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Isla al Sur

Premios Nacionales de Periodismo

HACER DE CADA CREACIÓN PERIODÍSTICA UNA OBRA DE ARTE

HACER DE CADA CREACIÓN PERIODÍSTICA UNA OBRA DE ARTE

Gabriel Molina Franchossi, Premio Nacional de Periodismo José Martí, año 2000, cada vez que escribe lo hace con el mismo interés y cuidado del primer día.
      
Texto y foto:    
ANALEIDA PUERTO IGLESIAS,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
  

Cuando pregunté por él a sus compañeros de trabajo, muchos lo describieron como una persona excepcional, director honesto, correcto, de pocas palabras, respetado por un colectivo que más que jefe, lo sintió amigo. Otros comentaron que a pesar de haber transcurrido sólo unos meses de la jubilación, ya notaban la ausencia y extrañaban la calidad humana y profesional del hombre que los representó por más de 10 años en el semanario Granma Internacional.

También dijeron que en las relaciones con los subordinados era muy exigente, de esos jefes a los que uno siempre termina agradeciéndoles, porque obliga a crecer. De ahí que cuando recibió el Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de la vida, en el 2000, desde los trabajadores más sencillos hasta los de mayor responsabilidad pensaron que ya era hora de que así fuera reconocido en el gremio.

A lo largo de su carrera, Gabriel Molina Franchossi desempeñó diversas funciones como redactor en el Diario de la Marina y corresponsal de la revista Bohemia, en España. Ejercer en la prensa impresa no lo dejó ajeno a la combinación entre imagen y sonido, pues trabajó en la redacción del Canal 12, Telecolor, y fue el responsable del Noticiero Nacional de Televisión. La radio tampoco escapó a sus ansias de experimentar  todo el quehacer de la profesión y fungió como director de Radio Reloj.

También, en su labor profesional fue jefe de redacción de la revista Opina, director editorial de la publicación Granma Internacional, fundador de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) y reportero desde nuestro país para la cadena de diarios El Sol de México, entre los años 1992 y 1994. Además, fue pionero de órganos tan importantes como el periódico Granma y de la revista Tricontinental.      

Pero Molina no comenzó su carrera siendo el reconocido periodista que es hoy. Su vocación por el mejor de los oficios, como lo definió Gabriel García Márquez, surgió por su padre, quien era  reportero y corrector de pruebas de impresión. Ahora recuerda que, desde muy joven, lo ayudó en algunos trabajos.

A los 17 años decidió estudiar Derecho; luego, junto con el 5to. año de esa carrera, Periodismo. Como abogado solo ejerció una vez para ganar una demanda civil personal: “Quizás en algún momento tuve deseos de realizarme como jurista, pero sabía que no me iba a dedicar a eso. Lo terminé de estudiar porque era algo que ya había empezado y debía terminar.”

En sus venas corrió, desde temprana edad, la osadía de los periodistas. Participó en manifestaciones revolucionarias contra el gobierno de Fulgencio Batista. Debido a esto sufrió detenciones dos veces. La segunda vez no murió por la intervención del Decano del Colegio de Periodistas, conocido de su padre, porque era trabajador allí; y por él, entonces estudiante de la institución: “En la prisión torturaban y mataban, pero por aquella intervención pocas semanas después fui deportado a España.” 

Cuando triunfó la Revolución, Molina regresó unos meses después a petición del Comandante en Jefe Fidel Castro para fungir como editor del diario Combate. Asimismo, al volver a Cuba ejerció igual responsabilidad en el  periódico Hoy. Así estuvo por más de un año. Aún cuando realizó la función de jefe de Información acudía a los eventos más importantes para reportarlos o saber lo que ocurría, para lograr un mejor resultado de los corresponsales a quienes había confiado la tarea, y así dar un tratamiento adecuado a la noticia e inculcar a los periodistas el compromiso con la labor desempeñada.

Como profesional tuvo una oportunidad única: fue el encargado de reportar las audiencias del Congreso de los Estados Unidos cuando se analizaba la muerte del presidente norteamericano John F. Kennedy.

-Mucho se ha especulado sobre la

existencia de un complot con respecto al

magnicidio de Kennedy, ¿cuál es su opinión?

Apoyado en mis experiencias por haber vivido esos intensos momentos y porque consulté bibliografía reciente sobre el tema, puedo decir que existen pruebas confiables que muestran la posibilidad real de una maniobra en torno a ese suceso. Aún existen documentos clasificados de la CIA que esclarecerían el hecho, sus autores intelectuales y ejecutores. 

A lo largo de su carrera realizó otras labores entre las que menciona, con especial emoción, las coberturas periodísticas de los recorridos de Fidel Castro y el haber sido corresponsal de guerra en Argelia, Guinea Bissau y el Medio Oriente: “Es curioso que auque se esté contra la guerra porque no es la única manera de liberar un país, cuando se produce un conflicto, la mayor parte de los reporteros hacemos por ir, pues es algo que apasiona: cubrir las cosas que no son  fáciles. Cosas atrayentes para el lector.”

-¿Qué acontecimiento quiso cubrir y no pudo?

Otra guerra, por ejemplo, la de Angola y la de Vietnam, en esa última me dieron “un palo periodístico”, como me dijo Fidel el 31 de diciembre de 1965. Algunos días antes, Marta Rojas y Raúl Valdés Vivó se me adelantaron en hacer la petición para ir a la guerrilla en el sur de Vietnam.

El haber transitado por diversos medios y tener experiencias profesionales poco comunes para un periodista le han enseñado que en cuestiones de prensa el mejor estilo es el directo, sencillo y personalizado, sin dejar de ser elegantes, ir a lo preciso, economizar los adjetivos: “Mi paso por Prensa Latina con Jorge Ricardo Masetti me enseñó a ser realmente objetivo manejando la información, aunque no imparcial.”

Uno de los mayores provechos que pudo sacar Molina de esa etapa de su vida fue el de cultivar un gran amigo. Ambos fueron fundadores de Prensa Latina. En las tardes, luego de terminar en la Agencia, iban al bar más cercano y allí, junto con otros compañeros, componían el mundo: “Como Gabriel García Márquez es un tipo tan simpático y ocurrente se ganó la amistad de todos y conmigo no fue diferente.”

Además de más de compartir el nombre y mantener una relación de amistad, Molina y García Márquez son colegas e intercambian trabajos: “Actualmente dentro de mis proyectos se encuentra la preparación de un nuevo libro sobre Masetti con la colaboración de Conchita Dumois, su viuda, donde uno de los testimonios utilizados será el de Gabriel García Márquez.”

-¿Tiene pensado escribir sus memorias?

Muchos colegas me lo han recomendado y no creo que sea una mala idea. Pienso que estoy preparando las condiciones.

Para cualquier joven profesional de la prensa charlar con un hombre con la experiencia de Molina es realmente provechoso y muy instructivo porque seguro aprenderá que en cualquier medio se puede hacer una buena labor reporteril si se es conciente del espacio, del género de trabajo que se quiere realizar, de la voluntad para buscar la verdad y las técnicas informativas a utilizar para lograr lo deseado: “Todo depende de la agudeza periodística, de darse cuenta dónde y cuándo usar las técnicas necesarias.”  

Testigo de lo educativa que puede ser dicha conversación es Gustavo Becerra, actual jefe de redacción del semanario Granma Internacional: “Cada reunión de trabajo que estuve a su lado durante 15 años fue una lección de periodismo. Lo considero uno de mis grandes maestros. Puedo decir que Gabriel es una persona que respira, se alegra y vive por su profesión. Es de las personas que dan la oportunidad, sobre todo a los jóvenes. Motiva, inspira a enamorarse de una idea, a buscar lo nuevo como principal característica para que algo sea noticia.” 

-El periodismo que ha hecho durante la

mayor parte de su carrera es el

internacional, ¿qué le ha aportado?

Experiencias muy valiosas, en particular las de Argelia. Además, permitirme conocer los verdaderos hilos de la política internacional, las motivaciones y el modo de actuar del gobierno de Estados Unidos durante los diferentes períodos presidenciales desde los inicios de su historia.

Aunque está jubilado, Molina no deja de colaborar con el periódico Granma ni con el semanario Granma Internacional. Cada vez que escribe lo hace con el mismo interés y cuidado del primer día porque piensa que “en el periodismo nunca te puedes achantar.”

Este hombre de 73 años no quiso terminar el diálogo sin hacerme cómplice de una sugerencia para los que dan los primeros pasos: la obligada consulta y la investigación constante deben ir de la mano de un reportero con experiencia.

“A los estudiantes y periodistas jóvenes quisiera decirles que nunca crean que lo han hecho todo, que su artículo o crónica es la mejor. Laboren con rigor, dando lo mejor de cada uno. Sean perseverantes y constantes para hacer buenos trabajos y no para salir del paso. Hagan de cada creación una obra de arte.”  

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

Ficha Técnica:

Objetivo central: Mostrar aristas novedosas de la vida profesional de Gabriel Molina.

Objetivos colaterales: Estudios realizados. Planes inmediatos y futuros. Conocer la opinión sobre él de compañeros de trabajo.

Tipo de entrevista:
Por los participantes: Colectiva.
Por su forma: Mixta.
Por su contenido: De personalidad.
Por el canal que se obtuvo: Vía directa.

Tipo de título: De cita indirecta.
Tipo de entrada: De retrato.
Tipo de cuerpo: Mixto.
Tipo de conclusión: De opinión del entrevistado.

Fuentes consultadas:
Delia Rojas, su secretaria en Granma Internacional.
Migdalia Hardy, jefa de Producción de Granma Internacional.
Alberto Borrego Ávila, fotoreportero de Granma internacional.
Gustavo Becerra, jefe de Edición de Granma Internacional.
 


 

CAMPEÓN DEL PERIODISMO DEPORTIVO

CAMPEÓN DEL PERIODISMO DEPORTIVO

Tras cuatro años de retiro, Elio Menéndez García recuerda la época en que la palabra y la pluma iban de la mano. Mereció en el 2003 el Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de la vida.

Texto y foto:
LORENA SÁNCHEZ GARCÍA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Tarde invernal. El Cerro, estrepitoso. Una sala pequeña con objetos de niños traviesos y paredes llenas de retratos familiares. El silencio se impone. De pronto, el teléfono rompe la armonía del ambiente. En apenas un instante sale Elio, con sus cabellos níveos y ojos minúsculos. Reconozco en él, al campeón de quien tengo referencias, todo un artífice en el periodismo deportivo. Sereno, se acomoda en la butaca que está a mi lado.

Comienza, lentamente, a relatar sus andanzas en el pueblito de Juanelo, lugar que lo vio corretear de niño. Como un gran conocedor del béisbol y el boxeo narra sus experiencias en este terreno. Habla de los tantos años como cronista deportivo en busca de una buena historia, esas que plasmadas en los recortes de papel, ponen el mundo a nuestros pies.

Pero  no siempre la vida de Elio Menéndez estuvo marcada por la pluma, antes tuvo que tropezar con disímiles obstáculos propios de la época prerrevolucionaria. Necesitó incursionar en forzosos trabajos para poder alimentar a su familia, los cuales le enseñaron a mantenerse firme y a perseverar.

-¿A qué se dedicaba antes

del triunfo revolucionario?

Tuve la necesidad de dejar la escuela en sexto grado. A partir de entonces, enfrenté la vida bajo las más diversas condiciones. A los 15 años inicié la actividad laboral en una panadería. Después, salí a la calle y me convertí en vendedor de dulces, galletas y hasta billetes de lotería.

