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Isla al Sur

DEL DOLOR A LA ESPERANZA

DEL DOLOR A LA ESPERANZA

Medio centenar de países recuerdan cada año la proeza del joven canadiense Terry Fox, quien el 12 de abril de 1980 sumergió su pierna artificial en las aguas oscuras del puerto de Saint John´s para adentrarse en la mayor aventura de su vida: una carrera que llamó Maratón de la Esperanza, y recorrió miles de kilómetros para recaudar fondos en la lucha contra el cáncer. Después de Canadá, Cuba logra la mayor convocatoria mundial para ese evento.

En el Forum Estudiantil de la FCOM este trabajo obtuvo Mención en la categoría de Reportaje.

LISANDRA FARIÑAS ACOSTA,

estudiante de primer año de Periodismo,

Facultad de Comunicación de la

Universidad de La Habana.


Hace casi tres décadas, un muchacho de apenas 22 años de edad se empeñó en darle una lección al mundo. Fuerte y voluntarioso, el joven de cabello rizado y piel bronceada apostó toda su energía a la vida en una quijotesca aventura a través de Canadá que desafiaba la lógica y el sentido común. Era su manera de conquistar un sueño.
 

“Sin punto intermedio”

Su gesta comenzó cuatro años antes, cuando al aún adolescente Terry le diagnosticaron cáncer en los huesos de su pierna derecha, amputada finalmente varios centímetros sobre la rodilla. Los días vividos en el hospital fueron angustiosos, pero impregnaron en él para siempre el deseo de luchar. Ahora, el joven canadiense tenía una nueva razón de ser, una misión a la que dedicó sus últimas fuerzas: no rendirse ante una enfermedad tan devastadora.

Según los médicos, sus posibilidades de sobrevivir eran de apenas un 50 ó 70 por ciento. Sin embargo, Terry asumió este riesgo como un nuevo desafío: el cáncer le robó una pierna, pero no le impediría avanzar, así que, en acto cargado de simbolismo, resolvió correr.

Buena sorpresa se llevó su madre cuando le reveló las intenciones de realizar una carrera por todo Canadá. La señora, tomándolo a broma, le contestó: “Estás loco”. El padre simplemente preguntó: “¿Cuándo?”, y Terry comprendió que contaba con el apoyo de ambos. Durante 15 meses se entrenó, y el 12 de abril de 1980 sumergió su pierna artificial en las aguas oscuras del puerto de Saint John´s para adentrarse en la mayor aventura de su vida: una carrera que llamó Maratón de la Esperanza, la cual recaudaría fondos para el desarrollo de investigaciones sobre su padecimiento.
 

Terry no perdió su pelea

Era un día nublado en el norte de Ontario cuando Terry corrió sus últimas millas. Para entonces la gente en Canadá ya vivía su sueño. Muchos, incluso, lloraban al verlo pasar. Sus puños crispados de preocupación, sus ojos fijos en el camino… mas su mirada de valor y sus pasos sobre el pavimento permanecían firmes.

Con la meta de llegar al otro extremo del país corrió durante 143 jornadas, promediando diariamente los 42 kilómetros de la maratón olímpica. Pero a mitad del trayecto, cuando ya había vencido 5 373 kilómetros, tuvo que parar. El cáncer invadía sus pulmones.

Los padres se creyeron víctimas del destino, pero Terry replicó: “No pienso que esto sea injusto, de eso se trata el cáncer. No soy el único, no soy especial. Esto solo intensifica lo que hice. ¿Cuántas personas hacen algo en lo cual realmente creen?”.

La Parca frustró su sueño de culminar la carrera salpicando sus pies en las aguas del Stanley Park, en Vancouver. Terry murió 10 meses después de interrumpir su empresa, a pocos días de cumplir sus 23 años, pero no perdió la pelea ni su historia terminó con la muerte, aquel 28 de junio de 1891.

En septiembre de ese año, unas 300 mil personas participaron en la primera carrera Terry Fox, para honrar su épico ejemplo. Algunos caminaron, otros corrieron, y los organizadores lograron recaudar 3.2 millones de dólares para la lucha contra el cáncer. Al Maratón de la Esperanza aún le faltaban muchas millas por avanzar.

