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Isla al Sur

Ensayos-Trabajos docentes

SOCIEDAD Y PERIODISMO ÉTICO

SOCIEDAD Y PERIODISMO ÉTICO

YOEL SUÁREZ FERNÁNDEZ,

estudiante de tercer año de Periodismo,

Facultad de Comunicación,

Universidad de La Habana.

Qué es la ética sino la columna principal de cualquier relación social. Necesaria y reguladora. El periodista (como cualquier mortal) tiene el deber de ejercer éticamente su profesión, más aún si notamos la importancia social del oficio.

En el libro “Ciudadana Radio“, del periodista José Ignacio López Vigil, se mencionan cuatro pilares que sostienen la ética informativa: objetividad (ser fieles a los hechos), pluralismo (democratizar la palabra), independencia (estar comprometido con el público) y respeto (a sí mismo y a los demás). El hecho de comunicar con estas características y de la manera más diáfana posible el mensaje es en principio una regla que no dicta ley alguna, sistema jurídico o constitución, sino la integridad y conciencia del propio emisor. ¿Pero, es posible imponer la ética?

Muchos advierten el vicio de la doble moral que corrompe la conciencia social y los valores más elementales que nos distancian del resto de las especies. De hecho, una de las grandes preocupaciones de María Zambrano fue la desunión existente entre teoría y acción (el conocido mandato de “haz lo que yo digo y no lo que yo hago“). Pero, analicemos qué ha hecho esta humanidad para caer en un laberinto donde parece no existir doctrina social que rescate los valores perdidos.

Desde el Renacimiento optamos por ver al ser humano desde un punto de vista ascético (a veces rindiendo culto a nuestra propia imagen o a la de un semejante) y desechamos la guía de ética y moral que brindaba el cristianismo, por ejemplo. A partir de este período histórico, la humanidad ha vagado por siglos intentando construir un modelo ético que represente a una sociedad cada vez más heterogénea, tolerante y voluble. Hemos cometido el error de relativizar nuestra moral y dejar a consideración individual conceptos cuya esencia primaria debiera ser inmutable.

Con el ascendente desarrollo de los grandes medios de comunicación, la conciencia y valores sociales han sido moldeados generación tras generación en una línea de descenso moral, manipulados principalmente por intereses económicos. El empeño por hacer periodismo ético es un mérito reconocible (muchos dicen que “lo que vale es la intención“), pero, ¿es posible que un sistema de valores en decadencia y una cultura ilustrada en ellos brinde propuestas fuera de su propia naturaleza?

“Tengo fe en el mejoramiento humano“, escribió Martí a su hijo desde otras tierras. Por suerte para la humanidad (o por desgracia), la fe “es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve” (1), quizás por ello dejemos a las próximas generaciones tareas de suma importancia que ni siquiera hemos intentado cumplir, entre ellas la construcción de una ética colectiva y la definición real de posturas acerca de lo que es o no correcto: he aquí el principio de la senda para el ansiado mundo mejor. Por otra parte, la industria mediática -en la cual nos incluimos- ha influido de manera especial en el desarrollo de una conciencia ética. Desgraciadamente, la aguja oscila en frecuencias que van desde la exaltación a la virtud (Sócrates sería feliz) hasta el uso del morbo en función del mercado (Crónica Roja y/o Rosada).

Según Denisse Flores “el ideal ético del periodista consiste en alcanzar la verdad sobre un hecho noticiable y comunicarla, (...) interpretarla, exponerla y opinarla responsablemente” (2). Y vuelve otra pregunta: ¿cómo distinguir la verdad siguiendo la canónica premisa de que para la cultura occidental del siglo XXI no hay cabida para verdades absolutas? ¿No sería entonces el periodista un mero analista que expone su propia visión del hecho? Sobre la polémica construcción de la verdad para el periodista y hombre de nuestro tiempo, el autor estadounidense Josh McDowell afirma: “La tolerancia ha surgido como la única virtud de la cultura occidental y la intolerancia como el único vicio” (3), siguiendo la misma idea, el teólogo norteamericano Chuck Colson señala, casi en tono burlón, que “no hay absolutos salvo el absoluto de que no puede haber absolutos”. Desde esta perspectiva, el mundo puede parecernos una amalgama de enredos contradictorios y malas intenciones. En esta parada de incertidumbre, Zambrano aconseja (como todo buen humanista) que reencontremos los valores suprahumanos, término con que acuña a aquellos primarios, perdidos.

Sin embargo, es en este momento de crisis (que no significa debacle) que el papel social del periodista adquiere un matiz relevante, como expositor comprometido de un hecho noticioso y representante de una objetividad lo más clara y abarcadora posible: será traductor de su medio y los mensajes que el medio envíe. Así define Denisse Flores la responsabilidad que acarrea ejercer la profesión en los grandes medios comunicativos: “La libertad de expresión no significa expresar sin ton ni son, es un derecho lleno de responsabilidades y trampas pantanosas en el camino (...), para que el periodista pueda cumplir plena y libremente su misión de servicio, es necesario que se forme integralmente: en el conocimiento de las ciencias y técnicas de la información, en la cultura universal y en la teoría y práctica de la ética; requiere de una sólida formación intelectual y moral” (4).

Si bien es cierto que en géneros como el de opinión, donde la carga subjetiva del analista se manifiesta en grado sumo, no es posible aplicar discreciones sobre ética; en la mayoría de las variantes periodísticas se mide con agudeza el criterio moralista. De ahí que muchos clasifiquen los talk show que imperan en muchas televisoras como chismografía, telebasura y en el nivel más académico Crónica Roja y Rosada (una mostrando los conflictos de las capas más humildes y la otra exaltando el glamour y las frivolidades de las altas esferas sociales).

José Ignacio López Vigil hace referencia a programas como el Show de Cristina y Laura Bozzo –quien se autoproclama “la abogada de los pobres“-. Estos espacios (al igual que sus homólogos en la prensa escrita y la radio) son altamente criticados por su escasa validez ética y el fraude. Según Vigil, lo que buscan es “regodearse en el lío, no solucionarlo” y “ventilar la pestilencia para que apeste más“(5). Evidentemente, esta clase de espacios se interesa más por el dinero que producen los escándalos, que por el bienestar de los denunciantes o entrevistados (muchas veces, personas con bajo nivel cultural). En estos programas “el dolor se vuelve espectáculo” y en todo momento se produce un alejamiento del verdadero periodismo y los valores éticos a los que se aspiran, mostrando la cara más oscura de un noble oficio.

No obstante, el empeño por hacer un buen periodismo, sostenido en bases éticas, debe encabezar la agenda de todo comunicador. Desde hace muchos años, pero hoy más que nunca, el periodista se enfrenta al desafío de identificar, organizar y hacer de la noticia algo más que una revelación atractiva y digerible al lector. Las palabras han de salvar aquello que luce distante y proteger los pasos de los valores más primordiales.

Notas:

(1) Hebreos 11, La Biblia.

(2) Flores, Denisse, Periodismo ético ¿es posible?

(3) McDowell, Josh, Es bueno o es malo, Colombia, Mundo Hispano, 1999, p. 233.

(4) Flores, Denisse, Periodismo ético ¿es posible?

(5) López Vigil, José Ignacio, Ciudadana Radio, España, 2002, p.298.

 

EL SIGLO XIX CUBANO: UN COMBATE CONTRA LA CENSURA ESPAÑOLA EN LA ISLA

EL SIGLO XIX CUBANO: UN COMBATE CONTRA LA CENSURA ESPAÑOLA EN LA ISLA

AILEEN INFANTE VIGIL-ESCALERA,
estudiante de cuarto año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
 

Según la investigadora Martha Lesmes en su artículo Concepciones de periodistas, pensadores y escritores cubanos sobre la prensa y su función social (hasta 1868), el desarrollo de la nación cubana se caracterizó por su peculiar unicidad, evidenciada tras un acercamiento a la génesis de la evolución de la prensa y el periodismo en nuestro país.

“Desde finales del siglo XVIII hasta el primer tercio del XIX, las manifestaciones de algunos elementos que denotaban la presencia definitiva de una conciencia y de una literatura nacional, así como la condición colonial de la isla, justifican la afirmación inicial. Puede decirse, además, que a diferencia del resto de los países de nuestro ámbito regional, el periodismo cubano se estableció como actividad sistemática y de primer rango intelectual, junto con el advenimiento pleno de nuestra literatura romántica y bajo condiciones objetivas muy específicas” (Lesmes, M., en García, J., p.14).

Para algunos historiadores como Juan Marrero en su libro Dos siglos de Periodismo en Cuba, la sociedad en Cuba a partir de 1810 y hasta 1868, es escenario de un gran forcejeo ideológico y de intereses donde esclavismo o abolición, reformismo o anexionismo, autonomía o independencia, conservadurismo o liberalismo, fueron los temas y corrientes de pensamiento que afloraron y se enfrentaron con colores y matices varios en este período de la historia.

Los periódicos y revistas que nacen, algunos de ellos con efímera vida, no lo hacen para complacencia y desahogo de sus redactores, sino que se utilizan como instrumentos para la promoción y defensa de diferentes ideas e intereses en muchas ocasiones contrapuestos. De tal forma que las primeras evidencias de la inconformidad ciudadana con el gobierno colonial se manifestaron cuando la Isla comenzaba a disfrutar de los beneficios de la primera ley de libertad de imprenta, decretada al poner en vigencia en España por la constitución liberal.

En virtud de las leyes de imprenta y asociación promulgadas en el siglo XIX, la Corona le concedía a las clases propietarias y letradas criollas ciertas facultades suplementarias que habían sido siempre suyas: la facultad de asociarse y de expresar sus opiniones; sin embargo, lo realmente paradójico de las nuevas ordenanzas prescritas por la legislación colonial española radicaba en que se concedía un derecho soberano para negarlo acto seguido.

“Se reconocía el derecho de los criollos de ultramar a crear sus órganos de opinión pública y sociedades para postular a continuación  que las autoridades coloniales ejercían una soberanía o derecho inminente sobre esas instituciones. O sea, se reconocía que los criollos eran soberanos para determinar solo lo que las autoridades tuvieran a bien. La nueva legislación resultó más onerosa y agravió aun más a los criollos. Las consecuencias inmediatas fueron que las relaciones entre las autoridades y los criollos se tornasen más tensas y enconadas. De ese modo, la creación de una opinión pública por los criollos contribuyó a recrudecer los conflictos en la Isla, sobre todo, en la región centro oriental, y probablemente a acercar o precipitar la hora  de la ruptura definitiva con la metrópolis” (La formación de la esfera pública en Cuba).

Según el autor de Dos siglos de periodismo en Cuba, la promulgación en España de la Constitución de 1812, la primera en la historia de ese país que colocaba la soberanía en la nación y no en el rey, “disponía la separación de los poderes del Estado y la abolición de los privilegios señoriales, a la vez que reconocía varias libertades, entre ellas la de imprenta, determinante para que en Cuba hubiese, a partir de entonces, un incremento del número de periódicos con una amplia variedad de posiciones políticas e intereses” (Marrero, 2003).

Ante este adelanto, se instalaron en todo el país nuevas imprentas que propiciaron el surgimiento de decenas de nuevas publicaciones de diverso tipo: políticas y literarias, científicas y técnicas, económicas y mercantiles, humorísticas y satíricas, de modas y recreativas, al punto que “sólo de 18l2 a 1832, por ejemplo, aparecieron más de doscientos periódicos, revistas y boletines en La Habana y otras ciudades del país”  (Ibídem).

“Si bien la cantidad de publicaciones periódicas conocidas que circularon en Cuba durante la primera ley de libertad de imprenta fue mayor que las que lo hicieron bajo la segunda, en 1820, las ideas con respecto al ejercicio periodístico variaron notablemente, así como la calidad del mismo […]. Estos periódicos ilustrados del liberalismo inauguraron una nueva etapa dentro del periodismo nacional, porque no fueron empresas gubernamentales, sino contribuciones personales a la cultura cubana con el único interés de servirla y de transmitir a la mayor de las Antillas las motivaciones políticas que habían conducido a los pueblos del continente, una década antes, por los caminos de sus movimientos independentistas” (Lesmes, en García, p. 19).

Así, mientras se buscaba un despertar de nuestra conciencia nacional, se ponía en justo lugar el papel de la prensa en una actitud ética ejemplar, ya que, lejos de ser incompatible con el orden y la tranquilidad ciudadana, la libertad de imprenta y por consiguiente la libre expresión de las ideas, era una de las principales vías en el logro de la justicia social y política sin promover enojosos enfrentamientos violentos o revueltas y motines indeseados.

Al referirse a ese período, el historiador Jacobo de la Pezuela, escribió que, “como movidos por un resorte común rompieron con sus mordazas todos los periodistas de la anterior época, y aun algunos de los nuevos. De ahí que sea, precisamente en 1812, cuando tuvo lugar la primera junta general de periodistas en la historia de Cuba bajo el siguiente comunicado: “congregados todos los periodistas de la Habana en lugar seguro, donde libres de todos los ignorantes, de los partidarios de la tiranía y de los aduladores sempiternos de los déspotas, pudiesen tratar de reformas de abusos y de proponer los medios convenientes para remediar los males que afligen a nuestra patria, se determinó ante todas las cosas, para el mayor orden de las ulteriores juntas, elegir un presidente, un vicepresidente y secretario, y procediéndose a la votación salieron electos, a pluralidad de votos para el primero El Censor Universal; para el segundo El Diario, y para secretario El Lince” (Marrero, 2003).

Concluida esta ceremonia, juraron todos defender siempre la justicia y la verdad y combatir incesantemente a la tiranía y el despotismo bajo el discurso de apertura del recién elegido presidente, quien uniéndose al compromiso, argumentaba que habíase ya como un año que gozaban del eterno e imprescriptible derecho de pensar y de comunicar sus pensamientos a los demás seres por medio de la prensa libre, y en todo este tiempo no habían cesado sus declamaciones contra la arbitrariedad y los abusos que se habían introducido en todos los ramos de la administración, y de proponer el remedio que creían más oportuno y eficaz para curar radicalmente la enfermedad que tanto afligía a la sociedad.

Se trataba, sin dudas, de un documento trascendental que, en primer lugar, reflejaba la voluntad de los primeros que trabajaron en el periodismo en Cuba de unirse y luchar por determinados objetivos; aunque para realizarlo, sus participantes hayan tenido que tomar precauciones celebrándola en un “lugar seguro” y encubrir sus verdaderos nombres con pseudónimos representativos de publicaciones ya existentes por aquellos tiempos como El Presidente, El Hablador, El Reparón y El Patriota, etc., además de los utilizados por los elegidos presidente, vicepresidente y secretario de la junta.

Sin embargo, en pocos años el liberalismo que había sido positivo para Cuba, fue sepultado en España. “La restauración al poder de Fernando VII trajo como consecuencia que el sector más conservador de la clase de los hacendados recobrase su influencia. En 1824 dispuso la creación de comisiones militares para juzgar a ´los enemigos de los legítimos derechos del trono´ y a perseguir ´a los que promuevan alborotos o escriban papeles o pasquines dirigidos a aquellos fines´” (Marrero, 2003).

Comenzaba de este modo un largo período dentro de la evolución de la prensa cubana, donde la defensa de los intereses e ideales patrios se verían envueltos en todo un combate contra los mecanismos de censura impuestos por la colonia española en la Isla.

Félix Varela, El Habanero y El Mensajero Semanal de Nueva York frente a la censura colonial española

Varela, quien se encontraba en España durante la restauración del gobierno de Fernando VII, fue de los primeros a los que se persiguió, y se vio obligado a refugiarse en Gibraltar, y de ahí se trasladó a Estados Unidos, donde vivió desterrado hasta el fin de sus días, en 1853.

“El amor que tiene todo hombre al país en que ha nacido, y el interés que toma en su prosperidad le llamamos patriotismo. La consideración del lugar  en que por primera vez aparecimos en el gran cuadro de los seres, donde recibimos las más gratas impresiones, que son las de la infancia, por la novedad que tiene para nosotros todos los objetos, y por la serenidad con que los contemplamos  cuando ningún pesar funesto agita nuestro espíritu; impresiones cuya memoria siempre nos recrea, la multitud de los objetos a que estamos unidos por vínculos sagrados de naturaleza, de gratitud y de amistad; todo esto nos inspira una irresistible inclinación y un amor indeleble hacia nuestra patria. En cierto modo nos identificamos con ella,  considerándola como nuestra madre, y nos resentimos de todo lo que pueda perjudicarla. (…) De aquí procede el empeño en defender todo lo que le pertenece, ponderar sus perfecciones y disminuir sus defectos” (Varela, en Guadarrama).

Lo primero que hizo Varela al llegar a Estados Unidos fue publicar en español y en la ciudad de Filadelfia, el periódico El Habanero, destinado a llamar a los cubanos a ´ocuparse de la suerte de la patria´ y ´a operar con energía para ser libres´. Este periódico era enviado clandestinamente a Cuba, y su circulación en el interior del país en los dos años que tuvo de vida contribuyó a mantener vivo el anhelo por la independencia. “Aunque solamente se publicaron siete números con un total de 200 páginas, el efecto que causó en Cuba lo revela una declaración de una autoridad española de la Época que calificó el contenido de sus páginas como opúsculos incendiarios” (Marrero, 2003).

En El Habanero, Varela ofreció a los cubanos “un verdadero programa anticolonial para América Latina, además de reiterar la idea de que no puede haber libertad política sin libertad económica”. (Miranda, en Lesmes, en García, p. 21).

Ese periódico dejó una profunda huella en el pensamiento revolucionario cubano ya que las ideas esenciales expuestas por Varela comprendían: “ser tan isla en lo político como lo estamos en la naturaleza; obtener la independencia sin ayuda extranjera; luchar por la abolición de la esclavitud; buscar la unidad de todos los componentes del país; los nexos inseparables entre los sentimientos americanos, cubano y el amor a la independencia” (Marrero, 2003).

Junto a Varela, mientras editaba El Habanero, estuvo José Antonio Saco, otra figura grande de la historia, que profesaba un amor entrañable a Cuba y tenía confianza en el poder de las ideas. Saco se opuso a la trata de esclavos y al anexionismo, y desde posiciones reformistas contribuyó a empujar al pueblo cubano al camino de la independencia.

Según Juan Marrero, se cuenta que Saco viajó a La Habana en 1826, y al regresar a Estados Unidos convence a Varela de no continuar la publicación de El Habanero debido a que los hacendados no estaban dispuestos a ayudar y el mantenimiento de ese periódico sólo iba a contribuir a derramamientos de sangre de la juventud cubana. Varela y Saco deciden poco después iniciar la publicación de otro periódico, también en Estados Unidos, al que dan el nombre de El Mensajero Semanal, que abandona la propaganda directa independentista, pero que en sus páginas alienta el desarrollo de la cultura cubana con especial énfasis en sus diferenciaciones con lo peninsular y en la reafirmación de lo americano.

Pero, como era de esperarse luego de la difícil situación que afrontó su predecesor El Habanero, también el gobierno colonial español prohibió la circulación de El Mensajero Semanal de Nueva York dentro de Cuba ya que el sector más poderoso de la burguesía esclavista no estaba dispuesto a aceptar ninguna acción divulgadora del pensamiento de los jóvenes liberales.   

Sobre esta problemática, la investigadora brasileña María Nazareth Ferreira afirma que “... la función política efectiva del periódico en la sociedad de clases no es la de dar noticias, divulgar datos que interesen a la clase o a los sectores dominantes, sino de amoldarlos, estirarlos y comprimirlos, reproducir así la vida pública y privada conforme a los parámetros ideológicos de sus productores”.  (Ferreira, en García, 2004).

No obstante, tanto El Habanero como El Mensajero Semanal, pese a la prohibición de su circulación por el gobierno colonial español, “sirvieron de aportes al contenido político de esa generación de criollos en lucha por hallar luz y, a la vez, de guía para los que encabezarían la lucha por la independencia y la dignidad de Cuba” (Marrero, 2003).

El semanario obrero La Aurora y el comienzo de la conciencia de la clase obrera en Cuba

“Los años inmediatamente anteriores al estallido de nuestra primera gran guerra por la conquista de la independencia nacional estuvieron caracterizados por la radicalización del pensamiento cubano y por el surgimiento de publicaciones periódicas con perfiles nunca antes vistos” (Lesmes, en García, p. 31).

De ahí la importante trascendencia que tuvo el surgimiento, en 1865, del  semanario La Aurora, primera publicación del reformismo obrero en Cuba dedicado a servir los intereses de nuestros trabajadores. La Aurora fue una publicación de cultura general donde materiales literarios y científicos, junto a análisis sobre los problemas cotidianos que afectaban a los trabajadores, aparecían en sus páginas.
 
La idea de fundar esta publicación fue de Saturnino Martínez, (1840-1905) “llegado a Cuba adolescente y vinculado al oficio de torcedor en la famosa fábrica Partagás, que compartía, en el horario nocturno con el de estacionario de la Biblioteca Pública de la Sociedad Económica de Amigos del País”  (Romero, 2012).        

“Esta publicación no fue precisamente un periódico político, sino una posibilidad de representar a los artesanos y obreros cubanos y, sobre todo, de ilustrarlos, fomentar entre ellos el hábito de la lectura y difundir las ideas científicas y literarias del momento” (Lesmes, en García, 32).

Además de publicar cuestiones obreras, fundamentalmente aquellas relacionadas con los tabaqueros, La Aurora incluyó innumerables colaboraciones de índole literaria como poesías, artículos de crítica y novelas por entregas y dedicó también un espacio a temas relacionados con la educación. Entre sus colaboradores estuvieron destacadas figuras de la literatura cubana como Joaquín Lorenzo Luaces, José Fornaris, los hermanos Sellén, Luis Victoriano Betancourt, Alfredo Torroella, Antonio Bachiller y Morales y Mercedes Valdés Mendoza.

El primer número apareció el 22 de octubre de 1865 y allí figuraba una “Profesión de fe” en la que se expresaba: “Por eso nosotros venimos a colocar nuestro grano de arena en el gran edificio que la humanidad erige. Cosmopolitas por convicción venimos a manifestar nuestras ideas con la libertad que nos sea permitida y entre los límites a que está sometida una publicación del carácter de la nuestra. Venimos a hermanarnos a ese grupo de obreros de la inteligencia que tanto afán manifiesta por el adelanto de las ciencias y de la literatura y por la difusión de las luces en las masas de la sociedad” (Romero, 2012).

A Saturnino Martínez se debe, igualmente, la iniciativa de las lecturas en las tabaquerías durante las horas de trabajo. La Aurora figuró entre las primeras publicaciones que se leyeron en las fábricas El Fígaro y Partagás, las primeras que implantaron esa innovación. Semanalmente en las páginas de esta publicación se anunciaban informes sobre la marcha de ese movimiento de lectura en las tabaquerías que llegó a convertirse en una atracción nacional e internacional” (Marrero, 2003).

Muy pronto, sin embargo, a finales de 1866, el gobierno colonial español prohibió esas lecturas en las tabaquerías, y el periódico La Aurora fue sometido a continua vigilancia por los censores, sin que por esto su corto período de existencia dejara de señalar el comienzo de la conciencia de la clase obrera en Cuba.

El estallido revolucionario de octubre de 1868, la consiguiente dispersión de muchos de sus colaboradores y la imposición de las autoridades coloniales fueron las causas determinantes para que esta publicación terminara desapareciendo de las esferas obreras cubanas en ese año y para siempre.    

El Cubano Libre, un adversario de armas tomar contra la censura del gobierno colonial español en la Isla

En los años 60 se tomaba cada vez más conciencia de la naturaleza del régimen autocrático impuesto en la Isla por el régimen liberal español. Al respecto, un patriota emigrado en un periódico mexicano durante la guerra de los Diez Años expresó: “los censores, que con frecuencia son españoles y cuando no, cubanos españolizados, borran con el lápiz rojo sin piedad cuanto escriben de progreso y de ideas liberales los hijos del país, mientras que los periódicos peninsulares no tienen limites para la expresión de su pensamiento…” (La formación de la esfera pública en Cuba).

