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Isla al Sur

EL PELUQUERO DE G

Hay oficios que producen vida, y ese es el caso de un podador de árboles que convierte un bulto de hojas en una campana, teniendo solo como testigos el parque de G y sus caminantes.

ROSY AMARO PÉREZ,

estudiante de primer año de Periodismo,

Facultad de Comunicación de la

Universidad de La Habana.

Sentarse una mañana en un banco de la calle G podría llevar a cualquiera a escuchar la siguiente conversación:

-Dime, ¿cómo me quedó?

-Muy bien, ese peluquero hace maravillas con su tijera, y lo mejor, en un santiamén. Dicen que se quedará por un tiempo aquí en G.

-Ojalá, desearía que me volviera a recortar las ramillas cuando crezcan.

-Si, también quisiera que estuviera con nosotros mucho tiempo. Le pediré que me haga el mismo corte que a ti.

La charla es entre dos árboles, uno le muestra al otro la manera en que ha sido podado por el nuevo jardinero, y cómo le ha dado forma de campana en menos de cinco minutos.

Algunos caminantes afirman que es una obra de arte.

En busca del artista

Disponerse a hallar a la persona que hace esa obra maestra solo requiere caminar el paseo de G rumbo al Malecón habanero. Se puede descubrir al artista en plena faena. Lo delatan el sonido de sus tijeras que arremeten contra las ramas que sobran.

Bajo el sol que quema y con el ruido de los carros por todas partes trabaja. Con la velocidad de la luz corta aquí, y calcula para dar el próximo corte allá. La planta casi lo ahoga entre sus ramas, él la cuida y ella lo abraza. Lo abraza porque él la embellece.

Y aunque el tiempo no es lo que abunda en su vida, el artista hace un alto en su labor, deja descansar a sus tijeras y conversa sobre lo que hace, a lo que llaman poda cultural.

El artista

Su nombre es Natán González. Está en la jardinería desde los 18 años, y comenzó hace 10, embullado por el abuelo.

“Aprendí mirando y preguntando a los más viejos en el oficio. Antes de hacer esto que hago ahora me dedicaba a sembrar en parterres, parques o en lugares específicos que nos enviaban a trabajar.”

A la poda cultural llegó a través de un curso de jardinería que recibió durante un mes en la Quinta de los Molinos.

”En aquel curso nos enseñaron mucho sobre las plantas, desde los nombres más comunes hasta las plagas e insectos que les pueden dañar y causar la muerte. Lo fundamental que aprendí allí fue la poda cultural, que es darle a los árboles formas de campanas, espiral, cubos, y así, las más diversas figuras geométricas.”

El por qué de la obra

La poda, según estudios realizados, permite tener árboles fuertes, sanos y productivos. Es necesaria para facilitar que el aire circule libremente entre los tallos de las ramas. Esta meta se puede alcanzar sabiendo cómo y cuándo podar, siguiendo unos cuantos principios, como eliminar los tallos que se inclinan hacia el interior, las ramas viejas, las enfermas, y las retorcidas.

Y aunque la poda cultural tiene interés estético, además de adornar el entorno y ambientar el parque con esas formas que le dan a los árboles, evita que las raíces crezcan demasiado y rompan las aceras.

La técnica de recortar los árboles hasta darles una forma parecida a figuras geométricas no es de esta época. Actualmente se imita lo que desde hace siglos empezó solamente como adorno.

La poda cultural, aunque no con ese nombre, existe desde los tiempos en que reyes y princesas mandaban a construir grandes jardines alrededor de fuentes y caminos reales. En aquellos tiempos, igual que ahora, había arquitectos paisajistas. Algunos como André Le Nôtre, uno de los famosos, proyectó los jardines que rodean el palacio real francés de Versalles, situado al suroeste de París, los cuales están organizados a lo largo de  grandes avenidas y su geometría resalta debido a los setos perfectamente recortados.

Más de la obra del artista

Natán González identifica el ejemplar que había podado el día anterior y explica que era un ficolaurel como el resto de las plantas que había en todo la avenida, excepto las que tenían forma de setos que eran ocujes.

A la derecha del joven hay un arbusto que él llama una de sus obras:  “Quise cambiar un poco más de lo normal y dividí el follaje en tres pisos; así, además de romper la rutina de campanas, setos y mazorcas, le di más ventilación a la planta quitándole toda la enramada del centro.”

Oír a los caminantes hablar de su obra o reírse de sus inventos, dice Natán que lo pone contento porque para eso también trabaja, para que la gente sea feliz cuando vea uno de sus árboles hecho campana.

Agustín, estudiante del 5to año de Historia del Arte, dice que eso también es arte, de otro tipo, pero arte igual, porque adorna el entorno con nuevas esculturas.

Otra persona, Rafael, quien acostumbra a pasear a su perrita por la acera, expresó su placer al ver cómo están trabajando para cuidar los parques y árboles.

La obra en todas partes

Aunque en algunas de las principales vías de circulación de la capital  existe este tipo de poda, como la 5ta Avenida, del municipio Playa, y Paseo, en el Vedado, debería extenderse por cada lugar que permita hacer este tipo de trabajo, principalmente los parques, muchos de los cuales han quedado al abandono.

La limpieza de las hojas que quedan sin barrer, el corte de las hierbas que crecen, junto al arte de podar árboles convirtiéndolos en figuras, cambiaría el panorama de los parques capitalinos… que ya dan pena.

También hay que hacer un llamado a la población que los frecuenta porque, además de lo descuidado que pueden estar por las hojas caídas, sin recoger a falta de preocupación de quienes tienen esa responsabilidad, se suma la indisciplina social que estropea el césped y daña los árboles por las sustancias que en ocasiones se vierten. En poco tiempo perderemos esos espacios.

Cuidar los parques es tarea de todos. No vale de nada que se logren “campanas verdes” si debajo tiene una gallina muerta acomodada en un colchón de hojas secas.

Felices todos, todo acaba

Terminó la sesión de  “peluquería”.

-Estoy como nuevo, no te tengo ni gota de envidia. El mago de las tijeras hizo que mi difícil “cabellera” entrara en línea con la moda.

-Sí, ya veo, cada hoja encima de ti está en el lugar que más belleza da.

-Ahora cállate, por ahí viene la pareja de enamorados de las 12.30 pm y tenemos que darles sombra.

Después de escuchar a los árboles y conversar con Natán González, uno de las decenas de jardineros que cada mañana se levantan para embellecer la ciudad, se aprende a valorar más este trabajo que necesita esfuerzo e inteligencia, porque no todos saben dónde cortar, ni en qué instante hacerlo para que la planta no muera.

Tanto importa el jardinero que hace feliz a un árbol como el científico que logra, después de años  de estudio, una vacuna.

Nadie debe pasar inadvertido ante la sociedad.


FICHA TÉCNICA:

Tema: La poda cultural
Fuentes:
NATAN GONZÁLEZ (jardinero)
AGUSTÏN y RAFAEL (ciudadanos)

Tipo de reportaje: Estándar
Tipo de título: Llamativo
Tipo de entrada: De Diálogo
Tipo de cuerpo: De bloques temáticos
Tipo de cierre: De conclusión

 

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