Ya estaba casado y tenía una hija cuando en enero de 1958 me enrolé  en la dotación del vapor de pasajeros Florida, el cual cubría la ruta La Habana- Miami-Nassau. Este, a mediados de ese mismo año, dejó de venir a Cuba cuando se agudizó la lucha revolucionaria contra el tirano Batista. En el barco limpié los calderos, platos y la cubierta.

A mediados de 1959, me despidieron por alargar un permiso de visita a La Habana. Así marché indocumentado, primero, a New Jersey, y luego a Nueva York. De la ciudad de los rascacielos fui a Long Island donde trabajé en el club Malibú, bajo las más disímiles funciones, la principal de ellas cuidar de las casetas de los socios del club, garantizando su seguridad y limpieza. Poco tiempo después, agentes de la Inmigración norteamericana me devolvieron a La Habana. Era el 7 de diciembre de 1960 cuando regresé a Cuba.

-¿Cómo llega al periodismo?

Al tocar suelo patrio comencé en el sector de la construcción, hasta que un afortunado encuentro con el genial periodista y narrador deportivo Bobby  Salamanca, mi amigo de infancia y adolescencia, me propició entrar en el diario Noticias de Hoy. Al frente de su página deportiva estaba Daniel Reguera, quien me brindó todas las posibilidades de escribir.

En aquella época se fueron del país infinidad de periodistas y la prensa deportiva quedó virtualmente huérfana…era mi oportunidad. Recuerdo que la primera cobertura fue un juego de pelota entre Regla y la Administración Pública. La permanencia en Hoy por las noches, en fase de colaborador sin “paga”, la compartía con el trabajo diario en la construcción, hasta que ingresé en la plantilla del recién creado Instituto Nacional de Deporte y Recreación (INDER), en 1961, para lo cual sirvió de mucho el aprendizaje práctico adquirido en Hoy. No había perdido el tiempo. 

En esa institución deportiva  fui el secretario general  de la sección sindical y en una de las tres zafras del pueblo a las que asistí, tuve el enorme  privilegio de coincidir y departir, por mi condición de jefe de brigada, con el entonces Ministro de Industrias, Comandante Ernesto Che Guevara, quien probaba las primeras máquinas cortadoras de caña en la colonia Palizada, del central Ciro Redondo, en Morón.

-¡Y luego…!

En 1964, José Llanusa, director del INDER; me envió a El Mundo, cuya página deportiva estaba en crisis. Se fundó Granma con la fusión de los periódicos Revolución y Hoy y  pasé a trabajar allí. En el Órgano del Partido estuve hasta 1971, año en que me trasladé a Juventud Rebelde, donde permanecí hasta mi jubilación.

-Pero usted  no asistió

a ninguna Academia…

No, yo soy periodista a machetazos. Mi mayor ventaja radicaba en ser un gran lector de deportes. Si alguien me impulsó al periodismo fue Eladio Secades; él escribía en el Diario de la Marina, Bohemia y Alerta. Me encantaban sus crónicas, tanto, que muchos de sus párrafos aún los memorizo.

Por otra parte, estaba consciente de mi escaso nivel. Pero leer mucho te ofrece grandes posibilidades y opté por “beberme” a Onelio Jorge Cardoso y otros autores costumbristas, así como a los mejores redactores de las agencias cablegráficas cuyo contenido dejaba a un lado, sirviéndome de su forma o estilo para mejorar el mío. Solía utilizar el argot popular en mis crónicas, cuidándome siempre de no caer en el “chavacanismo”; para “adornar” mi trabajo fui enemigo de palabras que obligaran al lector a acudir al diccionario.

-¿Por qué la crónica?

Ese es el género periodístico de más agrado  para mí, tengo una cierta inclinación hacia ella. Una crónica se escribe con el alma. Para un cronista lo principal son los sentimientos, se debe escribir con emotividad y apasionadamente, estar enamorado de la vida, en fin, ser un gran romántico. Así soy yo. Elegí la crónica porque descubrí en el pueblo cubano una enorme sensibilidad. Con ella, por medio del corazón, toco las puertas del razonamiento y de la reflexión.

-¿Cuál ha sido la más importante

de sus crónicas?

Todas son importantes. Yo tuve la buena o mala  costumbre de leerme al día siguiente lo que escribía, por eso, las disfruté. Ellas son como los hijos, es muy difícil querer más a uno o a otros porque, en definitiva, son parte de ti. Son parte de tu trabajo, de tu esfuerzo, son tus creaciones. Aunque hay una  dedicada a mi padre, se titula Cuando veo a esos padres, la cual tiene un gran significado para mí.

Hubo otra que me motivó muchísimo, no por el valor de la misma, sino por la consecuencia del hecho. Ocurrió en New York, en 1978, cuando el tope bilateral de boxeo  Cuba–Estados Unidos, efectuado en un Madison Square Garden, caldeado por la asistencia de cientos de apátridas. Por otra parte, estuvieron presente los “cubanos de Fidel”, como se autollamaban, y miembros de la colonia latina neoyorquina. Momentos hubo en que se peleaba a la par en el ring y en el público.

En esos tiempos se utilizaban tres oficiales por combate y cuando el árbitro era uno de los nuestros, en el jurado habían dos norteamericanos y un cubano, o a la inversa. En caso  de una pelea reñida, el fallo favorecía al boxeador que tuviera a dos coterráneos como jueces. Esto sucedió al chocar Stevenson con Jimmy Clark, en el combate el norteamericano llevaba mínima ventaja, pero sabíamos que la decisión sería para el nuestro, dos de los tres jueces eran compatriotas, lo cual produciría un escándalo de marca mayor.

Pero Teófilo no dio lugar a discrepancias. A escasos segundos de sonar el último gong, puso fuera de combate a Clark con uno de sus derechazos.  Entonces el Garden se convirtió en un manicomio; quienes alentaron  al ídolo deportivo durante toda la velada querían llegar a los camerinos para saludarlo. Fue aquella una auténtica noche cubana en las entrañas de monstruo.

-¿Qué opina del periodismo

deportivo  actual?

La realidad periodística actual es totalmente diferente a la de los años 60 cuando yo me inicié. En aquel entonces, la prensa no tenía figuras de gran capacidad. El periodismo de hoy se encuentra en un punto excelente, cuenta con valores jóvenes a los que solo les falta experiencia; pero poseen las técnicas de la Universidad. Actualmente, tienen un reto bien difícil: se escribe para un público más culto.

-Durante su labor  periodística se

especializó en boxeo y pelota.

¿Cuál de los dos prefiere?

Prefiero la pelota, soy industrialista hasta la médula, antes no lo podía decir porque debía ser imparcial, pero ahora lo declaro. En un primer momento solo atendía el béisbol, llegué al boxeo por una cuestión coyuntural. Personalmente lo rechazo, sobre todo, al profesional, es un deporte tercermundista del cual se sirven managers y empresarios inescrupulosos para enriquecer su bolsillo. Por suerte, en Cuba esto no sucede, pues el estado protege lo mismo a los púgiles de gimnasios que a nuestros múltiples campeones olímpicos y mundiales.

-¿Por qué escribió el

libro El boxeo soy yo?

De niño iba a los encuentros de boxeo con mi padre, él era aficionado a ese deporte y, por consiguiente, de Kid Chocolate. En mi casa  hablaban mucho de ese gran pugilista y para mí significaba un enigma, todavía guardo recuerdos suyos. Él tenía mucha popularidad, fue para el boxeo lo mismo que Benny Moré para la música. Por todos esos argumentos me interesé en hacer un libro, pero me lo negaron dos veces. Entonces acudí a mi amigo Víctor Joaquín Ortega para que colaborase conmigo y juntos lo terminamos.

-Usted colaboró con el guión de la cinta

suiza Nocaut, inspirada en ese libro,

¿qué valoraciones tiene sobre la misma?

Ese filme comenzó por la vida de Chocolate y después pasó al boxeo actual. Duró una hora y cinco minutos, ya era un largometraje. A mí me corresponde del guión solo las escenas donde interviene Chocolate, a partir de ahí yo solo les serví de guía. La idea fue muy buena, en un principio, aunque entiendo que no se logró el objetivo. Los suizos pretendían valerse de los triunfos del boxeo cubano para demostrar cómo un país donde existían tantas dificultades podía salir adelante.

-¿Desearía publicar alguna obra inédita?

Tengo otro libro, Swines a la nostalgia, una compilación de muchas de mis crónicas publicadas en la sección Tiempo, del diario Juventud Rebelde, entre los años 2003 y 2005. Yo nunca he tenido suerte con las editoriales, pero quisiera publicar otras cositas, como la crónica del secuestro de Fangio, un corredor de automóviles, cinco veces campeón mundial, quien en 1958 fue  retenido por un audaz comando del Movimiento 26 de Julio con el propósito de dar a conocer al mundo la autenticidad de la Revolución, pues Batista proclamaba que en Cuba todo se encontraba en calma.

-¿Qué significó para Elio Menéndez recibir

el Premio Nacional de Periodismo

José Martí por la obra de la

vida en el año 2003?

No solo significó una gran satisfacción, también una enorme responsabilidad porque cuando te dan un galardón de esa magnitud, debes seguir escribiendo, eso lo exige el premio y el lector. Por desgracia, yo no podía compensar al pueblo con más crónicas, pues me llegó en el momento en que estaba a punto de jubilarme por mi quebrantada salud.

Considero que se recompensó no tanto la calidad profesional como el esfuerzo, tenacidad, los deseos de superación. Yo no hago alarde del premio, no gusto de las exhibiciones. Existen otras cosas que gratifican grandemente, como cuando se acerca cualquier persona por la calle que reconoce y elogia mi trabajo, pues para ese pueblo yo escribo. Es la familia el mayor regalo. Le doy las gracias a todos los que confiaron en mí, en especial, a Pepe Alejandro Rodríguez, por su insistencia en proponerme.

-Algún consejo para la nueva

generación de periodistas.

A mí, cuando en cueros comencé en esta profesión, me dieron dos consejos muy válidos. El maestro José González Barros, cuyo nombre lleva un concurso anual de periodismo deportivo auspiciado por la Unión de Periodistas de Cuba, me dijo: “En muchas ocasiones, nosotros los periodistas no podemos decir toda la verdad. Existen verdades que debemos callar, pero nunca digas una mentira porque pierdes credibilidad”.
También, Ricardo Agacino, un viejo zorro de estos avatares, me comentó un día: “Nunca le pidas nada a ningún atleta ni funcionario del gobierno, porque contraes con él una deuda de reciprocidad.” Esos son los consejos que yo, como veterano, les doy a ustedes los jóvenes.

-Y ahora, ¿a qué se dedica?

Lejos de las redacciones, comparto la vida y quehaceres del hogar junto con mi esposa. Dedico más tiempo a ver la televisión, a la lectura y a mis nietos. Pero a cada ratito me doy una escapada por los periódicos. En ocasiones, colaboro con Prensa Latina y todas las semanas publico en Cubahora. Aunque resulte extraño, voy conformándome poco a poco.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

FICHA TÉCNICA:

Objetivo central: Demostrar cómo una persona con esfuerzo y tenacidad pudo obtener, en el año 2003, el Premio Nacional de Periodismo José Martí.