Sin embargo, alrededor de estos años “pre-guerra” dentro de la Isla, fueron menos frecuentes las expresiones de nuestros escritores, pensadores y periodistas en torno a la prensa y su función social, a pesar de la presencia de elementos fundacionales de diverso tipo en su concepción. Además, durante este período, “se puede fácilmente advertir la profundización de esas escasa referencias en la defensa de los valores nacionales que muy poco después serían vindicados en la manigua” (Lesmes, en García, p. 32).

La genuina prensa revolucionaria cubana fue creada y realizada por los gestores e impulsores de la causa por la independencia y la libertad de Cuba. De tal modo que a partir de 1868 unos veinte periódicos se imprimieron en la manigua, teniendo como característica común, además de su contenido ideológico, la irregularidad de su aparición; factor este último causante de que de algunos de éstos periódicos insurrectos no se conservan en la actualidad, ni siquiera ejemplares en los archivos.

Así, “con el levantamiento en armas de los cubanos se inició también un nuevo tipo de periodismo, inaugurado por Carlos Manuel de Céspedes al fundar en Bayamo, días después del alzamiento de la Demajagua, el periódico El Cubano Libre”, al que la historia recoge como el exponente principal de esa prensa independentista (Lesmes, en García, p. 32).

“Relata la historia que días antes del alzamiento del 10 de octubre de 1868 se tomó la decisión por Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, de publicar un periódico que fuera portavoz del programa revolucionario. Se discutió sobre su nombre, y el poeta y también periodista José Joaquín Palma dijo: ¿no vamos a libertar al cubano? El periódico, pues, debe llamarse El Cubano Libre” (Marrero, 2003).

El periódico vio la luz en la noche del 17 de octubre, en una antigua imprenta donde se había editado, en años anteriores, un periódico denominado La Regeneración, dirigido por Francisco Vicente Aguilera. Su primer director fue José Joaquín Palma, quien en su número primero, publicó bajo el título ´Orden del día´, un documento firmado por Céspedes como general en jefe del Ejército Libertador, en el cual ofrecía al pueblo de Bayamo velar por su tranquilidad y respetar sus propiedades.

“Céspedes tenía una clara conciencia del papel que debía asumir en la contienda independentista un órgano de prensa y, al efecto, puso a su disposición la experiencia adquirida como colaborador de La Prensa, El Redactor (Santiago de Cuba), El Eco (1857-1858) y La Antorcha (1860-1866), éstos dos últimos de Manzanillo. […]. Sin embargo, cuando en 1868, se decide a fundar El Cubano Libre, su concepto del periodismo no podía ser el mismo, consciente de que desde allí se hablaría a toda la nación y en otros términos. […]” (Lesmes, en García, pp. 32-33).

“No es el nuestro un pueblo ilustrado y es necesario que a la obra de destrucción del régimen despótico y sus instituciones, siga la edificación de una nueva mentalidad” (Pontes, en Lesmes, en García, p. 33).

“Esta mentalidad diferente estaba asociada a una nueva condición política y social en la que los cubanos ponían su empeño, para obtenerla por la vía de la guerra recientemente declarada a España, y en la que El Cubano Libre debía ser el vocero de la libertad como expresión suprema del derecho del hombre a disfrutarla, y de su deber de alcanzarla” (Lesmes, en García, p. 33).

El Cubano Libre también publicó noticias sobre los primeros hechos de armas e incluía una sección poética donde aparecían las dos primeras estrofas de La Bayamesa (hoy Himno Nacional). A partir de su segunda semana, y durante dos meses y medio, la publicación salió a diario con editoriales y artículos de fondo, noticias de la guerra, disposiciones oficiales, gacetillas y hasta una sección literaria.

Tras el anuncio de un próximo asalto de la ciudad de Bayamo por fuerzas del general Valmaseda, los patriotas cubanos deciden incendiar y abandonar la ciudad. Y entre las cuestiones que Céspedes dispone deben ser salvadas estuvo la imprenta de El Cubano Libre, la cual se dice fue llevada a una cueva donde permaneció hasta el final de la guerra, aunque no volvió a utilizarse en la impresión de periódicos. Luego de estos sucesos, la publicación dejó de aparecer durante seis meses para, coincidentemente con la promulgación de la Constitución de Guáimaro, el 10 de abril de 1869, hacerlo como el “periódico oficial de la República de Cuba”.

“La prensa fue en aquellos momentos el mejor instrumento de la lucha en manos de los cubanos contra el coloniaje español como expresión de su cultura y como manifestación de sus ideales políticos. […]. En aquellos momentos, las preocupaciones de nuestros intelectuales por la relación periodismo-literatura estaban en la cima de una inquietud por el estado de la cultura literaria que se manifestaba a través del romanticismo bajo la férrea oposición de la censura española. Los reclamos por un periodismo auténtico estaban directamente relacionados con la exigencia de una mejor literatura, pero desde el punto de vista de las ideas que representaran con más acierto al pueblo cubano” (Lesmes, en García, p. 34).

Luego de incluso oponerse al decreto que en 1869 restablecía la censura en la Isla, El Cubano Libre cesó de publicarse en el año 1871, después de que una patrulla enemiga destruyera sus instalaciones ubicadas en un caserío de la zona de Florida. No obstante, “al estallar la guerra de 1895, Antonio Maceo lo hizo reaparecer tras ordenar la captura de una imprenta existente en unos almacenes de Nipe. Y en la cueva de Sao Corona, jurisdicción de Holguín, y luego en Cuabitas, al norte de Santiago de Cuba, se publicó indistintamente este periódico hasta 1898, bajo la dirección de Mariano Corona Ferrer, quien había sido cajista del periódico santiaguero El Triunfo. Figuras como José María Heredia, Federico Pérez Carbó, José Miró Argenter y el doctor Joaquín Castillo Duany estuvieron entre sus redactores” (Marrero, 2003).

Además, Juan Marrero agrega que durante los mil días que duró El Cubano Libre inmerso en este período insurrecto, publicó cerca de cien ediciones, incluyendo los suplementos. De ahí que un corresponsal de guerra puertorriqueño incorporado a la lucha por nuestra independencia, Modesto A. Tirado, dejó escrito en el periódico El Porvenir, de Nueva York, una crónica sobre una visita que hizo en compañía de un periodista norteamericano al lugar donde se imprimía en 1896 la publicación:

“Penetramos en el lugar donde se imprime El Cubano Libre y encontramos allí la imprenta completa. Desde el tipo más pequeño hasta la prensa de manos, todo en perfecto orden. Es admirable y digna de todo encomio la gran voluntad de estos hombres, encerrados en el corazón de un espeso bosque, con el componedor en la mano y al lado el rifle, dedicando todo su tiempo a la importante tarea de difundir por los ámbitos de la República y fuera de ella los triunfos de nuestro Ejército y los errores del enemigo, empecatado y cruel. Iba con nosotros el director del periódico, Mariano Corona, quien con exquisita amabilidad puso a nuestra vista la colección de El Cubano Libre y un sinnúmero de trabajos tipográficos ejecutados en el taller que dirige desde principios de la guerra. Volaron las horas entretenidas en la imprenta y en la redacción, curioseándolo todo y recordando mis buenos tiempos en New York. Acompaño como objeto muy curioso una de las tarjetas que Mariano Corona hizo imprimir con el nombre del corresponsal norteamericano. Lo más típico de esa tarjeta es el material en que fueron impresas: papel de yaguas” (Tirado, en Marrero, 2003).

Por su parte, Antonio Maceo definió a El Cubano Libre como “un cuerpo de ejército compuesto por doce columnas, equivalente para él a un refuerzo de quinientos hombres, que se batía diariamente y bien por la causa de Cuba. En otra ocasión lo caracterizó como una pieza de artillería” (Marrero, 2003).

Al finalizar la guerra Mariano Corona continuó en Santiago de Cuba la publicación de El Cubano Libre, y fue uno de los críticos más fuertes de la intervención y ocupación militar norteamericana de Cuba. El 30 de enero de l897, menos de un año antes de que oficialmente Estados Unidos anunciase que Cuba sería ocupada militarmente por sus tropas, Corona publicó un artículo de enjuiciamiento a un mensaje sobre Cuba presentado ante el Congreso de Washington por el presidente Grover Cleveland:

“Hay en el mencionado mensaje informes desatinados en extremo y que no tienen otra justificación que el marcado propósito de perjudicarnos, aún a trueque de obscurecer la verdad” [...]. Y añade: “Cree asimismo el Presidente, que seamos nosotros capaces, como medio de poner término a la revolución, de aceptar soluciones que no tuviesen por base la absoluta independencia de Cuba. Esas palabras, en labios tales, son la demostración más franca y evidente de que él no desperdicia la ocasión de hacernos blanco de su inmotivada malquerencia [...] Sépalo de una vez para siempre quien tan mal nos juzga: Independencia o Muerte es nuestro lema. Con él vinimos al campo de la guerra; con él volveremos al hogar, quizás deshecho pero dignificado. Con él abandonamos nuestros más preciados intereses e incendiamos la ciudad donde vivimos largos años de esclavitud; con él retamos al déspota, y con él lo venceremos [...]” (Corona, en Marrero, 2003).

Libertad de imprenta en la Isla: un negocio de solo treinta y cuatro días

La libertad de imprenta se convirtió durante este período entre guerras en un tema de generalizados comentarios en la Isla en medio de la difícil situación política y social que se vivía en toda la metrópoli.

En las Memorias de mi mando en Cuba, el Capitán General Lersundi resumió la perspectiva desde la que apreciaba la situación de Cuba en los años 60: “Los periódicos publicaban descaradamente doctrinas incendiarias… y la enseñanza pública desde la Universidad hasta la última escuela de aldea, estaba convertida en una conspiración contra la unidad nacional” (La formación de la esfera pública en Cuba).

De ahí que, producto de esta delicada situación para su dominio en la Isla, el gobierno colonial español remplazara al general Lersundi por el general Domingo Dulce Garay en el mando principal en Cuba, quien, en un intento por contrarrestar la rebelión independentista, dictó algunas medidas de apertura política, entre ellas la libertad de imprenta del 9 de enero de 1869, en cuyo decreto se establecía que:

“Todos los ciudadanos de la provincia de Cuba tienen derecho a emitir libremente sus pensamientos por medio de la imprenta, sin sujeción o censuras ni/o ningún requisito previo. Los delitos comunes que por medio de la imprenta se cometan, quedan sujetos a la legislación común y tribunales ordinarios. Son responsables para los efectos del artículo anterior en los periódicos, el autor del artículo y a falta de este el director; y en el caso de los libros, folletos y hojas sueltas, el autor, y no siendo conocido, el editor y el impresor por su orden; aclarando que serían considerados como hojas sueltas para los efectos de este decreto, los periódicos que carezcan de director. Las empresas de periódicos pasarán a este gobierno superior político una comunicación en la que ha de constar el nombre de la persona que dirige el periódico. Ni la religión católica en su dogma, ni la esclavitud hasta que las Cortes Constituyentes resuelvan, podrá ser objeto de discusión” (Marrero, 2003).

Entre los nuevos diarios que se publicaron amparados en la libertad de Imprenta se encontraban los periódicos de la juventud habanera El Diablo Cojuelo y La Patria Libre. “Por primera vez, desde el periodo constitucional de 1820 a 1823 se publicaban periódicos sin censura previa. Allí José Martí y Fermín Valdés Domínguez  denunciaron toda posibilidad de entendimiento con el régimen colonial, luego del estallido revolucionario de Yara. En El Diablo Cojuelo impreso en la imprenta y Librería El Iris, entre el 19 y el  22 de Enero de 1869, José Martí, escribió su primer artículo periodístico a propósito de la Libertad de Imprenta  española: ’Esta dichosa libertad de imprenta, que por lo esperada y negada y ahora concedida, llueve sobre mojado, permite que hable usted por los codos de cuanto se le antoje, menos de lo que pica: pero también permite que usted vaya al Juzgado o a la Fiscalía, y de la Fiscalía o el Juzgado lo zambullan a usted en el Morro, por lo que dijo o quiso decir’ “ (La formación de la esfera pública en Cuba).

Sobre este mismo tema de la censura y sus consecuencias, el intelectual cubano Alfredo Guevara afirmó que “no hay creación donde hay moldes estrechos. Se trata de abrir y aun de ahondar el debate ideológico sin temores y sin límites, de hacerlo coherente y seriamente, buscando en extensión y profundidad las líneas más justas y los análisis más completos. Y de armarse para ese proceso con una adecuada formación, que ha de comenzar por una información igualmente adecuada. De otro modo, la tentación de la fuerza puede hacerse inevitable, y causar incalculables daños, temporal silencio e irrecuperable empobrecimiento espiritual (Guevara, en García, 2004).

El Diablo Cojuelo había nacido para  proclamar que el único camino que les quedaba a los cubanos era el de decidirse entre Yara o Madrid, no para jugar, como pretendían los reformistas, con un tercer camino. Por su parte y ante esto, la metrópolis comprendió, en efecto, que no había otro camino y clausuró todos los periódicos y la mayor parte de las sociedades creadas por los criollos, entre 1830 y 1868.

La fecha de constitución y desaparición de los órganos de la aristocracia centro oriental, y los periodistas y rotativos sancionados por la censura de prensa, reflejan hasta qué punto se hacía  intolerable  la represión a la expresión del pensamiento durante los años 50 y 60 en Cuba. “Con independencia de la censura que gravitaba sobre la prensa, los periodistas se las arreglaban siempre para transmitir mensajes que escapaban a toda vigilancia gubernamental. En los fondos del Gobierno Superior Civil existentes en el Archivo Nacional se conservan decenas de casos de periódicos sancionados por no cumplir las disposiciones de la Ley de Imprenta, en cuyos casos, los redactores editaban los periódicos sin pasarlos por la censura previa de los tenientes gobernadores y afrontaban las penas de prisión, multas o clausura del periódico”  (La formación de la esfera pública en Cuba).

Esta libertad de imprenta duró treinta y cuatro días, justo hasta el 12 de febrero de 1869, fecha en que el general Dulce dictó un nuevo decreto restableciendo la censura en la Isla. El debate sobre la cuestión llegó incluso a la prensa insurrecta propiciando que la Constitución de Guáimaro estableciera que ciertas libertades, entre ellas la de imprenta, eran inviolables.

Precisamente, según afirma el intelectual español Ignacio Ramonet, de esto se trata la censura autocrática, de la “supresión, prohibición, corte y retención de la información, estimando la autoridad precisamente que un atributo fuerte de su poderío consiste en controlar la expresión y la comunicación de todos los que están bajo su tutela...” (Ramonet, en García, 2004).

Toda esta situación provocó contradicciones ante la imposibilidad de conciliar las exigencias de la guerra con los procedimientos democráticos consagrados en la constitución. Así, por ejemplo, “la Secretaría de la Guerra de la República en Armas, la cual dependía del gobierno civil, se vio obligada a enfrentar la campaña de propaganda mentirosa y calumniosa de España en relación con la lucha de los mambises y no tuvo otra opción que prohibir la circulación de periódicos, revistas y proclamas del enemigo español en los campamentos rebeldes. Además, se emitió una circular determinando que al ciudadano que llegase un papel de esa naturaleza, debía entregarlo a las autoridades cubanas y que estas lo harían llegar a la Secretaría de la Guerra, la que decidiría si debía publicarse o no, o ser objeto de réplica en la prensa mambisa. Esto no se entendió en medios aferrados a un civilismo en extremo. La Cámara de Representantes rechazó la medida de prohibición como inconstitucional” (Marrero, 2003).

Por su parte, el periódico El Cubano Libre apoyó la resolución de la Secretaría de Guerra. “Conque tenemos libertad de imprenta ilimitada, comentaba en una nota editorial el 15 de diciembre. Pues entonces pueden salir escritores españoles del seno de los campamentos enemigos, y fundar periódicos dentro de nuestras mismas trincheras, proclamar en ellos las doctrinas más disolventes para nosotros, atacar la causa de nuestra independencia y ser inviolables sus personas, pues hacen uso de una libertad que les concede la República de Cuba, la libertad de imprenta [...]. De tal manera, desde sus mismos inicios, El Cubano Libre evidenció ser un símbolo de la intransigencia y la combatividad revolucionarias” (Ibídem).

El golpe combate final

Si bien estos son solo unos pocos ejemplos de la férrea censura impuesta por la colonia española en la Isla durante el siglo XIX, bien que revelan los mecanismos censores que enfrentaban día a día los periodistas y escritores cubanos en su búsqueda por una culturización y emancipación de los ideales patrios frente al dominio español en Cuba.

Tanto El Habanero, de Félix Varela, como La Aurora, de Saturnino Martínez, o El Cubano Libre, de Céspedes, no son más que pequeñas heridas abiertas al filo de la pluma dentro de la “poderosa” coraza censora española, que por más que lo intentó, no logró frenar ni las ansias emancipadoras de los cubanos contenidas en sus páginas ni sus firmes y ya arraigados ideales patrióticos. Al final, el siglo XIX cubano bien pudiera denominarse, en el ámbito de la prensa, como un continuo combate contra la censura española en la isla.

BIBLIOGRAFÍA

Lesmes, Martha: Concepciones de periodistas, pensadores y escritores cubanos sobre la prensa y su función social (hasta 1868).  En: García Luis, Julio: Ética periodística: selección de lecturas. Editorial Pablo de la Torriente, Colección Temas de Periodismo, La Habana.

Marrero, Juan: Dos siglos de periodismo en Cuba: momentos, hechos y rostros. Editorial Pablo de la Torriente, La Habana, 2003.

La formación de la esfera pública en Cuba. (1830-1868). 2da. Parte. Consultado el miércoles 5 de junio de 2013 a las 3:30 pm en: http://www.google.com.cu/url?sa=t&rct=j&q=censura+siglo+xix+cuba&source=web&cd=

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García Luis, Julio: La regulación de la prensa en Cuba: referentes morales y deontológicos. La Habana, 2004. Tesis presentada en opción al grado de Doctor en Ciencias de la Comunicación.

Romero, Cira: Prensa obrera en Cuba en el siglo XIX:
La Aurora y El Productor. Sección Huellas en el tiempo, Revista cultural La Jiribilla, No. 568, 24-30 de marzo, La Habana, 2012. Consultado el miércoles 5 de junio de 2013 a las 4:00 pm en: http://www.lajiribilla.cu

Guadarrama González, Pablo: Varela y el humanismo de la filosofía ilustrada latinoamericana. Consultado el miércoles 5 de junio de 2013 a las 3:00 pm en: http://biblioteca.filosofia.cu/

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RAÚL HERNÁNDEZ NOVÁS: LOS ENIGMAS DE UN VIAJE POR LAS AGUAS DE LA MUERTE

RAÚL HERNÁNDEZ NOVÁS: LOS ENIGMAS DE UN VIAJE POR LAS AGUAS DE LA MUERTE

DAINERYS MACHADO VENTO,
estudiante de quinto año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Comienza a llover. Estoy en casa, encerrada en mi cuarto. Leo. El sonido de la lluvia me alegra, es lo único que hace soportable el calor de estos—casi 12— meses de verano. Desde hace algunos años las tardes de junio se desbordan de agua, en extraño contraste con las tardes secas de mayo. Las aguas del mes de las flores se han desplazado hacia otras fechas. ¿Habrá llovido el 12 de junio de 1993 mientras el poeta se decidía por fin a quitarse la vida? Los poemas que me llegan desde las páginas de sus libros me hacen pensar por un momento que se había suicidado lanzándose al mar para siempre. ¿Dónde habrá conseguido la pistola? Cuando sonó el disparo ¿estaría llorando?

“No medir a los autores por la edad que tenían cuando escribieron, o publicaron, tal libro o poema, sino por la vitalidad que arroje sobre ellos la lectura múltiple de diversas generaciones a través de los años” (1) es una de las clave propuestas cuando de análisis literarios se trata. Pero Raúl Hernández Novás (n. 1948) hace que me resista, al menos por estas líneas, a ese criterio: escribió muchos de los versos, que luego se convertirían en el poemario Enigma de las aguas, cuando contaba unos escasos 20 años (2) de edad, y en cada uno de los poemas del libro se halla el rastro de la muerte, convertida luego o para siempre, en uno de los motivos perpetuos de su creación literaria.

Este es el primer volumen de poemas que publicó Novás y los textos que recoge fueron escritos por su autor entre 1967 y 1971, aunque su publicación no tendría lugar hasta 1983, como uno de los reconocimientos al Premio de Poesía del Concurso 13 de Marzo que le había sido otorgado un año antes.

La muerte, la soledad, y la frustración envuelven las estrofas a través de las que se descubre al poeta a lo largo de todo este volumen, y caen sobre su obra como “Cayendo entre las manos, como el mapa raído del mar”. Sus ausencias van a dar en el justo lugar en el que, por decisión irrevocable de Dios, se expandieron las aguas, para separarse las unas de las otras y convertirse en ríos, mares y lágrimas. Ausencias que no se apartarán de su creación hasta que él mismo terminara con todas y con todo.

Raúl Hernández Novás integró la grande y pavorosa familia de los Van Gogh, Silva, Crane, Artaud, Virginia Wolf, Esenin, Mayakovski, Pavese, Violeta, Arguedas, Milián, Sylvia Plath, Celan y tantas y tantos más a quienes no se dejó otra alternativa que apagar su pena insoportable al precio de apagar la propia existencia. [...] malheridos sin remedio que lucharon con heroica rudeza hasta sucumbir [...]. (3)

Es por eso que descifrar los enigmas de estas aguas de Novás es como descifrar la fuerza de la lluvia, la existencia infinita del mar, reflejo del cielo ¿sin color?, sólo para descifrar el llanto de los hombres y sus necesidades, escudadas en las distintas formas del líquido vital. Entre estas páginas su poesía es sumamente triste, y la nostalgia que lleva prendido cada verso en su costado izquierdo, infunde no se qué extraño temor... ¿a la vida?

La tristeza de estos poemas radica fundamentalmente en que, aunque aparezcan niños, muchachas, lluvia, mar, el poeta los emplea siempre como símbolos de una búsqueda que emprende en un viaje sin rumbo. Ruta que se extiende por la existencia y que navega en un “barco ebrio”, en el que “Capitán es el viento”, el mismo viento que llevó su mano a posarse sobre una pistola.

Su muerte fue también un triste poema, aunque ella vendría a representar la materialización de la única vía posible para lograr su deseo, para determinar por fin su rumbo. No le será posible reencontrar el paraíso anhelado del vientre materno, por el que clama en sus versos y que muchos coinciden en hallar por vez primera en Muerte de un payaso, incluida también en Enigma de las aguas. Para alcanzar ese límite del retorno, al que no puede llegar como ser humano, sólo la muerte sería salida para que “el solitario hombre”, que sentía como “un payaso lo irrisorio de su papel”, dejara de ser movido por los hilos del ciego e “infinito azar” (4).

Su decisión final, anticipada en más de uno de sus poemas, encuentra sus más lógicas explicaciones en las necesidades que no pudo suplir y que fueron convertidas por el poeta en los principales motivos de su escritura, de los que existe evidencia ya desde Enigma: “Entonces, ¿a qué playa arribar, qué ancla guardar en el corazón/ si sobre los cimientos del mar la tarde se construye y se desploma/ cada día?” (5), se preguntaba ante la conciencia de esas necesidades que atormentaban desde temprano su personalidad.

Acaso murió sin la certeza de que el poeta seguiría respirando por sus versos, seguiría viviendo a través de “el metro, la cadencia, las palabras (...) esos vehículos concretos” (6) de su poesía. Este apego a una definición materialista de la creación poética influyó mucho en que sus primeros años como autor (1959-1963) los haya dedicado al entrenamiento formal del ritmo, la métrica y la construcción estrófica, que luego le permitirían un sinnúmero de creaciones regidas por una mezcla de tendencias literarias, que se convertiría en sello distintivo de su voz. Hoy es reconocido como uno de los mejores sonetista cubanos, para luego ser llamarlo principal exponente del neorigenismo. Ambos criterios son ciertos: su poesía se nutrió de todas las corrientes y géneros que atravesaron o coincidieron con su existencia.

