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Isla al Sur

¡33 AÑOS EN LA MISMA ESCUELA!

¡33 AÑOS EN LA MISMA ESCUELA!

IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ

Foto: Juvenal Balán

Melany está en preescolar. Se acerca a Raúl y le pregunta: ¿Cuál es tu gusto preferido? Él le dice que los niños, pero ella rectifica, e indaga: No, ¿cuál es el color? Entonces el Director contesta que el azulito.

-El mío es el morado.

-Pero me han dicho que tú no vienes a la escuela temprano.

-Sí, me gusta venir por la tardecita para estar al lado tuyo.

Raúl Núñez Iglesias está cumpliendo este año su curso número 33 al frente de la escuela primaria Mártires del Segundo Frente Oriental Frank País, en el municipio capitalino de Plaza, y ya se le pierden en la memoria las veces que ha subido la empinada loma que va desde la Avenida 26 hasta el centro docente, en un trayecto de gozo continuo, ante la perspectiva de encontrarse con sus "amigos", esos pequeñines que dan contento a su vida.

Se inició en 1961 como maestro de montaña en la Brigada Frank País, y no le son ajenas las serranías de Arroyo del Medio, Soledad del Palmar, Jarahueca y La Caoba, en Santiago de Cuba, ni las de Buey Arriba, en Granma, o las de Rancho Mundito en Pinar del Río, como tampoco la estancia en la escuela rural de Pueblo Nuevo, en Artemisa, La Habana.

Y como si fueran poco las lejanías, hasta en las misiones diplomáticas de México y Japón impartió clases en una permanente entrega, con fe martiana, para hacer de la escuela sitio "útil y sabroso".

Hasta los 19 años no pensó ser maestro. Un día de 1961 llegó el llamado de la Revolución y dejó la tintorería del tío: "No hubo que intervenirla, él la entregó porque toda la familia se incorporó a diferentes tareas de aquellos primeros años. Yo me hice educador mediante los diferentes planes de maestros populares, y es una decisión de la que siempre me he sentido feliz".

Los niños salen al receso y no se escuchan timbres estridentes. "No hacen falta, basta decirles qué hay que hacer. No me gusta tampoco hablarles alto, solo indico algo y todo marcha sobre ruedas". Entra al salón Osmel, de quinto grado, y Raúl lo presenta: "Él es mi amigo". Detrás llega Luisito, le da la mano y lo abraza. El Director me cuenta que está en segundo grado: "¿Sabe?, un día me dijo que me quiere hasta el cielo".

Para este hombre que no piensa en la jubilación ni jugando hay premisas esenciales para un buen trabajo. Primero, hay que querer a los niños y sentirse a gusto con la profesión, pero también se requiere de organización, de atender y relacionarse con la comunidad porque ella da vida a la escuela, y hacer del colectivo un hogar al que todos acudan con amor y deseos de ser creativos.

No le gusta la palabra "exigir" como mandato. Y es que la aplica con el buen sentido de las personas inteligentes: convencer a los demás de lo que hace falta, de la necesidad de superarse, de dar excelentes clases, de venir temprano, de que en torno a los niños crezca el alma de la escuela.

"Dicen que el trabajo del maestro no se paga con nada, y no es verdad, sí se paga. Mire, cuando uno los ve pasar de grado, representar en un acto, declamar una poesía, todas esas cosas conmueven, y confieso que a veces se me va una lágrima. También los padres, con cariño, reconocen nuestra labor."

Y muy en especial recuerda a tantos alumnos que ya tienen sus hijos en la escuela y hasta en la Universidad, y él continúa llamándolos "Germancito" o "Lachy", porque en las estancias del cariño quedaron con el uniforme rojo y blanco impregnado de olores de tiza y pizarra. Y están, muy queridas, Silvia González, Yamilé Fernández, Anidia Trillo y Yaiselys Rodríguez, todas alumnas que votaron definitivamente por el antiguo y noble oficio de educar y volvieron a las aulas de la Mártires del Segundo Frente Oriental Frank País.

Vanguardia Nacional del Sindicato de la Educación y merecedor de las medallas Rafael María de Mendive y Por la Educación Cubana, Raúl se siente protagonista de las tres revoluciones que en el sector se han producido: "Y aunque esta me cogió ya viejo, no me quedé detrás. En dos semanas aprendí Computación, y cada día me actualizo en los nuevos programas que se aplican en la primaria. No se puede dirigir si uno no sabe lo que tiene que medir, si no se está preparado".

Al cabo, le pregunto qué le depararon estos 33 años como director de escuela. Raúl Núñez es hombre de palabras llanas y solo contesta: "Los niños son encantadores". 

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