Objetivos colaterales: Indagar sobre su vida laboral antes de dedicarse al periodismo. Saber cómo llegó a ser periodista y cómo aprendió todas sus técnicas. Dar a conocer su opinión sobre el periodismo deportivo actual. Conocer su obra literaria, sus publicaciones.

Tipo de entrevista:
Por los participantes: Individual.
Por su forma: Clásica.
Por su contenido: De retrato o personalidad.
Por el canal que se obtuvo: Directa.
Tipo de título: De referencia al tema o al entrevistado.

Tipo de entrada: Descriptiva.
Tipo de cuerpo: Clásico (de preguntas y respuestas).
Tipo de preguntas: 1-Informativa; 2-Informativa; 3-Directa; 4-Directa; 5-De exploración; 6-Directa; 7-Directa; 8-Alternativa; 9-Directa; 10-De opinión; 11-Directa; 12-Directa; 13-Abierta; 14-Abierta.
Tipo de conclusiones: De comentario del entrevistado.

Fuentes consultadas: Elio Menéndez García, entrevistado; Michael Contreras y Víctor Joaquín Ortega, colegas y amigos del entrevistado.


 

HUGO RIUS O LA EXCELENCIA EN EL PERIODISMO

HUGO RIUS O LA EXCELENCIA EN EL PERIODISMO

“La capacidad de análisis es un ejercicio que yo he tratado de cultivar a lo largo del tiempo, porque pienso que en la vida no basta con mirar los acontecimientos, sino tratar de interpretarlos, sin conformarnos con lo que aparece en la superficie”, afirma el Premio Nacional de Periodismo José Martí (2008).

LAURA PIÑERA RUIZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Hugo Rius Blein es un hombre parsimonioso y culto. Con más de 40 años como profesional de la prensa, ha trabajado como corresponsal de guerra, guionista de programas informativos, comentarista político, reportero y su lista de entrevistados recoge a importantes personalidades del mundo.

Rius es también profesor Titular de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana y Máster en Ciencias de la Comunicación. Como reconocimiento a tan fructífera carrera, le fue otorgado el Premio Nacional de Periodismo José Martí (2008).

La profesora Iraida Calzadilla, quien se declara su eterna alumna, piensa que es un hombre culto, flemático, de fina ironía y largo alcance en el hablar y conceptualizar. Cuando le comento acerca de esta opinión, contesta: “No sé, parto siempre de saber que no sé todo, que a veces no sé nada; sobre esa base, por lo menos, aspiro a ser culto. Lo de flemático sí, por momentos doy la apariencia, trato de mantenerme autocontrolado, pero confieso que no siempre lo consigo.

“La capacidad de análisis es un ejercicio que yo he tratado de cultivar a lo largo del tiempo, porque pienso que en la vida no basta con mirar los acontecimientos, sino tratar de interpretarlos sin conformarnos con lo que aparece en la superficie. Todo requiere razonamiento: hacer una entrevista, una nota informativa o cualquier género periodístico. No me puedo imaginar a un periodista sin desarrollar esa aptitud”.

-¿Algún rasgo en su

personalidad no le gusta?

Creo que debo ser mucho más franco, más crudo. A la gente se le ayuda cuando se le dicen las cosas crudamente. Me inhibo a veces por escrúpulo, porque temo que la otra persona puede sufrir mucho si le hago algún señalamiento con todas sus letras, y pienso que esto constituye a la larga un defecto.

Todavía no siento tener toda la dureza necesaria para enfrentarme a las tragedias. Las afronto, pero no  como quisiera: me sensibilizo demasiado, y en el trabajo periodístico la sensibilidad hay que administrarla para no perder el distanciamiento profesional. Los defectos los veo como falta de pulimento en el intento de auto crecimiento personal. .

-¿Ha sentido miedo ante

alguna situación profesional?

En la guerra, porque estás enfrentando la muerte. Probablemente el miedo sea la sensación más primitivamente humana, que se instaló desde que el homo sapiens se enfrentó ante las incertidumbres provocadas por una naturaleza todavía indomable.

-¿En cuál de sus múltiples trabajos

se ha sentido más a gusto?

Yo tengo por filosofía que donde quiera que trabajemos, aunque no sea el lugar de nuestra preferencia, siempre hay que tratar de buscar y encontrarle el lado gracioso, porque nada es tan infecundo como laborar donde a uno le disguste, eso es contra natura.

Si me preguntas en qué lugar me sentí mejor, te digo que los años que estuve en la revista Bohemia. Sentía que me pertenecía, que yo le pertenecía. Fueron años de muchos éxitos profesionales. Encontré un colectivo con el que hice química.

A mí me gusta mucho escribir para las revistas, porque en ellas puedes construir con mucha más libertad creativa que cuando escribes en una agencia o en un diario; puedes desarrollarte más, bordear la literatura. De hecho, gracias a ese ejercicio me entrené para escribir mis libros.

En Bohemia me desempeñé durante mucho tiempo como redactor de temas internacionales, jefe de información, y por último, como subdirector, de modo que ese fue un lugar donde me sentí muy realizado profesionalmente. También adoro la radio, porque es un medio de gran contacto con el público, es mágico e incentiva la inteligencia y la imaginación de las audiencias.

-¿Existe alguien a quien hubiera

querido entrevistar y

no tuvo oportunidad?

Por el camino han ido quedando algunas personalidades a las que me hubiera gustado entrevistar. Por sólo citar algunos ejemplo de una lista más extensa,  a Yasser Arafat, Nelson Mandela, a Rafael Correa y a Isabel Allende, la que considero sería una entrevista de lujo.

-¿Qué género periodístico

prefiere trabajar?

Definitivamente el género de análisis, me encanta la columna y la crónica, porque son muy personales, también disfruto muchísimo los artículos y los comentarios sobre temas políticos. Hay otros géneros que soy capaz de hacer con suficiente dignidad; pero no me encuentro en la etapa en que son predominantes. Hubo un tiempo en que perseguía febrilmente  las entrevistas, hacía muchas; pero ya hoy día, para hacer alguna, sería muy selectivo, tendría que ser una inteligente, ágil, en la que pueda preguntar lo que quiera, no una entrevista de circunstancia.

-¿Qué lo motivó a especializarse

en los temas de África

y el Medio Oriente?

Porque fue por ahí por donde empecé, en 1963, como corresponsal de la agencia Prensa Latina. Si me hubieran enviado desde el principio a Alemania,  tal vez fuera especialista en Europa. Claro, no hay otra zona que tenga tanto atractivo como el Oriente Medio y África. Era un mundo fascinante, el antiguo mundo colonial de los  que había leído en los libros de geografía, un lugar sin explorar, por conocer. Fui de corresponsal a Egipto, al año siguiente a Argelia y ahí, estudiando lo que pasaba en esa región, surgió mi interés por conocerla en toda su magnitud. Años después tuve la oportunidad de recorrer como corresponsal o enviado especial otros 20 países de la región.

-En Etiopía pudo obtener la primicia de

una información, gracias a una fuente

singular. ¿Puede contar la historia?

Creo que existe la previsión, pero también la suerte. Estuve en el lugar exacto y en el momento correcto. Pasaba por el Ministerio de Defensa y vi algo distinto a lo que siempre ocurría: un tanque apostado en la puerta. Poco después se escucharon disparos y comenzaron a sobrevolar aviones de guerra sobre esa área de la capital. Me encontré con un niño etíope, muy simpático, al que yo le compraba caramelitos y chicles cada vez que andaba por allí, para abastecerme de la gasolina por entonces racionada, en una estación cercana. Le pregunté en amhárico –idioma oficial del país– con mi limitado vocabulario aprendido, qué había sucedido y entonces me dijo en su inglés muy básico “Chief killed”, es decir,  “jefe asesinado”.

Mientras los demás colegas se dedicaron a indagar lo que había sucedido, yo transmití una información audaz, pero que como se dice, “cubría todas las avenidas” para el caso de que hubiera ocurrido o no. Por lo menos alertaba sobre un suceso. Decía en esencia, en su lead: “El Ministro de Defensa de Etiopía pudo haber sido asesinado en su despacho, de acuerdo con versiones sin confirmar, de fuentes cercanas al lugar del hecho”.

Cuando otros periodistas acreditados en Addis Abeba fueron a enviar sus informaciones confirmadas, se encontraron con que  habían cortado las comunicaciones; pero yo me había adelantado ya, y la fuente menos calculada fue la que me dio la pista.

-¿Por qué decidió escribir sobre

el líder revolucionario dominicano

Francisco Caamaño?

Es una figura que me motivaba mucho. A poco de su muerte, en el año 1973, había familiares y compañeros de guerrillas de él en Cuba. Entonces, entre Ricardo Sáez que era un profesional de gran calibre y entrañable amigo y yo, nos dispusimos a reconstruir su vida y así estuvimos durante dos años trabajando en el libro.

Lo escribimos porque Caamaño era una figura antimperialista emblemática, que tuvo el mérito de resistir la invasión del año 1965 cuando los yanquis invadieron República Dominicana. Resultaba muy tentador desentrañar la historia de este antiguo militar que fue, incluso, hijo del ministro de Defensa del dictador Trujillo; aún así, evolucionó a tal punto que murió como un jefe guerrillero, con una convicción profundamente revolucionaria. Fueron todos esos   motivos los que nos impulsaron a tratar de rescatar su vida en una biografía.

-¿Cuál es su criterio acerca del

periodismo cubano de estos tiempos?

Sostengo que el periodismo cubano actual es todavía mucho menos de lo que potencialmente pudiera ser y debería ser, como informador certero y movilizador del pensamiento en la sociedad. Le falta abrir y ampliar espacios para la investigación y la opinión, tan indispensables para la construcción de nuestro proyecto social, hacerse más dialogador y creativo, liberado de trabas innecesarias que entorpecen el flujo comunicativo entre la prensa, las instituciones y los intereses y aspiraciones del público al que en última instancia nos debemos.  

Abrigo la percepción de que aún resulta insuficiente entre los cuadros políticos y administrativos una cultura sobre el papel y el alcance de los medios y en particular del periodismo en la sociedad.

Asumiéndolo predominantemente como un aparato instrumentalista, “a la carta”, frena la plenitud del legitimado ejercicio periodístico y su relativa autonomía, para dejársele a expensas de lo que cada quien desde su pedacito de poder se atribuya indebidamente la facultad de silenciar, ocultar y ocultarse e interferir como si el periodismo fuese un equipo de pelota y cada quien su manager.

Al final se da la paradoja de que en esas esferas se desestima el importante papel que para su propia gestión puede desempeñar una mayor actuación de la prensa, que evalúe, critique, alerte y se anticipe.

 
-¿Cuál cree que es la mayor dificultad

que tienen los estudiantes de

Periodismo actualmente?

La falta de más ejercitación práctica sistemática en los medios durante sus años de estudios. A ello se suma que en algunos centros donde se les inserta, no se encuentran siempre a la altura de lo que se espera de estos para contribuir a la formación de los estudiantes, ya sea por insuficiente comprensión e interés en prestarles atención, en proporcionarles tutorías adecuadas y estimularlos. Lo óptimo sería que la enseñanza dispusiera de medios tecnológicos experimentales, que no tienen que ser tan pretensiosos, pero lo elemental para meterse en los procesos de construcciones comunicativas, como un periódico, estudios de radio y televisión propios para ejercitarse aunque sea a limitado circuito. 