Y a pesar de su evolución poética, o precisamente por la intensidad de esta, entre los conflictos de su obra toda, se encuentra latente la imposibilidad del poeta de encontrar su centro, tormento que consiguió frustrarlo; irónica contradicción para quien se reconoce —a pesar de sus pocas implicaciones políticas en un país netamente político—que “ha enriquecido, de manera sustancial, la lírica cubana de los últimos cuarenta años” (7).

“Quitarse la vida presupone el ejercicio de la voluntad, y la decisión que la mueve surge en el interior de la conciencia. Es el producto de la resolución de una inteligencia atormentada por los vaivenes de la frágil y precaria existencia humana” (8). Tal vez sea esa la causa real, justa y única, para que Novás se haya arrancado él mismo la vida: poner fin a los sufrimientos provocados por los anhelos del pasado como estado ideal, pero de un pasado tan real como etéreo, que se remonta al paraíso amniótico del vientre materno, porque desde la partida no conoció felicidad.

El hombre decidió marcharse, y como el poeta, más afortunado, ineludiblemente debía partir con él, determinó al menos no defraudarlo: "El 12 de junio de 1993 Raúl Hernández Novás puso fin a su vida con un tiro de revólver en la sien. Se conoce que el poeta traspasó una frontera que muy pocos rebasan: la primera vez que apretó el gatillo, el disparo no salió. [...] Pero el poeta insistió y se consumó su muerte." (9) 

Las gotas de lluvia parecen rayar el cristal de la ventana de mi cuarto. Atacan la puerta cerrada del balcón, en un frenesí incontrolable que suena como rabia. Por el piso, indetenibles, se apresuran a entrar chorros de agua, que llegaron hasta la lejana zapatera después de mojar un par de zapatos regados a mitad de todos los caminos. Los papeles, sobre la mesa cercana a la ventana, se empapan gracias a un pequeño resquicio que queda entre persianas, por el que parece colarse todo el aguacero de esta tarde. Dejo de leer por un minuto. Tiempo necesario para cubrir con un nylon todas esas revistas y tareas antes de que se fragmenten, ellas mismas, hechas lluvia. Se mojan también mis manos, pero no las seco para volver a estrechar el libro que leía: es la primera vez que me adentro en los versos de Raúl Hernández Novás, y, a penas concluido el primer poema, me doy cuenta de que esta lluvia que me pone nerviosa mientras me tortura, es también obra suya.

Aguas es el poema que inicia su Enigma, y en uno de los que intenta discurrir sobre el misterio de la creación: el líquido como fuente (“Y nacer fue entonces el comienzo del exilio”). En este poema el universo material del hombre lo incluye y a la vez lo desborda: “como si un cuerpo de antiguo actor penetrara en su cuerpo/ como si una mano lo empujara hacia adonde huyen siempre las fronteras/ del mar”. El hombre existe, pero no tiene control sobre su existencia, como no tiene control un niño sobre la mayoría de sus acciones.

El propio Novás asegura que es “de esa imposibilidad de configurar una adultez (de la que) derivan sus visiones autoparódicas del sujeto lírico como antihéroe” (10):

A la orilla del mar venía llorando, / ciego llorando un túmulo de espumas. /  No preguntes por qué este hombre frente al mar / está llorando lágrimas saladas / y sus ojos acarician como a un padre el vacío. / Ni por qué las miradas del mar lo atraen como a los niños / que sólo miran amor de espumas o futuras muertes.

Más de una vez representará al mar como umbral de un viaje, de un viaje que sabe necesario, pero al que se resiste, y que prefiere observar desde la orilla. Aguas (1970) implica el desenvolvimiento de una metafísica poética, de alcance cosmogónico, en el que el hombre hace perdurable su bienestar en el deseo de obtenerlo y no en alcanzarlo: Llévame de una vez, sumérjanme tus olas. / Por qué he de vivir arañando tu piel / si nunca he de dejar una huella en ti?

Es La orilla del mar, el segundo que recoge el volumen, un poema en apariencia optimista, pero plagado de un absoluto pesimismo en el que “cae ciudad disuelta en la lluvia”, “lluvia (que) muerde las manos de los niños”, “manos de niños” en las que se pierde la memoria del “tenaz abuelo”. El mar no puede venir a tapar las arrugas del tiempo, no hay marcha atrás, ni posibilidad de regreso porque “el mar/ se confunde con el cielo, las nubes lo ocultan/ un ejército celeste lo asalta, una ribera lo contiene”.

Los hombre de la ciudad están “frente al mar”, frente a la posibilidad de lograr los anhelos, pero no hay búsqueda más allá del deseo, los niños son los más atrevidos, por su ingenuidad, por su natural cercanía maternal, pero también fracasan. Poética de la metafísica mediante las que “También caen las manos, pero escalan/ otra vez el húmedo/ árbol (...) para luego caer, llorando, a igual distancia/ del fruto evadido”.

Novás dibuja la vida como un ciclo de pretensiones, de intentos pocas veces logrados: ¿qué es la orilla del mar sino un sitio al que el agua llega, pero se retira, imposibilitada de permanecer por la necesidad de retornar siempre a su lecho como único modo de seguir siendo lo que es?

Sus poemas, y en especial La orilla del mar, encuentran en la variada combinación métrica de las estrofas todo el ritmo que necesitan y muchas veces todo el que aguantan: por momentos su musicalidad es capaz de opacar la comprensión y se ha de emprender nuevamente la lectura.

Similar sensación provoca la abundancia de recursos tropológicos. La profusión de estos impide en cierta medida la connotación de sus poemas y provoca una interpretación fundamentalmente descriptiva en la que “la orilla del mar”, en Aguas por ejemplo, no es un umbral hacia otro momento de la vida del hombre, sino es simplemente una orilla del mar. Este símbolo de la orilla como mirador, como puerta hacia otras formas de su existencia es identificado también en otros poemas, tal vez de forma más clara:

Brilla, y el niño queda / inmóvil ante el mar / como si hubiese muerto / pues su desierto rostro / sólo vino a mirar desde la orilla. (Fragmento de Último segundo para Antoine Doinel)

Pero el agua, la luz, el aire, la tierra, son solo imágenes que contrapone o no Novás, para simbolizar la realidad que pretende expresar, casi siempre desde lo sentimental y afectivo. Si en otros versos el mar simboliza la fuente, el amnios anhelado, y la tierra la vida, la existencia incompleta, ¿tendría que sumergirse en el mar el que quisiera retornar al principio de su existencia?:

El mar reía. Y tú sobre su mano / como un juguete roto, mudo maldecías. / Quería regresar...Allí donde algo tuyo había quedado. / (Algo nuestro que siempre muere en los naufragios) (Fragmento de Aguas, IV)

Morir es el estado que más se parece a nacer; pero sólo en el punto máximo de deseo, definido por la metafísica, pues el ser posterior al nacimiento es diametralmente opuesto al no ser, después de la muerte, aunque ambos sean transiciones obligadas de la existencia. Uno y otro le serían negados a Novás: el ser porque lo vivió entre las aguas señalando solo el momento de la muerte; y el no ser porque Dios lo vedó para el que tomara su fin por mano propia.

En la dialéctica del uno y la subjetividad del otro creía Raúl Hernández Novás. Las alusiones más o menos indirectas a la religiosidad pasan en su obra por diferentes tratamientos, pero desde sus primeros poemas fundamentalmente católicos, sus referencias bíblicas como fuentes de leyendas y poesía, hasta su retorno a la religiosidad, reconoce a la Biblia como “libro inagotable” de su inspiración.

Es por eso que el motivo de las aguas en sus diferentes versiones, se desarrolla como toda una muestra simbólica de diferentes necesidades, y tal como en los diferentes pasajes bíblicos, el agua puede ser purificadora: “Viene un mar, para borrar las arrugas./ Viene un mar en las alas de sus aves”—fragmento de La orilla del mar— (“porque el Cordero, que está en medio del trono, será su pastor y los guiará a manantiales de agua de vida, y Dios secará toda lágrima de sus ojos.” (11), puede ser inicio y puede ser fin: “Mira, has sido rescatado del naufragio./ Tú, el único que pudo escuchar la risa del destino”  (“Después me dijo: “Ya está hecho. Yo soy el alfa y la omega, el principio y el fin. Al que tenga sed le daré a beber del manantial del agua de la vida sin que le cueste nada. (...) Pero en cuanto a los cobardes, los incrédulos, los odiosos, los asesinos (...) a ellos les tocará ir al lago de azufre ardiente, que es la segunda muerte.” (12).

A pesar de la poesía materialista declarada por Novás como su visión del género, en El herido de punta de ausencia, otro de los más nombrados poemas de Enigma de las aguas, aparece un motivo de la poesía pura que se reiterará a lo largo de toda su obra: la estatua.

Cartas a una estatua recinto del verano / una estatua que no envejece / una estatua luminosa y blanca como un fruto / que no guarda la oscura semilla de la muerte.

Esta visión refleja una vez más la preocupación del poeta por la muerte, a la que percibe como oscuridad, pero como semilla, es decir, como transición hacia otro estado, porque si es semilla, aunque sea oscura, un día retornará o ¿acaso es esa semilla la existencia, que solo perdura mientras no retorne y se convierta en la muerte?. En ese caso la muerte sería el fin real de la vida, único objetivo posible.

“¿Verdad que vendrás con el timón y el mástil y en el mástil/ la flor/ de aquel árbol que en tierra no pudo retoñar?”. En el mar está representada la posibilidad de cumplir con los anhelos: lo que en tierra no nació, es retoño en el mar, que además proporcionará “las olas que besan mi tumba”.

Capitán es el viento reproduce el ciclo de la vida desde la esencia de la creación: “Como el equilibrista que sabe que va a morir joven (...) Como el animal que nace, se reproduce y muere”, movidos por “los rostros del viento” transita cada cual su existencia, movido por “vientos” diferentes que los hacen asumir la vida también de diferentes formas. Por lo que mientras “Ellos (los otros) veían las imágenes del viento:/ la madre con el niño en los brazos,/ la pálida novia, la tierra arada por los lentos bueyes terrenos”. Novás solo “(...) veía puertas cerradas,/ paraíso negado y olor de lejana tierra”. Se adelanta a su destino como tiempo que le espera, y que vivirá, víctima de las mismas ausencias que lo atormentan:

Te vuelves, no encuentras a nadie, ¿te han dejado solo?, / ¿nadie sobre cubierta?, ¿conoces ese silencio? /... ¡Miradlo, miradlo atado al palo mayor del cielo!”.

Se dice que es la muerte de la madre del poeta en 1985 el golpe más duro de su vida, que lo hará incluso abandonar prácticamente la creación poética, aunque hasta ese momento la hubiese empleado como vehículo canalizador de sus preguntas y tormentos. Pero analizando, incluso superficialmente, algunas de las obras que conforman Enigma de las aguas, se hace indiscutible que los temores y necesidades de Novás, si bien se acentuaron con la pérdida de su madre, no se iniciaron con ese suceso.  

Es en Muerte de un payaso donde es posible hallar la primera muestra importante de su necesidad de integrarse al seno materno:

Madre era la oscuridad lo que deseaba / mi paso se hundía en la piel de la noche / y yo era feliz / No vale oscuridad sin mano de madre (...)”.

Su búsqueda —“Era la noche lo que deseaba y ya la tengo”— no se dirige hacia un hallazgo, sino hacia una pérdida: crecer es estar un paso más lejos, o años más lejos del amnios. Por eso rechaza todo posible cambio o novedad que lo aleje de su ideal. De ahí que maneje su nacimiento como exilio, como desprendimiento que no deseaba, y que los poemas de Enigma de las aguas, hablen de ese peregrinar sin rumbo por la vida, emprendido el largo viaje que es la existencia.

Esta necesidad, que no le es exclusiva, y que lo arroja una y otra vez sobre el tratamiento de lo materno, encuentra, en la historia de Novás, lo que podría llamarse una justificación física: nació con una enfermedad congénita llamada cardiopatía, que, tal como él reflexiona en algún momento, “significa que el corazón del niño no ha podido rebasar esa etapa fetal” (13). Esto viene a reforzar su imagen de poeta diferente, obsesionado por los límites del ser humano, a la vez que convierte su anhelo del paraíso amniótico en causa casi necesaria, por tener origen no en su mente, sino en su cuerpo.

y mi alma cogida en la zarza en tu alma y tus ojos agudos / como miradas de nardos o de estrellas / entre los jazmines y las locomotoras del mar / sonando a sueño a sueño sumergido y ansiando ver el mar / para morir o conducir un rebaño de insectos (...) (Fragmento de Barba azul y los siete enanos).       

Esencias diferentes del cuerpo humano alma y cuerpo, porque “(...) Dios el Señor formó al hombre de la tierra misma, y sopló en su nariz y le dio vida (...)”, y aunque persiste en la poética de Novás un acercamiento más desde lo psíquico a la naturaleza del hombre, fueron sus deficiencias corporales —su enfermedad cardiaca, su imposibilidad de tener sexo con una mujer— las que más marcaron su psiquis, en la que “sobresalían su timidez y la inadaptación social” (14), reflejadas en muchos de sus versos:

sobre la mesa el manjar de todos los dominios del corazón / recién abierto como tumba con murmullo de abejas / oh dulce paso reposado de bueyes con que se abren las esclusas / del cielo (Fragmento de Barba azul y los siete enanos).       

Y fíjese el lector que la obsesión del poeta estaba precisamente en la psiquis humana, retándonos a ignorar la sociedad, a pesar de su declarada ideología marxista.

¿Por qué podría decidirse un hombre al suicidio? Los tormentos que he tenido no han alcanzado para arrojarme sobre la posibilidad de tal determinación. Pero Novás no me resulta totalmente indescifrable, aunque su poesía se escurra a veces entre cualquier concentración y comprensión posibles. Sus versos son demasiado fuertes, y a veces siento que me asfixian tanto como el agua, o como el presente.    

Justo en 1959 traza Raúl Hernández Novás los primeros versos que lo convertirían en poeta. El triunfo reciente de la Revolución Cubana ocasionaba un cambio de paradigmas culturales muy fuerte, tan fuerte, que estos sobrepasarían los límites de la Isla, e influirían en los cánones de intensa y extrema liberación que viviría el mundo en las décadas de los años 60 y 70 del siglo XX, a la vez que el proceso cubano se convertía en ejemplo puro de casi todas las transiciones posibles.

Desde el punto de vista ideológico, los primeros poemas de Novás, los que escribió entre 1959 y 1963, “abordan temas tópicos, acaso por la influencia de su padre: además de algunos poemas de inspiración familiar, la mayoría recrean temas de la historia de Cuba, y, otros, sucesos políticos trascendentes de los primeros años de la Revolución Cubana” (15).

Se plantea que es sus primeras incursiones sobre estos temas hay un empleo retórico de los recursos expresivos, lo que provoca un alejamiento temático; situación que se invierte hacia poemas de mayor elaboración estilística como es el caso de Oda a Camilo Torres, recogido también en Enigma de las aguas. Este poema es el primero de los cuatro (16) que se considerarían luego entre los de mayor valor histórico y repercusión social. Y sólo cuatro porque la temática histórica contextualizada al presente, o al pasado, solo aparecería ocasionalmente en la obra de este creador.

Precisamente Enigma de las aguas marca un hito dentro de la poesía cubana de la Revolución, es decir, como contraste con el canon de poesía conversacional y/o prosaísta predominante durante la década de los años sesenta, setenta y ochenta. (...) su poesía se orientará desde un principio hacia un acendramiento imaginal y hacia una integración estilística de distintas tendencias expresivas. (17)  

Los rasgos distintivos de su poesía, y la poca implicación social, desde lo político, que tuvo esta pueden ser las principales razones para que se hallen pocos análisis de su obra desde el elemento histórico-contextual. Podríamos decir que sus versos recrean un mundo personal (el suyo o el de los sujetos líricos), aunque su suicidio se ha relacionado también con otras causas, confirmación de que no puede nadie salirse totalmente de su realidad, a pesar del abundante abstraccionismo que marcó el estilo de Novás.

Su período fundamental de escritura, desde 1967 y hasta 1985, convive con el cambio de paradigmas culturales que se trasladarán de un extremo a otro de la creación: naciente en un férreo realismo socialista, que se matiza críticamente hacia mediados de la década de 1970, para descender por lo general hacia el tratamiento de temáticas superficiales. Pero en todo ese tránsito se afianza el criterio de su singularidad pues, según Mercedes Santos Moray (18), la suya continúo siendo “una poesía inusitada en la Cuba de aquellos tiempos, muy diferente no solo a lo que se escribía, sino a cuanto se publicaba, elogiaba y ponderaba, se vendía como el canon”. Después de 1985 su escritura se hizo esporádica, la pérdida de su madre, Berta, golpeó la pluma del poeta para no darle ya más vida. “Aquellos aciagos primeros años del período especial, tan lacerantes y dolorosos para Raúl” (19) terminaron de afectar su personalidad, unido a una enfermedad en la que se sumió su padre, y que se erigieron como los vientos que rigieron al fin su viaje por el mar, motivo reiterado de Enigma de la aguas, y de toda su poética posterior.

Era suicida, con tratamiento psiquiátrico, tratamiento que no logró que venciese sus temores y necesidades. Se dice que al morir su expresividad había alcanzado plena madurez, ¿recurso metafísico empleado por el poeta para hacer perdurar una madurez que logró en oposición a la de la adultez no deseada?

El trascendentalismo poético con que asimiló el tono coloquial, bajo los influjos del origenismo lezamiano, dieron vida al poeta solo en una búsqueda constante de la realidad más allá de las apariencias, y la realidad de los hombre la encontró en la espiritualidad de cada cual representada acaso en conflictos, mas no en anécdotas. Tal vez es por eso que se centra fundamentalmente en el espiritualismo del hombre, como única realidad incapaz de ser ocultada. 

“Por más que utilice el coloquialismo, el prosaísmo, las locuciones y salidas de tono, su lenguaje nunca aspira a confundirse con el habla, sino que subraya siempre, sin discriminación de tradicionales elementos retóricos, su carácter eminentemente literario, de lenguaje no común” (20), dice Novás sobre Vallejo y lo dice sobre su propia obra.

Esta asimilación de nuevas formas es asumida por el poeta desde Enigma de las aguas, en 1967, y no llegará a evidenciarse en la literatura cubana hasta llegada la década del 80. La  poesía de su primer libro será reflejo de distintas tendencias expresivas, “nada frecuentes dentro del predominante y a menudo árido terreno expresivo del coloquialismo”, lo que demostrará su angustiosa capacidad de ser una voz lírica inconfundible.

Gracias a sus más terribles obsesiones, escribió sus más desgarradores versos. Si su obra sobrevivió fue precisamente porque no se sumergió en las corrientes de los realismos efímeros de los primeros años de la Revolución, y navegó siempre en su propio barco de versos, aunque fuese por la aguas de una muerte que se anunciaba desde sus primeros poemas.  

Notas:

(1) Curbelo, Jesús David: ¿Y dónde está Rimbaud? Disponible en: http://www.cubaliteraria.cu Consultado: 30 de mayo de 2008.   
(2) La mayoría de los comentarios sobre Enigma de las aguas, reflejan su fecha de creación entre los años 1967 y 1971, pero en la nota sobre ese libro preparada por Jorge Luis Arcos se detallan las fechas de elaboración de esos poemas, y la más temprana es la del 25 de octubre de 1968, cuando escribe “Entonces será el llanto y el crujir de dientes”. Arcos, J.L.: Complación, introducción y notas de: Hernández Novás, R.: Poesía. Fondo Editorial Casa de las Américas, La Habana, 2007. P. 40.
(3) Fernández Retamar, R.: Raúl en su Cuba y en su noche, citado por Arcos, J.L.: ob. citada. P. 30.
(4) Alusión a las últimas estrofas del poemas Aguas, primero de Enigmas de las aguas.
(5) Aguas IV, en Enigma de las aguas, ed. Citada, p. 45.
(6) El propio Hernández Novás niega la poesía “pura”, influenciado “en gran parte a mis maestros Mirta Aguirre y Guillermo Rodríguez Rivera”. Marqués Ravelo, B.: No soy un poeta hermético. Entrevista a Raúl Hernández Novás, citada por Arcos, J.L en el prólogo a la Poesía de Novás. Ed. Citada., p. 12. 
(7)Nota de contraportada de su Poesía, ídem.
(8) Grillo, Rafael: Ensayo El Caso Camus Y Los Genes Suicidas, Disponible en: http://www.proyectoesquife.cu. Consultado: 30 de mayo de 2008.
(9) Arcos, J.L: Prólogo a la compilación Amnios, citado por Beatrice en Capitán desde un mástil. Disponible en http://www.lajiribila.cu. Consultado: 30 de mayo de 2008.
(10) En una de las cartas que el poeta escribe a Arcos, p. 25 del prólogo de Poesía, ídem.
(11) Ap. 7:17.
(12) Ap. 21:6.
(13) Carta de Raúl Hernández Novás a Arcos, citada en La poesía de Raúl Hernández Novás, prólogo a la antología de su poesía completa, citado anteriormente en estas páginas. P. 31.
(14) Informe de orientación profesional fechado el 4 de septiembre de 1967, y a la que Arcos, en el prólogo citado, alude como referencia a sus rasgos personales.
(15) Arcos, J.L.: La poesía de Raúl Hernández Novás. Prólogo a Poesía, ídem, p. 9.
(16) Los ríos de la mañana, Sobre el nido del cuco y El sol en la nieve, completan la lista.
(17) Arcos, J.L: ídem, p.10.
(18) Para la referencia consultar Bibliografía.
(19) Santos Moray, ídem.
(20) Raúl Hernández Novás: Vida de un poeta, ensayo sobre César Vallejo que dice mucho de la poesía del propio Novás, a partir del tratamiento que hace este de los cambios y evoluciones de la poética de vanguardia. Citado por Arcos en el prólogo a la Poesía  de Novás, ídem, Pp.12-13.

BIBLIOGRAFÍA

Arcos, J.L.: La poesía de Raúl Hernández Novás. Prólogo de Poesía de Raúl Hernández Novás. Fondo Editorial Casa de Las Américas, La Habana, 2007. Pp. 7-35.
Beatrice: Capitán desde un mástil. Disponible en: http://www.lajiribilla.cu
Curbelo, Jesús David: ¿Y dónde está Rimbaud?. Disponible en: http://www.cubaliteraria.cu Consultado: 30 de mayo de 2008.
Grillo, Rafael: Ensayo El Caso Camus Y Los Genes Suicidas, Disponible en: http://www.proyectoesquife.cu. Consultado: 30 de mayo de 2008.
Hernández Novás, R.: Enigma de las aguas (1967-1971), En Poesía de Raúl Hernández Novás. Fondo Editorial Casa de Las Américas, La Habana, 2007. Pp. 39-123.
Padrón, J.N.: Raúl Hernández Novás: Como el agua en el agua. Disponible en: www.caimanbarbudo.cu Consultado: 30 de mayo de 2008.  
Santos Moray, M.: Embajador en el horizonte: Raúl Hernández Novás. Disponible en: http://www.cubaliteraria.cu. Consultado: 11 de junio de 2008.
_____________: La Biblia de Estudio. Sociedades Bíblicas Unidas, Brasil 1997.

 

LA SOCIEDAD ACTUAL Y LAS INDUSTRIAS CULTURALES

LA SOCIEDAD ACTUAL Y LAS INDUSTRIAS CULTURALES

Concepto de industria cultural: estructura funcional del medio, interpretaciones actuales y trascendencia del término.

CYNTHIA ÁLVAREZ ALONSO,
estudiante de segundo año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Tal parece que con el surgimiento y desarrollo tecnológico, y en  consecuencia la globalización,  en la actualidad se justifica el que la cultura sea una mercancía. El mundo contemporáneo convive “a gusto” con las industrias culturales de las cuales las sociedades actuales demandan cada vez más productos que son elaborados a partir de características standars para satisfacer a  una sociedad de consumo.

