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Isla al Sur

TOROS EN LA HABANA

TOROS EN LA HABANA

La última corrida taurina en plazas destinadas para tal actividad se efectuó hace casi 70 años en la urbe capitalina.
  
YAIMA MALAGÓN FRANCHI-ALFARO,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
Foto: Tomada del Archivo Nacional de la República de Cuba.

La Habana no escapó a la tauromaquia: siete plazas para la corrida de toros estuvieron ubicadas en lugares significativos, desde el siglo XVI hasta el año 1947, cuando vieron su fin, lo que no representó la pérdida de la tradición taurina en el gusto de los cubanos.

“La primera fue nombrada Aserradero y Millo del tío Blas, erigida entre las calzadas de Monte y Arsenal, en el año 1572. No fue hasta 1818 que emergió la situada al fondo de la posada de Cabrera, y en 1825 la del Campo de Marte y Belona; lugar conocido actualmente como Parque de la Fraternidad, allí donde la Calzada del Monte se entroncaba con la calle Amistad”, afirmó Eddie Quiñones Díaz de Villegas, investigador de la Oficina del Historiador de la Ciudad.

Orlando Bravo, historiador del Consejo Popular Jesús, María y José, en la Habana Vieja, apuntó que nuevas plazas taurinas se sumaron al conjunto de las existentes y que hasta el ultramarino poblado de Regla tuvo su plaza de toros en 1842.

Por ejemplo, en 1853, la de Belascoaín o de La Habana, entre Virtudes y Concordia, a un costado de la entonces Casa de la Beneficencia y también la de Calzada de Infanta, próxima a Carlos III, tres años después.

“La última plaza construida en La Habana, la de Los Zapotes, en San Miguel del Padrón, se inauguró en 1908 y funcionó hasta 1940. Y un detalle que, al menos, salvó la honrilla de la diversión allí ofrecida: las banderillas usadas carecían de punta y las espadas eran de madera. O sea, los actuantes debieron ceñirse solo a dar fe de su valor y pericia”, relató Bravo.

El investigador Pablo Riaño, en un muy serio trabajo publicado con el título de Gallos y Toros en Cuba, planteó que la plaza localizada en Belascoaín era un edifico circular de 200 varas exteriores, con capacidad para más de 6 000 espectadores.

En el libro Habana Antigua y Moderna, de José María de la Torre, apareció la primera corrida oficial en Cuba en el año 1759. El autor aclaró que tanto esta como las no oficiales, desarrolladas anteriormente, se efectuaron en cualquier plazoleta o mercado afín porque para la fecha no existían terrenos destinados a estas actividades.

Díaz de Villegas señaló que la última noticia de una corrida ocurrió el domingo 31 de agosto de 1947. El lugar escogido resultó ser el entonces joven Gran Stadium del Cerro, actualmente Estadio Latinoamericano, donde más de 30 000 asistentes presenciaron las demostraciones de los matadores mexicanos Silverio Pérez y Fermín Espinosa, conocido como “Armillita”.

“Después de esta fecha no se sabe de otras corridas, sin embargo, se conocen de algunos intentos por restaurar la práctica, pero no  fructificaron. Hoy nada queda en Cuba de la tauromaquia, aunque la fiesta del rodeo, sin ser una reminiscencia de aquella, tenga unos cuantos cultores que se arriesgan entre toros y novillos para el alma divertir”, concluyó.

La Mayor de las Antillas fue cuna de toreros que lo dieron todo sobre la arena, hasta la muerte, como José Marrero Báez, “Cheche de La Habana”, también reconocido en áreas mexicanas.

Pie de foto: Construcción que caracterizó a las plazas existentes en La Habana para la corrida de toros.

Ficha técnica:

Tipo de título: Llamativo.
Tipo de lead: Sumario de Quién.
Tipo de cuerpo: Lead + Pirámide invertida + Dato adicional.
Tipo de información: Ligera, Blanda.
Tipo de fuente: Documental, No documental.
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