-¿A qué se debe que los temas políticos,

sociales y económicos en Cuba, sean

tratados sin que haya diferencia,

ni siquiera de matices, entre los

distintos medios de comunicación?

A una contención de la información. Predomina bastante aquello de que “hasta que no lo publique Granma” y todos los demás terminan diciéndolo igual.  Una reveladora expresión de la insuficiente cultura mediática referida antes consiste en ignorar que los medios forman parte de un sistema y cada uno tiene una manera específica de construir una misma información. Sin faltar a la estricta veracidad, pero sí de maneras distintas. Eso no se suele respetar mucho. 

-¿Cuál sería su antología

imprescindible de autores?

José Martí, Alejo Carpentier, Cintio Vitier, Gabriel García Márquez, Isabel Allende, William Faulkner, Honoré de Balzac, Víctor Hugo, Fedor Dostoievski, Platón,  y de cabecera periodística a Pablo de la  Torriente. Brau 

Han transcurrido tres horas desde que comenzamos a hablar. Me fijo una vez más en su despacho, lleno de recuerdos y premios. Como símbolo de su sencillez, los dibujos hechos por su nieta de seis años, cuelgan de una pared. Mientras miro cada detalle de la habitación le escucho decir: “Los periodistas deben ser humildes, para garantizar desarrollo y crecimiento, y deben tener disposición de aprender de todos. Lo otro es la honestidad de hacer exclusivamente aquello en lo que crean.”

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

Ficha técnica:

Objetivo central: Indagar sobre el desempeño de Hugo Ríus como profesional de la prensa (anécdotas, experiencias, opiniones).

Objetivos colaterales: Sobre su trabajo conocer preferencias y experiencias. Saber por qué se especializó en África y el Medio Oriente. Obtener anécdotas. Conocer su opinión acerca de temas polémicos del periodismo cubano.

Tipo de entrevista:
Por los participantes: Individual.
Por su forma: Clásica de preguntas y respuestas.
Por su contenido: De personalidad.
Por el canal que se obtuvo: Cara a cara. Directa.

Tipo de título: De referencia al entrevistado.
Tipo de entrada: De presentación.
Tipo de cuerpo: Clásico, de preguntas y respuestas.
Tipo de preguntas declaradas: 1.-Directa; 2.-Abierta; 3.-Directa; 4.-Directa; 5.-Informativa; 6.-Informativa; 7.-Opinión; 8.-Opinión; 9.-Directa.
Tipo de conclusión: De opinión o comentario del entrevistado.

Fuentes consultadas:

Documentales:

Hugo Rius Blein: Currículo profesional, académico y político, 2005.
Rius Blein, Hugo. El periodismo en su lugar. 25 de noviembre de 2008. (Fuente: Juventud Rebelde, martes 15 de julio de 2008, p. 2.)

No Documentales:

Iraida Calzadilla Rodríguez. Periodista. Profesora de la Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana. 
Andrea Hernández Valera, jefa del Departamento de Propaganda de la Unión de Periodistas de Cuba.
Margarita González Delgado, jefa del Centro de Información de Prensa Latina y compañera de trabajo del entrevistado.


 

PERIODISTA ANTE TODO

PERIODISTA ANTE TODO

 

“Lejos de regocijarme, me tensa ser distinguido porque me exige más de mí mismo”, así se siente el cienfueguero Omar George Capri al recibir cualquier reconocimiento. En el 2008 mereció el Premio Nacional de Periodismo José Martí.
 

Texto y foto:
ELIZABETH PÉREZ PÉREZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

“El premio aviva el celo, obliga al
que lo recibe, y enciende en ardor
nuevo al que lo desea”, José Martí.

Su familia puede dar fe profunda de cuánta sencillez propaga Omar George Capri. Como periodista, es bien reconocido por el pueblo cienfueguero. Portador de muchas virtudes personales y profesionales, no en vano la Unión de Periodistas de Cuba le otorgó el Premio Nacional de Periodismo José Martí, en 2008.

En esta ocasión, el periodista, locutor, guionista y director de programas se dispone a platicar con motivo del merecido galardón por al obra de toda la vida.

-¿Cómo se inicia en el periodismo?

Es una historia muy larga. Primero, yo quería ser músico. Estudié instrumentos de vientos en el Conservatorio Alejandro García Caturla y después en la Escuela Nacional de Arte. Una repentina neumonía me impidió continuar el curso de fagot, y entonces matriculé en la Universidad Central de Las Villas. Allí me gradué en Filología Española en la especialidad de Lingüística.

El periodismo lo llevo en la sangre. Mi padre fue periodista y de algún modo me interesó cómo se interpretaba y se comentaba la realidad de Cuba en aquella época, hablo del año 1975. Cuando terminé la carrera, regresé a Cienfuegos para buscar trabajo. Por aquel tiempo, el periódico Cinco de Septiembre llevaba un año de fundado; estaban carentes de personal, y entonces ingresé en el semanario provincial como Jefe de Redacción.

Trabajó solamente dos años en ese lugar: “Fueron pocos, pero buenos”. Allí se vinculó al ámbito noticioso donde, junto a Pedro de La Hoz, escribió y dirigió la página cultural de la publicación, hasta que en 1984 entró al mundo de la televisión.

“Pienso que la jefatura de redacción es buena como ejercicio profesional, pero asimilada eternamente no forma a un buen periodista, porque pierde ese vínculo vital que todo profesional debe establecer con la realidad del acontecimiento.”

-¿Cuán difícil fue el inicio en la televisión?

Realmente era muy complejo, al principio y durante mucho tiempo. Aquí conformamos un equipo integrado por un técnico de video, dos camarógrafos de cine, un chofer-luminotécnico y un reportero. Las coberturas informativas para la televisión se filmaban en películas de cine, el periodista hacía la nota y, todo eso, luego de enviado al Noticiero Nacional, pasaba por un proceso de edición donde fundían las imágenes con la voz del locutor.

Cuando se introdujo la tecnología del video-tape, fundamos en Telecubanacán los Servicios de Corresponsalías de la Televisión Cubana. Hubo provincias afortunadas que tuvieron máquinas de edición y la posibilidad de transmitir para el Sistema Informativo, pero la nuestra no contaba con ese recurso; para editar debíamos ir a Santa Clara. Por tanto, pasamos 17 años viajando, prácticamente un día sí y un día no, hasta que se fundó Perlavisión.

-En su quehacer periodístico sobresalen

coberturas internacionales como la

corresponsalía en Angola, la misión médica

en Nicaragua y la visita de Fidel al Vaticano.

¿Qué representan para usted esas experiencias?

Angola realmente me marcó. Cuando participas y regresas de una experiencia como esa, percibes el mundo de una manera diferente, adviertes matices que antes no estaban presentes, afrontas las cosas de una manera más madura. Nicaragua tuvo mucha esencia en cuanto a la solidaridad, la entrega, el desinterés y el enfrentamiento a riesgos para ayudar al prójimo.

En cuanto a la visita de Fidel al Vaticano, creo que es una cobertura profesional que se complementa con las otras. Yo diría que las otras son sucesos de contingencia, de aventura, de lo inesperado, de respuestas a situaciones extremas. En esta ocasión estaba informando sobre la visita de Fidel al Papa Juan Pablo II, un encuentro por razones históricas muy esperado y especulado.

Creo que la designación para esa cobertura fue también un gesto de reconocimiento al trabajo realizado. Lo digo sin que la modestia me agobie porque podían haber prescindido de mí, un sencillo corresponsal de provincia.

Cuando se fundó el telecentro provincial, Omar George ayudó a preparar y conformar el núcleo inicial de Perlavisión. Simultáneamente constituyó y dirigió el Departamento Informativo, dedicándose principalmente al trabajo noticiario.

-¿Cómo aprecia el periodismo

cubano de estos tiempos?

Creo que evoluciona. No estamos hablando hoy desde la misma perspectiva que hace cinco años atrás. Se desarrolla, no como los periodistas quisiéramos; pero soy bastante intransigente a la hora de juzgar las concesiones hechas en la profesión, las interferencias y las intromisiones inadmisibles: no perdono esas cosas.

Sin embargo, no dejo de comprender que la prensa en Cuba trabaja bajo contingencias irrepetibles en otro país, eso es bueno tenerlo presente a la hora de hacer determinados juicios y valoraciones sobre algunas exigencias que a veces se nos hacen a los periodistas.

En la actualidad Omar se desempeña como Vicepresidente Primero de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba en la provincia de Cienfuegos. También pertenece al Comité Nacional de la Unión de Periodistas (UPEC), donde integra la Comisión de Formación y Superación, y es miembro del jurado en televisión de los Premios Nacionales José Martí y Juan Gualberto Gómez: “Un honor que agradezco”.

-En el VIII Congreso de la UPEC usted

expresó: “Todavía hay algunas puertas

que permanecen cerradas en franco

desafío a la insistencia periodística”.

¿De qué factores depende el desarrollo

del trabajo de la prensa en estos días?

Yo sigo suscribiendo eso que dije. Las facilidades para nuestro desempeño dependen de muchos componentes: de los propios periodistas, de quienes nos dirigen, de las estructuras que desde la dirección ideológica de la sociedad se relacionan con la política, con su concreción y su evaluación.

Depende, en última instancia, de los receptores, quienes quizás ven este ejercicio de un modo imposible de mostrar dadas las potencialidades de la profesión.

A veces la gente espera que resolvamos el problema más increíble, y realmente no es así. Esto se relaciona mucho con la institucionalización de la sociedad: si la gente busca una respuesta, ciertamente algo no funciona; por ende, las personas reclaman compensación en otras proyecciones del ejercicio público.

Lo que nos toca hacer a los periodistas es sencillamente nuestro trabajo, y hacerlo con responsabilidad, con madurez profesional y mucha ética.

Multipremiado en festivales de televisión y otros certámenes del gremio, este Hijo Ilustre de la ciudad de Cienfuegos asume los reconocimientos como un compromiso para realizar mayores desempeños.

“Lejos de regocijarme, me tensa ser distinguido porque exige más de mí mismo. Es como si a partir de cualquier otorgamiento fueras más dependiente de lo que la gente espera de ti y anduvieras con más cuidado de no traicionar la confianza y las expectativas puestas en tu práctica profesional. Soy de los que creen a pie juntillas en una frase que a veces se repite con más vehemencia que convicción: "Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz.”

-Entonces, ¿qué representa para usted

haber sido galardonado con  el Premio

Nacional de Periodismo José Martí?

Cuando lo recibí tuve muchos sentimientos encontrados, fue un tremendo honor y una sorpresa. En el medio donde me desempeño, independientemente de la valoración hecha, hay más personas merecedoras de esta recompensa. Lo acepto con humildad, con un tremendo compromiso porque entonces ya no soy el periodista, sino el Premio José Martí, y tengo que seguir siendo consecuente con una trayectoria, con una obra.

-Sé que tuvo varias propuestas de trabajo

en la capital; aún así, decidió permanecer

en Cienfuegos. ¿Algún motivo especial?

Soy muy apegado a Cienfuegos, ese es mi motivo. No he tenido necesidad de ir a La Habana para concretar ciertas aspiraciones profesionales. Realmente me gusta la ciudad, su gente, su historia, su cultura, al punto de que muchos de mis programas o algunos de mis proyectos en Perlavisión tienen que ver con eso.

