidelidad. Nunca un entrevistado ha comentado que le he puesto una mentira.

-¿A quién le falta por entrevistar?

A Raúl lo entrevisté en una ocasión. Hace mucho tiempo, en 1985. Fue muy larga y se publicó en todos los periódicos. Sin embargo, no lo he logrado con el Comandante. Aunque he tenido la suerte de estar cerca de él, hablarle: conocerlo es extraordinario. Fidel es muy humano y cariñoso.

-¿Le resulta difícil entrevistar a personas

con una ideología diferente a la suya?

Parto de una base en mis entrevistas: hay que respetar a Fidel y a Raúl, nadie los puede tocar ni con el pétalo de una rosa. Todo el mundo conoce que soy revolucionario. De ahí en lo adelante, podemos debatir cualquier tema.

Así he conocido a mucha gente y he logrado hacer amistad, incluso con los entrevistados del libro Los que se fueron. Claro, no es igual el afecto a los que tienen mi ideología.

-Ha realizado coberturas periodísticas toda su vida.

¿Puede narrar un momento de peligro?

Estuve en Chile cuando pretendieron hacer el atentado al Comandante. Mediante una cámara fotográfica, dentro de ella había una pistola. Le iban a disparar en una conferencia de prensa, pero se acobardaron.

-¿Cómo ve el Periodismo de hoy?

Creo que está bien, aunque puede ser mejor en muchas cosas. Esta nueva generación le va a dar un impulso muy grande a la profesión. No es fácil hacer periodismo en el socialismo, es complicado, porque tenemos un enemigo poderoso a 90 millas, y a veces hay que sacrificar la información por un interés político. Si una cosa puede afectar la Revolución no la publico. Primero hay que ser revolucionario y luego periodista.

-¿Cree que exista en el mundo la libertad de prensa?

No existe en ningún país. Los americanos no tienen libertad de prensa. Los dueños de los periódicos publican lo que ellos decidan, según sus intereses. Aquí tenemos una situación de mucha hostilidad con el bloqueo, el enemigo siempre está arriba de nosotros, en busca de lo que decimos y pensamos;  es, como decía el Che: “Al enemigo no se le puede dar ni un tantito así, nada”.

-¿Cómo percibe usted los cambios que

están ocurriendo en América Latina?

Hay un despertar en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Paraguay; además, todo lo que Fidel ha dicho se ha ido cumpliendo, mira la crisis económica en Estados Unidos.

-¿Cuáles son sus proyectos actuales?

Se va editar nuevamente Secretos de Generales. Además, estoy trabajando en el libro Así es Fidel, un texto con 400 anécdotas sobre él; inmerso en otro que aborda sus viajes. La historia tiene que recogerlo; sin el Comandante no somos nada.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

FICHA TÉCNICA:

Objetivo Central: Reconocer la labor profesional de Luis Báez.

Objetivos colaterales: Precisar momentos importantes de su vida como las vivencias en Playa Girón. Dar a conocer cómo llegó al Periodismo y fundamentalmente al género de entrevista. Conocer su opinión acerca de fenómenos actuales como la libertad de prensa y  el periodismo de hoy. Indagar sobre sus trabajos actuales.

Tipo de entrevista:

Por participantes: Individual
Por su forma: Clásica
Por su contenido: De personalidad
Por el canal en se obtuvo: Encuentro directo

Tipo de título: De referencia al entrevistado
Tipo de entrada: Descriptiva.
Tipo de cuerpo: Clásico
Tipo de preguntas declaradas: 1. Directa o abierta; 2. Exploración; 3. Directa,  cerrada; 4. Directa; 5. Directa, abierta; 6. Directa, abierta; 7. Cerrada; 8. Informativa; 9. Abierta; 10. Exploración; 11. Directa, abierta; 12. Directa, abierta; 13. Alternativa. Directa, cerrada; 15. Directa, cerrada; 16. Abierta; 17. Polémica. 18. Polémica. 19. Opinática; 19. Informativa.
Tipo de cierre: De información o noticiosa.

Fuentes consultadas:

Hernández Báez, Luis: El mérito es estar vivo. Miami, donde el tiempo se detuvo. Absuelto por la historia. Los disidentes. El encuentro. Todas fuentes documentales.