Cuba y el legado de Terry

Medio centenar de países, además de Canadá, recuerdan cada año la proeza de Terry Fox y apoyan la causa que defendió con tanta entrega. Después de la nación norteña, Cuba es el país que mayor convocatoria logra al Maratón de la Esperanza.

Sensibilizados con el ejemplo de sacrificio, coraje y perseverancia de Terry, los cubanos realizan desde 1998 su versión de la emblemática carrera contra el cáncer. El parqueo del Hospital Oncológico de La Habana sirvió en esa ocasión de escenario para comenzar a correr en nombre de la vida.

Han transcurrido 9 años desde entonces y defender el sueño de Terry se ha convertido aquí en una expresión cultural. Recaudar fondos en la lucha contra el cáncer -segunda causa de muerte en el país después de las afecciones cardiovasculares- ocupa un lugar privilegiado en la sociedad cubana.

Con la misma voluntad y deseo de participación disputaron los cubanos la décima edición del Maratón de la Esperanza, el sábado 17 de marzo, en su emblemático recorrido de los últimos años: el Paseo del Prado, entre el Capitolio y el Malecón habaneros.

Pero dicho Maratón trasciende el mero acto de correr: numerosos artistas donan su tiempo, esfuerzo y talento para promover esta humanitaria causa. Entre ellos se destacan los músicos Carlos Varela, Buena Fe y Elmer Ferrer, así como los pintores Choco, García Peña, Montoto, Villafaña, Flora Fong y Manuel Mendive, quienes donaron grabados, fotos originales, diseños y cerámicas para ser subastados. La víspera de la carrera, los niños del conjunto teatral infantil La Colmenita representaron "Los cuentos de Andersen", el grupo vocal Sexto Sentido cantó sus boleros y “blues” en La Pérgola, en tanto la compañía de baile español de Litz Alfonso presentó una gala especial.

El día de la carrera, sábado 17, miles de personas plasmaron en numerosos carteles y sábanas blancas sus motivos para asistir: comprensión, apoyo, identificación con la causa de Terry y solidaridad con quienes padecen algún tipo de cáncer. Más de 4 mil asentamientos poblacionales a lo largo de la nación adivinaron la presencia del joven canadiense en el espíritu de los millones de cubanos que celebraron la alegría de vivir.
 
No hubo ganadores; el mayor premio fue la amistad y la satisfacción de esforzarse al máximo. De hecho, los organizadores aclaran que basta con avanzar un metro para cumplir con la esperanza. Muchos suelen incorporarse durante el camino, por eso en la meta asoman cientos de rostros más. Se pudo ver, incluso, quien se levantó resuelto de su silla de ruedas, caminó unos pasos y sonrió triunfal.

Más allá de una carrera

Cada año, unas 10 millones de personas enferman de cáncer a nivel mundial, y otros cinco millones mueren por esa causa. Según estudios oficiales, en la actualidad existen alrededor de 14 millones de afectados por esta dolencia cuyas consecuencias económicas y sanitarias la convierten en un importante problema de salud para la humanidad.

Cuba cumple con el patrón de los países desarrollados: la nación caribeña reporta anualmente unas 30 mil nuevas incidencias de esta enfermedad, previsible en un 40 por ciento.

Según el oncólogo Rolando Camacho, director del grupo Nacional de Cáncer, la carrera Terry Fox propicia una mayor influencia en el control del cáncer, pues sensibiliza a la opinión pública sobre la importancia de adoptar modos de vida más sanos.

Los organizadores revelaron que los fondos recaudados este año serán dedicados a estudios sobre el cáncer de mama y el cérvico-uterino, ambos de gran incidencia en la población cubana.

Alarmadas por las estadísticas, las autoridades sanitarias nacionales decidieron desplegar una intensa campaña dirigida a la toma de conciencia respecto al cáncer cérvico-uterino. Este plan goza de tanta prioridad gubernamental como el control de la mortalidad infantil, y entre sus fases incluye el aumento de las investigaciones conjuntas con expertos foráneos.