En lo que a la televisión se refiere, trabaja como guionista, conductor y director de programas en el telecentro provincial: “Las presentaciones en las que participo son sobre la región. A Debate es un espacio de intercambio con la población y las autoridades en cuanto a cuestiones que preocupan a una parte y son responsabilidad de resolver por la otra. Memorias, demuestra a partir de fotos antiguas de la región, cómo determinados lugares y locales patrimoniales de la ciudad se han transformado desde la fundación de Cienfuegos hasta la fecha. Acabo de renunciar al informativo cultural El Zarapico, porque con el cúmulo actual de trabajo era imposible cumplir con ese compromiso.

Simultáneamente, hace radio los viernes en el espacio Con Palabra Propia, donde un panel estable comenta las noticias nacionales e internacionales más importantes de la semana. También cursa el Doctorado en Ciencias de la Comunicación, y es profesor de Comunicación Social en la Sede Universitaria Municipal.

“La docencia es algo profundo, no puedo prescindir de ella. La veo no como un aporte, sino como una provechosa interacción en la que yo también aprendo de las personas a las que enseño, porque aunque parezca una perogrullada, en el desconocimiento hay una potencialidad de enseñanza que el profesor puede cultivar para hacer más eficientes sus lecciones.”

-Tantos proyectos deben consumirle

mucho tiempo. ¿Cómo comparte su

vida entre la casa y el trabajo?

No la comparto, le ofrezco más tiempo al trabajo, pues soy periodista ante todo. Pero el secreto no está en cómo tú lo divides, sino en cómo disfrutas las pocas horas que le ofreces a la casa; si las dedicas a la familia, a promover una participación compartida, ya no importa, porque de esa forma se compensan.

-¿No ha pensado cuándo pondrá

fin a su ejercicio profesional?

Por ley tengo que seguir ahora hasta los 65 años. Pero pienso aportar hasta que mis neuronas me lo permitan. Mientras que el motor del intelecto esté generando, un periodista nunca se retira.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

FICHA TÉCNICA:

Objetivo central: Develar determinados aspectos de la vida y obra periodística de Omar George Capri, galardonado con el Premio Nacional de Periodismo José Martí.

 
Objetivos colaterales: Estudios realizados. Opinión sobre temas relacionados con su profesión. Estancia en Cienfuegos. Proyectos actuales de trabajo.

Tipo de entrevista:
Por los participantes: Individual.
Por su forma: Mixta.
Por su contenido: De personalidad.
Por el canal que se obtuvo: Directa.
 

Tipo de título: De cita textual del entrevistado.
Tipo de entrada: De presentación.
Tipo de cuerpo: Mixto.
Tipo de preguntas declaradas: 1) informativa, 2) informativa, 3) abierta, 4) de opinión,  5) polémica, 6) abierta, 7) abierta, 8) abierta, 9) abierta.
Tipo de conclusión: De opinión del entrevistado.

Fuentes consultadas:

Documentales (digitales):
Barrera Ferrán, Ramón. Periodistas cienfuegueros en el primer paso previo al VIII Congreso de la UPEC. En www.cubaperiodistas.cu. Consultado: 10/11/08.
Rodríguez Días, Jesús. Premio Nacional de Periodismo para el cienfueguero Omar George Capri. En www.gacetadejagua.cu: consultado 10/11/08.
Sergio Batlle, Jorge. José Martí, Aforismos. Editorial Corcel. La Habana, 2004.

Directas:                       
Omar George Capri, el entrevistado.                                     
Lilian Farray, esposa.                              
Omar Ernesto George Farray, hijo.
Liz Laura George Farray, hija.

 

EL REPORTERO QUE DEJÓ DE SER UN FOCA

EL REPORTERO QUE DEJÓ DE SER UN FOCA

Jorge Timossi, Premio Nacional de Periodismo José Martí (1999) y uno de los fundadores de la Agencia de Noticias Prensa Latina, conversa sobre sus recuerdos en el oficio de periodista.

Texto y foto:
LIANET HERNÁNDEZ RODRÍGUEZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

“Tiene tanto el periodista de soldado”
José Martí

Reportero estrella, icono de la profesión a la que él mismo considera como “solitaria, asombrosa, vivificante y desoladora”. Pleno de historias a tono con cada momento de lucha revolucionaria en el continente latinoamericano, ese es Jorge Timossi Corbani, el periodista mañoso y audaz que no se deja vencer por los años.

Al entrar a su hogar examino los recuerdos de cada lugar del mundo donde estuvo. Muestra con especial orgullo el Museo Timossi, un rincón cómplice que atesora los reconocimientos a una pluma intrépida. Quizás falten algunos, pues “la labor de un periodista –asegura–, termina el día de su muerte”. Su Premio Nacional de Periodismo (1999) también está allí, mérito a los años “imaginativos y alucinantes” en la aventura de Prensa Latina.

Los inicios

“En Argentina estaba todo muy cerrado”, comenta el técnico químico obligado a abandonar su país natal para cumplir un sueño en el oficio de escribir. Atrás quedaban las reuniones del grupo de amigos entre los cuales estaban Rodolfo Walsh, el periodista; Paco Urondo, el poeta, y Quino, el creador de “la inolvidable Mafalda”.

Como anécdota curiosa, comenta: “Quino era muy tímido, casi nunca hablaba en nuestros encuentros, pero cuando abría la boca hacía un chiste fantástico, fenomenal. De pronto, un día me dice que yo era el modelo de Felipe, el hermano de Mafalda, pues el personaje tenía unos graciosos dientecillos de conejo.

Después hicimos juntos un libro con cuentos muy cortos, se llama Cuentecillos y otras alteraciones. Son cuentos míos dibujados por él, donde Felipito es quien los comenta, critica o dice si le gustan.

Su primer destino fue la ciudad de Río de Janeiro, en Brasil, donde comenzó a hacer el “periodismo latinoamericano” con el que soñaba. Allí le llamaban “Foca” a los que desconocían el trabajo de la profesión. Timossi rememora con algo de picardía aquella estancia en el país sudamericano, cuando confiesa que “en ese entonces yo era un Foca”.

Sería el tiempo, la práctica y su llegada a Cuba los factores fundamentales que lo ayudarían a despojarse de esa condición. Amigos como Jorge Ricardo Massetti, le hicieron comprender, que el problema esencial no era solamente dejar de ser un “Foca”.

“En Cuba había que ser más revolucionarios que periodistas, eso lo aprendí cuando comencé a vivir plenamente el proceso cubano, y al principio no tenía idea de lo que era, pero poco a poco fui adquiriendo conciencia y ética política”.

Prensa Latina

Máxima aventura en la historia del periodismo continental. Caldera de ebullición para periodistas de todas las nacionalidades. Entre sus fundadores, incluyendo a Timossi, no existía la más mínima idea de lo que era una Agencia de Noticias. La hicieron a golpe de esfuerzo y trabajo, a veces más de 20 horas al día en función de defender la Revolución Cubana con uñas y dientes.

“En los primeros años el corresponsal jefe era José Prado, quien muchas veces me tuvo trabajando hasta altas horas de la madrugada, en las cuales me inculcaba la historia de la Revolución a través de intensas conferencias”.

Fue corresponsal en un sinnúmero de países. Cubrió acontecimientos históricos como la invasión militar norteamericana a Santo Domingo, la toma de poder de Gaddafi, la Revolución Iraní y el golpe militar en Chile.

Rememora este último como una verdadera tragedia: “En nuestra oficina entraron unos soldaditos con balloneta calada que al parecer no vieron o no quisieron mirar todas las fotos de Allende, de Fidel y del Che. Nos salvamos de milagro. Mientras bombardeaban el Palacio de la Moneda, yo hablaba por teléfono con amigos chilenos que trabajan directamente con el Presidente Allende, incluso, llegué a conversar con él en ese fatídico momento”.

A partir de esa experiencia vería la luz su crónica “La Moneda”, publicada en las primeras planas de unos cincuenta periódicos. Por primera vez el mundo conocería, gracias a la aguda pluma de Timossi, una versión del pinochetazo, diferente a la ofrecida por los militares golpistas.

En ese instante, llega a su mente, otro de sus inolvidables  momentos al servicio de la realidad: “Me encontraba como corresponsal en París, en 1980, cuando ocurrió la muerte de Alejo Carpentier. Recuerdo que nos llamaron cerca de la madrugada. Había frío y una llovizna incesante. Inmediatamente me dirigí a su casa junto a mi colega Andrés Escobar, quien me ayudó a levantar el cadáver de Alejo, tendido en el piso del baño. En ese momento solo pude pensar en la frase martiana que tanto le gusta a Fidel: “Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”.

La imaginación salva la objetividad

Timossi prefiere distinguir el periodismo cubano de principios de la Revolución como una aventura imaginativa que salva la objetividad. Considera que esa cualidad, sin imaginación, pierde su razón de ser.

“La realidad y la ficción van unidas. Escribí un libro titulado Crónicas casi reales, a partir de noticias publicadas por diferentes periódicos. Yo las tomo y después las llevo a la ficción”.

Orgulloso de su trayectoria en el oficio, si tuviera la oportunidad de cambiar la historia de su vida “volvería a hacer lo mismo exactamente, con mis aciertos y mis errores”. Confiesa haber tenido muchas equivocaciones, mas no las recuerda en el momento de nuestro encuentro y, entonces, se define como “muy afortunado, con una suerte increíble”.

Cubano por aplatanamiento

Es Timossi cubano desde hace mucho. Al preguntarle sobre su nacionalidad responde: “Mi país es Cuba, nací en Argentina, pero soy un ciudadano cubano”.

La primera sensación de que podía llegar a serlo fue en Santo Domingo. Estaba en su cuarto, al fondo de una pensión, tirado sobre un colchón sin sábanas, y las primeras imágenes que se le presentaron mentalmente fueron unas aceras rotas, levantadas por los árboles. Lo curioso era que no pertenecían a Buenos Aires, sino a las calles de La Habana. Echaba de menos a los cubanos, “solidarios, humoristas, creativos y antiimperialistas”. Entonces se sintió que podía ser uno de ellos, porque todo lo que hacía era por Cuba.

Periodismo

Autotitulado contemplador de la humanidad en sus constantes más permanentes, como quería Alejo Carpentier a la hora de ser “testigo de algo más vasto que lo inmediato y tangible”, Timossi gusta de la crónica, en cuanto a géneros periodísticos. Aunque, con gran firmeza, advierte no tenerlos en cuenta. Disfruta gozar la literatura en cada una de sus creaciones. La ve como un riesgo que gusta correr.

En 1999 recibió una condecoración especial: la Unión de Periodistas de Cuba le entregó el Premio Nacional de Periodismo José Martí. “No me lo esperaba. Cuando lo recibí me puse muy contento. Es el mayor reconocimiento, aún más para un periodista formado con la práctica”, dice.

Recibirlo de manos de Fidel, fue más notable: “Cuando el Comandante me lo entregó, aproveché la oportunidad para decirle que tenía sobre su escritorio un libro que quería que me aprobara, Los cuentos de Barba Roja, en homenaje a quien fuera mi amigo personal. Me contestó que estaba muy ocupado, pero al día siguiente vino a verme su secretario, y me anunció que lo había aprobado”.

En un pequeño rincón de su sala, entre diplomas, libros, fotografías y manuscritos, este incansable reportero ha contado sus luces y sombras. Sagazmente me asegura que “no puedo dejar que grabes, un buen periodista tiene que tener siempre una mente ágil y una mano audaz para las notas, de eso te acordarás toda tu vida”.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

FICHA TÉCNICA:

Objetivo central: Indagar acerca de la vida como reportero de Jorge Timossi Corbani, y el significado que otorga al Premio Nacional de Periodismo José Martí.