Antes de continuar el análisis convendría tratar de definir o acercarnos a qué es exactamente cultura. A nivel mundial puede ser entendida como producción de bienes simbólicos que incluye la creación artística tradicional (música, literatura, pintura, teatro, y otros). También comprende lo que resulta de la cultura popular como ferias, fiestas folclóricas; y de las diversas instituciones culturales (museos, casas de cultura, etcétera).  Además, puede ser concebida  como el conjunto  de bienes y servicios que derivan de las industrias culturales como la radio, televisión, revistas, discos, entre otros.

El término industria cultural fue empleado por primera vez por Max Horkheimer y Theodor Adorno, este último, unos de los principales exponentes de la escuela alemana de Frankfurt. Este centro se funda en 1923, pero es a partir de 1932 cuando se puede hablar de la génesis de la Escuela de Frankfurt con la dirección de Horkheimer. Con la llegada del nazismo a Europa se impone el traslado de los miembros de la institución, en su mayoría judíos, a los Estados Unidos; el contacto con la sociedad norteamericana introduce y consolida el estudio de la sociedad post-industrial y sus estructuras sociopolíticas y culturales, lo que les permite profundizar en los conceptos de industria cultural y teoría crítica (principal resultado conceptual de la Escuela de Frankfurt). Al terminar la Segunda Guerra Mundial, la institución regresa Alemania y, en ese tiempo y hasta 1969 con las muertes de Adorno y más adelante de Horkheimer, en 1973, se consolidan las aportaciones teóricas y metodológicas de la teoría crítica.

Como última etapa de esta institución, se puede situar en el final de la Teoría Crítica clásica (Max Horkheimer,Theodor Adorno, Herbert Marcuse) y el surgimiento de la "segunda generación" (Jürgen Habermas, Claus Offe, Oscar Negt, Alfred Schmidt y Albrecht Wellmer).

Como se refirió anteriormente, la teoría crítica fue sin dudas el principal resultado conceptual de la Escuela de Frankfurt. El conjunto de ideas recogidas en teoría tradicionales no proponía un análisis crítico de diversos aspectos de la vida social e intelectual, como intentaba hacer la proposición de los críticos de la institución. Además, las disciplinas sectoriales al estudiar la realidad por partes separadas (en concordancia con la razón instrumental) acababan desarrollando una función de conservación del orden social existente en contradicción con los fines de la teoría crítica  que proponía la necesidad de revelar con mayor precisión la naturaleza de la sociedad para poder  transformarla.

La teoría enfatizaba en la negatividad. Según los pensadores de la Escuela, siempre debe haber una negación. Es decir, la cultura manipula, y a ella hay que negarla y refutarla, ya que la industria cultural niega la esencia del hombre.

Sobre los propósitos de la teoría, Marcuse define que “los fines específicos de la teoría crítica son la organización de la vida en la que el destino de los individuos dependa no del azar y de la ciega necesidad de incontroladas relaciones económicas, sino de la programada realización de las posibilidades humanas” (Marcuse, 1936, citado en Rusconi, 1968, citado en Wolf, 29).

La teoría crítica, que inicialmente surgió  influenciada por las ideas de Kant, Schopenhauer, Dilthey, Nietzsche, Weber y Husserl, influyó grandemente en los acontecimientos de los años sesenta, pero no fue hasta  los  años setenta que ésta dio un giro al introducir nuevos paradigmas.

Los teóricos de Frankfurt criticaron además, el positivismo debido a que esta filosofía no se centraba en la actividad humana y en los modos en que esta influía en las grandes estructuras sociales, sino que reducía a los actores a simples entidades pasivas. También criticaron a la sociología por no hacer una crítica seria a la sociedad.

Pero fundamentalmente, y por lo que se considera entre otras cosas que  trascienden sus ideas, los frankfurtianos hicieron un análisis crítico de la sociedad moderna en donde la dominación se había trasladado de la economía al reino cultural. De ahí que criticaran el determinismo económico de Marx no por centrarse en el reino económico, sino porque ignoraron otros aspectos de la vida social, como la presencia de la cultura como mecanismo moderno de dominación.

Para comprender por qué las llamadas industrias culturales son esos actuales mecanismos de dominación, nos basaremos en la definición que ofrece Ramón Zallos, quien las considera como el conjunto de ramas, segmentos y actividades auxiliares industriales productoras y distribuidoras de mercancías con contenidos simbólicos, concebidas por un trabajo creativo, organizadas por un capital que se valoriza y destinadas finalmente a los mercados de consumo, con una función de reproducción ideológica y social. (Zallos 1988, 6)

Precedente al término industria cultural se utilizaba el de “cultura de masas”, pero la expresión fue sustituida “para eliminar desde el principio la interpretación más corriente, es decir, que se trata de una cultura que surge espontáneamente  de las propias masas, de una forma contemporánea de arte popular” (Adorno, 1967,5, citado en Wolf, S/F, 48).

Contradiciendo totalmente esta última concepción, sabiamente renombrada por Horkheimer y Adorno en el texto Dialéctica de la Ilustración, la industria cultural funciona como un sistema produciendo bienes culturales a partir de las supuestas necesidades que creen tener los consumidores; necesidades infundadas por la propia industria. De ahí que la imbricación entre producción de cosas y de necesidades determine la lógica industrial.

Como bien referiría Marcuse, “este orden social toma ventaja de la aptitud de consumir, y la desarrolla en actitud para ponerla en función del aparato económico” (Marcuse, 1968, 137), para esto se vale de la ideología creada a partir de las necesidades falsas antes referidas y de la propia industria cultural como instrumento conductor y creador de la cultura de masas. Esta producción de ideología propicia en el sujeto (que no es más que el objeto o medio en este proceso) una falsa conciencia, determinando su pseudoindividualidad.

Además, la industria cultural cuida en gran medida de manipular a su antojo apoyándose  en los adelantos tecnológicos que favorecen la globalización.  Para el consumidor todo ha sido anticipado en el momento de su producción. Los géneros a que pertenece una película, o una  música, como referirían Horkheimer y Adorno, “sirven más bien para clasificar y organizar a los consumidores, para adueñarse de ellos sin desperdicio. Para todos hay algo previsto, a fin de que nadie pueda escapar. (…) Reducidos a material estadístico, los consumidores son distribuidos en el mapa geográfico de las oficinas administrativas en grupos según los ingresos, en campos rosados, verdes y azules” (Horkheimer-Adorno, 1988).

De este análisis pudiera derivarse que la industria no solo produce cultura sino también espectadores, y un público consumidor elije comprar determinado producto cultural.  En medio de este entramado capitalista los espectadores son  “vendidos” a empresas que necesitan propagandizar otros productos

Así, los consumidores creen tener mayor libertad al poder escoger entre diversas marcas de productos que son en muchas ocasiones producto del trabajo creativo tecnificado por las industrias culturales.

Este  trabajo creativo produce prototipos que se reproducen masivamente mediante métodos industriales. Actualmente, la industrialización de la cultura está asociada a la reproductibilidad de la obra creativa, donde se crean formatos industriales aún para algunas artes tradicionales y la literatura. En este proceso destacan las críticas de  Walter Benjamin, quien resalta cómo las producciones culturales vienen a despojar de su aura original a las obras de arte,  y las de Theodoro Adorno que enfatiza en cómo las industrias de la cultura “privan al espectador de cualquier espontaneidad o imaginación”. (Horkheimer-Adorno, 1988)

Por ejemplo, a la hora de comparar entre las escenas de una película  y una obra de arte, “este último invita a la contemplación; ante él podemos abandonarnos al fluir de nuestras asociaciones de ideas. Y en cambio no podremos hacerlo ante un plano cinematográfico. Apenas lo hemos registrado con los ojos y ya ha cambiado. No es posible fijarlo.” (Horkheimer-Adorno, 1988)    

Los productos actuales a la vez que exigen de rapidez de intuición y dotes de observación prohíben también la actividad mental del espectador.

En el mismo caso de la creación de filmes, por ejemplo,  Walter Benjamin destaca el pensamiento de Duhasmel, quien señala que ya no puede pensar lo que quiere porque las imágenes movedizas sustituyen su pensamiento. (Benjamin, 1989)

No obstante, en la actualidad habría que preguntarse hasta que punto con todas las producciones cinematográficas son truncadas la imaginación y la motivación de creación en el individuo.

Otro aspecto relevante es el de cómo las industrias culturales hoy  se basan en los estereotipos para anticipar las experiencias de los individuos; a partir de los gustos y necesidades de la audiencia se imponen todas las características previamente pensadas una y otra vez durante el proceso de producción cultural. En la creación de determinado producto están concebidas de antemano todas las características que tendrá una vez materializado el producto para atrapar a los espectadores.

Además, “cuanto más obtusa y complicada se torna la vida moderna, mayor es la propensión de las personas a apegarse a clichés”. (Wolf, S/F, 52)

Por ejemplo, imagine que en una película de acción en el momento de la batalla final el héroe es golpeado por el villano (ambos estereotipados, el primero fuerte, con ganas de salvar al mundo y el segundo generalmente feo o desfigurado y con un pasado oscuro). El combate termina con la muerte del héroe y no del villano. Las personas se enfadarían tanto que en el mejor de los casos calificarían de pésima la película que acaban de ver y en el peor, protestarían a tal punto que la casa productora del filme llevaría a rastra la cruz de ser la peor de su tipo, provocándole grandes pérdidas en lo adelante.

Incluso esto puede determinar que “En un film se puede siempre saber en seguida cómo terminará, quién será recompensado, castigado u olvidado; para no hablar de la música ligera, en la que el oído preparado puede adivinar la continuación desde los primeros compases y sentirse feliz cuando llega (…) los efectos son calculados y planificados” ( Horkheimer- Adorno,  1988).

El propio carácter operativo de las industrias culturales ha permitido que el término trascienda. Desde su surgimiento como concepto en la Escuela de Frankfurt hasta la actualidad ha sufrido modificaciones, puesto que la sociedad de los años 50 del siglo pasado no es la misma de hoy. Hay quienes consideran que los críticos del instituto alemán fueron un poco extremistas en algunas de sus concepciones.

La obra de Frankfurt y junto a ello el concepto de industria cultural, también ha tenido lugar entre los intelectuales latinoamericanos. Por ejemplo, en Buenos Aires circularon los textos más importantes a partir de la traducción al castellano y la publicación en diferentes revistas.

Heriberto Muraro en Neocapitalismo y comunicación de masa se identificó con  el análisis ideológico de Adorno y Horkheimer,  a la vez que sostenía que Marcuse plantea como el instrumento básico de unificación del sistema capitalista los medios masivos.

Otro espacio de recepción de Frankfurt fue Brasil. En 1967, Leandro Konder publicó el libro Los marxistas y el arte, donde sostenía que “tanto Adorno como Marcuse, habían tendido a construir una perspectiva pesimista, mientras que de Benjamin rescata un elemento de esperanza, diferente de la dialéctica negativa” (Entel, 1999, 8).

Otro lugar importante donde llegaron las ideas de los críticos de Frankfurt fue a Venezuela, más específicamente a Caracas. Antonio Paquali se refirió a la importancia de Frankfurt la cual estaba dada porque "lo que primero acude a la mente es que a sus autores debemos el uso de fórmulas hoy estereotípicas como «sociedad industrial avanzada», «industria cultural», «sublimación no represiva», «gran rechazo», etc., y tal vez el tono de elevada polémica, rebosante de contagiosa y demoledora mordacidad, con que Horkheimer y Adorno estigmatizaron, en su Dialéctica del Iluminismo, la «industria cultural, o el iluminismo como mistificación masiva»" (A. Pasquali, 1976,19, citado en Entel,1999, 9).

Por otro lado, acatando el concepto de industria cultural, para el venezolano Ludovico Silva “por una parte, la televisión constituye una especie de concentración, en un solo punto, de todos los otros medios de comunicación; por otro, en el capitalismo, la televisión es "la más genuina expresión ideológica del sistema" (L. Silva, 1971,169, citado en Entel, 1999,11).

En el campo de la comunicación, en los años ochenta, los investigadores inclinaron la balanza hacia Walter Benjamin. De igual forma para Jesús Martín Barbero la alternativa  estaba en los textos de este estudioso.

Respecto a la influencia de los frankfurtianos en Latinoamérica, Alicia Entel llega a una conclusión significativa: “la importancia de Benjamin, Adorno, Horkheimer, Marcuse o Löwenthal, radica no tanto en sus aciertos o errores (ambos están presentes en todos ellos) sino en señalar un conjunto de problemas (muchos de ellos apremiantes) y de modos del pensamiento que merecen ser considerados por la reflexión teórica, más aún cuando pretende tener carácter de crítica, y evitar prohibirse la imaginación”. (Entel, 1999,18)

Por otro lado, en Europa, en 1978, se publica la obra del equipo de investigación animado por Bernard Miége, titulado Capitalisme et Industries culturelles. Los autores refutan la idea, considerado por los teóricos de Frankfurt, en la cual la producción de la mercancía cultural  responde a una única y misma lógica. “Para ellos, la industria cultural no existe en sí: es un conjunto compuesto, hecho con elementos que se diferencian extraordinariamente, con sectores que tienen sus propias leyes de estandarización. Esta segmentación de formas de rentabilización de la producción cultural por el capital se traduce en las modalidades de organización del trabajo, en la caracterización de los propios productos y su contenido, en las formas de institucionalización de las distintas industrias culturales (…), o incluso en la forma en que los consumidores o usuarios se apropian de los productos y servicios”. (Mattelart, S/F)

El pesimismo de la Escuela de Frankfurt parte de no reconocer que más allá de la naturaleza de la industria cultural éstas pueden tener un sentido emancipador si se lo proponen ya que, indudablemente, la industria cultural es un vehículo. Además, se concentran más en cómo se expresa, en sus consecuencias y no siguen el fenómeno desde su propio surgimiento. No obstante, es evidente que para fundamentar teóricamente lo relacionado con industria cultural, la Escuela de Frankfurt es un referente indispensable.

También, es importante resaltar que los teóricos de Frankfurt proponen un análisis de la industria cultural desde aquellas instancias a las que recurre la propia industria cultural para legitimarse, que va desde la propia producción cultural hasta la concepción de las propias instituciones socializadoras del individuo.

Quizás el principal problema sea en cómo logran desentenderse de la industria cultural para analizar a la industria cultural misma, pero no hay que olvidar que las limitaciones de sus principales postulados responden al contexto en que se pronunciaron.

Investigaciones actuales como la de los autores Leoncio Barrios, Jesús Martín Barbero y otros, recogidas en el libro Industria cultural: de la crisis de la sensibilidad a la seducción massmediática, se preguntan si la crítica heredada de la Escuela de Frankfurt es todavía el camino adecuado para enfrentar la industria cultural.

Industria cultural que estimula el que la cultura pueda ser considerada en la actualidad como un negocio. El tamaño de las compañías implicadas en la industria muestra que el principal interés de estas es aumentar la cuota de mercado a costa de la rentabilidad inmediata.

La tendencia actual apunta a una mayor concentración de formas oligopólicas en la industria cultural debido a la voracidad de las transnacionales y la pasividad experimentada por los Estados al momento de fijar los límites que apunten a garantizar la diversidad de opiniones y contenidos. Debido a este fenómeno en no pocas ocasiones pequeños realizadores o diversos actores sociales como ONGs o universidades no tienen la posibilidad de difundir sus producciones a través de los medios de difusión masiva.

Por esto las mismas películas, los mismos programas televisivos, se ven en cualquier rincón del planeta. La misma música, los mismos cantantes, son escuchados en casi todos los países. Los grandes conglomerados transnacionales determinan sustancialmente la circulación de bienes y servicios culturales.

Los productos culturales son uno de los componentes claves de la identidad nacional de los países, de aquí emerge la cuestión de las relaciones entre globalización  e identidad nacional, la necesidad de establecer relaciones de intercambio entre culturas y no invasiones de unas culturas por otras.

Quizás la potencialidad de la mundialización de los mensajes culturales puede ir acompañada de decisiones políticas que traten de impedir la invasión de unas industrias culturales por otras, es decir, de una cultura por otra.

Lo más preocupante es que la “fiebre por la ganancia” continúe resquebrajando valores, logrando la absorción de una cultura por otra y privándonos de la diversidad de cada una de ellas.

Referencias Bibliográficas:

Benjamin, Walter: “Discursos Interrumpidos I”,  Ed.Taurus, Buenos Aires, 1989. [CD-ROM]

Entel, Alicia y otros: “Escuela de Frankfurt. Razón, arte y libertad”, Ed. Eudeba, Buenos Aires, 1999.

Horkheimer, Max y Theodor Adorno: “Dialéctica del iluminismo”, Ed.Sudamericana, Buenos Aires, 1988. [CD-ROM]

Horkheimer, Max: “Crítica de la razón instrumental”. Ed. Sur, Buenos Aires, 1973.

Marcuse, Herbert: “El hombre unidimensional”. Ed. Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1968.

Mattelart, Armand y Michelle: “Historia de las teorías de la comunicación”, S/Ed. S/F. [CD-ROM]

Muñoz, Blanca: “Escuela de Frankfurt, primera generación”, en <http://www.ucm.es/info/eurotheo/d-bmunoz7.htm>, consultado el 18/11/2007.

Wolf, Mauro: “La investigación de la comunicación de masas”. Ed. Pablo de la Torriente Brau, La Habana, S/F.

Zallo, Ramón: “Economía de la comunicación y la cultura”, Ed. Akal, Madrid, 1988.

 

LUCES PARA ESTE SIGLO

LUCES PARA ESTE SIGLO

Rousseau y la prensa moderna.

CYNTHIA ÁLVAREZ ALONSO,
estudiante de segundo año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Las ideas se infiltran en nuestro
comportamiento sin anunciarse
y sin que sean reconocidas.
(Herbert Atschul)l

En un ambiente de oscuridad, ignorancia y decrepitud, con una iglesia decadente como testigo y en un momento en el que parecía que no llegaría nunca una edad “iluminada”, surge casi como un imperativo histórico La Ilustración.

Convendría definirla como corriente histórica que enfatizaba en el  poder de la razón humana, de la ciencia  y el respeto de las personas como instrumentos eficaces para mejorar no sólo las condiciones materiales de la humanidad, sino también, para hacer mejor éticamente a los humanos. Con una ideología optimista pretendía liberar a todo individuo de cualquier obstáculo que impidiera su felicidad en la tierra, por lo que concebía programas educativos orientados a elevar el nivel cultural de la sociedad y mejorar la situación de quienes desearan salir de la ignorancia.

¿Implicaba acaso una actitud? Quizás su carácter revolucionario haya radicado precisamente en que los ilustradores creían incondicionalmente en la posibilidad de un cambio, en la necesidad del progreso que se lograría usando  la razón para acabar con el tradicionalismo, la superstición y la irracionalidad existente.

En general, la ilustración se preocupaba por el progreso de las ciencias y por la necesidad de acceder al conocimiento como única vía para superar el oscurantismo medieval, además, proponía la libre discusión para colegiar saberes y enfatizaba en la necesidad de luchar contra la Iglesia, institución que frenaba el desarrollo humano.

Muchos estudiosos del tema concuerdan en que la Ilustración tenía como principio el criticismo, ya que los propios ilustrados aspiraban a someter a crítica racional todos los saberes anteriores.

El movimiento se extendió por toda Europa aunque unas naciones fungieron como aportadoras constantes de nuevas ideas (fundamentalmente Francia, Inglaterra y Alemania) mientras que otras se limitaban a seguir lo que producían esos países. Más tarde, la Ilustración llegó primero a España y después a América. Aunque, indudablemente, la corriente no dejó de extenderse, traspasó los límites de su tiempo marcando un paso definitivo en el declinar de la iglesia y en el crecimiento del secularismo actual, así como en la instauración de una nueva lógica social en donde la opinión pública ocupa un protagonismo cada vez mayor.

De la Francia ilustrada

En Francia, la Ilustración tuvo un gran contenido político debido fundamentalmente a que planteaba el derecho que tienen todos los hombres a la vida, la libertad y la propiedad, en donde  la  misión del Estado sería defender los derechos del hombre.

Sin dudas, fue en el seno francés, más que en ningún otro país, donde se produjo un desarrollo sobresaliente de las ideas de la Ilustración y el mayor número de propagandistas de la misma; por ejemplo, Denis Diderot, uno de los principales exponentes de la corriente, editó la Enciclopedia Francesa en la que presentaba las posiciones de la Ilustración y atacaba a sus oponentes, dentro de los cuales resaltaba la autoridad eclesiástica.

Por otra parte, el filósofo y político, Charles Louis de Montesquieu publicó obras satíricas contra las instituciones, mientras que el reconocido escritor Voltaire atacó el poder del absolutismo reinante en la época y cuestionó los valores tradicionales. Pero no fueron si no las ideas de Jean Jacques Rousseau las que contemplaron que el sentimiento y la emoción eran  tan importantes como la razón.

El Newton del mundo moral

Calificado por Inmanuel Kahnt como el Newton del mundo moral, Rousseau mantuvo una postura crítica respecto a muchas de las ideas aceptadas en su tiempo. Además, llegó a influir en los gustos y costumbres de sus contemporáneos, a tal punto que se le considera elemento importante que conllevó al desencadenamiento de la Revolución burguesa en Francia.

El autor de diversas obras, dentro de las que resalta su novela autobiográfica Confesiones, manifestó siempre una intensa preocupación pedagógica, además de ser el propulsor de la democracia directa y participativa.

Los hombres son buenos por Naturaleza, parecería repetir Rousseau una y otra vez. Pero, como bien enfatizaba, la sociedad es el origen de los males del hombre y esta misma es la que los corrompe. Sin embargo, la otra cara de la moneda sería que son los propios hombres quienes construyen la sociedad, por lo que necesitan establecer una especie de contrato con esta.

De ahí que el Contrato social del que habla Rousseau no sería posible sin la “voluntad general” a la que nos someteríamos, cediendo toda la libertad y derechos personales a los demás, o lo que es lo mismo, la entrega total de todos a todos; siendo el pueblo soberano, el conjunto de ciudadanos, que constituyen el poder, la sociedad política o el Estado y donde el deseo individual del ciudadano estaría al margen de este concepto. Por tanto, el gobierno no debería ser más que el representante de la voluntad general y debería permitirse que todo el pueblo participe en la creación de las leyes y en la elección de las personas que han de velar por su cumplimiento. De igual forma, si el hombre ha de aceptar leyes, las únicas leyes que hacen posible la libertad son las leyes morales. 

De toda esta lógica surge que los periodistas, que son encargados de formar la opinión pública, deban poner su trabajo en función de responder a los intereses de la población, tal como lo deben hacer los gobiernos.

Rousseau cuidó de diferenciar entre la voluntad de todos y la voluntad general, siendo la primera la suma de todos los intereses privados, y la segunda, la que constituye el interés público.

“La voluntad general siempre está en lo correcto, pero el juicio que la guía no siempre se halla iluminado. (…) La iluminación pública conduce a la unión de la comprensión y la voluntad en el cuerpo social. Por ello es necesario hacer que el pueblo vea las cosas como son (…) para apartarlo de la voz seductora de las voluntades propias” (Atschull, 1990). De aquí se deduce que el periodista es el iluminador. Es quien, con sus ideas, con la verdad, desengañará a las personas, evitará la corrupción. El periodista es quien con la fuerza de la palabra transformará a la humanidad en pro de lograr que todos sigan los dictados de la voluntad general.

Además, es importante distinguir que Rousseau era partidario de que “para que se hagan elecciones inteligentes, los sentimientos deben estar alimentados con buena información” (Atschull, 1990), información que creará el periodista, idealmente, basado en principios de ética. En la actualidad habría que preguntarse hasta qué punto las informaciones alimentan los sentimientos, cuando las noticias no son más que mercancías y como mercancías al fin, están sujetas a las leyes del mercado y no a criterios cívicos y cuando la mayoría de las veces se producen con el objetivo de vender y no necesariamente de educar.

También, Rousseau planteaba “el derecho del pueblo a saber”, pero, ¿es acaso un exceso de información, como pasa en la actualidad, lo que nos permite saber más? En realidad, como referiría Ignacio Ramonet, el exceso de noticias es la forma de censura del siglo XXI.

