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Isla al Sur

UN ENTREVISTADOR, UN PERIODISTA, UN HOMBRE…

UN ENTREVISTADOR, UN PERIODISTA, UN HOMBRE…

Luis Sexto, consagrado periodista y escritor cubano, ofreció sus múltiples experiencias a estudiantes de Periodismo de la Universidad de La Habana.

LUISA MARÍA GONZÁLEZ GARCÍA,

estudiante de primer año de Periodismo,

Facultad de Comunicación,

Universidad de La Habana.

"Yo soy un mal entrevistador. Esto significa que nunca he estado contento con las entrevistas que he hecho. No he tenido tampoco la oportunidad de entrevistar a grandes personalidades. Me ha interesado más saber cómo piensa, cómo ve la vida, cómo se las arregla un carbonero de la Ciénaga de Zapata, que cómo piensa un ministro. No he entrevistado a muchos ministros, pero he entrevistado a algunos. Incluso he entrevistado a algún jefe de gobierno. Pero, ¿qué mérito tengo?: el haberles arrancado la entrevista".

La modestia de Luis Sexto impresiona, porque a pesar de sus palabras, quienes lo escuchan quisieran llegar a ser como él algún día. Los estudiantes de Periodismo de la Universidad de La Habana abrieron las puertas de su aula para darle la bienvenida al reportero, al cronista, al entrevistador, al columnista, al escritor, y quién sabe cuántas cosas más, porque como afirmara: "Soy una especie de periodista del Renacimiento, porque he hecho de todo un poco".

Hombre bajito, de cabello entrecano, y con ojos de color indefinible, de pronto grises, o azules, o verdes, dialogó principalmente sobre la entrevista. Con los jóvenes compartió sus experiencias, les contó anécdotas, habló de algunos "trucos", y brindó valiosos consejos.

"La entrevista requiere una base cultural en el periodista. Eso es fundamental. Aparte de lo que aprendemos en la escuela, la cultura es un proceso más amplio y tiene mucho que ver con lo que hemos vivido. Puedo saber algo porque he vivido."

Para demostrar la necesidad del acervo cultural en el periodismo, se remontó a sus inicios en el oficio y contó una anécdota de la época en que se dedicaba a los deportes.

"En el año 1973, si no me equivoco, vino a La Habana el equipo de fútbol León, de México, que en esos momentos encabezaba la primera división del campeonato de ese país. Un entrenador uruguayo muy célebre, llamado Ramón Echamendy, dirigía el conjunto, y yo le pedí una entrevista. Conocía de él los detalles básicos, pero no su carácter, su proyección, su forma de ser. Entonces comencé con mis preguntas. Todo iba bien, él era muy hablador, y de pronto cambió el tema y me preguntó si yo sabía algo de la transmisión de conocimientos de generación en generación a través del ácido desoxiribonucléico. Imagínense aquello, en un momento pasé de entrevistador a entrevistado.

"Pero recordé en ese momento que una vez, en 1968, había leído en una revista de la URSS un artículo sobre una niña de cinco años que, de pronto, había empezado a hablar una lengua desconocida. Los expertos filólogos y lingüistas que investigaron el caso concluyeron que era un dialecto hindú. ¿Cómo ella, que casi no sabía hablar el idioma de su región, sabía uno hindú? Pues tras muchas averiguaciones descubrieron que un tío-abuelo de la niña había estado en un lugar donde se hablaba esa lengua, y se dedujo la hipótesis de que el conocimiento también podía transmitirse por herencia genética. Gracias a ese recortico de revista que había leído en el central Amancio Rodríguez, le demostré a Echamendy que yo sabía de lo que él me estaba hablando, y sabía algo más, porque le podía poner un ejemplo y él no."

La cultura de Luis Sexto va mucho más allá del ácido desoxirribonucleico y del deporte. Una de las aristas es la magia de su palabra. El dominio impecable de la gramática española, una modulación exquisita de los diferentes tonos de la voz, sus gestos y su caminar pausado entre los pupitres, lograron cautivar al auditorio y demostraron su integridad como periodista.