Objetivos colaterales: Hechos más importantes de su labor como reportero, opiniones sobre Prensa Latina.

Tipo de entrevista:
Por los participantes. Individual.
Por su forma. De citas.
Por su contenido. Biográfica o de Personalidad.
Por el canal que se obtuvo. Directa.

Tipo de título. De referencia al tema o al entrevistado.
Tipo de entrada. De retrato.
Tipo de cuerpo: De Citas.
Tipo de conclusión. Frase de impacto que evidencia el final.

Fuentes consultadas:
Directa: Jorge Timossi Corbani.

Documentales:
Marrón, Eugenio: Invulnerables, aprendices de dioses. Ámbito, (9): 15-16, 1989. ISSN 0864-1631.
Bianchi, Ciro: Memorias de un reportero estrella. Revolución y Cultura: 66-67, 1988.
Quién es quién en la prensa cubana: Jorge Timossi Corbani. En: http://www.cubaperiodistas.cu/ Consultado: 20 de noviembre 2008.
 

EL INDIO DE SIERRA MAESTRA

EL INDIO DE SIERRA MAESTRA

Roberto Pavón, Arnaldo Clavel  y Miguel Ángel Gaínza evocan a un maestro en el arte del reportaje, magnífico entrevistador,  revolucionario  y amigo: Rolando Castillo Montoya, Premio Nacional de Periodismo José Martí (1999).

YESIKA QUESADA PANTOJA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
 Universidad de La Habana.
      

“¡Cuca prepara la cafetera que viene visita!” Estas serían las primeras palabras de Rolando Castillo Montoya, el Indio, como le llamaban sus amigos y familiares más cercanos al ver que algún conocido venía subiendo la lomita que conduce a la casa donde vivió los últimos años de su vida, y que convirtió en gigantesca biblioteca cuando no tuvo dónde más poner sus libros.

Este paradigma de la prensa nacional nació el 3 de febrero de 1924 en Palmarito de Cauto, actual municipio Mella, en la provincia de Santiago de Cuba. Estudió en la Escuela de Periodismo Mariano Corona Ferrer y comenzó su carrera colaborando en los periódicos Ya, Juventud en Marcha, la Emisora CMKW y la revista Alma Mater. Por su colaboración en esta  última tuvo que marchar al exilio, en Miami, durante la dictadura de Fulgencio Batista. En esa ciudad fue miembro de la redacción de las publicaciones Sierra Maestra en el exterior y  Diario de las Américas.

Regresó a Cuba con el triunfo de la Revolución, el primero de enero. Integró la redacción de Surco. Un año después, en 1960, trabajó como corresponsal del periódico Sierra Maestra en Holguín y a partir de 1963 en Santiago de Cuba.

Junto a otros compañeros fundó la Unión de Periodistas de Cuba, fue profesor del género de reportaje en el Curso de Corresponsales Pablo de la Torriente Brau durante varios años y ostentaba al morir el Premio Nacional de Periodismo José Martí (1999) y la Réplica del Machete de Máximo Gómez. Muchos lo consideran un cronista del proceso revolucionario porque escribió notablemente sobre  la Revolución.

La Editorial Oriente publicó varios de sus libros sobre la lucha insurreccional, entre ellos, Clandestina, Proezas de Camilo Cienfuegos, y la novela  Uvero, primer libro impreso por esa editorial.

Durante una charla con Roberto Pavón Tamayo, amigo y compañero de Castillo, contó una anécdota impactante de cuando trabajaban en la corresponsalía de Sierra Maestra, en Holguín: “Lo enviaron a Cueto -poblado situado a una hora de viaje desde la ciudad- a cubrir un incendio provocado por una banda de contrarrevolucionarios de la zona, el cual había destruido varias casas.

“Allí nadie sabía quién era ese hombre de piel cobriza, mirada penetrante, andar pausado y voz firme. La población, irritada por lo sucedido, llevó a Castillo a la Estación de Policía; algunas personas lo escupieron y pedían que fuera linchado. Cuando logró comunicarse con la redacción y explicó lo ocurrido, fuimos a buscarlo enseguida. No imaginábamos que el pueblo reaccionaría de esa manera.

“Fui uno de los primeros en hablar con él, estaba lleno de fango, le aconsejé: ‘Báñate, cámbiate y después escribe. A eso te enviaron’. Adoraba escribir y lo hacía con excelencia. Era muy laborioso y dedicado a esta profesión.

“Por todas sus cualidades, durante el tiempo de mi traslado desde el periódico de Santiago para el de Holguín, ocupó mi lugar en la redacción”.

El director de Sierra Maestra, donde Castillo trabajó durante más de 25 años, Arnaldo Clavel, expresó: “Con él compartí grandes momentos de mi vida. Era de mediana estatura, cabellos blancos y lacios. Un profesor magnifico, serio y a su vez jaranero, humilde y sabio. Especialista en reportaje, magnifico entrevistador, supo ser maestro y amigo, le agradezco todas las enseñanzas que me transmitió.

“Poseía una extraordinaria memoria sobre asuntos vinculados con la historia, aunque olvidaba otros más recientes. En varias ocasiones ocurrió que por la mañana llegaba al periódico en su carro y al terminar la jornada, se marchaba para su casa a pie. Lo recuerdo, rodeado de jóvenes discípulos ansiosos por aprender del maestro”.

-Clavel, ¿cuál es la temática principal

del libro sobre la clandestinidad?

Clandestina se refiere a las madres, hermanas e hijas que, impulsadas por su instinto maternal y su compromiso con la patria, ayudaban a los combatientes en la lucha de las ciudades y la sierra. La valentía de estas mujeres no puede ser olvidada.

-¿Qué  significado confiere a  la novela Uvero?

Es una mezcla de testimonio y reportaje. Su pequeño aporte al conocimiento de la historia de la última etapa del proceso de lucha por la liberación de nuestra patria. Aborda la vida de los pobladores de ese intrincado y antes de la Revolución olvidado paraje de nuestra geografía, donde muchos morían de enfermedades curables por la falta de un medio de transporte hacia Santiago. Aunque no participó en el combate ocurrido allí, describe magistralmente todos sus detalles.

-De Proezas de Camilo Cienfuegos

se dice que es la biografía más completa

hasta el momento del Señor de la Vanguardia.

¿En qué se apoyó su autor para escribirlo?

En los testimonios de las personas más cercanas a Camilo, aquellos que lo conocieron mejor, sus amigos, aunque no estén todos, pues un libro, en ese caso, sería insuficiente. Habla de la grandeza de un hombre convertido en multitud, esa es la mayor proeza que puede un ser humano realizar. Además, relata muchas de las epopeyas del comandante Cienfuegos.

El libro refleja cómo veía el pueblo cubano a uno de los más genuino ejemplos de liderazgo revolucionario y patriotismo. Al igual que Fidel, el Che y los demás paradigmas de nuestra lucha. 

En conversación telefónica con Miguel Ángel Gaínza, alumno y compañero de Castillo, autor de la mayoría de los artículos y entrevistas publicadas sobre este gran periodista santiaguero, comentó cómo lo conoció en 1969 y se desarrolló la amistad entre ellos, y las preferencias del amigo: leer y tomar café.

-Gaínza, ¿qué enseñanzas le transmitió Castillo?

Leer mucho, visitar la biblioteca a menudo, investigar todo lo posible del tema a tratar, mantenerme informado y observar minuciosamente todo a mi alrededor.

Siempre decía: “Para ser un buen periodista se debe tener buen ojo para los detalles. Si vas a realizar un reportaje sobre la  reconstrucción de la carretera Bayamo-Manzanillo describe cómo los camiones vacían el relleno, cómo los obreros musculosos lo esparcen hasta cubrir los baches y cómo las máquinas terminan de aplacar el asfalto. Hablaba como escribía, pasaba de un tema a otro con gran habilidad, sin que se perdiese el hilo de la conversación.

A veces salía del trabajo y pasaba por su casa a saludarlo con la idea de irme rápido y solo después de dos horas y de algunas tazas de café bajaba la lomita donde está situada la casa de Castillo. Esas charlas me servían de mucho, conversar largas horas con él era como pasar un semestre en la Universidad. Algo muy curioso ocurría durante mis visitas, comenzábamos en la sala y terminábamos en la cocina. En la conversación se incluía también Cuca, quien lo  ayudaba a recordar anécdotas, mientras cocinaba y nos hacía café.

-¿Cómo catalogaría el

periodismo que hacía Castillo?

Hoy se habla mucho del periodismo investigativo, para mí siempre ha existido y ese creo que era el tipo de trabajos que él hacía.

-¿Alguna anécdota que recuerde en particular?  

Sí, muchas, de Castillo y sus ocurrencias se podría escribir un libro. A su esposa en el año 1975, cuando la fiebre porcina, a la salida de Palma, en el punto de control la dejó abandonada y como a los dos kilómetros se acordó y regresó a buscarla.

Recuerdo que cuando me impartía clases se fue con el grupo para  una movilización en la costa norte. Después del almuerzo, bajo un árbol inmenso cerca del cañaveral, daba las clases.

Era un santiaguero ante todo, amaba su provincia. De niño vivió en algunos municipios, pues su papá trabajaba en los ferrocarriles. Nunca se vanagloriaba de haber escrito varios libros, lo veía como algo normal, era muy sencillo. En él era notable como, a pesar de que siempre andaba fuera de la provincia reportando, también se interesaba en los quehaceres del hogar y combinaba su trabajo con la crianza de los hijos; Cuca, a su vez, lo apoyaba mucho.

Escribía con gran pasión. Para Castillo la crónica era el principio de la emoción, el género periodístico que más se acerca a la literatura por el tratamiento evolutivo del lenguaje. En ella el periodista no conversa sino convence. Expresa la visión subjetiva y la emoción que su autor intenta y debe transmitir al lector.

Por otro lado, el  reportaje narra los hechos y le da a uno la posibilidad de resaltar los más importantes. Se desenvolvía muy bien en ambos. Decía: “Nunca se puede predecir la reacción del lector, pero con la práctica diaria y el esfuerzo diario, se llena la cabeza de ideas que ayudan a hacer un mejor periodismo.

-¿Sabe qué sentía Castillo por Sierra Maestra?

Sierra le permitió entrar en todas las casas y en los corazones de los santiagueros. La redacción era su segundo hogar. 

-Él fue uno de los fundadores de la Unión de

Periodistas de Cuba, ¿qué importancia

le confería a esta organización?

Necesitábamos en ese momento una organización que nos agrupara y representara a todos; su creación ha sido algo colosal y él le daba esa dimensión. Hoy podemos manifestar inquietudes y plantear grandes problemáticas ante una institución que responde a nuestros intereses.

En 2002 la muerte tomó por sorpresa a uno de los periodistas más destacados del proceso revolucionario, al que deberíamos leer para aprender de su manera de concebir el reporterismo. Un cronista de todos los tiempos. Hombre de valores morales excepcionales, inigualable reportero, comprometido con la obra de la Revolución. Supo poner en lo más alto su amor y vocación de periodista. Un cubano y santiaguero  que el pueblo llevará por siempre en la memoria y en el corazón. Ese fue y seguirá siendo Rolando Castillo Montoya, el Indio de Sierra Maestra.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

Ficha técnica:

Objetivo central: Resaltar la labor periodística de Rolando Castillo Montoya, aspectos y características de su personalidad. El alcance  de sus artículos y libros  publicados y la influencia de esta personalidad en la prensa de nuestros días.