Ernesto Vera Méndez: Fuente directa.
Pedro de la Hoz: Fuente directa.

MÁS ALLÁ DE LA PALABRA

MÁS ALLÁ DE LA PALABRA

Elio Constantín: periodista, jefe, apasionado del deporte, sabio del lenguaje y luchador revolucionario.

JHONAH DÍAZ GONZÁLEZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Elio Enrique Constantín Alfonso es uno de los máximos exponentes del periodismo cubano, un ejemplo a seguir por su abnegación y, al decir de los que tuvieron el placer de trabajar junto a él, en ocasiones resultaba insólito porque parecía un ser de otra galaxia.

El 4 de febrero de 1919 nació en Hatuey, Camagüey, quien con una larga trayectoria profesional fuera condecorado con el Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de toda la vida, en 1996. Fue una distinción otorgada post-mortem, un año después de su fallecimiento el 12 de septiembre de 1995. 

Entre los méritos que avalan tal distinción sobresalen el haber sido subdirector del periódico Granma, jefe de la redacción deportiva de este órgano de prensa, vicesecretario general de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) en 1980 y presidente del Círculo de Periodistas Deportivos.

Su trayectoria en el gremio comenzó en 1939 como corrector de pruebas y auxiliar de deportes en el periódico El Pueblo. Laboró antes del triunfo de la Revolución, además, en Carteles, Prensa Libre, Luz y Diario Nacional.

En 1957 fue premiado por la Academia de la Lengua, dado el gran conocimiento de las reglas de la gramática, ortografía y la sintaxis. Varias personas que lo conocieron deducen que esa cultura tuvo su base en su juventud, en los años que anduvo de monaguillo de una iglesia, en los cuales la lectura de textos religiosos lo condujo a leer mucho y aprender latín.

Participó en la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista siendo miembro del Movimiento 26 de Julio y tuvo una importante colaboración en el secuestro en La Habana del automovilista argentino Juan Manuel Fangio.

Tanta era su modestia que evadía en todo lo posible el tema de su colaboración en tareas revolucionarias. En su intento de luchar por la plena independencia de su pueblo, demostró haber ido mucho más allá de la palabra.

“Si se quería un modelo de hombre bien educado, había que conocer a Elio. Era un perfecto caballero. Siempre fue extremadamente delicado con sus compañeros de trabajo, incapaz de dejar de saludar con afecto a cualquier persona. Jamás oí salir de sus labios una palabra grosera. En el trabajo llamaba la atención sobre descuidos, negligencias o faltas cometidas, pero siempre con suma delicadeza y tacto, por ello se le respetaba, como también debido a su cultura, inteligencia y espíritu de consagración”, recuerda Juan Marrero, vicepresidente de la UPEC.

-¿Dónde conoció a Elio?


En 1965, al producirse la fundación de Granma. Yo venía del periódico Hoy, y él de Revolución. Ya en esos tiempos era un periodista de fama, principalmente por sus años como cronista deportivo.

-¿Cuáles eran sus pasiones?

Sin duda, el deporte, el lenguaje, el periodismo y la Revolución. Pero el fútbol era su gran pasatiempo, nada lo hacía más feliz que presenciar, narrar  o escribir sobre un partido en una cancha de Campo Armada o en el estadio Pedro Marrero. Tanta fue su dedicación que todos los domingos reportaba o narraba algún juego, y si por complicaciones en su trabajo no podía asistir, siempre buscaba la información localizando a los directores de equipos, árbitros o fanáticos. Extraño era que no conociese todos los resultados.

Marrero, al definir su personalidad, manifiesta: “Fue de esos hombres que se conocen pocos en la vida y para encontrarlos hay que salir a buscarlos. Un ejemplo de modestia, respeto, alegría también, y siempre dispuesto a ayudar a los demás con una cortesía inmensa. Cuando intervenía en discusiones hacia gala de ecuanimidad, serenidad, razonamientos y argumentaciones”.