En tal sentido, este Maratón propició un intercambio de experiencias sin precedentes entre científicos cubanos y canadienses. Ambas naciones –cuya relación bilateral aumenta, según Bugailiskis- potencian los nexos entre sus institutos de investigación. Ejemplo de ello resultó la reciente visita a Cuba de especialistas de renombre como el oncólogo Steven Narod, director nacional de las investigaciones genéticas sobre cáncer de mama en Canadá, y la doctora Verna Mai, quien dirige el programa de investigaciones sobre el cáncer cérvico-uterino en Ontario.

Pero más allá de la repercusión científica de este intercambio, los organizadores del Maratón de la Esperanza en Cuba coinciden en su impacto positivo en la opinión pública.

“Gracias a esta carrera ya no se habla igual sobre el cáncer, ha ayudado a conseguir un mayor impacto en la educación sobre esta enfermedad”, estimó Camacho, veterano del antiguo Proyecto Latinoamericano contra el Cáncer, una serie de seminarios masivos entre especialistas y maestros, profesores y artistas.

Sin embargo, Camacho reconoce que resulta difícil hablar de un efecto en la población cubana, pues no es tarea sencilla cambiar los estilos de vidas, aunque “en Cuba ha aumentado la conciencia”, acotó.

“Este evento educa en calidad de vida -coincidió Carlos Gatorno, director de los eventos deportivos Marabana y Maracuba-, pues ante todo es una fiesta que celebra la alegría de vivir y pretende desmitificar los tabúes sobre el cáncer”.

Gatorno destaca que la educación contra el cáncer es una prioridad del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER), también comprometido con las acciones internacionales del Día Mundial del Corazón y del Programa contra la Diabetes.

La esperanza continúa…

Lo que comenzó como un sueño improbable ha derivado en una realidad contundente, que moviliza e inspira al mundo. En 26 años de Maratón, la Fundación Terry Fox ha recaudado más de 300 millones de dólares canadienses para las investigaciones sobre el cáncer y la promoción de estilos de vida más sanos.

El pasado año, Cuba aportó 39 mil dólares a la causa de Terry, pero más importante que los fondos conseguidos ha sido mantener vivo el legado del joven canadiense, reproducido anualmente en cada rincón del mundo donde sobreviva la esperanza.

Recuadro:

El Terry Fox de Cuba

 

Con apenas 14 años de edad y un futuro como boxeador, al joven cubano José Alena Fonseca le descubrieron un carcinoma en su tobillo derecho, por lo cual le amputaron la pierna desde la rodilla.

"Cambió mi vida por completo, sufrí mucho al ver que me faltaba una pierna y no podía seguir con el boxeo", recuerda Alena, un luchador nato que recuperó su vida normal ayudado por una prótesis. Regresó al deporte y compitió incluso en Torneos Para-panamericanos.

Hoy día, Alena es un activista destacado de la Asociación Cubana de Limitados Físicos y Motores y un participante fiel del Maratón de la Esperanza. "Empezaron a verme y a decirme que me parecía a Terry Fox. Y ya se me quedó: el Terry Fox de Cuba".


 

Ficha Técnica:

Tema: El impacto en Cuba de la carrera internacional Terry Fox, Maratón de la Esperanza.

Tesis: Cuba concede gran importancia a la lucha contra el cáncer, siendo después de Canadá el país con mayor convocatoria al Maratón de la Esperanza.

Tipo de Título: Genérico

Tipo de entrada: Retrospectiva.

Tipo de cuerpo: De bloques temáticos.

Tipo de cierre: De conclusión o resumen.

Estrategia de Fuente:

- Pasivas.

-Entrevistas a diferentes personalidades representantes de instituciones.

- La embajadora de Canadá en Cuba

- El doctor Rolando Camacho

- Carlos Gatorno, director de Marabana y Maracuba.

- Observación participante.

- Trabajo documental en periódicos y en INTERNET.

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