Objetivos colaterales: Conocer los trabajos que realizó, los libros que escribió. Dónde desarrolló la mayor parte de su labor periodística y  las opiniones de sus compañeros y amigos 

Tipo de entrevista:
Por los participantes: Colectiva.
Por su forma: Mixta.
Por su contenido: De personalidad.
Por el canal en que se obtuvo: Vía telefónica.

Tipo de titulo: Llamativo.
Tipo de entrada: Biográfica.
Tipo de cuerpo: Mixto.
Tipo de preguntas declaradas: 1-Directa. 2-De opinión. 3-Informativa. 4-Directa. 5-De opinión. 6-Abierta. 7-Abierta. 8-De opinión.
Tipo de conclusiones: De comentario del entrevistado.

Fuentes consultadas:
Roberto Pavón Tamayo, periodista, Premio Nacional de Periodismo José Martí (Amigo y compañero de trabajo).

Arnaldo Clavel, periodista y director del periódico santiaguero Sierra Maestra (Alumno y compañero de trabajo).

Miguel Ángel Gaínza, periodista del periódico santiaguero Sierra Maestra (Alumno y compañero de trabajo).

Internet:
http://www.cubaperiodistas.cu Premios Nacionales de periodismo. Consultado: Viernes 14 de noviembre de 2008.

¿Quién es quién en la prensa cubana? Consultado: Lunes 17 de noviembre de 2008.

Tipo: Directas y documentales.

“HABER VIVIDO DEBE SER UN GRAN RECUERDO”

“HABER VIVIDO DEBE SER UN GRAN RECUERDO”

Era la máxima de Luis Suardíaz Rivero, Premio Nacional de Periodismo José Martí (2005), ejemplo de ser humano y revolucionario.

YAMILET PÉREZ PEÑA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
                                  
Parado frente la mesita en que descansa su máquina de escribir, Suardíaz piensa. La mirada va más allá del papel que tiene ante los ojos. Lo lee una y otra vez. Reflexiona. Fuma suavemente el tabaco de las seis de la tarde. Observa. Gira la cabeza hacia el librero donde están  todos sus escritos. Los mira y sonríe. Da un salto y vuelve a la posición en que se encontraba. Elisa interrumpe el silencio y pregunta si ya encontró el título. Él, responde feliz: “Sí, haber vivido debe ser un gran recuerdo.”

Y es cierto que es un gran recuerdo la vida de Suardíaz. Cada día su esposa, hijos y amigos lo evocan con la sonrisa amplia, la mirada profunda y el ímpetu de despertar en las mañana con una historia nueva que contar. Ese es su legado, y permanece por siempre en lo profundo de los sentimientos de las personas que lo quieren y admiran.

Los escritos de Suardíaz están tanto en el periodismo como en la poesía. En ellos refleja al hombre íntimo, social, sencillo y a la vez complejo que fue. Sus poemas, ensayos y críticas evidencian un saber enciclopédico y amor a la patria, a la revolución que defendió desde la clandestinidad; y sobre todo, un sentimiento de ternura hacia la ciudad que lo vio nacer, Camagüey.

Es necesario adentrarse en su obra para saber del periodista, poeta, amigo, padre. Ello me hace sentir que lo conozco. Parece que en cada palabra que escribo sobre él, lo tengo a mi lado contando de su vida. Entonces, imagino cómo pudiera haber sido la entrevista. Creo, entonces, que se encuentra en su casa, meciéndose en el sillón de la sala. Encima de la mesa están los libros de poemas y crónicas más importantes. Me mira y pregunta: ¿Por dónde quieres que comience?

-Por sus inicios en el periodismo…

En 1951 era empleado del Hotel Plaza, que se encontraba frente a la Terminal de Camagüey. Mi trabajo era de carpetero y en esa condición conocí y conversé algunas provechosas tardes con Medardo Vitier y con Enrique Loynaz, e inicié correspondencia con Labrador Ruíz, quien me sirvió de lejano maestro  en esa época con su columna de los lunes que leía con avidez.

En la capital ya funcionaba un espacio televisivo, el Canal 11, donde con frecuencia intervenía en la parte informativa, así como en espacios de radio. Los temas culturales los desarrollaba con frecuencia en Diario Libre, Sucesos de Mañana, en Diario Nacional y a veces en Revolución. Luego, en Siete días de Orientación, que era un suplemento cultural de Orientación Revolucionaria, el cual fundamos desde las cenizas del periódico El Noticiero, en abril de 1959, ahí me desempeñaba como co-director y jefe de información.

Con el triunfo de enero de 1959 pasé sin transición del periodismo cultural al general. En Prensa Libre, a finales de 1960, creamos la página 2, que todos los días hasta finales de 1961 auspició una página diaria con temas culturales vinculados al fragor de la época y la lucha ideológica. 

Ya en aquel momento su prosa abarcaba un amplio espectro: memoria histórica, crítica literaria y cuestiones relacionadas con la defensa de la identidad nacional.

-¿Qué es el periodismo?

Una forma de participar en el centro de la vida misma.

-¿Cómo lo ha cultivado?

No he cultivado el periodismo solo como una manera de servir, que lo ha sido siempre, sino también por placer.

-¿Algunas lecciones le ha dado el periodismo?

He aprendido que cada palabra pesa. Que el gran reto de todos los días está en decir lo que uno debe con palabras necesarias, que toda retórica es hueca.

-¿Otros desafíos dentro del mismo?

El periodismo se enfrenta a una revolución mediática, radical, y hay que trabajar para que tanta novedad sea un instrumento afilado al servicio de nuestras ideas.

-¿En qué géneros periodísticos

ha incursionado más?

Fundamentalmente en el ensayo, al estudio de otros autores; y  la crítica literaria que ha sido otra de mis preocupaciones.

-¿Cuál es su experiencia

en niveles de dirección?

Trabajé en varios órganos de prensa de diversas frecuencias en los que asumí funciones de dirección, entre ellos, Orientación Revolucionaria, Adelante, Pueblo y Cultura, Prisma, Cuba y Patria. También, formé parte de los consejos de redacción de Bohemia, Granma, La Gaceta de Cuba…

-¿Qué debe Suardíaz a su trabajo en Granma

y a su colaboración en Prensa Latina?

Le debo mucho a Granma, sobre todo, por el contacto amplio que me permitió con los lectores de cualquier parte del país; y a Prensa Latina, con la que colaboro desde hace 40 años, y donde también desempeñé cargos de dirección.

-¿Cuánto está ligada la Revolución

Cubana a su trabajo?

En todo: en el periodismo, la poesía, la narrativa… Está en cada parte de mi obra. La Revolución me permitió y a la vez me exigió pasar del periodismo cultural, en el sentido del arte y la literatura, al periodismo en el sentido amplio, es decir, desde la corrección de pruebas a la jefatura de redacción, a puestos de dirección de diarios y publicaciones seriadas y especializadas. A escribir desde las perspectivas del artículo, la entrevista, el reportaje, la crónica, la reseña, el comentario. En todo está presente la Revolución.

-Usted no solo cultivó el periodismo,

también hizo poesía.

¿Podría hablar sobre ese quehacer?

La poesía es siempre una anticipación y un reto, una aventura que puede llevarnos al pasado y al futuro sin desprendernos del presente. No es una ocupación rentable, sino esencialmente revolucionaria. Por eso el poeta de nuestro tiempo no puede aspirar o ser considerado como un pequeño Dios o un hechicero sino un hombre afortunadamente terrenal.

A Luis Suardías se le otorgó en el de 2003 el Premio Nacional de Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro, por su condición de poeta, crítico literario, ensayista, editor y periodista.

-¿Cómo asumió el premio?

Me siento muy honrado por la entrega del mismo. Pero no estoy conforme con lo que he hecho, porque quien se conforma empieza a desaparecer, a perder dinamismo. Lo que uno ha hecho es solo una base para hacer cosas nuevas.

En el  2005 se le  entregó del Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de toda la vida. Recibió el premio su hija Mireya Suardíaz, pues ya en esa fecha su padre se encontraba gravemente enfermo.

Para sus mejores amigos, el profesional destacado y el ser humano es una presencia constante. Luís Suardíaz es recordado por Raúl Luis Castillo, periodista que trabajó junto a él en el suplemento Orientación Revolucionaria, como un paradigma de la Revolución Cubana y un fuerte exponente en materia de periodismo: “Los dos participamos en la lucha clandestina y el Movimiento 26 de Julio. A partir del triunfo de la Revolución comenzamos a trabajar en el suplemento Orientación Revolucionaria y empezamos a crecer realmente como periodistas.”

Pedro García, articulista de Bohemia, recuerda a Suardíaz como a esos geniecitos que, al frotar la lámpara mágica, aparecen siempre cuando más se necesitan: “Genio porque era una de las personas más inteligentes  y sabias que conocí. Su obra fue como una lámpara mágica por todo cuanto nos legó.

“Tenía suficiente conocimiento como para discutir con cualquier especialista sobre arte y cultura en general, por lo que siempre lo buscaban para que asumiera las jefaturas de esas páginas en periódicos y revistas”.

La obra de Luis Suardíaz Rivero consiste, para Virgilio López, poeta y escritor, la unión de la grandeza y la erudición sintetizada en el quehacer diario de un hombre que le regaló a Cuba y al mundo gran parte  de su vida: “Hizo de cada uno de los géneros que escribió un canto nuevo y un poderoso mensaje. Se quedó para siempre grabado en la historia, atado a la memoria del futuro y dejó un trazo que va más allá del tiempo”.

Nota: Las respuestas de Luis Suardíaz son una reconstrucción de las entrevistas a familiares, amigos y colegas, realizadas a propósito de este trabajo.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

FICHA TÉCNICA:

Objetivo central: Resaltar la labor profesional de Luís Suardíaz, Premio Nacional de Periodismo 2005, ya fallecido.    

Objetivos colaterales: Destacar su quehacer en diversos medios de prensa del país. Resaltar, mediante la opinión de compañeros de trabajo y  familiares, sus cualidades personales y profesionales.

Tipo de entrevista:
Por los participantes: Colectiva.
Por su forma: Mixta.
Por su contenido: De personalidad (Imaginaria).
Por el canal que se obtuvo: Encuentro directo con las fuentes y fuentes documentales.

Tipo de título: Cita directa.
Tipo de entrada: Descriptiva o de retrato.
Tipo de cuerpo: Mixto.
Tipo de conclusión: De opinión del entrevistado.

Fuentes consultadas:

Fuentes documentales y directas: Archivos de Granma y Juventud Rebelde; libros del entrevistado.

Fuentes no documentales y directas:
Familiares.
Pedro García, periodista de Bohemia.
Virgilio López Lemus, poeta y escritor.
Raúl Luis Castillo, periodista.

WILSON, EL DE LAS CRIOLLITAS

WILSON, EL DE LAS CRIOLLITAS

Israel Castellanos (ISCAJIM), habla sobre la vida y obra de Luis Felipe Wilson Varela, uno de los más populares caricaturistas de Cuba, Premio Nacional de Periodismo José Martí en 1999.