Nacido en Remedios, Villa Clara, cuenta con una larga trayectoria. Fue jefe de las páginas ideológica y cultural del diario Trabajadores. Dirigió la redacción cultural de la agencia de noticias Prensa Latina. Trabajó en la revista Bohemia y en el periódico Juventud Rebelde. También se ha dedicado a la radio, y a la docencia en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí y en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

El gestor del blog en Internet Patria y Humanidad no vacila en sostener que la entrevista es un género difícil, aunque parezca lo contrario. Sobre las diferentes etapas para llevarlo a cabo habló a los estudiantes. "El universo de la entrevista no empieza ni termina cuando el periodista se sienta a redactarla frente a la máquina de escribir, o al ordenador. El proceso de preparación es inevitable, imprescindible e insoslayable.

"No se puede llegar a entrevistar a una persona y comenzar preguntándole: ¿Dónde usted nació? Hay que buscar, al menos, los datos esenciales, porque si uno quiere adentrarse en las opiniones y los secretos de una personalidad, no puede desconocer el lugar donde nació."

Las peripecias de un periodista para conseguir sus entrevistas son parte de la vida de Luis Sexto. En una ocasión, un personaje famoso, el ingeniero Presilla, dirigía la puesta en funcionamiento de una planta de níquel construida por los soviéticos en el Oriente de Cuba. Este señor ya contaba con una historia interesante: luego del triunfo de la Revolución, había ayudado al Che a poner en marcha una planta similar en Moa, Holguín. Pero tenía fama de huir a la difusión y a la publicidad. Sin embargo, Sexto no se amedrentó, y se propuso sacarle una entrevista.

"Llegué a Moa y enseguida fui a la empresa Che Guevara. Allí me dijeron que el ingeniero Presilla estaba almorzando en la casa de visitas, y fui tras él. Cuando llegué, me senté a esperarlo. Él salió, yo me le paré enfrente y le dije: Ingeniero, yo soy periodista de Bohemia y necesito entrevistarlo. Él me respondió con su voz muy ronca: ¿Entrevistarme a mí? Le contesté afirmativamente y él me atacó: Ustedes los periodistas solo hablan de historias antiguas. Ahí le expliqué: Mire, yo le prometo que no le voy a preguntar sobre el Che, sólo vamos a hablar de su labor actual. Entonces me indicó: Bueno, esté mañana en mi casa a las siete de la mañana."

"Al otro día me levanté a las cuatro de la mañana para recorrer 90 kilómetros y llegar temprano a la cita. En el camino compré una botella de ron, porque me habían dicho que a él le gustaba. Cuando el Ingeniero salió bien temprano de su casa, yo lo estaba esperando hacía bastante rato, y le salí al paso. Él me espetó bruscamente: ¡Usted qué hace aquí! Yo le dije: Usted me dijo ayer que estuviera en su casa a las siete de la mañana. Presilla protestó: Sí, sí, pero yo no lo puedo atender ahora. Me voy para mi finca a trabajar la tierra y estoy de vuelta a la una y media de la tarde. Le respondí: Bien, ingeniero, entonces lo espero a la una y media. Y él se fue."

"Me senté en el carro, leí un libro que traía. Después salí a caminar y me hice amigo de Herminia, su mujer. Ella me contó muchas cosas de Presilla, que yo debía saber, y no sabía. Cuando él llegó a la una y media, porque era un hombre puntual, yo lo esperaba sentado en el portal de su casa. Al verme, exclamó asombrado: ¡Y usted qué hace aquí! Entonces entró a la casa con mal genio, y salió como a los 15 minutos, tras haberse lavado la cara y puesto una camisa limpia. Me dijo: Vamos a ver, ¿qué es lo que usted quiere? Yo le respondí: Entrevistarlo; y a la vez fui sacando la botella de ron del bolsillo. Él la miró extrañado y me inquirió: ¿Eso para qué es? Yo le comenté: Nada, que cuando converso me gusta darme mis traguitos. El tipo sonrió y me dijo: Bueno, así las cosas cambian."

"Estuvimos tres horas conversando y yo, que no bebo, me tuve que tomar aquella botella con el Ingeniero. Cuando me despedí, Presilla me susurró: Usted me ha hecho la mejor entrevista de mi vida, a usted le he dicho lo que nunca he contado a nadie. Yo le agradecí sus palabras. Luego me pidió algo que, para mí, fue fundamental, y me estaba dando la medida de quién era ese hombre que había entrevistado. Me dijo: Ahora lo que hace falta es que usted me sea fiel."