En la vorágine del mundo actual, tal parece que se ha olvidado, la gran responsabilidad del periodista ante la información que elabora y el papel tan importante que desempeña en la sociedad, ya que como referiría Rousseau “en todos los pueblos del mundo, no es la naturaleza, sino la opinión la que decide sobre la elección de sus gustos. Rectificad las opiniones de los hombres y sus costumbres se purificarán por sí mismas” (Rousseau, 1957)

Rousseau insistía en la necesidad de un lenguaje sencillo para comunicarse con el pueblo; “Si los hombres sabios tratan de hablar con el pueblo común en su propio idioma, en lugar de en el de ellos, jamás se harán entender” (Atschull, 1990:111), decía. En la actualidad los periodistas modernos acatan este consejo. Desde la Academia, los estudiantes de Periodismo comprenden que incluso, los mejores trabajos, no son los que se sobrecargan de palabras complicadas, sino los que resaltan por la utilización de palabras que puedan ser comprendidas lo mismo por un filólogo que por un carpintero.

Quizás uno de los aportes más importantes de Rousseau fueron sus concepciones sobre el valor de la educación, de la cual enfatizaba que su objetivo fundamental era formar primero al hombre, luego al cabeza de familia y más tarde al ciudadano. A su libro Émile: un tratado sobre educación, la pedagogía moderna le debe algunas de sus ideas centrales. ¿No es el periodista, un educador más de estos tiempos? Parece evidente la respuesta.

Además, Rousseau planteó que el sentimiento era tan importante como la razón. Indiscutiblemente, los periodistas de hoy saben que apelar a los sentimientos de las personas, sensibilizándolos con informaciones de interés humano pueden ser efectivos para lograr la aceptación de la noticia, sin embargo, puede ser preocupante cómo en varias ocasiones los temas más dolorosos para los protagonistas son tratados en el mundo de la comunicación con el propósito de satisfacer una sociedad que parece adorar el sensacionalismo.

Indiscutiblemente, y por lo anteriormente referido, las ideas de Rousseau no solo fueron de inspiración para los jacobinos en Francia, ni para los estadounidenses que desencadenaron una revolución, sino que trascendieron en la historia infiltrándose, incluso, en la forma de hacer periodismo hoy.

De ahí que me remita a lo que dijera Dave Robinson de este pensador revolucionario: Jean Jacques Rousseau cambió para siempre nuestra forma de pensarnos como individuos y como miembros de una sociedad. Nos advirtió sobre los peligros de nuestro moderno mundo civilizado y anticipó su colapso inminente.

Referencias Bibliográficas

Altschull, J. Herbert: “De Milton a McLuhan. Las ideas detrás del periodismo  norteamericano”. México D.F., Publicigrafics, 1990.

“Jean Jacques Rousseau”, Diccionario de filosofía en CD-ROM: autores,  conceptos, textos. (3ª edición), 1991.

Ramonet, Ignacio: “Los periodistas están en vías de extinción”, <http://www.saladeprensa.org/art382.htm>, consultado el 21/11/2007.

Rousseau, Juan Jacobo. “El contrato social”. Buenos Aires, Tor, 1957.

Ruiz, Pedro: “La época de la razón”. Editorial Planeta, Barcelona, España, 1994.

Salazar Navarro, Salvador: “La libertad de prensa, formaciones sociales y medios de comunicación” (tesis de licenciatura), Facultad de Comunicación, 2006. Capítulo 1, Epígrafe 3.3. (Las revoluciones burguesas y el problema de la libertad)


DE LAWTON: CAMILO CIENFUEGOS

DE LAWTON: CAMILO CIENFUEGOS

Trabajo presentado en el XVIII Simposio de la Ciudad, noviembre del 2007. 

ALEJANDRO CREMATA SÁNCHEZ,

estudiante de cuarto año de Historia,

Sede Universitaria Municipal Felipe Poey

No se puede hablar de la Revolución cubana y de su historia sin mencionar a la legendaria figura de Camilo Cienfuegos.

Muchos son los trabajos que hablan de su vida, de su carismática personalidad, de sus acciones heroicas y de sus cualidades humanas, pero es necesario vincular sus raíces con el brillo de su inmortalidad, porque la vida del Señor de la Vanguardia, detenida a sus 27 años, representa y representará un estandarte en la historia del pueblo de Cuba.

Su sonrisa quedó entretejida dentro de la fibra de su barrio, y su vivo recuerdo trasciende de generación en generación.

En una entrevista publicada por la revista Bohemia el 23 de octubre de 1964, Vilma Espín afirmó: "Camilo es una figura legendaria, hasta su mismo nombre nada común, lleno de fuerza y de poesía al mismo tiempo, si nosotros inventáramos un nombre para un personaje de leyenda le podríamos poner el nombre de Camilo Cienfuegos...".

Y en otra parte decía: "...La misma muerte de Camilo, perdido en el mar, la manera de conmemorarla, echando una flor al agua y todas aquellas, sus hazañas, son acciones de leyenda" (...) "..."estas impresiones de aquel Camilo legendario, de aquel Camilo león combatiente, de aquel Camilo niño alegre, nuestro Camilo, las guardaremos para toda la vida...y la de nuestros hijos".

Recordando al Apóstol cuando afirmó: "Mi trabajo es cantar todo lo bello, encender el entusiasmo por todo lo noble, admirar y hacer admirar todo lo grande", este trabajo se trazó como evaluar las condiciones del entorno de Camilo Cienfuegos que influyeron en la formación de su trascendental personalidad; divulgar la repercusión del Héroe de Mil Batallas en su pueblo y en particular en su comunidad; y reflejar cómo su barrio recuerda al Hombre del sombrero alón y rinde tributo de forma cotidiana a la imborrable leyenda de Camilo Cienfuegos.

Historia como proceso

El destacado historiador cubano Eduardo Torres Cuevas afirmó: "Y es que nunca he querido ver la historia como historia de hechos o cronología de hechos, sino como historia de procesos que no solo tienen el cuándo, el cómo y el dónde, sino también el por qué, es decir las causas que mueven ciertas acciones y como estas de un modo u otro se relacionan con las ideas y mentalidades".

La afirmación anterior nos sirve de punto de apoyo para comenzar  este recorrido de homenaje, pues para hablar de Camilo Cienfuegos hay que ir necesariamente a su entorno, así como enmarcar la situación de Cuba y del mundo en el transcurso de su formación. Una personalidad como la del Señor de la Vanguardia está vinculada a la cultura histórica que lo antecedió, para dar como fruto un pensamiento mas profundo y revolucionario como es el de Camilo, con lo mejor de las generaciones anteriores y así dejarnos su legado para la historia de la nación cubana y de la humanidad.

Panorama internacional en la época de nacimiento y formación de Camilo Cienfuegos

Había transcurrido la Primera Guerra Mundial, con su saldo de víctimas y con la devastación de las potencias europeas. Todo eso recrudeció la miseria y explotación de las clases más humildes de la sociedad. Esos factores objetivos unieron al movimiento obrero internacional, y en Rusia triunfó la Revolución Socialista de Octubre, convirtiéndose en un ejemplo para el mundo entero. Ya desde ese entonces, la clase obrera no lucharía solamente por mejoras económicas, sino también por conquistar el poder político.

Ante el auge del movimiento revolucionario, la clase burguesa, incapaz de detenerlo con sus gobiernos, implanta el fascismo, dictadura despiadada y sangrienta que destierra los más elementales derechos del hombre.

En el periodo de 1929 a 1933 se extendió la terrible crisis económica a nivel mundial, considerada por los especialistas como la más amplia y profunda desde el advenimiento del sistema de producción capitalista. El exceso de mercancías no vendidas por falta de poder adquisitivo de la población, determinó que los dueños burgueses redujeran la producción. Así, el volumen mundial producido en el año 1932 bajó cerca de un 38% en relación con lo obtenido en 1929.

La crisis económica dejó caer todo su peso demoledor sobre las grandes masas trabajadoras del mundo, con su saldo brutal de explotación. Crecieron el número de desempleados, bajaron los salarios, el hambre y la miseria invadió a toda la población asalariada.

Los países subdesarrollados fueron los más afectados con la crisis, porque de manera general eran monoproductores de materias primas o productos alimenticios con los que suministraban a las potencias capitalistas a cambio de precios ínfimos. Con los mercados repletos de productos sin salida, se reduce el proceso productivo y se paraliza casi totalmente la vida económica. La población trabajadora de esos países, entre ellas la de Cuba, sufrió las consecuencias de la aguda crisis económica mundial.

En Alemania, el cabecilla del partido nazi, Adolfo Hitler, toma el poder en 1933 y despliega un terror sin límites contra la clase obrera y su vanguardia, el Partido Comunista Alemán. En 1936 estalla la Guerra Civil Española como reacción al movimiento fascista dirigido por el general Francisco Franco.

Con la creación del Frente Unido de los Pueblos y Trabajadores en el VII Congreso de la Internacional Comunista desarrollado en Moscú en 1935, hombres y mujeres progresistas de todo el mundo pusieron de manifiesto la solidaridad internacional y apoyaron con hombres, armas y víveres, y se crearon Brigadas Internacionales que enviaban donaciones como muestra de la más decidida ayuda a la República Española.

Las fuerzas de avanzada de la sociedad cubana se convirtieron en todo un movimiento de apoyo a la causa republicana española. Tal es el caso de Pablo de la Torriente Brau y la maestra Rosa María de Clero, quién creó una escuelita para los niños huérfanos.

Panorama de Cuba en el nacimiento de Camilo

Según consta en el tomo 70 de 1944, folio 49 del Juzgado Municipal de Arroyo Naranjo, Camilo Cienfuegos, hijo de Ramón y Emilia, nació a las siete de la mañana del 6 de febrero de 1932, en la calle Pocito No.71 (hoy Pocito No.228), en la barriada de Lawton, municipio Jesús del Monte (hoy municipio 10 de Octubre), en la Ciudad de La Habana.

Su nacimiento se enmarca en la década de 1930, bajo la dictadura de Gerardo Machado, el "asno con garras", como lo llamara Rubén Martínez Villena, gobierno que demostró con creces la bancarrota de la República Mediatizada.

En esos años se agudizaron los problemas surgidos desde los primeros años de seudo república con los gobiernos de turno. Las crisis económicas de 1920-21 y 1929-33 dejaron profundas huellas en el sentir nacional. El hambre y el desempleo fueron temas cotidianos dentro de las masas populares.

En marzo de 1930 se produce un paro general que en algunos lugares logra resistir por más de 24 horas, ridiculizando así la afirmación petulante del tirano Machado durante una visita a los Estados Unidos: "Bajo mi gobierno, ninguna huelga durará más de 28 horas".

Las fuerzas progresistas de la sociedad cubana se enfrentaban a la tiranía y se fortalecía el ideario de José Martí y Julio Antonio Mella.

La manifestación del 30 de septiembre de 1930, desde la Universidad de La Habana y convocada por el Directorio Estudiantil Universitario da inicio a un enfrentamiento decidido contra la tiranía, en la que abiertamente se convoca a la inmediata renuncia del presidente de la República. Ese día es asesinado Rafael Trejo, quien se convierte a partir de este momento en la bandera del movimiento estudiantil.

El 21 de diciembre de 1931 el gran líder estudiantil Félix Ernesto Alpízar es capturado por los sicarios machadistas por haber sostenido un duelo a tiros con esbirros. Los agentes lo llevaron al Castillo de Atarés y allí lo asesinaron, tras ser víctima de atroces torturas. Durante el año 1932 se intensificaron las acciones de los grupos revolucionarios. A pocas semanas de diferencia, cayeron en atentados, dos de los más señalados criminales del régimen: el odiado Jefe de los expertos, Miguel Calvo y el sanguinario Jefe de la porra, Leopoldo Fernández Ros. El gobierno respondió con más violencia y en julio son asesinados, en Matanzas, los hermanos Narciso, José y Ramón Álvarez.

Roosvelt, ya entonces en la presidencia de Estados Unidos, sustituye al embajador Guggenheim por Summer Welles, y se impone la mediación con el apoyo de la burguesía y la pequeña burguesía dominante del país.

Sin embargo, la Confederación Nacional Obrera de Cuba, el Directorio Revolucionario, el Ala Izquierda Estudiantil y el Partido Comunista la combaten desde sus inicios.

La mediación es entonces liquidada por una huelga general dirigida por Villena, que se extiende a toda Cuba en agosto de 1933, momento en que se hace realidad la caída del tirano, pero los sueños de los mejores cubanos se ven frustrados con la creación de un gobierno de tránsito apuntalado por los Estados Unidos, que mantenía los instrumentos jurídicos y de represión del antiguo presidente.

Raúl Roa, el Canciller de la Dignidad, así lo describe en su libro La Revolución del 30 se fue a bolina: "Las condiciones objetivas estaban, si no maduras, cuando menos pintonas para lanzar el movimiento popular a una lucha antiimperialista por el poder, que entrañara, a la vez, el derrocamiento de la tiranía y el rescate de las riquezas nacionales en manos extranjeras"...

Roa, uno de los participes de aquellas heroicos acontecimientos, define a la generación del 30 como tres hornadas: la que aflora en 1923, que simbolizó en Mella y Rubén Martínez Villena; la que irrumpe entre 1927 y 1930 que personificó en Rafael Trejo, Antonio Guiteras y Pablo de la Torriente-Brau; y la que se empina, incorporándose a la lucha revolucionaría en 1933, y que sigue personificada por esos tres ejemplares combatientes.

El 4 de septiembre se instauró el gobierno de Grau-Guiteras o de los 100 días, de composición heterogénea y carácter nacional reformista, con proyecciones antiimperialistas de su ala izquierda, encabezada por Antonio Guiteras.

Dentro de sus medidas revolucionarias se encuentra la jornada de trabajo de ocho horas, intervención de las compañías norteamericanas de electricidad y teléfonos; rebaja de un 45% en las tarifas eléctricas; disolución de los viejos partidos políticos tradicionales vinculados todos con el machadato y el proyecto de reparto de tierras.

La política zigzagueante de Ramón Grau San Martín comenzó a desconcertar a Fulgencio Batista y a los sargentos del 4 de septiembre, asustados ante el carácter radical que tomaba la Revolución.  Presionados por Welles, cuyo gobierno no reconoció al de Grau, comenzaron a conspirar con la embajada norteamericana.

Batista, considerado como el hombre que necesitaba el gobierno de Estados Unidos, traiciona y en el 15 de enero de 1934, intenta justificar su actitud ante la Junta Revolucionaria y Grau entrega la presidencia.

La creciente inconformidad con el "nuevo régimen" (Batista-Caffery-Mendieta) provocó la huelga general de marzo de 1935.  Sin respaldo armado, y llevada a cabo pese a la falta de unidad dentro de las fuerzas revolucionarias, es aplastada violentamente y seguida de una ola de terror contra el movimiento obrero y revolucionario.

En mayo de ese mismo año, con el asesinato de Antonio Guiteras, se liquida el último vestigio de resistencia armada. A juicio de Roa, la sangrienta derrota de la huelga general de 1935 es el momento preciso en que fracasa la Revolución del 33.

El 33, al igual que en 1868 y 1895, se propuso la reconquista de la soberanía y la autodeterminación -unidas  desde 1902 al dominio yanqui- pero fue más allá al plantear cambios de estructura y superestructura. Sin embargo, la carga que pedía Villena "para matar bribones y acabar la obra de las revoluciones", no llegó hasta 1959 con el triunfo de la insurrección armada organizada y dirigida por Fidel Castro.      

Papel de la barriada de Lawton en la formación de Camilo Cienfuegos

"Las obras macizas y corpulentas requieren sin remedio gran suma de condiciones favorables", expresó José Martí.

La barriada de Lawton se encuentra en el actual Municipio de 10 de octubre y tiene su génesis desde mediados del siglo XVIII en el poblado o caserío. En sus inicios fue independiente antes de que el crecimiento de la ciudad lo convirtiera en parte integrante de ella. La calzada de igual nombre no era sino un tramo del camino que conducía a las poblaciones de Santiago de las Vegas y Bejucal, el único que unía la ciudad y el campo.

Las vegas de tabaco fomentadas junto a los arroyos de Agua Dulce y Maboa dieron prosperidad relativa al poblado, que en 1765 fue declarado cabeza de partido rural y su iglesia dejó de ser parroquia auxiliar para convertirse en parroquia independiente. En 1820, Jesús del Monte era ya municipio. Pero esa condición la perdió tres años después.

Sus moradores más humildes ganaban el sustento gracias a la venta de sombreros de guano y yarey que tejían ellos mismos, mientras que el tránsito de viajeros, carretas y arrierías aportaba al mismo tiempo lo suyo. Pero el establecimiento del ferrocarril Habana-Bejucal comprometió y retardó el desarrollo del poblado. 

Un rasgo que conservó la barriada de Jesús del Monte fue su carácter humilde y su constitución mayormente obrera. Es importante señalar que por esas características, el movimiento revolucionario jugó un papel importante en contra de la neo colonia desde sus inicios.

Tras la muerte de Rafael Trejo, Lawton siempre mantuvo vivo su recuerdo, pues él vivió en una casa enclavada en la actual calzada del 10 de Octubre. También después del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes y al constituirse el Movimiento 26 de Julio, el actual municipio 10 de Octubre contó con aproximadamente 14 células y dos brigadas, además de servir de refugio a muchos jóvenes clandestinos que enfrentaban los gobiernos tiránicos de turno.

También durante el período de la tiranía de Fulgencio Batista las zonas de Luyanó, Víbora y Lawton, en particular, se destacaron como fuente de refugio para combatientes revolucionarios clandestinos, además de ser utilizados sus locales para reuniones y para guardar armas. Figuras de la talla de Julio Antonio Mella, Félix Ernesto Alpízar -una de las escuelas de la enseñanza primaria de Camilo Cienfuegos lleva su nombre-, y Raúl Roa, entre otros muchos patriotas cubanos fueron pobladores de la barriada de Lawton.

El Señor de la Vanguardia también recibió la influencia de su entorno natal, pero también de San Francisco de Paula, su próximo lugar de residencia. Camilo residió en Lawton, primero en Pocito 71, actualmente 226-228, y luego en Dolores 472, apartamentp 3, entre Novena y Décima.

Ese ambiente de inconformidad y repudio se respiró en las calles de su barrio, en sus amigos, en la familia, y en la escuela pública a la que asiste, que es la de hijos de obreros y personas humildes.

Al lado de la casa en que creció Camilo, Dolores 472, apartamento 3, entre Novena y Décima, existía un pequeño taller de tabaquería cuyo propietario, Feliciano  González, conocido como Felino, y muy amigo de la familia, era un viejo luchador comunista que realizaba múltiples actividades revolucionarias en los años de formación de Camilo.

Una muestra de la relación del Héroe de Yaguajay con Felino es que en esa casa se detiene la Columna No.2 Antonio Maceo a su entrada  a La Habana y fue el último lugar que visitó Camilo antes de partir para su último discurso en el Palacio Presidencial.

Sus propios maestros fueron exponentes y partícipes de la situación imperante. La inestabilidad política de la época, los bajos salarios, y los despidos producto de la "botella" y los compromisos políticos los hacen acercarse más a los sectores marginados. 

En su estancia en San Francisco de Paula, Camilo hizo fuertes relaciones con personas de izquierda, las que según su gran amigo José Antonio Rabaza, alias "Tato", se mantuvieron luego de haberse mudado. Este también era un barrio de mayoría obrera, con fuerte presencia sindicalista y donde el Partido Comunista o Partido Socialista Popular posteriormente, contaba con numerosas células.

La represión, el descontento popular de su barrio, el incremento de la actividad sindical, la recolección de fondos para el V Congreso Obrero  y la labor de agitación de líderes obreros y estudiantiles de la barriada de Lawton son algunos elementos que dejaron una huella imborrable en la formación de la personalidad de Camilo.

El golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 se convierte en un catalizador en la toma de conciencia del pueblo cubano y de su vanguardia, dentro de la cual se encuentra sin lugar a dudas Camilo Cienfuegos. 

Papel de la familia en la formación de Camilo Cienfuegos

"Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida". Anónimo.

La familia es la primera escuela de la vida y los padres son los educadores naturales. En el hogar el niño viene al mundo, crece, madura, se hace humano, recibe lo que necesita para la forja de su personalidad, y es amado por lo que verdaderamente es. Las relaciones estrictamente personales que se establecen entre padres e hijos constituyen la fuente principal de la que emanan los aprendizajes emocionales, sociales y morales.

Ramón Cienfuegos, el padre

Aunque muchos trabajos refieren que las primeras influencias de Camilo son recibidas de su hermano Osmany, creemos que la figura de Ramón Cienfuegos fue fundamental en su formación, tal y como la de todo padre en la formación de sus hijos. Según las propias palabras de su amigo José Antonio Rabaza se confirma:

"Ramón era un hombre cuyo ejemplo cundía por todas partes y nos lo daba a todos. A todos nos ofrecía el ejemplo de su conducta y de su pensamiento. Le oía hablar de la Guerra Civil Española, de la traición fascista, de las Brigadas Internacionales. Fue presidente del Comité de Ayuda al Niño y Pueblo Español y organizaba recolectas de juguetes, dinero...En varias ocasiones Camilo entregó para esa causa centavos ahorrados del dinero que daban diariamente para su merienda. Yo creo que sí, que Camilo tuvo la gran influencia de su padre. Eso ante todo. Camilo pudo haber sido estimulado por sus amigos en algunas manifestaciones, pero también sus amigos tenían la influencia de su padre, sobre todo sus amigos cercanos". 

De origen español, Ramón fue siempre un hombre de ideas progresistas que evolucionó de acuerdo con las necesidades de su tiempo, y que abrazó luego las ideas republicanas que irradiaba España al mundo. Ya en una época bastante temprana como el gobierno de Menocal desarrollaba actividades sindicales en la Unión de Operarios y Sastres, y según sus propias palabras, en su casa entraron solo personas decentes, ni boliteros  ni vagos, es decir, que la educación recibida por sus hijos fue la más recta posible, educándolos en el amor al trabajo y en las reglas más elementales de la cortesía.

Es importante recordar, además, la frase de Ramón al recibir el abrigo manchado de sangre de Camilo en el Hospital Calixto García, cuando resultó herido en una manifestación en contra del tirano Batista, el 7 de diciembre de 1955: "Es la sangre de mi hijo, pero es sangre para la revolución".

La educación que ofreció a sus hijos fue fundamental para la conformación de los principios humanos y revolucionarios de Camilo que marcharon durante su vida como la lealtad absoluta hacia sus compatriotas, su espíritu de sacrificio, valor y honradez extrema, pero que también lo convirtieron en la imagen de su pueblo.

Emilia Gorriarán Zaballa, la madre

En los textos biográficos acerca de Camilo, Emilia Gorriarán es descrita como la española de ideas progresistas, abnegada ama de casa, amorosa madre dedicada al cuidado de su hogar y sus tres hijos bajo la difícil situación económica, típica de las familias más humildes y de procedencia obrera en la Cuba neocolonial.

De la infancia de Camilo solía recordar cómo con apenas dos años se le perdió: "Cuando nos demandaron tuvimos que irnos de la casa en que vivíamos en la calle O’Reilly, allá en la Habana Vieja. Allí teníamos una vecina que quería mucho a Camilo, quien por entonces contaba solo dos años. Cuando ella supo que nos marchábamos, se apenó y nos recomendó que lo cuidásemos mucho, porque era un niño rubio y bonito y los gitanos se lo podían robar. Yo me puse nerviosa. Nos fuimos para Pocito entre 16 y 17, Lawton, y el tiempo pasó. Hasta que una noche se nos pierde Camilo. Nosotros lo buscábamos por todas partes y no aparecía. ¡Quién le dice que lo único que se nos había olvidado registrar era una puertecita que estaba en una esquina de la casa! Ya casi sin esperanzas de hallarlo y pensando lo de los gitanos, abrimos y allí estaba, calladito, muerto de risa".