Por más de 20 años se mantuvo en el periódico Granma. Ahí fue, además,  articulista, formatista y reportero. De 1973 hasta finales de los años 80 asumió la subdirección de Granma y continuó escribiendo desde la mayor noticia, hasta la más pequeña, sin importarle su condición de jefe. Sus  trabajos siempre estarán  dentro de la historia del órgano oficial del Partido Comunista de Cuba. Crónicas como Una estela de simpatía, donde escribió sobre la presencia del futbolista Diego Armando Maradona en Cuba, o las incidencias de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Moscú (1980), son huellas imborrables. Sus noticias eran seguidas, leídas y esperadas cada día con gran interés por los lectores, afirman sus contemporáneos.

Durante la celebración del Mundial de Fútbol de Argentina, en 1978, cubrió las noticias del evento y visitó Rosario, provincia natal del Che, donde escribió un artículo sobre la vida del Guerrillero Heroico en su ciudad.

Juan Varela, periodista de Granma, comentó: “Es para mi el más completo, todo lo hacía bien en el periodismo. Dominaba los géneros periodísticos, y eso no es fácil en nuestra profesión. Si alguien tenía alguna duda siempre era un libro abierto, un manual de consultas. Su pérdida tuvo un gran impacto entre quienes trabajaron junto a él. Muchos grandes y buenos periodistas han pasado entre nosotros, pero no se recuerdan de la manera en que se hace con Elio Constantín”.

-¿Qué representaba el periodismo en su vida?

Realmente lo era todo. Nació para eso y él siempre lo supo, se entregaba  por completo. Creo que si lo apartaban de las noticias nunca le hubiera encontrado sentido a la vida; era su luz, su razón de existir. Nada lo llenaba de más satisfacción que el hecho de ser periodista, de informarse para informar y saber que su trabajo era leído.

-Muchas personas hablan de su sencillez.

¿Cómo usted lo definiría?

Nunca tuvo carro, ni nada que lo elevara por encima de los demás. Si había que coger la guagua, se montaba de primero. A veces no se daba el valor que debía, pero el colectivo se lo brindaba, porque realmente era extraordinario. Llegaron hasta criticarlo por su excesiva sencillez, no se concebía cómo una persona de su prestigio se comportara de esa manera. Pero Elio se sentía feliz, su amor fue el periodismo.

Entre los más sobresalientes aportes de Constantín se encuentran su estancia en Nicaragua como corresponsal de guerra durante varios meses. Desde allí trasmitió informaciones sobre los crímenes de la contrarrevolución, armada y apoyada por la administración norteamericana de Reagan, en  el intento por desestabilizar el gobierno sandinista. 

También estuvo de corresponsal en Portugal en los inicios de la Revolución de los Claveles. Dio cobertura al ascenso del General Francisco  Da Costa Gomes cuando fue ascendido a Presidente de la República, tras la renuncia del General Antonio De Spinola. Releyendo sus trabajos publicados en Granma, aparece un hombre comprometido con su profesión, con su tiempo, con el contexto histórico que le tocó vivir y reportar.

“Jamás le vi envanecerse ante premio o lisonja, en Elio siempre se encontraba un consejo para quienes lo buscaban. Era un modelo a imitar”, escribió Alfonso Nacianceno, periodista de la página deportiva de Granma.

De sus premios más importantes sobresale el haber acompañado en 1979 al Comandante en Jefe Fidel Castro en unos de sus viajes a Nueva York, cuando habló en la Organización de las Naciones Unidas como Presidente del Movimiento de Países No Alineados. Esto significó mucho en el orden profesional y político, porque no hay más orgullo que tocar el suelo de nuestro enemigo histórico junto a Fidel.

Elio entrevistó a Alicia Herrera, autora del libro Pusimos la bomba... ¿y qué?, donde la periodista venezolana desenmascara a los verdaderos terroristas que explotaron en pleno vuelo el avión de Cubana de Aviación, en un momento en el que ella se encontraba perseguida por la mafia anticubana. Él, de manera clandestina, pudo verla y publicar las impresiones de la escritora.

Su pluma reflejó el trabajo abnegado del pueblo cubano, su resistencia frente al imperio y las luchas de liberación que sostenían los países en otras partes del mundo.