"A veces los periodistas falseamos las entrevistas y no debe ser así. Tenemos que ser fieles al entrevistado, y para ello debemos lograr que él se reconozca en el trabajo que hemos hecho."

Luis Sexto ha publicado varios libros que lo consagran como un escritor talentoso y versátil. Su obra poética aparece en Noticias de familia y Con luz en la ventana; los relatos se recogen en El cabo de las mil visiones: Misterios y leyendas del Cabo de San Antonio. Otros de sus títulos son: Con Judy en un cine de La Habana y otras crónicas; Jorge Mañach periodista; El día en que me mataron y otras crónicas; Periodismo y literatura, el arte de las alianzas; Crónicas del primer día y Cuestión de estilo.

Si habla sobre su método para tomar notas en la entrevista, confiesa que ha desarrollado una habilidad especial para escribir muy rápido, porque no le gusta usar grabadoras. "Mi letra rápida tiene la siguiente característica: a los tres días de haber hecho la entrevista la entendemos yo y Dios; después de un año, sólo la entiende Dios."

Cuenta que le gusta salir a buscar la noticia y no duda en afirmarlo: "La noticia no se coordina, se conquista. Las cosas interesantes hay que encontrarlas". En ese camino en busca de una buena información, no pocas cosas suceden al periodista. "A veces la historia del reportero no es sólo el reportaje, sino todo lo que pasó el reportero para hacer su reportaje".

En sus andanzas a la caza de la noticia un día fue a parar a San Cristóbal, en Pinar del Río. Como no conocía a nadie, se paró en el parque del pueblo, y a todo el que pasaba le preguntaba si conocía alguien que mereciera protagonizar una entrevista de la revista Bohemia. Luis cuenta que lo miraban como a un loco, pero llegó la oportunidad en que un "guajiro" le habló sobre un hombre que vivía "por allá, por la Soledad", una finca situada en lo último de la Sierra del Rosario. Y allá se fue en busca de su noticia.

"En la Soledad vivía un hombre que había sido director de una escuela secundaria básica. En el período especial abandonó su ocupación y pidió un pedazo de tierra en la montaña para trabajarla. Al pasar los años, convirtió aquellos suelos abandonados en el cafetal más próspero de la zona, porque aquel licenciado en Ciencias Sociales hizo algo que no hacen los campesinos comunes, leyó mucho sobre el café. Así fue como llegó a convertirse en el asesor de todos los cafetaleros. Ese hombre merecía una entrevista para Bohemia, y yo se la hice."

"Cuando íbamos de regreso había llovido bastante, y tuvimos que cruzar el río San Cristóbal con el agua al pecho. Un hombre de la zona que servía de guía nos indicó cómo cruzar. Yo voy caminando muy lento, con una mochila alzada para no mojar lo que llevaba adentro, y de momento mi pie izquierdo se traba en una piedra. Yo, que soy un inexperto en cuestiones de crecidas de ríos, me viro frente a la corriente para intentar zafar el pie. Si la corriente rompe el cuerpo por el costado no te afecta el equilibrio, pero si estás de frente, eres hombre muerto. Cuando la corriente me llevó hacia atrás y me hundió lo único que pude decir al guía fue: ¡Guajirooooo! ¡Me vooooy! En eso el hombre me tiende la mano, y yo sin mucha esperanza, alargo mi brazo. Sus dedos me atraparon con fuerza y me alzaron. Así me devolvió a la superficie."

"Este hombre, el cafetalero, casi vale una vida, la mía"

Luis Sexto no vacila a la hora de arriesgarse. Los sacrificios para buscar una noticia son parte de su profesión, por eso no los evade, los enfrenta. Su premisa es confiar en lo que se hace y no amedrentarse ante nada, ni siquiera ante la desaprobación de quienes dicen ser amigos. "No podemos tener miedo, no podemos dejarnos vencer. Hay que correr riesgos porque eso es lo hermoso de este oficio. En el periodismo hay que exponer el pellejo, y eso me gusta. En el periodismo uno se puede morir, pero incluso, eso me gusta. Me gusta tener una causa por la cual morir."

Ficha Técnica:

Tipo de título: De referencia al entrevistado

Tipo de entrada: De cita textual.

Tipo de cuerpo: De citas.

Tipo de conclusión: De opinión o comentario del entrevistado

Clasificación por su contenido: De personalidad

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