Es innegable su papel en la educación de sus hijos, y en la formación de conceptos como la honradez, el amor al trabajo y la inconformidad ante la injusticia, así como su apoyo a los ideales de su esposo Ramón. Cabe destacar, además, su silencioso pero dedicado y digno trabajo a la luz de un farol de luz brillante en la confección de ropas para enviar a los niños de la tierra española agredida por el fascismo.

Madre con eterna vigencia, capaz de comprender la dedicación de sus hijos al proceso revolucionario social y que con ternura y sencillez fue la fuente de inspiración de algo que quedará para el futuro, una carta que despertó la sensibilidad de la escritora española María Teresa León, esposa y compañera de luchas del poeta de la generación de 1927, Rafael Alberti.

En su visita a Cuba en 1960 conoció a Emilia Gorriarán, le dedicó una misiva bajo el título Carta a una madre española. Hoy se desconoce si llegó a las manos de la madre de Camilo. (ANEXO  I).

En ella, María Teresa expresa: "...Todas sabíamos que la mitad del mundo, qué digo, más de la mitad responde a nombres de mujeres, son los ejércitos pasivos, las hacedoras de hijos, el lujo juvenil de una mañana primavera"..." Yo no podré olvidarla jamás. Dice que a veces los símbolos son la síntesis sagrada de algo que los hombres admiran o creen o esperan. Déjeme, señora, dejarla en el cielo de los símbolos que correspondan a las madres de España y asegurarle que si alguna vez se cierra el ciclo de muertos, sus sufrimientos, con una victoria sobre una cárcel destruida, elevaremos a la madre cubana una escuela para nuestros niños y llevará el nombre: Madre de Camilo Cienfuegos. Y todos sabrán que usted fue pidiendo por los presos de España por las calles habaneras, mientras lleva dentro de su corazón a su propio hijo muerto. Esa es la verdadera fraternidad hispanoamericana".

Así debemos admirar a Emilia Gorriarán, quien un día 6 de febrero dio a la vida y a la Patria para siempre al Señor del Vanguardia.

Osmany y Humberto, los hermanos

Osmany, su hermano mayor, bajo la influencia de su barrio, amigos y familia se vincula desde joven al movimiento revolucionario y tiene un indiscutible papel en la formación del ideario de Camilo.

En la lucha prerrevolucionaria se vincula con los movimientos revolucionarios de la barriada y trabaja con José Antonio Echevarría en la Federación Estudiantil Universitaria. Por sus actividades clandestinas se encontraba fichado por el sanguinario BRAC -Buró de Represión Anticomunista.

El 18 de octubre de 1958, desde el escenario de la Guerra de Liberación, Camilo envía una carta a Osmany en la que se muestra la identificación patriótica que los une:

"Más tarde voy a necesitarte, habrá mucho trabajo, tendremos la oportunidad de hacer grandes cosas, no la de tirar tiros; eso lo hace cualquiera, aunque es indispensable. Tenemos que hacer las mismas cosas que se han hecho en la Sierra y otras más; podrás ver realizados en una pequeñísima porción de tierra cubana tus viejos sueños de libertad aparejados con las otras libertades que nunca hemos tenido... La vida nada importa, si yo caigo otro tomará el mando de la tropa y ésta seguirá adelante".

Su otro hermano, Humberto, relata que Camilo creció dándose a querer y sin admitir injusticias. Así recuerda: "Cuando estaba en la Escuela Pública 105 Félix Alpízar, un grandulón cometió una injusticia con uno más pequeño y Camilo llamó a Osmany, a Ivo, Tato, y a mi para esperar al abusador y formamos una bronca de altura. Él era el valiente en defensa de los más débiles".

Añade Humberto: "Al terminar octavo grado, Camilo decidió ingresar en la escuela San Alejandro, con el fin de convertirse en escultor, pero dejó los estudios para trabajar en la tienda El Arte. Camilo se brindó muy decidido y hacía la limpieza y mojaba las telas para los trajes. Ahora no sé cómo se las arregló para hacerse de una tarjetita que decía así: Camilo Cienfuegos, dependiente de la sastrería El Arte. Se la dio a cuanta persona conocía, la repartió por donde quiera, con esa gracia innata e invitaba a hacer los pedidos. Los amigos llegaban y pedían que el dependiente Camilo los atendiera y hasta gente de buena posición pidió verlo, así que los gerentes decidieron pasarlo a ese cargo".

Con la modestia de Camilo, Humberto defendió siempre el privilegio de ser hermano del Héroe de Yaguajay. Fue un fiel colaborador del Museo Casa Natal Camilo Cienfuegos, y en reiteradas ocasiones participó en las actividades de recordación organizadas por esa institución. Soy testigo de eso desde mis edades más tempranas. 

Sus amigos hablan...

Durante la lucha por la liberación definitiva de Cuba, Ivo perteneció al Movimiento 26 de Julio de La Habana. Se mantuvo siempre al tanto de cómo le iba a Camilo y no perdió el contacto con Ramón y Emilia y cuando ellos viajaron al territorio liberado, le envió una carta a Camilo, que fue retribuida con la encomienda de vigilar a la gente de la dictadura en Lawton, sobre todo a un matarife que se le conocía como Iván el Terrible.

Al triunfar la Revolución, se reencontraron el 2 de enero. Ivo se dedicó a algunas tareas que aquel le pidió, y a pesar del "revolico" en los primeros meses, encontraron el rato para reeditar las aventuras en la barriada de Lawton, en el estadio Rafael Conte, en el Malecón...

Ivo refiere que Camilo era un muchacho muy vivo, muy inteligente, muy valiente, porque defendía de las injusticias a los chicos atropellados por los más grandes, cuando, por ejemplo, les arrebataban la merienda.

"Estudiaba mucho, afirma Ivo, cuando llegábamos a la casa nos poníamos a repasar. Tenía sus libros y libretas muy conservadas. Leía mucho de Historia de Cuba. Muy educado, disciplinado, respetuoso. Los viernes se daban los Besos de la Patria, y casi siempre llevaba composiciones sobre Maceo, Máximo Gómez, Martí, y también recitaba. Cuando Camilo retomó en aquel discurso después del triunfo de la Revolución, la estrofa de Mi Bandera, de Bonifacio Byrne, muchos pensaron que se había preparado para esa intervención, y ¡no!, él se sabía y decía desde pequeño ese poema, al igual que los Versos Sencillos del Apóstol".

Ivo insiste una y otra vez en la importancia de la familia en la personalidad de Camilo, familia que educó a sus hijos con la filosofía del patriotismo y de la ayuda a las personas con más problemas. Añade que a los pocos días de la desaparición de la avioneta en Octubre de 1959, participó con otros amigos de la infancia en la búsqueda, siguieron el posible itinerario de la nave, registraron uno por uno los cayos desde la Bahía de la Leche hasta el Rincón Francés y entrevistó a muchas personas...

Aquella búsqueda fue infructuosa, por eso prefiere siempre recordar a Camilo en vida, sonriente.

José Antonio Rabaza

Para hablar del papel de la familia en Camilo, quién mejor que José Antonio Rabaza -Tato-, su amigo desde el preescolar y uno de los jóvenes formados en el entorno del viejo Ramón. Lo describe como "un chico de pelo rubio blanquecino, pequeño de estatura en sus primeros años de infancia y luego de talla algo elevada y cabello oscurecido hasta el castaño; de complexión sobre lo delgado con extremidades huesudas. Su carácter jovial, alegre y sonriente. Bromista, gustaba de la música popular cubana y del swing. No era muy ducho con los ritmos en el baile".  

Las palabras de Tato, nos hacen pensar en una hermosa amistad nacida en los pupitres de la escuela y fortalecida posteriormente, cuando las dos familias entregaron lo mejor de sí al Comité de Ayuda a la República española.

Cuenta Rabaza que al regreso de su viaje a Estados Unidos, Camilo alcanzó una visión profunda de la realidad nacional. Ya se había efectuado el asalto al Moncada y luego a la prisión en Isla de Pinos, Fidel y los demás, presos por esa acción, habían recuperado la libertad, gracias a la presión popular.

"Una de las imágenes de Camilo que mi memoria se niega a borrar pertenece precisamente a esa época. Aún me parece estarlo viendo en aquella concentración en el Muelle de Luz, cuando el asunto del Diálogo Cívico, gritando junto al pueblo: ¡Revolución! ¡Revolución!. Y tanto se me grabó este hecho que cuando lo vi con sus grados de Comandante recién llegado de la Sierra, no pude menos que evocar aquel instante en que sus fuertes gritos se apoderaban de mi memoria para siempre".

Otro de sus amigos, Feliciano González Alfonso

Felino, como se le conoce, vivió en la Avenida Camilo Cienfuegos No. 470 -antiguamente llamada Dolores- desde el 1ro de enero de 1945, fecha en que conoció a Camilo y su familia, cuando vivían en el 472 de la misma calle, en el tercer apartamento.  

Así cuenta Felino en entrevista realizada: "En él se reunían todas las buenas cualidades, cortés, estudioso, respetuoso con las personas mayores, quería y defendía a los niños más pequeños, -con los que le gustaba jugar- desprendido, es decir, dejaba de hacer para él para hacer por los demás. El egoísmo no se albergaba en su corazón ni en su pensamiento, era lo que se puede decir todo un caballerito.

"Por sus cualidades, su manera de ser, se ganaba el cariño y el respeto de sus amigos de juegos los que siempre le buscaban para jugar a la pelota, y montar bicicleta, juegos que por lo general realizaban con placer al lado de nuestra casa en Dolores y 10, lugar donde años después se fabricó un garaje. En carnavales le gustaba disfrazarse de Pedro Harapos, y con otros amigos salía por el barrio a divertirse. Durante los años que le conocí no oí quejas sobre Camilo niño, o Camilo joven, tenía la simpatía y el cariño de todo el barrio, y la mía que lo distinguía entre todos, lo que hacía que me tratara con reciprocidad".  

Y continúa: "Soy tabaquero y tenía un chinchal de tabaco en un cuarto de mi casa, en él trabajábamos seis o siete compañeros, al finalizar el año 1952 o a principios de 1953 vinieron al chinchal Camilo y su amigo Rafael Sierra, me dice que se iba en viaje a los Estados Unidos, que no soportaba a Batista. Ya en ese entonces Camilo se interesaba por la política, teniendo simpatía por la izquierda, era progresista y quería a Cuba, manifestó que había seleccionado treinta amigos para venderles un bono de a peso para recolectar el dinero del pasaje para llegar a Miami, los bonos estaban escrito a máquina, con la originalidad de Camilo, tanto yo como los tabaqueros contribuimos. 

"Estando en el Norte me enviaba postales desde distintos Estados, pues tenía que cambiar de domicilio constantemente ya que estaba clandestino en ese país. En los últimos meses del año 1955 regresa a Cuba junto con Sierrita, pues el FBI los deporta, estaba más hecho, muy interesado en la política y en los momentos en que vivíamos que eran críticos, ya que las represalias de la dictadura se hacían sentir con más fuerza. Desde el Norte él seguía la situación política en su país, estaba definido políticamente, era un gran simpatizante de Fidel, conoció allá los sucesos del Moncada y participó en el Norte en actividades revolucionarias, seguía siendo un hombre de izquierda.

"Ya de regreso en Cuba -afirma el viejo amigo de la familia, quien recuerda que el 7 de diciembre de 1955-, participa en una manifestación estudiantil en el parque Maceo, donde es herido en una pierna, la policía lo acusa de comunista, lo fichan y durante el tiempo que estuvo con la pierna enyesada se lo pasaba en la cuadra, jugando con un pequeño perrito blanco que tenía, e incluso, el fin de año lo espera con el grupo de amigos con su pierna y su bastón, y su eterna sonrisa en los labios.

"A finales de marzo del 1956 vuelve a viajar al norte, a Miami, afirma Felino, de donde recibí una tarjeta suya con fecha 4 de abril de ese mismo año. No supe más de él hasta que me enteré que estaba en la Sierra Maestra con Fidel. El 1ro de enero del 59, al triunfar la revolución, y al enterarnos que Camilo entraría en La Habana el día 2 de enero, los vecinos y amigos pusimos una tela donde lo saludábamos y una bandera cubana nueva que yo tenía. La tela se puso de un extremo a otro de la calle, y la bandera prendida en el centro de la misma calle.  

"A su entrada a La Habana, al frente del Ejército Rebelde, Camilo pasó por su barrio, se detuvo frente a nuestra casa, saludando a sus amigos y vecinos, miles de personas le dieron la bienvenida, a mí me abrazó fuertemente, muy contento y alegre. Después venía muy a menudo a Lawton, bien de noche, bien de día, en fin, a cualquier hora, parecía que venía a recordar su niñez o a refrescarse un poco del exceso de trabajo que en esos días tenía la Revolución.

"Un día llegó y yo no estaba, fue para casa de mi hermano que vivía en Dolores número 466, había allí muchas personas mirándole, yo llegué y lo voy a ver, cuando me ve que voy subiendo se levanta del sillón, se cuadró militarmente y saluda de frente a mí y al público, y gritó como para que todos lo oyeran:

"-¡Militar y socialista! En la Sierra lo aprendí.  

En otra ocasión, una compañera despalilladora de la tabaquería le preguntó: ¿Camilo cuándo se cortan las barbas? A lo que él contestó: ¡Habrán barbas mientras exista en el mundo una injusticia por reparar!  

"En nuestras conversaciones siempre se ponía de manifiesto su compañerismo, amistad y gran admiración que sentía por Raúl, el Che y por Fidel".  

Así ven sus compatriotas a Camilo

Del Señor de la Vanguardia, el Jefe de la Revolución dijo: "No tuvo grandes honores y aquella gloria porque alguien se los diera, sino porque se los ganó".

"Un revolucionario íntegro, honesto a carta cabal, consciente de que luchaba por causa justa con alma entera de revolucionario, con madera de comunista".

"Durante los años de lucha en las montañas nosotros nos preocupábamos mucho por nuestra vanguardia, porque tenía tareas muy especiales y muy importantes: la primera unidad en chocar con el enemigo si se emboscaba en los caminos, cuidar la ruta, montar guardia permanente. Y allí, en el pelotón de la vanguardia de nuestra columna, estaba Camilo. ¡Esto es el Partido: la vanguardia!".

Después de confirmarse la noticia de la desaparición física de Camilo, el 28 de octubre de 1959, el Che expresó: "Camilo fue el compañero de cien batallas, el hombre de confianza de Fidel en los momentos difíciles de la guerra y el luchador abnegado que hizo siempre del sacrificio un instrumento para templar su carácter y forjar el de la tropa...’". "...Camilo era hombre de... mil anécdotas, las creabas a su paso con naturalidad. Es que unía a su desenvoltura y a su aprecio por el pueblo, su personalidad; eso que a veces se olvida y se desconoce, eso que imprimía el sello de Camilo a todo lo que le pertenecía; el distintivo precioso que tan pocos hombres alcanzan de dejar marcado lo suyo en cada acción.

En su libro Pasajes de la Guerra Revolucionaria, el Che afirmó: "No ha habido ni antes de la guerra de liberación un hombre comparable a Camilo, revolucionario cabal, hombre de pueblo, artífice de esta Revolución, que hizo la nación cubana para sí, no podía pasar  en su cabeza la más leve sombra de cansancio o de la decepción. Camilo el guerrillero, es artículo permanente de evocación cotidiana, es el que hizo esto o aquello, una cosa de Camilo, el que puso su señal precisa e indeleble a la Revolución Cubana".

Raúl Castro dijo del "Héroe de Mil Batallas: "Cuando Fidel lo envía a la difícil misión de neutralizar la intentona contrarrevolucionaria en Camagüey, durante octubre de 1959, no sólo apreciaba en Camilo la más alta representación de la lealtad, la valentía y la audacia, sino también para enfrentar un problema de abiertos matices ideológicos, al dirigente político de inquebrantable formación proletaria".

William Gálvez, compañero de batallas y uno de sus principales biógrafos afirmó: "En él, la idea y la acción marchaban estrechamente unidas. Los conceptos ideológicos fueron claros y firmes puños de acero y estuvieron orgánicamente fundidos a la lucha y a las exigencias concretas del combate revolucionario en cada momento determinado. No hubo en Camilo una diferenciación entre la batalla de las ideas y la batalla política y militar".

Breve semblanza de Camilo Cienfuegos con su pensamiento

Qué mejor para dar inicio a su semblanza que recordar que antes de zarpar en el yate Granma para conquistar con las armas la libertad de su Patria, Camilo grabó en su gorra de expedicionario estos versos de Gabriel de la Concepción Plácido: "Extendidos  mis manos he jurado/ ser  enemigo eterno del tirano/ y morir en las garras del verdugo/ si  es necesario para romper el yugo".

SU AMOR A LA PATRIA

"Fui a la Revolución porque sabía, estaba muy consciente de que Cuba necesitaba de esa Revolución, que Cuba necesitaba no solamente de la caída del dictador, sino que Cuba necesitaba de esta Revolución que hoy tenemos, para que en Cuba algún día hubiera justicia social y para que algún día, que es este que hoy estamos viviendo, el pueblo de Cuba viviera con plenos derechos y los ciudadanos de esta tierra nuestra no fueran los hombres esquilmados y los hombres siempre explotados, sino los ciudadanos que pueden disfrutar de una tierra rica y de una república como la nuestra que pueda permitirse el lujo -algún día lo veremos-, de que todos los ciudadanos, hombres y mujeres de este pueblo vivan decentemente en una tierra libre, en una tierra soberana".

SU FIDELIDAD A LA REVOLUCIÓN

"No es necesario decir aquí hasta donde va a llevar Fidel Castro la Revolución cubana, esa Revolución irá hasta sus límites finales, esa Revolución irá hasta la meta trazada, esta Revolución -como en los días de la guerra- sólo tiene dos caminos: Vencer o Morir...".

"Y que no piensen los enemigos de la Revolución que nos vamos a detener; que no piensen los enemigos de la Revolución que este pueblo se va a detener; que no piensen los que envían los aviones, que no piensen aquellos que tripulan los aviones que vamos a postrarnos de rodillas y que vamos a inclinar nuestras frentes. De rodilla nos pondremos una vez y una vez inclinaremos nuestras frentes y será el día que lleguemos a la tierra cubana que guarda  20 mil cubanos, para decirles: ¡Hermanos, la Revolución está hecha, vuestra sangre no salió en balde!".

JUSTICIA Y HONESTIDAD DE LA REVOLUCIÓN

"...La obra de la revolución establecerá cada día su contraste más fuerte con la derrotada tiranía, y la madurez revolucionaria del pueblo cubano crecerá para garantizar esa justicia. El espíritu revolucionario que anima esta revolución y que con tanta severidad se está llevando a cabo en toda la isla, también se exterioriza en el pensamiento del joven jefe del Ejército: no habrá descanso en el logro de esa justicia. ¡Recuerda que la justicia revolucionaria es como algunas peleas de lucha libre: no tiene límite de tiempo!

"...El impacto con que la revolución llegó al poder produjo un desequilibrio en todas las instituciones, dependencias y organismos oficiales, es lógico que, rebasada primero una etapa de confusión y desorganización posteriormente, las aguas vayan tomando su nivel. La corrupción del gobierno dictatorial minó todas las dependencias del gobierno: el robo, el bandolerismo, unidos a un mecanismo burocrático a base de recomendaciones oficiales, rodaron por tierra con el advenimiento de la revolución. Ya en el poder, civiles y militares vamos unidos hacia la reorganización y estructuración que garantice la pulcritud del proceso revolucionario.

SU VALORACIÓN ACERCA DE LA IMPORTANCIA DE LA UNIDAD

"...Todos los obreros, todos los trabajadores, todas las distintas partes del pueblo, deben unirse cada día más. Es la unidad el triunfo. En la unidad está la verdadera consolidación de la Revolución y de la libertad que hoy disfrutamos...". "...A todos nos guía un solo pensamiento, el pensamiento martiano. Ese pensamiento y esas ideas martianas que son las que marcaron las pautas para lanzarnos en armas. Esas ideas, que son las que están dictando leyes revolucionarias en favor del pueblo.

CAMILO MARTIANO

"El proceso revolucionario actual, donde el alma, el corazón y el coraje de nuestra generación se ha entregado a la causa de la libertad, no es más que la continuación de la gesta libertaria, iniciada en el 68, continuada en el 95 y frustrada durante la República. Los ideales de liberación, de justicia social, política y económica por las cuales murió nuestro Apóstol, son las razones de nuestra lucha".

SU LATINOAMERICANISMO, SU INTERNACIONALISMO

"No hay dudas de que en toda América la era definitiva de la liberación se acerca. El proceso revolucionario cubano no se circunscribe a nuestra querida Isla, se extiende desde el río Bravo hasta la Tierra del Fuego. El movimiento que nuestro pueblo ha desarrollado tiene marcada influencia sobre nuestros hermanos de toda la América. Ya tiemblan los pocos tiranos que quedan dispersos en nuestro continente. Los pueblos oprimidos saben de nuestra identificación con la causa libertadora de América".

"Esos que luchan, no importa donde, son nuestros hermanos".

CONTINUIDAD DEL PROCESO REVOLUCIONARIO

"El proceso revolucionario actual, donde el alma, el corazón y el coraje de nuestra generación se ha entregado a la causa de la libertad, no es más que la continuación de la gesta libertaria, iniciada en el 68, continuada en el 95 y frustrada durante la República. Los ideales de liberación, de justicia social, política y económica por las cuales murió el Apóstol, son las razones de nuestra lucha".

Como se mantiene vivo el recuerdo de Camilo en su barriada

Desde el triunfo de la Revolución, Camilo es aclamado por el pueblo como uno de sus héroes más genuinos.

En la comparecencia para informar de forma oficial la desaparición física de Camilo Cienfuegos, el Jefe de la Revolución dijo:

"Camilo vive y vivirá en el pueblo...en el pueblo hay muchos Camilo y Camilo seguirá viviendo en hombres como él y seguirá viviendo en hombres que se inspiran en él, porque lo único que nosotros podemos pedirle a nuestro pueblo es que cada vez que la Patria se encuentre en un momento de peligro, se acuerde de Camilo, cada vez que el pueblo vea momentos difíciles, cada vez que los hombres jóvenes, los campesinos, los obreros, los estudiantes, cualquier ciudadano, crea un día que el camino es largo, que el camino es difícil, se acuerde de Camilo, se acuerde de cómo nunca, ante los momentos difíciles perdió la fe" (...) "y el consuelo del pueblo es que Camilo surgió del pueblo y que en el pueblo hay muchos Camilo...".

Para iniciar este importante aspecto del trabajo recogimos testimonios de personas con una larga vida en la cuadra donde nació El Señor de la Vanguardia. Ellas fueron María Luisa Álvarez, de 75 años, con más de 40 viviendo en Pocito No.230, casa contigua a la de Camilo, y Guido Hernández, de 72 años, vecino de Pocito No.216, bajos, lugar donde vive desde su nacimiento.

Y por último, tomamos algunos importantes elementos de una entrevista realizada a Enriqueta Pérez Bermúdez, especialista durante muchos años en el Museo y quien fungió durante algún tiempo como directora de esa institución.

Uno de mis más grandes orgullos...

María Luisa Álvarez Domínguez comenta algunas anécdotas del barrio y con sus 75 años vive orgullosa de llevar más de 40 en la cuadra que vivió el alumbramiento de Camilo.

"Desde la fundación de los CDR, se celebraron muchas actividades, exposiciones, actos político-culturales. En esa etapa no existía el museo. Los vecinos entonces comenzamos un conjunto de acciones para que se divulgara que Camilo había nacido aquí en Pocito y no como decían las biografías que había sido en Dolores, e incluso dentro de las múltiples gestiones organizamos una función en el cine Alameda para recaudar fondos para una tarja que colocaríamos a la entrada de la casa natal del Héroe de Mil Batallas, empeño realizado con el cariño y admiración que sentíamos hacia él, pero fatalmente nunca pudimos lograrlo porque por razones desconocidas para nosotros, nunca autorizaron a colocarla. No obstante, siempre, cada 28 de octubre nos convocábamos y contando con las nuevas generaciones rendíamos tributo de recordación a su legendaria figura, incluso en más de una oportunidad contamos con la presencia de sus padres Ramón y Emilia, además de Humberto, su hermano".