Gustavo Ulacia, periodista de Granma, recordó: “Nunca utilices la palabra recalca, trata siempre de encontrarle un sinónimo, esa a él no le gustaba”. Ejerció la docencia en la escuela Manuel Márquez Sterling y en la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Habana.

Dentro de los reconocimientos que le fueron otorgados sobresalen las medallas 28 de Septiembre, Juan Manuel Márquez, la Alejo Carpentier, Al Mérito Deportivo y la Raúl Gómez García, además de la Orden Alfredo López.

“Siempre mantuvo una presencia intachable. Se vestía de una manera muy elegante. Su ropa estaba limpia y bien planchada en todo momento. A pesar de la edad, su pelo hacía pensar que los años habían pasado sin dejar huella. En ocasiones, en forma de broma, le preguntábamos si utilizaba algún producto en su cabello para disimular el paso del tiempo, a lo que respondía con su eterna sonrisa”, rememora Juana Carrasco, periodista de Juventud Rebelde.

En 1985 publicó junto a Ernesto Vera el libro El periodismo y la lucha ideológica, a cargo de la editorial Pablo de la Torriente Brau. Ahí analiza la prensa cubana antes del triunfo de la Revolución, todos los periódicos que existían y el número de tiradas realizadas diariamente, entre otros aspectos. En el 2006 se realizó una nueva edición.

“También fungió como intermediario para tratar el tema de la participación  de Cuba en los Juegos Olímpicos de Seúl, 1988. Finalmente Cuba no participó en ese evento”, explica su nieta Ingrid, quien lo tiene presente en todo momento.

Magali Constantín, su hija, no recuerda ningún pasaje negativo en la vida de su padre: “Nunca escuché una discusión en la casa con mi madre, Marina, en 50 años de matrimonio. No le gustaba la bebida, ni era buen bailarín, pero tenía una voz enternecedora que enamoraba a cualquier muchacha con tan solo escucharla. Si íbamos a la playa y llegábamos al mediodía, él por la noche se iba para el periódico. En muy pocas ocasiones cogía sus vacaciones.

“Me acostumbré tanto a tenerlo a mi lado, que el día en que me faltó no sabía a quién pedir consejos. Aún en sus últimos días de vida, hospitalizado, me dictaba su sección Del Lenguaje, la cual mantuvo en la páginas de Granma después de jubilarse en 1987, hasta el día de su fallecimiento a los 76 años de edad”.

Elio Constantín es un paradigma de nuestra profesión. Durante sus años de trabajo demostró por qué para hacer periodismo se necesitan aptitudes ejemplares. Todo su empeño lo brindó a la faena por la que sentía amor.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

Ficha técnica:

Objetivo central: Hacer un retrato de personalidad de Elio Constantín.

Objetivos colaterales: Indagar sobre su labor periodística y  revolucionaria. Saber la opinión de sus antiguos compañeros de trabajo. 

Tipo de entrevista:

Por sus participantes: Colectiva.
Por su forma: Mixta.
Por su contenido: Relato de personalidad.
Por el canal en que se obtuvo: Conversaciones cara a cara, vía telefónica, documental.

Tipo de título: Genérico.
Tipo de entrada: Biográfica.
Tipo de cuerpo: Mixto.
Tipo de preguntas declaradas: 1-Cerrada, directa; 2-Abierta; 3-Abierta, directa; 4-Abierta.
Tipo de conclusiones: De opinión o comentario del entrevistador.

Fuentes consultadas

Juan Marrero, vicepresidente de la UPEC.
Juan Varela, periodista del periódico Granma.
Alfonso Nacianceno, periodista del periódico Granma.
Gustavo Ulacia, periodista del periódico Granma.
Juana Carrasco, periodista del periódico Juventud Rebelde.
Magali Constantín, hija de Elio Constantín.  
Ingrid, nieta de Elio Constantín.

Documentales:

“Uno de los grandes del periodismo”, por Juan Marrero.
“El maestro que conocimos”, por Alfonso Nacianceno.
“Una estela de simpatía”, por Elio Constantín.
Inauguración de los Juegos Olímpicos de Moscú, por Elio Constantín

Tipo de fuentes: Directas, no documentales y Documentales.