YULIANELA RODRÍGUEZ VALLINA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

El colectivo de caricaturistas de Palante es frecuentemente invitado a actividades y eventos de diferentes géneros. Por supuesto que, como miembro de ese grupo, Wilson no faltaba. Sus caricaturas eran muy solicitadas, en especial por las féminas y todo se desarrollaba muy bien hasta que al autor entregaba su obra. Los descontentos eran muchos, pues las damas nunca se mostraban conformes con el resultado: exigían ser reflejadas como el famoso personaje creado por el caricaturista, las Criollitas. Así era reconocido este artista por el público y así  de orgullosa se sentía la mujer cubana de su belleza característica.

Lamentablemente, el destacado periodista gráfico no se encuentra hoy entre nosotros. Sobre él nos habla en esta entrevista su amigo y compañero de trabajo, Israel Castellanos.

-¿Quién fue para usted

Luis Felipe Wilson Varela?

Lo conocí hace 35 años, cuando yo comenzaba mis estudios en la Universidad y ya él era un artista consagrado dentro del humorismo gráfico. Aunque no resultaba raro escucharle decir un chiste y bromear ocasionalmente con algún compañero, su mayor caudal de buen humor lo reservaba para exponerlo en los dibujos.

En sentido general, en su trato era más bien serio, y hasta podría decirse que “insoportablemente serio”, como lo calificó en una ocasión un gran amigo suyo.

Mostraba un carácter algunas veces difícil, áspero en oportunidades por la descarnada franqueza al abordar los problemas; pero sus méritos personales, la consecuente defensa de los principios, el vigoroso ejercicio de la crítica, búsqueda de la perfección de las cosas, elevado sentido de la responsabilidad, valentía en sus opiniones, verticalidad e intransigencia ante todo lo mal hecho, lo dotaban de una incuestionable autoridad y le granjeaba el respeto de todos.

-¿Qué visión le otorga  como artista?

Era un artista muy completo, con mucha imaginación, espíritu de trabajo y esforzado. Por esas razones estaba entre los caricaturistas más experimentados, productivos y capaces del periódico; podía darle respuesta creativa a cualquier tema que se le planteara, y no eludía tareas ni debates en los que debiera participar.

Estaba consciente de sus virtudes, de la trascendencia de su obra, y no se esforzaba por minimizar esos méritos  bajo un manto de falsa modestia. Sin embargo, nadie hubiera podido decir de él que fuera pedante, alardoso, ni que hiciera ostentación  de nada. Si tenía un derecho, su voz no lo silenciaba, pero tampoco guardaba silencio ante el derecho de otro. Procuraba lo justo y le irritaba conocer de cualquier privilegio que aflorara a su alrededor. Era así, Wilson “el de las Criollitas”, conocido y reconocido internacionalmente, un sencillo trabajador de un periódico revolucionario.

-¿Podría mencionar algunos

de los cargos que ocupó y sus

principales reconocimientos?

A lo largo de su carrera profesional Wilson desempeñó diversos cargos de dirección en la Unión de Periodistas y Escritores de Cuba (UPEC) y la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Al fallecer, acumulaba alrededor de 70 premios y menciones,  entre nacionales e internacionales, y 15 exposiciones personales, además de haber presentado sus obras en decenas de muestras colectivas en Cuba y en el extranjero.

Obtuvo la preciada distinción Por la Cultura Nacional y en 1999 la UPEC le concedió el Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de la vida. Y entre los más preciados reconocimientos recibidos estaba, también, la réplica del machete mambí de Máximo Gómez, que otorga el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias a personalidades destacadas por su labor cultural y su patriotismo.

-En su opinión,  ¿los temas y

valores que caracterizaron la

obra de Wilson fueron solamente

enfocados hacia la mujer? 

Su obra se caracterizó por su amplio contenido de crítica social, el 80 por ciento de sus caricaturas eran de temas sociales tanto internos como externos, y es cierto que, sobre todo, se centró en la problemática  femenina: podría considerarse un especialista en ese sentido. Aunque considero sus trabajos políticos muy buenos y  profundos. Muchas veces fue criticado por necesitar el apoyo de la palabra para redondear el chiste, pero los temas que trataba eran áridos y el tenía su estilo para abordarlos.

-¿Cómo se inicia en el mundo

del humorismo gráfico?

No terminó los estudios de Medicina. Las lecturas de historietas y caricaturas que aparecían en los periódicos y revistas de la época lo fueron motivando, no sólo como un consumidor pasivo, sino como un poderoso reto para tratar de probar su talento, en el difícil arte del dibujo humorístico. Fue así que comenzó a colaborar en Zig Zag, en 1957.

Su primera historieta publicada después del triunfo revolucionario, en el propio año 1959, se llamó  Mario de la PNR, y apareció en la revista Rebelde 6, órgano de la Policía Nacional Revolucionaria, editada por la Columna 6, del Comandante Efigenio Ameijeiras. Fue fundador de Verde Olivo, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

-¿Cuándo  llega a Palante,

publicación para la cual más colaboró?

Cuando se fundó el semanario humorístico Palante, en octubre de 1961, fue uno de los dibujantes llamados a integrar la plantilla de creativos, y le correspondió el honor de dibujar la portada de la primera edición. Valga decir que la caricatura que ideó resultó de un contenido tan oportuno, de tal significación en el panorama social de la época, que fue objeto de un comentario elogioso por parte del Presidente cubano Fidel Castro.

-¿En qué otras publicaciones

periodísticas se desempeñó?

Fue un activo colaborador de la prensa obrera cubana. Eso quedó  demostrado en su prolongada colaboración para el periódico Trabajadores, para el cual realizó durante varios años la tira sobre problemas laborales, Analiza, compañero.

También en ese periódico dibujó la tira Normita, en la cual trataba de manera fresca asuntos referidos a las normas del trabajo. Se desarrollaba en un taller, una fábrica, una empresa, en cualquier lugar donde se pudiera realizar una crítica laboral. Los temas que trataba en ella tenían y siguen teniendo tanta actualidad y vigencia que podrían, si se rescatara, volverse a publicar.

En 1970, en el periódico provincial Adelante, de Camagüey, publicó una historieta titulada Azuquita y Filtrapoco, donde se trataban temas azucareros, en apoyo a la gran zafra de ese año. Como respuesta a una solicitud de la revista Bohemia, dibujó durante algún tiempo una sección fija de caricaturas titulada Felinas, donde aparecía una mujer acompañada de una gata, generalmente con temas picarescos.  

-Realizó también historietas para los niños,

por ejemplo, en el primer número de la revista

Pionero, Juan el cosmonauta; y en la revista

Din Don, Los sueños de Musi.

Los trabajos que realizó para los niños fueron por encargo, no eran lo fundamental en su obra, aunque en el caso de Din Don sí se trató de  una sección fija.

-Las Criollitas son el personaje

más reconocido. ¿Cuándo surgen?

No empezaron como sección fija hasta octubre-noviembre de 1962,  aunque el  personaje ya existía sin bautizara desde la primera portada de Palante.

-Este personaje nace en una etapa en

que la mujer no tenía todo el reconocimiento

que merecía  en la sociedad  y el machismo estaba

generalizado. ¿Qué intención tuvo al crearlas?

Tenía una concepción de la caricatura muy amplia, muy polifacética, representaba a la mujer en todas sus facetas, estudiante, ama de casa, trabajadora, y  sus emociones y conflictos. Decidió dibujar a las Criollitas lo más hermosa y sensual posible para que llamara no solo la atención de las mujeres al tratar temas de su interés, sino también la de los hombres. Su físico actuaba como gancho para que el mensaje llegara también a aquellos que no respetaban ni valoraban a las damas.

-¿Tuvieron alguna influencia en el

logro del reconocimiento y respeto

de la mujer en la sociedad cubana?

Considero que sí, fueron muy bien pensadas. Su doble mensaje de belleza femenina y temas de igualdad y superación de la mujer lograron llegar a la población. Era un personaje que gustaba a todos, no había centro de trabajo donde no se comparara a una linda e  inteligente muchacha con una Criollita. Este es uno de los principales logros de Wilson con el personaje.

-En una entrevista declaró que no

le molestaría que siguieran

creándose después de su muerte.

¿Podría alguien volverlas a realizar?

Actualmente no se realizan porque el estilo es el estilo. Llegó un momento en que él incluso las hacía a mano alzada, no es fácil que el sucesor se parezca, ellas eran su sello personal. Aunque el personaje llega a ser más importante que el autor, no se podrían imitar, ya no sería lo mismo, ellas son parte de su patrimonio.  Él se ganó el mérito   de que todo el mundo las conociera como ”las Criollitas de Wilson”, si otra persona las dibujara perderían su esencia.

-En tres libros reunió caricaturas

y tiras de su famoso personaje.

¿Cuenta con otras publicaciones?

En la Editorial Pablo de la Torriente publicó Las Melli y Barbarita, ambas historietas sobre peripecias femeninas. También en otras editoriales, Breve vocabulario ilustrado contra esta fauna, volumen de gran contenido didáctico;  Génesis, donde mediante  los diálogos entre espermatozoides enfocó los más diversos y candentes temas humanos, políticos, ideológicos y sociales; Cavernícolas, libro de sátira enfilado contra diversas lacras del pasado capitalista y otras conductas inadecuadas presentes en nuestra sociedad. En Angola hizo el volumen titulado Fantoches, y fue editado en cinco idiomas.

-¿Cree que nunca se arrepintió de dejar la

carrera de Medicina para dedicarse al humor?

Estoy seguro que no. Él pensó que como caricaturista también podía ser útil a la sociedad. Comprendió que la vocación que realmente lo animaba no era la de curar los cuerpos, sino la de alegrar las almas con la medicina de las sonrisas. 

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

Ficha técnica:

Objetivo central: Profundizar en la labor humorística dentro de la prensa de Luis Felipe Wilson Varela,  Premio Nacional de Periodismo José Martí.

Objetivos colaterales: Obtener la visión personal del entrevistado sobre Wilson. Indagar sobre sus inicios en el humor y sobre los diferentes temas que tuvo su obra. Hacer énfasis en su personaje más reconocido, Las Criollitas.

Tipo de entrevista:
Por sus participantes: Individual.
Por su forma: Clásica, de preguntas y respuestas.
Por su contenido: De opinión autorizada.
Por el canal que se obtuvo: Encuentro directo (cara-cara).

Tipo de título: De referencia al tema y al entrevistado.
Tipo de entrada: De anécdota.
Tipo de cuerpo: De preguntas y respuestas.
Tipo de preguntas: 1-Directa y abierta; 2-Directa y abierta; 3-Informativa; 4-Directa y cerrada; 5-Informativa; 6-Informativa; 7-Informativa; 8-Abierta; 9-Informativa; 10-Abierta; 11-Directa y abierta; 12-Directa y abierta; 13-Abierta; 14-Informativa; 15-Directa; 16-Directa y abierta.
Tipo de conclusión: De opinión del entrevistado.

Fuentes consultadas:
Fuente no documental: Israel Castellanos (entrevistado)
Fuentes documentales: Entrevista de Israel Castellanos a Wilson, inédita (diciembre del 2006); Entrevista de Jorge Sariol a Wilson, página digital de la revista Alma Mater (marzo del 2006); Articulo Adiós a las Criollitas, de Jorge Sariol, página digital de La Jiribilla; Articulo Las Criollitas enviudaron, de Joaquín G. Santana,  página digital de Radio Habana Cuba.