María Luisa afirma que Camilo siempre ha sido muy querido y admirado dentro de su barrio y recuerda con emoción aquel 2 de enero de 1959 cuando se corrió la noticia de que el Hombre del sombrero alón entraría por la calle Dolores, y cómo el pueblo se movilizó de forma masiva y espontánea a darle la bienvenida. Y reitera que ese momento nunca podrá olvidarlo.

Hoy, dice María Luisa, tenemos el museo y desde su fundación en 1989 ha sido un lugar donde asistimos a las múltiples y diversas actividades de homenaje a Camilo. Allí también se realizan talleres literarios, peñas culturales y siempre hay espacio para todo el que quiere conocer algo del Hombre de la Eterna sonrisa. El Museo es un lugar donde se enseña a los más pequeños todos los detalles de la fructífera vida de Camilo. Nosotros, los menos jóvenes, allí alcanzamos nuestros diplomas de graduados en la Cátedra del Adulto Mayor y participamos en círculos de abuelos donde se nos enseña a vivir con nuestro avanzado calendario.

"Para la comunidad, es un orgullo tener la Casa Natal de Camilo Cienfuegos en nuestra localidad y todos hemos luchado para que este sea un espacio de homenaje y recordación al Héroe de Yaguajay, un lugar donde a cada instante pueblo se confunda con libertad y Revolución, tal y como él lo deseó, finaliza la vecina María Luisa Álvarez.

Mi CDR desde su fundación se llama Camilo Cienfuegos...

Guido Hernández Paseiro, cederista fundador del CDR No.5 Camilo Cienfuegos (hoy No.3, del mismo nombre), tiene muy dentro de sus recuerdos todo el quehacer de ese entonces cuando su padre, Ramiro Hernández, asumió con orgullo la presidencia de esa organización, bajo el nombre el Héroe de Yaguajay, en la cuadra que lo vio nacer.

"Desde que Camilo desapareció físicamente, afirma Guido, mis padres, que recordaban perfectamente a sus progenitores, se dieron a la tarea de inmortalizar su nombre en la cuadra, y cuando se fundaron los CDR, mi padre, que fue el primer presidente, propuso que al mismo se le pusiera el nombre de Camilo Cienfuegos Gorriarán.

Guido agrega que su padre comenzó a hacer gestiones para lograr que la casa natal se convirtiera en museo. Lamentablemente él no pudo ver hecha realidad esta forma de rendir permanente homenaje a quien como dijera el Che "era la imagen del pueblo", ya que el museo Casa Natal de Camilo se inauguró 20 años después de fallecer su padre.

"Haber nacido en la misma cuadra donde nació el Héroe de Yaguajay es para mí un orgullo de revolucionario, porque Camilo es ejemplo de heroísmo, audacia y, sobre todo, de lealtad inconmovible a la Revolución y al Comandante en Jefe. Como parte del pueblo, su ejemplo ha sido siempre para mí una fuente de inspiración, por lo que Camilo representa para todos los cubanos, que no olvidamos los valores éticos que lo distinguieron y que es necesario transmitir a las nuevas generaciones.

Refiere Guido que no conoció personalmente a Camilo ni a su familia, porque cuando nació ellos ya se habían mudado de la cuadra. Sin embargo, sí tiene en su memoria los recuerdos que tenían sus padres de la familia Cienfuegos-Gorriarán. Su padre le contaba que los padres de Camilo eran personas muy humildes, pero muy decentes. El padre, Ramón Cienfuegos o Don Ramón, como era conocido, era sastre y así se ganaba el sustento, que por aquellos tiempos era muy difícil por la situación económica del país y porque fue una época de gran inestabilidad política, porque se había producido lo que se conoce como la Revolución del 33, había fracasado la pentarquía y se habían apoderado los oportunistas del poder real del país. La madre de Camilo se dedicaba a los quehaceres de la casa y al cuidado de sus tres hijos.

"Mis padres sí recordaban bien a Humberto y a Osmani que jugaban en la cuadra con los juguetes que generalmente podían tener los pobres de aquella época, un pedazo de palo de escoba y una pelota de trapo, añade Guido, un revolucionario jubilado y actual presidente del CDR de la cuadra Pocito.

"Personalmente conocí a Camilo cuando él trabajaba en la sastrería El Arte, de la calle Reina, en Centro Habana. Durante un tiempo él trabajó como dependiente, o sea, atendiendo al público, y mi familia generalmente compraba la ropa allí. Recuerdo perfectamente bien a Camilo por algo que siempre lo distinguió, su sonrisa, llena de esa sinceridad que lo caracterizó, con su típica cubanía que hacía reír a quien es otro gigante de nuestra historia, el Che, que lo admiraba por su valentía, inteligencia innata y sus dotes de conductor.

Continúa Guido: "Numerosas y variadas han sido las formas en las que se ha rendido homenaje a Camilo después de su desaparición física. Considero que el primero de esos tributos fue ponerle su glorioso nombre al CDR al fundarse en 1960. Después, en numerosas actividades se le rinde permanente homenaje al Héroe de Yaguajay: en su cumpleaños, en octubre, en el aniversario de su desaparición física. Por supuesto que en eso ha tenido un papel fundamental el Museo Casa Natal de Camilo Cienfuegos, ya que esa institución perpetúa su memoria. Es visitado por alumnos de escuelas de la localidad y de otros municipios, sus especialistas realizan muestras itinerantes en centros de trabajo, dentro y fuera del Municipio 10 de Octubre; se realizan concursos en los que participan alumnos de diferentes niveles con el nombre de El valor de tu sonrisa.

"En la entrada del Museo donde se encuentra un busto de Camilo se efectúan entregas de carnés a nuevos militantes del PCC y la UJC; los integrantes de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana del municipio, los días 6 de cada mes efectúan un matutino de recordación y colocan ofrendas florales. En fin, son numerosas las actividades político-ideológicas y culturales que se realizan, tantas que realmente es difícil recordarlas todas, así concluye Guido Hernández.

La comunidad está llena de Camilo...

En entrevista realizada a Enriqueta Pérez Bermúdez, la especialista destaca que los vecinos apoyan de forma extraordinaria las actividades de homenaje a Camilo, y subraya que la comunidad está llena de él.

"Tradicionalmente la fecha de la muerte de Camilo atrae más visitantes al Museo que el aniversario de su natalicio. Aunque la casa es pequeña y no hay espacio para establecer un centro de documentación, la institución brinda servicios de información a toda la provincia y al país".

Insiste Enriqueta que en cada visita dirigida se resalta "lo que menos se conoce de Camilo y ejemplifica que los niños a veces piensan que Camilo llegó a la Sierra Maestra siendo Comandante, no conocen por qué ganó un diploma de Beso de la Patria en su escuela, muchos no creen que murió con solo 27 años y además no saben exactamente qué cosas hizo durante el tiempo que vivió en los Estados Unidos.

"Conmueve contactar a personas que conocieron a Camilo, describió Enriqueta, y ver a muchas de ellas no poder contener una lágrima cuando lo recuerdan, pero lo más emotivo del trabajo es recibir a tantos, tantos niños". 

EL CHE DESTACÓ: "CAMILO ESTÁ PRESENTE EN LOS OTROS QUE NO LLEGARON Y EN AQUELLOS QUE ESTÁN POR LLEGAR"

Dentro de la vida del Héroe de la Sonrisa Eterna no puede dejarse de mencionar sus muestras de cariño hacia los más pequeños. Múltiples anécdotas y fotos reflejan su amor a los niños. Así ocurrió con Ernesto Díaz Viego, el infante que el Comandante Camilo Cienfuegos sostuvo en brazos durante la visita realizada en los primeros meses de 1959, a la escuela San Alejandro, en la cual estudió solo unos meses en 1949, antes de verse obligado a trabajar para ayudar a la economía familiar. Esa imagen quedó grabada para la historia como testimonio de su amor a las generaciones más jóvenes.

Ese sensible rasgo de su personalidad es hoy retribuido con la admiración que florece en cada niño cuando habla de Camilo, o cuando visita su Casa Natal y se dirige con flores en sus manos y se pregunta "por qué se fue". Con esa, la mejor de las ternuras, dicen que se acercó un niño y en el busto que hay en el umbral de la Casa Natal comenzó a conversar con Camilo.

Así crece su recuerdo, ahí en su barrio, y su presencia se inmortaliza, se hace eterna, porque como dijera nuestro Héroe Nacional "los niños son los que saben querer, los niños son la esperanza del mundo", pero como destacó el reconocido dramaturgo español Jacinto Benavente, "en cada niño nace la humanidad".

Su historia se interrumpió con solo 27 años, a los 301 días de la Revolución Triunfante y aunque fue el último expedicionario en enrolarse en el Granma, es y será Señor de la Vanguardia para todo el pueblo cubano, SI, el guerrillero invicto como, dijera el Che, audaz combatiente, teniente y jefe de la vanguardia de la columna del Che, con olfato especial para descubrir el peligro y guiar a la tropa, el primero en lanzarse contra el enemigo y combatirlo, porque al ser herido ordena atender primero a sus compatriotas. Amable y risueño, excelente organizador de guerrilleros, obreros y trabajadores; llevó la invasión a Occidente con éxito y al triunfo revolucionario fue designado por Fidel para entrar en la capital cubana y dirigir el Estado Mayor del Ejército.

Hoy Camilo sigue siendo el Señor de la Vanguardia.

Nuestro Félix Pita Rodríguez, al referirse a Camilo dijo: "No busquéis en el mar al claro comandante/ que la muerte no mata/ Miradle en todo un pueblo convertido/ Dónde su corazón sembrado se cosecha".

Y Carlos Puebla en su poema-canción afirmó: "Porque vive tu presencia/ En el pueblo que te estudia,/ Porque estás vivo en la lucha/ Y vivo en la independencia".

Camilo es y será un símbolo para las nuevas generaciones, jóvenes que nacimos tras el triunfo revolucionario de 1959. Para mí, dentro de ella, pero en su barriada de Lawton, muy cerca de su cuna, ese compromiso crece, después de recibir sus primeras influencias en edad muy temprana, desde la fundación del Museo Casa Natal, desde sus primeras actividades y aquel día especial que disfruté de su sombrero de mil batallas, su típico sombrero alón, aquel que inundó toda la Isla desde llanos y montañas para traernos la victoria.

Sirva este recuento histórico como el mensaje de orgullo y satisfacción de los "Pinos Nuevos" del lugar donde se formó, y la prueba de que Camilo sigue vivo en su pueblo, porque como dijo el Apóstol: "Nunca se muere cuando se ha cumplido bien la obra de la vida. Truécase en polvo el cráneo pensador, pero viven y fructifican las buenas acciones y los pensamientos que en él se elaboraron".

CONCLUSIONES

La personalidad de Camilo se forjó en el contexto de  condiciones objetivas que favorecieron su pensamiento y acción; Su barrio de Lawton, con tradición obrera, influyó notablemente en su formación; Su entorno familiar y en particular su padre, tuvieron una notable trascendencia en sus valores humanos y en su ideario  revolucionario; Camilo es la imagen del pueblo porque de su pueblo nació y surgió; La vigencia de su pensamiento está presente en la obra internacionalista de la Revolución, en la fidelidad a sus principios y en todas y cada una de las tareas actuales de la Batalla de Ideas; Su pueblo, su Lawton y su Casa Natal convertida en Museo rinden homenaje de forma sincera y cotidiana a su obra y a su inolvidable figura; Camilo Cienfuegos constituye un permanente ejemplo para las más jóvenes generaciones, siendo el último expedicionario del Granma se convirtió desde los primeros combates en El Señor de la Vanguardia, en un excelente dirigente y en un hombre fiel a sus convicciones, a Fidel y a la Revolución.                            

ANEXO I

CARTA A UNA MADRE ESPAÑOLA

"La carta es para Ud., madre de Camilo Cienfuegos, héroe de Cuba. No voy a hablarle de su hijo, hoy su nombre de soltera al casarse y su nombre de casada al cambiarlo por el de: es la madre de Camilo Cienfuegos. La vi por primera vez en la Casa de la Cultura, se habían reunido las mujeres para tomar amablemente sus decisiones que ya fueron tomadas en las reuniones de Chile y de La Habana sino para hablar, para mirarnos y en vez de la rueca antigua tener en la mano una copa con una bebida que jamás se bebe. Servía todo ello para darnos felicidad al encontrarnos y valor porque estábamos solas en la casa esperando al marido, silenciosas y perdidas en una angustia transmitida de generación en generación; habíamos roto la soledad en el beneficio común. Todas sabíamos que la mitad del mundo, que digo, más de la mitad responde a nombres de mujeres, son los ejércitos pasivos, las hacedoras de hijos, el lujo juvenil de una mañana primaveral. Alguien murmuró junto a mí para que atendiera a una mujer que entraba: era la madre de Camilo Cienfuegos y yo, tonta de mi, no la veía entre las cabezas de las invitadas porque estaba oculta por un enorme campo lleno de obras en sus comienzos. Edificios a medio construir, montones de piedras, vigas, bolsas de cemento, pistas y caminos recientes. Las montañas como fondo limpio de aquella hazaña cívica y los soldados paseando entre aquel proyecto enorme, descansando del alegre cansancio de construir la ciudad Camilo Cienfuegos para los hijos de los campesinos de la Sierra Maestra. La cabeza de madre tomó de pronto una proporción (ilegible). Se me desvanecieron las palabras y me quedé frente a frente de una mujer española con los ojos muy recios bordeados de tibio rosa que dejan las muchas lágrimas. No supe hablar. Durante un momento tomé con reverencia sus manos. NI supe cómo era el pelo gris y tirante, el pecho erguido, los hombros cansados. Sé que todas las agonías las ha sentido en el corazón empeñado en latir. Yo que siento que aún conservo una palpitación última para sostener su esperanza. Sí, Camilo volverá un día cualquiera con su barba de héroe del monte y me gritará: Madre, Madre y no mamá, porque los padres santanderinos de España tienen hablares secos, formales. Madre, para que la palabra resuene entre los dientes en la lengua pura y hermosa. Casi lo oí ¡Madre! y una fila infinita de madres escuchaban la llamada de sus hijos valientes, unos, muertos durante los días amargos, otros durante las horas sin fin de la Sierra Maestra, otros cuando se abrieron los frentes de batalla por la libertad. Volví a alejarme de usted, de su mano, pues al estrecharse con la mía yo noté dentro una mano infantil; no, no era la de su hijo Camilo antes de ser héroe de Cuba, era la de los niños que tomaron la mía en la ciudad de la Sierra Maestra. Miles de niños, hijos todos de Usted y de todas las mujeres cubanas, miles y miles de niños guajiros montañeses que ahora bajaban hasta la ciudad que lleva el nombre de Camilo Cienfuegos para inaugurar la estirpe de los libres de cuba. YO casi no podía hablarle. YO no sé si Ud. lo notó. Nos rodearon mujeres españolas residentes en La Habana. Hay muchas. Casi todos los hombres enérgicos de esta isla de Cuba son hijos de españoles. La cuna de Cienfuegos fue Santander, el linaje de Fidel Castro de Galicia, y no sé de donde, castellano, tal vez, el de Núñez Jiménez (sic). Algunas de estas mujeres españolas eran amigas nuevas, otras como viejas amigas del tiempo de la guerra de España. Me habían dicho: La madre de Camilo Cienfuegos nos ayuda mucho, trabaja con nosotros. ¡Ay, estos trabajos de las mujeres españolas desde hace veinte años, siempre los mismos! Y usted señora, con su santa paciencia, usted que se ha quedado junto a su marido en la verdadera orfandad de un héroe, va de casa en tienda suplicando por los presos de España para aliviarles los pobres huesos con algo, para taparles sus dolores de abandonados. ¿Y quién puede resistir su voz tan tenue que lleva en si el eco de tantos dolores? Y yo sé que vuelve usted con las manos vacías y sentí ganas de inclinarme y de besarlas en nombre de los que de allá y de las mujeres de acá, las que vivimos un destierro largo en años y esperanzas. No lo hice entonces por tímida. Había muchas mujeres exaltadas de libertad, colmadas de planes para su hermoso país, del que yo dije que se curvaba como una  hoja de otoño en el mar Caribe y ahora he de decir que es una hoja de primavera. NO, no le besé a Ud. la mano, pero lo hago hoy respetuosamente. ¿Me recuerda usted? YO no podré olvidarla jamás. Dice que a veces los símbolos son la síntesis sagrada de algo que los hombres admiran o creen o esperan. Déjeme, señora, dejarla en el cielo de los símbolos que correspondan a las madres de España y asegurarle que si alguna vez se cierra el ciclo de muertos, sus sufrimientos, con una victoria  sobre una cárcel destruida, elevaremos a la madre cubana una escuela para nuestros niños y llevará el nombre: Madre de Camilo Cienfuegos. Y todos sabrán que usted fue pidiendo por los presos de España por las calles habaneras, mientras lleva dentro de su corazón a su propio hijo muerto. Esa es la verdadera fraternidad hispanoamericana. Gracias señora,

María Teresa León

Buenos Aires, 1960

 

 

 

LO QUE NOS QUEDA DE LA ROSA…

LO QUE NOS QUEDA DE LA ROSA…

CYNTHIA ÁLVAREZ,

estudiante de segundo año de Periodismo,

Facultad de Comunicación,

Universidad de La Habana.

Contradictoriamente a la frase con que termina la novela El nombre de la Rosa, escrita por Umberto Eco y llevada al cine por Jean-Jacques Annaud en 1986,  pudiéramos decir los que con ella nos hemos deleitado, que de la rosa nos queda mucho más que el nombre.

Recordamos la fascinante historia en la que se reconstruye con detalle la vida cotidiana en una abadía famosa por su impresionante biblioteca con estrictas normas de acceso y donde sus protagonistas, Adso de Melk  y Guillermo de Baskerville, investigan una serie de asesinatos que siguen la pauta de un pasaje del Apocalipsis.

Esta obra  desarrollada en la Baja Edad Media es un fiel reflejo de cómo todo tipo de actividad estaba mediatizada por el predominio de la fe sobre la razón, contribuyendo a la existencia de cierta parálisis intelectual.

La Iglesia como protagonista de acciones y mecanismos para la persuasión, regía la vida social y política de la época. Era sin duda un fuerte monopolio de la comunicación que usaba un estilo simple, de fácil comprensión y reproducción, para llegar a las masas analfabetas. La difusión de mensajes a las clases populares se basaba en la transmisión oral y la representación gráfica, fundamentalmente.

Esta es una época, tal y como se muestra en la novela, donde el pensamiento de las clases laicas se basaba en cánones implantados por la Iglesia; estas no tenían libertad de comunicar. Cualquier idea contraria a la del templo podía considerarse herejía. Para castigar estas ideas contrarias a las establecidas la Iglesia creó la Inquisición que se alzaba contra la imposición de ideas propias y se dedicó supuestamente, al saneamiento de la cultura. Además, quien defendiese a los herejes también lo condenaban como tal.

En el pasado, Guillermo de Baskerville había tenido problemas por haber absuelto a un hombre cuyo único delito había sido traducir un libro del griego, lo cual contradecía las sagradas escrituras.

Esta censura del conocimiento que emprendió la Iglesia se mostró en el ocultamiento de libros supuestamente prohibidos que iban en contra del dogma establecido. En la obra toda la trama se desenvuelve alrededor del libro de Aristóteles en el cual este defiende la risa. Probablemente una de las frases más impresionantes sea la que el benedictino Jorge plantea que las personas no pueden conocer de los beneficios de la risa, porque con esta "no hay temor y sin temor no hay fe; sin temor al diablo no  se necesita a Dios". Para la Iglesia era inconcebible aprobar que las personas pensaran diferente y permitir que otras ideas pusieran en peligro su hegemonía.

En El Nombre de la Rosa se muestra cómo las causas de las muertes, el envenenamiento provocado por los polvos que estaban en  las páginas del libro de Aristóteles, es otro de los mensajes de cómo los conocimientos que ponían en duda a la Iglesia podían representar la muerte para algunos.

Según explica el teórico de la comunicación Manuel Vázquez Montalbán, esta es una época donde existía una "precariedad instrumental para enfrentarse al conocimiento". Los sacerdotes, actores importantes de la comunicación, dominaban los soportes y el conocimiento de la escritura, la persuasión, la posibilidad y capacidad de informar y conformar, así como el conocimiento cultural. No obstante, solo accedían a temas que no contradijesen las doctrinas eclesiásticas. Además, eran los religiosos los que acumulaban y adaptaban la sabiduría antigua, siendo los responsables del subdesarrollo cultural de las clases populares.

Los monjes también copiaban y traducían libros. Los copistas monásticos realizaban su tarea en una habitación llamada scriptórium (escritorio). Seguramente, los soportes fundamentales empleados por los copistas de la película para plasmar sus textos fueron la vitela y el pergamino, materiales usados exclusivamente por los monjes.

La novela muestra entre los religiosos a los benedictinos, como quienes debían cumplir compromisos esenciales como la obediencia, la pobreza y el trabajo. Su labor intelectual fue bastante destacada, por cuanto diariamente consagraban dos horas a leer y escribir, siendo la base del saber medieval. Mientras, presenta a los franciscanos como predicadores  del ideal de pobreza y humildad.

Otro aspecto relevante de la obra es su funcionamiento a través de símbolos, tal como se evidencia en el personaje de Jorge, el benedictino más viejo de la abadía (dicen que Umberto Eco se inspiró en Jorge Luis Borges para su creación), que era ciego, conservador y cerrado a nuevas ideas, reflejo de la decadente Iglesia. Su ceguera trasmite el mensaje de cuán aislada se encontraba la iglesia de la situación del pueblo, y simboliza el apego irracional a la farsa en la escena final, por parte de esa institución, en la que la locura lo lleva a comerse las hojas de los libros. La Iglesia rechazaba todo uso de la razón, la búsqueda del conocimiento con el fin de mantener su poderío en la época.

Otro de los símbolos es la biblioteca-laberinto como forma de inaccesibilidad al saber.

También la muerte se ve simbolizada a lo largo de la historia.  Sobresale en la ambientación, los cuervos, la arquitectura, los silencios, las torturas, con lo que se busca infundir sufrimiento y miedo.

Pero probablemente el símbolo más enigmático sea el del propio título de la novela. La rosa está cargada de significados míticos, poéticos, estéticos, políticos, económicos y religiosos. Algunos son partidarios de que la rosa se asemeja a un laberinto por lo curvo de sus pétalos, otros y el que más interesante me parece, es el de interpretar la frase final del libro: De la rosa no nos queda sino el nombre, siendo la "rosa" una alusión a todo el acervo cultural y riqueza espiritual contenida en la biblioteca de la abadía que pereció para siempre en el incendio, quedando solo su recuerdo.  No obstante, la rosa aparece constantemente generando confusión y manteniéndonos en la búsqueda de su verdadero significado.

Otro tema que trata la obra es el trato de la mujer en la Edad Media. Las féminas eran reprimidas y desmeritadas. Dos extremos diferentes sobresalen; el de la Virgen María, símbolo de pureza, y en oposición el de la campesina, acusada de hereje, incitadora al pecado. En la época, la mujer era vista cómo mero animal reproductor que permitía el mantenimiento de la especie. En el filme se culpa a la joven de las muertes a partir de la escasa evidencia de haberla encontrado robando gatos negros y gallinas muertas (símbolo de brujería) para alimentarse.

En una ocasión el propio Baskerville, indudablemente alejado de los prejuicios de la Iglesia, confiesa no conocer el amor de una mujer, y solo el culto al conocimiento, e interpreta que el chico ha confundido el amor que decía profesar por la campesina, con lujuria.

Además, de todas las características anteriores la novela contiene también valor histórico, puesto que refleja las características económicas, políticas y sociales del Medioevo, época en la que la Iglesia tenía el poder y los campesinos vivían en extrema pobreza, estos últimos eran explotados mediante el diezmo.

Pero quizás lo más apasionante de El nombre de la Rosa sea que durante el transcurso de la película el espectador descubre al mismo tiempo que Guillermo y Adso los misterios que se esconden tras las paredes de la abadía. En todo momento el público se sorprende pendiente de una historia que lo cautiva, llenándolo de preguntas y a partir de una ilación de hechos sorpresivos que le proporcionan entretenimiento, conmoción, y lo más importante, conocimientos.

La adaptación cinematográfica estuvo bien lograda a mi parecer, teniendo en cuenta lo complejo de llevar al séptimo arte una novela con tantas referencias filosóficas y literarias y en la que originalmente Umberto Eco reproducía muchas frases al latín.

Además, se percibe una excepcional verosimilitud con la época, lograda a partir de la ambientación, vestuario y escenografía, todas en fiel correspondencia con la novela. El director logra también la ambientación adecuada a partir del uso de citas en latín y la reconstrucción de la vida en el monasterio.

Y por si fuera poco, la originalidad de la novela no termina ahí. Sus personajes Adso de Melk y Guillermo de Baskerville son comparados con Watson y Sherlock Colmes, respectivamente, demostrando lo acertado de una historia hasta cierto punto detectivesca.

Bibliografía:                                 

Portal, Raysa: "Comunicación y sociedad. Selección de lecturas". Signos y símbolos. Félix Varela. Cuba, La Habana, 2003.

Vázquez Montalbán, Manuel: "Historia y comunicación social". Felix Varela, Cuba, 2002.

MADAME BOVARY: EN MEDIO DEL PUENTE

MADAME BOVARY: EN MEDIO DEL PUENTE

Este trabajo obtuvo el Primer Premio en la categoría de Ensayo en el Forum Estudiantil de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, curso 2006-2007.

ELIZABETH MIRABAL LLORENS,

estudiante de tercer año de Periodismo,

Facultad de Comunicación de la

Universidad de La Habana.

La novela Madame Bovary, de Gustave de Flaubert, es uno de los más altos exponentes de la narrativa francesa del siglo XIX, y por ese único principio, sería ocioso intentar recoger en un ensayo los pormenores de su validez literaria.

Descubrir las claves del personaje protagónico, ese que es eje en la diégesis y sujeto capacitado para expresar el parámetro de saber, querer y poder, acaso sea uno de los temas más apasionantes sobre el que incita a pensar esta obra. No obstante, es también uno de los más clásicos, de los más antiguos. Emma ha emergido desde su nacimiento, sostenida por la vitalidad y la soberanía de una fuerza narrativa que parece resumir la vida. No es extraño que muchos se hayan acercado a conocerla y que, casi sin excepción, hayan sentido simpatía, lástima, indiferencia, disgusto, amor, lo mismo ha seducido que ha indignado. Pero, por lo general, la campesina normanda se les ha hecho inapresable.

Sólo hay algo en lo que Emma insiste. Su única petición a lo largo de estos siglos ha sido que estemos presentes, incluso cuando la prudencia le ha sugerido soledad. Guiada por una visión subjetiva e individual, decidí intentar descubrirla, hasta en sus horas escurridizas, de más íntimo placer.

Cuando los pensamientos y los sentimientos se asemejan a los hechos en una obra, suele parecer que no ocurre nada, que el lenguaje es el gran pilar de una estructura en la que el estilo es lo esencial. Pero en Madame Bovary acontecen matrimonios, adulterios, bailes, viajes, estafas y hasta un suicidio, pero son, al fin y al cabo, aventuras sórdidas.

Emma es presa de una necesidad de cambio en apariencia egoísta. Intenta forzar los códigos de  su familia, su clase y su sociedad, incitada por problemas que sólo le afectan a ella en una lucha desigual. No repara en los costos de  sus enfrentamientos, no acierta a medir consecuencias y es siempre derrotada por fuerzas superiores. El sufrimiento, el robo y el suicidio, son resultados directos de un sentimentalismo impulsivo y desmedido, de una insubordinación total, de la persecución de una quimera proscrita por todos los poderes "sensatos" que nos han antecedido. La gran aspiración bovariana es alcanzar el placer, no en una reencarnación o existencia prometida, sino durante la vida en tiempo real, marcada por el aquí y el ahora.

Si se lucha por algo que ha sido prohibido con tanta frecuencia, se comprende que la marcha será cruenta, violenta. Y en Madame Bovary hay una presencia palpable de la violencia, lo mismo en su forma física que espiritual. La gangrena y la amputación, el egoísmo y la cobardía, acechan a la heroína en distintos momentos a lo largo de la trama, advirtiéndole de su destino. Desde un principio se distingue un claro contraste entre las apetencias de Emma por un mundo soñado y el telón de fondo de un mundo real.

"Madame Bovary" no es más que la metonimia usada en el nivel discursivo para marcar la identidad o la permanencia. El nombre tiene una función designativa que ayuda a reconstruir un modelo, invadiendo el texto con los elementos ético-políticos de un contexto delimitado por el espacio y el tiempo.

Emma es una joven mujer cuyo físico la distingue. Flaubert quiere hacerla contrastar de una forma flagrante con la granja en la que vive y se vale de una prosopografía que a veces deviene retrato. Describe con detalle cada elemento para conformar un conjunto a su gusto, y  desde las primeras páginas una causa determina las propias aspiraciones de la protagonista y su reacción después de casarse con Charles Bovary. "Lo más bello eran los ojos, que, aunque pardos, parecían negros bajo el espesor de las cejas. Su mirada era franca y de cándido atrevimiento... Su garganta surgía de un blanco y vuelto cuello. Los cabellos, partidos por una raya sutil en dos negros aladares de tan compacta contextura que parecían de un solo trozo y que apenas si dejaban al descubierto la puntita de la oreja, se confundían en la nuca, tras de ondular en las sienes, ondulación ésta que por primera vez observó allí el médico, formando un rodete voluminoso."

El autor justifica con la belleza de Emma, sus costumbres refinadas y burguesas, la posición de subordinación de su esposo, el cariz de los romances con sus amantes y el desprecio que experimenta por la vida provinciana. Pero la conducta de esta dama no tiene en el físico su único determinante. La educación que había recibido, los libros leídos, la música que escuchaba, los grabados que contemplaba, su vida en el convento, hechos contados a través de  relatos ulteriores, contribuyen a estructurar un entorno psico-social que da origen a la propia forma en que Emma se reconoce. "¿Es que iba a ser eterna aquella vida miserable? ¿Es que no iba a salir nunca de ella? ¡Sin embargo, ella valía tanto como las que eran felices! En el baile de la Vaubyessard había visto duquesas de cintura menos fina y de facciones más ordinarias que la suya, y ello hacíale revolverse contra la injusticia de Dios."

Emma sobrepasa las tempestades internas y externas como un bergantín con vistosas velas, pero sin anclar, salvo cuando enferma y muere. Sus esperanzas cambian de meta y el afán por un vizconde con quien se topa en un baile, da paso luego a la obsesión por la ciudad de París, como un símbolo, un núcleo real en el cual fusiona por un tiempo sus añoranzas.

Los personajes secundarios se caracterizan en dependencia de la proyección que tengan hacia el personaje-eje: Rodolphe es un profesional de la conquista; León, un novato, un amante débil y cobarde; Charles Bovary representa la vulgaridad burguesa; el farmacéutico Humais; la hipocresía y el comerciante Lhereux, el oportunismo más sórdido.

Pero Madame Bovary como ente independiente está detenida en mitad de un puente que es símbolo del espacio y el tiempo. En el inicio de este largo camino de tránsito, aparece inmersa en el tedio de la campiña normanda, convencida ya de que Charles Bovary es lo menos parecido al galán que sueña, porque "la conversación (...) era llana como una acera... No sabía nadar, ni manejar las armas, ni tirar la pistola..."; pero aún espera al príncipe azul, con absoluta confianza en la existencia real del hombre añorado. "Ignoraba cual fuese el azar que la favoreciera (...) Pero todas las mañanas, al despertar, aguardaba que ello sucediera..." Se pregunta "¿Por qué me habré casado, Dios mío?", pues su matrimonio deja de ser una decisión acertada para transformarse en un paso equivocado, un intento fallido, un obstáculo para continuar buscando ese hombre real, gallardo, valiente, que ha sido educado con firmeza y refinamiento, que sacudirá su vida, desencadenando el más arrebatador de los romances.

El autor establece una disimilitud insalvable entre Emma y su esposo. Presenta a estos dos personajes haciendo notar los rasgos que los diferencian y encuentra en esta absoluta desemejanza el motivo para provocar "el interior apartamiento" entre ambos.  Mientras que Charles "era dichoso y no sentía preocupación alguna" al poseer "para siempre a aquella preciosa mujercita, a la que adoraba", Emma pensaba que se había equivocado:   "a la luz de la luna (...) recitaba a su marido todas las apasionadas rimas que sabía (...); pero tras esto, [ella] continuaba tan tranquila como antes, y Charles no parecía ni más enamorado ni más conmovido".

Cuando la protagonista mira en sentido contrario, aún detenida en ese largo puente, el porvenir se le muestra indescifrable e incierto, "con una puerta cerrada al fondo". Ya no tiene a qué aferrarse. Ha fracasado. Rodolphe la ha engañado. La heroína no ha podido vencer la prueba glorificante, su carencia aún está en disyunción con el objeto de valor. La huida ha sido frustrada porque el amante sobreviene villano, impedimento, barrera. El salvador que la rescataría de un espacio para comenzar a ensayar la vida en otro, se ha esfumado. Ni galope, ni pueblo de pescadores, ni casita a orilla del mar. Sólo queda el polvo.

Es entonces que Emma se arropa con el lenguaje para disimular el inmenso vacío de que es presa. La palabra es su gran arma, "un laminador que prolonga todos los sentimientos". Hay una especie de pacto, de acuerdo con León durante un segundo encuentro. Ambos han cambiado. Ella ha cometido el primer adulterio. Él conoce la vida citadina. La que desea ser seducida le revela las claves para la conquista al seductor. Ella sabe lo que busca y decide no perder el tiempo esperando un ideal imposible. Prefiere simular y tener, que desear y aguardar por siempre. El discurso amoroso no es portador de un sentimiento sincero, sino un artefacto retórico cuyo objetivo es la conquista del otro. Si el lenguaje para Emma sirve para encubrir un vacío, una carencia existencial, podría pensarse que persiste en el fondo de la novela de Flaubert un mensaje que quizás ha pasado inadvertido. El decir y el sentir no tienen por qué corresponder, la palabra ya no sustenta al sentimiento, sino que lo enmascara y lo hace parecer lo que en realidad no es. Detengámonos, por ejemplo, en el análisis del concepto bovariano del amor. "El amor -tal creía ella- debía presentarse de improviso, con grandes estruendos y fulguraciones, como tempestad celeste que se desencadena sobre la vida y la trastorna, y arrastra como secas hojas las voluntades, y hunde en el abismo y por completo los corazones." El amor es definido utilizando un símil. Establece así una relación de homología que entraña una relación de analogía con una metáfora. ¿Se subsana en este caso la incompatibilidad semántica entre elementos que, a pesar de aparecer identificados, pertenecen a realidades ajenas? Creo que no. No es fortuito esta manera de definir. La metáfora es una construcción para nombrar lo innombrable. Hay un juego con las palabras, sobre la base de que ellas sirven para denominar lo exterior y de que a cada "cosa", ya sea objeto o sentimiento, le corresponde un nombre, pues sólo entonces puede haber comunicación. Se hace imposible definir el amor mediante una comparación retórica con una metáfora que en sí misma está ausente de significado. Flaubert reafirma que la palabra es falsa porque es hueca. ¿Podría pensarse que Madame Bovary no siente el amor porque no sabe qué es o que la palabra carece de significado, pero el contexto es verdadero? Quizás Emma cree que tras las metáforas expresivas del amor se encuentra una realidad que intenta reproducir desesperadamente en ella misma. A fin de cuentas, el mundo ha sido construido también verbalmente. De cierta manera, lo que no puede ser nombrado es como si no existiera. Es lógico que piense que todo lo nombrado puede definirse y tiene una base real.

¿Pero, y en el medio del puente, qué surge? La crisis. Se produce un cisma en la vida del personaje principal, a tal punto, que este halla en la evasión la posibilidad de recuperarse. Es su enfermedad el pretexto idóneo para escapar de ese gran nudo narratológico que significa la huida frustrada. Ya con anterioridad, Emma aspiraba a la gloria que Charles Bovary alcanzaría tras operar al camarero de Yonville. Mas, ese efímero desplazamiento queda tronchado y provoca la ruina del médico. Y la de ella. Por lo tanto, cualquier equilibrio es imposible. Madame Bovary se mueve entre los extremos: uno que ya vivió y otro que desconoce, pero que descubre pronto. No hay vuelta atrás. La opción es avanzar y no encontrar salida. El ritmo de los acontecimientos impone escoger la evasión total, atravesando un camino donde a cada paso progresa la degradación. Este va a ser el resultado final de la búsqueda. La desorientación no viene dada por el laberinto típico. La salida es clara y recta. Emma ya sabe que "la lluvia forma charcos en las azoteas de las casas cuando las canales están obstruidas", es decir, un torrencial ordinario puede que parezca  una tormenta. Niega entonces la posibilidad de encontrar a su ídolo. Se enfatiza la idea en el texto porque ella está convencida de que no puede ser hallado lo que no existe. El imposible o "adynaton" domina como figura de pensamiento después de la incisión que marca un centro psicológico. "No era dichosa, no lo había sido nunca. ¿De dónde procedía aquella insuficiencia de la vida, aquel instantáneo derrumbarse de las cosas en que se apoyaba...? Pero si en alguna parte existía un ser varonil y hermoso, una naturaleza valerosa, llena al par de exaltación y refinamientos; un corazón de poeta, encerrado en un ángel, con liras de aceradas cuerdas, que le entonara epitalamios elegíacos, ¿por qué ella no había de encontrarlo?¡Oh!¡Qué imposible! Nada, por lo demás, valía la pena de ser buscado: todo mentira. Bajo la sonrisa se oculta el bostezo de aburrimiento, la maldición bajo la alegría, el hastío bajo el placer, y los más sabrosos besos sólo dejan en la boca el anhelo irrealizable de una más alquitarada voluptuosidad."

Podría pensarse en Madame Bovary como un personaje romántico, pues no puede evitar un constante deseo por huir y la persecución infatigable de un imposible. Existe un "choque dramático entre el yo (subjetivo) poético y el mundo (objetivo) que le circunda". (Díaz Plaja citado por Aguirre, 1987:89) Pero la solución del conflicto bovariano no es la evasión radical. El suicidio para Emma no es la salida airosa a un mundo mejor. Representa sólo la posibilidad de escapar sin pretensión de llegar a un sitio más placentero, porque ella no cree en la dudosa promesa de la vida deseada en el más allá. Impulsada por las deudas y un catastrófico derrumbe de sus últimas ilusiones, muere convencida de que no existe lo que su imaginación, aficionada a la mentira, ha construido. La sobrecoge el espanto al cerciorarse de que "la verdad agradable" es una burda pintura. Se cansa de demandar sensaciones. Flaubert mezcla y confunde en un mismo personaje la sombra y la luz, lo sublime y lo grotesco. No concibe la coexistencia aislada de los contrarios y decide ponerlos en un mismo personaje, pero no en armonía. Emma es un personaje ambivalente, que se debate entre la frialdad y la astucia, y la emoción y el sueño con lo exótico. Charles halaga el ramo de violetas que el amante le ha regalado a su esposa tras haberla poseído. El muchacho que ama en silencio a la mujer inalcanzable, tan recurrente en la novela-folletín del siglo XIX, lo vemos representado en Justin cuando llora ante la tumba de Emma. La mujer fría y a veces despiadada que ha sido ya tantas veces gozada, se niega a venderse en el último momento, aun cuando está al borde de la ruina. Pero no podría hablarse de un romanticismo íntegro en la novela, sino de un romanticismo cosido a retazos, complementado.

Flaubert toma una realidad construida a trozos y la termina, añadiéndole los fragmentos ausentes, desalojados por la fantasía romántica. No excluye esa zona humana, donde nada es ni tan repulsivo ni tan adorable.

Mas, la ambivalencia de Emma trasciende el carácter y llega hasta el género. ¿Se esconde acaso un deseo por ser hombre tras esa apariencia de la amante devota?

Emma desde un principio está limitada, no sólo por su clase, sino también, por su sexo. Por eso desea un hijo varón y se desvanece ante la noticia de que ha dado a luz una niña. Quiere ser un hombre, pues sólo a ellos les está permitidos la aventura y el placer que ella tanto necesita. "La idea de tener un varón era para ella como el esperanzado desquite de todas sus pasadas impotencias. El hombre, al menos, es libre y puede entregarse a pasiones, recorrer países, vencer obstáculos, gustar las más lejanas felicidades". Encuentra en esta aspiración a la masculinidad, una estrategia para combatir su inferioridad. No es casual que en su vestuario siempre incluya algún atuendo masculino; que juegue a ser hombre colocándose una pipa en los labios; que rompa los límites de su sexo e invada el contrario; que asuma posiciones varoniles frente al más mínimo indicio de debilidad de los hombres que la rodean.  Recordemos que desciende de  La Golondrina "ceñido el busto por un chaleco como si fuera de hombre"; que se pasea con Rodolphe "con un cigarrillo en la boca, como para desafiar al mundo"; que es León quien termina convertido en querida escribiendo versos, y que Emma, adquiere poderes para cobrar los servicios a los clientes de su esposo. Es Charles quien se ocupa de Berthe, la hija de ambos. Cuando la niña reclama la compañía de Madame Bovary, es el padre quien le dice que vaya con la criada, que sabe bien que a su madre le disgusta que la molesten.

Emma es un ser distinto, que se duplica para salvar las apariencias y lograr sus deseos, y este gusto por la doble cara, el binomio, persiste en toda la novela. Ocurren dos muertes: una ficticia (la enfermedad tras el abandono del primer amante) y otra real (el suicidio de Madame Bovary); dos bailes: uno que deslumbra a Emma en Vaubyessard, junto a la nobleza, y otro sórdido, caricaturesco, al que la heroína asiste junto a gente del bajo mundo. Emma llega a tener dos vidas paralelas en dos lugares distintos: Yonville y Ruán, y siempre la imagen de un amante soñado incita a la búsqueda de uno real.

Nadie podría negar que Emma es un personaje cargado de erotismo, pero un erotismo que Flaubert supo apenas sugerir para sortear el puritanismo de las sotanas del II Imperio. Sin mencionar ni una sola parte del cuerpo humano, el autor consigue que el lector imagine un acto carnal, valiéndose únicamente de la enumeración de las calles por las que un coche de alquiler se pasea, dando vueltas y más vueltas, sin detenerse hasta la noche. El deseo que experimenta León queda expuesto en la adoración por los guantes de Madame Bovary. La felicidad sexual de Charles al tener por esposa una mujer que jamás soñó, explica en buena medida, su ceguera ante la infidelidad.

Llama la atención cómo, a semejanza de la literatura libertaria del siglo XVIII, el amor está ligado a la religión. El despertar sexual de Emma tiene lugar en un convento. La cita con León, su segundo amante, Madame Bovary la fija en la Catedral de Ruán y León siente con más ímpetu el deseo, mientras su amada escucha la más detallada explicación acerca de las curiosidades del templo.

Flaubert quiso escribir una novela distanciada, objetiva, "que se sostuviera por sí misma". Él es el primero en la literatura del siglo XIX en eliminar la subjetividad del escritor, en borrarse detrás de su escritura. En el fragmento que muestra el uso del imposible, se usa el  estilo indirecto libre que predomina en toda la obra.

Ducrot y Todorov explican que este discurso referido "se presenta a primera vista como un estilo indirecto" ya que "registra las señales de tiempo y de persona que corresponden a un discurso del autor", "pero que está penetrado en su estructura semántica y sintáctica, del discurso del personaje".

El narrador-esa virtualidad creada por el autor/escritor- es quien interpone su objetividad entre el personaje y su dicho, sin recurrir a términos subordinantes, sólo introduciendo la mayor distancia posible entre el lector y el pensamiento.

Este estilo le permite a Flaubert hacer pasar inadvertida la mayoría de las veces esa mediación entre el lector y el personaje, al punto de que a veces logra ahogar la voz de este último. El lector confía a plenitud en que lo referido por ese narrador omnisciente es lo que Emma siente o piensa. Su interior, sus motivos y móviles quedan descritos.

En este pasaje -y así sucede en otros muchos- hay una especie de hibridación con el monólogo interior indirecto, pues aunque hay referencias a la situación comunicativa y el narrador se coloca una vez más entre el lector y el personaje, este último es dueño de su conciencia, al punto de que la controla; y razona y reflexiona consigo mismo. Hay preguntas retóricas, exclamaciones e interjecciones, incluso cuando las campanadas indican la hora de partida, Emma se asombra del poco tiempo que ha transcurrido desde que se sentó en el banco y comenzó a pensar. No obstante,  a través de este estilo, la astucia del narrador omnisciente queda recortada, pues existen dudas que se expresan cuando se hacen preguntas. 

En Madame Bovary, hay además un culto al sentimiento, una crítica desde la distancia, no desde la superioridad, a esos modelos racionales impuestos por una elite que determina patrones estéticos, morales, sociales, eróticos.

Cuando Emma asume esa posición desafiante y atrevida propia de un hombre, no lo hace, como en el caso de la madre de Charles, porque no tiene otras opciones. Decide arriesgarse a llevar dos vidas paralelas y compartir el pago de un cuartucho en un hotel de Ruán, como una manera de luchar contra las miserias de la condición femenina. Si hubiese conseguido escapar con Rodolphe y vivir en la casita en un pueblo de pescadores, al mes se hubiera sentido de nuevo asqueada por la pasividad y la quietud, porque detestaba los sentimientos templados "tal y como se dan en la naturaleza", porque no soportaba sentirse apresada, blanda, inerte y admiraba la libertad, la pasión, el poder viajar.

Madame Bovary se percibe como una mujer interesante, con derecho al disfrute erótico no como mera respuesta a la solicitud activa del varón. Por eso, rompe con los moldes de la actitud activo-pasiva de la relación amorosa y se sitúa en el centro de la expresión de los encantos del romance. Pretende autorreafirmarse en una sociedad que sólo la reconoce como esposa o como madre, sabiéndose ella con dotes que no tienen por qué confinarla a estas dos opciones.

Emma es la representación de quien ha decidido precipitarse a los goces de la vida con extravagancia, a saborear el placer, "manteniéndolo con todos los artificios de su ternura", e insiste en autodefinirse y reencontrarse.

La heroína, lejos de recriminarse o intentar ahogar sus pasiones, las alimenta y trata por todos los medios de satisfacerlas, en un asombroso esfuerzo por alcanzar la liberación. Su personalidad mantiene una postura permanente, reapareciendo bajo los más diversos ropajes. Madame Bovary no sólo es perdurable, sino que "es una de las más privativas postulaciones del ser humano, de la que han resultado todas las hazañas y todos los cataclismos del hombre: la capacidad para fabricar ilusiones y la loca voluntad de realizarlas" (Vargas, 1975:43)

Quien asiste al suicidio de Madame Bovary y ve sus dedos crispados en la sábana, los ojos que giran, la lengua antes seductora, ahora salida de la boca, experimenta el gusto por la vida. Es la gran lección, el mayor legado de quien quiso gozar el amor. Todavía no se entiende esa inconformidad, esa voluptuosidad, ese gusto por la carne, ese deseo insaciable que siente Emma y se le juzga aún con dureza o con excesiva condescendencia.

Pero lo magnífico sigue siendo esa posibilidad de vivir a través de ella. La Bovary ignora por completo cuántos hemos sentido el hastío de la vida provinciana, la mordaza de la rutina, la inquietud de quien sabe que miente, el dolor de las uñas que se parten cuando se abre la reja, el alma escapando en el recuerdo, el sabor del veneno, la soledad absoluta cuando se ha decidido no ser, la espera constante de lo desconocido, pero añorado, gracias a que sus intensas y profundas aventuras se extienden y fructifican en quienes, como las burguesas de Ruán, viven según otros deciden que vivan.